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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Hola. Quiero decirles que... !disfruten! La verdad, olvidé que iba a escribir en este espacio. 

!Accio cap 31!

Estaba sentada en un camastro frente a la alberca, pensando en todo y nada a la vez. Ya había pasado una semana desde que Cristina se enteró de la verdad y desde ese día, su novia se había encerrado en su habitación. Sabía que tenía que darle tiempo para ordenar sus ideas y sentimientos, pero estaba preocupada.


-Deberías cambiar esa cara.- Escuchó decir a su tío Sebastián, que se acercaba a ella.


-Con ésta nací. ¿Cómo está Cristi?- El sacerdote había estado charlando un par de horas con su novia.


-Comprendiendo. Me reclamó, ¿sabes?


-Igual que a todos. Somos unos mentirosos.- En verdad se sentía apenada con su chica.


-Sí, lo somos. ¿Tú como estás?


-No sé… algo impaciente supongo. Quisiera poder evitarle todo esto.


-Eso es imposible. Cada persona asimila las cosas a su manera, a su tiempo. A ti te llevó mucho  entender a tus padres. Cristina solo ha tenido unos días con la verdad de su origen.


-No quisiera que diera demasiada importancia a quien es o no su padre, ella vale por sí misma.


-Para ella es importante, creo que para todos lo es. Saber de donde vinimos… Además, Cris siempre estuvo orgullosa de su abolengo, de su linaje. Deberías entender eso.


-Si, yo… perdón. Solo quisiera que las cosas fueran como antes.


-Nada será como antes. Te aseguro que todo será mejor.


-Si un cura loco lo dice, tendré fe. ¿Te quedarás a cenar?- Se puso de pie, seguida del anciano. Caminaron hasta la mansión.


-Claro, la comida de esta casa es como un manjar de Dios.


-Eso es una blasfemia, ¿lo sabías? No sé como el vaticano no te ha excomulgado.


- Soy el consentido.- Sonrió. El viejo ese siempre tenía que decir alguna locura que la hacía sonreír. Atravesaron el umbral de la puerta.


-¡Alejandra!- Angie estaba saliendo del despacho. Tenía los ojos húmedos y la miraba extraño. Se quedó quieta esperando. Angie caminó a grandes zancadas hasta ella y la abrazó.


-¿Qué… que pasa?- La mujer sollozaba en su hombro. Memo y los Condes también salieron del despacho. Su hermanito también la veía extraño.


-Soy tan feliz.- dijo su tía separándose un poco de ella y sujetándole la cara.


-Me da mucho gusto, tía.- ¿Qué le pasaba a esa mujer? En serio eso de casarse la estaba volviendo loca.


-Ya sé que eres mi sobrina… sobrina de verdad, no hija de mi primo si no… ¡Ah, tú me entiendes!- Su tía volvió a estrecharla.


-Sofía y yo – empezó a decir su padre.- creemos que es justo que la familia sepa quién eres en realidad. Si no puedo darte tu lugar ante todos, al menos si lo haré ante los nuestros.- Ahora entendía la emoción de Angie.


-Vaya… ehm… gracias.


-¡Claro! ¡Por eso eres tan guapa! ¡Obvio! ¡Eres mi sobrina! ¡Y no es que Antonio no fuera guapo pero, aquí entre nos, Guillermo lo es más!


-Ale…- Memo dio unos pasos hasta ella. Angie se hizo a un lado.- Yo… esto es raro…


-Dímelo a mí.- Los cuatro adultos ahí presentes los miraban.


-Siempre me has caído súper y… es raro saber que Cristina… y ella y tú… Yo...- Su hermanito se sonrojo.


-¡Ah, ya! ¡Abrázala!- Angie, haciendo gala de su sutileza, empujó a Memo hasta ella. El enano la abrazó.


-Me da gusto saber que eres mi hermana.- Dijo al fin.


-Gracias, enano.


-Y no sé por qué me llamas enano.


-Porque eres más bajo que yo.


-¡Pero aún me falta crecer!


-Cuando eso pase, hablaremos.


-Iré a ver a Cristina.- Declaró Angie.- Ya basta de estar escondida en su habitación. Aquí todos somos una familia.- Su tía subió con agilidad las escaleras.


