Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Promesas de alcoba por Haruka Eastwood

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Promesas de alcoba

Hoy y siempre

Sabaku No Gaara Pov

Muchas veces escuche a las personas decir que el sentimiento llamado amor era uno de los más fuertes que existía, lo denominaban poderoso, increíble e incluso mágico. La realidad es que durante muchos años no llegue a entenderlo, y lo poco que sabía solo eran referencias técnicas y sin sentido en la vida cotidiana. ¿Cómo te puedes hacer mejor persona amando? ¿Cómo es que puedes cambiar? ¡Bah, tonterías!... eso pensaba.

Por amor vives, cambias, te superas y sigues adelante, sigo sin saber muy bien cómo es que funciona, aunque creo que soy el ejemplo perfecto. Si bien, Sai no fue una buena referencia, Itachi era todo lo contrario. Él derribo todas y cada una de las barreras que celosamente coloque para protegerme, logro que me volviera a enamorar, que cambiara y que confiara no solo en él, sino también en mí, al mismo tiempo que me amaba sin condiciones.

Es bastante extraño el amor y hay tantas formas de expresarlo…

—Itachi —solté un jadeo con necesidad en cuanto nos hemos apartado del beso, quedándome prendado de su perfecta expresión, y aquella mirada amorosa que tanto amo ver en su rostro.

—Te amo.

No espere respuesta y volví a sellar mis labios con los suyos en un beso suave y lento que poco a poco se volvió más pasional y posesivo, mientras sentía como me recostaba sutilmente en la cama posicionándose sobre mí a horcajadas. Comenzó a descender sus besos, rosando con la punta de la nariz la piel de mi cuello, apresando entre sus labios esa zona, dejando pequeñas marcas de beso que me hicieron soltar más de un vergonzoso gemido.

Sus manos se deslizaban por mis costados con sutileza, como si recreara la figura de una valiosa obra de arte: lento, suave y firme. Descendiendo hasta el borde de mi camisa, para colar una mano dentro, tocando mí estomago con las yemas de los dedos de forma circular. Ladee el rostro dándole más acceso a mi cuello y traviesamente deslizo su lengua desde la clavícula a la oreja, comenzando a lamer el lóbulo de manera lenta y pausada, divertido de verme estremecerme al sentir su cálida respiración sobre mi oído, erizándome cada bellito de la nuca.

Al separarme, se quito la camisa que había desabotonado sin que me diera cuenta, tan solo lo hacía de manera automática pese a lo nervioso que me encontraba. Su perfecta y excitante sonrisa me encantaba y avergonzaba en partes iguales, por lo que infantilmente evadí su mirada, y es que hasta ahora es que recuerdo que nunca lo he visto completamente desnudo. Vaya, llevamos dos meses viviendo y durmiendo juntos; ciertamente demore en percatarme de ese ínfimo detalle, ya que siempre me cambio en el baño, y pensar que el me ha visto desnudo varias veces logra que los colores se me suban al rostro de manera alarmante.

—Mírame —me pide sujetándome de la barbilla, separando mis labios.

Repentinamente asalta mi boca con un beso demoledor, adentrando su húmeda lengua que busca la mía para empezar a juguetear, entrelazándose en una lucha excitante por ver quien tiene el control del beso. No quisiera separarme de él pero la falta de aíre se vuelve un problema, al final un fino hilito de saliva aun nos mantenía unidos, por lo que traviesamente lo limpia con su lengua comenzando un nuevo beso, mientras dejaba al descubierto mi pecho, acariciando mis pezones.

Estaba demasiado entretenido con el exquisito juego labial, aun así no evite respingar cuando separo mis piernas con su rodilla, posicionándose entre ellas.

—E-Espera…

—¿Qué pasa?

Me miro un poco desconcertado por mi repentina petición, observando cómo ponía con suavidad mis manos sobre su pecho, como si quisiera poner una distancia entre ambos, y es que a pesar de que se notaba lo excitado que estaba, mi cuerpo no dejaba de temblar. Sus ojos reflejaban un tremendo desconcierto ya que no era la primera vez que intentábamos intimar. Sin embargo si era la primera vez que él pensaba llegar hasta el final.

—Lo siento.

—¿No quieres?

—¡No es eso! Es solo que —realmente no sabía cómo continuar o si debía decirle, aunque era lo mejor—, tengo un poco de miedo… —susurre tan bajo que apenas y fue capaz de escucharme, aun así no evite que frunciera el ceño.

