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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

!Accio cap 39!

-Quiero estar en esa reunión.- Exigió Cristina con determinación.


-Yo también.- Aclaró ella.


-No es prudente que ninguna asista.-Argumentó ceñudo Guillermo. Estaban en la habitación de Cristi. Ella sentada en la orilla de la cama y su papá en una silla frente a ellas. El día anterior había sido dada de alta del hospital y toda la familia se había asegurado de que su chica guardara el reposo recetado por el médico.


-Pero, ¿por qué no?- Su papá la miró un momento como si pensara en un motivo lo suficientemente convincente.


-Porque yo lo digo.


-Eres un tirano.


-No sé exactamente que puntos se aborden y tampoco sé con que actitud o con qué órdenes venga el ministro Braga.- Así se llamaba el representante del Rey.


-Estoy segura que en esa reunión se hablará de mi y tengo derecho de estar presente para defenderme.


-No confío en tus técnicas de defensa.- Guillermo sonrió de medio lado.


-Ni yo.- Cristina la miraba con expresión de duda.


-¿De parte de quien estás?- Interrogó a su chica.


-Alejandra, debemos tener mucho cuidado. Hay muchas cosas en juego ahora…- Su papá se frotó la barbilla con el semblante preocupado.- en años pasados hemos tenido algunas diferencias ideológicas con la Corona, sin embargo gracias a la estrecha amistad de mi padre con el Rey, esos conflictos se superaron. Solo espero que  esta nueva situación con los Aragón no sea pretexto para…


-¿Para arrebatarte el título?


-Tal vez quieran eso.- Aceptó Guillermo.


-Lo siento.- Miró el suelo con algo de vergüenza. Tenía que ser objetiva y reconocer que gran parte de esos acontecimientos eran por culpa de su temperamento.- Yo sé que ustedes en verdad están comprometidos con este lugar, crecieron aquí y toda su vida se han preparado para estar al frente del Condado y bueno…


-Estaremos bien.- Su papá le tomó la mano.- Siempre y cuando permanezcamos unidos, todo estará bien.


-¿Nos informarás de lo que se hable en esa reunión?- Preguntó Cristina al Conde, quien se mantuvo en silencio un momento.- Papá… es importante que sepamos.


-Les informaré.- Aseguró mirándolas con decisión.- Tengo que irme o llegaré tarde.- Guillermo les dio un beso en la frente a cada una y se retiró.


Se quedó mirando la puerta por la que segundos antes su papá se había marchado. El Conde era un hombre astuto y tenía años de experiencia en todo ese rollo político y notarlo en verdad preocupado era… demasiado preocupante. ¿Qué pasaría si le exigían entregar el título? ¿Cómo se sentiría su padre al ser el último eslabón de la cadena de Condes San Román?


-Ale…- Cristi llamó su atención, hablándole con voz suave.


-Uhm…


-Ya escuchaste a papá, todo estará bien.- Su chica hizo el intento por erguirse en la cama.


-Hey, no te esfuerces.- Colocó sus manos en los hombros de Cris impidiéndole más movimiento.


-No me duele.- Debatió.


-Que no.- Dijo firme recostando con delicadeza a su novia. Se inclinó para rosarle los labios con los suyos.- Te amo.


-Y yo a ti.- Sintió las manos de su azabache acariciarle las mejillas mientras recibía muchos piquitos.


 


Cerró la llave de la ducha y buscó una toalla para secarse bien.  Había aprovechado que Cristina estaba tomando una siesta para bañarse y estar a solas un momento. Se frotó el cabello con rapidez, alborotándoselo más y se colocó las pantuflas y un albornoz escarlata mientras se cepillaba los dientes. Si no calculaba mal, la reunión de su padre con el ministro debía haber empezado dos horas atrás, ¿ya habría terminado? ¿Era prudente ir a la oficina o llamar a su papá? ¿Se quedaba en casa esperándolo?


