Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

[Reviews - 545]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a toooodas las hermosas lectoras de este fic.  El capítulo anterior lo subí super rápido y no puse gran cosa en las notas. Así que lo haré en este.

Varias ideas son aportaciones de Dani Pacheco, sobre todo cuando de ropa y esas cosas se tratan, porque no sé de esos temas jajajaa. Así que, Dani, gracias por las ideas y por ser mi amiga. !Y felicidades por esos partidos ganados! !Ahora por el trofeo!

 

A leer.

!Accio cap 8!

 

Puntual a las 10pm, Ale estaba en la puerta de la casa de Valeria- Se bajó se su auto y tocó el timbre del intercomunicador.

-¿Si? – preguntó una voz desconocida.

-Buenas noches, vengo por Valeria. Soy Alejandra San Román.- le dijo al aparato.

-Buenas noches, pase.- un pitido sonó e inmediatamente el portón enorme y elegante se abrió, dejándola pasar. Un camino atravesaba un jardín exageradamente cuidado y la condujo hasta la puerta de madera de la residencia. Una mujer con vestimenta de servicio la esperaba ah.-  Tome asiento.- pidió amable cuando la llevó a la sala.

-Gracias.

No habían pasado ni cinco minutos cuando escuchó unos taconazos acercándose. Se puso de pie para recibir a la chica pelirroja que en cuanto la vio se le echó a los brazos.

-Que bien te ves.- le sonrió pícaramente mientras la analizaba. Alejandra se había puesto unos jeans, camisa azul, zapatos negros y chaqueta del mismo color.

-Gracias, tu te ves estupenda.- Valeria tenía un vestido corto, negro con blanco y tacones negros. Su maquillaje era discreto pero resaltaba su belleza y su cabello rojo… ¡Woo!

-¿Nos vamos?

Tomadas de la mano salieron de la casa. Valeria se veía emocionada, le decía a Ale hacia donde ir. Al parecer un amigo suyo inauguraría un nuevo antro, lo más exclusivo de la ciudad. Como era de esperarse el lugar estaba en el norte, las luces llamativas hacían que el antro se distinguiera entre los demás negocios a la redonda. Ale condujo despacio pasando por la entrada del lugar. Ahí un chico del ballet se encargó de llevarse el auto y Alejandra caminó hacia la fila de personas que esperaban para entrar.

-Hay muchísima gente…- Eso la incomodaba un poco, odiaba los lugares con muchas personas.

-Es la inauguración más esperada del año. Ven.- La pelirroja la tomó de nuevo de la mano y la guió hasta el principio de la fila. Ahí estaba un cadenero musculoso y con cara de matón.- Valeria Demonte y Alejandra San Román.- Le dijo al hombre. Enseguida, el tipo las dejó pasar. Se escuchó un abucheo de parte de las personas que seguían esperando.

-Entramos rápido.

-La ventaja de ser quienes somos.

-Uhm.

Las luces la cegaban y la música estaba súper fuerte. Ale apenas veía por donde caminaba, las pinches luces blancas siempre la había mareado y ahí parecía que habían mil luces de esas. Así que confió en la visión de Valeria y se dejó llevar y arrastrar entre la multitud de gente. Le pareció ver a la pelirroja saludando con la mano a varios de sus amigos y brincar de emoción al ver a alguien. Caminaron hacia una mesa donde estaban algunos chicos de la universidad. A Ale ya le habían presentado a unos cuantos.

Después de estrechar manos y dar besos se sentó entre Valeria y otra chica, llamada Nadia. Dijeron que los tres mejores DJ´s de la ciudad, tocarían. La mesa estaba llena de copas y botellas. Valeria enseguida se sirvió vodka.

-Alejandra, ¿Te sirvo algo?- le ofreció Valeria.

-Eh, no. No bebo cuando manejo.

-Anda, solo una copa.- insistió.

-No, de verdad, gracias. Con un refresco estará bien.

