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Amándanos por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de Knb NO ME PERTENECEN Y SON SOLO USADOS CON FINES DE ENTRETENIMIENTO.

Notas del capitulo:

Este fic fue odiado de principio a fin, trabajado y escrito solo para una persona.

Desde que te tengo cerca mi vida ha cambiado.

Me alegra poder contar con tu presencia en mi vida, espero te guste y no sea pesimo.

 

Buenos muchas gracias a quienes leen esto y a todos quienes estan participando en el mes MuraAka, ha sido maravllloso compartir con ustedes.

 

 

Nos leemos 

El pelilila se sentía inseguro, sobrepasado, sentía que en su vida ya no había nada de él, que no había nada que le diera sentido. Eran ya 2 largos años desde que todo lo que rodeaba le era indiferente,  eran dos años en que su fuerza y su voluntad se habían acabado.

 

Hoy exactamente hace dos años Akashi había terminado con él y se había ido de su vida sin dejar rastro, sin darle siquiera una explicación.

 

Aun podía recordar como las palabras cortaban su corazón, esa misma sensación es la que había sentido al pasar por sus muñeca esa navaja con la que había mitiga el dolor los primeros meses, esos cortes que lo habían tenido al borde de la muerte.

 

Cuando un fallido intento de mitigar el dolor termino en intento de  suicidio, ese día en que todos se habían enterado del verdadero sufrimiento del gigante.

 

Flash Back

 

El dolor en su pecho disminuía a cada gota de sangre, pudo mirar como el líquido carmesí llegaba al suelo, ya había olvidado cuantas veces había hecho lo mismo, la última semana o los últimos meses, pero al verlo algo en él se calmaba.

 

Akashi lo había dejado hace 6 meses, se había ido muy lejos, nadie sabía dónde, solo sabían que estaba muy lejos y que no quería saber nada de Atsushi.

 

La angustia le lleno el pecho nuevamente, sentía como  su corazón se estrujaba.

 

-Aka-chin….mi Aka-chin… - murmuro entre sollozos levantando la navaja que yacía en sus manos, presionando, más y más,  el corte en sus muñeca, sin notar el mortal daño que se había hecho. Las fuerzas comenzaron a fallarle, la vista se le nublo poco a poco, se dejó caer al suelo notando como su sangre manchaba todo el piso y sus ropas de color carmín, el color del cabello de su amado.

 

Repentinamente, una extraña necesidad de dormir lo llenó, no solía dormir bien en las noches, pero ahora ni siquiera podía mantener los parpados abiertos, sus fuerzas se agotaban. Sin querer luchar más con aquella sensación, se dejó llevar por Morfeo, por primera vez el dolor se alejaba un poco de su ser, por primera vez en mucho tiempo sentía algo más que frío a su alrededor, sentía la calidez de su sangre.

 

4 horas más tarde había despertado en el hospital con sus padres a su lado, sus muñecas vendadas y una extraña sensación entre fatiga y nausea. Hablaron con él, sus padres y los médicos, le contaron que Himuro le había encontrado y lo había llevado al hospital lo más rápido posible para que le atendieran.

 

Su madre lo abrazo y entre lágrimas le pidió que no la dejara, que él es su bebé y ella no podría vivir si él no estaba a su lado.

 

Atsushi nunca pregunto, ni emitió comentario al respecto, nunca dijo sus razones, ni si de verdad quería suicidarse, supo que había hecho daño cuando vio a su madre llorar y rogarle que no lo hiciera más, también cuando sus hermanos habían llegado con muchas golosinas de todas las marcas solo para él y le hablaban tratando de disimular el nudo en sus gargantas.

 

Atsushi notó el dolor brillando en los ojos de sus amigos también, Kise había llorado al mirarlo y le había sonreído de lado, en una extraña mueca, Aomine lo había regañado, casi lo insultaba mientras contenía a una Momoi devastada, Kuroko no había dicho palabra junto con Kagami solo lo había mirado y había bajado la vista, hasta Midorima había derramado una lagrima dejando a su lado un peluche de rana, con un “espero te mejores” escrito en un trozo de madera.

