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Jihoon por Himawari

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Notas del capitulo:

Todos necesitamos un pelín de Taepyo en nuestras vidas~

I

 

 

 

 

“Hoy no has hablado ¿te ocurre algo?” Preguntó Jihoon bastante preocupado.

Taeil no respondió enseguida a su pregunta, pero se limitó a sentarse en el sofá, al lado de su mejor amigo. Pasaron unos segundos antes de que Taeil se armara de valor para hablar, hasta que finalmente lo consiguió.

“Jihoon, eres mi mejor amigo ¿lo sabes?”

“Taeil, sabes que puedes hablar conmigo.”

Querido Taeil.

Maldito Taeil.

“Solías contarme todo lo que te pasaba. ¿Ya no confías en mí? Por favor Taeil.”

El aludido que trataba de mantenerse en silencio, terminó por suspirar fuerte para que su único y mejor amigo le escuchara. Estaba desconcertado y sabía solo una manera de sobrevivir. Las palabras estaban sobre su lengua pero no era capaz de pronunciarlas

“¿Quieres más cerveza?” Preguntó Taeil al levantarse e ir a la cocina sin realmente escuchar una respuesta. Jihoon caminó detrás de él para cuidar su balance, siendo él el menor, tenía la responsabilidad de cuidar de su mayor, aunque no tuviera ánimos de hacerlo. Ese Taeil era un desconocido cuando bebía, cuando lo hacía merodeaba de un rincón a otro sin mirarle a la cara. “Parece que viste un fantasma.” Dijo el mayor, cubriendo la mitad de su boca con la botella de cerveza.

“Lo estoy viendo.” Contestó Jihoon.

“Los besos con sabor a alcohol son los mejores.”

 

Fue entonces cuando Jihoon sufrió lo inevitable. Cerró sus ojos y se tensó al sentir los labios de Taeil, diminutos y frescos, con bastante sabor a alcohol. Sintió los brazos del mayor colarse bajo su camisa y tocando cada íntimo centímetro suyo, y luego exploró un camino hasta su pantalón. Quería estar así con su amigo todo el tiempo. La liberación de la ropa fue excitante y desesperada. Taeil no quería perderse un solo segundo de los besos de Jihoon, había algo que le terminaba por hacer volver. Era difícil de aceptar, pero no tanto como para atreverse a cruzar los límites de amistad.

Jihoon se encontraba temblando como nunca antes. Nunca había llegado tan lejos con Taeil, él nunca lo había permitido, sus recuerdos con él eran de un simple beso en los labios pero nada más. Jamás había visto su torso delgado, ni sus piernas, tampoco sus brazos. Y él tampoco había mostrado su cuerpo ante el mayor. Y lo único que los separaba en ese momento era la ropa interior, que Taeil se encargaría de desaparecer junto con su cuerpo, para dirigirse a su habitación. Y como alguien enamorado, Jihoon le siguió sin pensarlo dos veces.

Cuando entró a la habitación, Taeil le esperaba ya en la cama, le recibió con los brazos abiertos y se sumergieron una  vez más en besos exquisitos y eternos. A través de la cortina que cubría en la ventana, la luz de la luna luchaba por entrar, pero lo hacía con la suficiente fuerza como para que sus ojos se encontrasen. De no ser por el aliento, Jihoon podría jurar por la mirada de Taeil que estaba sobrio, la manera en que le miraba le hacía sentir expuesto de una manera que lo relajaba.

El menor temblaba con más fuerza que nunca. Incluso dentro de los besos sus dientes chocaban entre sí. Todo sería más fácil si Taeil no hubiera tomado, le daba miedo que a la mañana siguiente no recordara nada. Pero Taeil se aferraba de su cuello con una mano y con la otra a su costado como si la vida se le fuese en ello, y le gustaba la sensación de ser tan importante para él como para no soltarlo nunca. Jihoon fue haciendo su camino entre las piernas de su amigo, hasta el punto de que su excitación quedaba en el centro de Taeil. Aprovechó el momento en que se adentraba en él para besarle su cuello y su nuca, sabía que eso volvía loco a Taeil y los gemidos que salían de su boca no eran más que música. Si tan solo hubiese podido parar unos minutos antes, pero no podía detenerse, Taeil era demasiado para él, tenía que verlo, que besarlo y amarlo tanto como pudiera.