Apoyó los puños en el lavabo y pensó en las posibilidades y en lo que ella podía hacer en esa situación.  Sabía que si los Aragón se quedaban con el título, el Condado se iría a la mierda. A ellos no les importaban las personas que vivían ahí, a ellos solo les importaba el poder, el estatus social pero un buen líder es aquel que no busca el poder y precisamente por eso es la mejor opción para ostentarlo. Su padre y Cristina no  buscaban poder, ellos solo buscaban el bien y la prosperidad de la región.


Encontró unos jeans y una playera de esas que utilizaba en su antigua vida y salió de la mansión sin decir nada. Sacó una de las motocicletas  y se internó en el horizonte. Necesitaba a su viejo tío.


El pueblo estaba con ese ambiente que antecede a las fiestas patronales. Las calles estaban siendo adornadas con banderines de colores y la gente estaba animada. Muchas personas la saludaban agitando la mano mientras ella conducía la motocicleta hasta la parroquia. Estacionó a un costado de la sacristía y se bajó quitándose el casco rojo.


-Pareces una de esas cantantes locas que rompen guitarras en el escenario.- Criticó el sacerdote en cuanto estuvo a poca distancia de él.


-Para mi eso es un cumplido.- Sonrió colocando el casco en una banquita.- ¿Te ayudo?


-Hasta la pregunta ofende.- El viejo le pasó un arreglo floral. Aparte de ellos había tres o cuatro personas limpiando y adornando la iglesia. Acomodo todo conforme su tío le daba instrucciones. Ponía esto aquí, aquello por allá, lo otro mejor del lado izquierdo…


-Hay algo de lo que quiero hablar…- dijo mientras cargaba un pesado florero de cerámica. Sin duda al regresar a la mansión debía ducharse de nuevo, ¡estaba empapada de sudor!


-Dime.- Su tío podaba los pequeños arbustos de la entrada.


-Bueno, creo que sabes que últimamente las cosas entre mi familia y los Aragón no van bien y pues… hoy mi papá se reuniría con


-El ministro Braga…- Ella miró sorprendida a su tío.- Lo sé.


-Pero. ¿Cómo?


-Tu padre me lo contó. También soy su confesor y guía espiritual, no lo olvides.


-Bueno… entonces… ¿Qué opinas?


-Te diré lo mismo que le dije a Guillermo: Dadle al César lo que es del César… y a Dios lo que es de Dios.


-¿Ah?


-Ay, chiquilla…- Su tío la jaló de la oreja y la condujo así hasta un arriate en el jardín.


-¡Tío! ¡Auch!- Cuando se sentaron la soltó.- ¿Era necesario eso?- Se sobó la oreja que estaba caliente.


-Es divertido.- El viejo sonrió sin preocuparse por si perdía la oreja o no.- Ale tu padre no es estúpido.


-Lo sé.


-No, no lo sabes.- Cuando el anciano se ponía serio era de temer.- Lo diré de esta manera: He conocido a muchas personas estúpidas, personas inteligentes, personas realmente brillantes... y a tu padre. Su astucia y habilidad política y administrativa rayan en la genialidad. Él sabe que hacer y como hacerlo. No es ninguna casualidad que esta región sea la más rica del reino. Tu abuelo y ahora tu padre supieron bien  como hacerlo y lo lograron. Si la Corona tomara la pésima decisión de arrebatarles el título sería el error más grande en la historia de esta dinastía. Tu familia es rica y poderosa por sí misma, no necesitó nunca de un título nobiliario ni de privilegios para ser lo que son ahora. Lo único que preocupa a tu papá es precisamente el futuro de esta tierra. Y si hay algo de lo que siempre he estado seguro es de que solo un San Román puede dirigir este Condado, si lo hiciere alguien más… nos iría mal a todos.


-Y yo, ¿Qué puedo hacer para ayudar?


-Serías una excelente Condesa.- Su tío sonrió con picardía.


-Estoy hablando en serio.- Murmuró apretando los dientes.


-Yo también.


-No quiero eso y lo sabes. ¡Moriría de aburrimiento!


-Si lo sé. Dije que serías una excelente Condesa, no dije que serás una.


-No entiendo.


