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Promesas de alcoba por Haruka Eastwood

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Promesas de alcoba

Algo que explicar

Sai Shimura Pov

Desperté exaltado y con la respiración agitada, mi cabeza me daba vueltas al intentar incorporarme en la cama, chasqueando la lengua maldije por lo bajo y es que desde que vine a estudiar aquí, noche tras noche tengo esa pesadilla, pesadilla en donde le pierdo, donde me dice que me odia y que no quiere volver a verme… aunque me lo merezco, después de todo le he abandonado. Me marche sin haberle dicho algo, y tristemente él cree que me rehusé a contestar sus llamadas y mensajes.

Una sonrisa amarga se apodera de mis labios al pensar en mi amado Gaara, aquel pequeño y necio pelirrojo con un carácter indomable y una actitud desafiante, aquel que robo mi corazón con una sola mirada de esos profundos pozos azules…

Antes de Gaara creí que nunca me enamoraría, que viviría sin conocer a alguien especial, a alguien que me hiciera reír de verdad y es que desde pequeño lleve una educación estricta. Ya que al cumplir cuatro años mi padre me llevo con él a España, mi madre se quedo en Japón por órdenes de Danzo, en cambio a mi me educo para ser alguien como él, alguien que no mostrara sus sentimientos por nada ni por nadie, porque eran sinónimo de debilidad.

Junto a mi padre crecí siendo alguien frió, meticuloso y calculador, alguien que no le importan los sentimientos ni opiniones de los demás, ya que la prioridad siempre serían mis necesidades. Recuerdo que al principio lloraba como cualquier infante llamando a mi madre, entonces él aparecía y me golpeaba hasta cansarse, exclamando que ningún hijo suyo podía ser tan débil. ¡Era solo un niño! Uno asustado y temeroso de su padre.

Comer no era cuestión de necesidad, más bien resultaba ser un premio por comportarme, por hacer lo que él decía, pero siendo alguien de cinco años resulta complicado ser algo que no eres, porque a esa edad todo lo que quieres es jugar, divertirte, correr y blincar por donde quiera, en cambio yo tenía que estudiar, aprender reglas y modales. Sencillo, si lo piensas bien es algo fácil, lo complicado viene cuando cometía una falta (según él) y era encerrado en el sótano de la mansión, con la clara amenaza de que me atacarían las ratas…

Suplicaba perdón a través de la puerta a ese alguien que podría sacarme de ahí, sin embargo no fue hasta mucho tiempo después que comprendí que entre más llorará más provocaba su enfado y más tiempo estaría encerrado. En esos seis años que viví con Danzo me concentre en ser lo que él quería, de esa manera todo estaría bien, no abría regaños, no abría encierro y no abría más golpes... y en algún punto olvide como sonreír. Patético.

Al cumplir diez años regresa a Japón y lo primero que hizo mi madre al verme fue abrazarme. Años atrás no hubiese dudado en corresponderle y aferrarme a su cuerpo diciéndole cuanto la había extrañado, sin embargo me contuve y sin saber por qué tan solo la aparte, la mire sin expresión alguna y sonreí, sonreí falsamente… al final era tal y como quería mi padre: alguien sin emociones.

No es que no las tuviera, simplemente aprendía a no demostrarlas, a mantenerme al margen de todo, siendo alguien digno del apellido Shimura.

A partir de ese entonces mi vida transcurrió normal, al menos eso creo. Mi padre era un gran empresario por lo que pocas veces lo veía, hacia muchos negocios en España y constantemente iba y venía. Aunque sinceramente estaba mejor cuando él no lo estaba cerca, porque entre más lejos de mí mejor, sin embargo cuando estaba en casa era un constante recordatorio de lo que quería que fuera, incluso deje de sentirme como alguien y empecé a pensar en mí como algo.

Solo era un objeto… solo eso.

Mucho tiempo observe a mis compañeros sonreír con alegría, divertirse, alardear y ser escandalosos pese a la edad que tenían, mientras yo no lograba comprender su felicidad y todo lo que hacía era esbozar una mueca similar a una sonrisa. Suena estúpido pero me sentía fuera de lugar y llego un momento en el que quería encajar, ser como los demás sin embargo no les entendía, escuchaba atentamente sus platicas y las analizaba dándome como resultado algo absurdo.

