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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Hey por fin llegué.

Y les informo que el cap 3 de esta misma historia lo subiré en wattpad mañana. Aqui el link. https://www.wattpad.com/user/KayMcCutchen

 

A leer. 

!Accio cap 44!

********** ********** ***********

 

Su papá levantó la vista hacia ella.

-Buenas noches, papá.

-Buenas noches.- Guillermo dejó a un lado el bolígrafo con el que segundos antes estaba escribiendo.- Siéntate.- Le indicó, serio.

-Te escucho.- Habló con tono suave, pues no le agradaba el semblante de su padre.

-Creo que… debemos hablar seriamente de la decisión que tomaste y de tu futuro en esta familia. - Se quedó callada unos segundos, mirando la expresión seria del hombre frente a ella.

-¿A que te refieres exactamente?- Tuvo el valor de preguntar al fin.

-De eso…- Guillermo se puso de pie y caminó hasta el pequeño bar para servirse una copa, dándole la espalda.- Aunque no seas la heredera, sigues siendo mi hija.- El conde dio un sorbo a la bebida, manteniendo la misma expresión.- Aún tienes responsabilidades que cumplir.

-Si te refieres a las contribuciones benéficas al condado, lo tengo muy presente. Sabes que eso es algo que hacía por gusto y no porque fuera parte de mis funciones. Y así lo seguiré haciendo, si me das carta blanca para continuar, claro.

-Me parece bien.- Su papá volvió a sentarse frente a ella.- Con respecto a tu puesto en la empresa…. En ninguna parte de los estatutos dice que quien ostente el título deba ser el presidente del consejo.

-¿Cómo?

-Aún puedes ocupar mi lugar en la empresa, si lo deseas. Aunque no seas la condesa, puedes ser la que lleve las riendas del patrimonio de la familia.

-Pero yo…- ¿Qué debía responder? Se movió incómoda en su asiento.

-¿Tienes algún proyecto personal en mente?- Su papá la miraba ceñudo. ¿En serio todo eso lo ponía de ese humor?

-Yo…-Tragó en seco.-yo… me gustaría dedicarme de manera profesional al salto ecuestre.- Dijo con toda la seguridad que pudo. Guillermo se frotó el puente de la nariz y sonrió de lado con expresión cansada.

-¿Es en serio?

-Sí. Tú sabes que amo ese deporte. Quiero participar en los campeonatos nacionales e internacionales. Ahora puedo hacerlo. Y es algo que siempre he anhelado.

-¿Y tu carrera universitaria? ¿La dejarás?

-Por supuesto que no. No puedo saltar toda la vida. Quiero aprovechar que estoy en buena edad para ingresar a los campeonatos… Después puedo ocuparme de lo que me asignes.

-Bien.- Su papá asintió. Se quedaron callados un momento. Desde hacía varios días solo quería hacerle una pregunta a ese hombre.

-¿Estás… estás decepcionado de mi?- Preguntó temiendo la respuesta.

-La verdad… no.- No pudo evitar sonreír al escuchar eso.- Tengo una serie de sentimientos encontrados. Pero sobretodo estoy preocupado por este lugar.

-¿Por qué?- Guillermo exhaló un suspiro antes de responder.

-Siempre te imaginé a ti en mi lugar. Dormía tranquilo pensando en el esplendor que le darías al condado. Siempre has sido decidida, enérgica, astuta y algo testaruda. Mi padre siempre decía que la siguiente generación  debía continuar el camino hacia la grandeza y jamás retroceder.

-Yo no creo que Memo sea un retroceso.- Lo que insinuaba su padre le disgustó.- Mi hermano es inteligente y estoy segura de que al hacerse mayor será igual de hábil que tú. Además no está solo. Nos tiene a todos a su lado. ¿Crees que no seguiré luchando por este lugar? Espero que vivas muchos años más, pero te aseguro que el día en que te vayas, no será el final de Castilnovo. Vendrán más San Román a ocupar tu lugar, la familia prevalecerá. Confía en tus hijos.

-Confío en ellos. En los cuatro.- Aseguró su papá, ahora sí sonriendo con sinceridad.

-Entonces, ¿tú y yo estamos bien?- Su papá rodeó el escritorio y extendió la mano para ayudarla a ponerse de pie. Guillermo la abrazó y ella a él.

