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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Como todos me hacen bullying y nadie me quiere ni valora, decidí autofelicitarme y celebrar mi cumple con un capítulo de esta historia. jajaja ok ok soy algo exagerada. Lo importante aquí es que al fin llegó el capítulo! Hace exactamente un año que subí el primer capítulo de esta historia, así que Ale y Cristi también están de cumpleaños hoy, 18 de mayo.


Quería darles una sorpresa en mi facebook pero por falta de tiempo no pude. Veremos si en unos días subo un video de curiosidades mías y del fic. En serio espero poder hacerlo. Sin más que decir...


!Accio cap. 41!

 

 

-¡Debiste verles la cara!-Se retorcía de risa en la cama, mientras Cristina sonreía imaginando la escena.- Seguro les dio diarrea por tanto coraje. Fernando los dejó como trapeador mojado, ¡y también al puto ministro ese!

-Pero tienen razón en algo…

-¿En que?                                       

-Eres una mal hablada.

-Bien pinche mal hablada.- bromeó buscando los labios de su novia para dejar un besito sobre ellos.

-Y salvaje…- Cristi mordió su labio inferior.

-Eso te gusta.

-Mucho. Me alegra saber que esto está pasando. Ahora solo me inquieta la charla que el príncipe quiere sostener conmigo. ¿Sabes de que es?

-Si, algo así.

-¡¿Porqué no me habías dicho?!

-No quería preocuparte.

-¡Alejandra!

-¡Cristina!

-¡No estoy jugando!- Exclamó Cris con el ceño fruncido.

-¡Yo sí!

-¡Ya! ¡Calma!- Soltó una carcajada ante la desesperación de su chica.

-Ya amor, tranquila. Si no te dije nada fue porque estabas dormida y hoy me fui temprano a la empresa… y tu seguías dormida.

-Pudiste despertarme.-reclamó Cris en verdad enfadada.

-¡Pero si te ves tan linda dormida babeando la almohada!

-¡Yo no babeo!

-¿Cómo sabes? ¿Te has visto dormir alguna vez?

-Ya deja tus necedades. Dime que te dijo Fernando.

-Pues… básicamente que seguirá apoyando al condado aunque será algo raro tener a una Condesa con novia… en vez de novio… esposo… hijos… familia ejemplar y feliz.

-uhm.

-Aunque dijo que no tenía nada en contra, solo que sería inusual.

-Entiendo. ¿Qué dijo papá?

-Papá estaba más preocupado porque no me portara descortés con Fernando. Creo que realmente no prestó atención a lo que él me decía, solo vigilaba mis movimientos.

-Eso es porque papá te conoce muy bien.

-Tal vez a veces me exalto un poco.- admitió.

-¿Un poco? ¡Pierdes la cabeza!

-Eso es porque estoy loca por ti.- Se acercó a su azabache para hacerle mimos y darle besitos por todo el rostro.- ¿Cómo te sientes hoy?

-Bien. Hacer el reposo como se debe está dando resultados.

-Entonces quédate en la cama un par de semanas más y estarás como nueva.

-¿Irías a hablar con mi tutor para que la universidad me envíe las tareas?- Pidió la chica con cara de borreguito recién nacido.

-Claro en cuanto se reanuden las clases hablo con él.

-Gracias. Y… ¿podrías traerme helado?

-¿Ahorita?-¡Pero si estaba haciendo frío!

-Por faaaaaaa.- ¡Deja de mirar así!

-Claro amor, ya vuelvo.

Así que fue por el helado. La casa seguía con mucho movimiento y con mucha gente, a su gusto. Ya se había acostumbrado a ver solo a la familia yendo y viniendo por todas lados, ver a Sofi corriendo por los jardines o ver a Memo cabalgando por los terrenos de la propiedad. Pero ahora veía caras extrañas. Demasiadas caras extrañas. ¿En serio el príncipe tenía que ir y venir llevando a esa cantidad de personas con él?