-¡Sé prudente, Angélica!- Pidió Guillermo.


-¡Angie!- corrigió su tía. Se quedaron en silencio mirando el punto donde la mujer había desaparecido.


-¿Y Sofi?- Era raro no ver a su hermanita corriendo por todos lados.


-En el jardín con las nanas. Es muy pequeña para comprender esto. Se lo diremos cuando sea un poco mayor.- Dijo su papá caminando hacia ella y rodeándola por los hombros para guiar a todos hasta la sala.


-Y con lo discreta que es.- se burló Memo.


-Si, eso también.- reconoció Sofía.- Padre, ¿se quedará a cenar?


-Por supuesto.- Sebastián sonrió feliz de la vida.


-En un momento más pasaremos al comedor.


 


Estuvieron platicando amenamente casi media hora. Notaba a su papá calmado y al igual que ella esperaba el veredicto de Cristina. Si bien, su novia le dirigía la palabra, aún estaba enojada con ella y a ratos le gritaba.


Puntual a las 8pm, Bernardo anunció que la cena ya estaba servida. Se levantó para seguir a los demás hasta el comedor. Escuchó pasos de alguien corriendo y sintió a un umpa lumpa abrazarle una pierna. Sofi.


-¡Ale! ¡Hoy no jugaste conmigo!


-Lo siento, enana. Jugaremos mañana ¿si?- Cargó a la niña y la llevó así hasta el comedor.


- Le dije a don Chepito que mañana  le ayudaría a regar las flores.


-Le ayudaremos entre las dos.


-¡Si!- Se sentaron en sus lugares de siempre. Se sirvió agua mientras observaba los platillos sobre la mesa.


-¡Aquí estamos familia!- Angie hacia su entrada triunfal y con ella venía Cristina.


Se puso de pie de inmediato, sonriéndole a su novia. La azabache se acercó a ella. Se veía tan linda. A pesar de la ligera hinchazón de sus ojos, seguía tan bella como siempre. La chica se puso de puntitas y roso sus labios con los suyos.


-Hola, mi amor.- susurró Cris, muy cerca de su rostro.


-Hola, Cristi.


Su novia le dirigió una mirada tierna y caminó hasta Guillermo, que también estaba de pie. Parecía nervioso.


-Hola… papá.- Escuchó decir a Cris con la voz un poco quebrada.


-Hola, hija.- El Conde y Cristina se abrazaron. Ella los observaba feliz mientras la Condesa se limpiaba una lágrima.


-Bueno, ¿vamos a comer o qué?- Reclamó enfadada Sofi, sosteniendo su tenedor y cuchillo.


-Claro, claro, a comer.- Guillermo se frotó los ojos, le dio un beso a Cristina en la frente y tomó asiento. Su chica besó la mejilla de su madre y regresó a su lugar. Le sirvió agua y jugo a su novia.


-Gracias.- La azabache le dedicó un guiño.


-Entonces, Cristina… He pensado que Sofi, y los trillizos Monforte pueden ser mis pajes.- Habló Angie en tono casual mientras cortaba un pedazo de filete.- ¿Qué opinas?


-¿Solo cuatro?- Intervino ella ¡metiche!- Tía, creí que harías que todos los del jardín de niños fueran tus pajes.


-No seas irónica.- Cris la miró feo. En verdad agradecía esa charla.-  Creo que esos cuatro estarán bien. ¿Ya escogiste el diseño para los pajes?


-Aún no.


-¿Cuánto me pagarás por ser tu paje?- Preguntó su hermanita. Todos soltaron una carcajada.


-¡Sofía! Soy tu tía, la más hermosa. ¿Me cobrarás?


-Lo pensaré.- La enana sonrió traviesa.


 


 


-Tengo que hablar con mis profesores. Falté toda la semana a la universidad, no tengo ni idea si dejaron deberes.- Después de la cena, subían hasta sus recámaras.


-Bah, seguro te dirán que no hay problema. Eres la consentida de todos. Además después de éstas dos semanas tendremos vacaciones.


-Me tratan igual que a los demás.


-Ajá, eso ni tú te lo crees, princesita.- Se burló de la azabache.


-Deja de ser tan… ¡Argh! ¡Me exasperas!- Se quejó Cris entrando a su cuarto y cerrando la puerta detrás de ellas.