-Oh, vamos. No seas aguafiestas.- Se metió a la conversación un tipo, le parecía que se llamaba Enrique.

-No es ser aguafiestas, es ser responsable.- dijo encogiéndose de hombros.

-Por eso me encantas.- le susurró Valeria al oído, rosando sus labios con su piel. Ale se estremeció.

Los siguientes 20 minutos fue de escuchar conversaciones, sonreír y sentir la mano de Valeria acariciarle la pierna. La pelirroja, que iba en su tercera copa, recargaba su cuerpo en ella y le hacía mimos.

-Alejandra, ¿porqué no vino Cristina?- le preguntó Enrique.- ¿Salió con Alberto?

-¿Alberto? ¡Claro que no! Se quedó en casa.- le respondió al chico.

-¿Segura? Alberto me dijo que la había invitado a salir…

-¿Te contó también que Cristina lo rechazó?.- ¡Cruel, Alejandra! ¡CRUEL! Oh, yeah.

-¿Lo rechazó?- Nadia intervino en la conversación. Parecía asombrada.

-Tal y como hace siempre.- ¡Eso! ¡Estruja más la herida!

-¡Vaya! Y yo creí que estarían juntos puesto que ninguno de los dos está aquí. Aunque ahora que lo pienso, en la tarde llamé a Alberto y hablaba algo raro… - Claro, después del putazo de Ale era un milagro que Alberto aún pudiera hablar, aunque sea a medias.

-Pues no, Enrique, mi prima se quedó en casa, tenía muchos deberes que terminar. Y si Alberto te dijo que tenía una cita con ella, pues te mintió.

Lo detestaba. Detestaba a Alberto, detestaba su personalidad y sobretodo detestaba la idea de ver a Cristina con él.

-Alejandra, ¿bailamos?- Valeria llamó su atención.

-Vamos todos.- Sugirió Nadia y la mayoría de sus amigos se pararon para dirigirse a la pista.

La pelirroja se metía entre los que ya bailaban. Nadia, Enrique y una par de chicos más se les unieron. La música electrónica retumbaba en los oídos de Ale y sus ojos se deleitaban viendo a Valeria moverse frente a ella.  Por momentos la chica la abrazaba y le pegaba el cuerpo, a los demás parecía no importarles los movimientos sensuales de Valeria y Alejandra. Luego Enrique jaló a Valeria y Nadia pasó a bailar con Ale. La verdad se estaba divirtiendo. Ya tenía calor y empezaba a sudar mientras seguía brincando y bailando. Después de un par de canciones Valeria volvió a sus brazos y la abrazó del cuello, dándole piquitos cada pocos minutos.

Bailaron casi una hora, Ale estaba sedienta así que regresaron a la mesa por algo de tomar. Valeria se sirvió más vodka y Ale tomó agua. Observó mejor a la chica y notó que ya estaba algo “happy”.

-¿Te sientes bien?- interrogó a Valeria.

-Genial. Bailo, bebo y te beso, ¿Qué podría estar mal?

-Pues… te noto algo ebria.

-No pasa nada. Ven, Acompáñame.

Siguió a Valeria atravesando el lugar. Caminaron por una sección llena de sofás, sillones y cortinas semitransparentes. ¿Qué era eso? Valeria la empujó para tumbarla en un sillón y se le fue encima.

Alejandra apenas pudo coordinar sus movimientos antes de fundirse en un beso apasionado con Valeria. La chica se le sentó encima y aprisionó su cabeza con sus manos  para que Ale no pudiera despegarse de sus labios. ¿Aire? ¡Que chingue su madre el aire, aquí solo queremos besos! Ale estrechó a la pelirroja, la apretó con sus brazos, sintiendo sus pechos contra su cuerpo. La respiración agitada de Valeria la prendía más.

-Valeria…-

-Ale, me encantas.-

-Y tu a mi.