Al menos la cocina no era un campo de minas. Ese día su papá y Fernando comerían fuera, junto a algunas personas ilustres del Condado. Ella había declinado la invitación de su papá de ir al evento, prefería quedarse con Cristina, esas comidas elegantes le sacaban ronchas.

Abrió la nevera y empezó a revisar que sabores de helado había. Sirvió como una tonelada de helado y regresó a la habitación de su novia. Cristi escribía en su laptop, seguramente trabajaba en algo de la empresa. Esa chica en verdad nunca dejaba de trabajar.

-Amor, deja eso.

-Un segundo…- los dedos de la azabache se deslizaban veloces sobre el teclado del ordenador.

-1…2. Listo. Deja eso.- Hizo a un lado la laptop.

-¡Ale! ¡Dame eso!

-Tú deja de trabajar a todas horas. Relájate.

-Tengo muchas cosas que revisar.- Cristi estiró la mano para alcanzar la máquina pero ella la alejó más.

-Puedes hacerlo luego. Ahora comeremos helado y charlaremos.

-Pero…Alejandra, debes entender que tengo muchas responsabilidades.

-Lo entiendo. Pero también es tu responsabilidad cuidarte. ¡Te la pasas estresándote por todo!

-Y tú te la pasas relajándote por todo.- Cris estaba enfadada.

-Amor, ya. Solo deja de pensar por un momento, -Le dio una cuchara y le ofreció helado. Cristi miró el dulce unos segundos antes de hundir la cuchara en él.

-No has ganado esta guerra.- Aseguró la azabache mientras comía con gusto.

-Pero sí esta batalla.- Declaró triunfal.

 

Y efectivamente Cristina tenía razón. Solamente había ganado una batalla. Después de acabarse el helado y charlar un poco, su azabache se había sumergido de nuevo en la pantalla de su computadora. Así que ella decidió tomar su guitarra, sus partituras y se dispuso a componer algo. Se había colocado unos audífonos para no romper la concentración de su novia. A ratos levantaba la vista al sentir unos ojos en ella, solo para descubrir la mirada y la sonrisa fugaz de Cristina.

Le gustaba estar así. Cada una en su mundo, cada una en lo suyo, pero compartiendo ese espacio. Escribió rápido las notas que invadían su cabeza. Colocó sonidos, silencios, compases… El flequillo de Cristina se balanceaba de manera suave por su cara… La mueca que hacía con los labios cada vez que presionaba el botón de “borrar”… Su lápiz se movía rápido por la hoja, llenando el pentagrama sin hacer ningún tachón... Una hoja echa bolita le dio en la cabeza. Cristina le dirigía una mirada ¿retadora? ¿sensual? Sonrió de medio lado, dejando sus cosas en el suelo y dando un salto tratando de no aplastar a Cristina, que también había dejado sus cosas tiradas por ahí. Unió su boca a la de su novia, que bufó ligeramente.

-¿Estás bien?- Preguntó apenas despegando sus labios de los de Cris.

-Si... Dios, te ves tan sexy con la guitarra.

-Tú te ves sexy a todas horas.

Cristina colocó sus suaves manos a los costados de su rostro y volvió a besarla. Ella intentaba equilibrar su peso para no dañar a la azabache. Correspondía lento a los besos de su chica aunque sentía un escalofrío recorrerle el cuerpo y la urgencia hacerse presente.

-Ale… mi amor…- susurró Cris al mismo tiempo que ella bajaba a besar su cuello.- Despacio.

-Umju.- respondió con un sonido gutural. Cristi metió las manos bajo la camisa que traía, empezando las caricias directas sobre su piel. Estaba excitada. Tenía ganas de llevar eso hasta el final. Su torso quedó al descubierto cuando su traviesa chica le sacó la ropa. Sentía que empezaba a dolerle los brazos, por estar sosteniendo todo su peso.- Esto es un poco complicado.

-Acomódate mejor.