-Veo que las cosas vuelven a ser como antes.- Abrazó a la azabache por atrás y le besó la mejilla.


-No cantes victoria. Poco a poco te perdonaré.


-¿No puede ser de un jalón?- Cristi rio.


-No. Es parte de tu penitencia.- Cristina giró para estar de frente.


-¿Parte?


-Si. Me engañaste y tendrás que pagar un castigo por eso.


-¿Y eso es…?


-Nada de sexo durante un año


-¡¿Un año?! ¡¿Por qué?! ¡¿Nada de nada?! ¡¿Ni oral?!


-Nada, Alejandra. Nada.- Tenía unas inmensas ganas de llorar. Arrugó la cara, haciendo puchero. ¡De verdad quería llorar!


-¡Pero un año es mucho!


-¡Tú me ocultaste cosas!


-¡Mi intención fue buena!


-La mía también. Ahora te enfocarás más a tu carrera, convivirás más con la familia, con tus amigos, saldremos de día de campo, a la playa… Haremos otras cosas.


-¡Sin sexo! ¿Sabes que hasta los condenados a muerte tienen derecho a visitas conyugales?


-Ellos sí, tu no. Ah y tampoco tendrás derecho a… desahogarte a solas.


-¡¿Qué?! ¡La masturbación es un derecho universal!


-¡Claro que no!


-¡La ONU lo dice!


-Mentira.- En verdad Cris estaba disfrutando eso.- Lo tienes prohibido, Alejandra.


-Esto será difícil.- Cristi la abrazó por el cuello con una sonrisa victoriosa.


-Claro que lo será.


-Te detesto.- Dio un pico a su novia.


-Lo sé.- Ahora fue Cris quien la besó de manera profunda.- Quiero que volvamos a empezar.- La expresión de Cris era seria.- Lo que pasó… afectó la confianza que tenía en ti.


-¡Pero…!


-Permíteme continuar.- Su novia la tomó de las manos.- Sé que tal vez soy injusta, que tal vez yo hubiera hecho lo mismo que tú pero… es cierto cuando dicen que las mentiras duelen más cuando vienen de las personas que más amamos. Me duele mucho el engaño de mis padres y me duele que hayas sido cómplice al callar. Por eso quiero que empecemos de nuevo, quiero sanar mi corazón. Te necesito conmigo pero te pido ser paciente… muy paciente. Por favor.


Suspiró cuando Cris terminó con esas palabras.  Cristina tenía razón, el dolor es inversamente proporcional al amor que sentimos. Y si lo que su novia necesitaba era su apoyo, ella se lo daría, sin dudar… ¡¿Pero por qué un año sin sexo?! ¡Madurez, Alejandra! ¡Madurez!


-De acuerdo mi amor. Hare todo por recuperar tu confianza, seré linda, adorable, paciente, divertida… tan cool como suelo ser.- Sonrió pícara.


-Y tan arrogante, también.


-Nah, la odiosa arrogante eres tú.- Abrazó a Cristi y la mantuvo así.- Muchas gracias amor. Gracias por darme otra oportunidad, por elegir seguir con lo nuestro a pesar de lo que ha pasado. Te amo. Nunca pienses que no es así. Te amo y te juro que no te volveré a engañar en nada. Siempre seré sincera, por muy cruda que sea la realidad, te la diré. Pondré todo de mi parte para hacerte sonreír cada día.


-También te amo.- Sintió a Cristina acurrucarse entre sus brazos y buscar refugio en su pecho.


Aunque intentó hacer una de sus tretas para quedarse a dormir con su azabache, Cristi la mandó a su habitación. Resignada se dio cuenta que eso de la abstinencia iba en serio y prefirió tomar una ducha para calmar sus hormonas. Se puso la pijama y salió un momento al balcón. Las luces del pueblo se veían al frente y aunque estaba algo nublado podía ver algunas estrellas.  Se sentía entre aliviada y preocupada. Ni tan relajada ni tan nerviosa. Era como estar dentro de un huracán y al sentir la calma, ruegas por que no sea el ojo y la tormenta se desate de nuevo con más furia.