-Sé que me deseas, pero quiero que lo hagas aún más… Te quiero loca por mi.- le dijo Valeria entre besos. Ale sentía unos labios en los suyos, unas manos en su nuca, un cuerpo moviéndose sensual sobre ella… Y su cuerpo reaccionaba a las sensaciones. Pasó a saborear el cuello de la chica, deslizó sus manos por esas caderas bien formadas. Deseaba tanto estar con alguien. Su mente estaba aturdida, ¿Por qué? Por el deseo, ¿deseaba a Valeria? ¿O deseaba sexo? ¡Bah!

-Alejandra… ¡Apártate!-  En milésimas de segundo Valeria estaba sentada en el sillón junto a ella como si nada hubiera pasado. Ale solo la veía con cara de “¿Qué pedo?”- Fotógrafos.- Dijo la pelirroja apenas moviendo los labios.

-¿Dónde?

-A la derecha.

Era verdad, había un par de fotógrafos deambulando por el lugar sacando fotos de los asistentes, sus flashes parpadeaban cada pocos segundos. Algunas personas posaban, otras no se daban cuenta de que eran fotografiados.

-¿Y qué?

-¿Y qué? Imagina que mañana saliera nuestra foto en una revista o un periódico, besándonos y tocándonos ¿Qué crees que diría tu tío?- ¿Su tío? ¡Ah! El Conde… seguramente la reprendería por dar espectáculos públicos manchando el honor de la familia… Seguramente eso pasaría… Y Cristina, si ella viera una foto así… A Ale le disgustó la idea de que su hermana viera una foto de ella en esas circunstancias. Se movió incómoda en su lugar. ¿Qué estaría haciendo Cristina en esos momentos? Era poco más de medianoche, seguramente se encontraría dormida… con el cabello cubriendo su almohada, los labios entreabiertos, con esa expresión pacífica y tierna que Ale descubrió el día que la encontró dormida en su cama.- Ale… Ale…

-¿Uhm?

-¿En qué piensas?

-¿Porqué?

-Porque sonríes embelesada.

-¿Qué? No, yo solo… recordaba unas cosas que tengo que… hacer mañana.

-Creo que será mejor volver a la mesa.

-Si, vamos.

Cuando regresaron a la mesa actuaron como si nada. No habían pasado ni cinco minutos cuando  los fotógrafos llegaron hasta ellos y les sacaron mil capturas. Les preguntaron nombres y les dijeron que saldrían en una exclusiva revista. Los chicos seguían bebiendo y platicando.

-Ya Valeria, no los defiendas, tu sabes que es verdad lo que digo.- decía uno de los amigos de la chica.

-Calla, Ale se enojará.- comentó Nadia dándole un codazo al tipo.

-¿Ah? – Estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo, pero volvió al mundo de los vivos cuando escuchó su nombre.- ¿Qué dicen de mi?

-Decía…

-¡Cállate, Sergio!

- Que los San Román se creen los dueños del universo, digo, es verdad que tienen muchísimo dinero pero eso no les quita lo engreídos y tiranos.

-Ah… ok.-

-¿Ok? ¿Solo eso dirás?

-Pues… si. No me ofende lo que dices, es tu opinión y además, por lo que veo, ya estás ebrio.

-Estar ebrio no me impide decir la verdad...

-Ya Sergio, bájale.- Le exigió Enrique.

-¿Porqué? ¿Te incomoda la verdad, Ale?- Ella no sabía ni de lo que hablaba ese tipo…

-Eh, no.

-Sergio, calma o le pediré a los guardias que te saquen de aquí.- Lo amenazó Valeria.

-Claro, tu también eres parte de su familia ¿no? Tu padrastro es uno de ellos. Igual de déspotas todos, de autoritarios. Y el Conde, se las da de muy honorable – Sergio se había puesto de pie y se balanceaba tratando de mantener el equilibrio.- pero es el peor de todos ellos. Ordenando desalojos y despidos. Jugando sucio para quebrar empresas rivales…

-Hey, ya.- Ale también se puso de pie.- Él no haría algo así. Estás ebrio, mejor vete.

