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Enamorase antes de los veinte. por QueenOfYaoiland

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Notas del fanfic:

A pesar de que trataré de centrarme en el BaekYeol, lo más probable es que haya muchísimos pestañasos al:

XiuChen.
Taoris.
Sulay.
Kaisoo.
HunHan.

Será, tal vez, una historia corta.

Esta soy yo, tratando de hacer algo muy "high school"; escribiendo por primera vez de "personajes reales"; espero me den su amor.

Notas del capitulo:

Y... bien, sólo pido un consejo como primeriza: ¿Cómo los debo llamar? ¿Saben? Me refiero a ellos por sus nombres reales, o por sus nombres artísticos... aún no decido eso, me encantaría su ayuda en ese aspecto.

Si... alguien me está leyendo... claro.

Aquel lunes parecía tan común como cualquier otro lunes —odioso lunes— podría llegar a ser. En el momento que su madre lo obligó a salir de la cama, seguía siendo igual; cuando desayunó viendo un programa cualquiera en la pantalla plasma del comedor, todo seguía siendo normal; al salir de su casa y subir a su auto para conducir hasta el colegio, nada había cambiado.

El momento exacto en el que Park Chan Yeol tuvo una revelación fue en la clase de literatura, mientras la señorita Yoo —y sólo señorita porque nunca se casó— leía a los grandes escritores occidentales del siglo XVIII y XIX. No es como si Chanyeol fuera un ávido lector o un estudiante estrella —muy por el contrario, con “esfuerzo” y un poco de suerte pegaba en lo “común” tirando a malo en los asuntos de la escuela—, pero comenzó a debrayar cuando se enteró de lo rápido que morían las personas por aquel tiempo. El que llegaba más allá de los cuarenta era casi un milagro, pues entre tuberculosis, adicciones y asesinos, la vida era demasiado rápida.

Dentro de sus vagos pensamientos un enunciado surcó su mente: a las personas les daba tiempo de estudiar, trabajar y enamorarse antes de los veinte, ya que de ahí en adelante sólo existía la reproducción masiva y rezar por que las epidemias no los fulminaran.

Chanyeol abrió los ojos al ser golpeado de frente con lo que su subconsciente le susurraba; él tenía dieciocho y jamás había conocido el amor. O eso creía.

—    ¿Se han enamorado alguna vez? —Fue lo primero que preguntó a su círculo social una vez que todos se encontraban reunidos en la cafetería.

—    ¿Qué? —El primero en casi soltar una risa ante la inesperada pregunta fue Jongdae.

—    Es decir… si mañana muero de, no sé, tuberculosis, ¿me habré muerto sin haber amado?

—    Deja de pensar tanto, Yeol, o tu pequeña rata se quemará —Kris presionó su dedo índice en la sien izquierda de su amigo.

—    ¿Tuberculosis? ¿Qué es esto, el siglo XIX? —Hasta Junmyeon, quien no acostumbraba el mofarse de los demás, no pudo evitar tomar como extremista el comentario de Chanyeol.

—    ¡Hablo en serio! —Gritó molesto, sin importarle el llamar más la atención del lugar—. Y no han contestado, ¿ah?

—    El amor no es mi estilo —el rubio regresó su atención al teléfono celular.

—    Nada es tu estilo —susurró Jongin—, además, ¿qué no eso de enamorarse es estar con una sola persona durante… lo que dure el enamoramiento?

—    ¿Toda la vida? —Segundó el más joven de la mesa, Sehun.

—    ¡¿Toda la vida?! —El moreno gritó escandalizado—. ¿Toda una vida con la misma persona? ¡Qué horror!

—    Sin ofender, Chanyeol, pero yo no creo en el amor —Jongdae, con su sonrisa de gato, comía a gusto su almuerzo, como si su confesión fuese un nada.

El castaño hizo un puchero con la boca, decepcionado con la respuesta de sus amigos. Pero tampoco era como si le sorprendiera mucho; todos ellos eran la clase de sujetos que o les gustaba la fiesta y vida salvaje o tipos tranquilos con desinterés en todo, lo que conocían los demás como tipos cool.

—    No importa —azotó las manos sobre la mesa redonda donde los seis comían—. Me voy a enamorar.

—    Qué determinación —el más bajo de todos, Myeon, continuó entretenido con el melodrama que el más alto armaba—. ¿Y cómo piensas hacerlo?

—    Primero debes encontrar a alguien, ¿no? —Sehun pareció ligeramente interesado en la conversación.

—    Así es.

—    ¿Y quién será la víctima…, digo, afortunada? —Jongdae mantenía su atención entre su comida y el raro plan de Park.

El cuestionado se puso de pie en su lugar, observando con rapidez los múltiples rostros que llenaban la cafetería; pensó en las porristas, que eran sexis, pero demasiado vacías; prosiguió con el club de lectura, y recordó lo intensas que llegaban a ser; consideró a todas las mujeres del lugar —incluso a las sasaengs—, más todas parecían tener un “pero” en la frente. ¿Por qué no había una chica normal de la cual poder enamorarse?

En su proceso de búsqueda, unas cuantas mesas más al fondo, un círculo de amigos llamó su atención; reían desinteresadamente y parecían ser realmente agradables; los hombres eran más sencillos, eso era un hecho. No importaba qué tan diferente pudiera ser uno de otro, siempre terminarías divirtiéndote.

—    Él —señaló después de un rato. Eligió al azar, a un sujeto bajito y algo serio, de grandes ojos y cabello negro. Sus camaradas siguieron su dedo y Jongin casi se atraganta con la manzana que masticaba.

—    ¡¿Un tipo?! ¡¿Sabes que esa mesa…?!

—    ¿Quién? —Interrumpió Sehun, guiñándole un ojo al moreno que interrumpió. Realmente interesado en la diversión que los actos de Chanyeol podrían proporcionarle.

—    No sé… el de los ojos grandes —Chanyeol no parecía preocupado por su elección.

—    ¡Sigue soñando! —Continuó Jongin, siguiendo el juego del menor del grupo, sin develar la verdad de aquella mesa—. Kyungsoo va en mi clase de matemáticas, jamás le agradarás. No es tu estilo.

—    ¡Hey! —Kris reaccionó al plagio de su línea.

—    Ugh, bien —Yeol rodó los ojos. Siguió rodando la vista por la misma mesa, hasta chocar con la sonrisa de uno de ellos—, entonces el de al lado.

—    ¿Y quién es ese? —Cuestionó Junmyeon.

—    No lo sé —los ojos marrones de Park se clavaron en el elegido.

Jamás lo había visto en todos sus años en el colegio, no sabía su nombre, ni su grado, ni nada; era un chico bajo —pero no tanto como Kyungsoo—, parecía alguien joven, de cabello lacio y castaño, y sobre todas las cosas, resaltaba su curiosa y enorme sonrisa. Era alguien… lindo.

—    ¿Qué? ¿Piensas llegar y decirle: “hey, nunca hemos hablado y ni siquiera sé tu nombre, pero me quiero enamorar de ti”? ¿Te das cuenta de lo ridículo y psicópata que es tu plan? —Kris texteaba, aún con desinterés.

—    Se los digo, chicos, me voy a enamorar… y lo voy a enamorar. 

Notas finales:

Gracias por leerme.

Pia.


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