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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Holaaa cosotas ricas.  Ya por fin pude terminar el cap y espero, de verdad espero que les guste o lloraré de decepción. 

Disfruten mucho al leer. Este cap es muy largo, el mas largo que he escrito en mi vida así que pónganse cómodas e ingresen al mundo de Ale y Cristi.

Recuerden que las espero en FB. Estoy como Kay McCutchen Menz. Se pone bueno el chisme ahí.

 

!Accio cap el que sigue! (¿Cual iba?)

- !Eso fue increíble!- exclamó feliz jalando a la chica al interior de un salón vacío.


-¡Lo sé! ¡Ah, qué bien me siento!- su novia la abrazó, estrechándola fuerte.- Ya no más mi amor, no estoy dispuesta a guardar silencio mientras los demás te atacan, quiero que todos sepan que eres mía y yo soy tuya.


-Te amo Cristi, pero en serio estás loca.- Estaba impactada por lo que la azabache había hecho minutos antes, ¡golpear a Alberto y besarla! ¡Frente a todos! Sabía que dentro de poco, toda la ciudad se enteraría de su relación y aunque no sabía si eso era bueno o malo ¡estaba feliz!


-Te amo Ale, ¡te amo!


-Ssssshhhhht, no grites así.- Le dio un beso a la azabache para que dejara de gritar.


-¿Porqué? Si ya todos saben.- Logró decir Cris  escapando un momento de sus besos.


-Porque está prohibido entrar a este salón.- La chica miró el entorno.


-¡Alejandra no debemos estar aquí! ¡Vámonos!- Su loca novia la tomó de la mano y caminaron rumbo a los edificios donde se encontraban sus respectivos salones.


Si antes las miraban, ahora lo hacían más, aunque ya no con esa expresión de desprecio… Más o menos.  Pero a Ale eso la tenía sin cuidado, ahora podía presumir a esa hermosa chica a su lado. Podía decirles a todos que la amaba, que era el amor de su vida, que era suya, su niña… su mujer.


-Tengo hambre.


-Cierto, no comiste.- Cristina empezó a reír.


-No te burles, sabes lo que pasa cuando no como.- Consultó su reloj. Faltaban 20 minutos para que terminara su descanso.


-Te pones como el diablo. Vamos a comer algo, también tengo hambre.


Así que regresaron a la cafetería. Ya el ambiente estaba normal. Las personas estaban en sus mesas comiendo y platicando. Vio a sus amigos en el lugar de siempre y caminó hacia ellos, llevando a Cris de la mano.


-¿Y mi comida?- Preguntó buscando desesperada todo lo que había comprado para comer.


-Creí que no regresarían.- Respondió Nico con cara de culpabilidad.


-¡¿Te comiste todo?! Pero, ¡mi bella y sensual comida!


-Ya amor, mejor vamos a comprar más, anda, anda… vamos.- Cris la jalaba para que le hiciera caso y dejara de matar a Nico con los ojos, ¡era su comida!


Arrastrada por su novia caminó hasta la barra. ¡Ya casi no había nada! Solo consiguieron una baguette, dos tacos y un jugo de manzana.  Se sentó pesadamente junto a Cris observando sus tacos… ¡la vida era injusta!


 


Intentó concentrarse en sus tres clases restantes e ignorar el hambre que sentía. Al fin y al cabo en unas horas volarían a NY. Esperaba que el viaje fuera inolvidable. Ella y Cristi juntas en una de las ciudades más hermosas del mundo…. Y Álvaro. Aunque estaba segura que el hombre les daría espacio para que ellas se divirtieran. Cuando sonó el timbre anunciando que el día escolar había terminado, se despidió rápido de sus amigos, tomó sus cosas y salió corriendo. Vio a Cristina caminar por el pasillo, unos metros delante de ella. Aceleró el paso esquivando alumnos.


-¡Ah!- Cristina gritó del susto cuando Ale llegó por atrás y la agarró de la cintura.- ¡Alejandra!- No pudo reprimir un ataque de risa mientras Cristi le golpeaba el hombro, enojada.


-No te enojes.-  le guiñó el ojo y la tomó de la mano mientras caminaban hacia la salida.


Ahí Marcos las esperaba ya. Subieron a la camioneta que enseguida tomó rumbo hacia el aeropuerto. Ahí estaba el andén donde su papá tenía su avión.  Durante el camino Cris no paró de teclear algo en su celular. Ale solo miraba por la ventanilla ansiosa por abordar y pedirle algo de comer a la azafata.


El vehículo se internó en el aeropuerto y avanzó por una de las pistas. Se detuvo a unos metros del avión, que ya tenía la escalera abajo, esperándolas. Álvaro estaba de pie, junto a los pilotos. En cuanto las vio, les hizo una indicación a los hombres que sin perder más tiempo subieron al avión.


-¿Listas?- Preguntó Álvaro después de darle un beso a cada una. Ellas asintieron.- Bien, pues vamos.- Marcos se apresuró a entregarle el equipaje a los encargados de subir todo al avión y se alejó, diciéndoles adiós con la mano.


Subieron por la escalerilla y ocuparon sus lugares. Solo se escuchaba el sonido de los motores y a la tripulación intercambiando palabras entre sí.


-Señorita. – llamó a la azafata. La mujer se le quedó viendo con algo de miedo. Era la misma de la vez anterior, cuando Ale casi secuestra el avión al saber que Cris estaba por firmar el compromiso.- ¿me puede traer algo de comer?-  La sobrecargo guardó silencio un momento, como si midiera sus palabras para no hacer enojar a esa castaña loca.


-Si claro, solo espere a que despeguemos. Solo unos 15 minutos más, por favor.-


-Uhm, ya ni modo.- Se quejó con el ceño fruncido. La mujer caminó rápido hacia el otro extremo del avión.


-¿Por qué te vio con cara de pánico?- Preguntó Cris mientras se abrochaba el cinturón de seguridad. La azabache estaba sentada en una de las sillas frente a ella, a un costado de la ventana.


-Porque… - intervino Álvaro sentado cruzando el pasillo.- tu querida Alejandra armó un escándalo durante el vuelo en que regresó a Castilnovo. ¿No te contó?


-No. Cuéntame, quiero saber.- Su novia parecía divertida.


-Álvaro eres más chismoso que Paty Chapoy, en serio.-  Se quejó mirando  amenazante al mejor amigo de su padre. (Para las que no son de México, esa vieja es una reportera de espectáculos que puros chismes y mamadas dice). El avión empezó a acelerar para alcanzar la velocidad de despegue.


-Pues mira Cris, aquí tu querida novia, haciendo gala de su paciencia se puso a gritar y a amenazar a la tripulación para que el avión fuera lo más rápido posible. Gritaba  a todo pulmón que les arrancaría la cabeza a los Aragón… ¡ah! Y que tú eras suya nada más.


Sentía que la cara le ardía de la vergüenza. Cristi la miraba sonriente y algo ruborizada. Observó a su azabache soltarse el cinturón de seguridad.


-¡Amor, ¿Qué haces?!- La chica se sentó en el lugar vacío a su lado y la besó.


-Me encanta cuando te pones celosa.- susurró Cris sin dejar de besarla. Ale rebuscó a tientas y le colocó el cinturón a su novia también manteniendo el contacto con sus labios. El avión se elevó.


-¿Quieren dejar de besuquearse frente a mi?


-Celoso.- Se burló del hombre.- Pero si mi tía estuviera aquí seguro querrías besuquearte con ella.


-Tu tía es una odiosa.- Álvaro frunció el ceño.


-Pero te encanta.- ¡Atrévete a negarlo! Rieron cuando Álvaro se quedó mudo y les hizo una señal de que les rebanaría el cuello a ambas.- ¡Azafata, quiero comida!- Gritó cuando la mujer pasó a su lado, haciendo que ésta diera un brinco.


-¡Alejandra!- Cris le jaló la oreja.


 


Se tragó todo lo que pudo, es más, ella misma fue hacia la pequeña cocina y  arrasó con todo lo que encontró. Cristina se la pasó regañándola por comer tanto pero Álvaro le echó una mano distrayendo a Cris para que dejara de gritarle y se enfocara a lo que él le mostraba en su ipad.


Escuchó todos los puntos que discutían respecto a la reunión que tendrían con sus nuevos socios. Su novia tenía esa cara de concentración absoluta. Ale recostó la cabeza en su asiento y contempló a su chica, totalmente embelesada. Si por ella fuera se quedaba en esa posición toda la vida, solo admirando y suspirando por su bella azabache.


-Eres tan linda.- dijo quedamente aunque no lo suficiente pues Cristina volteó a verla y esbozó una sonrisa coqueta. Aprovechando que Álvaro fue al baño, Cristi dejó a un lado lo que hacía y se sentó en sus piernas, rodeándola del cuello.


-Tú eres preciosa. Me gustas mucho.- Rosó sus labios con los suyos, pero antes de que Ale pudiera consumar el beso la azabache se alejó riendo.- ¿Quieres besarme?- Le preguntó juguetona.


-Es posible.- Estiró el cuello para alcanzar los labios de su chica pero… Cris se apartaba.-¡Amor! Quelo besho.- Exigió con un puchero en el rostro.


-No, mis labios son vírgenes.- ¡Ay, ajá!


-Ni siquiera tú eres virgen y eso me consta.- Susurró al oído de su chica.


-Ale, no me digas esas cosas así…- La voz de Cris sonaba ronca.


-Te deseo.- Dejó besos por el cuello de su novia y aprovechó que la tenía sentada en su regazo para acariciarle las piernas.


-¿Ahora?- La chica suspiraba conforme los besos en su cuello seguían.


-Siempre.


-Aquí no podemos, Álvaro se daría cuenta y seguro se enojaría. Es peor que mi papá. Amor… espera…- ¡No! ¡No quería esperar! Quería hacer el amor ahí en el avión, no le importaba que todos se dieran cuenta, deseaba locamente a Cristina. Se escuchó una puerta abriéndose.


-Ejeeem.- Llamó su atención Álvaro.- ¿Podrían esperar a estar a solas, por favor?- El hombre se sentó en su lugar, volviendo a encender su ipad. Cristi  le dio un pico a Ale y volvió también a su lugar, algo sonrojada.


No tuvo más remedio que revisar la programación de la tv frente a su asiento. Eligió una película y se colocó los audífonos para no distraer al par que trabajaba. Se acomodó mejor y disfrutó lo que veía. Después de casi dos horas, Cris se sentó a su lado y le besó la mejilla.


-¿Quieres escuchar la película?


-No, quiero dormir. Despiértame cuando lleguemos, ¿si?


-Si, mi amor. Duerme.- Abrazó a su novia por los hombros para que la chica se acomodara en su pecho. No habían pasado ni 5 minutos cuando se fijó en la respiración acompasada de la azabache. Cristi estaba dormida.


El resto del viaje consistió en ver otra peli y acurrucarse contra Cris. La sobrecargo les había dado una frazada. Su novia estaba prácticamente sobre ella, durmiendo como si ni una bomba nuclear pudiera despertarla. Álvaro estaba en el pequeño bar del fondo, tomando una copa.  ¿De verdad Álvaro estaba enamorado de su tía? ¿Por qué terminaron? Conocía al mejor amigo de su padre desde muchos años atrás. Él iba a visitarla ocasionalmente, llevando encargos o regalos de parte de Guillermo. Era como un tío para ella, de esos que sueles ver en Navidad y se la pasan contándote bromas y dándote golosinas. Sería genial que su tía y él arreglaran sus diferencias… aunque Angie tenía novio. Y no es que Gerardo le desagradara, es solo que prefería de tío a Álvaro. 


Tuvo que retorcerse como contorsionista para ponerse de pie sin despertar a Cristina. Se acercó al hombre.


-¿Qué onda?- Lo saludó.


-Hey, ¿quieres una copa?-


-Bueno.- Álvaro puso unos cuando hielos en un vaso y vertió un poco de whisky en él. Se lo entregó y ella dio un sorbo. ¡Ah, esa cosa quemaba!- Wow, esto si está fuerte.


-Si, un poco. ¿Aburrida?


-Algo.


-¿Por qué Cris no se metió a dormir a la habitación?


-Porque no soporta estar lejos de mi.- Contestó con arrogancia. Álvaro soltó una carcajada.