 

Supo qué el más molesto era Muro-chin, cuando con lágrimas en los ojos había gritado que era un idiota y había salido del cuarto sin decir más, el moreno repitió esta acción durante casi un mes entero.

 

Fin Flash back.

 

Luego de eso todos estaban pendientes cada día de él.

 

Midorima lo llamaba constantemente, Kise y Aomine paseaban con él, Takao le llevaba dulces nuevos, Himuro y Shun se pasaban los sábados y los domingos a su lado, ya sea, en casa viendo televisión o simplemente charlando, Kuroko y Kagami generalmente lo llevaban a jugar basquetbol, hasta sus hermanos se pasaban por su casa seguido,  jamás estaba solo.

 

Realmente a veces deseaba estar solo, pero no quería preocupar a nadie, solo aguantaba la compañía y disfrutaba de ella.

 

Pero para el gigante volver a esto, volver a esta situación era demasiado, nuevamente esa compañía, la compañía de ese alguien a su lado, junto a él, era demasiado, tomó la navaja que celosamente guardaba bajo una lámpara.

 

Atsushi  sintió el cuerpo de Akashi temblar ligeramente entre sus brazos, sudaba y se le veía una pequeña mueca de incomodidad en su rostro, entre sueños.

 

El pelirojo había pescado un resfriado, pero como no hacerlo luego de encontrarlo empapado por la lluvia que caía sobre la ciudad ese día.

 

Atsushi se había graduado y a pesar de no ser de los más brillantes había entrado a la escuela de pastelería más prestigiosa de Japón, sus padres y sus amigos se podían ver orgullosos, pero eso había significado tener que mudarse y dedicarse de lleno a los estudios.

 

Sus padres quienes a pesar de deber solventar los gastos de una familia numerosa, le habían regalado un departamento bastante amplio y cómodo al gigante, por eso cuando había encontrado a Akashi, empapado, con la mirada perdida, parado frente a la facultad, no había tenido problema en llevarlo a casa y obligarlo a tomar una baño caliente.

 

Se levantó con cuidado de no despertar a su compañero, la verdad es que el pequeño emperador no había dicho palabra cuando se habían encontrado, Murasakibara también había omitido sus comentarios, simplemente le había indicado que lo siguiera, que no podrían estar bajo la lluvia mucho tiempo.

 

Flash Back

 

La clase de pastelería para Murasakibara era entre un sueño y una tortura, tanto sabor nuevo y maravilloso que crear y que no siempre puedes probar, esto hacia que el pelilila de apoco se sintiera entre fascinado y molesto.

 

Cerca de las 12 había comenzado a llover, de eso ya eran alrededor de 3 horas y no daba señales de que la tormenta siquiera pensara en amainar.

 

Ese viernes su última clase fue suspendida, ya cerca de las 3:30 se iba a su departamento, no había llevado paraguas, pero de camino a su casa pasaría por la pequeña tienda de convivencia  y compraría uno, además de un par de golosinas.

 

Sus ojos se abrieron, cuando delante de sus ojos diviso esa silueta única, esa aura que solo le podía pertenecer a él, a ese hombre que le había quitado el sueño desde Teiko, en la entrada del instituto, mojado, con la ropa pegada a su cuerpo,  el actual heredero de la familia Akashi, Akashi Seijuuro.

 

Algo en el pecho del pelilila se apretó ante la figura frente a él, volver a verlo, tenerlo tan cerca después de tanto tiempo era doloroso, Murasakibara se había prometido no volver a sufrir, se había prometido no volver a dañar a nadie por su culpa, aun podía recordar a Muro-chin, a su madre y a sus amigos con el gesto de dolor en sus rostros.

 

Las ganas de correr y rodear entre sus brazos al pequeño se esfumaron.

