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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Debo reconocer que el fic está tomando otro rumbo al que había pensado. ¿La razón? Ale y Cris. No sé si esto pase a otros autores pero en este caso, nuestras protagosnistas tienen una personalidad tan marcada que ellas son las que dictan el rumbo de la historia, no sé si me explico. Yo quería hacerles llorar y romperles el corazón pero la ternura de Cris y la locura de Ale hacen que las cosas salgan de otra manera.

Espero que lo disfruten.

!Accio cap 30!

******** ******** ********

 

Y la historia empezó.

 

-No sé por donde comenzar…- observó a su madre titubeante.- Sé que esto te ha causado una gran confusión y rabia. Pero quiero que sepas que la que menos culpa tiene en esto es Alejandra. Ella te ama.- Gruñó.

-Los culpables de esto somos nosotros. Sobretodo yo que me negué a hablar con la verdad cuando Ale me lo pidió. Ella desde un principio quiso decirte quien era.- Admitió Guillermo.

-Tu hija…- Sentenció. ¿Qué otra verdad podía haber ahí? ¡Todo estaba claro! Alejandra era hija de su padre, por lo tanto era su media hermana. Su amor estaba prohibido. Tocarla estaba prohibido. Besarla estaba prohibido.

-Si, ella es mi hija. Cuando me volví Conde, los planes de boda que tenía con Laura se complicaron. Ella no quería ser una Condesa. Ella era una artista, no quería esta vida. Por eso después de un tiempo en el que intentamos llegar a una solución, decidimos terminar. Nueve años después supe que había tenido una hija mía. Viajé hasta su ciudad para hablar con ella y sí, efectivamente tenía una hija mía. Me había perdido de los primeros 8 años de esa niña. Me enojé. Discutimos mucho. Ella me expuso sus razones y aunque al principio no las entendía, después de razonarlas acepté sus condiciones.

-¿Qué condiciones?- Le ganó la curiosidad ante esa historia. Al fin y al cabo era la historia de Alejandra.

-Apartarme de la vida de mi hija. Laura decía que Ale no encajaría en nuestro mundo pues era igual a ella en espíritu. No quería que la niña creciera con las normas rígidas de la nobleza. Desde pequeña, Ale había demostrado un gran talento en la música y Laura estaba segura de que ese sería su camino en la vida. Acordamos que me aseguraría de que nunca le faltara nada pero que era mejor que no tuviera contacto con nosotros, nunca.- Sintió una punzada dolorosa. Ese trato le parecía tan injusto.

-¿Cómo pudiste aceptar algo así? ¡Ella es tu hija! ¡Tenía todo el derecho de venir hasta aquí! ¡De crecer con nosotros! ¡A tu lado!- ¿Por qué defendía a Alejandra? Cerró la boca conteniendo las ganas de seguirle reclamando a su papá.

-Lo sé. Fue injusto sobre todo para Ale. 

-Soy testigo de lo mucho que le costó a Guillermo aceptar eso. Pasamos muchas noches en vela pensando en los pros y contras de ese acuerdo. Al final, tu padre aceptó. Pero no creas que cumplió del todo.- Sofía esbozó una ligera sonrisa.

-¿A qué se refieren?

-Laura nunca supo que solía visitar a Alejandra. Claro que Ale tampoco se dio cuenta. Me vestía como hippie e iba a cada festival escolar que tuviera y la observaba junto a los demás padres de familia. Aunque de lejos la vi crecer. Estuve pendiente de sus enfermedades, de sus calificaciones, de sus problemas. Le enviaba regalos y tarjetas en fechas importantes. Ella siempre supo que yo era su papá aunque nunca me vio en persona.

-¿Cómo llegó a vivir con nosotros?

-Bueno, como supongo que ya ataste cabos, el padre Sebastián es tío abuelo de Ale.

-Si, ya pensé en eso y en verdad… ¡no sé como un sacerdote se quedó callado viéndonos a Alejandra y a mi teniendo una relación! ¡Todos ustedes…!