-Si que tienes demasiada confianza en ti misma, eh.- La observó un momento mientras tomaba un poco de su vaso.- ¿Cómo va su relación?


-Excelente. Soy muy feliz a su lado.


-Me alegra escuchar eso. Aunque la verdad nunca imaginé que Cris y tu… creo que si alguien me hubiera dicho que esto sucedería me hubiera muerto de risa.


-¿Tan mal nos vemos juntas o qué?


-No, claro que no. Es solo que tú eres tan atrabancada y ella tan cuadrada… pero me da mucho gusto.- El hombre le sonrió paternalmente.- Sé más o menos como se dieron las cosas y me imagino lo difícil que resultó para ti esa situación.-  dijo bajando la voz.- Alejandra, pudiste haber acudido a mi. Si no querías hablarle de tus sentimientos por Cristina a tu padre, pudiste decírmelo. Yo hubiera intercedido para que las cosas se aclararan con mayor rapidez. Pude evitarte un sufrimiento innecesario.- La reprendió.


-Yo… lo siento. Lo que menos pensaba era en decírselo a alguien y no… no pensé en ti. Yo solo quería no sentir nada, alejarme de ella por creerla mi hermana.


-A veces eres tan idiota como lo fue tu padre a tu edad.- ¿Ya nos llevamos tan fuerte?


-Mmm.- Frunció el ceño.


-Cuando tengas algún problema recurre a mi con toda confianza. Eres la hija de mi mejor amigo, siempre podrás contar con mi apoyo.


-Gracias. Y tú… ¿Qué tal con…?- ¿Era prudente preguntar?


-¿Con?


-Con el amor. ¿Sales con alguien?


-No. Salía pero no funcionó. Al igual que mis cuatro o cinco relaciones anteriores.- Soltó con un poco de amargura.


-Ahm… no sabía eso. Oye… ¿puedo preguntarte por qué mi tía y tu terminaron?


-Si.- Lo pensó un poco.- Creo que porque crecimos. Angélica y yo fuimos novios de adolescentes, conforme pasaron los años nuestras vidas fueron tomando rumbos distintos. Es parte de la vida, de crecer.


-Entonces, ¿ya no la amas?- ¡No es que fuera chismosa, que va! Álvaro sonrió torcidamente.


-¿Tú que crees?- Ale abrió la boca para responder pero…


-Señor, señorita por favor tomen asiento, estamos por aterrizar.- La azafata se había acercado a ellos.


-Ni creas que te salvarás de mi interrogatorio.- Amenazó al hombre cuando regresaron a sus lugares. Cuando se sentó, Cristi estaba despierta, bueno… algo así. Parecía zombie y miraba por la ventanilla.


-¿Ya llegamos?- Preguntó somnolienta.


-Estamos por aterrizar. ¿Dormiste bien?


-Si.- respondió mientras se estiraba y bostezaba.


-Favor de abrocharse los cinturones de seguridad.- Indicó una voz.


Así lo hicieron. La mancha de luces se hacía cada vez más grande. Sonreía mientras los edificios tomaban forma. Según su reloj eran las 9.15pm.  Cristi se notaba emocionada. Le comentaba sobre la ciudad y sus lugares turísticos. El avión se enfiló sobre la pista de aterrizaje y en pocos minutos ya habían tocado tierra. Se apresuraron a ponerse de pie y a bajar. En cuando la puerta se abrió y salieron Ale sintió sus huesos congelarse, ¡hacía un pinche frío del carajo!


-¿Esto es en serio? ¡Se congela mi cerebro!- Se abrazó a sí misma para darse calor.


-No creí que estuviera tan frío.- Cris tiritaba. Claro, al estar en el avión con la temperatura regulada, no tenían más abrigos que los que traían al salir del colegio. Pero NY era más fría que Castilnovo, mucho más fría y para acabarla de joder había rastros de nieve.


-Tranquilas, aguanten un poco. Ahí está nuestro coche, Vayan, yo me encargo de todo.


Tomó la mano de Cris y prácticamente corrieron hasta el auto de lujo negro que las esperaba a unos metros.


-Buenas noches. – Saludó el chofer abriéndoles la puerta.


-Buenas noches.- Contestaron subiéndose a prisa. El interior era cálido.


-En un momento nos vamos, ayudaré al señor Gastelum con las maletas.- Comentó amable el chofer dejándolas en el auto y caminando hacia el avión.


Vieron a Álvaro hablando con el capitán y la tripulación y a unos mozos llevando su equipaje sobre un carrito. El chofer venía con ellos y les abrió el maletero para que acomodaran todo en el interior.


Minutos después tanto el chofer como Álvaro subieron al vehículo y tomaron rumbo hacia Manhattan, pues ahí estaba el hotel. ¡NY era increíble! A Ale le encantaba esa ciudad. Había estado ahí un par de veces cuando su madre se había presentado junto a su compañía de baile. Pero de eso ya habían pasado varios años. Eso de ser “la ciudad que nunca duerme” era verdad. ¡Había gente por todos lados! ¡A todas horas! Tomaron una avenida súper transitada, con tiendas por ambos lados, luces, ruido... ¡comida! Estaba tan distraída admirando el contraste de las luces con la nieve, que no le importó el tiempo que tardaron el llegar hasta el hotel, había demasiado que ver.


El coche aparcó por fin frente al enorme edificio, ¡wow estaban cerca de Central Park!  Bajaron y enseguida un ejército de botones llegó. Unos se encargaron del equipaje mientras un par los guiaban al interior del lugar. Los empleados en turno les sonreían e inclinaban ligeramente la cabeza cuando cruzaban.


-Buenas noches.- Un hombre algo gordo, alto, con el cabello oscuro y sonrisa bonachona los esperaba con los brazos abiertos.


-Buenas noches.


- Señorita Cristina…- Dio un beso a la mano de Cris.- Álvaro…- Estrechó la mano del hombre.- Y… me temo que no tengo el gusto de conocerla, señorita.- le sonrió amable.


-Rubén, permíteme presentarte a Alejandra San Román, sobrina del Conde.- Álvaro hizo la presentación. Al igual que a Cris, el tipo le besó la mano.- Alejandra, él es Rubén Azcorra, nuestro supervisor regional y este hotel estará bajo su responsabilidad.


-Mucho gusto.


-Señor Azcorra, fue muy gentil al recibirnos.- Su novia tomó el control.- Le recuerdo que mañana nuestra reunión será a las 10am, ¿se le informó al gerente?


-Si, señorita Cristina. Todo está listo. En el momento en que firmó la compra de este hotel, tomamos posesión del mismo. Procedimos de acuerdo al protocolo de la empresa.- El gordito parecía feliz.


-Excelente.- Cris la tomó de la mano. Ale le sonrió.


-Le presentaría al gerente pero tuvo una emergencia familia, sin embargo me dijo que sin falta estará aquí mañana para presentarle sus respetos.


-No se preocupe, mañana tendremos tiempo para las presentaciones.


-Seguramente tienen hambre, -¡Siii!- si gustan podemos cenar en alguno de los restaurantes del hotel, ¿o prefieren otra cosa?- Intercambió miradas con su novia. Estaba cansada, no quería pasarse horas cenando con Azcorra.


-Preferimos subir a nuestra habitación y cenar ahí, bueno al menos Ale y yo. Estamos algo cansadas.- Se disculpó con el supervisor.


-Yo también prefiero descansar.-


-Totalmente entendible.- Azcorra llamó a una chica del lobby, que rápidamente le entregó dos tarjetas electrónicas.-Sus habitaciones están listas. Diego y Luis les guiarán.- Dos chicos se acercaron. Llevaban carritos con su equipaje.- Todo está de acuerdo a lo que pidieron. Bienvenidos a Nueva York y pasen buena noche.


Se despidieron del gordito buena onda y siguieron a los botones. Ale observaba el lugar. De verdad que era un hotel grande y lujoso. Sabía que la cadena de hoteles de su papá solo estaba conformada con hoteles de lujo, exclusivos. Y se suponía que este nuevo hotel tenían que remodelarlo para que tuviera la imagen del resto de los hoteles de la cadena. Precisamente por eso estaban ahí, para discutir todo eso con los socios y la constructora que se encargaría de los trabajos.


-Señor Gastelum, sígame por favor.- Uno de los chicos de las acompañaban salió del elevador cuando llegaron al piso 26.


-Nos vemos chicas, descansen.


-Igualmente Álvaro.- El elevador se cerró de nuevo y subió un par de pisos más.


-Señoritas, por aquí por favor.-  Salieron al pasillo y Ale observó. Solo había una puerta grande y elegante frente a ellas. El mozo pasó la tarjeta por la cerradura y sonó un ¡pit! Abrió y se hizo a un lado cediéndoles el paso.- El pent-house, como lo solicitó señorita San Román.- ¡El pent-house para ellas!


-¡Ven!- Cristina la jalo al interior. Ella seguía con la boca abierta. Nunca había estado en un lugar así.- ¿Te gusta?


-Es… wow… genial, ¡Y mira la vista!- Las enormes ventanas dejaban ver la majestuosidad de NY.


-Estamos a sus órdenes.- Dijo el mozo una vez que dejó todas las maletas junto a los muebles de la sala. Se veía nervioso. Ale se acercó a él.


-¿Que pasa? ¿Estás bien?


-S… sí señorita.


-Pues pareciera que estas a punto de desmayarte o vomitar.- Cris también se acercó con cara de preocupación.- ¡anda, habla no seas tímido!- Ale le dio una palmada amigable en el hombro.


-Es que… ¿ustedes son las nuevas dueñas?


-Si, bueno más bien la empresa de mi padre.- Respondió Cris.


-Es que dicen por ahí que los nuevos dueños contratarán a gente nueva y yo, pues… no quisiera perder mi empleo.- El chico miraba el suelo.


-¿Quién dijo eso?- quiso saber su novia.


-Todos lo dicen.- Ale sintió pena por ese joven. Ella también se preocupó cuando años atrás creyó que perdería su trabajo.


-Tranquilo, no perderás nada.- Lo tranquilizó.- No se planea despedir a nadie, ¿verdad?- buscó apoyo en la azabache.


-Si, es verdad.  Solo se harán unas mejoras al hotel pero pensamos conservar al personal. A menos que quieras renunciar.


-¡No! Yo necesito este empleo.-


-Entonces tranquilo. Nadie se quedará sin trabajo.- Ale le sonrió para calmarlo.


-Gracias, de verdad.


-De nada. Y toma, por cargar nuestras toneladas de equipaje.- Le entregó un billete.


-Muchas gracias, señorita.- El mozo se despidió con una sonrisa y se apresuró a salir.


-¿Quieres ponerme celosa?- Escuchó a Cris a su espalda. Giró para estar frente a ella. La azabache tenía las manos en la cintura y la miraba feo.


-¿Celosa por qué?


-Por sonreírle tanto a ese chico,- Ale soltó una carcajada y se acercó a Cris para abrazarla por la cintura.


-Claro que no, solo me dio pena. Es feo tener miedo de perder el trabajo.


-¿Alguna vez te ha pasado?- Cris la rodeó del cuello.


-Si, una vez.- Contestó seria. Cristi le besó la nariz.


-¿Y? ¿Qué te parece?- Se apartó de ella haciendo un ademán señalando el lugar.


-Magnífico. Creí que me mandarías a dormir sola.


-Claro que no. Por eso pedí todo un piso para nosotras. Quiero dormir contigo estas noches.


-Uhm… ¿dormir?- volvió a sujetarla de la cintura y buscó sus labios. Empezó a besarla y a acariciarle la espalda.


-Amor… no empieces. Tenemos que desempacar y comer.- ¡Cierto! ¡Comer!- Ven, quiero enseñarte todo el lugar.


Cristi la llevó de la mano. La sala era enorme y en la parte izquierda había una cocina equipada con un bar lleno de botellas.  Caminaron hacia los ventanales y la azabache abrió una puerta corrediza que daba a un amplio balcón blanco. Los muebles del balcón, ¡eran cojines! Bastante grandes en realidad pero muy bonitos y en el suelo había varias velas encendidas.  


Toda la decoración del pent-house le encantaba. Todo estaba iluminado con lámparas elegantes. Los muebles eran en su mayoría color madera.