 


 


 


-¡Aparato del demonio!- Dio una patada a su despertador, que cayó al suelo muriendo al instante. ¿Por qué la madrugada no tenía más horas? ¡¿Por qué?! Se vistió y se mentalizó para otro día en la universidad. Bajó a desayunar con un poco más de ánimo que cuando se despertó.


-¡Te dije que teníamos que ir a la degustación del banquete!- Angie gritaba al teléfono, parada en la entrada del comedor.- ¡No, Gerardo, no! ¡Era hoy! ¡Hasta lo agendaste!- Uuuh.- ¡¿Sabes qué?! ¡Olvídalo, iré sola!- La mujer presionó con rabia la pantalla de su celular y lo metió al bolsillo de su abrigo.- ¡No sé por qué me molesto!- Exclamó ceñuda viéndola. Ale prefirió no moverse, por seguridad.- ¡Si un día te casas, harás el favor de poner interés a los preparativos de tu boda, ¿entiendes?!


-Por supuesto, tía.- La mujer dio un taconazo al suelo y se encaminó a la mesa. Prefirió esperar a que la loca esa se alejara tantito para ella también entrar al salón.


 


Justo a la hora de siempre, aceleró su auto para salir de la mansión hacia la escuela. Después de varios días de ausencia, Cristina iba a su lado. La chica revisaba su celular y bufaba.


-¿Pasa algo?


-No. Más bien, lo de siempre. Álvaro acaba de enviarme la agenda de la semana. Seguro papá le dijo que lo hiciera.- Le dirigió una mirada a la azabache al percatarse de la forma en que se había referido a Guillermo. Antes decía “mi papá”. Ahora era “papá”, asumiendo así que era padre de las dos.


-Pero siempre te la ha enviado, ¿no?


-Sí pero, ¡mira!- movió la pantalla del celular frente a sus ojos ocultándole el camino.- ¡Saben que la temporada ecuestre ya pronto comenzará, que debo practicar y me llena el día con compromisos!


-¿Ah?


-La temporada… caballos… salto…- Cris le daba pistas.


-¿Habrá competencias?


-Sí, el campeonato de primavera. Serán tres días de competencias y  empezarán en tres semanas.


-Oh, que bien.- Era feliz sabiendo que Cristina volvía a sus pasatiempos.- ¿También habrá comida?


-Hasta hartarte.


-¡Iré!


-¿Ves como eres?- Su novia empezó a golpearle el hombro.


-¡Déjame conducir!


-¡O sea que irás por la comida y no por apoyar a tu novia!


-¡Claro que también iré a eso!


-¡¿También?!- Más manotazos.


-¡Cristi!


 


-¡Nos besamos! ¿Lo puedes creer?- Nico le contaba sobre su última cita con Priscila… ¿o era Paw?... ¿O Sen? ¡Ah, ya ni sabía! El caso es que su amigo hablaba muy emocionado.


-¿Compartiste baba con otro ser humano?- Preguntó Nat incrédula, ignorando por un  momento sus tacos de carne adobada.- ¡Ale, esto es tu culpa! ¡Imagina si Nico se aparea y deja crías!


-Podemos castrarlo antes de que eso pase.- Comentó divertida mientras el chico se agarraba instintivamente la entrepierna, protegiéndola.


-No sean malos.- Lisa sonreía encantada.- Me da mucho gusto que te vaya bien con las chicas… por cierto, ¿Cuál es tu novia?


-Ninguna. Es que… me gustan todas.


-Y de ser un virgen desadaptado, ahora eres un casanova, eh.- Nat sonreía burlona.


-Tengo que aprovechar mi buena racha.- Admitió Nico encogiéndose de hombros. Ale le dio unas palmadas en el hombro. Al menos su amigo ya no era tan inexperto e iba adquiriendo seguridad.


-Hola, chicos.- Cristina se sentó junto a ella. Llevaba una ensalada y agua.


-¿Por qué tan light?- ¿En serio su novia podía comer solo hojas?


-Quiero estar ligera para Belleza.- Su yegua.


-No es bueno que te mates de hambre.


-No me mato de hambre. Normalmente comía esto… hasta que una castaña golosa empezó a cambiar mis hábitos alimenticios.- La miró acusadoramente.


-Golosa, ¿en qué sentido?- Preguntó Lisa sonriendo traviesa.


