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Promesas de alcoba por Haruka Eastwood

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Promesas de alcoba

Alguien que amar

Itachi Uchiha Pov

Con delicadeza lo tome entre mis brazos, era tan pequeño y frágil que me daba un poco de miedo llegar a lastimarlo con solo cargarlo, claro que eso no pasaría, aun así no me podía acostumbrar aun a sostener a mi pequeño hijo, por el cual estaba más que feliz.

Han pasado dos días desde que nació, y la única persona que ha venido a verlo ha sido Sakura, quien primero estaba preocupada por su amigo, ya que no lo encontró en casa y a mí no se me paso por la mente el llamarle, afortunadamente al idiota de Hidan si, por lo que estuvo más tranquila, al menos por un corto periodo de tiempo.

En cuanto a mi madre y Sasuke, les pedí que no vinieran. Obviamente en un principio se molestaron, pero si lo hice fue porque quería que me hicieran el favor de arreglar el cuarto para la llegada de Gaara y el bebé. Anteriormente tenía pensado comprar un departamento y amueblarlo, incluso ya los había ido a ver. El cual supuestamente estaría listo cuando naciera Eita, pero no fue necesario, ya que mi madre insistió que esa era mi casa.

Lo pensé unos momentos por Sasuke, ya que para mí esa era su casa, claro que de mi madre también, pero ella con una sonrisa alego que cuando su pequeño se casara tendría que irse a vivir con su esposo. Era más que obvio que no me agrado en lo más mínimo el comentario, sin embargo con el nacimiento tan repentino no me quedo de otra más que aceptar su oferta, sobre todo con aquella rara actitud de Gaara.

—Amor —le llame con suavidad, mientras le ayudaba a ponerse en pie, ya que le acaban de dar de alta—. ¿Listo?

—Yo… lo siento —soltó agachando la mirada.

En ese momento se veía tan frágil e indefenso que lo único que atine a hacer fue abrazarlo, teniendo cuidado de no aplastar al bebé. Aun me preocupaba demasiado ese rechazo que tuvo cuando lo vio, parecía confundido y negó por lo que fue aproximadamente una hora el hecho de que fuera su hijo, murmuraba demasiado bajo, tanto que no fui capaz de entenderle.

—No tienes porque disculparte.

—Rechace a mi bebé —me miro con los ojos vidriosos, casi suplicantes mientras el labio inferior le temblaba al igual que su voz—. Yo… soy la peor persona del mundo. Ni siquiera puedo cargarlo.

—Shh… Tranquilo —acaricie su cabello intentando que se tranquilizara sin mucho éxito—. Todo estará bien.

Tranquilamente caminamos fuera del hospital hasta él estacionamiento, en todo el trayecto mi mente no dejaba de pasar las escenas del día anterior, cuando Gaara intento sostener al bebé en brazos, paralizándose antes de poder tocarlo, el cuerpo le temblaba y en su rostro se dibujaba una mueca de rechazo, casi como si le tuviera asco.

Con solo verlo, sé que no es voluntario; todo lo que me queda es esperar a que sea algo pasajero. Según la enfermera que nos atendió es normal en algunas madres y con los días se les pasa, solo espero que sea cierto.

El trayecto a casa fue bastante silencioso, aunque estaba lejos de ser incomodo. Tan solo me limite a mirarle de soslayo, sin poder hacer nada ante esa mirada perdida que mostraba, mientras contemplaba las casas a través de la ventana. Al llegar le ayude a bajar, cogiendo en brazos al bebé que estaba plácidamente dormido en la silla del auto.

—Itachi, que bueno que llagas —exclamo mi madre feliz, recibiéndonos con una alegre sonrisa y serpentinas, para después tomar la cámara y comenzar a apuntarnos a Gaara y a mí con él flash.

Siempre ha sido bastante animada y el hecho de tener un nieto le llena de emoción, pese a que unos meses atrás aun se mantenía reticente de querer aceptar mi relación con Gaara por el hecho de que estaba embarazado, al menos las cosas han mejorado notablemente e incluso la he visto bastante emocionada con la llegada de nuestro hijo y la boda, sobre todo con los preparativos que a mi parecer son un dolor en el trasero.

—Itachi, hasta que te dignas a aparecer —comento Sasuke acercándose con curiosidad para poder ver mejor al pequeño bultito que cargaba en brazos—. ¿Puedo? —pregunta aparentemente desinteresado, pero en su mirada se puede apreciar cierto brillo.

Un poco desconfiado, asiento levente, viendo divertido como sonríe y estira los brazos para sujetarlo, a lo que con cuidado dejo que lo cargue mientras se sienta en el sillón con mi madre a un lado que no deja de sonreír, con la cámara en mano para captar el momento.

En cuanto Sasuke le destapa para poder verlo mejor sus ojos se abren de la impresión y sus labios se separan sin poder decir nada mientras mi madre no deja de tomarle fotos, pero es hasta que mira al bebé con detenimiento que su mueca de felicidad se transforma en una de asombro al igual que la de mi torpe hermano menor.