-Cristi, esto es increíble.


-Y espera a ver nuestra habitación.- La azabache tiró nuevamente de su mano y atravesaron todo el piso hacia el otro extremo.


La recámara no era tan grande pero era bellísima. Había una gran  puerta corrediza, la atravesaron y…  ¡Dentro de su recámara había una alberca! No era muy grande pero ahí estaba. Había varios muebles a su alrededor, incluso otra “cama”, (solo era el colchón de arriba) y más velas.  Pasearon un poco por el lugar hasta que Cris abrió otra puerta para dejar a la vista el baño. ¡Tenía un jacuzzi! Y, ¿Por qué había un espejo sobre él? Ah ya, su mente pervertida se activó.  ¡Todo aquello era impresionante!


-Creo que para poder disfrutar bien de este lugar deberíamos hacer un par de semanas en NY, ¿no crees?- Caminaba detrás de Cris hacia la sala.


-Si. Volveremos después, solitas.- Su chica le dio un beso antes de sentarse y tomar el teléfono de la sala.


-Perfecto.- La escuchó pedir servicio a la habitación.- ¿Ya conocías este lugar?


-No, pero lo vi en internet y solicité que lo tuvieran listo para nosotras. Quería sorprenderte.


-Y vaya que lo lograste. Nunca había estado en un sitio así.


-Quiero consentirte, mi amor.- La chica se le montó en las piernas y le acarició el cabello. Ella la sujetó de la cintura.


-De verdad que es impresionante esto. Aunque sabes que soy una chica de gustos simples…- recorrió el cuerpo de su novia con los ojos.- Puedo ser feliz con solo mirarte desnuda.


-¡Alejandra! ¡Que pervertida te has vuelto!- Cristi besó muchas veces su rostro.


-¿Te molesta? Es que en verdad me tienes loca.


-No, no me molesta. Me hace sentir bien saber cuánto me deseas. Pero tampoco quiero que nuestra relación se base solo en tener sexo. No quisiera caer en eso.


-Entiendo… pero hoy si podemos hacerlo, ¿verdad?- Cris soltó una carcajada.


-Sí, si podemos.- Se levantó aun con Cris sobre ella y  giró para acostar a su chica en el mueble.- ¡Pero no dije que ahora! ¡No! ¡Alejandra!- Cristi apenas tenía fuerza por el ataque de risa que le dio. Intentaba repeler las caricias y besos de Ale, que también moría de risa. Le dolía el costado por tanto reírse. Se acomodó sobre Cristina y la abrazó, respirando hondo para recuperar las fuerzas.


-Me encanta verte feliz.


-Siempre que estoy contigo soy feliz.- La azabache la abrazó, acomodándola en su pecho. Ale podía escuchar sus latidos hermosos.


 


Toc toc.


-¡Servicio de habitación!- Se escuchó detrás de la puerta principal.


-Te toca levantarte.- Le dijo a Cristi.


-¿A mi? Tú estás arriba, levántate tú.


-¡No! Ve tú, anda amor, consiénteme.


-No seas chantajista, ve tú. O no te dejaré comer nada.- Se levantó de un brinco y fue hacia la puerta.


Se encargó de recibir la comida. ¡Todo se veía delicioso! Cris sacó unas copas para servir la bebida y acomodaron todo en la mesa del comedor. Encendió el equipo de audio y conectó su ipod. Con las velas encendidas se dispusieron a comer. De vedad que todo ahí estaba delicioso y le importaba poco que era exactamente lo que comía.


-Estuvo riquísimo.- Se sobó la barriga mientras Cris retiraba los trastes y los llevaba al fregadero.


-Sabía que te gustaría.


-Si, ahora necesito el baño.- Se metió y se lavó las manos, la cara y los dientes. Cuando volvió a la sala, Cristi tenía una expresión preocupada.- ¿Pasa algo?


-Si. Me llamó Azcorra para decirme que había dejado unos documentos en recepción pero la verdad tengo muchas ganas de hacer pipi. ¿Podrías bajar por ellos? Están en el lobby.


-Si, claro. Ya vuelvo.- Tomo la tarjeta y salió para tomar el elevador. Ahí estaba canturreando mientras veía como descendía un piso a la vez. ¡Por fin planta baja!- Disculpe, vine a recoger un paquete para Cristina San Román.


-¿San Román? No nos han dejado nada para ella.


-¿Segura? El señor Azcorra debió dejar algo.- Observó a la recepcionista hablar con una compañera.- No, no hay nada. Tal vez el supervisor todavía no trae el paquete.


-Si, tal vez. Gracias.- Que raro. Resignándose volvió al ascensor. Después de varios minutos por fin estaba de nuevo en la entrada del pent-house. Deslizó la tarjeta y la puerta se abrió. Todo estaba más oscuro que cuando se fue.- ¿Cristi?- Entró y cerró la puerta. Solo se veían velas en el suelo, haciendo un camino hasta la habitación. Se quitó la chamarra tirándola por ahí y caminó, siguiendo las velas. Abrió la puerta del cuarto. Ahí estaba la cama, pero su novia no estaba ahí.- ¿Amor?


Fue hasta la parte de la alberca y se paró en seco mientras un escalofrío bajaba por su columna vertebral. Cristi estaba de pie frente a ella… vistiendo un baby doll negro muy lindo. La parte superior era strapless. De ahí caía una tela negra trasparente con una abertura en medio, como si fueran dos cortinas. Y la parte inferior… ¡uuuf! Sintió mucho calor cuando observó bien esa parte tan diminuta, cubriendo apenas lo indispensable.


Cristina se acercó a ella sin decir una sola palabra. Colocó sus manos en sus hombros y las bajó despacio, pasando por sobre sus pechos. Ale suspiró cuando sintió esa caricia. La azabache acercó la boca hasta su cuello y lo besó suave. Ale sentía esos labios y esa lengua en su piel mientras las manos de Cris empezaron a desabotonarle la camisa. Ella se mantenía inmóvil, le encantaba que Cris la desnudara así, de esa forma tan lenta y sensual. Ya estaba excitada. Era consciente del calor en su entrepierna.


Su novia dejaba besos en la zona de su clavícula y en su pecho que ahora podía disfrutar a gusto ya que le había abierto por completo la camisa. Las uñas de Cris rosaron su abdomen antes de abrirle el pantalón. Con una mirada lasciva, su chica le quitó las prendas exteriores dejándola solo con ropa interior. 


 


******** ******** ********


Sujetó a Ale por la cadera y la atrajo hacia ella fundiéndose en un beso. Era lento y suave, no tan apasionado pero si sensual. Se sentía acalorada. Había estado planeando eso por días. Quería hacerle notar a su castaña que ya no era una niña, que era una mujer. Una mujer que quería volverla loca en la cama. Sintió las manos de Ale acariciarle el rostro mientras continuaba con los besos. Se separó de ella solo unos segundo para quitarle el top que traía. En eso estaba cuando la castaña bajó las manos hasta sus glúteos y empezó a sobarlos. Escuchó un jadeo escapar de su novia. Al parecer verla con ese baby doll la excitaba. Pero ella tenía su propio panorama excitante: Ale estaba solo con un bóxer, así que tenía los senos a la vista. Acercó la boca hacia ese par de bultos hermosos. Aspiró el aroma de esa piel pálida y se dirigió al pecho izquierdo. Lo primero que hizo fue lamerlo de abajo hacia arriba, pasando por sobre el pezón.  Alejandra suspiró al sentir eso. Repitió la acción.


-Cristi…- Ronroneó Ale.


-Shhhtt, deja que nuestros cuerpos hablen.


Observó a su novia cerrar los ojos y suspirar profundamente. Al parecer estaba haciéndolo  bien. Regresó a lo que hacía, alternando las lamidas y besos entre los pechos de la castaña. Siendo sincera se sentía algo nerviosa. Cuando pensó en hacer eso al principio creyó que era una fantasía imposible. Pero luego pensó ¿por qué no? Era verdad que no era experta haciendo el amor,  de hecho era muy inexperta pero sabía que si se dejaba llevar por lo que sentía por Alejandra, podía regalarle a su novia una noche inolvidable. Y eso era lo que hacía, se dejaba llevar por el amor, por el deseo. Y esos sonidos que Ale no podía contener la prendían cada vez más.


Su novia la tomó de la cintura y la hizo darse vuelta. Por unos segundos no sintió nada, giró un poco la cabeza y se dio cuenta de que Ale admiraba el baby doll por atrás.  La castaña se inclinó bajándose el bóxer, que era lo único que traía encima y se arrodilló para quedar a la altura de las pompas de Cristi.


Sintió las manos de Ale acariciarle los glúteos y luego su boca recorriendo esa zona. La castaña la besaba de forma lenta. Por inercia, ella separó un poco las piernas. Su novia se entretuvo bastante jugando a sus espaldas, mientras ella intentaba contener sus ganas,


Cuando sintió que no aguantaba más se dio vuelta y jaló a Alejandra para ponerla de pie. Besó su boca mientras la empujaba hacia el colchón a un costado de la alberca. Ale cayó hacia atrás y Cris sin perder tiempo se le fue encima. Volvió a buscar su boca, besándola con toda la pasión que sentía en ese momento.  Agarró fuerte las manos de Ale inmovilizándola. La castaña la dejó tomar el control y Cris embistió con más ganas sus labios.


La excitaba tanto sentir a Alejandra desnuda debajo de ella. Bajó por su cuello, hasta llegar de nuevo a sus pechos. Jugó ambos pezones, los mordió, los ensalivó. Ale solo jadeaba e intentaba sujetarla del cabello pero Cris no le soltaba las manos. Se deslizó por el cuerpo de su novia y se detuvo en su parte favorita: el abdomen. Ahora si le soltó las manos pues quería disponer de ellas para acariciar esa parte de la anatomía de su castaña. Besuqueó su piel, se excitó al sentir esa parte dura. Podía morir en ese lugar y moriría feliz. Le encantaba recostar la cabeza ahí, le encantaba el aroma que entraba por su nariz.


Entonces bajó la vista y se encontró con el monte de venus de Ale, llevó las caricias hasta ahí. Rosó sus labios sobre esa parte, ¡no sabía que hacer! Levantó la vista y se cruzó con los ojos de Ale. La castaña la miraba expectante. Cris se sintió ruborizarse. Ahora fue Alejandra la que la jaló. Con una habilidad impresionante, la castaña le quitó el baby doll, desnudándola en cuestión de segundos y la tumbó boca arriba. Sin entretenerse en nada más, le abrió las piernas y fue directo a su zona más íntima. Jadeó cuando sintió la boca de la castaña en su entrepierna. No pudo evitar temblar al sentir esa lengua recorrer sus labios menores. ¡¿En serio su Ale le estaba haciendo sexo oral?! Ella había dudado en hacérselo, puesto que no sabía bien como pero ahora estaba decidida a devolverle el favor a la castaña, quería que ella también sintiera lo que ella en ese momento.


 


******** ******** ********


 


Era la primera vez que besaba esa zona del cuerpo de Cristi. Estaba enloquecida. Su chica la había emboscado y la estaba volviendo loca. Sentía que la piel le quemaba y por eso ponía más energía a lo que hacía. Hizo a un lado los labios menores de Cristi, exponiendo así la entrada de la azabache. Dio un beso sonoro y Cris soltó un grito. Eso hizo que su entrepierna se lubricara más si es que eso era posible. Lamió su entrada como si no hubiera mañana. Introdujo su lengua en su chica. El sabor de su novia era excitante. Se movió dentro de ella, sintiendo sus paredes vaginales.


Sintió como le tironeaba del cabello y la apresaba con sus piernas para presionar más su cabeza contra su sexo. Los sonidos eróticos que salían de la garganta de Cris la ponían a cien. Aunque le costaba respirar eso no le importó. Oficialmente estaba loca por Cristina. Se sació de ese sabor y de ese olor… Se incorporó, se sentó sobre el colchón y jaló a Cristi haciéndola montarse sobre sus piernas. Enseguida se fundieron en un beso.  La chica lamió sus labios sin duda sintiendo el sabor de su propia entrepierna.  Con su mano derecha buscó la entrada de su novia y metió dos dedos en ella. Cris jadeó contra su boca pero no cortó el beso. Al contrario, le mordió el labio inferior y tiró un poco de él. Ale sentía todo el flujo de Cris chorreando por su mano. Acarició sin prisa el interior de su azabache, sacando un poco y volviendo a meter los dedos. Solo se escuchaban sonidos de besos y gemidos ahogados.