Taeil chocaba contra los movimientos de Jihoon y para crear un placer aún mayor se atrevió a tomar la mano del menor y la colocarla en su erección, ambos subiendo y bajando sus manos, jadeando y sudando. Ninguno podía tener suficiente del otro. Recorrían sus pieles trazando un camino invisible con sus manos, Taeil arqueaba su espalda y trataba de reprimir los gemidos que indicaban el clímax. Jihoon aceleró sus impulsos y colocó su pecho sobre el de Taeil, persiguiendo sus suspiros y el placer final. Taeil enredó sus dedos en el cabello del menor para asegurarse que no se movería hasta que su aliento se esfumara. Quería besarlo sin descanso, sin tener que respirar ni rendirle cuentas a nadie.

Una parte de Jihoon se llenó de angustia al no saber qué pasaría, pero Taeil simplemente se sumió en un sueño después de compartir algunos últimos besos. Y Jihoon durmió tranquilo, abrazando a Taeil, respirando el mismo aire. Viviendo el mismo momento. Volviéndose loco.

 

 

 

El sonido de la puerta cerrarse ligeramente le hizo despertarse y darse cuenta que estaba solo, pero dónde había dormido Taeil seguía cálido, no tenía mucho que se había levantado, el reloj marcaba las cuatro de la mañana, el sol ni siquiera tenía ganas de salir. Se puso su pantalón y su camisa, respiró hondo y se atrevió a cruzar el umbral.

“¿Ya despertaste?” Preguntó Taeil.

El cielo aún estaba oscuro pero se atrevió a saludarlo normal. Jihoon

“Sí. Buenos días.” se acercó a Taeil para darle un beso en la mejilla, en cambio, Taeil no se vio muy emocionado por ese tipo de afección. Evitó mirar al menor a la cara.

“S-Siento mucho lo que pasó anoche. No debió pasar…”

Jihoon quedó unos segundos tieso, procesando las palabras de Taeil.

“Está bien.” Contestó Jihoon. “Está bien.” Musitó para sí.  

Esa era la reacción que temía. No quería creer que Taeil fuera capaz de hacer algo así, pero lo hizo. Tomó el vaso de jugo que sostenía el mayor y lo tomó en un gran sorbo para luego salir como tormenta del apartamento. Estaba más que dolido. Se odiaba a sí mismo y a Taeil. ¿Cómo le iba a mirar a la cara después de lo que hicieron? ¿Cómo podía pensar que Taeil aceptaría lo que sentía tan fácil? Era bastante ingenuo, tanto que era doloroso.

 

 

 

Durante dos semanas Taeil se escudó en su frase “No me gustan los hombres.” Hundiendo cada vez más a Jihoon.

“¿Por qué es tan difícil entender que no me gustan los hombres? No quiero que la gente me vea como un anormal o  que piensen que tengo una enfermedad.”

“Yo te puedo defender.” Contestó Jihoon.

“¿Te estás escuchando? No necesito que me defiendas de algo que no tiene lógica. Jihoon, de verdad lamento mucho lo que pasó esa noche, no quería darte esperanzas. Sabes que tomé mucho esa noche. Perdóname, por favor. Tú también actuaste mal, si me viste tan tomado, me hubieras dejado solo. No me puedes culpar por eso.”

Jihoon podía reprimir sus lágrimas, pero su rostro se enrojecía de tal manera que parecía querer explotar en cualquier momento. Taeil por su parte, tenía el hábito de mover sus dedos sin control, tamborileando en su pierna o en cualquier sitio que no pudiera delatarlo.

“Taeil ¿acaso hice algo para que no aceptes lo que sientes por mí?” La voz de Jihoon era tan fina que era casi irreconocible. Incluso para Taeil era incómodo.

“No es que hayas hecho o no algo, es que no me gustan los hombres, ya te dije. Creo que es tiempo que ya no nos veamos más.”

Las palabras sorprendieron a ambos por igual. El mayor confiaba ciegamente en Jihoon, era su mejor amigo. Jihoon no podía creer el daño que estaba causando esa noche fatal entre su amistad.