-Pero es que…

-¡Espera!- Cristi hizo una mueca de dolor.

-Amor, ¿estás bien? ¿Te hice daño?

-No… estoy bien…- Cristi reía de manera apenada y algo nerviosa.- Tal vez si giro un poco el cuerpo, puedas… ¿Ya?- Se acomodó de lado y acercó de nuevo los labios al rostro de Cristina. Volvieron a tomar el ritmo del contacto. Recorrió despacio el cuerpo de la azabache. Su mano hizo de las suyas sobre los pechos de la chica. Mordió la oreja de su novia y bajó más la mano.- Auch.

-¿Qué?- Se apartó un poco observando todo el cuerpo de su novia, buscando el origen del dolor.

-Es que… cuando me agito duele respirar.

-Oh… esto es… imposible.-Ppffff al mismo tiempo soltaron una carcajada.- Nos tocará ser pacientes, amor.- Dio muchos besitos en la mejilla de su chica.

-¿Podrás aguantar la espera? Son varias semanas.- Cristi apartó un mechón de cabello sobre su frente.

-Yo te espero toda la vida si es necesario.- Cristi rio.

-Me encanta tu romanticismo.

-Lo sé, soy tan sensible y cool.

-Y engreída.

-Igual que tú.- Recibió un beso en la nariz.- Dame mi ropa, abusiva.-Aceptando la derrota y no queriendo poner en riesgo la salud de Cristina, se puso la ropa de nuevo y se sentó en la cama, con las rodillas flexionadas.

-Ayúdame.- le pidió Cristina para acomodarse de nuevo sobre el colchón.

-Creo que hay que volver a nuestros deberes.- sugirió con una sonrisa de resignación.

-Si, creo que es lo mejor. Tonta.- Cris movió sus dedos índice y medio para invitarla a acercarse a sus labios.- Te amo.- le dijo después de besarla.

-También te amo.

-¿No bajarás a comer?

-Comeré aquí contigo.- Recogió su guitarra y revisó su afinación.- Además creo que todos comerán donde se les antoje hoy.

-¿De que hablas?

-Pues tus papás están en lo del evento ese. Memo debe estar haciendo algunas de sus cosas raras, Sofi seguro está sacándole canas verdes a sus nanas en el jardín.

-¿Y tía?

-Tía también está…- Su celular sonó dentro de su bolsillo. Lo sacó y miró la pantalla.- llamando a mi celular. ¿Si?- dijo colocando la bocina del móvil en su oreja derecha.

-Ale, ¿podrías venir por mi?- Escuchó a voz temblorosa de Angie.

-Claro, tía ¿Qué pasa? ¿Estás bien?- Intercambió una mirada de preocupación con Cristina.

-Sí… date prisa.

-¿Dónde estás?

-En el centro comercial. En el baño del Moulin Rouge.

-Pero que… ¿Qué haces en el baño?

-Yo vine… Gerardo… Creí que sería un buen lugar para hablar. Se enojó…- La voz de Angie sonaba entrecortada.

-Hey, tranquila, ya voy para allá.- Se acercó a Cristina para darle un beso rápido. La chica parecía saber perfectamente de que se trataba con solo verle los ojos así que no hizo preguntas.

-¡Llévate a Milo y a Fausto!-escuchó distante a Cris.

-¡Si!

Corrió hasta la entrada de la casa y ahí estaban los guardias aspirando una de las camionetas. Los apresuró a subirse al vehículo y en menos de dos segundos ya habían salido disparados hacia la ciudad.

La avenida pasaba veloz por la ventanilla, faltaban un par de intersecciones para llegar al centro comercial.

-¿Está bien si aparcamos en la entrada? ¿O quiere entrar al subterráneo?- Pensó un momento.

-Subterráneo.- El Moulin Rouge estaba cerca de las escaleras eléctricas del estacionamiento subterráneo. Además no quería llamar demasiado la atención entrando por la puerta principal.