-¡Cristina!- Su madre se puso de pie viéndola con una mirada furiosa.- Te pedí que te mantuvieras serena escuchando. Todo tiene una explicación. Ahora escucharás todo lo que tenemos que decirte.- Su mamá volvió a sentarse. Se sintió algo avergonzada. Cerró con fuerza los puños tratando de controlarse.

-Sebastián fue quien la convenció de venir.- Continuó su papá.- Cuando Laura murió, supe que era necesario traer a Alejandra con nosotros. No me agradaba que se quedara ahí, lejos de su familia. Pero ella se negó. Dijo que no quería saber nada de mi. Ella siempre me guardó rencor al creer que la había abandonado o que prefería mantenerla lejos de nosotros. No quiso seguir recibiendo mi ayuda económica. Así que buscó un empleo y empezó la universidad. Fueron los dos años más angustiantes de mi vida. Sebastián insistió varias veces hasta que logró que Ale cediera y se mudara hasta aquí. Ella vino creyendo que viviría con Sebastián pero apenas llegó, su tío la trajo hasta aquí. Y por fin pude tener a mis hijos juntos bajo el mismo techo.- Notó la emoción en la voz de su papá.- Fue muy difícil obtener el perdón de Ale. No sabía como acercarme a ella y cada vez que hablábamos terminaba reclamándome y enojándose conmigo.

-¿Por qué permitieron que nos enamoráramos?- Preguntó con un nudo en la garganta mirando al suelo.- ¿Por qué no nos detuvieron?

-Cristina…- Su madre se arrodilló frente a ella y le tomó las manos.- estabas tan feliz.  Nunca te había visto sonreír de esa manera.

-¡Pero está mal!

-No, no está mal.- Su madre respiró hondo varias veces.- Hay algo que debes saber. Creí que nunca haría falta decirte la verdad pero… Guillermo es tu padre porque te amó desde el momento en que supo que vendrías al mundo. Luchó por ti y te protegió, nos protegió a ambas…-

-¿De qué hablas, mamá?

-Hija… el amor es el lazo más fuerte que puede unir a las personas. Es más fuerte incluso que los lazos de sangre.

-No entiendo…- ¿Qué estaba pasando?

-Lo que te une a Guillermo no es un lazo de sangre, sino de amor.- Giró la cabeza para ver a su papá. ¿Qué le estaba queriendo decir su madre?

-Yo… ¿qué?- Los ojos se le empaparon.

-Lo que tu madre quiere decir, - Ahora fue Guillermo quien se acercó y se sentó junto a ella en la cama.- es que eres mi hija de corazón, pero no de sangre.

-¿Tu…- El nudo se hacía más grande.- no eres mi papá?- El Conde la abrazó.

-Biológico no. Pero te amo inmensamente. He estado contigo desde antes de que nacieras.- Dejó que el llanto ganara la batalla.

-¿C- como…?

-Cuando era muy joven, - empezó a decir su mamá apretando con más fuerza sus manos.- conocí a un chico que trabajaba para mi familia. Él era plebeyo y yo sabía que tu abuelo jamás nos dejaría estar juntos. Pero estaba enamorada de él.  Habíamos planeado fugarnos y casarnos. Para eso le entregué todas las joyas y el dinero que tenía para que él fuera comprando los pasajes y se encargara de organizar todo. En eso estábamos cuando me di cuenta de que estaba embarazada… Se lo dije y…- Su mamá lloraba.

-¿Y?

-Él no quería al bebé.- Su estómago dio un vuelco.- Quería que… que… lo abortara.- Se intensificó su llanto. Sintió a Guillermo estrechar más su abrazo.- Me llevó a una clínica de la que logré escapar y me apresuré a venir hasta aquí.

-¿Por qué aquí?

-Tu mamá era mi mejor amiga desde que éramos pequeños.- No sabía eso.- Me contó todo lo que había pasado. Me contó sobre ese sujeto. La dejé descansado aquí y fui a buscarlo pero él no estaba dispuesto a casarse con tu madre, solo había jugado con ella.

