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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Buenoooo pues espero les guste este capítulo.

Se lo dedico a una persona en especial, si a ti odiosa.

 

!Accio cap 13!

Se movió en su cama apenas recobrando la consciencia. Su habitación estaba tenuemente iluminada gracias a la luz que se filtraba por las cortinas. Giró la cabeza hacia la derecha y ahí, dormido y sentado en el sofá estaba su papá. ¿Qué hora sería? El reloj en su buró marcaba las 8.45am. Utilizó los brazos para acomodarse semi sentada en su cama.

-Oye…- Guillermo no reaccionaba.- Oye…- En su buró vio una caja de un termómetro y se la tiró a su papá. La caja pegó en la cabeza del Conde y cayó después al suelo.

-En la antigüedad pudiste morir solo por hacerle eso a un Conde.- Dijo su padre abriendo los ojos.

-Que bueno que estamos en el siglo XXI.

-¿Cómo te sientes?- Guillermo se sentó junto a ella en su cama.

-Mejor ¿qué me pasó?

-El médico dijo que te descompensaste…-

-¿Eso que es?

-Uhm… ni idea. Pero estuviste con fiebre e inconsciente dos días.

-¡¿Dos días?!

-Sí, ya es jueves.- Su papá puso una mano en su frente.- No tienes fiebre ya.

-Espera… ¿vino el médico?

-Si, ¿no lo recuerdas?

-No… Yo... ¿Estuviste aquí todo este tiempo?

-Por supuesto.- Guillermo le sonrió.- Bueno, el martes la que se quedó a cuidarte toda la noche fue Cristina.

-¡¿Cristina?!

-Si, ¿pasa algo?

-No, nada.- dijo cruzándose los brazos con cara de póker.

-Bien…- Su padre la miró suspicaz.- ¿Crees poder levantarte?

-Si, creo que si.- Haciendo a un lado sus cobijas se levantó de la cama. Guillermo la imitó. Caminó un poco por la habitación, se sentía bien.

-Es bueno verte recuperada.- Ale se fijó en el Conde, se veía ojeroso. Nunca creyó que su padre pudiera quedarse así a cuidarla, como si fuera una niña pequeña.- Eres muy alta…- Se fijó que había un libro en el buró.

-¿Qué es eso?

-Un álbum de fotos. Estaba mirándolas. Ven.-Ale se sentó en la orilla de la cama y su padre en el sofá frente a ella. Le entregó el álbum.- En estos días, aquí junto a tu cama, pensé mucho. Hay cosas del pasado que tu ignoras. Creo que es momento de que sepas.

Ale abrió el álbum. En la primera hoja había dos fotos. En las imágenes se veía a un chico castaño abrazando a una chica morena. Ambos sonreían a la cámara, felices. Admiró el rostro joven de la mujer, tendría unos 17 o 18 años, los ojos cafés y brillantes, el cabello oscuro y alborotado. Laura.

-Se ve muy linda.- Acarició la superficie de la fotografía.

-Siempre lo fue. ¿Qué sabes de nuestra relación?

-Que se enamoraron siendo adolescentes y que luego se separaron cuando te volviste Conde. Ella no quería esta vida y tú querías irte con ella ¿no es así?

-Si, teníamos planes de irnos. Ella entraría a una importante compañía de danza clásica y yo iría con ella a recorrer el mundo. Ya teníamos todo listo, incluso ya le había comunicado a mi padre mi decisión… pero un par de días antes de partir, él murió de un infarto… me sentí muy mal.- El Conde intentaba mantener firme su voz.- Me sentí culpable. Habíamos discutido mucho esas últimas semanas. Él quería que nos quedáramos, que nos casáramos aquí y tuviéramos una vida como la que él tuvo con mi madre. Pero Laura y yo queríamos otra cosa… Él murió y así de la noche a la mañana me volví un Conde, con todo ese sentimiento de culpa en mi. Tu madre fue comprensiva, ella estimaba a tu abuelo. Pero tenía que presentarse a su nuevo trabajo así que se fue. Acordamos que la seguiría en cuanto las cosas se calmaran.- Ale pasó a la segunda hoja. Más fotos de sus padres, abrazados, besándose, en la moto, en el pueblo. Siempre felices.- Pero las cosas se fueron complicando cada día más. Tenía mucha presión sobre mi. Fui por tu madre y acordamos seguir nuestro noviazgo. Iba a visitarla cada par de semanas… luego cada par de meses. Lo intentamos. Nos amábamos.