Las llantas de la camioneta chillaron cuando entraron al estacionamiento. Salió de un salto del vehículo y se apresuró a buscar a su tía.

Entró al restaurante donde enseguida vio a Gerardo parado a unos metros del baño de damas. Con él estaba un mesero y el capitán del lugar. Por sus gestos y ademanes parecía que las cosas estaban algo tensas. Sus guardias se apresuraron a colocarse junto a ella. Iba a pasar directo al baño pero el hombre la vio y la detuvo.

-Alejandra, ¿podrías decirle a tu tía que salga a darme la cara?

-¿Qué pasa?- Preguntó serena.

-Como si no lo supieras. Tráemela.

-No me des órdenes.- Gerardo apretó la mandíbula y guardó silencio. Ahora si entró al baño, dejando a Milo y a Fausto asegurándose de que Gerardo no la siguiera.- ¿Tía?- En el baño había dos mujeres mirándose al espejo. Su tía estaba sentada en unos cojines al otro extremo del lugar.

-Por fin llegas. ¿Sigue afuera?

-Sí, ahí está. ¿Qué pasó?

-Terminé con él. Le dije que casarnos sería un error.

-¿Y por qué elegiste hacerlo aquí?

-Creí que hacerlo en público ayudaría a que fuera todo más relajado.

-Pues espero que no haga un escándalo ahora que salgamos

-¿Salir?

-Si, ¿o piensas quedarte a vivir aquí?- Sonrió de medio lado para darle ánimo a su tía.

-No seas irónica.- Pero la mujer sonrió también.

-Vamos.- Extendió la mano y Angie se la tomó fuerte. Rodeó los hombros de la mujer, en un abrazo protector y la guio hacia la salida.

En cuanto salieron, Gerardo se acercó a ellas.

-Angélica, exijo una explicación.-Se notaba furioso.

-Ya te la di.- Respondió Angie sin dejar de caminar. Los guardias iban a los costados e impedían que Gerardo tuviera contacto físico con ellas.

-¡Es por ese imbécil, ¿verdad?!- Varias personas los observaban. Ella apresuró el paso y estrechó más fuerte a su tía.- ¡Te estoy hablando! ¡Angélica! ¡Voy a matarlo! ¿Entiendes? ¡Lo mataré!

-Milo, llévate a mi tía.- Pidió al guardia. Ella giró sobre sus talones y encaró a Gerardo.- No seas idiota. No matarás a nadie. Angie fue sincera contigo. Ha sido valiente en reconocer sus sentimientos, ¿Qué querías? ¿Qué se casaran y se dieran cuenta que habían cometido el error más grande de sus vidas? Ella ha detenido esto a tiempo.

-Tú cállate. Obvio dirás eso. Ella es tu tía y sé muy bien que Álvaro está en un pedestal para ti.- Gerardo estaba peligrosamente cerca de ella. Hizo un ademán para indicarle a Fausto que se mantuviera al margen.

-No niego que le tengo un afecto especial a Álvaro, pero yo nunca me opuse a tu noviazgo con mi tía. No me desagradaste nunca. Solo creo que debes ser maduro y aceptar las cosas. Aceptar la verdad.

-¿Verdad? ¿Vienes tú a hablarme de verdades?- Gerardo sonrió de medio lado y habló bajando la voz.- Tu padre y tu son los menos indicados para hablar de verdades.

-¿Mi…?

-Sé quien eres y sé quien es Cristina. Angie nunca me dijo nada al respecto, pero escuché una conversación entre ella y Sofia… ¿Qué dirían las personas si se enteraran del intercambio entre Cris y tu? ¿Qué diría el príncipe? Él está muy cerca ahora…Sería muy fácil para mi hacerle llegar la verdad.- De acuerdo, ese imbécil sabía la verdad de su origen, no ganaba nada intentando negar las cosas.

-¿Qué es lo que quieres?

-Quiero dinero y propiedades, las mejores de tu familia.