-Yo estaba desesperada. Si mi papá se enteraba de mi estado, me obligaría a abortar. Fue cuando Guillermo me sorprendió tomando la decisión de protegernos a mi y a ti. Habló con tu abuelo y le dijo que nos casaríamos pues yo esperaba un hijo suyo. Nunca había visto tan feliz a tu abuelo, aceptó enseguida nuestro compromiso.

Silencio.

Intentaba asimilar todo lo que se había dicho ahí. Estaba confundida. Su cabeza daba vueltas. No sabía que sentir…

-¿Mi papá es un desgraciado que solo jugó contigo y quiso matarme?- Preguntó mirando a su mamá.

-No.- Guillermo fue quien respondió.- Tu papá soy yo. Siempre he sido yo y siempre lo seré. No debes sentirte mal por el pasado o por la conducta de otros. Tú eres mi hija, mi princesa y no sabes lo orgulloso que estoy de ti.

-Yo… no sé… me siento mal…-

-Te daremos tiempo de entender y aceptar todo esto.- La consoló su madre, acariciando sus manos.

-¿Por qué no me lo dijeron antes? ¡Tenía derecho a saberlo! ¡¿Por qué esperaron a que lo descubriera?! ¡¿Por qué así?!- No podía controlar el  manantial que brotaba de sus ojos.

-No queríamos darte un sufrimiento innecesario. Creímos que no había necesidad de que supieras todo esto. – Explicó su… Guillermo.

-El riesgo empezó cuando Ale y tú se enamoraron. Nunca pensamos que eso pasaría. Pero cuando pasó decidimos apoyarlas.

-Esperen…- Se dio cuenta de algo obvio.- ¡Ale sabía todo esto! Si ella sabía que tú eras su papá y me creía su hermana… ¡por eso me rechazó! ¡Por eso se fue! Y luego… volvió. ¿Le contaste todo y por eso regresó?- Cuestionó al Conde.

-No. Ella volvió porque te ama. Volvió creyendo que eran hermanas pero lo que sentía era más fuerte que eso. Vino a luchar por ti. A pelearse conmigo si era necesario. – No pudo disimular una sonrisa.- Fue hasta después de la cirugía que le contamos todo esto.

-¡Entonces si lo sabe! ¡Esa…! ¡Lo sabía!- Volvió a enojarse. Con brusquedad secó las lágrimas en su rostro. ¿Cómo pudo ocultarle algo así? Caminó hasta la puerta y la abrió de golpe.

 

******** ******** ********

 

Estaba sentada en el pasillo frente a la habitación de su novia. Hacia bastante que los Condes se habían encerrado ahí a hablar con Cristina. Cuando la puerta se abrió, dio un brinco del susto.

Se puso de pie de un salto mirando a la chica frente a ella. Por varios segundos no se dijeron nada.

-Entra.- Dijo al fin Cris con voz cortante.- Quiero hablar a solas con Alejandra. ¿Nos permiten?- Guillermo y Sofía intercambiaron miradas asintiendo. Salieron dejándolas solas. Cristina le daba la espalda.- ¿Por qué me engañaste?- preguntó de golpe.

-Nunca fue mi intención.

-¡Pero lo hiciste!- La chica giró para quedar frente a frente.- Confiaba ciegamente en ti y me fallaste.

-¡No podía decírtelo así como así! ¡Tus padres debían contarte todo!

-¡¿Qué padres?! ¡Él no es mi papá! ¡Es el tuyo!

-¡Es tu papá y punto!

-¡¿Lo defiendes?!

-¡Claro que sí! ¡Él se ocupó de ti incluso antes de que nacieras! ¡Te abrazó de pequeña! ¡Te cuidó cuando enfermabas! ¡Siempre te ha amado y protegido! ¡Eso hace un padre! ¡Así que no seas injusta con él solo porque intentó evitarte más dolor!

-¡Debiste decirme todo desde el principio! Cuando te dije que te amaba y me rechazaste, pudiste decirme la verdad, que eras su hija.- Eso era verdad.

