La relación que llevo con mi novio ya es de varios años, no puedo dar una fecha exacta, puesto que 4 años después de que se formara nuestra banda, ambos empezamos con un juego que terminó por convertirse en un bonito romance y noviazgo. Durante esos años, me enamoré de su forma tan peculiar de ser: puede pasar de ser un crio caprichoso y bromista hasta ser el hombre más maduro que haya conocido. Aunado a esto, hay un factor que influyó demasiado a que me enamorara perdidamente de él: la capacidad de hacerme sonreír; eso es único de tu persona, cuando vez a alguien deprimido, haces lo que sea con tal de verlo sonreír, pero… nuestros conocidos dicen que conmigo todo es diferente, y no lo puedo negar, cada que sonreías, era para mi, cada que hacías una tontería, era para alegrarme el día. Tú cambiaste mi maldita y asquerosa vida, aquella vida llena de rencores, de depresión y de perfeccionismo, tú me hiciste ver todo de diferente forma, ver el lado bonito de las cosas, me hiciste amar detalles demasiado inocentes y aniñados; en el fondo de mi ser, siempre había querido disfrutar de ellos, pero el caparazón que me creé no podía ni si quiera tratar disfrutarlos, y tu rompiste ese caparazón. También algo demasiado importante es que me hiciste sentir que alguien iba a estar conmigo, apoyándome pasase lo que pasase, me ayudaste a decir adiós a la soledad y depresión. Tú me haces sentirme más seguro de mí mismo. Tengo tantas cosas que agradecerte, pero no acabaría nunca de explicarlas.
Algo un poco gracioso, es que él es experto en decir la verdad escondida detrás de varias bromas, ¿cómo poder olvidar nuestro “primer beso” con aquella máscara? no nos importó que estuvieran grabando, tu besaste aquel plástico y yo seguía con aquel juego sin darme cuenta de que había “parado el pico” para simular el beso. También me acuerdo a la perfección nuestros jueguitos en el backstage durante nuestro tour crazy crazy crazy, a veces me tocabas y mi cuerpo reaccionaba de forma “extraña” por eso luego te evadía tan bruscamente, aunado con el hecho de que no podíamos demostrar que quizás había algo entre nosotros dos. La verdad, a veces cuando tocabas cualquier parte de mi, hacías que mi cuerpo sintiera un leve calor reconfortante, era como sentir cierta protección y sobre todo, que tu cuerpo emanaba cariño, un cariño que me hacía cerrar los ojos y querer dormir junto a ti.
Yo fui el que quiso confesar todo lo que sentía, ya se me era insoportable tenerte tan cerca y no poderte abrazar, y de la misma forma, yo quería que me abrazaras y me tocaras de otra forma y no solo como juego de niños. Cuando supe tu respuesta, me reí un poco, el chico que me había gustado desde hace años, me había correspondido; me acerqué y te dije que si querías ser mi novio. Sólo sentí un golpe de tu parte y yo solo pude acariciar y besar tu cara. Aunque te habías sonrojado, me abrazaste y acariciaste un poco mi espalda.
Esas caricias… ese es otro punto que debo de remarcar.
Después de un tiempo de ser novios, decidimos pasar a ser un poco más íntimos… bueno, ustedes saben ¿no? En ese ámbito soy un poco… ¿reservado? Él no se apena tanto como yo, y a veces siento que se divierte haciéndome quedar como un chico que se apena por pequeñeces, y no lo niego, tiendo a sonrojarme rápidamente y él tiene la culpa. Sí, aquel chico de 1.68cm era capaz de hacerme sonrojar y de avergonzarme en segundos. Algunas de sus acciones hacían que mis mejillas se tornaran rojizas y mi mirada se desviara de donde él estuviese. Es un chico bastante tierno, suave y dulce, pero… cuando se lo propone es el único que puede hacer que mis bajos instintos despierten. La primera vez que estuvimos juntos en la cama fue tan… Dios santo, ¡No es muy bueno que esté recordando esto mientras estoy manejando camino a su casa! Yo ya había tenido relaciones con él después de 8 meses, pero yo también estaba deseoso de sentir sus caricias y sentirlo a él en todo su esplendor. Lo sé, es bastante extraño que yo quisiese ser el pasivo, pero… pero él tiene la culpa, cada que él decide tomar la iniciativa, no hay nada que lo pare. Cuando me besa, sabe bien cómo hacerlo: primero sólo posa sus labios y poco a poco los va abriendo un poco más, sus labios siempre están bien húmedos y esa sensación hace que me estremezca un poco, en cada movimiento de labios, su traviesa lengua va teniendo más contacto con mi boca, lentamente delinea mis gruesos labios, luego introduce su lengua en mi cavidad oral y la saborea lentamente, da pequeños golpecitos con ella en mi lengua y provoca que yo saque mi lengua para que él la succione un poco; eso de vez en cuando provoca que de mi garganta salgan unos leves gemidos. Esos besos y ruidos conllevan a que aumente un poco el “calor” en nuestros cuerpos y sintamos la necesidad de desnudarnos, más bien… la lujuria se apodera de