-Lo sé.- Más fotos. Sus padres parecían un poco mayores. Su papá vestía de manera diferente. En las imágenes se les veía en diferentes ciudades: Roma, París, Moscú, Londres.- Esto ¿es de tus visitas a mamá?

-Si. La alcanzaba en la ciudad en la que se estuviera presentado. Le propuse matrimonio de nuevo, le pedí que regresara aquí conmigo. Pero… tu la conoces mejor que nadie, ¿no es así?

-Si, nunca dejaría el baile.- Ale sonrió con melancolía.

-Y así fue. Hablamos mucho, intentamos buscar una solución… pero al final terminamos.- Ale buscó más fotos. Abrió desmesuradamente los ojos cuando se vio a ella misma, pequeña.

-Nueve años después de separarnos, Sebastián vino a verme. Me dijo que había algo que debía saber, algo que él había callado todos esos años. Me contó que Laura tenía una hija… mi hija.-El Conde se puso de pie y se sentó junto a ella en la cama.- Tu madre había decidido no decirme de tu existencia. Inmediatamente volé a su ciudad y lo confirmé. Laura había tenido una hija mia, estaba embarazada al momento de separarnos. Ella me explicó que se enteró de su estado después de que terminamos pero sabía que si me decía las cosas se complicarían para mi, para los tres. Así que guardó silencio. Te crio sola durante ocho años. Me pidió que me mantuviera lejos. No quería que llevaras el tipo de vida que han llevado tus hermanos. Tu madre quería educarte entre arte, con libertad de que hicieras de tu vida lo que tú eligieras. En ese entonces ya habían nacido Cris y Memo, yo ya tenía una esposa. Así que con todo el dolor de mi corazón, acepté su petición. Te dejé ahí con ella, pero no pude dejar de preocuparme por ti. Esa fotografía es del primer festival tuyo al que asistí. Me enteré que tocarías piano por primera vez en público, así que me mezcle entre todos los demás padres y te observé. ¡Lo hiciste genial! Estaba tan orgulloso de ti, eras tan pequeña y habías lidiado excelentemente con los nervios y ejecutaste la pieza de forma increíble.

-¿Estuviste ahí?- Ale sentía un nudo en su garganta.

-Estuve en cada uno de tus festivales escolares.

Era verdad, pasaba una y otra foto y ahí estaba ella. Con diferentes trajes, algunas veces tocando el piano o la guitarra, cada vez mas grande. Su padre había estado ahí, había ido a verla.

-¿Por qué nunca te acercaste a mi?

-Por estúpido. Ahora que lo pienso pude haber llegado a otro acuerdo con tu madre…-

-¿Ella sabía que ibas a mis festivales?

-No, nunca me vio. Esa es de un campeonato de básquet ball…- Ale aparecía de unos 12 años, con un balón en una cancha.- Por cierto, eres pésima.- Ale soltó una carcajada, si eso era verdad.

-Creí que nunca fuiste a verme, creí que…- No podía mirar a su papá a los ojos.

-¿Qué no me importabas?- Asintió.- Eres mi hija, la primera. Siempre me has importado.- Su papá puso una mano en su hombro.- Cuando te operaron…-

-¿Estuviste ahí?- Ahora si volteó a mirar los ojos verdes de Guillermo.

-Claro que sí, ¿creíste que solo enviaría al tarado de Álvaro? Estuve en el consultorio del doctor que te operó, esperando. Luego me avisó que podía entrar a verte. Estabas inconsciente, pero bien. Y luego…Cuando tu madre murió… Me dolió mucho, por lo que había sido, por lo que era… Tú me tenías mucho rencor. Sebastián me dijo que no querías verme en el funeral. Así que estuve oculto observándote de lejos. No sabes las ganas que tenía de abrazarte, de decirte que no estabas sola, de pedirte perdón por mis errores.- Guillermo lloraba y ella también.-  Estabas iniciando la universidad y fue cuando le pedí a Sebastián que te convenciera de mudarte aquí, pero te negaste, le pedí que te convenciera de aceptar mi ayuda económica y de nuevo te negaste. No querías que te pagara nada. Yo estaba muy preocupado de saberte ahí sola, así que contraté a varios guardias para que te vigilaran las 24 horas del día.

-¡¿Qué?!

-Vivías sola, lejos de mi y de tu tío, ¿Qué esperabas que hiciera? Fueron dos años de preocupaciones constantes. Sabía de tus apuros económicos, así que me las ingeniaba para ayudarte sin que te dieras cuenta.

-¿A qué te refieres?

-¿Recuerdas cuando el bar en el que trabajabas casi cierra?

-Si.