-Siempre estaremos bien, aunque me hagas enojar.

-Gracias, papá. Gracias por dejarme ir.- Recibió un beso en la frente.

-Eres mi consentida, lo sabes.

-No deberías decir eso, los demás podrían ponerse celosos.- Seguían abrazados.

-Ellos no pueden escucharnos ahora. ¿Sabes algo? Estoy orgulloso de ti. Mucho. Alejandra tiene razón, yo también me hubiera ido si hubiera tenido opción.

-¿En serio lo hubieras hecho?

-Lo hubiera hecho por la misma razón que tú. Por amor. Ahora quiero que me hagas un favor.- Su papá la tomó de los hombros y la miró serio. Ella asintió para animarlo a hablar.- Cuando hayas ganado todos los campeonatos y te sientas satisfecha con tu carrera en ese deporte, regresa a tus deberes como mi hija. Quiero que ocupes mi lugar en la empresa, quiero poder descansar antes de hacerme anciano. Quiero tener tiempo para viajar con tu madre y disfrutar nuestro matrimonio.

-No tienes que pedirlo, lo haré con gusto.- volvió a abrazar a su papá, totalmente agradecida.- No sabes lo afortunada que me siento de ser tu hija.

-Es que soy un papá genial.

-Ya sé de donde sacó lo engreída Alejandra.

 

********** ********* **********

 

-¡Sofí! ¡Vuelve aquí!- Dio un salto hasta el jardín intentando atrapar a la pequeña que le había arrebatado el celular segundos antes.

-¡Atrápame si puedes!

-¡Tú! ¡Encarnación del mal!- Su hermanita la esquivó y corrió de nuevo hacia la casa.- ¡Sofía!

-¡Me llamo Sofi!- El pequeño demonio ese resbaló y…

¡Plaaaf!

La enana había chocado con uno de los grandes floreros tallados que adornaban el recibidor y éste había caído al suelo haciéndose añicos,  llenando de tierra alrededor. Tanto la pequeña como ella se quedaron inmóviles.

-¿Qué pasa aquí?- A la derecha estaban su papá y Cristina, ambos con los brazos cruzados y la misma expresión dura en su rostro.

-¡Fue ella!- Gritó al mismo tiempo que Sofi, señalándola también.

-Alejandra, no puedes estar quieta un segundo.- Empezó a regañarla Cristina, acercándose a ella.- Ese florero le encantaba a mi mamá.

-Yo…- Parpadeó varias veces pensando qué decir.

-¿A dónde vas señorita?- Sofi había intentado huir pero Guillermo la sujetaba del cuello del suéter que traía.

-¿A Japón?- El conde levantó la ceja, advirtiéndole en silencio a la niña que no se pasara de lista con él.

-Cristina, tu encárgate de tu niña y yo de la mía.- Guillermo cargó a Sofi con un brazo y subió con ella, seguramente para reprenderla junto a su esposa.

-Amor… limpiaré eso.- Susurró ante el silencio de su novia. La chica esbozó una sonrisa y se le echó al cuello.- Tu bipolaridad me asombra más cada día.

-Deja el florero, vamos al jardín.- La azabache le besó la mejilla y la sacó de la casa tironeándola de la mano. Ella solo caminaba. Mejor dicho, trotaba detrás de su novia.

-Cristi, ¿Qué…?

-¡Aaah!- Cristina gritó sonriendo y se echó al césped, rodando sobre él y quedando con los brazos y las piernas estiradas.

-Por fin a ocurrido, has quedado loca.- se acostó boca abajo junto a su novia, apoyándose en sus codos para poder ver a la chica.- ¿Qué pasó?

-Pasó... qué…- Cristi sonreía de oreja a oreja.- Papá y yo estamos bien. Le hablé sobre mi intención de dedicarme al salto y ¡me apoya!

-¡¿En serio?!- Ver su novia así de cabeza la estaba mareando un poco.

-¡Sí! Le llamaré a la entrenadora para decirle. Quiero inscribirme al siguiente campeonato.

-¿Tan pronto?

-¡Siii!- Su chica la tomó de las mejillas e hizo un puchero. Entendiendo lo que quería, se inclinó para darle un beso suave en los labios.

-Genial amor. Seremos famosas, tu saltando y yo tocando.

-¡¿Tocando a quien?!

-¡La guitarra, boba!

