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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaa,ya me callo.

 

!Accio cap. 42!

-Eres una niña muy bonita, seguramente serás la chica más bella de esta región cuando seas mayor.- le dijo Fernando a su hermanita. Estaban todos despidiendo a la comitiva.

-Gracias.- dijo Sofi haciendo una reverencia tan perfecta que la hizo sentir inútil y torpe. ¡Ella se iba de lado!

-Memo, tienes unos excelentes caballos, sigue practicando y seguramente en poco tiempo podrás asistir al  torneo de la capital.

-Eso sería fantástico.- Sonrió al ver las caras pálidas de su papá y de Sofía.

-Alejandra, fue un placer conocerte.- Le dijo el Príncipe, sonriéndole con cortesía.- Estoy seguro que escucharé muchas cosas sobre ti y tu guitarra.

-Eh, si.- Intentó portarse como un ser humano educado.

-Les espero a todos en la capital en unas cuantas semanas.- Fernando se dirigió a toda la familia, aunque más que una invitación, parecía una orden.

-Ahí estaremos sin falta.- Aseguró Guillermo.

Los visitantes subieron a las camionetas y enfilaron por el camino de piedra hasta la salida de la propiedad. Conforme se alejaban, sentía que el ambiente pesado de la mansión se iba esfumando.

 

Todo había vuelto a la normalidad. Las clases se habían reanudado y la rutina volvía a su vida. Estaba completamente concentrada en la escuela, pues ya cada vez faltaba menos para que se mudara a Nueva York. Tenía mucho que practicar, muchos deberes y la mayor parte de la tarde se la pasaba en la habitación de Cristi, pues la chica también se la pasaba terminando los deberes que los profesores le enviaban.

-Amor, ¿me pasas el libro que está sobre mi escritorio?- Le pidió su chica sin apartar la vista de su laptop.

-Claro.- Se levantó del suelo en donde estaba afinando su guitarra.- ¿Cuál?- Habían como un millón de libros sobre el escritorio.

-El rojo de tapa dura.

-¡Hay como diez de esos!

-El que dice “Leyes universales del comercio y las finanzas”.- Lo encontró.

-Se me antoja tanto leer tus libros… uuuff.

-Entendí tu sarcasmo.-Le entregó el libro a Cristi y se sentó en la orilla de la cama.

-¿Está todo bien?

-Si, ¿por?- Cris seguía en lo suyo.

-Llevas rara varias semanas. Desde que el príncipe verde se fue.- Su novia sonrió.

-Todo está bien, amor. Solo estoy algo estresada.- Por fin hicieron contacto visual.

-¿Y me dirás el porqué?- Cristina la miró en silencio unos segundos.

-Si, pero no ahora.

-Entonces si hay algo en particular que te tiene preocupada.

-Alejandra, por favor. No quiero hablar de eso todavía.

-¡Pero, ¿por qué?!

-¡Porque no!

-¿No confías en mi?- En verdad se estaba enojando.

-No se trata de eso.- Cristina tenía el ceño fruncido y se sujetó las costillas.

-¿Te duele?- Se acercó y puso la mano sobre la que Cris tenía en su costado.

-Me dio una punzada.

-Lo siento, no debí gritarte.- dejó un beso en la frente de la azabache.

-Siempre serás una gritona.- Cristi la tomó del rostro usando ambas manos y le dio un piquito.- Déjame hacer las cosas a mi manera ¿sí? Te prometo que esto acabará pronto y tú y yo…- Las manos de su novia descendieron por su pecho hasta llegar a su cintura.-  estaremos mejor que nunca.

-De acuerdo.- Aceptó resignada. Sabía lo testaruda que era su novia.

 

Cuando entró al comedor a la hora  de la cena, todos ya estaban ahí, incluso Cristina que ya llevaba un par de días bajando a cenar con los demás. Álvaro también estaba ahí. Después de que su tía Angie hubiera terminado con Gerardo, varias fotografías de lo que había pasado en aquel restaurante se habían filtrado y la prensa se había llevado una buena cantidad de dinero explotando ese escándalo todos los días con nuevas notas. Evidentemente Guillermo no estaba del mejor humor del mundo. Se sentó en silencio pues notaba que la atmósfera no estaba como para hacer bromas. Tomó un sorbo de jugo mientras miraba a su tía, que también la miraba y le sonrió discretamente.