-No te daremos un centavo. Pierdes tu tiempo.- Se dio la vuelta pero Gerardo la sostuvo de la muñeca. Miró el agarre del hombre y como todas las personas a su alrededor los observaban. No podía hacer un escándalo ahí.

-No me subestimes.- Con un movimiento se libró del agarre.

-Tú no me subestimes a mi. Así que escucha bien. Has lo que se te venga en gana. No chantajearás a mi familia, mejor piensa bien las cosas antes de hacerlas. ¿Tu quien eres? Oh sí. El exprometido de Angélica San Román, ¿crees que alguien sabe tu nombre? ¿Crees que tu palabra valdrá más que la de ella o la del Conde? Si así lo crees, adelante. Puedes tener tus cinco minutos de fama. Pero luego no te asombres de lo que caerá sobre ti.

-¿Me estás amenazando?

-Claro que sí.- Ahora si dejó al hombre ahí parado. No se detuvo aunque notaba los flashes de las cámaras de algunas personas. Detestaba eso.

 

 

-Dime que pasó, ¿de que hablaste con él?

-De nada en especial. Solo  de que fuera maduro para aceptar las cosas.- ¿Para que mortificar más a su tía? Iban ya ingresando a los terrenos de la mansión. Debía admitir que le había costado bastante contenerse ante el cinismo de Gerardo.

-Debo llamar a Álvaro.- Murmuró Angie.

-¿Ya son novios?- ¡Metiche!

-No, aún no.- Su tía sonrió con culpabilidad.- Pero creo que pronto.- Dijo sonrojada.

-Me alegro por los dos. Te felicito por ser valiente. Ahora solo espero que las cosas funcionen.

-Si, yo también lo espero. Tal vez si no fuera tan odioso…

-Él seguro dirá lo mismo sobre ti.-De mejor humor ambas bajaron de la camioneta. En seguida se dio cuenta de que en la casa había más gente que cuando se fue. Bernardo estaba de pie en la puerta, con su impecable traje de pingüino.- ¿Pasa algo?- Le preguntó al anciano.

-Nada, señorita. Solamente que su tío y su Alteza están aquí.

-¿Y donde están?

-En la habitación de la señorita Cristina.- ¡Mierda!

 

 

Caminaba de un lado al otro en el despacho de su papá, esperando que Cristina estuviera sola en su habitación.

-Hija, cálmate.- Pidió Guillermo.

-¿Cómo quieres que me calme si el príncipe ese pidió estar a solas con mi novia?

-¿No me digas que estás celosa?- Preguntó Sofía sonriendo.- Fernando es un caballero.

-No son celos ni nada de eso. Solo que sabe que le estará diciendo a Cristina.

-Seguramente lo mismo que nos dijo a ti y a mi.

-¿Y porqué han tardado tanto?

-Cristina te contará después, ahora siéntate porque me estás mareando- Pidió su padre.

Se sentó de mala gana, frotándose los ojos sin el menor cuidado. Es verdad que a veces era muy despreocupada, pero cuando se trataba de su novia se le ponían los pelos de punta. Pero tenía que relajarse. Miró la expresión maternal de Sofía, quien intentaba calmarla. Le sonrió a la mujer. Debía admitir que su papá no pudo haber encontrado a una mejor mujer que Sofía. Desde que llegó se había portado muy bien con ella y si era verdad todo lo que le habían contado, esa mujer se había preocupado y ocupado de ella desde que tenía ocho años.

-Gracias.- Susurró a su madrastra tocándole la mano.

-De nada, preocupona.- Y como solía hacer Guillermo, su madrastra le revolvió el cabello.

¿Qué podía hacer para matar el tiempo? ¡Ah si!

-Oye, pa´.

-Dime.- Su padre la miró.

-¿Podemos hablar?

-Claro.- El hombre se acomodó mejor en su silla.

-Eh… a solas. Perdón.- Se disculpó con Sofía y Angie, quien se había pasado ese rato entretenida en su celular, seguramente hablando con Álvaro.

