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Sin ti no muero, pero tampoco vivo por MissTakarai

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Notas del capitulo:

Espero que les guste

CUANDO LA VERDAD SÓLO TRAE DOLOR

 

Una vez que recibió la noticia, todo dentro de él se volvió un caos. Un montón de preguntas y respuestas se aglutinaban en un torbellino oscuro y aterrante que por un segundo lo hicieron desear no haber presionado tanto al doctor para que se lo dijera, o que de alguna forma éste hubiera preferido decirle una mentira en lugar de la dolorosa verdad, o que todo esto fuera una pesadilla, sí, debía serlo, no era posible que una vez que finalmente había encontrado la felicidad, cuando finalmente había tocado el cielo con las manos en compañía de su ángel, lo bajaran  de un jalón directamente hacia el infierno, hacia la muerte.

— ¿Camui-san? — lo llamaba su médico poniéndole los pies de nuevo en la tierra.

—Lo oigo doctor… es sólo que… — No lo miraba, tenía la mirada perdida.

—Lo lamento Camui-san…

—Simplemente… ¿Por qué…?

—Si me permite, es necesario que lo acepte y lo afronte, y para eso necesitará de todo el apoyo de sus familiares y seres queridos. En ese sentido podemos comenzar un tratamiento, para empezar podemos programar una serie de quimioterapias para la sigui… — tomaba su agenda.

— ¿Tiene caso?

— ¿Eh?

—Le pregunto si tiene caso que lo intente… que me someta al tratamiento…

—El cáncer está muy avanzado Camui-san… — bajó la cabeza.

— ¿Cuánto?

— ¿Perdón?

— ¿Cuánto tiempo me queda?

—Dos meses…  Tres si comienza con el tratamiento ahora.

—Debo pensarlo… — se levantó dirigiéndose a la salida— Y comunicar a mi familia…

—De acuerdo, pero Camui-san… mientras más rápido comencemos, será mejor…

Gackt ya sostenía el cerrojo de la puerta cuando deteniéndose y sin girarse habló.

—Doctor…

— ¿Si?

— Como vio en mi expediente… hace tiempo yo recibí un disparo…  ¿Es posible que… que eso tuviera algo que ver?

—Lo consideré Camui-san, pero la bala impactó en un costado, estuvo cerca del riñón pero por unos milímetros no comprometió ningún órgano del aparato digestivo… así que eso no tuvo nada que ver.

—Es bueno saberlo…

Y salió.

 

Caminó un buen rato sin sentido por las calles, al menos lo único bueno era que Hyde no se la pasaría culpándose por eso también, ya que su disparo no había tenido nada que ver. Lo conocía bien así que era muy posible que se culpara…

“Hyde…” Pensó suspirando, y en ese momento un gran dolor lo inundó, ni siquiera podía preocuparse por sí mismo en ese instante, sino que pensaba en Hyde, en lo que sería de él… es más, que sería de él mismo sin Hyde, ya fuera el cielo o el infierno, ¿Podría soportar estar lejos de él? Hubo muchas cosas que quisieron separarlos, su mal comportamiento del pasado, el accidente de Hyde, Tetsuya Ogawa, You, la verdad del pasado de Hyde, la cárcel, pero a todas las había vencido, las habían vencido juntos, pero ahora estaban frente a un nuevo enemigo y esta vez era uno invencible, la muerte…

 

— ¡Buenos días! — Arribó de forma alegre a su banco, debía ir  y así lo hizo.

—Mr. Camui, buenos días. — lo saludaba su secretaria al igual que siempre.

—Hoy saldré a la hora de almuerzo, debo encontrarme con…

— ¿Con Mr. Takarai?

—Exacto jejejeje, usted me conoce bien señorita.

— ¿Le hago una reservación en el restaurante?

—No, gracias. El almuerzo será en mi casa… y ah, estaré en mi despacho todo lo que resta de la mañana, no quiero que nadie me interrumpa ¿Sí? Ni visitas, ni llamadas, no estoy para nadie.

—Sí señor.

Una vez dentro, se quedó parado por un momento ahí, hasta que finalmente se recostó sobre la puerta cerrando los ojos y llevándose una mano a la cabeza con la que llevó hacia atrás su cabello, como si con eso pudiera alejar aquellos pensamientos crueles. Miró el reloj que tenía en frente y notó que ya casi daban las 11. Tomó su celular y al abrirlo notó que tenía un mensaje de voz, lo reprodujo.