Cristina la abrazó por el cuello y clavó sus ojos en los suyos mientras movía sus caderas de adelante hacia atrás. No se decían nada, solo se miraban ambas sonrojadas y con los cuerpos calientes. Abrazaba fuerte a Cris con el brazo izquierdo, ayudándola a mantener el equilibrio mientras se seguían moviendo. No sabía si podría pero intentó meter un tercer dedo. Cris gimió un poco pero asintió. Con mucho cuidado Ale deslizó el dedo. Los dejó ahí un momento antes de moverlos un poco. Ahora Cristi se aferró a ella pegando su pecho al suyo. Se sentía tan bien restregar sus senos a los de su novia. Volvieron a tomar el ritmo de las penetraciones. Estaban sincronizadas y disfrutando. Cris ocultaba su rostro en el cuello de Ale, haciéndole cosquillas con su aliento cálido.


Los sonidos guturales de la chica se hacían más fuertes. Sentía que podía terminar solo escuchándolos. La azabache le rasguñó el cuello cuando Alejandra aumentó la velocidad dentro de ella. Cristi cerró las piernas lo más que pudo aunque por su posición era casi imposible. Pero logró tensar su vagina, apretando así los dedos de Ale. La respiración de la azabache se agitó como nunca antes.


La chica bufó y luego soltó un grito cuando sintió el orgasmo. Pudo notar las contracciones en el interior de Cris y como un líquido espeso salía de la chica. Fue un orgasmo intenso, Ale podía sentir como las palpitaciones vaginales seguían golpeando el interior de Cristina.


Su novia se mantuvo abrazada a ella unos minutos mientras sus sentidos se tranquilizaban. Aun pegada a ella, Cristi la miró a los ojos. Le sonrió y la besó pero ahora con ternura. Mientras se besaban, Ale retiró los dedos del interior de su novia. Tenía la mano llena de flujo ajeno.


Cris la hizo recostarse de nuevo.


-Espera aquí. No te muevas.- Le susurró antes de pararse y correr. Se acomodó sobre ese colchón, se sentía cansada pero quería más. Se miró el cuerpo desnudo y sudoroso. Tocó su entrepierna y…  ¡sí que estaba caliente! Estaba muy mojada. Escuchó unos pasos y Cris apareció con un pequeño recipiente. Lo colocó sobre el colchón a un lado de ellas. La azabache gateó hacia ella y se le subió encima, montando su pelvis.- Te amo.- Susurró antes de besarla.


-También te amo.- Logró decir con los labios contra los de su novia.


Observó a su chica estirar la mano hacia el recipiente. Sacó una fresa embarrada en chocolate. Sonrió cuando Cristi se llevó la fresa hacia su boca y acercó los labios a los suyos, ofreciéndosela. Ella la aceptó encantada. ¡Estaba deliciosa! Cristi se comió la otra mitad.


Sacó otra fresa con más chocolate y dejó que el líquido goteara por su cuello, bajando hasta sus pechos. Sumergió otra vez la fresa dentro del recipiente para sacar más chocolate. Ale miraba como Cristi le embarraba el cuello, los pechos y el abdomen con el dulce. Cuando estuvo satisfecha colocó esa fresa y varias más por su piel.


-Te comeré.


Suspiró cuando Cristina empezó a lamer el camino de chocolate. Lo hacía con lentitud. Daba lengüetazos sobre sus pechos. Los succionaba y limpiaba todo rastro de dulce. Ella solo podía suspirar y aferrarse al colchón mientras Cristi la excitaba más. Cuando llegaba a una fresa la mordía y comía frente a ella.  Después regresaba a su labor de comerle la piel. Escuchó a su novia jadear cuando llegó a su abdomen y empezó a lamer  el chocolate.


Nunca pensó en que harían eso. Era algo raro ver a su novia en esa actitud pero le fascinaba. Sabía que solo ella conocía a esa Cris. A la Cris sensual y atrevida. A la Cris que se entregaba con pasión y sin reparo.


Gimió cuando la azabache llegó hasta su monte de venus, justo donde se había detenido antes. Ale sabía que nunca le había hecho sexo oral a alguien y eso la había hecho dudar. Por eso había tomado la iniciativa y se lo había hecho primero… Cris metió la mano en el recipiente pero ya no había más fresas. Sin embargo embarró sus dedos y dejó que el chocolate resbalara por ellos hasta caer a su intimidad.


Se excitó más cuando su novia se chupó los dedos embarrados mientras la miraba.  Luego bajó despacio hacia zona genital. Jadeó cuando la lengua de Cris hizo contacto con su entrepierna cubierta con chocolate.


Las lamidas de Cristina la estaban llevando al límite.


******** ******** ********


El sabor del chocolate y del sexo de Ale era algo exquisito. Pudo ver el botón hinchado de su castaña. Lo frotó un momento y luego acercó su boca a él. Lo primero que hizo fue chuparlo con fuerza cosa que arrancó un gemido fuerte de la garganta de su novia. Eso le dio confianza, lo estaba haciendo bien. Repitió la acción y los gemidos se volvieron gritos ahogados. Abrió los labios vaginales de su chica y ¡wow! Estaba súper húmeda, más que la primera vez que lo hicieron. Eso significaba que su plan de volverla loca había tenido éxito. Recordando lo que Ale le había hecho minutos antes, frotó su lengua en su entrada, subiendo luego hasta su clítoris y terminando succionando ese botón. Repitió eso varias veces, hasta que se dio cuenta que Ale gemía más cuando concentraba su atención en su clítoris.


Lo frotó, lo chupó, disfrutó todo lo que hacía mientras Ale arañaba más el colchón.


-Cristi….Cristi….- Su novia se retorcía y ella presionaba más su boca y usaba sus dedos para frotar la entrada de Ale. Se atrevió a meter un dedo dentro de su novia que jadeó más fuerte que antes.


Se sentía bien estar dentro de Alejandra. Giró el dedo, explorando la vagina de la castaña. Hizo eso varios minutos hasta que su novia la jaló buscando sus labios. Se recostó sobre ella, besándola y con la mano atrapada entre las piernas de la chica.


La castaña tomó su mano, haciéndola mantener un dedo dentro de ella y presionando la palma contra su clítoris. Mientras se besaban Cris frotaba el botón y la vagina de Ale que ahogaba gemidos que se iban saliendo de control.


******** ******** *********


 


Cris la mataría de placer. Tenía una mano sobre la de Cristi para ayudarla mientras la masturbaba. Sentía que no aguantaría más, ya no podía más. Dejó salir un grito al tiempo que se venía. El calor en su entrepierna recorrió el resto de su cuerpo haciéndola estremecer. Su chica calló sus jadeos con un beso. Su pecho bajaba y subía con violencia. Cris mantuvo su mano entre sus piernas un par de minutos más antes de liberarla.


La azabache pegó su frente a la suya. Las dos sudaban. Se miraron un momento a los ojos y luego empezaron a reír sin razón aparente. Pero ahí estaban tiradas en ese colchón de aquel hermoso lugar, reafirmando los sentimientos que tenían la una por la otra.


 


 


 


-Tiene que ser pecado, tiene que ser delito hacer el amor de la forma en la que anoche lo hicimos. A dentelladas cinturas y a manantiales delirios, con la furia en los talones y el abuso en los colmillos.-  Su alarma empezó a sonar.


A duras penas abrió los ojos buscando el celular. ¿Dónde carajo estaba? ¡Ah, su pantalón! Se levantó del colchón y rebuscó en sus bolsillos. Se apresuró a callarlo para que Cris no despertara. Su novia se removió pero mantuvo sus ojos cerrados. La admiró desnuda sobre ese colchón que ahora era suyo. Ella también estaba desnuda. Se habían pasado gran parte de la noche haciendo el amor, besándose y tocándose. Volvió junto a su chica y se acostó detrás de ella, abrazándola. Cris se aferró a ella, buscando abrigo. Aunque podía verla dormir por horas, era momento de levantarse. Eran las 8am y en un par de horas tenían una reunión importante.


 


-Cristi, despierta. Es hora de conquistar NY. Amor… hey dormilona.- besaba la mejilla de su novia que esbozó una sonrisa pero siguió con los ojos cerrados.


-Quiero quedarme aquí contigo.- La azabache giró para estar frente a ella. Ahora si abrió los ojos y la miró.


-Podremos volver a acurrucarnos después. ¡Tenemos trabajo, señorita!- Punzó las costillas de Cris.


-¡Alejandra, quieta!- Su novia aprisionó sus manos para evitar que siguiera con las cosquillas.- Bueno, pero mientras me ducho prepara el desayuno.


-¿Y si mejor nos duchamos juntas?


-No, porque seguro te me irás encima y se nos hará tarde.


-¡Claro que no!- Cris la miró con la ceja levantada.- Bueno sí. ¿Pero de donde sacaré algo para preparar?


-La nevera está llena. Pedí que la surtieran.


-¡Claro de ahí sacaste las fresas y el chocolate! Por cierto… Gracias por la sorpresa. Estuviste increíble. – Estrechó a la azabache besando su oreja.


-Si, yo… es…- Cristina suspiró mientras ella seguía con los besos.- ¡Ale, ya!- Su novia se paró de un brinco poniendo una distancia prudente entre ellas.- Tienes algo que hacer, así que ve. Yo me ducharé.


-¡Pero hacerlo por las mañanas es muy bueno para la salud!


-¿Y desde cuando eres fanática de la salud?- Cris la miró ceñuda y con los brazos cruzados.


-Desde siempre.- ¡Ja ja ja!


-¡Mi desayuno!


-Ah que odiosa te pones.- Guiñándole un ojo a su chica se puso el pantalón y la camisa sin abotonar y salió de la recámara.


Observó el lugar… Caminó hasta el balcón a mirar el paisaje frente ella. ¡Puros edificios! Enormes y altos edificios por doquier.


-¡Hola, NY! ¡Soy muy feliz con Cristi!- Gritó al cielo. Siempre quiso ponerse a gritar como loca en esa ciudad.


Regresó al interior del pent-house y puso música. Ahora sí fue a la cocina.


Se lavó las manos y rebuscó en la nevera. Había fruta, leche, jugo, huevos, carnes frías, vegetales, yogurt y algunas cosas más. Bien, con eso podría preparar algo rico.  Se movía al ritmo de la música mientras hacía esto y lo otro. Canturreaba y hacía sonidos de instrumentos. Licuaba aquí, cortaba allá…


Media hora después Cristi apareció. Iba en short y una blusa de tirantes, se veía bastante cómoda.


-¿Y qué preparó mi chef?- Preguntó sonriente apoyándose en la barra.


-Oh lala,  mademoiselle. Primego degustaguemos un licuado de plátano con leche y chocolate.- Empezó a decir con un acento francés poco convincente.- Despuégs  un rico omelet con jamón y queso acompañado de jugo de naganja y fruta.


-Que pésima pronunciación.- Se burló su chica.


-Si bueno, mi idioma es la música y es un idioma universal.


Le indicó a Cris que tomara asiento ya que quería servirle a su novia. Llevó toda la comida a la mesa y se sentó también. Desayunaron entre bromas y risas. La azabache alabó lo que había preparado y la apresuró a que se bañara mientras ella lavaba los trastes. Ale sonrió al cruzar una mirada con Cristi. Sería tan genial que ese fuera su día a día. Ellas dos solas, juntas… Mimándose, consintiéndose, conviviendo como cualquier pareja que comparte el techo. Quería quedarse a limpiar porque no estaba segura de que su novia supiera lavar trastes, pero prefirió dejar que aprendiera. Buscó su maleta y sacó la ropa. Ni siquiera habían desempacado. Tiró sobre la cama lo que usaría y se metió a la ducha.


En serio que tenía mucho que quitarse de encima. Se lavó muy bien todo el cuerpo y se sintió revivir con el agua cayendo sobre ella. No sabía cuanto habían dormido exactamente pero calculaba que como cuatro horas. Se secó y caminó hasta el cuarto así desnuda. Cuando entró, Cristina estaba ya vestida y maquillándose un poco frente al espejo.