—¿Q-Qué pasa… Sasuke, Mikoto-san? —Inquiere Gaara preocupado, llamando la atención de ambos que le miran enternecidos, incluso mi madre ha dejado pasar el hecho de que le llamara por su nombre y con honoríficos.

—Es precioso —dice con la mirada brillosa—. Y tú, ¿por qué nos mentiste? —Me señala con el dedo acusatoriamente.

—Eres un pervertido y mentiroso, Itachi —me dice Sasuke mientras niega en desaprobación, volviendo a mirar la bebito con ternura.

Mi expresión se vuelve seria y frunzo el ceño, ante sus acusaciones, de las cuales no tengo ni idea a que se deban, estoy a punto de preguntar, pero la voz de mamá me saca de mis pensamientos mientras me mira más relajada.

—No entiendo nada —murmura tomando al bebé de los brazos de Sasuke, acariciando suavemente su carita—. Se parece tanto a mi Sasu de bebé, no hay duda de que es tu hijo…

—¿Eh? —Claro que es mi hijo, pero el hecho de que se parezca a Sasuke me desconcierta demasiado, incluso cuando lo mire por primera vez no pude evitar encontrarle un parecido a mi insulso hermano, lo cual es técnicamente imposible.

—Con permiso  —escucho la suave voz de Gaara, cuando me doy la vuelta me sorprendo de verlo caminar hacia la salida—. Necesito aíre.

Mi madre me mira y silenciosamente me hace una seña para que le siga. Al salir le veo de pie, mirando hacia la nada y sin pensarlo le abrazo fuertemente, dándole un pequeño beso en el cuello.

—Gracias —musito sin apartar mis labios de su piel—. Gracias por hacerme padre, por estar conmigo…

—Basta…

—¿Por qué?

Se aparta de mí comenzando a caminar hacia el jardín.

—Tu mamá cree que le mentiste —sonríe con tristeza—. ¿Cómo puede decir que se parece a Sasuke?... Yo, yo cuando lo vi pensé en él. Son idénticos, vi sus fotos de bebés y son similares. Itachi, yo cuando supe que esperaba un hijo de Sai lo odie, lo odie por lo que me hizo, pero no solo a él, también a su hijo que crecía dentro de mí. Estaba mal pero conforme pasaba el tiempo todo lo que pedía es que no se pareciera en nada a él…  

—Gaara…

Le rodee con mis brazos, acercándolo hasta mi pecho, sintiendo su leve gimoteo y su respiración un poco agitada. Ahora comprendo su rechazo hacia Eita, ya que en él ve de alguna manera a Sai, lo asemeja y no importa las veces que se haya dicho que lo ha perdonado, o el hecho de que todo lo relacionado a ese Shimura no le importa, la realidad es que de alguna manera sigue resentido con él.

—Cada que lo veo, recuerdo lo que me hizo…

Me separe de él y antes de que siguiera hablando, lo bese en los labios de manera dulce, tan solo quería que se tranquilizara y afortunadamente lo logre; al separarnos deslice mis pulgares por sus mejillas para quitar el rastro de lágrimas. Cuando estuvo más tranquilo le tome de la mano guiándolo hacia dentro. Pasamos por varios pasillos y él solo me miraba sin entender, pero con una suave sonrisa coloque mi dedo índice frente sobre sus labios.

Nos detuvimos frente a la biblioteca y con gracia vi como sus perfectas cejas se curveaban, así que solo exclame «ven», ofreciéndole la mano para irnos a sentar en aquel amplio sofá. Tranquilamente me encamine a uno de los libreros y tome un álbum de color azul cielo, el cual tenía en la pasta, “Sasuke”, escrito con letras doradas.

—Toma —se lo extendí, observando cómo lo sostenía con cierta duda, mientras yo me sentaba a su lado, abrazándolo de tal forma que su espalda quedo recargada en mi pecho y mi barbilla sobre su hombro—. Ábrelo.

—Pero…

—Solo hazlo —insistí.

Con cuidado lo abrió y fue pasando las hojas lentamente, deteniéndose con sorpresa, mientras las yemas de sus dedos se deslizaban por cada foto que observaba, en donde aparecía Sasuke de recién nacido.

—Esto es… no puede ser.

—Es Sasuke.

Tome el álbum de sus temblorosas manos, dejándolo a un lado, mientras le giraba un poco para poder verlo de frente. Sus preciosos ojos aqua me veían con sorpresa, separando un poco los labios, cerrándolos casi al instante sin saber exactamente qué decir. Aunque yo estaría en las mismas condiciones.

Extrañamente mi torpe hermanito era idéntico a Eita cuando era un bebé, claro que con la diferencia de que Sasuke es doncel.