La promesa de un futuro encantador al lado de la chica o doncel de sus sueños era absurda, sin embargo entendía que a todo eso se le denominaba amor, y por más que lo intentaba a mí no me importaba, ya que fue algo que me dejo muy en claro Danzo. En mis años de convivir con él, me inculco que el amor no existe, que es un sentimiento estúpido del cual puedes prescindir. Te entorpece nublando tu sentido del buen juicio, y que lo mejor era pensar las cosas meticulosamente para casarte con aquella mujer o doncel que te diera beneficios económicos. Y como era la tradición en la familia Shimura, él elegiría a mi pareja para así hacer crecer la empresa.

A los catorce años me enteré que estaba formalmente comprometido con Hinata Hyūga, una chica cuatro años menor que yo, procedente de una familia acaudalada del sur del país. Su padre era dueño de una importante empresa cuya sede se encontraba en Alemania, por lo que a ojos de Danzo se convertía en la persona perfecta para mí. Recuerdo que cuando la vi, lo primero que hice fue saludarla cordialmente, sin embargo me miro extrañada y su rostro se sonrojo notoriamente… es alguien linda, tartamuda, patosa y sin gracia, pero linda.

Por ordenes de Danzo tenía que visitarla constantemente. Platicaba con ella de temas sin importancia bajo la estricta vigilancia de su guardaespaldas, aunque realmente nunca me llamo la atención; probablemente se deba a la diferencia de edad, pero tampoco me desagradaba y poco a poco me hacía a la idea de que en un futuro me casaría con ella.

Sin embargo todo cambio cuando cumplí dieciséis años. En la ceremonia de bienvenida a los nuevos, me tope con un doncel de cabello rojizo cual fuego y de una peculiar mirada, tan profunda como el mar mismo, oculta bajo unos gruesos anteojos. Curiosamente nunca lo había visto, pero después de investigar un poco descubrí que era un becado, teníamos la misma edad y que tras esos anteojos estaba el doncel más lindo que haya visto. 

Era la primera vez que me interesaba en alguien, sentía que debía conocerlo y saber todo de él, sus gustos, disgustos, amistades, todo. Tal y como un acosador lo haría le observe durante todo un año, en ese tiempo también me interese por una serie de libros que explicaban las emociones humanas, muchos describían mi conducta como obsesión, otros tantos la catalogaban como amor. Al final termine leyendo que si quería conquistar a un doncel debía ser directo con mis emociones y eso fue lo que hice.

Para mí no era raro verlo en la biblioteca, por lo que tras meditarlo un par de segundos decidí caminar hacia él, parecía sorprendido cuando lo acerque a mi cuerpo y quite sus anteojos observando muy de cerca sus preciosos ojos azules, sonriendo por lo hermoso que era, aunque al final termino por creer que era una broma, cosa que no me quedaba del todo claro ya que nunca bromeo.

Ese día salió corriendo con un ligero y sexy rubor en sus mejillas, olvidando sus anteojos. Suspire cansado y al día siguiente fui a su aula a esperarlo, con la clara intención de devolverlos, aprovechando el momento para depositar un suave beso en la comisura de sus labios. Creí que eso era un avance, sin embargo las siguientes semanas se mostro esquivo conmigo, evitándome a toda costa, aunque los libros decían que no debía desistir, lo cual funciono ya que un par de meses después nos hicimos pareja.

Nunca le comente que durante un tiempo lo observe, por lo que se me hacia curiosa su reacción cada que salíamos, y le invitaba algo que sabía le encantaba, su expresión era angelical y sus ojos parecían brillar de felicidad. Me provocaba quererlo besar a cada instante, tocarlo y mimarlo, claro que eso muchas veces —por no decir siempre— me hizo merecedor de varios golpes por parte de su persona, aunque al final siempre valían la pena si lograba robarle algo más que un inocente beso.

Tras diez meses juntos decidí llevarlo a mi casa, sabía que mi madre no estaba y Danzo regresaría al día siguiente de España, quería mostrarle donde vivía aunque realmente ansiaba decirle a todos los que conocía que amaba a Sabaku No Gaara, pero sabía que no podía hacerlo, al menos aun no. Sin embargo aquella tarde los besos y caricias pasaron al siguiente nivel.

—Todo estará bien —susurre en su oído mientras le despojaba lentamente de cada prenda de ropa, observando lo hermoso que era.

