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Monster por sugar-blood

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— ¡Esto realmente es una mierda! —Musitó un moreno de gran altura. —A puesto a que el está ahora teniendo sexo con su “regalo”. Y nosotros aquí partiéndonos el lomo, haciendo lo que se supone él tiene que hacer. — Termino su queja pateando una piedrecilla que resaltaba en el suelo de los calabozos.

 

Al lado del quejumbroso moreno, se encontraba otro muchacho de la misma edad, unos diecisiete años cumplidos. Un poco más bajo que su acompañante enfurecido, con la piel blanca y un poco más callado, observando atentamente su alrededor.

 

—Bueno, te apuesto a que no quieres salir a hacer el trabajo sucio de Potter, ¿Verdad, Blaise? — Manipuló al moreno.

 

— ¡Claro que no Theo! No seas tonto… — Contestó inmediatamente mientras hacia una mueca de asco infinito.

 

Desde pequeños se les instruyó la educación para servir a Harry Potter, ser sus fieles seguidores y casi sus manos derecha e izquierda respectivamente. Elegidos de la familia Zabini y Nott, los niños más poderosos encontrados por el señor Tenebroso para ser “escuderos” de su niño elegido.

 

Theodore Nott, un chico que desde pequeño fue inteligente y de rápido aprendizaje fue educado por los mejores maestros Griegos para la estrategia y la magia. Blaise Zabini, un muchachito de sangre mágica italiana, diestro en el manejo de la magia y de la rapidez, destructivo a la hora de la pelea. Harry Potter, a lado de estos dos, eran llamados los demonios de la muerte, eran un complemento y unas fichitas valiosas para el Lord.

 

—Entonces cállate y sigue caminando. También quiero salir de aquí rápido. —

 

Marcharon por los estrechos pasillos. Cuando les avisaron que tenían que hacerse cargo de los rehenes por orden de Harry, estaban a punto de matar al Marcus Flint. Sabían la importancia de valorar a los prisioneros por orden de importancia y es por eso que Harry era el que normalmente lo hacía. Pero hasta la ficha más importante del tablero merece vacaciones ¿No?

Cuando llegaron a la puerta grande de madera al final del pasillo, escucharon chillidos y lloriqueos. Los dos magos libres suspiraron de forma sincronizada, uno con resignación y el otro con cansancio. Al abrir la puerta observaron a varios individuos en el suelo frío, todos arrimados en una esquina como ratas.

 

—Bien, es hora de acabar con esto…— Susurró Blaise, mientras se acerba a los cuerpos y con su varita los examinaba.

 

El hechizo de revisión que usaban fue hecho por Theodore, quien conectó las varitas con un archivo mágico de reconocimiento mediante el núcleo de magia, una forma fácil y rápida para deshacerse de personas que no eran de relevancia en la guerra.

 

Blaise movía su varita rápidamente, cuerpo por cuerpo, mientras Theodore lo hacía calmadamente. Hasta ahora ningún individuo era importante, sólo civiles sin mucha importancia. Blaise había olvidado ya el número de personas que llevaba eliminadas y pensaba en lo tedioso que sería contar de nuevo los cuerpos hasta que su varita soltó un chillido que lo sorprendió.

 

Del montón que aún quedaba, una maraña de cabello rojo salió a flote. Blaise sonrió con sorna.

 

—Pero mira nada más… —Se dijo a sí mismo mientras escuchaba los pasos de su compañero y leía el archivo que llegó a su mano mágicamente. —Así que a la orden le gusta usar muchachitos ahora. Tal parece que se están volviendo viejos…—Le pasó las hojas a Theodore Nott.

 

Blaise miró la cara del pelirrojo, quien ahora tenía un seño fruncido y parecía que estaba a punto de gruñir. Cuando Blaise intentó alejarlo del montón observo un par de brazos que se aferraban al muchacho. Su varita chillo de nuevo con aquel cuerpo que parecía desesperado por agarrarse al otro.

 

—El pelirrojo es Ronald Billius Weasley y el otro  Neville Longbottom. Hijos de algunos fundadores de la Orden del Fénix. Tienen prácticamente nuestra edad…

 

— ¡¿Dónde está Draco, sucios mortífagos?! — Gritó Ronald mientras intentaba liberarse de las ataduras.