 

Quería que se largara, no quería verlo, no quería volver a sentir dolor, pena, rabia o cualquier malestar que incluyera al pelirojo, le gritaría que se fuera, que se largara, que lo dejara vivir en paz y recuperar su vida de una maldita vez, pero se detuvo, contuvo su ira, su dolor, su malestar,  al ver el semblante que traía Akashi, se veía débil, quebrado, tan “aplastable”, que simplemente contuvo sus ganas de gritar, busco la mirada del pelirojo, para luego decidir que era minuto de hablar sobre todo esto.

 

-mi casa está aquí cerca… no podemos estar bajo la lluvia… hablando…

 

-Atsushi…

 

-ven… Akashi

 

Supo que el tiempo se congeló cuando dejó salir fríamente el nombre del pelirojo, nuevamente el dolor salía haciendo estragos en Murasakibara, lo sabía, lo sentía, podía sentir su sangre congelándose en sus venas, podía sentir que cada latido de su corazón quebraba su interior, podía sentir las ansias del dolor, de cortarse, de apaciguar ese malestar, pero se lo había prometido, nunca más derramaría una lagrima, ni una gota de sangre, por ese pequeño pelirojo, nunca más dañarse, camino de forma segura, antes de notar que nadie lo seguía.

 

Se giró y esa seguridad, ese semblante imperturbable que estaba dispuesto a demostrar, se fue al demonio al notar la mueca que se formaba en el rostro del pelirojo.

 

El dolor en los ojos del pequeño a diferencia de sus lágrimas no podían disimularse con la lluvia, una mueca similar a una sonrisa se formó en los labios del más bajo, quien cuando se disponía a avanzar perdió el conocimiento.

 

El pelilila reacciono rápido y lo tomo en sus brazos antes que su cuerpo se golpeara contra el suelo,  no recordaba que el cuerpo del menos pesara tan poco, pero ya tendría tiempo para hablar.

 

Lo llevó a casa, casi corriendo, buscando mejorar un poco su condición.

 

Fin de Flash Back.

 

-Atsushi….- era un susurro, pero llego de lleno a los oídos del más alto, haciéndole esconder la navaja nuevamente, cuantas veces había  deseado volver a oír esa voz, cuanto extrañaba sus labios, volvió a la realidad por ese pequeño llamado.

 

-No debes levantarte, estas  enfermo… te preparé algo para que comas.-murmuro Murasakibara, intentando no hacer contacto visual con el pelirrojo.

 

-¿me odias?... ¿es eso?… verdad Atsushi…me odias…- un jadeo salió fuerte de los labios del emperador, se dejó deslizar hasta el suelo, las fuerzas habían abandonado su cuerpo, se cubrió el rostro con las manos, lloraba, nuevamente lloraba.

 

El corazón del gigante era duro, no se afectaba por las cosas, había tenido novias y jamás había sido cursi o romántico, pero hay frente a sus ojos estaba la escena más dolorosa que hubiera visto, estaba aquello que su corazón jamás podría soportar y que menos quería provocar.

 

En el suelo, con una camiseta que era por lo menos 3 tallas más grande que la del pequeño, estaba Akashi, rendido,  con lágrimas que bajaban por sus rostro caudalosas, mientras los sollozos salían desde lo profundo de su garganta, mientras sus labios formaban muecas extrañas ante el esfuerzo por detener el llanto, sus mejillas se teñían de un suave tono carmín, probablemente a causa de la fiebre.

 

-Estas… en todo tu derecho…debe serte…hasta desagradable… -aunque intentaba hablar sin que sus jadeos fueran obvios, no podía evitar que sus palabras se entrecortaran entre sus hipidos. El de cabellos purpuras frunció el ceño, quería detener aquel llanto.

 

-No te odio, como podría…solo me enferma todo esto…- el pelirojo se apretó el pecho dejando salir los jadeos,  sus manos tiraban con desesperación de la tela de la camiseta, deseaba sacar eso de su pecho, deseaba que toda esa angustia, que toda esa pena saliera de su cuerpo, de repente, una gran mano delicadamente se posó en su cabeza.