Sus ojos se mantenían cerrados mientras mis labios recorrían con esmero cada centímetro de piel, mirando de soslayo el enorme sonrojo de sus mejillas que a mi parecer le hacían lucir adorable. Mordía y succionaba sus pezones hasta dejarlos erectos, bajando por su pecho, llegando a su ombligo donde me entretuve un rato lamiendo la suave piel de esa zona.

Mis manos recorrían con cuidado su cuerpo, deteniéndose finalmente en el elástico de sus pantalones y bóxers, los cuales baje lentamente dejándolo completamente desnudo. Sus ojos se mantenían cerrados y sus manos se sujetaron con más fuerza a las sabanas en cuanto he metido su miembro dentro de mi boca iniciando una lenta felación, disfrutando de sus pequeños y dulces gemidos al mismo tiempo que preparaba su estrecha entrada, ya que lo último que quería era lastimarlo. Pese a todas mis precauciones no logre evitar que llorara cuando lo hice mío, sintiendo como se abrazaba a mí con fuerza.

—¿Me amas? —Preguntó con inocencia cuando eh entrado por completo.

—Solo a ti.

Bese con dulzura su mejilla al darme cuenta que no tenía más palabras para expresarle lo mucho que lo amaba a él y solo a él. No sabía que decir, y opte por concentrarme en expresarle físicamente lo mucho que me importaba.

—Prométeme que siempre estarás conmigo.

—Sin importar que —me movía entrando y saliendo de su cuerpo en una danza lenta y acompasada, aferrándome a su figura como si fuera a perderlo.

—¡Dilo! —Exclamo, sin embargo mis labios sellaron los suyos intentando transmitirle todo el amor que sentía, queriendo decirle sin palabras que yo estaría ahí para él. Maldecía el hecho de no poder expresarle todo esto de forma hablada, por lo que cada movimiento, cada beso y cada caricia tenían el propósito de expresarle cuanto lo amaba y que nunca dejaría de hacerlo.

Al final llegamos al orgasmo juntos y solo me basto una mirada para saber que no quería separarme de él, por lo que sonriendo salí de su interior con la convicción de que rompería mi compromiso con Hinata, ya que no estaría con alguien a quien no amo, ¿qué importaba un estúpido apellido o el prestigio en ese momento? Tan solo sabía que era capaz de renuncia a todo por él, por Gaara, a quien observe por unos instantes, pero su mirada era de miedo.

—Sai…

—Todo estará bien, lo prometo —volví a besarlo, solo que estaba nervioso por lo que vendría después—. Será mejor que te vistas, es un poco tarde —murmure intentando sonar lo más dulce que pude.

En cuanto le vi salir por la puerta subí a mi habitación, dándome una ducha con agua helada. Planeaba decirle primero a mi madre, sin embargo el sonido de mi celular me saco de mis pensamientos, al contestar escuche su voz, solo que sonaba bastante preocupada. Todo lo que me dijo es que estaría un par de días fuera debido a que su madre enfermo, que de todas formas ya le había avisado a Danzo y que no me preocupara… no recuerdo que le conteste, pero al colgar me deje caer sobre la cama, notando que el perfume de Gaara quedo impregnado en las sabanas, por lo que respire profundamente pensando en todo y planeando como decírselo a mi padre… vaya enredo.

Al día siguiente, alrededor de las diez de la mañana le escuche entrar, como siempre hablaba por teléfono sobre negocios mientras la servidumbre le atendía como de costumbre: guiándolo al comedor y sirviéndole un poco de café. En cuanto colgó tomo el periódico ordenándole a la empleada más próxima que le llevará el almuerzo. Suspire yendo hasta él, esbozando una falsa sonrisa en cuanto me ha visto. Me senté a su lado dispuesto a comer mientras charlábamos un poco, esperando la oportunidad perfecta para hablar sobre mi compromiso.

—¿Cómo van las cosas con Hinata? —Inquirió con seriedad.

—Juntamente de eso quiero hablar —ladee un poco el rostro dedicándole una sonrisa retorcida—, aunque prefiero hacerlo en privado.

Carraspeo molesto y sin decir nada más se levanto haciéndome una señal con la mano para que lo siguiera a su despacho. Cuanto entramos cerré la puerta tras de mí y sin rodeos le dije que no me casaría con Hinata porque amaba a alguien más, que me desheredara o que negara mi existencia. Todos esos asuntos me tenían sin cuidado y yo era perfectamente capaz de conseguir trabajo.

—¡Me niego! —Bramo golpeando su escritorio—. Tú harás lo que yo diga.