-Bueno, el dueño tenía problemas de dinero así que en secreto le compré el lugar  y le cedí la administración ordenándole que mantuviera ahí a todos los empleados y les aumentara el sueldo.- Recordaba muy bien cuando estuvo a punto de perder su empleo y milagrosamente después todo se resolvió.

-¿Qué más hiciste?

-Compré el edificio donde está tu departamento.

-¿Por qué hiciste eso?

-El dueño decía que ya no le dejaba suficiente dinero y que vendería a un sujeto que tenía intenciones de construir un centro comercial. En ese lugar viviste con tu madre, supuse que no querrías verlo reducido a escombros. Así que compré el lugar y reduje la renta a todos los inquilinos. Ahora el departamento está a tu nombre.- ¡¿Eso era en serio?!

-También recuerdo eso… Fuiste tú…

-No aceptabas nada de mi así que tuve que usar mi imaginación para ayudarte. Pero no era suficiente, no estaba conforme con tenerte tan lejos. Quería que me conocieras, quería ser el padre que nunca fui para ti. Por eso le pedí a Sebastián que a como diera lugar te convenciera de venir.

-Y ese viejo lo hizo.

-Así es. Te trajo hasta mi. Pude ser testigo de la excelente chica en la que te convertiste. Por fin pude abrazarte.- Su papá estaba arrodillado frente a ella, sujetándola de los antebrazos, sollozando.- Sé que te he decepcionado, que no supe manejar la situación y en este tiempo en que has estado aquí… yo... no he sabido acercarme a ti. Quiero que recuperemos el tiempo perdido, quiero escucharte llamarme papá.- Ale se mordía el labio, parpadeando rápido para apaciguar sus lágrimas. Su padre nunca la había dejado sola…- Sé que te tomará tiempo verme de esa manera, seré paciente, pero quiero pasar más tiempo contigo. Te pido perdón por ser tan estúpido, por dejar que el tiempo pasara, por no tener el valor de tocar a tu puerta. Por favor perdóname.

 

Alejandra se levantó y jaló a Guillermo para que también se pusiera de pie. Lo abrazó. Abrazó a ese hombre al que había añorado toda su vida, al que había amado y aborrecido al mismo tiempo. Es verdad que era culpable, al igual que su madre y ella. Pero ya no le importaba eso, el pasado ya no tenía remedio. Ahora sabía que su padre la amaba.

 -Tu también tienes que perdonarme, por ser tan orgullosa, por mis rechazos.- Guillermo la apretó fuerte.

-No tienes que pedirme perdón.

-Claro que si

-Ya, olvidemos todo lo malo.-Su papá se apartó un poco, se secó sus lágrimas y secó las de Ale.- Creo que tenemos mucho que aprender el uno del otro.

-De acuerdo… ya he faltado dos días al colegio, creo que puedo decir que sigo con fiebre y faltar uno más. Y tú… puedes faltar al trabajo.

-¿Faltar?

-Si, ya sabes, irte de pinta.- Ale se calzó unas botas y se puso una chamarra.- Te irás de pinta conmigo.

Se encaminaron a la salida de la casa. Eso era tan extraño, pero se sentía bien. Ale condujo a su papá hasta la cochera.

-¿Qué haremos?- preguntó el hombre.

-Escoge una.- Ale señaló las motos.

-¿Pretendes que conduzca una moto? Hace muchos años que no lo hago.

-Lo que se aprende bien nunca se olvida.

-Tienes razón.- El Conde examinó las motocicletas y se decidió por una.- ¿Quién te enseñó a conducir motocicletas? Laura no sabía.- le preguntó Guillermo colocándose el casco.

-Yami. Era mi vecina. Es de mi edad… a ella también le encantan las motos así que robábamos la de uno de sus tíos y nos subíamos a ella. Mi mamá solía regañarnos pues nos caímos muchas veces, aunque siempre era Yami la que acababa con raspones en brazos y rodillas. Hasta subía las fotos a Facebook.- Su padre rio.

-Y, ¿A dónde iremos?

-Eso dímelo tú, yo apenas conozco por aquí.- Encendieron sus motos.