 

-No debes llorar así si estas enfermo, aun tienes fiebre, ven te llevaré a la cama…-el pelilila lo cargó de regreso al cuarto y lo recostó, el pelirojo rodeo el cuello del más alto, antes de que este pudiera reaccionar.

 

Sus labios chocaron en un inconfundible intento de beso por parte del más pequeño.

 

Atsushi se sentía confundido, distante, no quería responder, no podía caer otra vez, pero esos cálidos labios, tan propios de Akashi, eran algo irreal, su sabor no se podía comparar ni con el mejor de los dulces.

 

El más alto profundizo el beso, movió su lengua abriéndose paso en la pequeña boca de su antiguo capitán, comenzó a usar los dientes en los labios del otro, mordiendo primero suavemente y poco a poco con más intensidad, poco a poco los gemidos salían de la garganta de Akashi, lo quería todo, quería comerlo todo, quería probarlo todo, quería sentir todo de él ahora.

 

Cuando el aire empezó a faltarles Murasakibara tomo distancia del cuerpo del pequeño, pero ya no podía resistirlo, sus manos, su pecho, su cabeza todo reclamaba la presencia del otro, todo lo deseaba, necesitaba llenar ese vacío en su pecho, lo tenía tan cerca, que hasta podía embriagarse por su aroma.

 

Posiciono sus manos en las caderas de Akashi, oprimiendo suavemente, rebusco entre sus ropas hasta que pudo hacer contacto con su piel, era casi un masaje en los sobresalientes huesos del pelirojo.

 

Para Akashi cada caricia era como un sueño, cuanto deseaba ese contacto, cuanto deseaba sentir el calor que solo Murasakibara podría darle, su entrepierna despertaba rápidamente, sentía su miembro latiendo, pidiendo más, deseo de la presencia faltante en su cama y en su ser por tantas noches.

 

La firme mano del gigante se fijó en su garganta sintiendo como el pequeño tragaba saliva una y otra vez, Akashi se sentía desarmado, se sentía sobrepasado por el contacto con el otro, perdía la razón mientras el calor de cuerpo iba subiendo y subiendo, para Akashi ya no había razón, ya no había nada, solo él y Atsushi en el universo de ese cuarto, en el mundo que se formaba en esa cama.

 

El pelirojo se levantó, rodeando el cuello del gigante, restregándose contra él, buscando provocar.-mmmmm…..aaahhhhh.- el jadeo de los labios del pelirojo, fue claro, excitante, poderoso.

 

Las manos del pelirojo desabotonaron la camisa del más alto dejando ver aquellos grandes pectorales, Atsushi descubrió el cuerpo bajo el suyo, dejando a la vista cada parte de él, no había tela que lo alejara de esa tersa piel , quería más, quería todo de quien lo había dejado tanto atrás.

 

Atsushi degusto con su vista ese cuerpo, miro como el pequeño  se movía sobre su colchón, Akashi perdía el control ante el deseo, ante la excitación, su cuerpo hervía de placer solo al sentir la miraba del gigante, el pelilila siguió su camino sobre el cuerpo del otro con su boca, mordiendo, de tanto en tanto, puntos específicos, aun podía recordar como reaccionaba el cuerpo de Akashi a los estímulos.

 

Con sus manos apretó los pezones del emperador haciéndolo gemir,  las pequeñas perlas rosa se estimulaban al contacto, las yemas de los dedos delineaban su forma circular, una y otra vez, para de vez en cuando darle suaves presiones mientras suavemente los tiraba sin causar nada más que placer. Las erecciones de ambos iban creciendo, él gigante se quitó los pantalones liberando todo su miembro ya casi erecto.

 

Akashi al verlo se giró entregando su entrada al pelilila, se puso a gatas esperando aquello que deseaba tanto sentir,  esperando la entrada del miembro del otro, mientras tomaba su propia erección buscando aliviar la presión en ella, las húmedas gotas del líquido pre seminal resbalaban de la punta de su miembro terminando en las blancas sabanas de la cama, de esa cama que contendría su pasión; mientras masajeaba suavemente su miembro rosando levemente sus testículos, sus manos se llenaban de la pegajosa sustancia, los gemidos salían de su boca roncos, irreconocibles, su vista se nublaba por el deseo.