—Ya no soy un niño —le rete—. Me largo hoy mismo.

—¡Esto no se va a quedar así, Sai!

—Ya no le temo a tus amenazas —me di la vuelta dispuesto a marcharme.

No iba a tolerar más tiempo sus absurdas amenazas, aunque tal vez lo único que realmente le importe es el desprestigio de la familia Shimura si yo rechazo un compromiso tan importante con la familia Hyūga, la cual es bien sabido que se basa en tradiciones antiguas y reglas estúpidas que buscan la manipulación de la propia familia. Son personas cerradas y el hecho de que yo desprecia a su hija por irme con un doncel cualquiera representa una humillación total para Hinata, que si bien no la amo al menos aprendí a apreciarla aunque sea un poco.

—¿Entonces tampoco te importara lo que pase con ese doncel?

—No te atreverías.

—Rétame.

Le mire con un profundo odio, sabía que Danzo estaba metido en asuntos de la mafia. Lo último que supe es que uso sus influencia en el gobierno para meter al país droga, sin embargo no tenía ninguna prueba, no podía acusarlo con la policía ni tampoco podía escapar como si nada… me tenía a su disposición lo quisiera o no. Lo peor de todo es que podría dañar a la persona que más amo.

—¿Qué es lo que pretendes? —Apreté los puños—. Intentaras desaparecerme.

—No estaría mal —me miro autosuficiente—. Lástima que aun me sirves. Partiremos a Italia. Vas a hacer lo que yo ordene y más vale que aceptes o ese doncel que dices amar podría tener un accidente.

En aquel momento solo quería golpearlo hasta matarlo, pero no tenía más remedio que aceptar, al menos aun pude obtener algo a cambio y es que yo me casaría con la hija de los Hyūga siempre y cuando Gaara estuviera bien y supiera de él. Con eso me bastaba por el momento.

Al final era como si todo lo tuviera planeado desde antes, como si supiera que yo me negaría a casarme con Hinata porque me había enamorado. Los siguientes días tuve que mentir a mis amigos, diciendo que iría a estudiar a Estados unidos, aunque ni siquiera iría ahí. Lo cierto es que moría de ganas por hablar con Gaara, por explicarle todo y decirle que me perdonara ya que no podría estar con él, pero Danzo no era tonto, alguien me estuvo vigilando todo el tiempo por pedido suyo para que no cometiera algo que él pudiera considerar “una estupidez”.

El primer mes en Italia me vi forzado a estar encerrado como un animal No era de extrañar, ya que estaba más que claro que mi propio padre no confiaba en mí, pero estábamos igual: yo nunca confié en él. Pensándolo bien, si tuviera la oportunidad él ya no estaría en este mundo… aunque no pensaba rebajarme a su nivel, ni hacer una locura de esa magnitud.

Como parte del trato, cada mes recibía unas fotos de mi amado Gaara, las cuales comprobaban que seguía bien y que aquel bastardo había cumplido su promesa al pie de la letra, sin embargo enterarme que esperaba un hijo mío fue demasiado. Me necesitaba y por más que lo deseara no podía estar con él, no podía abrazarlo o mimarlo cada que tuviera un antojo nocturnos… no podría acariciar su vientre cuando estuviera abultado, tan solo me quedaba obsérvalo en fotos tomadas a la distancia.

Muchas veces eran imágenes borrosas, aun así no pude evitar llorar al ver las primeras en donde su carita lucia triste. Era mi culpa, tal vez pude haber hecho más… no lo sé, sin embargo entendí que me estaba olvidando cuando contemple una diminuta sonrisa en sus labios. Afortunada o desafortunadamente nunca volvió a estar con alguien y eso me daba cierta esperanza de poder recuperarlo, ya que en todas las tomas solo salía él, nuestro bebé y algunas veces esa chica de cabello rosado o un doncel de cabello negro al cual no conocía.

Y antes de que me diera cuenta ya habían pasado seis años… tenía que volver a Japón, más específicamente a Konoha para casarme con Hinata, finalmente después de tanto tiempo entendí que no podía regresar como si nada, esperando a que Gaara me reciba con los brazos abiertos. Tenía que olvidarlo. Pero antes de ir a “casa” decidí pasar a la plaza que frecuentábamos cuando eramos novios; claro que nunca espere verlo, era más hermoso de lo que recordaba y nuestro hijo simplemente era perfecto.