-Alejandra, no se necesita ostentar un título para ayudar a las personas de esta región. Recuerda que los títulos son terrenales. La verdadera nobleza se lleva en el corazón, en cada una de nuestras acciones, en cada una de nuestras decisiones.  No necesitas asistir a bailes de salón ni colectas benéficas o presidir un patronato de algún club para asegurar que ayudas a los más necesitados. Creo que vestida así como estás y haciendo las locuras que sueles hacer, ayudas y das más alegría a las personas que vestida elegantemente dando un discurso ante un príncipe o un rey. Tu padre sabe eso y es algo que le ha inculcado a Cristina pero fuiste tú la que le enseñó como son las personas comunes. Entre Guillermo y tú harán de Cristina una mejor líder para todas estas personas. Una líder astuta, sencilla y sensible a todo lo que pasa a su alrededor. Los Aragón fracasarán en su intento por hacerse con el título, simplemente porque ellos nunca entenderán el verdadero significado que el título conlleva. Es una gran responsabilidad, Alejandra. Además… los ciudadanos son leales a tu familia.


-Pero ellos no saben lo que está pasando, ¿no? ¿Cómo pueden demostrar su apoyo?


-¿Quién dijo que no lo saben?- el anciano le guiñó el ojo.


-Viejo zorro.


 


Su mente estaba concentrada en la velocidad de su motocicleta. Estaba ya llegando a la mansión después de haber visitado a Sebastián.  Podía ver la reja de la casa abriéndose para darle acceso libre a la propiedad. Levanto una mano haciendo un ademán de agradecimiento a los guardias de la caseta de la entrada. Agudizó la vista intentando distinguir a las personas que bajaban de la camioneta de su papá- Eran varias. Tres… cuatro…


Redujo la velocidad aunque el rugido del motor era demasiado imponente como para pasar desapercibido. Pensando un momento le pareció que era descortés seguir adelante hasta la cochera, así que aparcó detrás de la camioneta y bajó quitándose el casco con rapidez.


Guillermo estaba ahí al pie de los escalones que conducían a las puertas de la mansión. Junto a él estaba un hombre de unos 55 años, con el pelo corto y entrecano, vestido con un pulcro traje gris y con los zapatos reluciendo como espejo. Otro hombre de traje estaba a una corta distancia del primero, aunque éste era mucho más joven y con ellos también estaba una mujer vestida con traje sastre y sujetando un pequeño maletín ejecutivo. Fue en ese momento en que pensó que bajar a saludar había sido un error. Miró con disimulo sus viejos y gastados tenis y se pasó la mano por el cabello, intentando acomodarlo un poco.


-Buenas tardes.- Saludó con la voz algo dudosa.


-Buenas tardes… señorita.- Saludó el tipo canoso.


-Ministro Braga, le presento a mi sobrina Alejandra.- Hizo una mueca disfrazada de sonrisa y le tendió la mano al Ministro.


-Mucho gusto, señor.- el imbécil ese asintió ligeramente, estrechando el saludo.


-Alejandra, ellos son Eliseo Andueza, asistente personal del Ministro.- lo saludó también con la mano.-  y Alina Ponce de León directora del departamento jurídico de su Majestad.- Ese cargo sonaba importante, ¿Qué hacía esa mujer ahí?- Adelante, por favor.- Con cortesía, su papá condujo a los invitados al salón. Ella caminó unos pasos atrás y se quedó en el primer escalón esperando pues le había dado la impresión de que Guillermo quería decirle algo. Y no se equivocaba. Su papá caminó hacia ella después de haber dejado a los recién llegados en el salón, atendidos por los del servicio.


-¿Qué pasa?- Guillermo estaba serio.


-El Ministro quiere hablar con Cristina.


-Pero… ¿por qué?- El Conde se quedó callado.- Dime.


-Ayúdala a bajar y llévala al salón.


-Pero… papá…


-Alejandra, por favor.- Guillermo le habló con un tono duro. Ella frunció el ceño.


-Tengo derecho a saber que quiere ese tipo con mi novia.- Si su papá era odioso, ella también podía serlo.