-No te preocupes. Hablen, nosotras saldremos.-  Sofía se puso de pie.

-No, no. Quédense.- Pidió Guillermo.- Alejandra y yo caminaremos por el jardín.

Así que siguió a su papá. El aire fresco la hizo sentir bien, despierta. Se limitó a caminar junto a su papá. Los dos en silencio.

-¿Qué quieres decirme?- le preguntó al fin.

-Esto no te lo digo por ser una entrometida o chismosa pero… Angie y yo llegamos juntas porque ella me pidió que fuera a buscarla.-Guillermo la miró sin pestañear.- Ella… aaahm… bueno, ella y Gerardo hablaron de cosas y él se enojó…

-¿De qué cosas hablaron? He notado que últimamente él no pasa tanto tiempo con ella.

-Creo que eso es algo que mi tía debe decirte.- Su padre frunció el ceño. Era inteligente, seguro sospechaba de que iba todo eso.- El caso es que Gerardo se acercó a mi y nos hicimos de palabras… papá, él sabe quien soy.

-¿Qué?

-Me dijo que escuchó una conversación y así supo de mi y de Cristina. Sabe que yo soy tu hija y Cris no.

-Pero… - Guillermo se pasó una mano por el rostro.- ¿Qué le dijiste?

-Le pregunté qué era lo que quería. Me respondió que dinero y propiedades.

-¡Hijo de la…! ¡¿Qué más pasó?!

-Le dije que no nos chantajearía y que pensara muy bien las cosas porque nosotros pesamos más que él. Me preguntó si lo estaba amenazando y le dije que si.- Su papá pensó un momento.

-Bien. Hiciste bien… hablaré con tu tía. No toleraré que Gerardo ponga un pie en esta casa.

-Por eso no creo que haya problema.- Guillermo la miró perspicaz, pero no dijo nada.

-Fernando regresará a la capital en cuanto termine su charla con Cristina. Las cosas por aquí volverán a la normalidad.

-¿Crees que podremos vivir tranquilos?

-Espero que sí porque sinceramente ya estoy cansado de tantos problemas.

-Y apenas tienes 42 años.- Intentó hacer sonreír a Guillermo. Éste lo hizo.

-Si pero mis hijos me sacan canas verdes, en especial la mayor.

-¿Debo pedir disculpas por eso?

-Claro.-Su papá la abrazó por los hombros y la guio hasta el interior de la casa.- Espero un buen regalo a modo de disculpa.

-Eso sería un soborno. Un Conde es incorruptible, ¿recuerdas?

-No soy tu Conde, soy tu padre.-Rayos.

-Te regalaré una de las motocicletas de la cochera.- Cruzaron la entrada a la casa.

-Esas son mías…

-Puedo ponerle un moño.

-Señor.- Bernardo hizo una ligera inclinación con la cabeza.- El Príncipe ha terminado su reunión con la señorita Cristina. En estos momentos se encuentra en su habitación, mientras su personal organiza todo para su partida. Ha solicitado que en una hora todos se reunan con él en el salón.

-Gracias, Bernardo.- El mayordomo se retiró.- Ya escuchaste.- Puso cara de perrito recién nacido.- Está bien, puedes ir a verla.-Ni siquiera había terminado de hablar su papá cuando salió disparada a la habitación de su novia.- ¡Sin correr!

Se detuvo en seco a medio camino hacia el segundo piso. Caminó lo más tranquila que podía y en cuanto giró y quedó fuera del alcance visual de su papá, empezó a correr de nuevo. Golpeó insistentemente los nudillos contra la puerta de la habitación de Cristi.

-¡Pasa, amor!- Entró como huracán. Cristina estaba semi-sentada en el colchón.

-¿Cómo sabías que era yo?

-Por tu impaciencia.- Cristina la miraba sonriente.- Ven.-  Su novia abrió los brazos y la estrechó.

-¿Estás bien?