-¿Ven?  Una San Román ordenándome. Sin duda eres una de ellos. ¿También te crees inalcanzable como Cristina?- Ale apretó los puños, intentando controlarse.

-Sergio, ya cállate.- Enrique intentó jalarlo y sacarlo del antro pero Sergio estaba envalentonado con el alcohol.

-¿Porque me callaría? Cristina es la chica más fría que conozco, rechazando a todos, como si fuera la reina. Pero llegará un día que me hartaré de sus rechazaos y le demostraré lo que un hombre puede hacer.

Ale caminó hasta Sergio empujando la mesa, tirando vasos y botellas. Valeria se interpuso para detenerla.

-Ignóralo está ebrio.- Respiró hondo varias veces, intentando no molerlo a golpes.

-¿Qué pasa? ¿Me tienes miedo o qué?

-Vámonos,- Valeria la jaló de la chamarra para que salieran de ahí.

-¡Eso vete! Pero cuando te enteres, ya me habré tirado a tu querida prima.

Ale arrebató el agarre de Valeria y en tres zancadas ya había llegado frente a Sergio…

-¡Imbécil!-  Le estrelló el puño en la cara, haciendo que se fuera hacia atrás derribando otra mesa.

Había destellos de flashes y Enrique estaba arrodillado junto a Sergio que estaba noqueado. Nadia intentaba contener la risa y Valeria volvió a jalarla para sacarla de ahí. La pelirroja apresuró a los del ballet para que le entregaran rápido el auto a Ale.

-¡No debiste golpearlo así! ¡Es impropio!

-Vale un huevo lo impropio… ¡ofendió a Cristina!

-¿Y qué?

-¡¿Y qué?!

-Alejandra, debes aprender a lidiar con estas cosas, siempre habrá alguien que odie a tu familia. No puedes irlos golpeando a todos.

-¡Tu escuchaste la forma tan vulgar en la que habló de Cristina!

-Siempre buscaran la forma de ofenderles. Cristina nunca ha dado motivos para dudar de su honor, Sergio es un fanfarrón que jamás se atrevería a tocarle un pelo. Odia a tu familia pero también les teme. Además Cristina es muy capaz de defenderse sola.

-Si, ya se pero… me enojé.

-Controla tu furia.

-Creía que en esta ciudad todos querían a mi familia.

-Te equivocas. Unos los quieren, otros les temen y otros los odian. Tu tío es un hombre de negocios y en los negocios siempre hay un perdedor. Los San Román nunca han perdido, pero han hecho perder a muchos. Eso no significa que sea mala persona.

-Lo siento, arruiné la noche.

-No te preocupes, la repondremos. Espero que esto no te cause problemas con tu tío.- ¡Naaah, que va!

 

 

Se levantó de un salto al ver la hora. Eran las 7:30am ¡y tenía clase a las 8am! Se bañó y vistió en tiempo record, cuando bajó ya no había nadie de su familia. Todos habían salido a sus diversas obligaciones. Bernardo le dijo que Cristina se había marchado ya a la universidad ¡No la había esperado! Sacó su auto y condujo lo más rápido posible hasta su escuela. Llegó 20 minutos tarde a su clase de italiano, ganándose una llamada de atención por su impuntualidad.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué tarde?- preguntó a su espalda, Nico.

-Me quedé dormida y nadie fue a levantarme.

-Creí que a ustedes les despertaba el Coro de Niños Cantores de Viena..- se burló su amigo.

-No jodas, Nico.- pidió Ale sonriendo y tirándole un papel arrugado por encima de su hombro. ¿Por qué nadie la despertó? Ni siquiera Cristina que normalmente solía ir por ella cuando se atrasaba. No la había esperado para ir juntas a la escuela. Miró por la ventana hacia el edificio de la pelinegra…. ¿Qué estaría haciendo? ¿Qué clase tendría?  Quería verla. Las horas pasaron lentas pero al fin la campaña sonó y Ale salió rumbo a la cafetería pues seguramente ahí estaría Cris. Entró y miró para todos lados pero no la vio. Asi que se dirigió al edificio donde estaba la carrera de su hermana. No tenía idea de en que salón estaría.