—Gaara —nombro con seriedad, logrando que diera otro respingo bajo su cuerpo y cerrara los ojos como si fuera a reprenderme. Todo era instintivo en mí, aunque no podía quitarme estas sensaciones extrañas—. Mírame.

Me tomo un par de segundos levantar la mirada, hasta centrar sus ojos con los míos, los cuales se mostraban demasiado tranquilos, mientras yo me sentía afligido; de hecho estaba arrepentido por haberlo detenido, lo deseaba demasiado y desde hace ya mucho tiempo pero estoy incluso más nervioso que la primera ver que lo hice con Sai. Mi corazón palpita como loco y sinceramente no encuentro la forma de decirle que no soy precisamente un experto en el sexo, porque hay que ser sinceros, la única vez que lo hice fue un caos.

Incluso entre nosotros hay secretos, cosas que quieres mantener solo para ti y esto es una de esas, por eso es que nunca le he preguntado nada de su vida intima antes de conocernos (tampoco me importa), ya que eso daba pie a que preguntara sobre la mía.

—¿Confías en mí? —preguntó con sus labios sobre mi frente.

—¡Claro que sí! —exclame con un tono de severidad que incluso yo me sorprendí.

Que pregunte eso ofende, es evidente que confió en él, aunque por mis acciones creo que es comprensible. Suelto un suspiro enrollando mis brazos alrededor de su cuello para atraerlo hacia mí, escondiéndome bajo su cuerpo e inhalando su embriagador aroma. Eso siempre me calma.

—¿Entonces?

Sus manos comienzan a repartir dulces mimos en mi cabello, mientras se recuesta a un lado, aprisionándome entre sus brazos, comienza a acariciar mi cuerpo de manera lenta y reconfortante…

—Dolerá…

—¿Eh? ¿Cómo que dolerá? —Me mira interrogante aunque después de un par de segundos parece haber captado mi afirmación y un diminuto sonrojo adorna su rostro—. ¿Por qué me preguntas?

Mis mejillas han de estar sonrojadas a más no poder, por lo que me cubro con la sabana colocando mi mano sobre su abdomen, depositando un pequeño beso.

—Quiero estar contigo —asegure sin apartar los labios de su cuerpo—. Me da un poco de miedo que duela… yo solo lo he hecho una vez y no termino muy bien que digamos, así que no sé.

Lo último lo dije tan rápido que dudo fuera capaz de entenderme. Escuche su pequeña risa socarrona… un poco patética mi declaración, pero demasiado cierta. Al final termino bajo la sabana despojándome de la parte superior del pijama.

—Prometo que te gustara.

Mis labios buscaron los suyos, fundiéndonos en un beso tierno, muy diferente a los anteriores, pero no por ello menos excitante. Su boca comenzó a descender, pasando por mi cuello, deteniéndose en mi clavícula donde dio un pequeño mordisco logrando que soltara un gritillo extasiado.

—Ita… ¡Itachi~!

—Me encantas —su mano acaricio mis piernas, separándolas lentamente para posicionándose entre ellas.

Siento mi cuerpo tensarse cuando me ha besado la frente con extrema dulzura, para después juntar sus labios con los míos, iniciando un juego lento que logra relajarme, sintiendo como lentamente invade mi boca, buscando a su compañera de juego que no tarde en corresponderle, enredándose en una competencia por ver quien tiene el control, el cual acabo cediendo en cuestión de segundos dejándome llevar. Cuando la falta de aire nos impide seguir con el placentero contacto se separa de mí apresando mi labio inferior entre sus dientes antes de abandonar mi boca por completo.

—Eres adictivo —susurra contra mis labios.

—Mentiroso~

Sus grandes manos me toman de la cadera, acercándome más a su cuerpo haciendo que pueda apreciar mejor su duro sexo que ha de estar pidiendo atención.  Bajo un poco la mirada, pero en seguida vuelvo a mirar hacía otra parte con la cara ardiendo a lo que él suelta una risilla divertido.

—Es verdad —dice mirando fijamente mi cuerpo semidesnudo—. También eres precioso.

Comienza a besarme el cuello, bajando hasta mis pezones los cuales empieza a llenar de mimos, acariciándolos y jugueteando con ellos; deslizando su húmeda lengua, que me hace arquear la espalda de placer, más cuando me da una ligera mordida haciéndome gemir fuertemente. Una excitante oleada de temblores inunda mi cuerpo cuando besa el centro de mi pecho; bajo la vista y le observo sonriente mientras besa mi vientre a lo que solo puedo enterrar mis dedos en esa espesa mata de cabello azabache, acariciándolo, sumergiéndonos en nuestro mundo por lo que parece una eternidad.