-Ya sé.  Tú sígueme.-

 

 

 

 

************

Estaba preocupada por Alejandra, llevaba enferma varios días. La fiebre no cedía y su prima apenas y estaba consciente de lo que pasaba a su alrededor. Su padre se la había pasado cuidándola, como cuando ella o sus hermanitos enfermaban de pequeños y él se quedaba con ellos toda la noche. Eso le conmovía mucho de su papá. Pero el martes había insistido en ser ella la que se quedara con Ale toda la noche. Le tomó varias veces la temperatura, le colocó compresas en al frente y el abdomen, para intentar bajarle la fiebre. Aún enferma, Ale se veía súper linda. Podía estar mirándola embelesada, mientras la chica dormía. Sonrió al recordar lo que había hecho. Tal vez se había aprovechado un poco pero no pudo evitarlo. Tener a Ale tan cerca… la tentación la había ganado. No pudo evitar sentarse junto a ella e inclinarse para saborear sus labios. Y, aunque inconsciente, Ale había correspondido. También la besó. Se besaron. Y Cris se derritió cuando acarició el rostro de Ale, cuando bajó las caricias hasta su vientre. Se tomó su tiempo para besarle los labios, las mejillas. Pero ya no quería besarla de esa forma, quería que el siguiente beso fuera a plena consciencia de ambas. Quería que Alejandra la besara estando despierta y en sus cinco sentidos. ¿Cómo estaría ahora? Hacía tres días que no venía a la universidad, ¿seguiría con fiebre? Miró por la ventana en dirección a su casa, quería que el día escolar terminara para correr a lado de su Alejandra.

**********

 

-¿Qué te parece?- le preguntó su padre caminando sobre la arena.

-Genial, no sabía que el mar nos quedara tan cerca.

-A solo 20 minutos.

La había llevado a una playa, bastante linda. El agua era transparente, se le antojaba un chapuzón. Se quitó los zapatos y dejó que la arena le acariciara los dedos. Caminó hasta su padre que se había sentado frente al mar, con la brisa despeinándole el cabello.

-¿Y cual es la historia de  este lugar?- Preguntó sentándose junto a Guillermo.

-Es mi lugar favorito. Me encanta la paz de aquí. Cuando era niño venía mucho con mis padres y mi hermana. No es un lugar precisamente turístico, es por eso que es muy tranquilo. Los poco visitantes que vienen se quedan en ese hotelito, ¿lo ves?- Señaló a la lejanía.

-Si, lo veo.- Se veía una pequeña construcción.

-El agua es muy rica en verano pero en invierno y otoño se pone muy fría.

-Y yo que quería darme un baño.

-Te daría hipotermia.

-Tendremos que regresar en verano.

-Volveremos, con toda la familia.- Su padre la abrazó por los hombros.- A tu mamá le gustaba venir aquí.

-¿En serio?

-Sí, veníamos y acampábamos aquí. Encendía una fogata y asábamos salchichas, bueno ella.  A mi se me quemaban.- Ale escuchaba sonriendo, con la vista en el mar. Se imaginó lo feliz que fue su madre ahí.- Cuando decidí no aparecer en el acta como tu padre, entre otras cosas fue por ella. Laura se había empeñado en que crecieras libre, si te reconocía como mi hija automáticamente desplazabas a Cris como heredera.

-Yo no quiero eso.

-Lo sé. Y si renunciabas a tus derechos sobre el título, tendrías también que vivir de acuerdo a tu posición como hija de un Conde. No se te tolerarían muchas cosas, tal vez ni siquiera podrías presentarte con tu pareja a los eventos sociales.

-¿Por ser lesbiana?

-Exacto. La gente a mi alrededor es de mente muy cerrada, los jóvenes quizás no tanto pero al igual que a sus padres les importa mucho el prestigio, el “qué dirán”. Tal vez puedan ser groseros contigo o con tu novia.

-Hasta ahora nadie lo ha sido.

-Y espero que nunca lo sean.

-¿A ti te importa que sea así?

-¿Te importa que yo sea zurdo?

-Naaaah.-

-Quiero que puedas vivir tu vida con libertad, que disfrutes tu carrera, que puedas tomar la decisión que quieras. Quiero que lo que quería Laura se cumpla. ¿Entiendes?

-Si. No necesito que tu nombre aparezca junto al mio, solo te necesito a ti junto a mi.

-Así será siempre.- Guillermo la estrechó más fuerte y le besó la frente.- Y dime, ¿que tal las chicas? ¿Hay muchas o alguna especial?

-Eh…- “Una en especial y también es tu hija”- No, ninguna especial.- Mentir era un mal comienzo de relación padre-hija pero ¿qué podía decirle?

-Me pareció en entre Valeria y tu…

-Ah, pues… es muy guapa pero no sé…-

-Entiendo. Alejandra, te diré algo que seguramente ya has notado. Los San Román carecemos de afectos sinceros. Las personas se acercan a nosotros por lo que representamos no por  quienes somos. Ahora tienes el apellido y saben que eres una de los nuestros. Muchos se acercarán a ti por interés, incluyendo las chicas. Cuando elijas, elige bien.