-Hola, disculpa ¿sabes en que salón está Cristina San Román?- le preguntó a una chica que se le atravesó.

-Segundo piso tercera puerta a la derecha.- Señaló hacia arriba.

-Gracias.-Subió rápido las escaleras hasta el salón indicado. Ahí estaba Cristina leyendo unas hojas, totalmente concentrada ignorando al mundo. Dudó un poco antes de entrar, había algunos chicos, compañeros de Cris. Dio unos pasos y al ver que nadie le decía nada se acercó con decisión hasta su hermana.- Hola.- Saludó inclinándose y dándole un beso en la mejilla.

-Uhm, eres tú.- Contestó fría.

-Si, ¿Qué haces?- se sentó un lugar delante a de Cris. Con el cuerpo hacia su hermana.

-Trabajo.- la pelinegra en ningún momento la había mirado.

-¿Te ayudo?

-No. No lo hiciste anoche y no tienes por qué hacerlo ahora.

-¿Anoche? Dijiste que no teníamos trabajo pendiente…

-¡Siempre hay trabajo pendiente, Alejandra!- Ahora sí la miró, pero Ale hubiera preferido que no lo hubiera hecho. La veía con enojo.

-No me dijiste.-

-¡Usa tu sentido común! Sabes que hoy tenemos una reunión importante con mi padre y Tomás…

-¡Pero lo de esa reunión ya está planeado!- Los presentes en el salón las miraban, atentos.

-Preferiste irte de fiesta con Valeria.

-Te pedí que fueras conmigo…

-Ah y ¿para que?

-Para pasarla bien, divertirnos…

-Pues parece que te divertiste mucho, llegaste tarde al colegio.

-No escuché mi alarma y no fuiste a despertarme.

-No es mi deber.

-Esperaba que no lo hicieras por deber, sino por mi.- Silencio. Solo se veían a los ojos, ambas con el ceño fruncido.

-La próxima pídele a Valeria que te despierte.- Cris volvió a sumergirse en su lectura y aunque Ale insistió en hablarle, ella simplemente la ignoró. Rendida, Ale prefirió irse a su salón. Ni siquiera recordó desayunar.

 

 

-Le hubieras cortado el cuello con alguna botella rota.- sugirió Natalia cuando caminaban rumbo a la salida, ya había finalizado su día escolar.

-Natalia y sus consejos pacifistas…- comentó Nico. Alguien había filtrado fotos de Sergio tirado con la nariz rota y Ale parada frente a él con cara de asesina pasional. Se habían publicado en un periódico local- Me sorprende que no estés en la cárcel, Nat.-

-Cállate.

-Ahora todos ya se enteraron de tu pelea. Pero, ¿porqué lo golpeaste?- quiso saber Lisa.

-Por imbécil.

-Es mi primo.- dijo Natalia.

-Eh.. ¿Perdón?

-Le hubieras cortado la garganta.

-Quiso decir que no era necesario pedir disculpas.- Tradujo Lisa.

-Lo golpeé porque dijo algo sobre Cristina y me enojé.

-Cristina es muy linda.- comentó Lisa con expresión vaga.

-Si, lo es…- Sonrió.

-Ahí está.- Nico señaló a la chica.- Entonces creo que ya debes irte.

-Si, tenemos trabajo que hacer.-

-Intenta no golpear a alguien, al menos hasta mañana.- sugirió su amigo.

-No prometo nada.- Caminó hasta la pelinegra que revisaba su celular.- ¿Nos vamos?- Cris la miró sin demostrar expresión alguna y volvió a lo que hacía.- ¿Cristi?

-Deja de llamarme así. Marcos vendrá por mi.