-La verdad, ni yo lo sé.- Reconoció Guillermo.- Haz lo que te pido.- Sin esperar su respuesta, su papá caminó de vuelta al salón.


¡Carajo!


Subió a prisa las escaleras y entró a la habitación de su novia sin tocar la puerta. Su chica levantó la vista del libro que leía y la miró esperando a que le dijera algo.


-Ahm…-¿Qué era lo que debía decirle?- Papá pide que bajes. El Ministro cara de diarrea quiere hablar contigo.- Se sentó junto a ella.


-¿Conmigo?


-Si. ¿Puedes bajar? ¿O le digo que se vaya a la chingada?- Cris soltó una breve risa.


-Creo que mejor iré a ver que quiere el cara de… ¿de que?


-Diarrea... una muuuy aguada y apestosa diarrea.


-Si, si ya entendí. ¿Me ayudas?- Su novia ya había hecho a un lado sus cobijas para bajarse de la cama.


-Claro.- Tomó ambas manos de Cristi y la ayudó a ponerse de pie. Le pasó algunas ropas y la ayudó a cambiarse. Tuvo mucho cuidado de no lastimarla cuando la azabache levantó los brazos para cambiarse la blusa.- ¿Estás bien?- Había notado un gesto de dolor en su novia.


-Sí. Solo me dan punzadas en las costillas cuando hago movimientos con los brazos…- Cris dio unos titubeantes pasos.- y cuando apoyo la pierna izquierda.


-¿Duele mucho?


-No tanto.- Contestó Cris apretando los dientes.


-Bien, déjame ayudarte.- Suspiró y se acomodó la ropa para después acercarse a Cristi y sujetarla bien para cargarla.


-¡Ale!- Su novia la agarró por el cuello.- Te lastimarás.


-Nah, pesas lo mismo que una pluma. No quiero que te duela nada, ni un átomo de tu cuerpo.- Sonrió aceptando el beso agradecido de su azabache.


-Que galante eres.- Dijo burlona Cristi.


-Lo sé.


Dándole un último piquito, se dispuso a bajar cargando a Cris. Iba con cuidado, lo menos que quería era rodar por los escalones y lastimar más a su novia. Cristina acomodó la cara cerca de su cuello, haciéndola sentir un cosquilleo placentero a causa de su respiración acariciando su piel.


-Oye…- Cristi deslizó despacio por su barbilla, la mano que tenía alrededor de su cuello.


-¿Qué pasa?


-Tengo ganas de hacer el amor.- Se detuvo dos escalones antes de llegar al piso de abajo y miró a su chica levantando la ceja y sonriendo pícara.


-¿En serio?


-Sí, muchas ganas.-Cris empezó a darle besitos en el cuello.


-Pero estás herida.- Susurró pues no quería que alguien las escuchara y las apresurara a ir al salón.


-Podemos hacerlo despacito, ¿no?- Rieron por lo bajo. Sabía que era en serio eso de tener ganas pero no creía que las costillas de su novia aguantaran una sesión de sexo.


-¿Quieres que te secuestre y nos metamos a mi cama?- Siguió el juego.


-Perfecto.- Aguantándose las carcajadas, giró sobre sus talones y subió un escalón.- ¿A dónde vas?- La pellizcó Cris.


-A hacerte el amor.


-Tonta.- La azabache besó suave sus labios.- Primero hablaré con el cara de popó, luego podemos intentar, a ver como nos va.- ¡En serio Cristina era una lujuriosa!


-Ni modo, tendré que esperar, aaash.


Ya era hora de dejar de jugar, así que caminó hasta la entrada del salón y bajó a Cris de sus brazos. La chica se apoyó en ella y entraron ante la mirada de todos.


-Buenas tardes.- Saludó Cristina con expresión seria y decidida.


-Buenas tardes.- Los presentes se pusieron de pie y saludaron a Cris.


-¿Cómo se siente?- Preguntó el Ministro a su novia.