-¿Qué pasa?- le susurró a Cristina aprovechando que los del servicio colocaban los platillos frente a ellas y la ocultaban del campo visual de su papá.

-Álvaro y tía acaban de hacer oficial su relación frente a papá.

-Uuuh.- Guillermo cortaba con saña un trozo de carne, seguramente deseando que fuera el cuello de Álvaro. Reprimió una carcajada al pensar en eso. Prefería mantenerse invisible para el pésimo humor del Conde.

-¿Van a casarse?- Preguntó la inocente Sofi.

-Eh… pues...- Álvaro miró a Angie.

-En cuanto éste me lo pida.-Respondió su tía visiblemente divertida.

-¿Por qué no me lo pides tú?

-Porque soy una dama.

-A mi me da alegría saber que están juntos.- Opinó Sofía.- También deberías alegrarte, Guillermo.

-Lo que me disgusta es el modo en que hicieron las cosas.- Dijo firme su papá olvidando por un momento seguir acuchillando su filete.- Y no quiero hablar de esto frente a los niños. Lo discutiremos después en el despacho.

El aire tenso se mantuvo durante el resto de la cena. Ella solo quería salir de ahí para regresar a hacer sus cosas y dejar que los demás pelearan.

-¿Me ayudas a buscar departamento?- Le preguntó a su novia. La vio dudar.

-Te alcanzo en un momento.

-Estaré en el jardín.- Cuando Cristina entró a su recámara, ella continuó su camino hasta la suya pues debía tomar su laptop para seguir buscando departamento en Nueva York. Su papá le había ofrecido quedarse en el hotel que habían comprado pero en cuanto le sugirió la idea, ella la detestó. No iría a NY como una niña rica mimada por su papi. Tomó sus cosas y se apresuró a ir al jardín. Estaba doblando por el pasillo que conectaba con la habitación de su novia cuando vio a Memo parado en la puerta de Cristi. Se quedó en un rincón observando como su hermanito entraba con la cara más seria que le había visto desde que lo conocía. Espero algunos minutos pero el chico no salió. Caminó despacio intentando agudizar el oído pero no escuchó nada. ¿Qué estarían tramando esos dos? Hacía varios días que los había descubierto murmurando entre ellos.  Decidió confiar en que ya se enteraría después.

Se puso a ver anuncios de departamentos. Intentaba que quedara en una zona cercana a la escuela. No buscaba algo lujoso o llamativo, más bien algo que la hiciera ver como una estudiante más. Ya había hecho algunas llamadas y había enviado algunos correos cuando vio a Cristi caminando despacio por el jardín, dirigiéndose hasta ella.

-¿Cómo va la búsqueda?- le preguntó la chica al mismo tiempo que la rodeaba por el cuello, parada detrás de ella.

-Pues bien. Me han gustado tres. Dos son compartidos.

-Uhm…- la azabache le dio un beso en la mejilla.- Preferiría que solamente tú estuvieras en el departamento.

-¿Porqué? ¿Tienes miedo que comparta piso con alguna chica sexy?- Cris rio.

-No. Solo que cuando vaya a visitarte quiero que estemos solitas… tu sabes.- Sintió los labios de su novia pasearse por su cuello.

-Tus deseos son órdenes.- Sin duda Cris sabía como convencerla.

Cristina se acomodó junto a ella y se la pasaron mirando fotografías de algunos lugares en renta. Sabía que su novia haría todo lo necesario para poder ir a visitarla con la mayor frecuencia posible, al igual que ella. Y le animaba saber que esos seis meses pasarían volando.

Otra semana pasó rápidamente. Las cosas en su familia estaban menos tensas y aunque el escándalo de Angie seguía vendiendo revistas y periódicos al por mayor, su papá parecía haber entendido y aceptado la relación de su tía con Álvaro. Ella se había pasado esos días haciendo trámites con  su nuevo nombre legal. Cuando se fuera de viaje lo haría con los dos apellidos y no solo con el de su madre. Ya tenía el pasaporte y la visa lista y solo esperaba el documento que la universidad le entregaría para hacer oficial el intercambio. Cristina ya estaba reestablecida y en un par de días más podría regresar a la escuela. Todo parecía ir viento en popa, ¿Qué podía salir mal?