-Creo que el jacuzzi es lindo, debemos aprovecharlo, ¿no crees?- sonrió pícara a su novia que solo negó con la cabeza como diciéndole “que pervertida eres”.


-Después.- Le devolvió la sonrisa.


Se vistió lentamente pues notaba que su azabache la espiaba por el espejo. Así que le dio un espectáculo visual. ¡Admírame! Se paró a un lado de su chica para peinarse y delinearse los ojos.


-¿Qué tal me veo?- Preguntó cuando estuvo lista.


-Demasiado sexy.- Cris se mordía el labio y la miraba de abajo hacia arriba.


-Tú te ves demasiado hermosa.- Se acercó y le dio un pico a su chica bonita.


-Gracias.- Cristi suspiró y la abrazó recargando la cabeza en su hombro.- De verdad quisiera que este viaje fuera solo de placer y no gastar ni un segundo en negocios. Quiero recorrer NY contigo.


-Aprovechemos el tiempo libre para irnos por ahí. Podremos regresar después solas y pasar unas semanas aquí.- Consoló a su novia estrechándola fuerte.- Ahora tenemos que ayudar a tu papá con esto.


-Sí, lo sé. Gracias por animarme. Te amo.-


-También te amo.


Se besaron una vez más antes de salir y bajar al lobby. Caminaba con las manos en los bolsillos intentando armarse de valor para tolerar esa reunión. Si hacía todo eso en la empresa era solo por su padre y su novia.


Álvaro las esperaba parado junto a Azcorra y otro hombre, al parecer también latino. Reían de sabe qué cosa e interrumpieron su charla cuando ellas se acercaron.


-Buenos días.- Saludaron a los tres hombres.


-Buenos días, chicas.- Álvaro les dio un beso a cada una mientras Azcorra les estrechó la mano.


-Buenos días, les presento a Jaime Gallegos, el gerente de este hotel.


-Hola, mucho gusto.


-Encantado de conocerlas.-


Azcorra y Gallegos las guiaron hasta la sala de juntas, en el segundo piso. Ahí estaban esperando a los Warren y a los representantes de la constructora. Mientras tanto unas chicas les servían agua, café o lo que se les antojara. Cris fulminó con los ojos a una rubia que le sonreía. La pellizcó por debajo de la mesa.


-Auch, ¿qué te pasa?- Susurró conteniendo el dolor.


-Deja de mirarla.-respondió Cris por lo bajo.


-¿A quién?


-A la del café.


-¡Pero si no la he mirado!- ¡No la había mirado!


-¡Pero ella a ti sí!


-¡Pues pellízcala a ella!-


En esa discusión a susurros estaban cuando las puertas se abrieron. Los Warren y los de la constructora entraron. La junta aburrida iba a empezar.


 


 


Por ratos había escuchado lo que se decía y por ratos se ponía a divagar haciendo garabatos o componiendo pedazos de canciones. De verdad trató de concentrarse en la reunión pero estar cuatro horas ahí sentada la aburrió terriblemente. Aunque ahora por fin podía estirarse. La junta había acabado. Ayudó a Cris a ordenar sus cosas y la siguió hasta la salida.


-Excelente reunión.- Escuchó que decía Warren a su novia y a Álvaro, a unos metros de ella.


-Pareces aburrida.- Alguien le habló. Volteó para ver a Stella parada a su espalda. La mujer había acompañado a su padre a la reunión.


-Eh, no. ¿Cómo crees?- Ironizó. Stella sonrió.


-Bueno, tendrás toda la tarde para divertirte. ¿Has pensado que lugares visitarás?


-Algo así.


-Si quieres puedo enseñarte la ciudad.- Se ofreció la gringa.


-Ahm…


-Stella, qué amable pero ya hemos planeado que hacer el resto de la tarde.- Cristi se había acercado a ellas. Entrelazó sus dedos con los de ella. Ale notó a Stella observando sus manos unidas.


-¿Ustedes…?- Stella las señaló.


-Estamos comprometidas.- ¡¿Compro… qué?! Cristi sonrió a la mujer y le dio un beso  a Ale en la mejilla.- Amor, ¿nos vamos?- Le preguntó.


-Claro.- respondió cuando salió de su aturdimiento.


Cristina se despidió rápido de todos y la jaló. Solo hasta que llegaron a elevador volvió a hablar.


-Detesto a las coquetas.- Bufó ceñuda.


-¿Que coquetas?


-¿Cómo que qué coquetas? ¡A la chica del café y a Stella!


-¿Stella me coqueteaba?


-Amor, en serio me hace feliz comprobar lo despistada que eres. ¡Se la pasó mirándote en toda la reunión! Como si no tuviera a nadie más a quien mirar la muy…- La puerta del ascensor se abrió y caminaron hasta el pent-house. Ale deslizó la tarjeta y entraron.


-Me encanta cuando te pones celosa.- Dejó las cosas en una de las mesitas y abrazó a su azabache. Cristi le sonrió de manera encantadora.- Pero sabes que yo solo tengo ojos para ti. No me interesa ninguna gringa fea.


-Stella no es fea.


-Pero si es gringa y los gringos no son de confianza.- Bromeó.


-¿Qué esos no eran los chinos?


-¡Ninguno es de confianza! Yo solo confío en ti.- Le dio un besito a su novia.- Aunque… ¿Cómo está eso de que estamos comprometidas?- Cristi se sonrojó.


-Es que… bueno yo… solo lo dije para dejarle en claro que estamos juntas.- Ale estrechó más a la azabache, rodeándola con un brazo y empezó a jugar su cabello con la mano libre.


-Uhm…


-Perdón no quería asustarte.


-¿Por qué me asustaría?


-Porque…- Cris jugaba con el cuello de su camisa como si buscara un pretexto para no mirarla a los ojos.- Muchas personas se asustan cuando escuchan la palabra “compromiso”.


-Yo no.- ¿Segura?- Todo lo que tenga que ver contigo me parece genial y perfecto.- dijo haciendo que Cristi la mirara a los ojos.


-Eres tan linda.- Su chica la besó. Si alguien le pidiera la definición de felicidad, sin dudar diría: Cristina besándome. ¡En verdad era tan feliz!- Ya somos libres para disfrutar de la ciudad. ¿Te parece si vamos de compras?- Corrección, ya no era feliz.


-¿Co-compras?


-Anda. Prometo que no tardaremos. Además nuestra familia nos encargó cosas, ¿lo recuerdas?- Respiró hondo.


-Bueno, vamos.-


Cuando Cristina se cambió lo que traía por ropa y zapatos más cómodos y ella se abrigó con la ropa más calientita que encontró, salieron del hotel. De la mano, caminaron hacia la quinta avenida, a solo unos metros del hotel. Según su novia, no había mejor lugar en el mundo para ir de compras.


-Creo que sería mejor recorrer desde la 34 para arriba…- comentó Cristi.


-¿Qué?


-Que podemos empezar a caminar desde la calle 34. Ahí es donde empieza la parte de tiendas exclusivas.


-Ah si, como digas. Vamos.


Ella solo caminaba junto a Cris y veía para todas partes. Le fascinaba la gran variedad de culturas que veía a su paso por esas calles. Se la pasaron de tienda en tienda, buscando los perfumes para su tía, los videojuegos para Memo, muñecas y vestiditos para Sofi… Ale vio una tienda de motocicletas y convenció a su novia de entrar. Compro dos rompevientos, uno sería para ella y el otro para su papá. Estaba segura que a Guillermo le gustaría. A la Condesa le compraron un reloj, que según Cris solo se podía encontrar en esa tienda.


No se sentía tan traumatizada por estar comprando, solo que después de un par de horas le dio hambre así que entraron a un restaurante. La comida estaba buenísima pero lo que hacía famoso a ese lugar eran sus postres. Había una mesa de postres y podías comer todos los que quisieras. Ale observó que al ser pura gente “bien” la que asistía a ese lugar, se hacían de la boca chiquita y solo tomaban una rebanada de pastel o tarta… pero ¡ella no! Así que toda sinvergüenza se sirvió ocho postres… y se comió lo que Cris no se había podido terminar.


Su chica parecía resignada y acostumbrada a verla comer de ese modo así que no le dijo nada, solo le sonrió mientras ella comía sin parar.


-¡Que bien me siento!- Exclamó cuando salieron de nuevo a la calle. En una mano tenía las bolsas de compras y en la otra tenía la mano de Cristi.


-Se te nota, amor.- La azabache solo sonreía. Se la estaban pasando genial, ellas solas recorriendo esas calle. Álvaro les dijo que él había quedado de visitar a unos amigos de la universidad, a los que no había visto en un par de años.


-¡Mira!- Jaló a Cristina hacia un lugar en que se veía mucha gente. A empujones se metieron.- ¡Genial! ¡Hagámonos uno!


-¿Estás loca?- Cris  miraba con cara de pánico el lugar.


-Anda amor. Mira esto. Es uno de los mejores tatuadores del mundo.- Había tomado un folleto en que estaba la foto y el nombre de aquel hombre: Enrique Johnson. A ella no le desagradaban los tatuajes, nunca se había puesto uno pero había escuchado muchas veces sobre ese tipo que hacía trabajos geniales.  Su amigo Lalo si era fanático de los tatuajes y era cliente de Johnson.


Leyó rápido lo que decía el folleto. Al parecer, los diez mejores artistas del mundo estarían en ese local por un par de semanas.


-¿De verdad quieres un tatuaje?


-Si, ¿te haces uno conmigo?- Cris la miró un momento en silencio.


-¿Sabes que tengo prohibido tatuarme?- ¿En serio?


-¿Quién te lo prohibió?


-Código de conducta de la nobleza.


-¿Y piensas obedecer? ¡Rayos! le has roto la cara a un chico y gritado que amas a una chica, ¿Qué eso no es violar el código de conducta de los estirados? Anda, hagamos otra locura juntas.- Cris le sonrió.


-Hagamos otra locura, mi amor.- Le dio un pico y se acercó a una joven que estaba detrás del mostrador.


-Hola, disculpa queremos tatuajes de Johnson, ¿está libre?- Observó a la chica revisar en una computadora.


-Está terminando con un cliente justo ahora. Luego está libre, si quieres te apunto. ¿Sería uno?


-Dos. Mi novia y yo.


-Ok. Nombres, por favor.


-Alejandra y Cristina San Román.- La joven tecleó rápido. Y luego le pasó un catálogo.- Si no tienes algún diseño en mente puedes elegir uno de aquí o decirle a Johnson qué quieres y él te lo puede diseñar en unos minutos. En cuanto se desocupe les llamo.


-Perfecto, gracias- Tomó el catálogo y caminó detrás de Cris hasta un rincón. Se apoyaron en la pared y empezaron a revisar el catálogo.


Pasaron cerca de 25 minutos cuando la chica gritó sus nombres. Las condujo por un pasillo hasta una habitación. Había una silla algo parecida a la que usan los odontólogos y una camilla. Las paredes estaban llenas de cuadros de tatuajes y diseños, algunos bastante raros.


Había un hombre en esa habitación.


-Hola, chicas… Ale y Cris, ¿verdad?- interrogó mirando su laptop.


-Si, así es. Un placer conocerlo.- Ale le estrechó la mano.- Me encanta su trabajo, señor Johnson.


-Muchas gracias. Llámenme Enrique. ¿Has visto muchos de mis diseños?


-Si, bastantes en realidad. Mi amigo Lalo es un gran admirador suyo, de hecho se ha tatuado con usted.


-Lalo… Tengo muchísimos clientes pero, ahora que dices Lalo solo me viene a la mente un chico alto, moreno y que no para de hablar nunca.


-¡Ese es!- Ese Lalo tan imbécil.


-Pues un placer tenerlas aquí conmigo. ¿Han pensado en algún diseño?


-Si, verá…- Cris le pasó el catálogo.- Para mí sería algo como esto, con la clave de sol o algunas notas musicales y  una”C”.


-Ok… entiendo.- Johnson miraba la página que le enseñó, seguramente visualizando su pedido.- ¿Y para ti, bonita?- preguntó a Cristina.


-Aún no me decido, solo sé que quiero que tenga una “A”.


-Veamos… “A” y “C”… Alejandra y Cristina… - Johnson las miró.- ¿ustedes…?