-Mas te vale eh.

Se pasaron la siguiente hora platicando de muchas cosas. Escuchaba la emoción de Cristina y le encantaba esa expresión de felicidad total en su chica. Sabía que su novia se comería al mundo, sabía que ahora nada ataba sus alas. Y ella estaría en primera fila para verla volar.

 

 

-Ahora el que tiene cara de muerto eres tú.- le dijo a su hermanito mientras estaban los dos solos en la cocina. Ella había bajado a robar comida y Memo la había encontrado asaltando la nevera.

-Sí, nadie me dijo que esto sería tan duro.

-Cristina te lo dijo.- Untaba mermelada en un pan tostado.

-Creí que exageraba.- El chico suspiró.

-¿Ya te estás echando para atrás?- Lo miró desafiante.

-¡Claro que no, babosa!- Se defendió el puberto.

-¿Entonces?- Le pasó el pan con mermelada a su hermano.

-Solo que no tengo tiempo de ver a Mariana.

-¿Es tu novia?

-No.- Memo estaba sonrojado.

-¡Es tu novia!- Soltó una carcajada.

-¡¿De que te burlas si tu también tienes novia?!                                

-No sé,  es divertido burlarse de ustedes. ¿Ya le explicaste porqué ahora estás mas ocupado que antes?

-No.

-¿Y que esperas?

-Pues papá dijo que debía ser un secreto hasta que se hiciera público.

-Pero Mariana es tu amors.- Ahora preparaba quesadillas.- Deberías decirle.

-Eso sería desobedecer a papá.

-Si bueno… a veces hay que hacerlo, te hace más fuerte el regaño que recibes después.

-Eres una idiota.- Pero Memo no parecía enfadado.

-Soy una idiota que te alimenta.- Le sirvió un plato con un par de quesadillas.- Solo díselo y explícale que debe ser un secreto hasta que llegue el momento. También explícale que la prensa estará pendiente de sus movimientos. Ahora será la novia del heredero, aunque tengan 13 años, las revistas explotarán su romance.

-Creo que es mejor que sigamos saliendo en secreto, ¿no crees? Que todos sigan pensando que solo somos amigos.

-Si, eso puede funcionar un tiempo.- La salsa estaba deliciosa.

-¿Crees que me abandone por todo lo que vendrá?

-Naah, no creo. Esa niña babea por ti. Aunque muchas chicas querrán ser tus novias cuando se de la noticia.

-No me interesan las otras chicas. Mariana se fijó en mi cuando era solo un mortal.

-Nunca has sido un simple mortal, eres un San Román.- Se chupó los dedos con gusto.- Te… -se golpeó el pecho pues se le había atorado el bocado.- te diré algo que me dijo papá una vez: Los San Román carecemos de afectos sinceros, cuando elijas, elije bien…-parpadeó.

-¿Eso te dijo papá?

-Si…- Se sujetó la barbilla pensativa.- algo así, no recuerdo muy bien. ¿pero entendiste el punto?

-Creo que si.

-Me encanta cuando andas aconsejando a los enanos.- Cristina los miraba divertida desde la puerta.- Cualquiera diría que eres sabia… claro, no te conocen bien.

-Uhm.- Miró ceñuda a su novia mientras Memo reía.

-¿Y por qué están comiendo sin mi?- Cristi se acercó a la barra y se subió a una silla alta para alcanzar su plato y robarle una quesadilla.

-Tenía hambre y tú seguías bañándote, ¡tardaste horas!

-Es que el agua estaba deliciosa.- Cristina masticaba con delicadeza.

-Oigan…- El enano llamó su atención.- he estado pensando algo…- Las dos lo miraban en silencio esperando a que continuara.- eh… verán… creo que estoy listo.

-¿Para qué?- preguntó pues su hermano se veía algo inseguro de continuar.

-Para operarme.-El silencio se prolongó por varios segundos.- ¿Dirán algo?

-¿Operarte?- Cris habló por fin.

-Me parece perfecto.- Intervino rápido pues no quería que ese momento fuera dramático.- ¿Quieres otra quesadilla?- Memo le sonrió.

-Alejandra, deja de pensar en comida.- La regañó su novia.

-Sí, quiero dos más.

-¿Tu también, Guillermo?- Ahora la chica miraba ceñuda a su hermanito.- Creo que debemos discutir lo que acabas de decir.