Estacionó su auto en el lugar de siempre dentro de la cochera y entró a la casa cargando su mochila y su guitarra.

-Señorita, que bueno que llegó.- Bernardo se acercó a ella y tomó con gentileza sus cosas.- La están esperando.

-¿Quién?

-Su tío. Está en el despacho.

-¿Solo él?

-La señorita Cristina ha pedido hablar con toda la familia pero por indicación del Conde, él quiere intercambiar unas palabras con usted primero.

-De acuerdo.- ¿De que iría todo eso? Cuando entró al despacho, su papá estaba escribiendo algo en unos papeles.- Hola.- Lo saludó al tiempo que se sentaba frente a él.

-Hola, ¿todo bien?- Preguntó Guillermo sin apartar los ojos de lo que hacía.

-Si.

-¿Ya tienes lista la documentación para irte?

-Ya casi. Solo falta el oficio de la escuela.

-¿Y departamento?

-También. El que escogimos se ve cómodo y bonito. Espero que en verdad sea así. De todas maneras una vez estando ahí puedo conseguirme otro.

-Eso está bien.- Su papá dio una última revisada a los documentos, con el ceño fruncido y cerró la carpeta. Ahora sí la miró.

-Di algo. Siento que estás a punto de emboscarme y de sacarme el corazón con una daga.

-No seas exagerada.- El Conde sonrió.- Solo quiero informarte que el asunto de Gerardo ya está solucionado.

-¿Ah si? No me digas que le diste dinero.

-No. Le di algo mejor. Su libertad.

-No entiendo.

-Solo hizo falta buscar entre su historial para descubrir ciertos asuntillos incómodos. Hace algunos años defraudó a unas personas vendiéndoles condominios que nunca fueron construidos y mucho menos entregados.

-Vaya.

-Se callará la boca mientras nosotros tengamos este expediente.- Señaló una carpeta a la derecha.- Sabe que con una llamada, podríamos mandarlo veinte años a la cárcel.

-Uhm.

-¿Qué pasa? Creí que te sentirías aliviada.

-No me parece algo honesto lo que haces.

-Lo sé. Pero no encontré otra salida.

-¿Y esas personas? Las personas a las que engañó.

-Esas personas recibirán compensaciones. Me encargaré de eso. Hija, lo que importa al amenazar a alguien no es cumplir la amenaza, sino que esa persona crea que eres capaz de cumplirla y llevar todo hasta las últimas consecuencias. Debes hacerla sentir temor.

-Eso me suena algo maquiavélico.

-Soy un hombre de negocios.-Guillermo sonrió para tranquilizarla. Solo le quedaba confiar en su papá. La puerta sonó y Cristina, Sofía y Angie entraron. Se levantó de su silla y se acercó a darle un beso en la mejilla a su azabache.

-Te estaba esperando arriba.- Le susurró Cristina.

-Disculpa. Papá quería hablar conmigo. ¿Está todo bien?

-Yo… quería hablar contigo primero.

-¿Sobre qué?

-Ujum… Cris, aquí estamos ya. ¿Qué quieres decirnos?- Guillermo las interrumpió. Su novia le apretó la mano unos segundos para después soltarla y acercarse a los demás, que ya estaban sentados mirándola.

-Si… es que…- Cristi se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y la miró nerviosa.- Papá… Mamá… yo sé que ustedes esperan grandes cosas de mi.- Empezó a decir algo temblorosa.-Sé que tengo una gran responsabilidad sobre mis hombros y es algo que siempre acepté y para lo que me he preparado toda la vida. Lo cierto es que…que…- su novia la miró a los ojos. Ella asintió para animarla a continuar.- Alejandra no sabe nada de esto. Es una decisión mía aunque esto les afecta a todos.

-Cristina… ¿Qué?- Guillermo observaba a Cristina con una expresión de suma preocupación.