nuestras mentes y el deseo carnal aparece. Siempre hemos tenido relaciones en nuestras respectivas recámaras, pero a él no le importa el lugar, puede ser en la cama, comedor, jacuzzi, escritorio, sofá, elevador… él último lo hizo de broma, pero ¡Me toco bastante… emm, bastante bien! Okey, okey, me he desviado un poco, pero esa escena del elevador, nunca se me va a olvidar. Sin importar donde estemos compartiendo nuestra intimidad, él es un chico bastante pasional y perverso, y eso… me gusta. Cuando mi cuerpo queda debajo del suyo, él comienza a acariciarme, sus suaves manos contradicen sus caricias: tiende a apretar mis pectorales, mis muslos y mis nalgas, pellizca mis pezones y a veces presiona un poco mi miembro. Todo eso hace que quiera más, y él sin pensarlo, lo hace. Sus labios recorren todo mi cuerpo, pero en especial su juguetona lengua es la que me saborea por completo, ésta se apodera de mis pezones por unos buenos instantes haciendo que se endurezcan rápidamente, sabe que eso me encanta y me excita más; también repasa cada músculo y vena de mi ser, como si a ciegas quisiera aprenderse mi anatomía con el tacto de su lengua. Mi cuerpo responde a aquellos estímulos, arqueando un leve mi espalda y paso mis gemidos se hacen más sonoros. Él sonríe excitado al ver mi cara sonrojada y escuchar mis gemidos, así que pasa a darme más placer, separando mis piernas y poniendo su cara a nivel de mi pene. Se lo que vendrá y sólo me muerdo mi labio inferior; creo que todas las sensaciones más placenteras las ha provocado su boca, sabe exactamente que parte de mi falo besar, succionar, lamer y chupar; a veces he llegado al orgasmo sólo con el sexo oral que él me da. Es un diablo erótico disfrazado de un niño con cara inocente. Al mismo tiempo, va jugando con mi entrada, separando levemente mis muslos y penetrándome con su dedo índice. Una vez en una entrevista, afirmó que no le gustaban sus manos… a él no le pueden gustar, pero yo las adoro por completo ya que sus dedos son perfectos para dilatar mi entrada, no son ni muy grandes ni muy gruesos; mientras me penetra digitalmente yo me retuerzo de placer, apretando mi puño o tomando un poco fuerte su cabello, claro sin llegarlo a lastimar. Cuando siente que estoy “listo”, frota su miembro contra mi entrada, y de forma cautelosa y lenta, me penetra. Su pene siempre es tan… de nuevo, oh Dios, estoy a una cuadra de su casa, esto no es muy conveniente pero… pero, me gustan sus estocadas, son rítmicas y profundas, mientras lo hace, me ve y sigue con aquella sonrisa pícara, él lo disfruta y yo lo disfruto más. A veces me besa frenéticamente mientras su pene entra y sale de mi ser, otras veces aprieta mis pezones o mis testículos, también puede acariciar mi rostro y manosear mis muslos; con él, siempre hay una sorpresa. Cada que estoy por correrme, él se detiene un poco, me observa totalmente, hace como un scanning de mi cuerpo y de las sensaciones que este expresa al sentir el placer casi al tope, él entrecierra sus ojos y siempre me dice un te amo entrecortado, ya que él también está por explotar dentro de mí. Después de unas cuantas embestidas, llego al orgasmo y él admira como todo mi semen empapa mi abdomen y abarca un poco del suyo también. Todo mi cuerpo tiembla y mi corazón está fuera de control, cierro mis ojos y suelto un gemido más, pero en cuanto siento sus brazos rodeando mi cuerpo, aquella sensación de protección regresa a mi, él me besa varias veces el rostro o a veces se vuelve a deleitar con mi cavidad oral, esperando a que me calme un poco. Sólo él puede conducirme a la locura pasional, sólo él puede hacer que mi cuerpo se sienta arder cada que me toca. Sólo él… puede tocarme de esa forma y llevarme al cielo una y otra vez.
He llegado a su departamento, íbamos a reunirnos para charlar acerca de nuestro nuevo single, pero… creo que lo pospondremos, algo en mí esta un poco "despierto". Toqué la puerta de su departamento y lentamente la abrió.
- ¡Shuu! Oye llegaste muy rápido, apenas y logré tener unas estrofas para la nueva cancio…- no pude más y me abalancé contra él, besándolo pasionalmente. Él estaba algo sorprendido, pero enseguida me siguió la corriente hasta que me dio un leve mordisco en mi labio inferior. –Sh-huu, tu.. aahh, ¿quieres…?-
- Satoshi, mi niño y mi hombre, el chico al que más amo en esta maldita vida, el único que me puede poner “mal” en segundos, Satoshi, quiero que me toques como sólo tú sabes hacerlo, enloqueciéndome de placer…- sonriéndome lascivamente, cerro de un solo golpe la puerta y entre besos y caricias llegamos a su sofá.
- Hideyuki, te amo, te amo demasiado.-
- Y yo te amo más, pero, tómame por esta y todas las noches en las que podamos estar juntos. Tú, mi demonio carnal, condúceme al pecado de la lujuria…- Y él sonriéndome como de costumbre, empezó a tocarme como sólo él lo hace.