—G-Gaara… —le llame con miedo.

Sus hermosos ojos aqua me miraron con incredulidad, antes de levantarse de un salto y ponerse frente a nuestro hijo, como si viniera a hacerles algo.

—Sai —siseo.

En ese momento no lo pude evitar y lo abrace con fuerza, antes de juntar mis labios con los suyos en un beso necesitado. Habían sido seis años, seis largos años en que anhele volver a tenerlo entre mis brazos como ahora… y no importa cuántas veces me repetí que lo mejor sería olvidarlo, al final no podía… no era capaz de renunciar a quien más amo.

—Te amo tanto —musite contra sus labios en cuanto me separe de él, aunque por su expresión parecía estar en shock.

—¿Quién eres tú y porque besas a mi papi?

Sonreí ante aquella voz infantil que me miraba con molestia.

—Yo soy tu papá y bese a tu papi porque lo amo.

El pequeño me miro con la boquita abierta pero antes de que pudiera decirle algo más, sentí el fuerte agarre de Gaara que me sujetaba del cuello de la camisa, mientras entrecerraba los ojos mirándome con… ¿odio?

—Te largaste seis putos años —espeto en un tono bajo para que solo yo pudiera escucharlo—. Así que no vengas aquí a decirle a “mi” hijo que eres su padre. Tú no eres nada.

—Tiene derecho de conocer a su padre.

Gaara frunció el ceño, me soltó y se dio la vuelta para tomar al niño en brazos.

—Mi hijo tiene un padre que lo ama: Itachi Uchiha, el hombre a quien amo y con quien me case hace cinco años —me dijo lacónico.

—Mientes —asegure tomándolo del brazo.

—Suéltame Sai.

—No hasta que me expliques.

—Yo no soy el que debe dar una explicación —golpeo mi mano dando un par de pasos hacia atrás—. Yo no me fue sin decir nada.

—Entonces escúchame.

—No tengo ninguna obligación de hacerlo —en ese momento el niño comenzó a llorar aferrándose al cuello de Gaara.

—Por favor —le mire suplicante—. Nunca te abandone, yo te amo. Las cosas no son como crees.

—No me interesa.

—¡Gaara! —Se escucho la alterada voz de una mujer llamándolo, cuando gire el rostro vi a su amiga, aquella chica molesta de cabello rosado la cual estaba acompañada de un sujeto alto, ambos se acercaron y mi molestia incremento cuando esos ojos jade me miraron con odio—. Sai.

—Zorra fea —intente sonreír.

Nunca me aprendí su nombre, tampoco me importaba.

En ese momento no pensé en como la había llamado, por lo que no pude evitar el puñetazo que me tiro al suelo. Cuando enfoque la vista creí que había sido ella. No sería la primera vez que me golpea por decirle la verdad, aunque para mi sorpresa no había sido ella, sino el sujeto de cabello plateado que aparentaba unos treinta años.

—No te permito que insultes a mi esposa —me tomo del cuello levantándome con cierta facilidad.

—Solo he dicho la verdad.

—Serás… —alzo su puño dispuesto a pegarme, pero su dulce voz lo detuvo.

—Hidan, Sakura… —mi Gaara observaba a las personas que se acercaron de curiosas, como si les fueran a dar un espectáculo—. No vale la pena.

—Gaara… —murmuro la mujer—. Pero él…

—Vamos a casa —pidió mientras dejaba que ella le abrazara.

—Tenemos que hablar —dije—. Déjame explicarte.

—Ya te he dicho que no necesito tus malditas explicaciones —frotaba la espalda de nuestro hijo que seguía llorando.

Pretendía seguirlo de ser necesario, pero aquel sujeto me lo impidió mirándome de una manera escalofriante. Tampoco era estúpido y sabía que no podía ponerme a golpear a este tipo cuando todo lo que ansiaba era explicarle todo a mi amado pelirrojo.

Frustrado tuve que verle marchar y no me quedo de otra más que regresar a casa. Al entrar lo primero que vi fue la maldita expresión de Danzo, me observaba neutral… aun así parecía satisfecho por algo y creía saber el motivo.

—¡¿Por qué rayos nunca me dijiste que se caso?!

—No creí que te importara. Igual te casaras con Hinata —se levanto dándome la espalda—. Hablando de ella, te espera en el jardín.