-Esto fue muy difícil para mi, papá. Sobre todo porque no quiero decepcionarte. Perdóname.- a Cristi le temblaba la voz. ¿Qué estaba pasando?- Tu eres la persona a la que más admiro. Pero recientemente me di cuenta que toda mi vida he estado atada a algo que en verdad no quiero. Toda mi vida he tenido que cargar con algo que me mantenía a mi, a la verdadera Cristina, en un segundo plano. Los amo a todos, amo este Condado, amo a las personas que viven aquí. Castilnovo es parte de mi y siempre me tendrá para hacerlo aún más próspero de lo que ya es..., pero no puedo ser su Condesa.- ¡¿Cómo?!

Miró unas lágrimas brotar de los ojos de su novia. Notaba la tensión en su mandíbula, intentado mantenerse fuerte. Solo había silencio en el despacho, parecía que nadie respiraba en ese lugar.

-¿Qué estás diciendo?- Preguntó Guillermo con un hilo de voz, poniéndose de pie.

-Yo… declino.- El labio inferior de su chica temblaba.- No puedo hacer esto.- Se acercó a la azabache e hizo contacto visual con ella. Sofía se sobaba la sien y Angie miraba con la boca abierta a Cristi.

-¿Por qué?- Le preguntó a su novia.- ¿Por lo que te dijo Fernando? ¿Por mi?

-Por todo. Por mi, por ti, por la familia.

-¡¿Por la familia?!- Guillermo golpeó su escritorio con la palma de la mano haciendo que Cristina diera un saltito, espantada.- ¡¿Esta es tu forma de apoyar a la familia?!

-¡No le grites!- Se adelantó a defender a su azabache, abrazándola.- ¿De verdad es lo que quieres?- Murmuró al oído de la chica.

-Si.

-Cristina, quiero que me expliques ahora mismo esa barbaridad que acabas de decir.-Su papá se aproximó a ella intentando jalar a Cristina del brazo. Se veía más enfadado de lo que lo había visto nunca antes.

-Hey, no la trates así.- Aparto a su novia de su papá para evitar que éste la jalara.

-¡No interfieras en esto!- Exigió su papá mientras Sofía se metía también para sujetar a su marido.

-¡Basta!-Pidió Angie.- Guillermo, por favor. Tranquilícense todos. Dejemos que Cristina nos explique sus motivos. Cris, continua.

-Son muchas cosas las que me han hecho tomar esta decisión, - Cris miró a su padre.- aunque la más importante es que no soy tu hija.

-¡¿Cuántas veces tengo que explicarte que eso no importa?!- Guillermo volvió a explotar.- Eres una Castilnovo.

-¡No es así! El amor y la educación que me has dado no los estoy poniendo en duda, pero entiende que para mi, aceptar el título es una traición a esta familia. Y no me refiero a ustedes solamente, me refiero a los siglos de tradición familiar. Soy una Castilnovo, eso lo sé, me criaste a imagen y semejanza tuya y por eso sé que es lo correcto, por eso actuaré como una verdadera Castilnovo y antepondré mi honor en esto. ¿Crees que estaría tranquila sabiendo que ocupo un lugar que le pertenece a uno de tus hijos de sangre?- Guillermo se sostuvo del respaldo de una silla, negando enérgicamente con la cabeza.

-No estoy de acuerdo.

-Aunque no lo estés, he tomado mi decisión. Este Condado siempre tendrá al frente a un San Román legítimo, de sangre y corazón. Yo solo tengo el corazón.

-Hija, te has preparado para esto toda tu vida, -intervino Sofía.- ¿por qué precisamente ahora?

-Esto es algo que venía pensando desde que supe de mi verdadero origen y la reciente visita del Príncipe me hizo pensar en que había algo cierto en todo lo que pasó: Yo no podría darle a este lugar un heredero legítimo.

-¿No crees que te estas adelantando a las cosas?-preguntó la Condesa.- Para que tengas un hijo aún faltan muchos años. Tú no sabes lo que te depara el futuro.

-Mi futuro está junto a Ale.- Su chica la miró y esbozó una tímida sonrisa.