 

—Uh, les enseñaron a ladrar…— Comentó jocoso Blaise.

 

—Deja de jugar con los rehenes Blaise, mi cabeza va a explotar. — Le pidió Nott mientras leía los expedientes con rapidez.

 

Blaise suspiro. Tenía tanto tiempo de no ver cuerpos jóvenes. Siempre atrapaban a magos viejos que solo le causaban asco. Observó como el pelirrojo estaba dispuesto a abrir la boca de nuevo pero con un movimiento rápido y un hechizo no verbal, lo hizo callar. Tal vez podía pedirlo mientras le sacaban la información que necesitaban. Podría divertirse con él. Detrás de aquella suciedad podía ver a un pelirrojo de muy buen ver. Ya se estaba aburriendo de las mismas brujas de siempre: Pansy, Millicent, Daphne y uno que otro mago de los cuales olvidaba los nombres ¿Qué podía ser más excitante que tomar a un miembro de la Orden del Fénix por la fuerza? Le dedico una sonrisa libada y maléfica al pelirrojo que lo miro con una chispa de miedo.

 

Ron miraba aterrorizado al moreno. Tenía que hacer algo pronto. Encontrar a Draco tenía que ser su prioridad. Si descubrían el secreto, todo se iría al carajo. Miro hacia abajo y se encontró con un tembloroso Neville, tenía que sacarlo del shock para que pudieran trabajar en conjunto.

 

Theodore convoco un Tempus. Lo más seguro es que Harry aún no estuviera listo para “recibirlos” con los dos magos enemigos que habían encontrado.

 

—Es muy temprano Blaise. Tenemos que hacer tiempo. Terminemos de purgar esto e irnos de aquí. — Le dijo al moreno mientras procedía a terminar la exterminación.

Zabini hizo descuidadamente aún lado al pelirrojo junto al chico que se le pegaba como sanguijuela. Ron tembló de nuevo y observando que no los vigilaban, pidió a su mente que comenzara a pensar una forma de salir.

 

*/*/*

 

— ¡Esto no pudo a ver pasado! — Estrelló su mano contra la mesa grande de roble.

 

Lucius bramo mientras comenzaba a dar vueltas por el comedor con la atenta mirada de algunos miembros de la Orden. Sirius Black, Nymphadora, Alastor Moody y Kingsley. En cuanto sintieron la magia de la invocación de la marca del fénix, corrieron al punto de reunión que era un lugar apartado del bosque, pues era el único lugar mediamente protegido que tenían.

 

Narcissa Malfoy también se encontraba ahí, comiéndose los dedos, algo que no eran nada para una dama respetable, pero lo seguía haciendo sin detenerse, pensando.

 

—Relájate Lucius. Así no podremos idear un plan de rescate… — Dijo Alastor Moddy mientras tenía un tic incesante en el pie.

 

El Auror iba a seguir hablando pero fue interrumpido por la llegada de algunos.

 

— ¿Qué ha sucedido? — Preguntó un recién llegado Dumbledore junto a McGonagall.

 

Detrás de ellos llegaron Remus Lupin, Poppy Pomfrey y Arthur Weasley, con una mirada alarmada.

 

—Se han llevado a Ron, Draco y Neville. —Anunció Nymphadora con la mirada perdida  y sudor en la frente. — Kingsley y yo fuimos lo más rápido que pudimos al punto del fénix. Quedaban unos pocos mortífagos que eliminamos pero… no llegamos a tiempo. — Dora miró a los recién llegados con pena, como si fuera toda su culpa.

 

—Esos malditos se llevaron a mi hijo… ¡Mira lo que la desgraciada de Bellatrix dejo en el lugar! — Rugió Lucius mientras le entregaba un pedazo de pergamino arrugado.

 

Con letra desfigurada, Dumbledore apenas pudo leer a través de sus lentes de media luna.

 

Querida hermana.

 

Me pareció una muy buena idea llevar a Draquito a dar un paseo. Tal vez sin boleto de regreso.

Es una buena oportunidad para acercarme a la familia y conocerla.

No te preocupes. Está en muy buenas manos, tal vez pronto nos veamos emparentadas con el gran Lord Voldemort, mi benevolente señor.