 

Akashi se excitaba al pensar, al sentir el calor que solo Murasakibara con su presencia podía provocar en él.

 

La temperatura en el cuerpo de Atsushi subía ante la escena, nunca había sentido tan caliente su ser, nunca había sentido como era perder la razón ante la lujuria, con su cuerpo envolvió al más bajo, buscando su boca, con desesperación, deseaba besarlo, poseerlo, marcarlo como suyo, tomo el rostro del pelirrojo obligándole a lamer sus dedos, uno a uno. La erección de Atsushi rozaba las piernas de Akashi, sus gemidos se intensificaban ante el contacto, pero eran acallados por los largos dedos del pelilala, quien minutos después los introdujo en la entrada de su compañero.

 

Un doloroso grito salió desde lo más profundo de la garganta de Akashi, soltó su miembro aferrándose a las sabanas con desesperación, el ex gigante de Yosen había introducido dos dedos a la vez casi partiéndolo, pero el dolor no se comparaba a su placer en ese segundo, cuando pudo acostumbrarse el tercer dedo del mayor hizo ingreso.

 

-Ahhh! Ahhhh! Ahhh!

 

-¿Duele Akashi?… dime… ¿duele…?-murmuro la pregunta al oído del pelirrojo, con preocupación.

 

-no… Ats-Atsushi… no… duele… deten-detente-arqueo sus espalda al sentir los dedos danzando en su interior, cada uno a su propio ritmo, cada uno es su propia dirección, rozando sus cálidas paredes,  para luego ser retirados de forma brusca, las lágrimas bajaban por sus mejillas del pelirojo se sentía desesperado, necesitaba liberar el dolor, la presión, el deseo.

 

El pelilila lo miró, sabiendo que ese minuto era el correcto para detenerse, pero como hacerlo, como detener ese deseo, como detener esas ansias, no quería dar pie atrás con lo que su cuerpo le pedía, simplemente no podía hacerlo.

 

Poco a poco introdujo su miembro dentro del pelirrojo, la sensación lo llevo tan lejos, era suave y tan húmedo, quería moverse, quería envestir el cuerpo una y otra vez ese pequeño trasero, era imposible para él no volver a su primera vez, no volver a ese minuto cuando por primera vez esa pequeña entrada había recibido su miembro, cuando sus cuerpo se habían rozado por primera vez, cuando por primera vez habían hecho el amor.

 

Akashi sentía que se estaba partiendo por la mitad, el dolor le entumecía las piernas, sentía que el cuerpo caería de lleno sobre las sabanas en cualquier minuto, la presión entre sus piernas aumentaba a cada segundo, logro enderezar su cuerpo y que de su boca saliera un jadeo profundo.

 

-Atsushi… mueve-muévete… lo-lo… necesito.-ordeno entre gemidos, casi suplicante, el de ojos bicolor.

 

El gigante comenzó el vaivén dentro de Akashi, cada estocada era una sensación inimaginable, Atsushi sentía un sabor dulce en sus labios, sentía como su cuerpo le pedía más y más, con una mano tomo el miembro del pelirrojo, quien también necesitaba atención, con la mano libre obligo al pequeño cuerpo a erguirse, pero antes de completar la acción una corriente eléctrica subió por cada una de sus vertebras del pelirrojo, Atsushi lo conocía había dado con el punto exacto donde su cuerpo respondía completo, donde su cuerpo hervía de placer, ese era el lugar y ahora quería más y más.

 

-AHHHHH! SI...SI…SI…

 

Las paredes se contrajeron apretando el miembro del otro, solo bastaron dos estocadas para que ambos llegaran a su límite.