-Cristi… Cristi…- Volvió a hablar Angie.- perdón por lo que diré. Alejandra sabes que te adoro, eh...pero… Cris, ¿Qué te hace pensar que en unos años aun serás la novia de Ale?

-¡Tía!- Quiso defenderse.

-Perdón sobrina.- Angie se llevó una mano al corazón como expresión de disculpa.- Solo digo que tu estás renunciando por algo que no estás segura que pasará.

-De lo que sí estoy segura es que aunque terminara con Alejandra, mi hijo no llevará una gota de sangre Castilnovo…

-Aunque el hijo podría ser de Alejandra… así claro que tendría sangre Castilnovo.- Murmuró Angie.- Ale, ¿tú quieres tener hijos?

-¿Qué?- Las preguntas de su tía la aturdían.

-Vale, vale.- Habló Guillermo.- Hay muchas variantes para hacer que tu hijo lleve mi sangre, si eso es lo que tanto te preocupa…

-No solo eso me preocupa. Ya te dije que otra razón para declinar es que quiero dedicarme a mi. Quiero tiempo para ser yo misma. No quiero estar atada toda mi vida a tantos códigos de conducta y protocolos. Quiero casarme con Alejandra, vivir con ella en otro lugar que no sea esta mansión.- Conectó sus ojos con los de su chica y le sonrió.

-¡Pero pueden casarse sin que renuncies!- Recordó Angie.

-Si, podríamos hacerlo. Pero eso la ataría a ella a una vida que no quiere, a algo que siempre ha rechazado y que ha tenido que tolerar este tiempo por la familia y por mi. Si Ale y yo tenemos hijos no serían legítimos, la Corona no los reconocería y no podrían heredar ningún título. Así que de todas maneras, tarde o temprano el título caerá sobre alguno de tus hijos o nietos.- Dijo mirando a su padre.- ¿Por qué no acortar de una vez el camino para ello?- Su novia se dirigió hasta la puerta y la abrió.- Papá, te presento a tu heredero.- Memo entró al despacho.

-Memo… ¿tú sabías todo esto?- Preguntó Guillermo totalmente contrariado.

-Sí.- Su novia y el chico se acercaron.- Cris y yo hemos estado platicando mucho las últimas semanas. Yo creo que es muy valiente tomando esta decisión. Sé que lo correcto es que Alejandra sea tu heredera,- ¡¿Qué ella que?! ¡Ni madres!- pero Cristina me aclaró que Ale se tiraría a una fosa llena de lobos hambrientos antes de aceptar el título.- Su hermanito la miró sonriente.

-Si bueno, no es por hacer menos lo que la familia ha hecho aquí pero… no es lo mío.- Aceptó encogiéndose de hombros.

-Mis dos hijas declinan…- Guillermo se frotó la cara con una mano.

-Tú también lo hubieras hecho si las leyes sucesorias te lo hubieran permitido- Le recordó a su padre.-  Si Tomás no hubiera sido una amenaza para el Condado, tu hubieras declinado también para irte con mi madre. ¿Por qué Cristina y yo no tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas? ¿O harás con Cris lo que tu padre hizo contigo?- Guillermo suspiró.- Cristina te está dando sus motivos y por lo que veo, Memo está dispuesto a tomar su lugar. ¿Es así?- Le preguntó a su hermanito.

-Sí así es. Papá, sé que tal vez no soy el más fuerte de tus hijos y que ni siquiera figuraba para ser tu sucesor pero… yo puedo hacerlo.- El chico dio un paso hacia adelante.- Quiero ser valiente como Ale y Cris, déjame demostrarte que no soy un inútil.

-Nunca he creído que seas un inútil.- Aclaró su papá. Sofía se acercó a abrazar a su hijo.

-Guillermo, ésta sería una solución.- murmuró Angie con precaución.

-Si eso es lo que quieren… Cristina.- Habló su papá con voz autoritaria parándose frente  a la azabache.- ¿Renuncias a tus derechos como mi primogénita y como heredera legítima de la Casa Castilnovo?- Cris respiró hondo antes de responder.

-Renuncio.- la chica apretó los labios y se limpió una lágrima traicionera. Sonrió.