-Como si me hubiera caído de una yegua en movimiento y me hubiera fracturado las costillas.- Ironizó la azabache. Miró hacia otro lado para ocultar su sonrisa ante el comentario de su chica.


-Entiendo.- dijo Braga con una sonrisa forzada.


-¿En que puedo servirle Ministro?- Preguntó Cristina ocupando una silla frente al hombre.


-Necesito hablarle con respecto a la situación que atraviesa este Condado.


-Yo no veo ninguna situación en el Condado. Aquí todo marcha bien, tal y como lo ha hecho los últimos 300 años. Ahora, si se refiere a la situación con los Aragón eso es algo muy aparte, algo que se deriva de la ambición y codicia de Tomás. Así que le pido que no generalice.- El Ministro miró un momento a Cristina y sonrió de medio lado


-Bien. Damas, caballeros, les pido por favor me dejen a solas con la señorita Cristina.- Buscó enseguida la mirada de Cris. La chica asintió de manera casi imperceptible. No quería dejarla sola con ese tipo, pero sabía que no debía ser sobreprotectora con ella. Su novia era una chica capaz de enfrentarse sola en un debate contra el mismísimo rey.


No quedándole más remedio, salió del salón junto a los demás.


 


********** ********** **********


-Hablemos con todas las cartas sobre la mesa, Cristina.


-Me parece bien.- Respondió sin el más mínimo temor o titubeo en su voz. Si algo le había enseñado su padre era precisamente a eso, jugar a las cartas en los negocios. Parecer segura pero siempre ocultando su jugada maestra en una manga.- Usted dirá.


-Señorita Cristina, seré franco y le diré lo mismo que le dije a su padre de parte de su Majestad: los Castilnovo han sido la casa con mayor alcurnia en los últimos siglos, cuyo prestigio se equipara a la mismísima Corona y sin embargo siempre han sido leales y honestos con el Rey. Es por eso que vengo a… sugerirles algunas alternativas para salvar la situación de su familia.


-Prosiga.- Primero quería escuchar la sarta de tonterías que ese tipo le diría.


-Esta serie de altercados entre dos familias importantes, dan mucho de que hablar. Esas peleas han llegado a oídos del mismo Rey y hemos investigado… sabemos de su relación… inusual con su prima… sabemos de las discusiones con el hijo de Tomás de Aragón… Usted me parece una chica inteligente, seguramente todo lo que le diré ya ha pasado por su cabeza…- Miró los ojos de felino del Ministro y contempló su sonrisa triunfal.- ¿ha pensado en el futuro del título? Todos sabemos que una de las mayores preocupaciones de todo aristócrata es la descendencia. El legado de una familia es muy importante, es un asunto vital para todo jefe de familia tener un sucesor... dígame, ¿usted quiere hijos?- Apretó la mandíbula. Así que de eso se trataba todo.


-Es una idea que no me disgusta.


-¿Y con quien piensa tenerlos? ¿Con su prima? Usted sabe claramente - el Ministro se puso de pie y caminó con paso seguro por el salón, siguiendo con su monólogo.- que una de sus obligaciones es dejar un heredero y para eso tiene que ser legítimo, nacido de un matrimonio aprobado por la Corona. Si usted se… casa con su prima… ¿cree que sus hijos serán legítimos? ¡No! La boda aparte de civil tiene que ser también religiosa para que sea avalada por el Rey, de lo contrario no tiene validez alguna y sus descendientes, engendrados sabe Dios de que manera, serán solo unos bastardos… Y los bastardos… son nada.- Apretó los puños conteniendo las ganas de matar al Ministro.- Pero estoy seguro que tanto usted como su padre han pensado eso, ¿o me equivoco?- No quería responder a eso.


-Creo que eso es algo perteneciente al futuro y nadie sabe lo que el futuro nos depara. Por lo tanto ese no es un asunto que me robe el sueño.


-Esa pseudorelación con su prima no tiene futuro y usted lo sabe, ¿para que seguir aferrándose a ella? ¿Por qué mejor no busca un buen candidato y se casa con él? Seamos sinceros. El amor es solo un invento que en cuestiones de herencias y sucesiones no tiene la mínima importancia. Una solución diplomática es que usted se case con Alberto de Aragón. Así las disputas familiares se acabarían.