-No hay nada que discutir- dijo ella.- Memo quiero operarse y lo hará. Fin.

-¿Ya le dijiste a mis papás?

-No, primero quería decirles a ustedes. Aunque estoy seguro que papá y mamá me apoyarán, siempre quisieron que me operara.

-Querían que lo hicieras cuando tenías la edad para ello. Los médicos dijeron que mientras más edad tuvieras el riesgo sería mayor.

-Lo dices como si Memo fuera un anciano.- Dijo divertida poniéndole más salsa a su quesadilla.

-Pues no lo es, pero la operación estaba planeada para hace tres años. Pero él no quiso y luego la abuela murió y el asunto de la operación se fue postergando.

-Creí que la abuela había muerto hace más tiempo.-dijo ella.- ¿De qué murió?

-De viejita.- contestó su hermano.- Seguramente le hubiera encantado conocerte. Era muy cariñosa.- Terminó el chico con nostalgia.

-Hubiera sido genial… ahora volviendo con lo de tu operación, estaría muy bien que fuera cuanto antes ¿no?

-Sí. Les diré a mis papás que quiero hablar con ellos antes de la cena.

 

 

Los días pasaban con mucha velocidad. Sentía que apenas pestañeaba y las semanas comenzaban una tras otra. En su familia las cosas estaban así: La operación de Memo sería después de la coronación de Fernando, puesto que para entonces ya sería público que él era el nuevo heredero, debía asistir a esa ceremonia en la capital y según los médicos la recuperación de la cirugía tardaría varios meses, con terapias y todo eso. Le parecía que su hermano al fin estaba siendo tan valiente como ella había sospechado que lo era desde que lo conoció. Creía que era un chico bastante maduro para su edad y que sabía perfectamente lo que las personas esperarían de él cuando se enteraran de su nuevo cargo.

Por otro lado, su novia estaba inmersa en su entrenamiento. Diario Cristina se perdía por horas, montada en alguno de sus caballos, entrenando sin importarle nada más en el mundo, ¿y ella que hacía? Subir sus notas. Quería tener un muy buen promedio y aprender lo más posible. Su nueva escuela era famosa por ser muy estricta y exigente, no  podía llegar con un nivel menor a lo esperado. Se la pasaba en su habitación o en la sala de ensayos de la universidad, practicando una y otra vez nuevas partituras. 

Se frotó los ojos pues ya los sentía irritados. Según su reloj, había estado encerrada en su cuarto las últimas cinco horas. ¡No había bajado a cenar! Con razón sus tripas le dolían. Se rascó la cabeza tratando de leer unas notas sobre el pentagrama, al mismo tiempo que espantaba los deseos de bajar a la cocina.

Giró la cabeza cuando escuchó su puerta abriéndose. Cristi entró cargando una charola con varios platos y un recipiente con jugo seguramente.

-Hola.- La azabache dejó las cosas cobre el piano, le besó la mejilla y se sentó a su lado en el taburete.- No te he visto en toda la tarde.- Hizo un puchero de niña berrinchuda.

-Si, lo siento. Se me fue el tiempo con estas partituras. ¿Cómo te fue en el entrenamiento?- Tomó uno de los emparedados que su novia le llevó y empezó a devorarlo.

-Muy bien. A principios de otoño empezará el campeonato internacional.

-¿Irás?

-¡Claro! La entrenadora ha seleccionado ya a las que formaremos parte del equipo. Primero tendremos algunas competencias aquí y posteriormente viajaremos.

-Genial, amor.- Tomó más comida.

-¿En serio estás feliz?

-Si… ¿por qué no lo estaría? ¿Me pasas jugo? – Su novia asintió y se puso de pie para servirle.

-Porque, -empezó a decir mientras vertía el líquido en un vaso.- no hemos pasado mucho tiempo juntas estos días y sé que querías hacerlo puesto que pronto te irás.

-Si me iré… y luego volveré.- Tomó un sorbo del jugo. Cris volvió a sentarse a su lado.- Tu harás lo mismo. Te irás a cumplir tus sueños, a divertirte, a disfrutar de lo que te gusta hacer y luego volverás…- entrelazó sus dedos con los de su chica.- y estaremos juntas siempre.