Finalmente respira hondo provocándome una sensación extraña, más cuando besa mi ombligo colocando ambos pulgares en el elástico del pantalón de pijama y el bóxer, sin embargo no hace nada por quitármelos, tan solo juguetea un poco, para finalmente comenzar a deslizarlos, a lo que levanto un poco el trasero, sintiendo como la tela se desliza por mi cuerpo, quedado por breves instantes en mis tobillos, hasta que finalmente los tira al suelo.

Levanto su rostro y lo atraigo hacía mi para besarle, rodeando su cintura con mis piernas desnudas que acaricia sutilmente en un movimiento rítmico de arriba a abajo, mientras mis traviesas manos comienzan a deslizarse por su perfecto y marcado pecho que recorro gustoso, delineando cada músculo con la yema de mis dedos, terminando el recorrido en sus hombros.

Su mano se posa en mi pecho trazando sensuales figurillas imaginarias desde mis pezones hasta el vientre que me provocan cosquillas, estoy a punto de reclamarle cuando su rostro se hunde en mi sexo, mientras su experta lengua bloquea todos mis sentidos a base de deliciosas lamidas.

Siento su lengua húmeda y caliente que se entrelaza en círculos en la punta de mi miembro con movimientos precisos, que aturden mis pensamientos racionales; antes de engullirlo por completo haciéndome gemir con desespero. Sus dedos se clavan en mi cadera comenzando una rápida felación, que me hace llegar al éxtasis y tocar el cielo con los dedos, no deja nada sin explorar, y me siento al límite cuando aumenta la presión, solo puedo apretarme contra su boca, al mismo tiempo que mis manos se aferran a su cabello.

Siento una fuerte presión sobre mi entrepierna, tan doloroso y placentero a la vez, que no presto real atención a sus traviesos dedos que han comenzando a acariciar mi entrada con movimientos circulares, masajeando un poco, antes de adentrar su dedo dentro de mí obligándome soltar un gritillo y jalarle más fuerte el cabello, a lo que el aumenta el ritmo de la felación, al tiempo que su dedo comienza a juguetear en mi interior.

No lo soporto más, estoy a punto de venirme, siento las contracciones de mi cuerpo que me recorren desde la cabeza hasta la punta de los pies.

—Itachi… —intento apartarlo de mi entrepierna.

Estoy por correrme, pero en vez de alejarse, solo aumenta el ritmo, haciendo que me venga en su boca, en un orgasmo demoledor que me deja aturdido y jadeante. Mientras le escucho beberse mi esencia, relamiéndose los labios, dando un último beso en la punta de mi pene.

—Eres realmente delicioso, Gaara.

Estoy demasiado avergonzado, desorientado y sobre todo extasiado, ni siquiera logro articular una palabra cuando comienza a lamerme y chuparme, relajándome nuevamente. Observando esos excitados ojos ónix que han pasado a tornarse rojos, rebosantes de la más pura lujuria como si quisieran devorarme hasta quedar saciado de mí. Su boca atrapa nuevamente mis pezones, lamiéndolos sutilmente, subiendo sus besos, hasta mi barbilla.

Torpemente desabrocho su pantalón, metiendo las manos dentro, comenzando a masajear ese perfecto y firme trasero, al momento que él reclama mis labios, por lo que deslizo mis manos hacia el frente tomando su gruesa y palpitante erección, comenzando un lento y tímido movimiento de arriba abajo, recibiendo un gruñido de agradecimiento que me hace sonreír con satisfacción.

—Me encanta esa expresión —murmura sobre mis labios.

—Y a mí me encantas tú.

Arqueo, la espalda e instintivamente aprieto las piernas cuando a comenzado a prepararme de nuevo con lentos movimientos, sintiéndome un poco incomodo al tener su mano en esa zona. Cuando ha metido el tercer dedo, coloco mis manos en su pecho, ya que no creí que doliera tanto, así que intento apartarle, pero lejos de eso, comienza a besar mi rostro dulcemente.

—Relájate —ronronea con voz ronca a lo que simplemente obedezco, cerrando los ojos, comenzando a acostumbrarme a las lentas embestidas que me proporcionan sus dedos.