-¡¿Está usted loco?!- Se puso de pie de un salto ignorando el agudo dolor en su costado.- ¡¿Cómo se atreve a venir y disponer de mi vida como si tuviera derecho de hacerlo?! ¡Solo yo elijo lo que quiero y me cuesta creer que la Corona quiera semejante tontería! ¡Los Aragón son unos ladrones que merecen estar en la cárcel, si usted tuviera decencia no sería capaz de mencionarlos siquiera en este lugar, ni en hacerme una propuesta que los involucre a ellos! De lo único en lo que tiene razón es en que mi familia es la más honorable de todo el reino y le diré algo: los Castilnovo no necesitamos de la Corona – caminó con pasos lentos pero firmes hasta el Ministro.- somos autosuficientes, este Condado es mucho más fuerte que todos los demás juntos, así que no venga a darme “soluciones”- hizo comillas con los dedos.- de un problema que no existe. No busque pretextos estúpidos, -¡estaba encabronada!- cuando sabe muy bien que hay infinidad de variantes con respecto al título y a la sucesión. Si lo que tanto les incomoda es mi relación con Alejandra, pues lo siento mucho por ustedes. Nuestra relación seguirá porque nos amamos y aunque para usted el amor sea solo un invento, para nosotras es lo más real y puro que tenemos.


-Debo entender entonces que…


-Que no terminaré con Alejandra.


-¿Aunque eso implique… perder su derecho al título?


-Le diré esto de una manera sencilla, señor Ministro - dijo acentuando lo último con todo el desprecio del mundo.- si tengo que elegir entre el título y el amor… me quedo con el amor.- Se dio la vuelta y se dispuso a salir, pero…


-¿Está consciente de lo que acaba de decir?-Giró el rostro hacia Braga.- No tome una decisión basada en las emociones, piénselo primero.


-No tengo nada que pensar. La Corona puede tomar las acciones que considere. Mi familia y yo también lo haremos.- Salió del salón azotando la puerta.


Caminó hacia la derecha y encontró a Ale sentada en las escaleras viendo al techo con el ceño fruncido.  Sonrió al tener la certeza de que  no tuvo que decidir algo. Esa chica loca siempre fue su única opción.


 


********** ********** **********


 


 


-¿Eso te dijo ese pedazo de ser humano?- Exclamó demasiado asombrada.- ¿Para eso vino?


-Al parecer si.- Estaba sentada en la orilla de la cama de Cristi nuevamente. Se quedó callada observando fijamente a su novia.- ¿Qué pasa?


-Lo que le dijiste no fue en serio, ¿verdad?


-¿Renunciar al título?


-Ajá…-  Frunció el ceño al ver el gesto de duda en Cristi.- ¡Amor! ¡No!


-Pero, ¿por qué no?- Su chica le tomó ambas manos acomodándose mejor, sentada sobre su colchón con la espalda apoyada en la cabecera.


-¡Porque no!


-Sería una solución si las cosas se complican.


-No dejaré que renuncies. Esto… esto es por lo que te has esforzado toda tu vida, no lo dejarás por mi.


-Lo dejaré por ti, por mi, por la familia, por todos.


-¡Que no!- Soltó las manos de Cris y le dio la espalda, caminando de un lado a otro.


-Tu detestas todo esto, ¿por qué no me apoyas y ya?


-No puedo apoyar algo en lo que no estoy de acuerdo. Tú eres lo mejor que le puede pasar a esta región. Traerás continuidad y prosperidad para todos. Naciste para esto, Cristina.


-No me regañes.- Murmuró su azabache con una tímida sonrisa en el rostro.


-No es regaño…- se acercó de nuevo.- busquemos otra opción, ¿de acuerdo?- Pegó su frente a la de Cris y cerró los ojos.