-Ale… - Notó algo de incomodidad en su novia.- estarás en NY… es… es una ciudad hermosa, con muchas personas… chicas hermosas…- enarcó una ceja sabiendo por donde iba eso.

-No.- dijo con firmeza.

-Yo entendería si tú….

-No. Y no. Y no.- Buscó los labios de Cristi y la besó.- Solo te quiero a ti. Te amo a ti.

-Pero, siendo realistas…- Calló a su novia con otro beso.

-Prefiero vivir en un sueño, contigo.- La azabache la abrazó.- Además, ¿Dónde está la Cristi mandona y celosa? Ella nunca me hubiera dicho esto.

-Bueno… solo fue un comentario.- La chica sonrió.- Pero tienes razón.-Ahora se puso seria.- Escucha bien, Alejandra San Román, ni se te ocurra mirar a otra chica o siquiera respirar cerca de alguna coqueta ¿eh? Porque lo sabré y te juro que te cortaré una bubi.

-Eso está mejor.

-Estoy hab…- besuqueaba a su novia.- hablando… en serio…

-Lo sé.- Dejó un momento esos labios rosas y le besó la frente.- Cuando me vaya no quiero que estés triste, no será una despedida mi amor. Verás que el tiempo se nos irá volando. Estaremos tan enfocadas en la escuela y los entrenamientos que en menos de lo que esperas ya estaré aquí de nuevo dándote lata. Ven.- Jaló a su novia y la condujo junto a la cama. La dejó ahí parada un momento mientras buscaba algo en un cajón. Sacó una caja.- Yo… bueno sé que hemos mencionado antes el tema pero creo que nunca… sé que no es lo que se acostumbra… esto es para ti.- Le entregó la caja y su novia la abrió. Dentro había unos aretes muy hermosos.

-Ale…

-Eran de mi madre. Amaba esos aretes y quiero que ahora sean tuyos.

-Son preciosos.- La chica rosó con delicadeza las joyas.

-Quiero que nos casemos, Cristi.- Se sentía muy nerviosa con los ojos de Cristi calvados en los suyos- Cuando todo esto acabe… en verdad quiero casarme contigo. Tú…  ¿quieres?

-¿Me estás proponiendo matrimonio?

-Si.- La azabache se acercó a ella y beso de manera dulce sus labios. Sintió algo húmedo en su rostro. Su novia lloraba.- Amor, yo… -¿Había dicho algo malo? La azabache sonrió.

-Si quiero.- Su novia la abrazó, rodeándole el cuello. Escuchó la risa de la chica cerca de su oreja.- ¡Si quiero!- Estrechó fuerte la cintura de Cristina.

-Sé… sé que se acostumbra dar un anillo… prometo que te daré uno.

-No importa, esto es mucho mejor.- La chica de apartó un poco y movió la caja frente a ella.-Gracias, los cuidaré más que a mi vida.

-Ahora estamos comprometidas.- Su cara le ardía. Abrazó de nuevo a Cristi.

-Que bien suena eso, mi amor. Te amo.

-Yo también te amo. ¿Sabes? Creo que esto debí planearlo mejor.- Jugueteó con un mechón de cabello de su novia.- Llevarte a París, cerrar un restaurante o comprar la torre Eiffel...- Las dos soltaron una carcajada.

-No puedes comprar la torre Eiffel.

-¿Quieres apostar?

-Tonta.- Cris le dio un piquito.- Lo pediste de la manera correcta amor, fuiste espontánea, tal y como lo eres siempre. Eso es algo que me gusta de ti, que tomas cualquier momento y cualquier lugar y lo vuelves especial. Ya no quiero una vida planeada. Quiero vivir contigo, con mi artista loca.

-Oye, ¿saldrías conmigo el sábado? Ya sabes, una cita.

-¿Intenta conquistarme, señorita?- Bromeó la azabache.

-Es posible.

-Una cita sería genial.

-Perfecto, paso por ti a las 6:30pm.

-Bien, así quedamos….- Cristi hizo la finta de que se alejaría de ella, pero luego dio un brinco y se le fue encima, haciéndola caer en la cama.- ¿Sería muy atrevido tener sexo antes de nuestra primera cita?

-Nah, no creo.- Siguió el juego.

-Que bien, porque esta noche quiero comerte. – Susurró Cris de manera provocativa, erizándole todo.