Tu hijo ha crecido grande y bello, igual el Señorito Harry… harían una linda pareja, ¿No te parece?

 

Se despide con un beso…

Tu adorada hermana, Bellatrix Lestrange.

 

Todos los magos presentes escucharon la carta de la bruja Lestrange y el pergamino paso de mano a mano.

 

—Pero… Ronald y Neville iban acompañados de Draco con Andrómeda. — Arthur fue el primero en romper el silencio, en un shock total.

 

—Yo no puedo quedarme aquí sin hacer nada. —Dijo casi al borde de la locura Lucius. — Esos muchachos están en el campo enemigo. No… ¡Diablos, di algo Dumbledore! — Le grito en la cara el rubio mientras se acercaba peligrosamente al anciano ex director, siendo detenido por Sirius.

 

—Lucius, por favor. Sé que estamos en un momento delicado, pero actuar precipitadamente no es una opción. Si lo hacemos perderíamos muchas vidas y no abría forma de salvar a los muchachos. Esperemos a los demás y aun más importante… a Severus. — Recomendó sabiamente el líder de la orden.

 

Lucius trato de hacer lo que el viejo maestro decía. Respiro y apretó fuertemente sus puños. Sabía que ni siquiera la mayoría había llegado, pedía desesperadamente que Severus hubiera encontrado a su niño y le dijera como se encontraba cuando pudiera.

 

—Como le diré esto a Molly…— Susurró Arthur Weasley comenzando a sudar y caer en una silla. —Ronald, Ronald… Ron. — Comenzó a murmurar, cada vez con una voz más quebrada al punto del llanto.

 

Lucius no pudo contenerse más y salió del lugar ondeando su capa mientras evadía a los que estaban en la entrada. Narcissa ni siquiera se inmuto en ver salir a su esposo, ella estaba más ensimismada en pensar en algo que todos ignoraban. Pero nadie decidió molestarla, sabían que era una madre preocupada.

 

Remus miro fugas la figura de Lucius salir y lo siguió con la mirada hasta que se perdió en la entrada de la cueva en la que se encontraban.

 

—Por favor, sigan informando mientras los demás llegan, para poder hacer el plan más conciso. — Pidió McGonagall mientras se dirigía con Dumbledore a sentar.

 

—Bueno, cuando sentimos que…—Y comenzó a hablar Nymphadora.

 

El hombre lobo en cambio salió de ahí. Siguiendo el aroma de Lucius llegó a la entrada, en donde encontró al rubios dando vueltas en círculos mientras maldecía y sollozaba. Quiso acercarse con cautela a Lucius, pero se detuvo cuando este dejo de dar vueltas y quedaba con la cabeza gacha.

 

—Yo… Dumbledore tiene razón. Necesito calmarme… por Draco. —Dio un largo suspiro.

 

Remus no aguanto más y salto sobre él, dándole un abrazo. El sabía que Lucius no se sentía para nada bien, y no serviría de mucho para aportar a la orden con ideas para el recate. Así que cuando lo abrazo, Lucius se lanzo a llorar de nuevo.

 

—Llora Lucius. — Le susurro mientras se iba al suelo con el patriarca Malfoy quien cedía a la gravedad. —No necesitas que nadie te calme ahora, necesitas soltarlo. —Le dijo.

 

Lucius lloro unos minutos más en el hombro de Remus y trato de calmarse. Cuando lo único que escuchaba el hombre lobo fue su corazón golpeteando en su pecho y los cortos suspiros afligidos de Lucius decidió soltarlo y mirarlo a los ojos.

 

—Todo volverá a la normalidad. Traeré a Draco de regreso contigo y nos desharemos de Voldemort de una vez por todas. — Le prometió tomándole una mano. — Sera nuestro último golpe…

 

Antes de que el castaño pudiera seguir fue besado abruptamente por el rubio.

 

—Gracias Remus… gracias. — Le dijo cuando se separo de él.

 

El hombre lobo se sonrojo levemente, pero volvió a la realidad tan rápido como aquel beso que lo hizo dar un paseo por el paraíso.

 

—De nada Lucius, de nada. — Le contesto.

 

*/*/*

El despertar de Draco fue más tranquilo que los anteriores. Ahora estaba cubierto con un pijama cómodo y se sentía descansado, casi adormecido a causa no la falta de movimiento.

