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Bang it Out por Screamau

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Notas del fanfic:

Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto, yo los utilizo en esta historia sin fin de lucro. 

BANG IT OUT

Screamau

 

PRÓLOGO

Sasuke Uchiha no se consideraba alguien violento, pero tampoco repartía flores y corazones por la paz y amor del mundo. Si le buscaban pelea a un Uchiha, se la daría sin pensarlo dos veces.

A pesar que eso lo pueden traer a situaciones como ésta.

—¡Lo atacó con un tenedor! —vociferó el director, señalando al moreno con un dedo. Mikoto miró a su hijo con el ceño fruncido, él se encogió en el asiento—. Lo lamento, señora, pero ya no podemos tolerar su comportamiento.

—¿Qué? —su padre intervino antes de que su mujer abriera la boca—. Sólo tiene ocho años, podemos corregirlo.

—No, no y no —movió la cabeza en negación absoluta—. Quiero a su hijo fuera de mi escuela en este momento.

—Pero… —Mikoto soltó un suspiro—. En la casa hablaremos sobre esto.

 —Mejor de ida a casa —el pequeño bajó de la silla y miró apenado a su madre—. No quiero que mi hermano me dé un sermón, otra vez.

.

Diez años y su conducta no cambia. Sus padres perdieron las esperanzas hace cinco años y decidieron dejarlo ser tal como él quiera. Siempre que cumpliera con sus deberes y exámenes, su conducta sería aceptada por la familia.

Lástima que las Universidades no pensaran lo mismo.

—Mire, decano —la señora de cabellera negra le mostró las libretas de su hijo—. Es sobresaliente en todas las asignaturas.

—Sí, eso veo —el hombre canoso se ajustó las gafas—, pero su personalidad buscapleitos no es lo que queremos. No me interesa lo bueno que sea; si llegara a meterse en líos, nos veríamos afectados. Aquí sólo entra gente de bien.

Mikoto bajó los hombros, decepcionada. El año universitario estaba por comenzar y no conseguía una sola que aceptara a su joven hijo. Tal vez, la mejor opción sería meterlo en una estatal y ver qué tal le va. Se volteó hacia su hijo, sostenía una mirada seria y perdida en algún punto más allá de la ventana. Varias veces se preguntaba qué cosas pasan por aquella mente.

Quiero irme a casa, quiero irme a casa, quiero irme a casa.

Sasuke chasqueó la lengua y se levantó. Su madre y el decano lo siguieron con la mirada hasta que salió sin decir palabra. Su madre se disculpó y agradeció, se levantó con cuidado y se colgó su cartera antes de salir de la oficina.

—Pudiste haber dicho algo, ¿sabes? —su madre rebuscó en su bolso las llaves de su coche—. Un juramento o algo así.

Sasuke la miró con desgana y sacó un llavero de su bolsillo. Apretó un botón del mini-control y las luces de un coche en el estacionamiento parpadearon, un coche que no era suyo.

—Sasuke… —el rostro de su madre palideció.

—¿Damos una vuelta en el carro del decano? —y sonrió con sorna, mirando a su madre desde arriba gracias a su privilegiada altura.

—¡Estás loco! —la morena le arrebató las llaves y las tiró lejos—. Vámonos antes de que se dé cuenta.

De tal palo tal astilla. No es que Mikoto fuera de esa clase de personas, pero el trato de su hijo con el decano no fue óptimo y no quería encontrarse con él para decirle que su hijo había robado sus llaves.

—Está decidido, hijo —dijo Mikoto, acomodando el retrovisor. Sasuke removió uno de sus audífonos al ver que su madre movía la boca y lo miraba por el espejo—. A cambiar de ciudad… Tu padre consiguió una entrevista en una Universidad… bastante buena.

—¿Dónde? —la morena lo miró asombrada. Había visto muchas películas en las que los protagonistas eran adolescentes de cuidad que se mudaban al campo y se oponían al nuevo ambiente.

—Kameoka… es un lugar… muy bello.

—Ya veo. ¿Cuándo partimos?

—Sobre eso…

.

Itachi dejó a un lado su libro cuando vio pasar a su hermano por el salón hasta perderse por las escaleras a una velocidad increíble. Poco después entró su madre, tenía el rostro contraído en preocupación, el cual aumentó tras escucharse un fuerte portazo del piso de arriba.

—No lo tomó muy bien, ¿eh? —bromeó, con la intención de relajar a su madre.

—¿Puedes hablar con él?

—No hay conversación más sabia que el silencio.

—Itachi.

—Vale —soltó su libro, levantando ambas manos a los costados de su cabeza. Tomó impulso y se levantó del sofá, con pasos cansados llegó hasta la habitación de su hermano menor y entró sin tocar.

Sasuke estaba acostado con la cara hundida en su almohada, sus manos abrazaban un viejo peluche de dinosaurio y calmaba sus penas encerrándose en su mundo con música.

Y yo que me creía ninja… pensó decepcionado. Sin importarle las consecuencias, se sentó sobre la espalda de su hermano. Sasuke se sobresaltó y luego empezó a removerse buscando liberar su cuerpo.  

—¡Bájate, Itachi! ¡No respiro! —gritaba apenas, tomando bocanadas de aire. Golpeaba las piernas de su hermano a como podía, esa posición no le permitía ver al mayor.

—Cuando dejes de hacer berrinches y te disculpes con mamá.

—¿Y ahora… qué le hice? —Itachi se cruzó de brazos y miró por la ventana del cuarto.