-¿Porqué? Vamos al mismo sitio.

-Me iré con él. Síguenos en tu auto.- En eso, una de las camionetas de su familia aparcó frente a ellas. Cris subió de inmediato. Cabizbaja, Ale fue hacia su auto y se dirigió a la empresa. El asiento del copiloto se sentía tan vacío. Cuando entró a la oficina de Cris, ella estaba tecleando algo. Ale se sentó junto a ella como lo había hecho los últimos días.

-¿Te ayudo?

-No. Y siéntate por favor en las sillas del frente.- respondió sin voltear a verla. El intercomunicador sonó antes de que Ale pudiera contestar.- ¿Si?- le preguntó Cris al aparato.

-El Conde pide que la señorita Alejandra vaya a su oficina, de inmediato.- ¡Mierda!

-Ya va.- Cris siguió en los suyo. Ale no dijo nada y se dirigió a ver a su padre.

 

Toc-toc.

-¡Entra!.- Escuchó un grito del otro lado. Su padre estaba de pie, con expresión de disgusto. Tenía en su mano unas hojas. Álvaro estaba con él y veía a Alejandra con cara de: te van a cagar.

-¿Me buscabas?

-¿Podrías explicarme esto, Alejandra?- aventó los papeles sobre su escritorio. Ale se acercó y los tomó para mirarlos. Era un ejemplar del periódico que había publicado el chisme de la pelea.

-Eeeh….

-¿Es todo lo que dirás?

-Pues no sé que explicar. Si crees que me pelee con este tipo, si así fue. Le di un puñetazo en la cara.

-¿Te das cuenta que en dos días has golpeado a dos chicos?

-¡Se lo merecían!

-Guillermo, tal vez debes dejar que Ale explique qué pasó…

-Álvaro por favor retírate. Esto es entre mi hija y yo.

-Guillermo…

-Es una orden.- Álvaro lo pensó un momento. Respiró hondo.

-Me iré pero no porque me lo ordenes, sino porque creo que ustedes dos necesitan tiempo para hablar a solas.- El hombre salió de la oficina.

-Ayer te dije que no tendrías castigo por lo que le hiciste a Alberto. Pero ahora si lo tendrás. No podrás salir de la casa más que para ir a la universidad y venir aquí. Anoche saliste sin preguntar o avisar, de haberlo hecho te hubiera negado el permiso pues hoy tenías clases…

-Puedo salir y al día siguiente asistir al colegio. No soy una niña.

--Entonces deja de comportarte como tal. La violencia no es la solución.

-¡No lo hice porque fuera una solución! ¡Lo hice porque esos pendejos lo merecían!

-Cuida tus palabras.

-No me digas que hacer.

-¡Soy tu padre!- El Conde parecía muy enfadado.

-¡Pues trátame como tal! Solo me das órdenes y me gritas sin dejar que te cuente qué pasó anoche. ¿Quieres castigarme? ¡Bien! ¡No saldré! ¿Eso te hace sentir mejor? ¿Te sientes como un padre con eso? Ya no tengo diez años, la época de mandarme a mi habitación ya pasó. ¡Ya crecí!

-¡Pues deja de dar problemas con tu conducta!

-¿Cuáles problemas? ¿Unas fotos? ¿Un chisme? ¿Qué importa si le di un golpe a un imbécil?

-Cuando llegaste aquí te deje claro que debías comportarte con decoro y honor, Y ¿Qué haces? ¡Te metes en problemas!

-¡Tu también lo habrías golpeado si hubieras escuchado la manera en que habló de Cristina!

-¿Qué dijo de Cristina?

-¡¿Ahora si escucharás mi versión?! Ya me castigaste ¿no? ¡Me voy!

-Te dije que tu castigo era ir solo a la universidad o venir aquí. Ya estás aquí y cumplirás con tus responsabilidades. Tenemos una reunión en una hora.

-¿Y para que me quieres en esa reunión?