 

-Aka-chinnnnn….-jadeo el pelilila antes de abrazarlo fuertemente dejando su semilla en el cuerpo de menor, mientras el pelirrojo se corría entre lágrimas.

 

Ambos cuerpos agotados se recostaron tratando de recuperar el aliento, Atsushi no había dejado el interior del pequeño,  cuando sus brazos rodearon el cuerpo del pelirrojo de forma posesiva,  apoyo su nariz en su cuello, el olor de Akashi, el olor de sus cuerpo amándose era un manjar.

 

-¿te hice daño, Aka-chin?- limpió las lágrimas del rostro del pelirrojo, el cual mostraba sorpresa ante sus palabras.

 

-Me llamaste Aka-chin,  creí… creí que no volvería a oírlo.- murmuro con tristeza, desviando su mirada del gigante.

 

-y yo creí que no volvería a tocarte Aka-chin, pero míranos acabamos de hacer el amor como la primera vez- le respondió el de cabellos purpuras, apretando ligeramente el agarre que tenía en el más pequeño.

 

-¿aun recuerdas la primera vez, Atsushi?-cuestiono el de ojos bicolor sorprendido, volviendo a mirar a Murasakibara.

 

-Recuerdo cada una de ellas, Aka-chin, me torturan cada noche, cada vez que cierro los ojos, Aka-chin… cada día cuando duermo, cuando cocino, cuando estudio, siempre eres tú, el primero en el que pienso cuando cierro los ojos … y sé que esta imagen, esta sensación, no podré olvidarla nunca, así que… te pido que me dejes tenerte entre mis brazos por unos minutos más, quiero recordar tú olor, tú calor, tu sabor, solo quiero recordarte por completo cuando te vayas, Aka-chin.- aquel discurso solo sorprendió mas al pelirrojo, quien suavizo su mirada.

 

-No quiero irme Atsushi… ya no quiero estar lejos de ti, no importa lo que pasara, no importa el pasado, ya no quiero estar lejos de ti- le respondió Akashi, profundizando el abrazo con el de cabellos purpuras, dándole inicio o, más bien, dándole continuación a esa historia que tan atrás habían dejado.

 

Para todos fue muy difícil aceptar que las cosas entre esos volvieran a la normalidad, volver a ver a la pareja junta, para todos había sido sorpresivo, pero era lo que los hacía felices.

 

Himuro fue el primero en visitar a la pareja, junto con Shun, había muchas cosas que debían conversar, el pelirrojo esperaba que el moreno al menos le diera un puñetazo, por todo lo que había pasado, pero el moreno solo le dio la mano y le pidió que cuidara de Atsushi, que él ya no se podía hacer cargo ya que tenía dos personas que cuidar, para luego colocar la manos en el vientre del antiguo ojos de águila de Seirin.

 

 

 

Su vida había cambiado, había mejorado con el pasar del tiempo.

 

Akashi abrió los ojos notando como su amado lo miraba.

 

-Ya despertaste… ¿en qué piensas, Atsushi?- cuestiono con una suave sonrisa al cabellos purpuras.

 

-En nosotros, Aka-chin… en que me quiero casar contigo, Aka-chin, quiero amarte por siempre Aka-chin, permítemelo, se mío para siempre.- propuso, con la esperanza, de que el de ojos bicolor aceptara, y no le dejara más nunca atrás.

 

-Somos tuyos, Atsushi…- el pelirrojo tomo las grandes manos del pelilila poniéndolas sobre su vientre.- somos y seremos siempre tuyos, Atsushi.- los ojos purpuras del gigante se ampliaron ante esa declaración, la felicidad le llenó por dentro, ahora sí, todo iba a ser perfecto.

 

El gigante solo pudo besar a Seijuuro esa noche. No importaba el dolor, no importaba nada, ellos estaban juntos desde ahora y para siempre, ahora tenía un sentido para sentir, un sentido para vivir.

 

Akashi Seijuuro, y su nuevo pequeño, eran su sentido para vivir.

Notas finales:

yyyyy bueno eso fue mi aporte.....


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