Empiezo a gemir a los pocos minutos, mirándole extrañado cuando se ha apartado de mi, pero me mantengo en silencio al verle despojarse de lo que queda de su ropa, liberando una tremenda erección que me señala, ansiosa y lista, a lo que solo puedo pasar saliva nervioso, sonrojado y excitado. Su mirada busca la mía, juntando su frente me besa con suavidad, sintiendo como la punta de su miembro se abre paso en mi interior.

Me aferro a las sabanas, apretando los labios, ¡Cielos! Que no entra, me digo mentalmente, sintiendo como unas pequeñas lágrimas resbalan por mi sien, debido al inmenso dolor, le escucho soltar un jadeo, para después reclamar mi boca como suya al momento que ha entrado de una sola estocada llegando a lo más profundo de mí, haciéndome soltar un grito de dolor, combinado con un poco de placer al momento de arquear mi espalda.

Siento sus labios sobre mi garganta, repartiendo besos sobre mí húmeda piel perlada en sudor, mientras aferro con más fuerza mis piernas a su cadera, sintiendo como me llena por completo, llevándome al éxtasis absoluto en cuanto comienza un delicado vaivén de caderas, al que me acostumbro en poco tiempo.

Comenzando a embestirme con rapidez e insistencia, besándome con voracidad, ahogando nuestros gemidos entre besos. Me aferro a su ancha espalda, clavándole las uñas en el proceso, mientras él sigue arremetiendo contra mi cuerpo, derritiéndome y fundiéndome con el suyo con cada movimiento de cadera que da en ese punto exacto, que me hace querer gritar de placer.

—Gaara~ —gime cerca de mi oído, comenzando a masturbarme, sintiendo como me pierdo en un abismo interminable de placer.

—Ita… ¡Ah~! —intento hablar, pero me es imposible. Con la vista nublada por el éxtasis del momento al que fui sumergido, busco aprisionarlo contra mí cuerpo, sintiendo que estoy a punto de llegar al séptimo cielo de Itachi Uchiha.

—Te amo tanto —ruge, tomándome de la cadera, marcándome sus dedos, mientras sale casi por completo de mi interior, para volver a entrar hasta el fondo tocando ese delicioso punto de placer, que me hace gemir su nombre.

El placer inunda nuestros cuerpos, siento como vibra, mientras farfulla algo que no alcanzo a comprender por completo, cierro los ojos, hachando la cabeza hacia atrás, mientras enrosco con más fuerza mis piernas a su cadera. Me mira y sus pupilas están completamente dilatadas.

—Más fuerte~ —chillo jadeante, me va a romper por la mitad. Él emite un gruñido gutural, comenzando a arremeter con ahínco a un ritmo malditamente excitante, que realmente no creí posible, siento perderme en el placer. No lo soporto más y acabo viniéndome por segunda vez, llenándole la mano de mi esencia.

—Gaara —brama mi nombre cuando he sentido como me ha llenado por completo. Siento su miembro moverse un poco dentro de mí, palpitante casi como si vibrara, mientras mis paredes aun lo aprisionan—. Te amo.

—Yo… también te amo… —mi respiración es errática, apenas y puedo mantenerme despierto, mientras sale de mi con delicadeza, recostándose a un lado para atraerme contra su cuerpo, por lo que me acurruco dejándome guiar a los brazos de Morfeo, al mismo tiempo que deposita un último beso en mi frente.

Actualmente faltaba una semana para la boda y ya estaba todo listo, solo quedaba ir a comprar el kimono que usaría. Al final estuvimos de acuerdo con Mikoto-san para que la boda se realizara en Julio, ya que tenía toda la razón y es un mes perfecto para casarse y el clima es idóneo para realizar una pequeña fiesta en el jardín. Según Sasuke, solo asistirán unos pocos conocidos.

Por mi parte solo será Sakura, ya que no creo que Temari y Kankuro puedan asistir —aunque muero por verlos—, más que nada porque ambos son casados y seria un poco complicado. Eso no evito que les llamara para hablarles de los preparativos, aunque prometieron hacer lo posible para poder venir.

—Amor —unos fuertes brazos que conocía tan bien me aprisionaron, me permito cerrar los ojos disfrutando de ese sensual aroma amaderado—. Te tengo una sorpresa que estoy seguro te encantara.

—Enserio —dije incrédulo, girándome para robarle un pequeño beso.

—Claro —sonrió ladinamente, tomándome de la mano para ir hacia la estancia en un agradable silencio que se me antojaba juguetón y misterioso—. Tienes que cerrar los ojos.