-Memo, como el siguiente en la línea de sucesión se harán los ajustes correspondientes en tu horario para que cuanto antes empiece tu formación como mi sucesor.  Se te exigirá más que antes, tanto en tu conducta como en los resultados de tus diversas actividades. Se te dará clases particulares de finanzas, política, administración y gestión pública para que al cumplir 16 años te incorporares a la vida pública, tal y como lo hizo Cristina en su momento. En un par de meses daremos el comunicado oficial, pero antes debo informar a Fernando. Ahora si me disculpan, debo salir.- Sin esperar nada más, su papá salió del despacho, dejándolos a todos con la palabra en la boca. Ella quiso ir detrás de él pero Sofía la detuvo.

-Déjalo. Necesita asimilar las cosas. Fue algo bastante sorpresivo para todos.

-¿Tú me apoyas, mamá?- Quiso saber Cristina.

-Claro. Los apoyo a los dos.- La Condesa estrechó a sus dos hijos, uno a cada lado.- Memo, te espera una vida estresante, espero que hayas pensado bien en la decisión que tomaste.

-Lo pensé bien mamá.

-Yo estaré contigo.- Sofía besó la frente de su hijo.

-Todos lo estaremos.- Aclaró Angie, frotando el brazo de Memo cono señal de apoyo.

 

 

Entró a la habitación de su novia, detrás de la chica. La miró quedarse de pie mirando al frente con expresión vacía.

-Amor…- Se colocó detrás de ella y la estrechó por la cintura, descansando su cabeza en el hombro de la azabache.- te amo.

-Y yo te amo a ti.- Cristi giró el rostro y buscó sus labios. La besó con suavidad al tiempo que la hacía voltear y seguía besándola ahora de frente.- Perdón por no contarte antes.- Susurró la chica apenas separándose un poco de ella.

-Está bien, solo que me imagino que fue muy duro para ti decidirte.- Acarició el cabello de su novia.- Me hubiera gustado saber para apoyarte con eso.

-Lo sé. Pero es algo que debía hacer sola. No quería preocuparte. ¿Estás enojada por mi renuncia?

-Estoy sorprendida. Sé lo mucho que amas este lugar y de todos los planes que tienes en mente… hubieras sido una excelente Condesa.

-Gracias amor, pero tarde o temprano la situación nos hubiera rebasado y hubiéramos tenido que separarnos. No quiero eso.

-¿Crees que eso hubiera pasado?

-Yo creo que sí. Elijo mil veces lo nuestro.- Cristi le dio un piquito y la abrazó por el cuello.

-¿Sabes algo?- Se aferró al abrazo de su novia.- No necesitas tener el título para hacer todo lo que quieres en este lugar. Podemos hacerlo juntas.

-Me alegra que lo digas, -Cristina soltó una risita.- he estado trabajando en algo y ehm… ya te he tomado en cuenta… sin tu consentimiento claro.

-Oh, eso es genial.- Bromeó.- Yo diré “Sí” a todo lo que quieras.

-Justo ahora lo que quiero es…- Cristina bajó las manos hasta alcanzar su cinturón. Se lo abrió y lo usó para jalarla hacia la cama con expresión seductora.

-¿Ya podemos hacerlo? ¿No te rompes?- Jugo sintiendo las manos de Cris abriéndole el pantalón. Pisó los talones de sus zapatos para sacárselos de los pies.

-Esperemos que nada malo suceda.- Quedándose en bóxer, se tumbó en la cama, sobre su novia. Buscó de nuevo sus labios, uniéndose en un beso cálido. Se acomodó entre las piernas de la azabache para poder usar ambas manos para quitarle la blusa. Cris no se quejó cuando levantó los brazos.

-Perfecto, no te rompiste.

-Eso significa que puedes ser más salvaje.- Ambas soltaron una carcajada.- Ya no le harás el amor a una futura Condesa.

-Para mi nunca fuiste una futura Condesa, -aseguró mirando esos ojos grises.- para mi  solamente eras Cristi. Mi Cristi.-La chica sonrió y volvió a besarla.