-Si, es mi novia.- Rodeó a Cristi por los hombros.


-Ah, que curioso, creí que eran hermanas, por apellidarse igual.


-Si es una larga historia.- comentó su novia.


-Me imagino, pero todas las grandes historias de amor son largas.- el hombre les sonrió.- Déjenme ayudarles. Alejandra, ¿que es lo que te gusta de Cristina?


-Todo.- El hombre esbozó una sonrisa y su novia se sonrojó.


-Bueno, piensa en una cosa.


-La forma en que me mira.- Contestó embelesada cuando cruzó la mirada con la azabache.


-¡Perfecto! Y a ti Cristina, ¿Qué te gusta de Alejandra? Y no puedes responder “todo”.- Su novia rio y pensó un momento.


-Lo apasionada que es, su locura, su libertad de hacer las cosas y el verde de sus ojos.


-¡Lo tengo!- Johnson fue hasta su escritorio a hacer sabe qué cosa. Lo observaron unos minutos, Parecía totalmente concentrado. Ale sabía que estaba creando algo, era la misma expresión que ponía ella cuando componía.


-¿Qué les parece esto?- Les ensenó las plantillas… ¡Wow! ¡Estaban geniales! Ale observó la emoción en el rostro de Cris, al parecer su novia no estaba asustada… ¡Espera a que te claven esa aguja! (nota personal: ¡duele como la puta madre!)


-¡Estupendo!


-¿Quién será la primera?


-Ahm… yo.- ¡Que la valiente te dicen!


-¿En qué parte del cuerpo lo quieres?


-Aquí.- Señaló un punto entre su abdomen y su pelvis. Notó la sonrisa pícara de Cris.


-Recuéstate aquí y descúbrete esa parte, por favor.


Le pasó a su novia su abrigo y se acostó. Enrique le enseñó los materiales que utilizaría haciendo énfasis en la higiene de todo.  El hombre se sentó y la acomodó para poder trabajar sobre su piel. Desinfectó esa parte de su cuerpo y ¡a darle! Vio como la aguja se acercaba y se hundía en su cuerpo… ¡Su puta madre! (¡Se los dije!)


Intentaba no moverse ni hacer alguna mueca de dolor para no espantar a Cristina. Dolía, ¡dolía, carajo! Era como cortar una y otra vez sobre la misma herida… intentó pensar en otras cosas. En unicornios, cuya sangre era tan mágica y pura que podía mantenerte con vida aunque estuvieras al borde de la muerte… En la velocidad a la que iba la snitch dorada, ¿podría ir más rápido en su motocicleta?...  En que tan al norte estaría Azkabán… En Cristina acariciándola con fresas y chocolate, ¡no eso no! Se excitaría…


Ella no hablaba pero escuchaba a Johnson y a Cristina platicar amenamente. Y aunque por momentos creyó que los minutos eran eternos, vio a Johnson dando los toques finales a su obra. Había tardado cerca de una hora.


-Listo.- Anunció. Ale miró su abdomen. Tenía la piel roja y  algo sangrante. El hombre le dio una gasa para que Ale la mantuviera presionada unos minutos.- Es normal que esté así. Cristina, tu turno.-La azabache se paró y caminó decidida. También se recostó.- ¿en que parte?


-En la misma que Ale solo que del otro lado para que…- se detuvo. Estaba ruborizada.


-Entiendo.- Johnson sonrió y limpió la piel de Cristi.


 


Ale se sentó en donde minutos antes estaba su novia. Vio a la chica hacer una mueca de dolor pero enseguida relajó el rostro y cerró los ojos. Se la pasó observando los cuadros de las paredes, caminando por la habitación. Por un costado había un mueble y algunas fotos en él. Una llamó su atención. La chica en la foto tenía muchos tatuajes. Tenía el cabello oscuro y los ojos verdes. Calculaba que a lo mucho, la chica sería un par de años mayor que ella. Era muy bonita, ¿quién sería?


-Los tatuajes de esta chica están geniales.


-Claro, los hizo el mejor del mundo.- Bromeó Enrique, percatándose de la foto que veía Ale.- Ella es mi hija.


-Pues vaya que es linda.- Cristina carraspeó y Johnson rio.


 


Una hora después salieron del local. Johnson les había dado indicaciones de como cuidar los tatuajes y también les dio unas pomadas para la inflamación. Cristina estaba feliz, al parecer su novia toleraba el dolor más que ella. La azabache se veía emocionada. Según su reloj eran las 6.50pm.


 


Regresaron al hotel. En cuanto entraron al pent-house Ale dejó las bolsas en un rincón y se tiró boca abajo sobre uno de los muebles.


-Estoy muerta. ¿Quieres salir de nuevo o nos acurrucamos a ver una película?- No obtuvo respuesta. - ¿Amor?


-¡Aquí!- Escuchó una voz desde la recámara. Se levantó y caminó hasta su novia. Cuando entró al cuarto, Cristi examinaba algunas ropas, como decidiendo qué ponerse.- Ale, cámbiate.


-¿Qué? ¿Para qué?


-Es una sorpresa.- La azabache sonrió.


-¿Y qué debo ponerme?


-Algo elegante… Déjame ver.- Su novia empezó a buscarle ropa. Después de unos minutos le entregó las prendas.- Apresúrate.- No entendía muy bien que pasaba pero se dispuso a cambiarse.


Observó la ropa. Era uno de los trajes negros que había comprado con Cris en una ocasión anterior. Mirando a su novia que se colocaba unos tacones, empezó a desnudarse para ponerse la ropa nueva. Ropa, zapatos, perfume…


-¿Así estoy bien?


-Perfecta.- Respondió su chica mirándola complacida. Ella se pintaba los labios.- ¿Estás lista?


-Si. Te espero afuera.


-Ya voy.


Salió del cuarto y fue… a la nevera. ¡Tenía hambre! Sacó una manzana y se la comió. Sacó otra y se la comió. Iba a empezar a comerse un plátano cuando Cristina apareció. Dejó ahí su fruta y siguió a su novia. Su chica estaba hermosísima. Traía un vestido muy lindo, un collar elegante y la forma en que se había maquillado y con el cabello suelto… ¡Aaah bella! ¡Bella!


La azabache la tomó del brazo y atravesaron el lobby, hasta la puerta del hotel. Ahí estaba el auto negro esperándolas. El chofer les abrió la puerta y subieron. Solo saludaron al hombre pero Cristina no dijo cual era su destino. Al parecer el tipo ya sabía a donde se dirigían. Miraba para todos lados intentando descifrar a donde iban,


No tardaron mucho en llegar al Lincoln Center. Estaba fascinada cuando caminaron por el lugar… ¡uno de los centros de artes más grande del mundo! Cristina la tomó de la mano y la guio a través de los edificios. Notó que su chica sabía muy bien como no perderse en ese lugar. Ella sin duda se perdería entre las decenas de edificios dedicados al arte.


-Bienvenida al Avery Fisher Hall.- Le dijo Cris sonriendo feliz de la vida.


-Espera…- Rebuscó en sus archivos cerebrales. ¡No!- ¡Nooooo! ¡¿En serio?! ¡¿Veremos a la Filarmónica de NY?!- Su novia asintió. Atrapó la cara de Cris con sus manos y le estampó un sonoro beso como agradecimiento. ¡Estaba emocionada!- ¡Vamos!


Ahora ella arrastró a Cristina al interior de ese edificio. Había muchas personas entrando. Algunas saludaban a sus conocidos. Todos vestidos elegantemente. Ahora entendía porque su azabache le dijo que se vistiera así.


Llegaron a la puerta del recinto. Cristina sacó un par de boletos de su bolso y se los entregó al sujeto de la entrada. Caminaron hasta sus lugares… ¡Primera fila! Ya podría morir en paz.


Se pasó la siguiente hora y cuarenta minutos muriendo de emoción en su lugar. Le encantaría estar en una orquesta así. Tal vez en algunos años podría hacerlo pues sabía que aún le faltaba para estar al nivel de esos grandes músicos.


 


******** ******** ********


Le fascinaba ver la expresión en el rostro de Ale. Cuando su novia escuchaba música había algo que cambiaba en ella. Una energía abrasadora salía de su cuerpo y a Cris le encantaba estar cerca en esos momentos.


A ratos se acercaba lo suficiente a su castaña para poder besarle la mejilla, ¡no podía evitarlo! La amaba tanto y quería hacerle mimos a todas horas. Alternaba su vista de la Filarmónica a su novia.


El día había sido genial. Había logrado un excelente acuerdo en la reunión y había pasado la tarde junto a su Ale. Rio cuando su chica dio un brinco de emoción al escuchar un remate de la orquesta. Sabía que Alejandra tenía dos amores: ella y la música, solo así aceptaría compartir el corazón de su castaña, con la música.


Había planeado eso muchos días antes, pues en cuanto se enteró del viaje se la había pasado buscando conciertos o espectáculos en esa fecha. Y lo había conseguido, sabía que ese recuerdo viviría en su novia por el resto de su vida, al igual que ella. Porque si de algo estaba totalmente segura, era que viviría por siempre junto a esa chica castaña y de mirada esmeralda.


 


******** ******** ********


 


Después de que le concierto terminara y de que una amable mujer les tomara unas fotografías juntas, estaban de pie esperando el auto que iría por ellas.


-¡Eso fue increíble, amor! ¡Increíble, increíble, increíble!- Abrazó a la azabache por la cintura y buscó su boca. Empezaron a besarse con el Lincoln Center a sus espaldas.


Se separaron cuando el auto llegó por ellas. Subió detrás de Cristina. Durante todo el camino se la pasaron riendo y dándose besos. Ahora que ya había dejado de concentrarse en la música se dio cuenta del hambre que tenía. Decidieron cenar en uno de los restaurantes del hotel, estaban muy cansadas como para ir a cenar por ahí,


Cristina pidió una ensalada y ella una pasta, que estaba muy muy muy buena. De verdad que el día estuvo fantástico. Subieron a su habitación y se sentaron con cansancio en la sala.


-Estoy muerta.- Comentó mientras se quitaba el saco y estiraba los brazos sobre el respaldo del mueble.


-Mañana puedes descansar todo lo que quieras.- Cristina se colocó en el suelo y empezó a quitarle los zapatos. Ale la miró sonriendo.


-No, mañana me toca darte una sorpresa.- Su azabache levantó la vista hacia ella.


-¿Tienes una sorpresa para mi?


-Si.- Se inclinó y levantó a Cris del suelo. Ya la chica le había quitado los dos zapatos.- Mañana es mi turno de hacerte feliz.- La abrazó mientras su novia se sentaba en sus piernas.


-Siempre me haces feliz. Tu sola presencia me hace muy feliz. Te amo Alejandra.


La azabache la tomó del rostro y la besó despacio. Era más bien un roce tierno lo que venía de sus labios. Cerró los ojos para disfrutar de ese momento. Acarició el torso de su novia que soltó unas risitas.


-¿Qué pasa?


-Me haces cosquillas.


Miró unos segundos la sonrisa de esa chica hermosa sentada sobre ella. La chica que había puesto su mente y su corazón de cabeza y ahora, después de mucho sufrimiento, por fin era su novia.


-Te amo Cristina. Estoy tontamente enamorada de ti, de cada cm de tu piel, -acarició los brazos desnudos su novia.- del sonido de tu voz, de tu aroma, de tu alma… eres perfecta.


-No lo soy…- Susurró Cristi  cerca de su rostro.


-Lo eres.- Aseguró sin titubeos. Besó de nuevo a la azabache, con toda la ternura de la que era capaz. Si pudiera pedir un deseo, sería que ese momento fuera eterno, quedarse así con su Cristi y ser de ella y para ella.


-Ámame, Alejandra… ámame esta noche.


-Esta y todas las noches mi amor.


Aprovechando que Cristina estaba en su regazo, la abrazó y la cargó. Entre besos, risas y tropezones llegaron a la recámara. Con mucha delicadeza acostó a su novia sobre la cama. Se colocó sobre ella y le besó la nariz. Se quedaron mirándose un momento, solamente disfrutando de la presencia de la otra.