-Yo…- parpadeó mirando los ojos grises de la chica.- tenía miedo de que me odiaras. Tú y yo ya nos habíamos besado, teníamos algo y si… creí que lo mejor era solo alejarme de ti. Sé que cometí errores, - se acercó a su novia.- sé que debí ser sincera contigo pero dime, ¿tu que hubieras hecho en mi lugar? ¿Me hubieras dicho la verdad así con la mano en la cintura? ¿O hubieras minimizado el daño lo más posible?

-No… no sé que hubiera hecho.- admitió la chica.

-Cuando supe que no teníamos la misma sangre sentí un gran peso esfumarse de mis hombros. Tus papás  me pidieron mantener todo en secreto para no lastimarte. No quería engañarte pero tampoco quería que sufrieras de la manera en que sé que estás sufriendo justo ahora.- Se acercó más a Cristi y la tomó de la barbilla. Pudo notar los ojos bañados en llanto de su azabache.- No me importa quién es hija de quien… Yo solo te amo.- Cristina se le echo al cuello y sollozó ocultando su rostro en su pecho.

-Estoy muy confundida. Hay tantas cosas que giran en mi mente. Tantas dudas, tanto que quisiera saber.- Condujo a su novia a la cama y se sentaron en la orilla sin romper el abrazo.

-Eso está bien. Puedes preguntar. Si hay algo que quieras preguntarme, hazlo.

-Me duele saber que me engañaste. Estoy enojada contigo pero al mismo tiempo… siento que solo tú puedes consolarme.

-Y aquí estoy para ti. Si… sé que estás enojada y en verdad espero que me perdones.- Besó con suavidad la frente de su chica.

-Cuando te fuiste, ¿fue porque nos creías hermanas?

-Sí. Poco después de mi llegada empecé a sentir algo fuerte por ti. Eras tan linda, me encantaba todo lo que iba descubriendo. Me sentía tan bien a tu lado. Fue en el club, el día en que competiste que Valeria mencionó que mi interés hacia ti parecía romántico. Cuando dijo eso mi cerebro explotó. Me negaba a reconocer mis sentimientos… Pero tú me pusiste en apuros con tu cercanía y luego ese beso… un beso accidental, tal vez para muchos insignificante pero para mi… fue la caja de pandora. Fue el contacto que liberó el amor que estaba luchando por salir. Supe que me había enamorado de ti.  Intenté alejarme. Pero mientras más fría quería ser contigo, tu calor y tu dulzura se filtraban hasta mi corazón. Cuando me confesaste tu amor no sabes las ganas que tenía de decirte que también te amaba, pero no podía. Tú eras mi hermana… al menos eso sabía. Por eso me fui.

-¡Debiste ser sincera conmigo!- Cris se puso de pie, de nuevo enojada.- ¡Debiste decirme que eras mi hermana y por eso no podíamos estar juntas!- Se paró frente  a su novia.- ¡Luego cuando supiste la verdad, también debiste decírmelo!

-¡Ya te dije por qué callé! ¡No podía pasar por sobre tu madre, esa verdad solo podía decírtela ella!

-¡¿No te das cuenta?! ¡Nada de esto me corresponde! ¡No soy una San Román!- Cris empezó a temblar.- ¡Guillermo no es mi padre! ¡Todo esto es tuyo!

-¡Yo no quiero nada!

-¡Pero es tu derecho! ¡Yo soy la hija de un tipo que nunca amó a mi madre ni a mi! ¡He ocupado un lugar que no me corresponde! ¡Tu lugar! ¡Por eso no me parezco a ustedes, porque no soy una de ustedes!

-¡Claro que lo eres!- Sujetó los antebrazos de Cristina con fuerza pues su novia estaba al borde de un ataque de histeria.- ¡Mírame! ¡Que me mires!- Logró que Cris hiciera contacto visual con ella.- ¿Crees que la sangre es más fuerte que el amor? ¡No! Dime, cuándo Guillermo estuvo a punto de morir estabas dispuesta a hacer lo que sea para lograr salvarlo, ¿la angustia que sentías era verdadera? ¡Contesta!