-Lo haré.- Si tan solo pudiera decirle a su papá que ya había elegido…

 

 

 

Cuando regresaron a la mansión ya era hora de la comida. Ale moría de hambre pues no había probado bocado. Dejaron las motos en la cochera y entraron a la casa. En seguida unos pasos se escucharon acercándose desde la sala.

-¡Alejandra¡ ¡Papá!- Era Cris que se acercaba a ella con cara de preocupación.

-¿Qué pasa?

-¿Estás bien?- Apenas estuvo cerca le puso una mano en la frente.

-Si, bien. Salimos a dar un paseo en motocicleta.

-Papá, Ale esta aún convaleciente ¿Cómo dejaste que subiera a una moto?- Cris reprendió a su padre.

-Está bien, además un poco de aire fresco ayuda a cualquiera.- Cris seguía enfadada. Ale adoraba esa expresión en el rostro de la chica.

-Estoy bien, hambrienta pero bien.

-Pediré que se apresuren con la comida.- su padre se fue hasta la cocina.

-¿Segura que te sientes mejor?- Cris se acercó más a ella, acariciando su mejilla. Ale intentó controlar sus nervios. Miró los ojos grises de su hermana. Asintió lento, disfrutando del contacto de esa mano en su piel. Cristi sonrió de una manera tan dulce que Ale podía ahogarse en miel en ese momento. Atrajo a Cris hasta ella y la abrazó. Por más que quisiera evitarlo, su cuerpo se movía solo. Su hermana se aferró a ella, acariciando su espalda con suavidad.

-¿Qué tal la escuela?- le preguntó mientras rosaba lentamente su mejilla en la sien de Cris.

-Aburrida. Estaba preocupada por ti.

-Gracias. Sé que una noche te quedaste conmigo.

-¿No… no recuerdas que me quedé contigo?

-No. Apenas hoy cuando desperté, tu papá me dijo que era jueves y que tu también me habías cuidado. Gracias.

-De nada.

-Ejem.- Un carraspeo llamó su atención. Era Bernardo.- La comida está servida, los Condes las esperan.

-Gracias.- Cristi la tomó del brazo y caminaron hasta el comedor. Las tripas de Ale sonaban ridículamente ¡se comería una vaca! En cuanto entraron al salón, la Condesa caminó hacia ella.

-Me alegra verte recuperada.- La dio un beso en la mejilla.

-¡Ale!- Sofi corrió y la abrazó, su hermanita apenas y le llegaba ala cintura.

-Hola, enana.-

Se sentó y se sirvió mucho de todos los platillos. ¡Delicioso!  Se sentía mucho mejor a cada bocado.

-Come despacio.- Le sugirió Cris, pues Ale comía a toda prisa.

-Tengo hambre.-

-¡No hables con la boca llena!- ¡Oh que la dejen comer!

 

 

 

Después de comer subió a su habitación a darse un baño. Llenó la tina y se metió. El agua era reconfortante. Jugó con el agua y las burbujas. Se sentía muy bien. Hablar con su papá le había ayudado mucho. Ahora entendía muchas cosas y lo más importante es que Guillermo nunca se olvidó de ella, siempre la cuidó. El único remordimiento que sentía era que no fue sincera con él. ¿Cómo reaccionaría su papá si se enteraba de sus sentimientos por Cris? Se sumergió más en el agua, queriendo ocultarse de todo, avergonzada.

Debía tener más control de sí misma. No podía dejar que sus emociones la dominaran. No podía dejar que sus ganas de abrazar a su hermana se apoderaran de ella. Después de lavarse bien salió de la tina. Se secó el cuerpo y el cabello y se puso un albornoz para salir del baño.

Cuando entró a su cuarto casi se va hacia atrás. Cristina estaba ahí, con un diminuto short y una blusita de tirantes que dejaba al descubierto su ombligo.

-¿Qué haces…así?- Sus ojos recorrían a Cris de arriba hacia abajo. !Ah! ¡Ah! ¡Hormonas!

-Vine a buscarte para ir a la alberca pero… te estabas duchando.

-¿Entraste al baño?-¡¿Entró al baño?!

-No. Pero te escuché dentro así que preferí esperarte aquí.- Debía acostumbrarse a ponerle seguro a la puerta del cuarto.- Entonces, ¿alberca?

-Eh…- Ale tragó en seco, Cris se acercaba a ella. Se veía muuuy bien con esa ropa… -Yo…- su cara empezaba a arderle.