Siguieron con ese ritmo suave, se desnudaron sin prisa, el tiempo podía correr a su antojo afuera, porque en esa habitación ellas tenían su propio tiempo, marcando los segundos con sus besos y sus caricias, con sus suspiros y gemidos ahogados.


Bajó la mano por el cuerpo de Cristina, disfrutando de su piel divina. Acarició el tatuaje y lo observó un momento. Admiró esas sombras y diversos colores… Una paloma hermosa con unos llamativos ojos color esmeralda, sobrevolando un valle. El ave tenía las alas desplegadas y en las sombras de las plumas se podía apreciar una “a”… Acercó la cara a ese dibujo cobre el cuerpo de su novia y lo besó con calma. Cristi alternaba suspiros y risas.


La azabache la miró a los ojos e hizo girar sus cuerpos, colocándose ella arriba. Esa noche lo que predominaba eran los besos, tenía una necesidad de besarla, un deseo descomunal por sus labios. Como si después de esa noche no pudiera volver a besar esa boca. Y vaya que Cristina besaba muy bien. Su chica estaba sobre ella, restregando su tatuaje en el suyo, como si esos dibujos también se besaran.


Condujo su mano hasta la entrepierna de Cristi. ¡Estaba muy mojada! Acarició su zona genital disfrutando de su lubricación. Reprimía los jadeos de su novia pegando más su boca a la de la chica.


Sentía su propio sexo caliente y deseoso de atención, así que rompió el beso y giró para estar sobre Cris. Tomó la cadera de la chica y sin hablar le indicó que se pudiera boca abajo. Acomodó unas almohadas debajo de la azabache para levantarle un poco la pelvis.


-Si te incomoda esta posición me lo dices.- Dijo al oído de Cristi cuando se colocó sobre ella, pegando su intimidad a los glúteos de su novia.


Rodeó el cuerpo de la azabache con un brazo y coló la mano hasta alcanzar de nuevo su intimidad.


Cristina suspiró cuando Ale empezó a mover sus dedos en la entrada de la chica, insinuando lo que pasaría a continuación. Al tiempo que se movía sobre la azabache, la penetró despacio.


Su novia jadeó y se estremeció.


-Se siente bien.- Soltó Cris con voz ronca.


Manteniendo la suavidad con la que todo había empezado, Ale sincronizó sus movimientos sobre los glúteos de Cristi y en su interior. La azabache también movía las caderas, presionando las pompas en el sexo de Ale.


Con el brazo libre intentaba mantener el equilibrio, apoyándose en el colchón. Sin duda se volvería loca. La vagina de su novia le tenía aprisionado los dedos, sentía esas paredes húmedas contraerse y cada que lo hacían Cristina gemía con más fuerza, logrando que Ale empujara su pelvis contra ella con más presión.


De las gargantas de las dos salían sonidos para nada castos, al contrario, esos sonidos las excitaban más a cada segundo.


-Oh, Cristi.- dijo pegando los labios a la espalda de la chica, sintiendo la calidez de ese cuerpo.


Vio a su novia apoyar mejor ambas manos en el colchón y aumentar el ritmo de las embestidas. Jadeo al sentir mayor contacto de su sexo contra el cuerpo de Cris.


Estuvieron así varios minutos, pero cada vez era más difícil contenerse y no terminar. Quería disfrutar lo más posible.


-Ale… quiero ver tu rostro.


Obedeciendo a su novia se separó de su espalda y salió de su interior. Rápidamente volteó a la chica y le abrió las piernas, colocándose encima y uniendo sus vaginas.


Empezaron a moverse una contra la otra. El verde y el gris se encontraron… Mantenían el contacto visual mientras empujaban con más fuerza y presión.


Podía ver el sudor caer por la frente de Cristina y sabía que ella estaba igual pues sentía la espalda mojada y su novia usaba sus manos para delinearle el rostro y apartar el cabello mojado de su cara.


-Cristi, me matarás…-


-No quiero eso…- Le respondió jadeante su novia.-  quiero hacerte… vivir…ah… ya…- Cris la tomó de la cadera y usó también una pierna para pegarla más a su sexo.


-No… no aguanto…- logró decir entre gemidos.


Perdiendo la poca cordura que le quedaba se movió lo más rápido y duro que pudo, refugiando la cara en el cuello de Cris. Sentía la viscosidad entre sus sexos a todo lo que daba. Presionaba tanto que tuvo miedo de haber lastimado a la azabache pero ésta, lejos de quejarse, se movía más.


Valiéndole un cacahuate si la escuchaban en todo NY dejó salir un gemido de placer total cuando sintió como su cuerpo explotaba. El orgasmo de Cristina llegó un segundo después del suyo, haciendo que la azabache se estremeciera y le arañara la cadera.


Jadeantes se quedaron en esa posición varios segundos, incapaces de mover  un solo músculo.


-Wow… eso... estuvo muy… bien.- Cris se limpió el sudor de la frente.


-Si… demasiado bien.- Ahora si se apartó del cuerpo de Cristi y se acostó a su lado con los brazos abiertos, respirando hondo.- Creo que… esta es mi forma favorita de sudar en NY.- Cris soltó una carcajada.


-Siempre y cuando me hagas sudar contigo.- Su chica se sentó en la cama y se acomodó el pelo, pues lo tenía todo revuelto y alborotado.  Ale pudo observar la preciosa espalda de su novia.


-Claro que si, sudaremos juntas todos los días.


-¿Todos?


-Todos.


 


******** ******** ********


Cuando salió del baño se dio cuenta que era hora de despertar a Alejandra, que seguía desnuda sobre la cama. Horas antes habían hecho el amor de nuevo. Ale era muy apasionada en ese aspecto y sabía que cuando decía que quería hacerlo todos los días era en serio. Y a ella no le disgustaba la idea en lo absoluto. Al contrario, cada que lo hacían le tomaba más gusto. Ahora entendía lo que algunas de sus amigas decía: que una vez que inicias tu vida sexual es muy difícil detenerse.


Ella adoraba tocar y besar a Alejandra. Le encantaba ver sus expresiones de placer. Le fascinaba escuchar esos sonidos obscenos saliendo de ella. Y la volvía loca que Ale, su Ale la amara de esa manera, con sus manos, con su boca, con su piel.


Quería que esa chica, que ahora parecía un angelito durmiendo como si no tuviera preocupación alguna en el mundo, fuera la única persona que le hiciera el amor.


Gateó sobre la cama hasta colocarse cerca de Ale, a la altura de su abdomen. Si antes le parecía la parte más sexy de su novia, ahora con ese tatuaje se le antojaba más. Quería lamerlo y morderlo sin piedad.


Sonrió al verse a ella misma tatuada en la piel de esa castaña… bueno, una parte de su rostro. Sus ojos. Johnson había dibujado su mirada gris en el abdomen de Ale. Sus cejas estaban formadas por diminutas notas musicales y entre las sombras se veía una “C”.


Hipnotizada por esa imagen acercó su boca y dejó varios besos ahí. Ale se removió un poco pero no despertó. Volvió a los suyo, lo besó, pellizcó y clavó un poco los dientes. Su novia empezó a jadear y a mover los pies.


Se dio cuenta que se estaba excitando de nuevo. Tener a Alejandra a su disposición la excitaba. Miró el reloj. Su chica le dijo que tenían que salir temprano, a las 8am… Y eran las 7.15am. Tal vez debería continuar con eso más tarde. Dio un último beso a ese sexy abdomen y se acostó de lado junto a su castaña.


-Ale…- La sacudió del hombro.- Dormilona despierta.- Nada.- Alejandra… ¡Hey, tú! ¡Despierta!


Ale abrió los ojos de golpe y la miró en silencio unos segundos.


-¿Qué?


-¿Qué de qué? Ya es hora de levantarnos.- La castaña se restregó las manos en la cara, para espantarse el sueño.


-Voy.- Tomando impulso se levantó de la cama.


-¿En serio así como así? ¿Sin un beso?


-Ah lo siento, mi amor.- Ale se subió de nuevo a la cama y le plantó un beso… Y se tumbó a dormir otra vez. Empezó a reír a carcajadas. En serio Ale era muy boba a veces. Cuando controló la risa, puso la cara más seria que tenía.


-¡Alejandra, levántate!


 


******** ******** ********


Creyó que levantarse temprano sería pan comido. Con lo que no contaba era el cansancio que sentiría después de dos días de constante actividad y sexo, oh si. Por esa parte no se quejaba.


Cuando su novia la despertó con gritos, corrió de inmediato a ducharse y a vestirse para salir.


Fue hasta la cocina donde Cristi había preparado café y había unos panecillos sobre la mesa. Se sirvió una taza mientras su novia hablaba por teléfono.


-Si, todo excelente.- decía la chica.- ¿Alejandra? Aquí está tomando café y tiene cara de muerto.- Le hizo una mueca a su novia.- Si papá, se ha portado muy bien.- Le sonrió lascivamente a Cris, quien se sonrojó. Su novia le pasó el teléfono.


-Hola.


-Hola,  ¿Cómo estás?- escuchó la voz de Guillermo.


-Tengo sueño.


-Me imagino. Nunca despiertas temprano los domingos. Cristina me dijo que saldrían porque le tienes una sorpresa. ¿Irán solas?


-No, Álvaro nos acompañará.


-Oh que bien. ¿A que hora vuelan de regreso?


-A las 4pm, Llegaremos ahí a las 10.


-Bien, estaremos esperándolas. Cuídense y pórtate bien, eh.


-Seguro.- Se cortó la llamada.


 


Bajaron al lobby donde Álvaro las esperaba. El hombre tenía ropa casual y cómoda ya que sabía a donde irían. El mismo auto negro los llevó hasta la bahía. Caminaron por uno de los muelles. Ale buscaba entre la gente…


-¡Alejandra!- Un chico de piel oscura, mas o menos de su edad se acercó sonriente a ella.


-¡Drew!- lo abrazó.


-No creí que hablaras en serio.


-¿No? ¿Y por qué viniste?


-Por si las dudas.


-Ven. Te presento a mi novia, Cristina.


-Encantado.- Su amigo saludó de beso a Cristi.- Que guapa.


-Gracias.


-Amor, Drew es un amigo al que no había visto en… ¿Cuántos?-


-Tres años.- Le recordó el joven.- La última vez que te vi estabas con Lalo en casa de su tío.


-Cierto, cierto. Ah mira, él es Álvaro, trabaja con nosotros y es un gran amigo de la familia.


-Mucho gusto.- Álvaro y Drew se estrecharon la mano.


-¿Listos?- Preguntó el moreno. Ella y Álvaro asintieron. Cristina la veía con cara de interrogación.


-Te gustará.- dijo tomándola de la mano y caminando detrás de Drew.


Había contactado a su amigo por dos razones. Primera porque tenía ganas de verlo y segunda porque tenía experiencia en esos recorridos, ya que en verano guiaba a los turistas por esa zona.


Fueron a un costado de ese largo muelle. Había varias motos acuáticas. Drew revisó tres para verificar que estuvieran en buenas condiciones.


Cristi le rodeó la cintura y besó su mejilla muchas veces.


-Creo que ya se adonde me llevarás.- Cristi parecía emocionada.


-No importa, finge que no sabes y emociónate cuando lleguemos.


-De acuerdo.


Así que subieron a las motos. Drew y Álvaro solos mientras que ella llevaba a Cristina. Luego de asegurarse que su novia estaba bien sujeta a ella y de acomodarse las gafas oscuras, aceleró. La brisa marina, el viento y el agua salpicándole el rostro la hicieron despertar por completo. No eran más de tres kilómetros los que la separaban de la Isla Ellis. Ahí era a donde se dirigían. Cristina gritaba emocionada mientras la moto golpeaba el agua. No había sensación de libertad más genial que esa. Unos minutos después ya estaban asegurando las motos en el muelle de la isla. Caminaron por él mientras Drew saludaba a varios conocidos. Claro al ser parte de los recorridos en los que trabaja, las personas de ahí ya lo conocían.


-¿Qué te parece?- Preguntó a Cris señalando el edificio frente a ellas.


-Genial amor, gracias.


-Si yo... sé que te gustan las cosas históricas así que…


-Y tienes toda la razón, ¡me encantan!