-¡Si!-  La azabache intentaba soltarse de su agarre pero ella se lo impedía.

-Cuándo se quedaba contigo durante las tormentas para que te sintieras tranquila, ¿Te sentías segura?

-Sí.

-Cuándo en tus competencias ecuestres lo veías ahí sentado en primera fila, ¿sentías su apoyo?

-Si…- reconoció su novia en un susurro. Las fuerzas parecían abandonarla de a poco.

-El amor no se puede fingir y entre ustedes existe un lazo que nada logrará romper. Además él nunca ha hecho distinciones entre tus hermanitos y tu. Eres una San Román, si no de sangre sí por amor y eso es mucho más fuerte que cualquier código genético. Eres su hija y como tal tienes derecho a todo lo que se te ha dado y a todo lo que se te dará.

-Pero… siento que estoy cometiendo una injusticia contigo.- La azabache bajó la mirada.

-La única injusticia aquí es que no nos hemos besado en horas.- La chica sonrió entre lágrimas.- No me interesa ninguna herencia o título. No nací para ser Condesa, ni siquiera para ser aristócrata.- Hablaba con ánimo para lograr que su novia se relajara.- Lo mío es la música, las tonterías… Eso de la etiqueta te lo dejo a ti.

-Me siento rara, es como si yo no fuera yo.

-Te llamas Cristina, estudias comercio internacional, algo súper aburrido si me lo preguntas, pero a ti te encanta. Te gusta la equitación, ir de compras, ayudar a las personas y estás enamorada de Alejandra, o sea yo.

-Tonta.- Llevó las manos de su novia hasta su cuello para indicarle que la abrazara. Cuando la azabache lo hizo ella la rodeó por la cintura.

-Esto no tiene por qué cambiar absolutamente nada. Tú eres la odiosa Cristina San Román y yo la genial Alejandra.

-Alejandra San Román García… Me encantaría que me hablaras de tu mamá.

- Lo haré. Pero primero quiero besarte.- Se acercó un poco a los labios de Cristi.

-No creas que te he perdonado.

-Bueno, no me perdones pero bésame.- Cristina acortó la distancia que las separaba y la besó. Sintió los labios temblorosos de su azabache, pudo notar que aún no se tranquilizaba del todo. Acarició su espalda para reconfortarla mientras correspondía ese beso suave. Cuando se separaron, la azabache la estrechó fuerte.- Todo estará bien. Tranquila.

-Quisiera hablar con mi mamá. Hay cosas que quiero preguntarle.

-¿Quieres que le diga que pase?

-Por favor.

-Bien.- Le dio un pico a Cristi y salió de la habitación. ¿Dónde estarían los Condes? Decidió buscarlos en su recámara.

 

Toc-toc.

-¡Un momento!- Escuchó la voz de su papá. Esperó unos diez segundos.- ¡Adelante!

Cuando abrió la puerta Guillermo estaba de pie cerrando un cajón y Sofía se limpiaba los ojos con un pañuelo.

-¿Cómo está Cristina?- preguntó la mujer.

-Está intentando asimilar todo. Pero aún tiene muchas dudas, quiere hablar contigo.- La Condesa se puso de pie de inmediato, se acomodó la ropa y relajó el rostro. – Estoy segura de que ella comprenderá.- Quiso darle ánimo a su madrastra.     

-Gracias.- Sofía le sonrió y le dio unas palmadas cariñosas en el hombro antes de salir, dejándola sola con Guillermo.

-¿Tu como estás?- Le preguntó a su padre.

-Preocupado… con temor.- Guillermo se sentó en un sillón.

-¿Temor?- Se acomodó frente a su papá.

-Creí que este día no llegaría nunca. Temo que mi hija sufra. Temo que no perdone mi silencio.- Observó al hombre rascarse la cabeza en señal de desesperación.

-No debes temer. Es normal que necesite un tiempo para aceptar todo esto. Pero ella es una chica inteligente, tierna y sobre todo, ama a su familia con todo su corazón. Se repondrá, solo hay que ser pacientes.