Divertido por tanto misterio —algo muy raro en él— hice lo que me pidió con una enorme sonrisa en los labios, dejando que me guiara hasta lo que reconocí como el centro de la estancia, solo le escuchaba decir «No hagas trampa». Cuando finalmente se detuvo me abrazo por detrás.

—¿Ya puedo abrir los ojos?

—Sí.

Al hacerlo agradecí infinitamente que Itachi estuviera atrás de mí, de lo contrario me hubiera caído y es que al frente tenía a mis hermanos, sonriendo divertidos por mi reacción, pero como no sorprenderme si hacía años que no los veía. No lo pensé y corrí a abrazarlos, siendo apretujado fuertemente por Temari y Kankuro.

—Hermanito~ —corearon.

—Los extrañaba tanto —no pude evitar que una lagrima resbalara por mi mejilla y es que era una sensación demasiado cálida y reconfortante la que me ofrecían cuando me abrazaban. Cuando finalmente me soltaron, limpie mi rostro con el antebrazo y me gire para ir a abrazar fuertemente a Itachi.

—Muchas gracias.

—No hay nada que agradecer, amor.

Fue en ese momento que note la presencia de un apuesto varón rubio y de ojos azules, sentado junto a una chica de cabello castaño y ojos color chocolate.

—Gaara, te quiero presentar a mi esposo —Temari me tomo de los hombros, mostrándome al varón rubio que sonreía ampliamente—. Él es Naruto Namikaze mi lindo esposo. Naru, él es mi hermanito Gaara.

—Es un placer conocerte dattebayo —estrecho mi mano entre la suya, mirándome cálidamente—. Tem me ha hablado mucho de ti.

—El placer es mío.

En ese momento Kankuro poso una mano sobre mi hombro,

—Gaara, ella es mi esposa TenTen, TenTen, el es mi hermanito.

—Es un placer conocerte —me abrazo sorpresivamente—. Kanku me ha hablado mucho sobre ti, aunque eres mucho más lindo de lo que imaginaba.

Fue una de las mejores sorpresa que me han dado en la vida, sobre todo porque se quedarían aquí una semana, y se irían un día después de la boda. Lo mejor de todo fue que mis hermanos se llevaron de maravilla con Itachi, Mikoto y Sasuke, mientras que yo estaba feliz de conocer a mis cuñados. Según tengo entendido, Naruto es italiano y era un conocido de Kankuro, mientras que TenTen trabajaba con Temari.

Al final toda la atención se la llevo Eita y es que simplemente era un bebé encantador, incluso Kankuro comenzó a hacerle pucheros, lo cual fue demasiado cómico, estaba como para tomarle foto.

—Ese se te ve genial —chillo Mikoto dando brinquitos.

—Siento que algo le falta —Temari coloco su mano sobre su barbilla en pose pensativa, sin apartar su mirada de mí.

—Temari tiene razón —concordó Sasuke mientras cerraba los ojos.

—Podríamos intentar con ese —TenTen y Sakura señalaban un precioso kimono blanco, con bordados plateados en la parte inferior. El obi era igualmente blanco, solo que tenía detalles en dorado, al parecer era de seda y mentiría si dijera que no me fascino desde el instante en que lo vi.

Nunca creí que comprar un kimono para la boda fuera tan agotador, aunque con ellos cinco se convirtió en toda una odisea para que se pusieran de acuerdo, afortunadamente el último fue el indicado.

—¿Estas nervioso?

—Solo un poco.

Por el reflejo del espejo pude observar a Temari que sonreía mientras terminaba de ayudarme a acomodar el kimono. Hoy era el gran día, finalmente Itachi y yo nos casaríamos… es curioso cómo pasa todo tan rápido, ya que un año atrás yo seguía pensando en él, pero ahora estaba perdidamente enamorado de un hombre maravilloso que me hacía sentir de manera especial.

Estaba más que nervioso, mi estomago era una revolución de mariposas luchando por hacer estragos en mí, incluso las manos me temblaban, pero a pesar de todo eso estaba muy feliz, nerviosamente feliz. Hoy uniría mi vida a la persona que más amo… claro que era puro formalismo, ya que nosotros estábamos más unidos que nunca, y eso sin necesidad de boda, aunque siempre hace ilusión.

Había momentos en que todo pasaba tan lento y en otros demasiado rápido, tanto que cuando me di cuenta ya estaba caminando hacia el altar, observando la encantadora sonrisa de Itachi que portaba un esmoquin negro que le sentaba de maravilla. Su intensa mirada me sonrojaba demasiado, por lo que termine agachando un poco la cabeza, solo lo suficiente para evadir esos penetrantes ojos ébano que no perdían ni un solo detalle de cada movimiento.