 

 

 

-¡Ah! ¡me entró en los ojos!- Se frotó la cara para quitarse el shampoo de encima. Cristi rio.

-Eso te pasa por no quedarte quieta, parece que tienes pulgas.

-Tú me las pegaste.

-¡Que grosera!- Su novia le dio un golpe juguetón en el brazo. Ya había amanecido y había convencido a su azabache de tomar una ducha juntas. La noche anterior había sido muy intensa y placentera. Sonrió de manera lasciva al recordar todo lo que habían hecho. Sacudió la cabeza bajo el chorro de agua, salpicando todo a su alrededor.- ¡Alejandra, deja de moverte!

-Anoche no querías que parara…- dijo usando un tono sensual que hizo sonrojar a su novia.

-Es que lo haces muy bien.- Cristi se dejó llevar y la abrazó, pegando su cuerpo mojado al suyo. Empezaron a besarse. Escuchó un ruido en su habitación.

-Hija, ¿estás aquí?- Se quedaron inmóviles, agudizando el oído.

Toc-toc

-¿Si?- Preguntó al aire.

-Te necesito en el despacho en un momento.- Dijo Guillermo al otro lado de la puerta.

-Eh… sí… iré en cuanto termine de bañarme.

-Excelente… ejem…- Su papá carraspeó.- Si de casualidad ves a Cristina, - dijo levantando un poco más la voz.- dile que también la quiero en el despacho.- Su novia ocultó su rostro entre su pecho, como si quisiera desaparecer del mundo.

-Claro, pa´ yo le digo.- Oyó al hombre alejarse y luego la puerta de su habitación cerrándose.

-Quiero morir.- Escuchó la voz ahogada de su novia.

-Agradece que no nos encontró desnudas sobre la cama.

-Quiero morir.- Repitió la azabache.

 

 

 

-Aquí estamos.- Anunció al resto de su familia que ya estaba en el despacho.

-Siéntense.- Observó la mirada asesina de su papá sobre ella. Guillermo no era tonto, seguramente sabía lo que había pasado entre ellas y estaba segura que por más años que pasaran, él tomaría siempre esa actitud sobre el sexo y su princesita Cristina. Prefirió moverse lo menos posible, dar la menor cantidad de señales de vida, ahí aplastada en esa elegante silla.

-¿Qué pasa?- Intervino Cristi, quien lucía sonrojada. ¡El chiste es disimular, no sonrojarse!

-El domingo se hará el anuncio con respecto a la sucesión.- Dijo de golpe el conde.

-¿Tan pronto?- Preguntó Sofía.- Creí que esperarías más tiempo.

-El resultado será el mismo. La prensa nos seguirá y acosará aunque hayamos dado ya las razones. Habrán teorías y especulaciones, seguramente culparán a Alejandra de todo.

-¿Y a mi por qué?- Frunció el ceño.

-Por haberme conquistado.- Respondió Cristi como si nada.

-Entonces me declaro culpable de todos los cargos.- Volvió a relajarse.

-Memo, los periodistas y fotógrafos te perseguirán.- Le dijo Guillermo a su hijo.

-Lo sé.

-¿Estás preparado para eso?

-Sí.- Respondió el chico sin asomo de duda.

-Se dará una conferencia de prensa en un salón del centro de convenciones.- Prosiguió su papá.

-¿Por qué no en la empresa?

-No quiero fotógrafos ni gente extraña cerca de nuestras oficinas. Prefiero que sea en un campo neutral. Los que estaremos en la mesa panel seremos Sofía, Cristina, Memo y yo. Los demás se quedarán en casa. No quiero alimentar más el morbo de las personas con toda la familia expuesta.- Todos se quedaron en silencio en señal de aceptación.- Cristina, si quieres dar alguna declaración puedes hacerlo, siempre y cuando esté adecuada al discurso que daré. No se permitirán preguntas de los medios, simplemente daremos la declaración y estará hecho.

-No quiero decir nada. Mi vida es privada ahora.- Aseguró su novia.

-¿Yo diré algo?- Quiso saber Memo.

-Claro.- Guillermo le entregó una carpeta.- Léelo y dime que te parece, si quieres cambiar algo también házmelo saber.

-Sí, papá.

-Quiero pedirles que las siguientes semanas se mantengan alejados de cualquier evento público. Quero que esto pase rápido y con el menor escándalo posible. ¿Entendiste, Alejandra?