-Hablas con mucha sabiduría, eh.- Guillermo sonrió de lado en un gesto que ella también hacía.

-La sabiduría que me dan mis años.- Bromeó.

-Estoy cansado.

-Obvio. Has estado esforzándote de más. ¿Por qué no te recuestas un rato?

-Quisiera hablar con Cristina.

-Creo que lo que ella tiene que hablar con su madre le llevará bastante tiempo. Anda, acuéstate.

Ayudó a su papá a ir a la cama. Le quitó los zapatos y esperó paciente a que Guillermo se acomodara sobre el colchón.

-Gracias. Has sido de mucha ayuda y no me refiero solo a ayudarme a entrar a la cama.

-Creo que si yo no estuviera aquí no hubieran tenido la necesidad de contarle todo a Cristina. Me imagino que para tu esposa también es algo duro. Recordar todo el pasado. Así que, en cierta manera todo esto es culpa mía.

-No es tu culpa. Aunque admito que es duro, Sebastián tenía razón. La verdad siempre es mejor. Las personas no deberíamos engañar a los que amamos.

-Lo hiciste pensando que era lo mejor para ella. Tu intención fue buena. Solo creo que Cristi atravesará por una crisis de identidad muy fuerte.

-¿Por qué lo dices?

- Cree que no tiene derechos por no llevar tu sangre. Siente que usurpa mi lugar. Le dije que el lugar que tiene es el que le corresponde porque con tu sangre o no, ella es tu hija.

-Así es, ella es mi hija.

-En cuanto hables con ella, asegúrate de dejarle eso claro. Creo que ahora necesita eso, sentirse parte de ti.

-Lo haré. Y gracias, Ale.- Guillermo le tomó la mano.- Gracias por amar a mi hija.

- De nada, suegro.

 

 

 

Guillermo se quedó dormido y ella misma estaba en ese limbo entre la realidad y los sueños cuando escuchó a alguien tocar la puerta. Era Bernardo.

-Señorita, el señor Gastelum quiere hablar con su tío.

-Mi tío está dormido. Yo lo atenderé.

-Está acompañado de otro hombre. Me parece que es un auditor.

-Perfecto.

Se dirigió al despacho, pues ahí esperaban los hombres.

-Ale, ¿qué tal van las cosas?- Interrogó Álvaro, acercándose a ella en cuanto entró al despacho.

-Sofía está hablando con Cristina en este momento.- Le comentó rápido al hombre.

-¿Y Guillermo?

-Está descansando. ¿Es necesaria su presencia?

-No, deja que recupere fuerza. Tú puedes representarlo muy bien en esto. Ven.- Caminaron hasta el escritorio. En una de las sillas estaba el auditor. El sujeto se puso de pie.

-Lic. Ordoñez, le presento a Alejandra San Román, sobrina del Conde. Ella recibirá la información que viene a entregar.

-Mucho gusto.- Le estrechó la mano al tipo. Rodeo el escritorio y se sentó en la silla de su papá. Los hombres también tomaron asiento.

-Como seguramente sabe, Grupo San Román contrató los servicios de mi empresa para realizar una auditoría a la vicepresidencia, específicamente al manejo que el señor Tomás de Aragón hizo con los recursos económicos de la empresa del Conde.- Asintió para indicarle a Ordoñez que continuara.- Pues le informo que hemos terminado la auditoría y tengo el resultado.- Le entregó unas hojas.- Como verá, nuestro trabajo está avalado por un notario que da fe de la legalidad de la auditoría.- Efectivamente había una firma de un notario y los respectivos sellos que legalizaban los documentos.- Gracias a eso, puede presentar esta auditoría como evidencia en un juzgado.

-Genial.- Eran muchas hojas. Pasó algunas. Bla, bla, bla, bla… Había una hoja casi al final con una tabla que resumía el contenido. Observó con calma.- Esto… esto, ¿es el resultado?

-Sí.-Miró a Ordoñez y luego a Álvaro que se veía enfadado, muy enfadado.