“No puedes decidir por ti solo esto…”

“Lo acabo de hacer, Jihoon, por favor vete.”

Jihoon sin creerlo miró al suelo completamente perdido en lo que pasaba. “Tú sientes algo por mí, y lo sabes. El día que estés listo para aceptarlo, entonces puedes buscarme.” Y una vez más se fue de ese apartamento, sin querer ver el rostro del mayor.

 

 

 

 

 

 

Los pensamientos en la madrugada nunca eran buenos. Nunca. Y Taeil se daba cuenta que sin Jihoon no podía dormir. Esa recámara solo le recordaba una noche, algo que no quería tener en su mente, pero era en lo único que pensaba desde que Jihoon se había ido. ¿Cuánto había pasado? ¿Un mes? Un mes que se sentía como un año. A momentos tenía ganas de ir con él y no separarse de él jamás, pero siempre había una parte de él mismo que reprochaba las consecuencias, una parte muy íntima y poderosa que se hacía odiarse. Alguien como Jihoon no podía tener demasiada paciencia para alguien tan indeciso como él.

Quizás, después de todo, no era el mundo quien no estaba preparado para Taeil, sino que Taeil no estaba preparado para el mundo. Si no era capaz de aceptarse como era ¿Por qué Jihoon se atrevía a hacerlo?

Al comienzo de la mañana Taeil se levantó de su cama y salió de su apartamento, el viento soplaba contra su rostro y le gustaba esa sensación refrescante. Pero había algo que tenía que hacer. Respiró profundo y buscó un taxi para buscar a Jihoon.

Tenía un poco de miedo que Jihoon no estuviera en su apartamento. ¿Qué haría? ¿Irse? ¿Esperarlo? No sabía, pero rezaba porque estuviera. Después de tocar el timbre quiso correr, pero Jihoon fue más rápido para abrir la puerta y se encontraron. Fue una sorpresa para Jihoon encontrar a Taeil detrás de la puerta, pero fue más sorprendente para el mayor encontrar a otro hombre unos metros detrás de Jihoon.

“Oh, no sabía que estabas ocupado. Lo siento.” Giró sobre sus talones y se fue sin responder al llamado del menor. No debió ir. ¿Cómo pudo pensar que Jihoon le esperaría tanto tiempo? Había sido un idiota y se arrepentiría de su comportamiento el resto de su vida. Ya lo sentía hervir en su cuerpo.

Las horas pasaron con lentitud, Jihoon y él ya no llegarían a ser un “nosotros.” Jihoon ya no le miraría como lo hacía, tampoco le abrazaría de felicidad, y mucho menos harían memorias juntos. Tenía el discurso perfecto, tenía la disculpa perfecta y todo se fue por la borda. Jihoon y alguien más tendrían la oportunidad de una vida juntos.

Tenía la botella de cerveza en su mano, quería tomarla hasta que se acabara, luego conseguir otra y así hasta olvidar incluso su nombre, pero no se atrevía. Sabía que si se atrevía a tomar no podría parar, lo usaría como excusa para no pensar en Jihoon pero una vez que volviera a sus sentidos, todo dolería incluso con más intensidad.

“¿Taeil? ¿Taeil, dónde estás?” En el recibidor, la voz de Jihoon. Se estaba volviendo loco. Si estaba soñando, quería despertar, pero no sabía cómo hacerlo. Sólo se atrevió a abrir los ojos cuando sintió que alguien se sentaba al lado suyo.

“¿Cómo entraste?” Preguntó, sin moverse.

“No cambiaste tu contraseña.”

“Ya veo.”

“¿Podemos hablar? ¿Por favor?”

“¿Sobre qué?” Taeil por fin levantó la vista.

“Sobre lo que pasó hoy. Taeil, me fuiste a buscar y luego te fuiste. ¿Por qué?”

“Estabas ocupado y no quería molestarte.”

“No me molestas. Tenías semanas sin dirigirme la palabra ¿Qué me querías decir hoy?”

“Yo entiendo Jihoon, si tienes a alguien más en tu vida. No tienes por qué venir hasta aquí para decirme que te cansaste de esperar. No tienes por qué darme explicaciones.” Taeil trataba de esconder con todas sus fuerzas que por dentro se estaba desgarrando. Sentía que estaba pagando por todo ese tiempo que ignoró los sentimientos de su mejor amigo.