Cristina parecía niña chiquita mirando ese lugar tan representativo de NY. Álvaro tomaba mil fotografías a todo lo que se encontrara a su paso. Drew hablaba sin parar, explicando como había sido usado ese lugar, primero como fuerte y luego como aduana. Miraron el libro donde había miles de firmas y nombres de personas que entraron al país por esa isla.


Su novia preguntaba cosas a Drew y observaba detenidamente todas las fotos en blanco y negro y archivos históricos en el museo de la isla. Hicieron cerca de dos horas en ese lugar.


Le encantó ver la sonrisa de Cristi cuando subieron de nuevo a las motos. Aún faltaba recorrido. Emprendieron la marcha pues ahora el destino era la isla de la Libertad. Dieron una vuelta alrededor de la isla, admirando la imponente Estatua. Vista desde las motos a Ale le dio vértigo, pero tenía que admitir que era bella.


Drew les indicó que se acercaran lo más posible a su moto para que pudiera darles una reseña rápida del lugar. Y de nuevo Cris, con esa emoción en la voz, hacia pregunta tras pregunta. Después de media hora ahí, Ale se pasó a la parte trasera de la moto y dejó que Cristi condujera.


Le dio instrucciones precisas de como hacerlo y ahí estaban de nuevo en marcha, dando un recorrido por la bahía y el rio Hudson. El cabello azabache de la chica danzaba con el viento y le hacía cosquillas a Ale. Abrazó fuerte la cintura de su novia, colocando la cabeza en el hombro de Cris mientras se sentía libre y feliz.


 


 


-Muchas gracias por todo, amigo.


-De nada, todo sea por los viejos tiempos. Golpea a Lalo de mi parte en cuanto lo veas… ah por cierto, su tío aun quiere que le devuelvan la botella que le robaron.- Drew le guiñó el ojo.


-¡Pero si esos fueron ustedes!- Se defendió.


-Un placer conocerlos. –El moreno estrechó la mano de Álvaro y besó la mejilla de Cris.


-Igualmente.


-Oye Cristina…Si Ale te causa problemas, dímelo y la pondré en su lugar.


-Gracias Drew, lo tendré pendiente.- Su novia sonreía divertida.


-Con amigos como tú… Un placer verte. Recuerda que te espero en Castilnovo eh. Lalo también me prometió ir.


-Por supuesto, me encantaría que nos reuniéramos.- Abrazó una vez más a su amigo y el chico se fue caminando hacia el otro lado de la calle.


-Quédense ahí, les tomaré una foto. – Cristi se alejó unos metros para captar un buen ángulo de ella, Álvaro y la bahía. El hombre la abrazó por los hombros.


-A tu papá le hubiera fascinado hacer este recorrido con ustedes.- Susurró Álvaro.


-La próxima vendremos todos juntos.


-Quiero ver eso eh. Que Guillermo se tome unas vacaciones.


-Cristi y yo lo convenceremos.


 


Eran las 12.30pm cuando llegaron al hotel.


-Bien chicas. En tres horas saldremos rumbo al aeropuerto así que si tienen algo más que comprar mejor háganlo de una vez.


-Creo que ya hemos comprado todo.- comentó Cris después de pensar unos segundos.


-Yo quiero ir a Central Park.- ¡De verdad quería ir!


-Qué les parece si comen algo, empacan y dejan todo listo. Van a Central Park, pasean un rato por ahí y luego las veo aquí a las 3.30.


-Si, esa es buena idea. ¿Qué te parece?- Le preguntó la azabache.


-¡Yo quiero ir a Central Park!


 


 


Se apresuraron a subir al pent-house y a empacar todo. Se le hizo gracioso ver que al llegar, entre Cris y ella traían siete maletas y ahora eran ¡doce! Su novia de verdad se había emocionado con las compras.


-No aprovechamos el jacuzzi…- dijo con pesadez.


-Mandaré poner uno en mi baño, ¿Qué te parece?


-Genial, por eso te amo.- Le sonrió a la azabache.


-Pervertida.


Cristina era muy ordenada y por lo tanto no había mucho que acomodar. Se aseguraron que no se les quedara alguna pertenencia y solicitaron que un mozo fuera por ellas. Ale comía lo que quedaba en la nevera cuando un botones llegó. Salieron del pent-house y mientras el chico se bajaba en el piso 26 para dejar todas las maletas en la habitación de Álvaro, ellas siguieron hasta la planta baja.


Cuando salieron del hotel Ale sintió el aire frío y se abrazó a Cristi. Su novia y ella tenían jeans, tenis, chamarras, guantes y gorros. Parecían una neoyorkinas comunes. Sin nada lujoso encima, solo dos chicas que caminaban hacia Central Park. El lugar estaba solo a un par de calles arriba.


Sonrió feliz al ver la gran extensión de naturaleza frente a ella.


-¿Sabías que Central Park es ocho veces más grande que el país del Vaticano y dos veces más grande que Mónaco?- Preguntó a su chica.


-¿Así de grande?


-Si, por eso de noche es algo tenebroso. Tipo el bosque prohibido.


-No creo que aquí hayan centauros, amor.


-Quien sabe. Vamos ahí.- Tomó la mano de Cris para poder caminar más a prisa, ya que abrazadas su paso era más lento.


Había un carrito de hot dogs con varias personas esperando su pedido. Por el olor, se le hizo agua la boca. Esperaron su turno y compraron algunos y unas gaseosas. Se veían deliciosos con todo ese tocino y el queso derretido encima… Ñam ñam.


Con la bolsa de comida, ahora si se adentraron al parque. El camino empedrado tenía rastros de nieve ya que el invierno estaba llegando a su fin, los árboles tenían las ramas desnudas y en los pinos se combinaban el verde y el blanco. El lago no estaba congelado pero estaba segura de que el agua estaría heladísima. Algunas familias estaban a los alrededores, jugando con la nieve, tirándosela a la cara o haciendo muñecos. ¿Y si hacemos un muñeco?


-Adoro el invierno.- le dijo a Cris mientras sacaba dos hot dogs y le daba uno a la chica.


-Pero si eres muy friolenta.


-Lo sé, pero me gusta el invierno. Lo prefiero al calor.- Dio una mordida a su comida. ¡Buenísimo!


-Esto está muy rico.- Cristina saboreaba su hot dog.


-De lo que te habías perdido 18 años de tu vida.


-Pero llegaste y me enseñaste lo deliciosa que es la comida callejera.- dijo su novia riendo.


-Esh ña mengor.


-¡No hables con la boca llena!- Tragó grueso y hasta le lagrimaron los ojos.


-Quise decir que…-Ah estaba llorando.- es la mejor.


-Amor…- Cris la miró como si dudara en continuar.- Quiero preguntarte algo.- Asintió para animar a la chica.- Sé que tu creciste lejos de todo el protocolo y la etiqueta pero… quisiera saber, ¿Por qué nunca te llevaron a visitarnos? ¿Por qué creciste apartada de nosotros?- Se congeló y no precisamente por el frío. Guardó silencio un momento, solo mirando los ojos de Cristi.


-Sabes que nunca tuve buena relación con mi padre.


-Cuando nos dijeron que te mudarías con nosotros mi papá nos contó que tu estabas con mi tío cuando tuvo ese accidente que lo mató pero, -sí, recordaba que ese dato estaba en la historia que el Conde le indicó sería la versión oficial, por si alguien preguntaba porque no había asistido al funeral de Antonio.- ¿por qué en ese momento no se nos dijo que existías? Así hubiéramos podido ir a visitarte al hospital.- No quería mentirle. Y no lo haría. Tomó la mano de Cristina.


-Yo no iba con él. De hecho cuando te digo que no tenía buena relación con él es… la verdad no tenía ninguna relación con mi padre. Nunca conviví con él.- Cris parecía aturdida.


-No… no entiendo. Entonces, ¿es verdad? ¿Mi tío te abandonó?- ¿Cómo decirle la verdad sin lastimarla? Se acomodó mejor, dejando a un lado su comida y tomando con ambas manos las de Cristina.


-Mis padres nunca se casaron y aunque suene raro mi papá siempre estuvo al pendiente de mi aunque nunca lo vi.- Quería ser justa con Guillermo, pues al decir “mi padre” se refería a él.- Nunca tuve un día de campo con él ni nada por el estilo. Mis papás acordaron que por mi bien era mejor crecer lejos del mundo en el que tu creciste y ocultarle mi existencia al resto de la familia. Aunque a mi papá le dolió mucho apartarse de mi, lo hizo. Pero te repito, él siempre veló por mi bienestar y se hizo responsable de sus obligaciones económicas. Nunca me faltó nada… solo él. Por eso crecí sintiendo rechazo por él, porque creí que me había abandonado.


-Aun no comprendo del todo… Tu me has comentado que te hizo falta dinero… que tu trabajaste para pagar la universidad.- No sabía si debía seguir hablando o cortar la historia ahí.


-Cuando mi madre murió yo estaba por entrar a la universidad y acababa de cumplir la mayoría de edad. Estaba dolida con mi padre, con su familia… es por eso que rechacé toda la ayuda económica que… que tu papá me ofreció para la escuela. Quería demostrar que podía hacerlo por mi misma. Por eso conseguí un empleo. Pero tus padres estaban preocupados por mi, por estar lejos de la única familia que me quedaba y lograron hacer que me mudara y así llegué a ti.- Cris le sonrió con melancolía.


-Mis papás, ¿siempre supieron de ti?


-Si ellos me cuidaron siempre, a escondidas de mi.


-Mientras más me cuentas, mas preguntas tengo.- Sabía que aún no podía confesarle toda la verdad, no hasta que Guillermo estuviera de acuerdo.


-Lo que tienes que saber es que mis padres se amaron mucho pero que por circunstancias y decisiones suyas se separaron. Me costó mucho perdonar a mi papá y entender por qué hizo lo que hizo. Pero ahora estoy tranquila con ese asunto. Y aunque me hubiera gustado tenerlo conmigo en mi niñez, es algo que ya no se puede remediar. Y bueno, casi no me gusta hablar del pasado. Solo quiero concentrarme en el presente y construir mi futuro.- acarició el cabello de Cristi. La chica le sonrió. Al parecer ya no preguntaría más aunque Ale sabía que todo la información que le había dado daría mil vueltas en su cabeza.


-Lamento que mi tío no haya convivido contigo. Lo lamento por los dos. Tú no lo conociste y él se perdió de mucho al separarse de ti. Eres un excelente ser humano y estoy segura que él estaría orgulloso de ti.- Cristi le acarició la mejilla.- Además… así pudimos habernos conocido antes.


-Y desde entonces te hubiera pedido que fueras mi novia.


-Naaah, no te hubiera hecho caso.- Bromeó su chica.


 


Cambiaron de tema y se pusieron a hablar de tonterías mientras terminaban de comer. Se divirtieron como niñas. Cristi le tiró varias bolas de nieve a la cara y Ale tropezó y cayó cuando quiso correr detrás de su novia. El tiempo pasó volando y cuando se dieron cuenta ya era hora de irse.


-¡Adiós Nueva York! ¡Volveremos pronto!- Gritó al cielo cuando caminaban para salir de Central Park.


-Estás loca.- Cristi reía.


-Anda, grita. Yo sé que quieres.- Tomó a Cris por la cintura. La chica negó.- Anda, tu puedes.- Su novia respiró hondo.


-¡Te extrañaremos, Nueva York!


-¡Eso!


 


Puntuales a las 3.30pm subieron al auto que las llevaría de nuevo hacia el aeropuerto. Estaban con la cara pegada a la ventanilla del auto, disfrutando de las calles neoyorkinas por última ocasión.


Al igual que en el viaje de regreso, al llegar a la pista el avión ya estaba listo, esperándolas. Subieron mientras el personal se encargaba del equipaje. Ale se acurrucó junto a Cristina. Estaba exhausta.


Minutos después el capitán anunció que despegarían y que se abrocharan los cinturones y pusieran sus asientos en posición vertical. Miró como el suelo de NY se alejaba de avión conforme se elevaban.


Iban ya de regreso a casa.

Notas finales:

Quiero agradecer a mi bella y genial Sthephannia por prestarme a don papá de Súper A porqué seeh, era él. Así que !aplausos para Shephi! (Aplausos, besos y nalgadas)

Espero sus comentarios.

Besos cachondos en sus partes más oscuras. Muuuuuaack.

!Travesura realizada!


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