-Aunque hemos intentado que las cosas sean como antes, sabes que para mi siempre será una molestia saber que realmente no tengo ningún derecho sobre el título…-Su novia la tomó del rostro para hablar con sus miradas conectadas.


-No empieces con eso de nuevo.


-No es empezar… es algo que nunca podré sacar de mi mente. Sé que papá me ama tanto como yo a él y tienes razón, en esta casa nunca se hicieron diferencias entre mis hermanos y yo… bueno, a decir verdad, papá siempre me consintió más a mi…


-¿Ves?- Replicó con una sonrisa triunfal.


-¡Pero no se trata de eso!


-Entonces, ¿de que?


-El día que hicimos la ceremonia para colocar a tu mamá en la cripta me quedé observando todos los nombres en ese lugar… los San Román son una de las dinastías más extensas y… que alguien que no lleve esa sangre ostente un título en su nombre me parece… una traición.


-¡Al carajo la sangre!- Cristi se apresuró a taparle la boca y empezó a reír.


-Ssssht, calla escandalosa. Estoy hablando en serio.


-Yo también.- Dijo con la boca aún tapada. Movió la cabeza para apartar las manos de Cristi de sus labios.- Seamos objetivas… puedo apostarte que en nuestra familia han habido muchos cornudos e hijos del lechero.


-¡No digas eso!- Cristi le golpeó el hombro.


-Pero si seguro eso pasó.


 


Toc toc.


-Adelante.- Indicó Cristina al mismo tiempo que le daba un manotazo para que dejara de picarle la mejilla. Guillermo entró a la habitación.


-Bien, -empezó a decir con cara de enojo y la voz algo irritada.- ¿me contarás que le dijiste al Ministro para hacerle enojar tanto?- preguntó el Conde a Cristina, cruzándose de brazos frente a ella.


 -Me encanta cuando usa ese tono con alguien más…- murmuró.


-Alejandra, silencio.- La calló su papá sin apartar la mirada de la azabache.


-En resumen… le dije que no era nadie para decirme que hacer con mi vida y que si ser heredera me impedía estar con Ale pues… renunciaría al título.


-¿Qué?- Articuló Guillermo con un hilo de voz, bajando lentamente los brazos. Su papá alternaba los ojos de Cris a ella, como si esperara una explicación.


-A mi ni me veas, tu hija hace lo que quiere sin avisarme.- ¡Que regañen a Cris!


-¡Oye, apóyame!


-A ver, a ver… Cristina explícame eso que acabas de decir.- Su papá en serio daba miedo. Observó a Cristina fruncir también el ceño y apretar la mandíbula. Su novia empezó a hablar…


La siguiente hora fue una exposición extensa de todo lo que Cristina y Braga hablaron y claro que Guillermo estaba en total desacuerdo con lo que quería hacer la azabache.


-Eso no tiene ninguna relevancia y deberías entenderlo ya.- Argumentó enojado su papá.- Tienes todos los derechos sobre el apellido, las tierras, negocios y demás propiedades de la familia.


-Pero papá…


-Pero nada Cristina. Es tu responsabilidad. Tienes un compromiso con estas personas y tu deber es cumplirlo.- Guillermo casi casi echaba humo por las orejas.


-Hey, tampoco es para que te pongas así.- Se paró frente a su padre, enfrenándolo. En todo ese rato se había mantenido al margen de la conversación.- Cristina es una persona capaz de tomar sus propias decisiones, no es una esclava.


-Ale, déjame a solas con Cristina.- Pidió el Conde.


-Claro que no. No me iré de aquí.


-Es una orden.


-No soy un soldado.- Respondió firme.


-Alejandra, no me hagas perder la paciencia.


-Ya no discutan.- Escuchó la voz suave de Cristi detrás de ella.


Toc toc.


Toc toc.


-¡Pasa!- Gritó Guillermo. Álvaro entró casi derribando la puerta.


-¡Aquí están! Guillermo, ¿para qué tienes celular si no vas a responderlo?-Su papá sacó el celular del bolsillo interno de su saco.


-Olvidé que estaba en silencio. ¿Qué pasa?