-En el sentido culinario, claro.- ¡Cris se sonrojó!


-Por cierto quiero decirte algo.- Debía decirle lo de Tomás.


-¿Qué pasa?- Cristi dejó de prestarle atención a su comida.


-Es sobre la auditoría y…- Le dirigió una mirada significativa a su novia.


-¿Ya se terminó?


-Sí. Nos entregaron los resultados hace una semana.- Tomó un sorbo de su café.- Creo que harás mucho coraje.


-¿Tan malo es?


-Peor.


 


 


-Ya dime que fue lo que pasó.


-¿Podrías esperar cinco minutos más?- Iban ya en el elevador.- Vamos con Álvaro, él tiene las cifras exactas.- Besó la mano de Cristi para tranquilizarla. Sin soltarla caminaron hasta la oficina de Álvaro.


Toc—toc.


-Adelante.- Se escuchó al otro lado de la puerta.


-Hola.


-Hola, chicas. Que bueno verlas por aquí.- Dio un beso a ambas.- ¿Qué se les ofrece?


-Cris quiere ver los resultados de la auditoría.


-¿Ya le contaste?


-Si, ya.


-Cris, me alegra que te integres de nuevo a la empresa.


-Si, bueno. De eso hablaremos en un momento. Primero quiero saber qué pasa con Tomás.


-Claro…- Álvaro buscó en un cajón y le entregó una carpeta a la azabache.- Aquí está.


Ale se sentó mientras le daba unos minutos a Cris para que leyera los papeles. Se acomodó en su lugar y miró el techo, hasta qué…


-¡¿PERO QUÉ?! ¡¿CÓMO ES ESTO POSIBLE?! ¡EXPLÏCAME PORQUÉ NO NOS DIMOS CUENTA DE ESTO!- Cristina aventó los documentos sobre el escritorio.


-Porque operó de forma astuta. Constituyó una empresa ficticia y a través de ella y de  identidades falsas desvió todo ese dinero a cuentas en suiza. Descubrimos que Carlota y Alberto lo ayudaron sacando ellos mismos otra identidad para hacer la compra de bienes raíces. Ya ha invertido unos 60 millones de dólares, casi la mitad de los recursos que robó. Ya localizamos siete propiedades suyas. Incluso la que comparte con su amante.


-¿Amante?


-Sí.- Álvaro le entregó su ipad. Cris empezó a mirar las fotos y demás evidencias.- Supimos esto  gracias a la investigación que mandaste hacerle.- Tomás tiene a su amante instalada en una lujosa finca en Inglaterra. Ahora sabemos el porqué de sus múltiples viajes.


-Esto es demasiado.- Cristina se frotó el rostro.- ¿Papá, lo sabe?- Le preguntó mirándola.


-Si. Se lo dije hace un par de días.


-¿Qué quiere hacer?


-Mañana tiene una reunión con el fiscal. Quiere que se habrá la investigación correspondiente pero que todo se maneje en secreto. En cuanto el caso esté armado, se arrestará a Tomás y a sus cómplices. Si él se entera de que vamos detrás de él, es posible que huya. Debemos atraparlo en el momento justo.


-Pero, ¿y el dinero?


-Seguimos buscándolo, calculo que nos falta encontrar el 20% de lo que desvió. En cuanto se emita la orden de arresto se congelarán las cuentas y se transferirá el dinero de nuevo a Grupo San Román. Si congelamos las cuentas antes, lo pondríamos en alerta.


-¡Ese desgraciado maldito!


-Tranquila, solo tenemos que esperar un poco más. El dinero deja rastro, lo encontraremos.


-De acuerdo. Si es lo que papá quiere, eso se hará. ¿Tú lo acompañarás mañana a reunirse con el fiscal?


-Sí.- Respondió Álvaro guardando de nuevo los documentos.


-Correcto. Otra cosa, quiero que canceles mis compromisos de estas semanas. Sabes que tengo competencia y necesito entrenar.


-No puedo hacer eso. Guillermo aún no puede atender todo, sería muy fatigoso para él. Tú tienes que tomar su lugar.


-¡Solo será por estas semanas! ¡Amo competir! ¡Necesito integrarme ya al equipo del club!