En todo este tiempo que he estado a cargo de la empresa, me he topado infinidad de veces con Danzo Shimura, un hombre desagradable en todos los aspectos y con apariencia tétrica, que te invita a desconfiar de él. Claramente sería la última persona con la que haría un negocio o contrato, por otro lado esta Sai Shimura, un joven cuya sonrisa te perturba. Él es idéntico a su madre, quien para mi sorpresa es una Uchiha, aunque no tiene relación con nosotros, tan solo es una coincidencia de apellido.

Pero no se puede negar que todo Uchiha se deferencia por ciertos rasgos, como son el cabello y ojos negros, cuesta creerlo, pero de alguna forma nuestro pequeño hijo tiene sangre de un Uchiha en él, de ahí el parecido a Sasuke.

—Itachi, Gracias.

—¿Por qué?

—Por todo.

—Sabes, de cierta forma me alegra que se parezca a Sasuke.

—Pero se pa…

—Shhh —coloque un dedo sobre sus labios—. Eso ya no importa.

—Idiota —exclamo seriamente, aunque después me beso.

Su mirada ahora se veía más tranquila, incluso sus facciones más relajadas. Claro que después de explicarle lo sucedido a mi madre, le dije quien era el padre, por lo que ahora no sabía si disculparse con Gaara por haberle hecho pasar un mal momento o simplemente dejarlo en el olvido para no hacerle recordar algo que no.

Actualmente Eita acababa de cumplir los dos meses, y no puedo evitar pensar que el tiempo pasa demasiado rápido en algunas cosas, aunque todo se me ha hecho muy tranquilo, ya que él es un bebé que casi no llora, incluso Gaara estuvo preocupado las primeras semanas ya que es demasiado dormilón. Alegando que los bebés debían llorar mucho y que no te dejan dormir.

Por otro lado, conforme pasaban los días iba disminuyendo esa pequeña apatía que tenía al acercarse a él o al cargarlo. Al final solo era cuestión de tiempo tal y como dijo aquella enfermera.

Dejando eso de lado, actualmente me estrazaba por el asunto de que Gaara había ido a visitar a su padre hace una semana en su antigua casa. Lo cual me molesto bastante y es que gracias a ese sujeto fue que el parto se adelanto. Cuando Hidan me conto que estaba internado ahí quise irlo a golpear, claro que él estaba en las mismas condiciones, pero si se limito fue porque Gaara llamo a la ambulancia y le pidió ayudarlo.

Rasa salió del hospital en cuanto su herida estaba mejor, pidiéndole a Hidan que le entregara una carta a Gaara, cuando me la dio estuve a nada de romperla, pese a que no era de mi incumbencia, por lo que dude mucho tiempo si debía entregársela o no, al final se la di y para sorpresa de ambos solo decía:

«Gaara:

Lamento haberte hecho daño en todo este tiempo, nunca supe ser buen padre, ni para tus hermanos ni para ti, por lo que solo puedo desaparecer de tu vida y decirte que si necesitas algo siempre estaré ahí para ti, en aquella casa que espero y un día puedas llamar hogar.

Rasa No Sabaku»

Era patético y molesto, aun así no dije nada más.

—Ya se durmió —dijo Gaara con una pequeña sonrisa en los labios, entrando al cuarto que compartíamos desde que vino a vivir aquí.

Sorprendentemente en todo este tiempo solo nos hemos limitado a dormir abrazados, ya que cuando llegaba del trabajo se veía demasiado cansado o incluso yo estaba en las mismas condiciones por tanto trabajo que he tenido en este tiempo, aun así me encanta cuando se acurruca junto a mí, quedando profundamente dormido en cuestión de segundos.

—Gaara —le llame rodeando su cuerpo con mis brazos por la espalda, hundiendo mi rostro en la curvatura de su cuello—. Tu cabello esta húmedo.

—Mmm… es que acababa de salir de bañarme cuando le escuche llorar —su voz se me asemejaba a un ronroneo que me excitaba bastante.

—Me encanta como hueles —comencé a besar su cuello, mientras deslizaba mi mano a su cadera, apretándolo contra mí.

Comencé a subir el borde su pijama, acariciando con las yemas de los dedos su suave piel, preguntándome, ¿cómo diablos he podido dormir estos dos meses a su lado sin hacerlo mío? Definitivamente es una de las pocas cosas que no entenderé, pero eso es lo de menos.

En el momento que se giro, aproveche para capturar sus labios con los míos, fundiéndonos en un beso demandante, agresivo y fogoso mientras mis dedos jugueteaban con el elástico de su pantalón de dormir. Mi mano izquierda se entretenía dibujando figuritas imaginarias en su espalda, que le hacían suspirar, mientras la derecha se adentraba en su pantalón, masajeando su perfecto y redondito trasero.

—Itachi —jadeo con necesidad en cuanto nos hemos apartado del beso, quedándome prendado de su perfecta expresión, con las mejillas sonrosadas.

—Te amo.

Notas finales:

Hola! 

Pues este fic estaba pensado para ser inocente xD pero no sé que opinen ustedes, ¿les gustaría que hubiera lemon?

Mil gracias por leer~ ♥

Haruka Eastwood 


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