—No lo sé. Pero me pidió que hablara contigo —al ver que Sasuke casi no se movía, se apartó y sentó al borde de la cama. Los pulmones de Sasuke estaban totalmente agradecidos, pero eso no quería decir que él lo estuviera. Miró a su hermano mayor con las cejas fruncidas y le dio una patada en las costillas.

—No recuerdo haberle dicho nada malo —Itachi alzó una ceja y el otro rodó los ojos—. En serio.

—¿Y por qué entraste como bestia a la casa? —preguntó, removiéndose la mugre inexistente de sus uñas—. Kameoka es un lugar muy lindo (nunca he ido, pero dicen que es lindo).

—No es Kameoka… —dijo, estirando su brazo para alcanzar su móvil—. Supongo que me preocupa un poco el hecho de viajar solo.

Lee entre líneas, Itachi, lee entre líneas el mayor se rompía la cabeza tratando de descifrar el acertijo.

—¡Hermanito! —gritó enternecido, lanzándose contra su pequeño hermano—. ¡Nosotros igual te extrañaremos mucho! Nada será igual sin ti.

¿A qué venía todo eso? En serio le preocupaba viajar solo… ¿Quién cargaría sus maletas?

.

Al día siguiente, Itachi seguía diciéndole que siempre lo llevarían en su corazón y que iría a visitarlo cada que el trabajo le dejara. Su madre lloró orgullosa de ver a su hijo menor partir a la independencia [forzada] y su padre le dijo que siempre tendría las puertas abiertas para cuando la Universidad lo botara.

—Nos vemos —se despidió de su gran ciudad. Se puso los audífonos y se preparó para cuatro horas de viaje, apoyó su frente contra el marco de la ventana y vio pasar el paisaje hasta quedarse dormido.

—Señor, disculpe, señor. Hemos llegado a Kameoka —la azafata encargada de ese vagón movió con delicadeza el hombro del moreno. Sus mejillas ardieron al verlo abrir los ojos y mirarla fijamente.

Sasuke se quitó los audífonos y se levantó, cogiendo su equipaje del suelo. Sentía la mirada de la azafata perforándole la nuca al dirigirse a la salida del vagón, pero sabía que lo mejor era no voltear.

—Kameoka, ¿eh? —se colgó sus maletas de mano y arrastró la única que tenía a ruedas. Salió de la estación con unas cuantas dificultades; nada realmente grave, sólo una gran fila para el baño. Dejó sus maletas a los pies y miró la hora de su celular.

Ocho y media de la noche. Desbloqueó la pantalla y se fijó en “Notas” la dirección del tío que le ayudaría a encontrar alojamiento, en caso de que él no pudiera darle una habitación.

—Disculpe —Sasuke detuvo el andar de un hombre mayor—. ¿Sabe cómo puedo llegar a este lugar? —le enseñó la pantalla de su móvil.

—Eso está lejos de aquí —dijo, sobándose la nuca—. Serían ochocientos diez yenes.

—Puedo pagarlo —aseguró, el taxista le miró desconfiado pero terminó por señalarle el vehículo estacionado a unos pasos de ellos. Sasuke no tardó en meter su móvil en el bolsillo de su chaqueta y caminar hacia el carro.

—Señor, sus maletas… —intentó hablar, pero rápidamente fue consciente de lo que pasaba—. Bienvenido a Kameoka, city boy —murmuró, cargando las maletas y dirigiéndose hacia su auto. Su cliente lo esperaba ya dentro, en el asiento trasero.

.

La casa de su tío era aceptable. Dos pisos, un gran patio delantero y varios perros que se frotaban contra sus pantalones nuevos. Los mataría más tarde. Una señora salió a ayudarle a bajar sus maletas de la cochera del taxi y a meterlas en la casa.

—Es un placer tenerte aquí, querido —dijo, cerrando la puerta detrás de ella y guiándolo por la casa. Le señaló dónde quedaba cada habitación y que podía servirse la cantidad de comida que quiera cuando quiera; Sasuke sólo asentía y seguía a su tía en silencio.

—¿Dónde queda la Universidad de Kameoka?

—¿Kioto Gakuen University?Pues está a unos quince kilómetros de aquí —puso un dedo sobre su mentón e hizo memoria—. Creo que tienen un campus. Así que si te aceptan, podrás quedarte allá sin problemas.

—Gracias.

Más tarde, su tía le dijo que ya tenía la habitación lista para él y que podía acomodarse como más le guste. Sasuke agradeció una vez más y llevó sus maletas –con ayuda de su tía- a su nueva habitación temporal.

Se acostó sobre la cama de una plaza y se deshizo de su chaqueta, tirándola a sus pies. Lo mejor en ese momento era descasar; a pesar de haber dormido en el tren y en el taxi, se sentía cansado.

Su tía quiso despertarlo para que comiera algo, pero decidió dejarlo dormir, y llamó a su marido para avisarle que su sobrino había llegado y dormía en la habitación de huéspedes.

—Ya. Sí. Está bien. Me parece un poco serio, pero no se quejó de nada. Sí, es Sasuke. ¿Cómo no voy a reconocer a mi propio sobrino? —la mujer gritó en susurros, jugando con el cable del teléfono fijo—. Hay comida en la nevera. Voy a colgar. También te amo, cielo. Adiosito.

También debería dormir. Mañana debo preparar el mejor desayuno de todos pensó la señora, encaminándose a su habitación.

Mañana sería un largo día para Sasuke Uchiha. 


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