-¿Pasa algo?- La chica de detuvo a un paso de ella, se veía sonrojada. No podía ir con ella a la alberca, verla en traje de baño y con el cuerpo mojado no era bueno para su salud…

-Tengo que salir, justo ahora. Si.- Dio unos pasos atrás y chocó con la pared. – Me pondré ropa, aahm… puedes entrar ¡digo! Esperar. Ya vuelvo.- Se metió rápido al vestidor, se quitó de un tirón el albornoz y buscó ropa. Se la puso como sea. Cuando salió Cris estaba sentada sobre su cama con las piernas cruzadas.

-¿A dónde irás?-

-Con… el padre Sebastián. Quedé de pasar y ayudarle con el jardín, tu sabes.

-Creí que ya le habías ayudado con eso.

-No y si no le ayudo iré al infierno así que es mejor ir.

Cris la miró como si midiera sus palabras. A Ale solo se le antojaba besar esos labios rosas, se veía muy bonita y además, sentada y vestida así, proyectaba una sensualidad que Ale no había visto antes.

-Está bien.- Cris se paró y se dirigió a la puerta.

-Cris… a mi regreso podemos nadar un poco.- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué mierda dijiste eso?! ¡Muérete Alejandra!

-¡Ah por eso te adoro!- Cris corrió hacia ella y se le fue encima, abrazándola. Bueno, solo era un baño en la alberca, no podía ser tan malo ¿o si?

 

 

 

 

-¡Vaya, has recordado que tienes tío!- Le reclamó Sebastián al abrir la puerta de la sacristía y verla ahí.

-¡No exageres!- Caminó detrás de su tío hasta la pequeña sala.- ¿Tienes algo para comer?

-¿Qué no hay comida en casa de tu padre?- preguntó sonriente el anciano mientras se perdía por la puerta de la cocina.

-Si, pero me gusta quitarle la comida a los viejos amargados.

-Tienes suerte de que tu tío sea un tragón.- El sacerdote volvió con un recipiente transparente con unas pastelillos.- ¿Cómo estás?

-Mejor, tuve fiebre estos últimos dos días.

-¿Qué? ¿Por qué nadie me avisó?

-No sé.- Engulló un pastelillo.- Reclámale a mi papá.- El viejo la miró con la boca abierta.-¿Qué?

-Es la primera vez que te escucho referirte a él como “mi papá”.

-Eh, si… bueno…. ¿Tienes algo para tomar?

-Alejandra…-

-¡Que odioso eres!

-Cuéntame, ¿Qué pasó?

-Estuvimos hablando. Me enseñó un álbum con muchas fotos de mi madre con él y… fotos mías. De las veces que fue a verme en secreto.-Su tío sonrió.- ¿Tu lo sabías?

-¿Quién crees que le avisaba de las fechas de tus festivales? Nunca estuve de acuerdo con esa tontería que tu madre hizo, ¡no avisarle que estaba embarazada! ¡Ocultarte ocho años! Le insistí en que le dijera la verdad pero era muy testaruda. Así que un día, harto de esa situación, fui a verlo y le conté todo. Tu madre casi me mata, pero valió la pena. Tú tenías todo el derecho de crecer junto a él. Tenías derecho de venir aquí y convivir con tus hermanos. Pero luego tus padres hicieron ese tonto trato en el que Guillermo se mantuviera lejos de ti, solo se haría cargo de sus responsabilidades económicas… ¡No! ¡Eso no estaba bien! Así que le metí el gusanito de la curiosidad… En seguida él me ´pidió ser su cómplice en las visitas que te haría. Y supongo que te contó el resto.

-Si, así es. Me sentí muy bien ¿sabes? Ahora sé que él nunca se olvidó de mi. Sé que soy importante para él.

-Claro que lo eres. Eres su niña. Todavía recuerdo la cara de emoción que ponía cada que regresaba de verte y me contaba sobre tus festivales.- Ale sonreía.

-Después de hablar dimos un paseo en motocicleta. ¡Fue estupendo!

-Me alegro, por los dos. Ya era hora que se dejaran de tonterías y arreglaran los malos entendidos.- Su tío comía feliz de la vida su pastelillo.

-Si, aunque hay algo…- ¿Debía contarle?

-¿Algo? Ale, ¿Qué pasa?

-¿Puedo contarte algo sin que lo andes chismeando por ahí? Como tío, no como sacerdote.- Lo dijo de forma tan seria que hasta el viejo adoptó una expresión sombría.

-Claro. Dime.