-¿Qué pasa? Que el Condado se volvió loco.


-¿De que hablas?


-Ahora veras.- Álvaro buscó el botón de encendido de la televisión de Cristina y empezó a buscar un canal.- Miren.


En la pantalla se veía un océano de gente caminando, en motocicletas y autos. Iban por la carretera con pancartas con mensajes escritos.


-¿Qué es eso?- Preguntó al no poder distinguir las letras en los carteles.


-Es una marcha en apoyo a ustedes.  Vienen hacia aquí. No sé como pero los rumores de lo que está pasando ya son de dominio público. Esas personas vienen de todos los rincones del Condado para exigir a la Corona que el título se quede en esta familia o…


-¿O que?- Preguntó algo alarmado Guillermo.


-O amenazan con declararse independientes de la Corona y proclamarte rey a ti.


-¡¿Qué?! ¡¿Pero quien filtró esa información?!- ¡Diablos! ¡Seguro fue lo que Sebastián quiso decirle! ¡Ese viejo loco!- Alejandra, vamos.- Asintió y después de dirigirle una mirada a Cristina, salió de su habitación, siguiendo a su papá y a Álvaro.


-Guillermo, ¿Qué pasa?- Sofía y Angie los alcanzaron cuando atravesaban el recibidor y salieron todos juntos de la mansión.


-Ahora lo averiguaremos.- Los gritos se escuchaban fuerte. “!San Román al frente, Castilnovo independiente!”,  repetía la muchedumbre una y otra vez. La reja se abrió para que ella y su familia salieran al encuentro de la multitud, varios guardias los acompañaban.


-¡Don Guillermo! ¡Doña Sofía!


-Hola a todos.- Saludó su papá a las personas, levantando la voz.- ¿En que podemos servirles?


-Señor, - empezó a decir un hombre joven, de unos 30 años.- nos hemos enterado que la Corona pretende quitarles el título… ¡venimos a apoyarles!- La gente aumentó el bullicio.


-Pero, ¿Quién les ha dicho eso?- Quiso saber Sofía.


-¡Todos lo dicen! Nosotros los queremos a ustedes.- Exclamó una mujer.


-¡Sí!


-¡Oigan, oigan!- Su papá levantó las manos intentando calmar los ánimos.- Les agradezco todo esto y quiero que estén tranquilos.- Su papá cruzó la mirada con ella.- Si hay algo que puedo asegurarles, es que este Condado siempre tendrá a un San Román a la cabeza.- Aplausos y bulla.- Ahora les pido por favor que regresen a sus hogares.


Pasaron varios minutos para que la muchedumbre hiciera caso. Muchas personas se acercaron a su papá o a Sofía. Ellos hablaron con todos los que se acercaban y sin dar demasiadas explicaciones, infundían calma en todos. Una hora después, ya todas las personas se habían marchado y la familia entraba de nuevo a la mansión.


-Eso estuvo intenso.- dijo Angie aún con la expresión de asombro en el rostro.


-Quisiera saber quien organizó todo eso.- Miró hacia otro lado para evitar contacto visual con Guillermo. Ella sabía quien había sido…- Alejandra…- ¡rayos!


-Dime.- Puso cara de inocente.


-¿Tu sabes…?- Riiiiing riiiiing. Bendito teléfono. Guillermo miró la pantalla y se quedó así contemplándolo


-Guillermo…- Sofía colocó una mano en el hombro de su marido. El Conde presionó el botón verde de su móvil y pegó la bocina a su oreja derecha.


-Buenas noches, Alteza. Le escucho.- Su papá frunció el ceño y luego sonrió de medio lado soltando un bufido.- Te acuerdo, aquí le espero.- Colgó. Todos se quedaron callados esperando lo que diría su padre.- El Príncipe Heredero viene para acá.


-Mierda.

Notas finales:

Perdóoooooooooooooooon. En serio que lo intento, se los juro que siiiii. 

Espero que me dejen rw, siento que ya no me quieren y mi corazón explota de tristeza.

Besos cachondos y sensuales para todas.

!Travesura realizada!


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