-Trabajas en equipo con tu hermana. Así que te espero en una hora en la sala de juntas.- Su padre de sentó frente a su computadora y dio por terminada la conversación. ¡Puta madre!

 

 

 

Regresó hasta la oficina de Cris hecha una furia. Azotó la puerta.

-¡Ten cuidado con lo que haces!- le reclamó Cris por el golpetazo a la puerta.

-¡¿Tu también?! ¡Aaarggghh esto es increíble!

-¿Qué quería mi papá?

-¡Castigarme! ¿Contenta? Hoy no es mi día. Me duermo, llego tarde a clases, tu no me diriges la palabra, no he comido nada, tu papá me castiga y tengo que quedarme a una junta en la que tu seguirás ignorándome y él seguirá enfadado conmigo.- Caminaba como león enjaulado.

-¿Por qué te castigo?

-Por las fotos.

-Uhm…

-¿Las viste?

-Toda la ciudad ya las ha visto. Todos hablan de tu pelea de copas con Sergio.

-¿Copas? ¡No bebí nada!

-Eso dice la prensa.

-¿Y le crees a la prensa?

-¡Desde el principio de dije como era esto! ¡Pero te valió! ¡Te largaste con Valeria después de pasar un fin de semana perfecto!

-¡Solo fuimos a bailar! ¡Te pregunté si querías ir conmigo!

-¡No podemos salir los domingos!

-¡No me lo dijiste!

-¡Esperaba que te quedaras conmigo por tu propia decisión! ¡Pudimos ver películas toda la noche!

-¡Tu fuiste la que me dijo que saliera!

-¡Porque se notaban tus ganas de irte con Valeria! ¡Babeas por ella!

-¡Eso no significa que no quiera que estés conmigo! ¡Te hubieras divertido!

-¡¿Golpeando gente?!

-¡No! ¡Bailando conmigo!

-¡Ya te dije que no podemos salir los domingos!

-¡Me lo dices 24 horas después de lo que debiste! ¡Y ahora estoy castigada como niña pequeña! ¡Y no avisé que saldría porque no estoy acostumbrada!

-¡Excúsate con tu orfandad!- En cuanto esas palabras salieron de sus labios, Cris se tapó la boca. El silencio cayó sobre la oficina. Ale parpadeó varias veces mientras la última frase de Cris retumbaba en sus oídos.

-No...es excusa…- Ale giró sobre sus talones para salir de ahí. Cuando tenía una mano cerca del picaporte, escuchó a Cris correr hacia ella y abrazarla por atrás aprisionando sus brazos.

-Ale, perdón. No quise decir eso.- Sonaba realmente apenada.

-Suéltame.

-No… perdón. Por favor, perdóname.- La voz de su hermana sonaba a la que Ale conocía, sonaba a la Cris tierna y sincera, no a la altanera y autoritaria de la mañana. Sintió las manos de Cristina sobre su abdomen, aferrándose al abrazo que Ale se negaba a corresponder. Su hermana la mantuvo abrazada así, acomodando su cabeza en la espalda de Alejandra. Sin saber si la orden vino de su cerebro o de su corazón, Ale giró para quedar frente a Cris y la estrechó fuerte.

-No volvamos a pelear.- le dijo mientras ponía su cabeza en el hombro de Cris, envolviéndola prácticamente con todo su cuerpo.

-Nunca. Perdón. No debí tratarte así.

-No importa. Ya olvidémoslo.

-De verdad, no quise lastimarte.

-Ya, ya pasó, Cristi.

-Adoro cuando me dices Cristi.- Aun abrazadas, se movían suavemente en su lugar, como arrullándose.

-Creí que lo odiabas.

-Lo odio, pero no cuando tu me lo dices.- Cris estampó un beso en su mejilla.- ¿Porqué golpeaste a Sergio?

-Por… por nada.

-¿No fue por las copas?

-No, no bebí ni una gota de alcohol.

-¿Y porqué fue?