-Nadie debe saber esto jamás. Pero necesito tu consejo. No sé que hacer…-Ale miró el suelo.

-Alejandra, estás asustándome.

-Estoy enamorada.

-¡Wow! ¡Genial!

-No tío, no es genial.- Se sentía incómoda, ¿de verdad lo iba a decir? ¡¿Y a su tío?!

-¿Por qué no?

-Me enamoré de… de quien no debo…

-¿De quien?

-De…- Cerró los ojos fuerte.- Cristina.

Silencio.

Más silencio…

-Oh… eso fue… inesperado.- El viejo suspiró.- ¿Hace cuanto tienes esos sentimientos?- ¿En serio no iba a gritarle?

-No lo sé. No sé ni como pasó, solo… pasó. Ella ha sido siempre tan linda conmigo y es tan bonita. No sé en que momento empecé a verla de este modo.

-¿Cómo te diste cuenta que la amas?

-Por un beso.

-¡¿Se besaron?!- Claro, dices “beso” y todos gritan.

-Si pero… ¡fue un accidente! Yo volteé al momento en que ella se despedía de mi y sus labios fueron a parar en los mios.

-Tipo escena de novela de televisa.

-¡Si así!- Exclamó disgustada.- ¿Crees que lo planeé o qué?

-No dije eso.

-Escucha, sé que lo que siento está mal. Cuando me di cuenta quise alejarme de Cris pero… ¡Ah es tan linda!- se tapó la cara.

-¿Y ella que siente por ti?

-¿Ella? Pues no sé, o sea obvio me ve como su familia, le dije que no se preocupara por el beso que me dio, que lo olvidáramos.

-¿Por qué le dijiste eso?- reclamó su tío. Parecía decepcionado.

-¡¿Cómo que por qué?! ¡¿Qué querías que le dijera?! ¿Que ese beso me hizo darme cuenta que la amo? Ella no tiene porqué cargar con mis…- hizo un ademán señalando su corazón.

-Alejandra, siempre he creído firmemente que la verdad siempre es mejor, no importa que tan grave sea. Y también creo que no hay fuerza más poderosa que el amor y por más que quieras enterrarlo, el amor que sientes por ella buscará la manera de salir. Yo creo que…-Sonrió torcidamente.- Las cosas pasan por algo y Dios va acomodando todo en el lugar que corresponde.

-No te estoy entendiendo.

-Pero yo si me entiendo.

 

 

 

De acuerdo, definitivamente su tío estaba cada vez más loco. Después de comerse todos los pastelillos y de decirle que ya no le daría más consejos, Sebastián la había apresurado a que volviera a su casa. Ya estaba oscureciendo

Aparcó la moto en la cochera y caminó hasta la entrada de la casa. Pero se detuvo antes de entrar…. Mejor iría a la alberca, tan vez Cristi estuviera ahí. Rodeó la casa y si, efectivamente su hermana estaba acostada en un camastro con un libro abierto descansando en su pecho mientras ella dormía. Las luces alrededor ya estaban encendidas, así que no importaba que el sol ya no las iluminara. Ale se acercó sin hacer ruido. La chica se veía tan linda. Sintió que se le apachurraba el corazón. Cris era bella, por dentro y por fuera y Ale moría de ganas de decírselo. Se acercó despacio, inclinándose sobre Cris, rosó despacio sus labios pero se detuvo… se alejó y examinó ese rostro hermoso. No podía aprovecharse así. Se acercó de nuevo y besó la nariz de la pelinegra.

-Cristi…- otro besito.- Cristi…- otro más.

-Uhm…- Mas besitos.

-Cristi…-

-Ahm… or…-

-Cristi…-Su hermana abrió despacio los ojos.

-Ale…- La chica sonrió de manera encantadora.

-Dormilona.- se sentó en el camastro de Cris.

-¿Qué hora es?

-Hora de alberca.

-Genial.- Cris se sentó, quedando cerca de ella. Ahora fue su hermana la que le besó la nariz. Ale sintió que le ardía todo.  De un salto Cristina se puso de pie, frente a Ale. Se abrió el short y se lo bajó. Aunque quiso voltear a mirar hacia otro lado, no pudo evitar quedarse como estúpida viendo a Cris quitándose la ropa y quedar en bikini. Ale balbuceaba pendejadas mientras Cris la esperaba de pie- ¿Qué esperas?

-Yo… tengo que… ir por… ropa…-Sentía que su cara iba a explotar.

-Porqué no solo te… quitas el pantalón y la camiseta.- ¿Por qué Cris estaba tan roja? ¿Sé habría quemado por el sol?