-Habla con tu padre.- El hombre la miró tranquilamente mientras tomaba las llaves de su auto.- Ahora si me disculpan, tengo un asunto personal que resolver.


-¿Asunto personal?- ¿Qué tan personal?


-Sí Ale, personal.- Álvaro le guiñó un ojo y salió. Sonrió imaginando que ese asunto tenía que ver con una mujer de su familia.


-¡Son increíbles! ¡Solo quiero unas semanas para mi!- Cris seguía quejándose, caminando enojada a su oficina.


-¿Qué te parece si le pides a Memo que te supla éstas semanas? Él aún no está en el equipo ecuestre, no tiene que entrenar- No le costaba nada.


-¿Suplirme?


-Si, ya sabes. Puede atender tus aburridas ocupaciones mientras tú saltas obstáculos con Belleza. ¿Qué tan difícil puede ser? Sonreír, estrechar manos, posar para las fotos, dar discursos motivacionales…


-¿Crees que solo eso hago?- Su novia se cruzó de brazos con el ceño fruncido.


-Eh…- ¿Corría peligro?- No, que va.


-Uhm, no sé si papá lo permita. Memo es muy joven aún. ¿Tú lo acompañarías?


-Claro, lo que sea por ti.


-¿Y por qué no me suples tú?


-Porque no es lo mismo que el hijo del Conde lo represente, a que lo haga su sobrina.


-Eres su hija.


-Los demás no lo saben.


-Pretextos para huir de tus responsabilidades.- Cris se sentó en sus piernas.


-Si puedo hacer que un chico de 13 años te supla, mejor para mi.


-Ale… ¿en verdad no te molesta no ser tratada como su primogénita? Yo con gusto declinaría a tu favor.


-No amor, no quiero eso. Él me trata como su hija y ahora la familia lo sabe. Con eso es más que suficiente para mi. Además, siendo francos como bastarda no tengo ningún derecho.


-Tienes el apellido.


-Si, como hija de Antonio.


-Papá podría reconocerte como hija suya. Si se lo pides, lo haría.


-Y no se lo pediré. Tú sabes lo que eso implicaría. No podríamos estar juntas pues todos creerían que somos hermanas. Y revelar la verdad apenaría mucho a tu madre y a ti. No. Las cosas están bien así.


-No estoy cómoda con esta situación.- Su novia se levantó y caminó por la oficina.- No estoy de acuerdo. Debe haber una forma de resolverlo.


-¿Resolver qué?- Siguió a su chica.-  Todo está bien así como está.


-¡No, no lo está! ¡No para mi! Me siento una intrusa, una usurpadora.- ¡La usurpadoraaa, esperando por tu amor! (8)


-No eres nada de eso. Cris, debes entender que nadie te reprocha nada. Nadie en la familia ha mencionado que no merezcas el lugar que tienes, ¿sabes por qué? Porque la familia te respalda, te legitima como heredera. Todos te apoyamos. Yo te apoyo. Quiero verte aquí, en este lugar. Estoy segura que lo harás excelente.


-Aún me cuesta… me cuesta mucho.- La abrazó.


-Asimilarás todo esto. Solo no dudes de ti. Estaré contigo todo el tiempo.


-¿Hasta cuando sea Condesa?


-¿Por qué preguntas eso?- No rompió el abrazo pero buscó los ojos de su novia.


-Tu mamá no quería esta vida y se fue. Tu tampoco la quieres, ¿me dejarás?- La voz de Cristina estaba cargada de temor.


-No te dejaré.- Contestó segura.- Puedes ser lo que sea, incluso Reina. Nunca te dejaré, no me importa a cuantos aristócratas prejuiciosos tenga que verles la cara. Me quedaré contigo siempre… o hasta que te hartes de mi y me eches a patadas.


-Eso es posible que pase.- Jugó Cris.


-Auch, mi corazón.- Sonrió mirando con anhelo los labios de la azabache.


-¿Vas a besarme o qué?- ¡Coqueta!


-En eso estoy, no interrumpas.


Y se besaron. Sin prisas ni intenciones de más. Besar a Cristi era todo lo que necesitaba para declararse inmensamente feliz.

Notas finales:

Gracias por leer.

Les mando besos cachondos y apretones de nalga. 

 

!Travesura realizada!


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