-Dijo algo grosero sobre una de las personas que más quiero.- Cris se apartó un poco para ver los ojos de Ale, con la interrogante silenciosa en su mirada gris.- Tú.- La expresión de su hermana cambió a una de felicidad total y la envolvió de nuevo en un abrazo fuerte. Después de una mañana triste, Ale por fin sonreía.

 

 

 

-¿No me dirás que pasó exactamente?- volvió a preguntarle Cris mientras recogían sus cosas para ir a la sala de juntas.

-No es necesario. No quiero disgustarte.- Caminaban hasta la puerta de su oficina para salir de ella.

-Tengo curiosidad.- Su hermana la detuvo antes de que Ale abriera.

-Sergio está dolido por tus rechazos, dijo algo al respecto y me hizo enojar que se expresara así de ti. Quería arrancarle la cabeza. No importa cuales hayan sido sus palabras, no dejaré que ningún imbécil te ofenda.

-Puedo defenderme sola.- contestó Cris con calma.

-Sé que puedes hacerlo, pero soy tu asistente ¿recuerdas?- Sonrió.

-Tonta.- Cris se acercó y le dio un beso.- Las reuniones con tío Tomás me estresan.- Ahora si, salieron hacia la sala de juntas.

-¿Porqué?

-Su actitud me disgusta.

Entraron a la sala, era rectangular. Con una mesa larga, para unas 25 o 30 personas. De lado derecho había una mesita con una cafetera y algunas botellas de bebidas alcohólicas. Su padre estaba sentado a la cabecera de la mesa y Álvaro le enseñaba algo de una carpeta. Cristina y ella se sentaron al lado derecho del Conde.

-¿Desean algo de tomar?- Les preguntó su padre.

-Café.- Pidió su hermana.

-Agua.- pidió ella.

Álvaro fue hasta la mesita del servicio por lo que habían pedido y en ese momento la puerta corrediza de madera se abrió. Un hombre entró. Era un par de centímetros más alto que Ale, tenía la tez clara, el cabello castaño oscuro con algunas canas, bigote, cejas pobladas y varias arrugas en el rostro. Se veía de unos 55-60 años.

-Buenas tardes.- Saludó con voz ronca, acercándose a estrechar la mano de Guillermo, que se había puesto de pie para recibir el saludo. Luego caminó hasta Cristina, besándole el dorso de la mano. Cris ya había adoptado su rostro inexpresivo.- Un gusto como siempre, Cristina. Alberto me pidió te trajera regalos de Europa, te los enviaré a la mansión.

-Preferiría que no lo hiciera, Alberto y yo no somos nada, eso podría dar lugar a malas interpretaciones.- Ale disimuló una sonrisa al escuchar la respuesta “diplomática” de su hermana. Guillermo veía a su hija menor, como si nunca hubiera pensado que respondiera así.

-Eso no significa que en un futuro no puedan ser algo más que los amigos que son ahora.- Insistió Tomás.

-Ahora no somos amigos, así que tampoco pretendo tenerlo en mi futuro.- Ale intentaba recordar el himno nacional para espantar la risa escandalosa que amenazaba con escapar de su garganta. El Conde carraspeó.

-Tomás, te presento a mi sobrina, Alejandra.

-Oh si…- dijo el hombre, examinando a Ale.- la hija de Antonio. Mi esposa me ha hablado de ti.- Le dirigió una mirada dura y amenazante. No le tendió la mano.

-Ella y yo somos grandes amigas.- Ale le sonrió burlonamente. ¡Eeeeehhh putooooo!

-Tomás, siéntate. Empecemos con la reunión.- Cuando Tomás les dio la espalda para ir a su lugar, el Conde regañó con un gesto a las chicas. Por su insolencia.

La junta iba a comenzar.

 

 

 

Notas finales:

Dejen rw culeras!

 

                      Agréguenme en fb. 

                                                    Besos cachondos.

 

!Travesura realizada!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).