Un par de floreros y estatuillas acabaron pagando mi enojo. Al final termine en el jardín, solo que un poco más tranquilo y no pude evitar mirar a Hinata; se mantenía observando fijamente las hojas de los árboles caer, su expresión era serena y de cierta forma me transmitía tranquilidad.

—Sai-kun —me miro escandalizada corriendo hacia mí… pero es demasiado torpe, tanto que termino cayendo.

—¿Estás bien? —Pregunte mientras la ayudaba a ponerse de pie.

—Sí p-pero… ¿qué te paso?

Sus manos se deslizaron con suavidad por mi mejilla, exactamente en el mismo lugar que ese sujeto había golpeado. Cerré los ojos por su cálido tacto y no pude evitar pensar en lo diferente que es Hinata de Gaara, son opuestos en su totalidad, ya que mientras ella es amable, dulce, torpe, sin gracia y demasiado delicada… Gaara es, es alguien fuerte, de carácter firme y actitud indomable.

Gaara nunca seguiría las órdenes de nadie, él expresaría su opinión y si algo no le parece se opondría. Hinata es manipulable y de cierta manera pareciera que solo hace las cosas para agradar a los demás… la realidad es que no merezco estar con ninguno de los dos.

—Lo siento —musite apartando su mano de mi rostro, mientras acariciaba el dorso de la misma con el pulgar—. No puedo casarme contigo.

—¿Por qué? —Su mirada era tierna y hasta cierto punto comprensiva, la cual me hacía sentirme peor—. ¿Acaso n-no soy suficiente?

¿Realmente me preguntaba eso? El que es insuficiente soy yo. Nunca pude oponerme a mi padre, siempre fui su jodida marioneta y de cierta forma se que ella es igual a mí. Siempre siguiendo órdenes, siempre estamos bajo la sombra de alguien para cumplir sus deseos, siempre sumisos, callados y a la expectativa de alguien más… incluso ahora es igual.

Instintivamente la abrace, recargando mi frente en su hombro.

—No es eso.

—Sai-kun… cuando mi padre me dijo que me casaría con el hombre que él eligiera tenía miedo —sentí su cuerpo temblar—. P-Pero cuando te conocí me alegre… me alegre mucho porque tuve suerte de que fuera alguien como tú. Alguien amable y con quién podía pasar varias horas hablando. Sé que soy torpe y poco bonita…

—Eres torpe —afirme—, y muy bonita.

Durante ocho años estuve enamorado de Gaara y aun lo sigo estando. Me enamore de un doncel al cual no merezco y que perdí por ser débil y por no defender lo que quería. Ahora él está felizmente casado y mi hijo nombra a otro hombre padre… entiendo que destruir esa felicidad por un capricho mío no es lo correcto. Tiene razón, Gaara siempre tiene razón; desaparecí seis años y no tengo derecho de reclamarle nada, tampoco de dar una explicación.

—Quiero estar contigo —la suave voz de Hinata se volvió firme y al levantar la mirada solo pude apreciar decisión.

—¿Por qué?

—Porque te amo —cerró los ojos y su rostro se tiñó de carmín.

Al final creo que lo mejor es dejar ir a Gaara, ya le he arruinado la vida lo suficiente como para seguir insistiendo por algo que no merezco; debo enfocarme en lo que siempre tuve enfrente y no supe ver… 

Notas finales:

Sai: Yo pelearía por quitarle a mi Gaa-chan a esa comadreja. Vuelve a escribir todo mujer.

Itachi: Lo perdiste, ahora es mío.

Gaara: Tsk solo es actuación, yo prefiero a Naruto.

Naruto: A mí no me metan en esto ttebayo. ¿Por qué solo salí en un capítulo?

Haruka: No volveré a escribir nada. Sai, todo mundo sabe que nunca enfrentaste a Danzo y siempre hacías lo que decía, Itachi: te amo. Gaara, prometiste no decir eso y Naruto, no siempre vas a ser el protagonista 7u7

Naruto: No es justo ttebayo.

Itachi: Te ignoraré~

Haruka: Que malo~ bueno, yo me despido, solo espero que les haya gustado y no me maten ^w^ me agrada Sai y pues no quise darle un desenlace trágico o que quedara solito.

Sai: Estaría mejor solo.

Haruka: Cállate Sai, por eso no eres popular ¬_¬ Yo me despido y si les gusto comenten n.n por cada comentario uno de ellos les hará striptease XD

Todos: Muérete Haruka.

Gracias por leer ♥ 

Haruka Eastwood


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