-¡Es muchísimo dinero!

-Así es. El señor de Aragón hizo un fuerte desfalco a las arcas de Grupo San Román.

-¿Está seguro de esto?

-Por supuesto. Somos unos excelentes auditores y déjeme decirle que su tío tiene todo el derecho de denunciar el robo de ese dinero.

-Claro que lo hará.- Intervino Álvaro.

Pensó un momento. Si, era mucho dinero y debía estar en algún lugar. Recordó que Cristina había dado la instrucción a Álvaro de investigar todo lo referente a Tomás y su familia…

-Licenciado Ordoñez, muchas gracias por tan estupendo trabajo. Mi tío estará muy complacido.

-Estamos al servicio del Conde y su familia. Ahora si es tan amable de firmar esta hoja donde se especifica que la auditoría ya fue realizada, se lo agradecería mucho.

-Claro.- Tomó la hoja y la firmó.

Se despidió de Ordoñez y se sentó de nuevo leyendo con detenimiento la información en sus manos. Álvaro acompañó al auditor hasta la salida de la mansión y luego volvió al despacho.

-¿Qué opinas?- Preguntó el hombre.

-Opino que Tomás está acabado. ¿Qué información tienes sobre él y su familia?

-Una muy buena.- La sonrisa de Álvaro hablaba por si sola. Lo observó encender su ipad. Leyó lo que Álvaro le enseñaba.

-¡Pinche cerdo!-¡Pinche cerdo! ¡Apestoso!

-Lo mismo pensé.

-¿Pero como no se dieron cuenta antes?

-El tipo es muy astuto.

-Pues se le acabó la suerte.- En verdad estaba enfadada.

-¿Cómo quieres proceder?

-¿Yo? ¿No crees que mi papá debe tomar la decisión?

-Tal vez. Pero él y Cristina andan ahora resolviendo cosas personales. Dime tú, ¿Qué harías?

Se quedó callada un momento. ¿Qué debía hacer? ¿Qué quería hacer? ¡Golpear una y otra vez a Tomás! Le repugnaba el cinismo e hipocresía de ese sujeto. Tenía ganas de verlo encerrado, de hacer público el robo, su doble moral, de destruirlo por completo a él y a toda su familia. Pero debía contener su rabia. Un enemigo desesperado es muy peligroso. Lo que tenía que hacer era proteger a su familia ahora que su papá estaba débil física y emocionalmente.

-Esperaremos. Él no sabe que tenemos esta información. Se siente seguro atacándonos desde la sombra, haciendo correr rumores, desprestigiando poco a poco a mi familia. Le haremos creer que nos tiene acorralados y entonces… el acorralado será él. Dejaremos que él solo excave su tumba.

-Maquiavélico… me gusta.

-Hay otra cosa. Cristina se enteró de todo gracias a un detective privado. Rastreó a mi madre y así supieron que Laura había tenido una hija.

-Si, lo sé. Creo que Cris mandó al investigador antes de que Guillermo me mandara borrar todo rastro de ti.

-¿Borraste también rastro de mi mamá?

-Claro. Sus documentos, como el acta de nacimiento, archivos laborales, etc. están protegidos. Solo tu o Guillermo pueden acceder a ellos. Nos costó una buena cantidad pero está hecho.

-No quisiera que Tomás descubriera algo más sobre nosotros.

-La información de cada integrante de tu familia está resguardada.

-Excelente. Le enseñaré esto a mi papá en cuanto despierte.- Pensó en algo, ¿era prudente decirlo?- Uhm, ¿también resguardaste la información de Gerardo?- Álvaro se puso más serio de lo normal. Negó con la cabeza.- ¿Podrías hacerlo?

-Claro.- Le pasó al hombre su ipad y lo miró mientras guardaba sus cosas en su portafolio.- Por cierto, Ale…

-¿Qué pasa?- Álvaro sonrió.

-Te ves muy bien en esa silla.

 

 

Notas finales:

Espero comentarios, besos y nalgadas.

 

!Travesura realizada!


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