Por las siguientes horas lo único que quería era besar cada centímetro del cuerpo de su novia y quería pasar el resto de su vida demostrándole que elegirla a ella no había sido un error. Le dolía saber que Cris había renunciado a algo que era muy importante tanto para ella como para su familia, pero le alegraba saber que esa chica había apostado por ella y su relación. Se permitió ser egoísta y ser feliz por tener a esa azabache ahí con ella, por tenerla desnuda y entregándose a su amor. Se hartó de besarla, de tocarla. Fue dulce y ruda a la vez. Fue cuidadosa y también lujuriosa…

 

Deslizó una mano por la cama, sintiéndola vacía. Abrió los ojos y se encontró sola y desnuda sobre el colchón. Se sentó frotándose el hombro derecho, pues lo sentía destrozado por todo lo que horas antes habían hecho. Agudizó el oído y escuchó el ruido que hacía el agua al caer por la regadera. Cristina estaba bañándose. Volvió a tumbarse sobre la cama sin hacer el menor intento por cubrir su desnudez.

Minutos después su chica salió con el cabello mojado y envuelta en una toalla.

 

********** ********** **********

Miró divertida a Alejandra que retozaba sobre la cama, sin nada de ropa encima. Siempre le había causado gracia la falta de pudor de su castaña. Tenía el cabello alborotado y los ojos apenas abiertos pero parecía que estaba despierta.

-Hola, dormilona.- Le dijo inclinándose sobre ella para besarle la mejilla.- Creo que deberías ducharte.

-¿Tan mal me veo?

-Te ves hermosa, pero quiero que me lleves a dar un paseo en motocicleta.- Eso bastó para que Ale abriera los ojos de par en par.

-Me daré prisa.- La castaña salió de la cama con un salto y se metió corriendo al baño. Mientras esperaba a que Alejandra terminara de bañarse, ella se apresuró a vestirse y arreglarse para salir. Escogió unos jeans, unas botas, una blusa blanca, una chaqueta y una bufanda. Cuando su novia salió del baño ella se maquillaba un poco. Sonrió al sentir las gotas de agua mojarle la cara, pues Ale se sacudía como perro. Se sentía tranquila por lo que había hecho. Sabía que las cosas con su papá terminarían arreglándose, ahora solo debía esperar. Estaba lista para abrazar la nueva vida que se abría ante ella. Estaba lista para ser quien ella era en realidad y mostrarse así al mundo

-Ya.- Anunció su novia, parada junto a ella con esa sonrisa traviesa que la caracterizaba.

-vámonos.- Le tomó la mano a Ale y la jaló para que se diera prisa. Su novia la siguió a tropezones, pues ella la tironeaba hasta la cochera.- Uhm… quieroooo…- pasó la vista por las motocicletas.- ¡esa!- Eligió una moto color rojo y negro.

-Esa será.- Ale le aventó un casco y la observó mientras se lo abrochaba.- ¿Te gustaría aprender a manejarlas?- ¿Por qué no?

-Claro, enséñame.

-Tendremos que practicar en otro lugar. Si tus papás nos ven, me matan.

-Entonces llévame lejos.- pidió guiñándole un ojo a su castaña. Ale le dirigió una mirada insinuante, cosa que la hizo reír.

Subió a la moto detrás de su novia y de dos minutos corrían a toda velocidad por el camino hacia el pueblo. El viento y el motor zumbaban a su alrededor. Ella se mantenía abrazada de la cintura de Ale y a ratos jugueteaba con el abdomen de su novia, quien solo giraba ligeramente la cabeza hacia ella. Atravesaron el pueblo haciendo todo el escándalo posible, haciendo que los habitantes se fijaran en ellas, sacándoles sonrisas cuando rodearon con la motocicleta al padre Sebastián, quien en ese momento cruzaba la calle. El sacerdote seguía con su regaño a distancia, aun cuando ellas huían de él por la calle opuesta a la mansión.

-¡Listo!- Anunció Ale cuando aparcó la moto en la playa. Dejando los cascos ahí, se tumbaron en la arena, frente al mar.

-Tu tío te golpeará la cabeza con su bastón en cuanto te vea.

-Diré que fue idea tuya.

-Te creo capaz de eso y más.- Ofreció sus labios a su novia, quien no tardo en estampar un sonoro beso en ellos.- ¿Sabes algo? Tengo muchas ganas de ir a visitarte a NY.