La voz del sacerdote era dulce y muy tranquila, él hombre de cabello cano y sonrisa amble me miro con ternura antes de preguntar:

—Sabaku No Gaara, ¿aceptas en santo matrimonio a Itachi Uchiha para amarlo, respetarlo y cuidarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—Itachi Uchiha, ¿aceptas en santo matrimonio a Sabaku No Gaara para amarlo, respetarlo y cuidarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?

—Acepto.

—Yo los declaro marido y doncel, puede besar al novio.

Lentamente se giro y con suavidad tomo mi mejilla dándome un pequeño beso en los labios, demasiado dulce y demasiado lindo, encerrándonos en una burbuja mágica donde solo existíamos nosotros dos, pese a que alrededor se podían apreciar las felicitaciones y las exclamaciones de alegría que le deseaban lo mejor a la nueva pareja.

Absolutamente todo fue perfecto, la celebración, el banquete… todo. Cuando al fin arroje el pequeño ramo de rosas blancas, sonreí al saber que la siguiente en casarse seria Sakura, aunque Hidan nos sorprendió a todos arrodillándose delante de ella y pidiéndole matrimonio, evidentemente dio el sí sin dudarlo. Las fotos no se hicieron esperar, según Itachi era un buen recordatorio de las locuras que puedes hacer por amor…

Y como era la tradición, partimos a nuestra luna de miel, dejando a nuestro pequeño Eita con una feliz Mikoto que no dejaba de hacerle mimos. Tendríamos todo un mes para nosotros dos.

Partimos a Venecia, una preciosa cuidad para amantes; recorrimos la plaza de San Marco y nos perdimos entre los múltiples callejones, bajando por muchos escalones de piedra, donde encontramos diversas tiendas de antigüedades, había una en particular que olía a cuero, óleo, trementina y a cera para velas.

Era curioso como esos aromas te llevan al pasado. En aquel lugar Itachi compro un viejo diario, desconcertado le pregunte el motivo y solo sonrió diciendo que ahí anotaríamos nuestra historia de amor. Románticamente cursi, pero a la vez encantador, el diario traía consigo una pluma hecha de Murano, bastante antigua como todo aquí. Era un tanto extraño utilizar una pluma que necesitara tintero, te hace escribir más lento aunque te permite pensar lo que escribirás.

Varias veces intentamos volver a la tienda, pero nunca dimos con ella por lo que lo tomamos como una casualidad, después de todo sus pequeñas callejuelas solo te invitan a perderte y que mejor si es con él amor de tu vida.

Todo aquí está lleno de cosas desconocidas, siglos mezclados, culturas, imágenes que te sorprenden, te alegran o te emocionan. Diría que es extraordinario estar en Venecia, con sus sucesos raros, pero no por ello menos mágicos. Al pasear en el atardecer pudimos contemplar el sol brillar sobre los canales  haciendo que parezcan espejos, mientras que la noche es capaz de envolvernos como terciopelo, logrando que el tiempo no sea tiempo aquí, donde no hay futuro, solo nuestro amor.

—Papi —mi pequeño Eita de cinco años brincaba feliz, mientras caminábamos por una plaza en el centro de Konoha—. ¿Me compras un helado?

—Claro amor.

Hoy era un día muy especial, ya que en la mañana había ido al doctor porque me estuve sentido un poco mal, afortunadamente me dieron una noticia estupenda, ¡tengo dos meses de embarazo! Itachi y yo decidimos esperar hasta que Eita estuviera un poco más grandecito para tener otro bebé, ya que según él, así podría disfrutar a sus dos amores como era debido, por lo que nunca me opuse.

—¿Papi, puedo pedirlo de fresa y chocolate?

—Puedes pedirlo del sabor que quieras —cuando nos dieron su helado nos sentamos en una banquita afuera de la heladería, estaba demasiado entretenido contemplando a mi niño que no note a aquel hombre hasta que me hablo.

—G-Gaara… —confundido levante la vista, abriendo mis ojos completamente sorprendido… ¿por qué ahora?

—Sai. 

Notas finales:

Perdón si el capítulo es muy largo, en mi defensa puedo decir que culpen al lemon. 

La luna de miel esta inspirada en una carta que viene en el libro: Palabras a medianoche - M. J. Rose

Mil gracias por leer~♥ 

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).