-Si, mi amor.- La azabache buscó sus labios y le dio un beso suave para después volver a acomodar su cabeza sobre su hombro.- Todo está bien.

Se quedó ahí abrazando a su novia. No sabía de qué había ido la conversación con Fernando aunque estaba segura que Cristina se lo contaría. Pero ahora solo le apetecía abrazarla y no soltarla nunca.

-Tengo hambre.- Dijo después de unos minutos abrazadas.

-Aún no comes, ¿cierto?

-No, aún no. Moriré.

-Que dramática eres.

-¡Yo no soy dramática!- Cris soltó una carcajada y se llevó la mano a su costado.

-Auch, auch- Se quejó la chica.

-¿Ya?- preguntó para cerciorarse de que estuviera bien.

-Si, si ya… deja de decir tonterías, me duele cuando río.

-Si yo nunca digo tonterías...- Cris enarcó la ceja derecha.- un poco.- Estiró la mano para alcanzar el teléfono. Se conectó a la cocina.- Hola, quiero ordenar un mini bufet a la Alejandra y…- alejó un poco la bocina para preguntarle a Cris.- amor, ¿quieres algo?

-Helado.

-…y mucho helado, todo el que tengan. Entrega en el domicilio de la bella Cristi. Gracias.- Colgó.

-Eres tan tonta.- Cris le besó la mejilla.- No sé como todos en la cocina te siguen la corriente.

-Porque están igual de locos que yo.

 

Veinte minutos después, una de las chicas del servicio les subió una bandeja con mucha comida. Ese era su mini bufet. Era algo que constantemente pedía, por eso todos en la cocina ya sabían a lo que se refería. Había diversos cortes de carne, puré de papás, pasta, verduras… Chocó las palmas de la mano con la chica, antes de que ésta se retirara y la dejara de nuevo sola con Cristina. Empezó a comer con gusto.

-¿Qué?- Preguntó al darse cuenta que Cristi no le quitaba los ojos de encima.

-Recordaba como era todo antes de que llegaras aquí.

-Tú eras una odiosa y papá un amargado.

-Si serás mala.- Cris le salpicó un poco de helado a la cara. Ella solo sonrió.

-Me encanta tu forma de ser.

-Lo sé. Por eso me amas.- Dio un gran mordisco a la carne.

.Si, por eso te amo.- Dijo más exasperada que enamorada.

 

 

Se la pasaron comiendo y diciendo incoherencias por un buen rato. Hasta ese momento Cristina no había mencionado nada de la conversación con Fernando. Solo notaba la mirada insistente de la azabache sobre ella. Como si la examinara, como si intentara ver a través de ella. Se limitó a sonreírle y en hacerle mimos. No presionaría para saber que es lo que había pasado. Prefería esperar a que su chica se sintiera lista para hablar.

Se estaban dando besitos cuando el teléfono sono.

-¿Si?- Preguntó pegando la bocina a su oreja mientras depositaba un beso en la sien de Cris.- ¿Tengo que estar presente?... Ok. Ya voy.- Dejó el teléfono sobre el buró.- Ya se van todos. Papá me dijo que bajara a despedirme.

-Entonces ve. Te espero aquí.- Asintió y tomó la mano de Cris un momento para darle un beso.

-Volveré pronto.- Capturando la sonrisa de Cristina en su memoria, salió de su habitación.

 

 

********* ********** **********

 

Cuando Alejandra se fue el silencio cayó sobre ella. Se quedó mirando la puerta un momento, con la vista perdida. Como autómata se acomodó un poco sobre las almohadas y echó la cabeza hacia atrás, para descansarla. Ahora lo que miraba sin ver, era el techo.

Después de todo lo que había pensado las últimas semanas y sobre todo después de todo lo que el Príncipe le había dicho, había tomado la decisión tan dolorosa que había intentado evadir.

Ahora solo esperaba que Alejandra y su papá la entendieran y no la odiaran.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Besos cachondos.

 

 

!Travesura realizada!


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