-O sea, ¿Qué ya quieres que me vaya?

-No….- soltó una carcajada.- No quiero, solo me emociona pensar en lo que te espera, en lo que nos espera.

-Se te nota la emoción.- Ale entrelazó sus dedos.- Te veo feliz.

-Lo estoy.- admitió con sinceridad.- Me siento tan ligera. Con tantas ganas de vivir, de comerme el mundo.

-Ahora puedes hacer lo que quieras, dedicarte a lo que en verdad te guste.

-Lo sé.- Movió los pies entusiasmada.- Y tu estarás conmigo.

-Eso no lo dudes. Seremos tu y yo… en una motocicleta, conquistando el mundo.

********** ********** **********

-¡JA! ¡Te gané!- Gritó triunfante al saltar más lejos que Cristina. Seguían en la playa. Se la habían pasado platicando y jugando esa última hora. El sol ya no tardaría mucho en ocultarse.

-Hiciste trampa.- Cristi ya se había quitado la chaqueta por el calor que sentía después de tanto brinco.

-No es verdad. Tengo las piernas más largas, eso es una ventaja.

-¡Tramposa!- Exclamó Cris a todo pulmón arrojándole su chaqueta en la cara al mismo tiempo que salía corriendo por la playa.

-¡¿A quién llamas tramposa?!- Corrió detrás de su novia. Cris era rápida.

-¡Ah! ¡No me alcanzarás!

-¡¿Quieres apostar?!- Se esforzó un poco más y atrapó a Cris en un abrazo. Cayeron a la arena, muertas de risa.- ¡Te lo dije!

-¡Yo me deje atrapar!

-¡Claro que no!- Se arrastró hasta ponerse sobre su novia y rosar sus labios con los suyos. Su chica la tomó por el cuello y le mordisqueó el labio inferior mientras soltaba risitas. De reojo vio algo moviéndose cerca de ellas...- Hola.- Saludó a una niña pequeña, de unos 3 años. Tenía unos ojos cafés muy bonitos, delineados por unas pestañas largas.

-Hola.- Contestó la niña, estirando la mano para darle una conchita. Se arrodilló en la arena mientras Cris se incorporaba también.

-Está muy bonita, ¿verdad?- Le preguntó a Cristina enseñándole lo que la niña le había entregado.

-Mucho, igual a ti.- Le dijo Cris a la pequeña.

-¡Emma!- Una mujer con ojos iguales a los de la niña y con el cabello corto,  llegó corriendo desde el pequeño hotelito que se veía unos treinta metros más adelante.- Aquí estás.- Abrazó a la niña.- Hola.- Las saludó.

-Hola.

-Hola.

-Siempre te me escapas.- La mujer reprendía a la pequeña.- Espero que su madre no se haya dado cuenta o me matará.- Les dijo la tipa.- Despídete de  las chicas.

-Adiós.-Escuchó la voz tierna de la niña mientras movía la mano para despedirse. La mujer emprendió el camino de vuelta al hotelito.

Cris y ella se quedaron observando como se alejaban. En la terraza del hotel, había varias personas en unos camastros. Pudo ver a dos niños más, tal vez un par de años mayores que la pequeña, a una mujer morena y delgada cargando a un niño  menor a ¿Emma? También había un hombre y una mujer embarazada, que estaban abrazados sentados en un solo camastro.  La pequeña bajo de los brazos de la mujer que se la había llevado y corrió hacia los otros dos niños, enseguida empezaron a jugar.

-Creo que… son una familia.- Dijo Cris al ver a la mujer que cargaba al pequeño niño depositar un beso en los labios de la mujer que se había llevado a Emma. Observó la expresión enternecida de su novia.

-Un día tendremos nuestra propia familia.- Le aseguró, tomándola de la mano. Su azabache le sonrió.

-Vamos a casa.

Sin soltarse, dieron la vuelta y caminaron tranquilamente por la playa.

 

Notas finales:

No estoy segura de si este es el final o aun falta jajajajaa. 

Besos cachondos, les espero en mi facebook.

 

!Travesura realizada!


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