“¿Querías decirme algo importante? Por favor, dímelo, aún sigo siendo tú amigo.”

“Jihoon, ya te dije que no me gustan los hombres…” Jihoon sacudió su cabeza en señal de desilusión, no podía creer que las mismas palabras salieran a la luz de nuevo. “Me gustas tú. Y nadie más. Me dijiste que cuando estuviera listo para aceptar mis sentimientos te buscara, pero ya no importa ¿O sí?”

Aunque había soñado con una confesión por parte del mayor, no podía creerlo. Era demasiado bueno para ser verdad.

Jihoon tomó las riendas de la escena, no podría permitir que Taeil regresara al armario y nunca se atreviera a salir. Pero Taeil parecía estar un paso adelante siempre. Le besó y no fue como las veces anteriores, era un beso sin alcohol y sabía mejor. Parecían años desde la última vez que se besaron, y sin embargo el contacto de sus labios parecía romper cualquier barrera de tiempo. Dentro del beso Taeil sonreía. “No puedo creer que estoy haciendo esto.” Y continuó poniendo un poco de su alma en la de Jihoon.

Taeil se sentó sobre las piernas de Jihoon, dejando que éste pusiera sus manos heladas sobre su torso, las sensaciones así eran mucho mejor estando sobrio. El pulso de su corazón se aceleró el doble cuando ambos torsos quedaron al descubierto, cuando estaba tomado no le importaba lo que pasaba, pero estando en ese momento, al rojo vivo, se sentía un poco avergonzado, le volvió a besar sin control, lo hizo porque tenía la necesidad de hacerlo y asegurarse que no era un sueño. Jihoon lo tomó y lo acostó sobre su espalda en el sillón, quedando él entre sus piernas, ambos quitándose el resto de su ropa, sumidos en un frenesí sexual imparable.

Ambos gemían a susurros, acariciaban sus pieles descaradamente y se besaban como desquiciados. Jihoon se detuvo unos segundos antes de adentrarse en él para admirar el pecho del mayor, desde que habían estado juntos esa noche, él soñaba todas las noches con él, abrazándolo de la manera en que lo hacía, crear figuras invisibles en su pecho hasta aprenderse cada lunar, hasta cansarse de verlo respirar. Pero eso nunca pasaría. Taeil ocultó su rostro con sus manos al ver que éste no le dejaba de mirar.

“¿Te da vergüenza?” Preguntó y Taeil abrió la boca para contestar, pero el menor lo cortó con un beso. “Acostúmbrate a esto, porque jamás me voy a cansar de verte.”

Al cabo de un rato la sala se vio inundada por los gemidos de ambos, Taeil enterró sus uñas en la espalda del menor al sentir el clímax cerca y Jihoon sintiéndolo también, colocó su rostro sobre el cuello de Taeil y gimió hasta que se quedó sin aliento. Jihoon se aferró al cuerpo de Taeil, aprisionándolo bajo el propio y asegurándose que no se iría, esta vez no lo dejaría ir tan fácil.

“No me pienso mover de aquí.” Dijo Taeil, haciéndole saber que entendía lo que pasaba por su mente. Le había costado mucho aceptar sus sentimientos, pero tener a Jihoon así de cerca, tan real era algo que no cambiaría por nada del mundo. “Aquella noche, ¿la recuerdas?”

“Sí.” Contestó Jihoon.

“Esa noche…estaba listo a aceptar mis sentimientos por ti, pero no pude. Lo siento por haber jugado contigo de esa manera. Lo siento.”

Taeil siempre había sido su mejor amigo, pero a veces se retraía en su mente y era difícil saber qué sentía. Tenía el miedo constante de que al confesarse su amistad se acabaría. Pero de alguna manera sabía que Taeil también tenía sentimientos recíprocos, de otra manera no estarían en esa posición tan íntima, mirándose como dos adolescentes locos. Taeil tenía miedo de cometer algunos errores en el camino, pero tenía la confianza que Jihoon estaría a su lado para ayudarlo. Le abrazó por la espalda nuevamente y dejó escapar unos cuantos bostezos. El resto del día se fue entre siestas y sonrisas.  

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer criaturillas pervertidas jiji


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