-¿Segura?- Su hermana asintió. Ale se quitó los zapatos, luego se puso de pie y se abrió el cierre del pantalón, dejando que la prenda se deslizara hacia abajo. Cris la observaba mordiéndose el labio inferior. Luego se sacó la camiseta por arriba y se acercó a la chica.

-Brincaremos ¿va?- le indicó Cris.

-Va.

-¡Ahora!- Brincó lo más alto que podía, encogiendo sus piernas y sumergiéndose al agua. ¡Estaba deliciosa!

-¿Carreras?- le propuso a Cris.

-Hecho.-

Fueron a un extremo de la alberca y empezaron la competencia. Ale tomó aire y nadó lo más rápido posible, pero Cris era muy buena nadadora. La primera carrera la ganó Cris y Ale le pidió la revancha. Su hermana aceptó y… volvió a ganar. ¡Pero que injusta es la vida!

-Hiciste trampa.

-Claro que no, acepta que perdiste.- Aún estaban en el agua, una frente a la otra.

- !Trampa dije!

-Que no… -Cris se acercó más y la abrazó por el cuello, pegándose a ella.

-¿Qué haces?

-Me gusta tu cabello mojado.- Ale sentía que todo se le alborotaba, su corazón latía fuerte. Tenía el cuerpo de Cris contra el suyo… dentro del agua… ¡aaaaah! ¡Piensa en algo! ¡¿En qué?! Mexicanos al grito de gueeerraaa… ¡El himno no, idiota!

-Cris… esto no… no…-Intentó colocar sus manos en la cintura de su hermana para apartarla un poco pero, su cuerpo hizo lo contrario, la abrazó. Esos ojos grises la tenían hipnotizado, ya no tenía voluntad, estaba a merced de Cristina.

-Ale...- Cris se acercó más…-Quiero un premio por ganarte…- susurró Cristi a unos centímetros de su rostro.

-¿Qué pides?- preguntó sin aire.

-Esto…-

Cris acercó su boca a la suya y la besó. Ale abrió mucho los ojos al mismo tiempo que su corazón retumbaba en su pecho, tan fuerte que le dolía. Valiéndole un pepino todo, movió los labios devolviéndole el beso a Cris. Cerró los ojos por inercia, disfrutando el aliento dulce de la chica. Se besaron lento, con suavidad. No tenían prisa, más bien querían entregarse por completo a ese momento. Cris usó sus piernas para envolver la cadera de Ale, estrechando el contacto lo más posible. Los labios suaves de la pelinegra daban pequeños mordiscos en los suyos. Sus sentidos estaban alborotados, su cerebro estaba apagado. Solo quería seguir besando esos labios, recorriéndolos despacio. Quería seguir abrazando ese cuerpo hermoso… Cris se separó un poco para mirarla a los ojos. Estaba más sonrojada que antes.

-Cristi… yo…- Ale sonrió como boba.

-Gracias. Fue un premio lindo.- le dio un beso en la nariz para después abrazarla, descansando la cabeza en su hombro.

-Tú eres linda.- ¡¿Tu eres linda?! ¡Es tu hermana y acabas de besarla! Aunque su cerebro ya había empezado a funcionar, lo que sentía en ese momento era abrumadoramente bello y por nada del mundo cambiaría lo que había pasado.

-¿Entramos? Empiezo a tener frío.

-Claro, vamos.-Salieron rápido del agua y corrieron a envolverse en unas toallas. Ale se secó un poco y se colocó la ropa seca encima de la mojada. Cris y ella se habían besado… Pero ¿por qué a pesar de que su cerebro le estaba reclamando, no se sentía tan mal? Tal vez simplemente ya estaba cansada de pensar, de pelear consigo misma, tal vez solo quería un momento de paz. Cris la tomó de la mano y caminaron juntas al interior de la mansión.  No sabía la razón por la que Cris le había pedido de premio un beso… Tal vez se había quedado con la curiosidad después del “accidente” que tuvieron. Subieron los escalones hacia sus cuartos.

-Me ducharé para bajar a cenar. Te veo al rato y Ale… no quiero que te estreses por esto ¿de acuerdo?

-Yo… no sé…

-Fue un beso lindo y especial, pero… solo un beso, no te rompas la cabeza.- dijo sonriendo.

-De acuerdo, solo un beso.- Le devolvió la sonrisa a la chica. Esas palabras la tranquilizaban un poco. Solo fue un simple beso…. ¡Ajá que se los crea su abuela!

 

 

 

Notas finales:

 

 

!Travesura realizada!


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