 

Se levantó de la cama y respiro profundo, antes de que su mente comenzara a tocar aquella alarma que se había instalado desde que se habían encontrado con los mortífagos en el bosque.

 

Dio un salto en la cama al escuchar el crujido de la madera de la puerta de aquel cuarto. Volteo rápidamente, encontrarse con aquella sirvienta que se dirigía a prisa a su dirección. Su corazón palpito rápido por la adrenalina y busco con que defenderse pero cuando estaba dispuesto a tomar la luz de mesa, la chica se le adelanto y se planto frente a él.

 

Shhh. — Le pidió volteando a ambos lados preocupada. —Tranquilo, no te hare daño. — Le dijo en tono bajo.

 

Draco, por alguna razón se sintió aliviado, aun que su conciencia le decía que no confiara.

 

—Tu… ¿Quién eres? — Le preguntó en el mismo tono.

 

—Soy Hermione, Hermione Granger. — Le contestó. — Me gustan las aves.

 

Draco se quedo pasmado por un momento. La frase que para muchos era sin sentido, para él era la salvación. Hermione era miembro de la Orden del Fénix. Su única salida dentro de aquel infierno, su salida de aquel monstro.

 

—No tengo mucho tiempo. El señor Oscuro y Harry están fuera, pero regresaran en cualquier momento. Ronald Weasley y Neville Longbottom están bien. Pronto saldrás de esta, tranquilo. —Le comunicó.

Draco estaba tan impresionado con todo lo dicho por la chica y su mente comenzó a llenarse de dudas. Estaba a punto de comenzar con su interrogatorio pero de pronto sintió el ambiente pesado y la muchacha de cabello castaño lo empujo a la cama, asustándole.

 

— ¿Qué pasa aquí? — La voz dura de Harry Potter se dejo escuchar en el lugar.

 

—El joven Malfoy intentaba escapar. Pero no se preocupe señor, ya lo tranquilice, fue solo la sorpresa de despertar solo en la habitación. — Le comentó la chica en tono serio mientras soltaba a Draco lentamente y se alejaba del rubio hacia la salida.

 

—Muy bien. Puedes retirarte. — Harry le ordeno. —Espera en la entrada, te ocupare en un momento.

 

Cuando Hermione se retiró con un asentimiento, Draco comenzó a tiritar al verse solo con Potter.

 

— ¿Así que me extrañaste? — Le dijo con una sonrisa socarrona. —No te preocupes Draco, nunca te dejaría sólo. Tú siempre vendrás conmigo, aún en la muerte. — Le amenazó risueño.

 

Draco sólo podía sentir odio. Con todas las fuerzas que pudo reunir, dejo de temblar y su entrecejo se frunció. El no quería quedarse ni un momento más con aquel ser tan abominable. Apretó sus puños fuertemente por el esfuerzo de no echarse sobre Potter y golpearlo..

 

—Pero te tengo una buena noticia, rubio. —Le dijo mientras se dirigía al mini bar que estaba en una esquina cerca de la cama. —Nos iremos a un lindo viaje.

 

Draco se quedo pasmado ¿Lejos? Como iba a escapar si estaba lejos de la orden.

 

—No pongas esa cara. — Le pidió con falsa tristeza. —Unos amigos tuyos nos acompañaran ¿Cómo se llamaban? ¿Ronald y Neville? —Pregunto mientras frente a él aparecían los expedientes que se le habían dado.

 

— ¿¡Están bien!? —Preguntó precipitadamente Draco mientras se levantaba de la cama. — ¿¡Dónde están!? ¡Quiero verlos! —Exigió.

 

—Todo a su tiempo…—Contestó Harry mientras bebía de su vaso con Whisky de fuego. —Ya los veras cuando salgamos de aquí. ¡Granger!

 

La nombrada entró a la habitación.

 

— ¿Si, señor? —

 

—Prepara mis cosas y las de nuestro… invitado.  Nos iremos a dar un paseo. Tú nos acompañaras, el señor Malfoy necesitara algunos cuidados. —Sonrió Potter mientras salía del lugar. —Nos vemos en un rato.

 

Draco sólo podía ver la espalda de su captor cruzar el umbral de la puerta, con mucha impotencia.


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