-Lo dices como si yo…- Su papá levantó una ceja.- de acuerdo, de acuerdo, seré una monja las siguientes semanas.

-Eso espero.

 

 

Y el domingo llegó.

Muy temprano estaba en el jardín, sentada junto a Guillermo quien daba una última ojeada al discurso. Ella bebía en silencio un jugo de naranja, dejando que su papá se concentrara. Después de varios minutos, el conde cerró la carpeta de cuero en donde tenía las hojas.

-Creo que está perfecto.

-¿Y tú? ¿Cómo estás?

-La verdad no creí que esto llegara a pasar algún día. Creo que Cristina es la primera San Román en declinar a favor de otro sucesor. Pero me alegra que lo haya hecho por una razón correcta.

-Amarme.- dijo satisfecha de sí misma con los brazos extendidos.

-No sé que vio en esa cabeza hueca que tienes.- Bromeó su papá.

-Seguramente lo mismo que mi madre vio en ti.

-Bien jugado.- Su papá dio un sorbo a su propio vaso  con jugo.

-Yo… aahm… le pedí a Cristina que se casara conmigo.- Dijo aguantando la respiración.

-¿Qué?- Su papa casi sacó el jugo por la nariz.- Estás bromeando, ¿verdad?

-Nou.

-Pero… Alejandra… ¡son demasiado jóvenes!

-Hey, antes de que te de un infarto fulminante, escúchame. No nos casaremos ahora. Será más adelante, cuando ya nos hayamos graduado y todo eso. Pero, bueno… me pareció justo que supieras que nos comprometimos.

-¿Un compromiso en serio? ¿Real?

-¡Pues claro! ¿Crees que se lo pregunté por jugar o qué?

-Pues no  pero…- Su papá miró en dirección a la casa.- ¿O sea que Cristina anda con un anillo ya?

-No.- Negó con la cabeza.- No le compré anillo.- Se rascó la nuca.- Le obsequié unos aretes de mi mamá.

-¿De tu mama?

-Si.

-¿Unos de oro, largos y con pequeños diamantes?

-Si, esos son. Creo que eran la cosa que más le gustaba. Podía usarlos hasta cuando preparaba el desayuno, en short y descalza.

-Yo le obsequié esos aretes.- Se quedó callada un momento.

-¿Tú?

-Cuando cumplió 18 años, se los regalé. Pero recuerdo que en una ocasión en la que le llamé para saber como estabas y discutimos, me dijo que los había tirado al río.

-¿Al río? ¡Me hubiera tirado primero a mi que a los aretes!- Soltó una carcajada.

-Entonces si los amaba en serio.

-Por supuesto que sí.- Escuchó a alguien acercarse. Era Bernardo.

-Señor, - el hombre inclinó la cabeza un momento y se irguió de nuevo.-  las camionetas están listas y su familia lo espera.

-Gracias.- le dijo a Bernardo y luego la miró a ella.- Después de la rueda de prensa, Cristina, tu  y yo nos sentaremos a platicar.-  Asintió a lo que dijo Guillermo y se puso de pie y caminó junto a su papá. Efectivamente, unas camionetas aguardaban frente a la entrada principal y Sofía, Memo y Cristina estaban al pie de las escalinatas. Se acercó a su chica y le dio un piquito.

-¿Lista?

-Sí. Lista.

-Memo, cuando leas el discurso, míralos a los ojos, no titubees.- Aconsejó Angie a su hermanito.

-Claro, tía.

-Bien, bien, todos estaremos bien.- Dijo la mujer intentando tranquilizar los ánimos pero más bien lo dijo para ella misma.

-Es hora.- Guillermo apresuró a todos a subir. Memo y Cris irían en la camioneta posterior mientras que los condes irían justo detrás del carro flecha.

-Te amo.- susurró Cristina muy cerca de sus labios, apunto de subir al vehículo.

-También te amo.- Respondió atrapando los labios de su amor con los suyos.

Un guardia cerró la puerta de la camioneta en cuanto Cristina subió y todos se pusieron en marcha.

-Creo que no nos queda más que ver todo por televisión.- Dijo Angie, tomando la mano de Sofi.

En silencio, siguió a su tía a la sala de cine a esperar que empezara la transmisión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Besos cachondos. Espero rw, culeras.

 

!Travesura realizada!


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