Hola Gac-chan, creí haberte dicho que me informaras lo que te dijo el doctor en cuanto lo supieras ¿Verdad? ¡Y mira la hora que es! ¡Malo! ¡Gac-chan malo! Dije que te odiaría si lo olvidabas y al parecer lo hiciste, así que te odio Gac-chan…— hubo un largo silencio — Nooo, es broma, jamás podría odiarte, si lo hiciera, sería tanto como odiarme a mí mismo, a mi vida, a mi corazón… pero espero recibir alguna noticia tuya pronto. Nos veremos para almorzar ¿Cierto? Ok, puedes decírmelo ahí, prometo que dejaré de comportarme como un niño y te esperaré, esperaré a que me lo digas pacientemente, pero… sea lo que sea Gac-chan… no te olvides de que yo estoy a tu lado, si es una simple infección o algo más grave como una apendicitis haré todo lo posible y hasta lo imposible para que te mejores pronto… de hecho estuve en el bloque de la facultad de Ciencias nutricionales y alimenticias, y estuve averiguando por algún curso, ¿Y qué crees? ¡Darán uno la próxima semana! Aprenderé ahí a prepararte todas las comidas que necesitaras desde ahora hasta que te recuperes… jejeje, sabes que soy un inútil para esas cosas, pero por ti daré mi mejor esfuerzo ¿Ne? —De pronto empezó a oírse el sonido de un piteo que indicaba que el tiempo de grabación había llegado a su límite y que pronto se cortaría — ¡Maldición! Bueno ya te dejo, era todo lo que quería decirte, y te amo… te amoooo, te amo — hacía voces graciosas— ¡TE AMO!

 Y se cortó.

Gackt sonreía, pero de alguna forma, las lágrimas ya habían inundado sus ojos, ya no veía nada, así que tomando el celular con fuerza en una mano y aún recostado sobre la puerta se deslizó por ella hasta llegar al piso donde se acurrucó abrazándose las piernas y llorando desesperadamente.

._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.

 

— ¿Gac-chan? — Por tercera vez llamaba su atención.

Gackt levantó el rostro mirándolo en lugar de su plato ya servido en la sala de su departamento.

—Lo siento… hubo un pequeño problema en el banco, desaparecieron unos recibos… le pedí que me llamen cuando los encuentren, pero al parecer aun no lo han hecho o ya me habrían llamado.

—Ummm — asentía mirando a otro lado, pero luego de verlo a los ojos notó que Gackt rehuía a su mirada — Y… ¿Qué te dijeron en el hospital?

— ¡Ah! ¡Eso…! — Respondió sonriendo con animosidad, — Te dije que no debías preocuparte tanto, sólo es una úlcera.

— ¿Una úlcera? ¡Pero Gac-chan, eso es grave!

— No lo es.

—Claro que sí, a partir de ahora debes seguir una dieta estricta, y tú estás comiendo lo de siempre…

— Al menos por hoy ¿Ne?

—Bueno… pero luego deberás seguir estrictamente la dieta y el tratamiento, ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

Sonrió de esa manera que a Hyde lo dejaba sin palabras, entonces entendió que todo estaría bien, que sería feliz con Gackt de ahora y para siempre.

._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.

 

Sin embargo los días pasaron, hasta llegar a una semana, y las cosas habían cambiado. ¿Qué no se preocupe? Era lo que le había dicho, y si bien ya no se preocupaba por lo de su estómago, se preocupaba ahora de la actitud de Gackt, estaba cada vez más sombrío, más distante, esa hermosa sonrisa que lo caracterizaba, como la neblina, se había esfumado de un día para otro, aun así no se animaba a preguntarle qué pasaba, porque de alguna forma le asustaba la respuesta. Una vez lo había acompañado al banco y notó que su comportamiento se transformaba y que era el mismo Gackt de siempre con sus empleados, con los clientes, con todo el mundo, con todos excepto con él, es por eso que le daba miedo preguntar pues por lo analizado se podría decir que se trataba de él, era él el problema. ¿Qué había hecho? ¿Qué le había dicho? Trataba de rememorar cada cosa ocurrida desde el día del hospital hasta ese momento y no podía encontrar una sola falta, al menos considerada falta para él. ¿O se trataba de algo más? ¿Sería que…?

— Ten Gackt, la cena…

Hyde venía con un par de platos y le entregó uno a Gackt sentándose a su lado en el sofá de la sala donde su amado miraba la televisión.

—Ummm, no tengo hambre… — dejó el plato de lado de forma indiferente.

—Gackt… debes comer, no almorzaste tampoco, eso no es nada bueno para las úlceras… — dijo bajando el rostro tratando de evitar que notara el dolor que le causaba el que rechazara la comida que le había preparado con tanto cariño.

—Lo sé, pero eso tiene muy mala pinta, no me provoca comerlo… — tomó el control y comenzó a cambiar de canales.

Más Hyde le quitó el control de las manos y apagando el televisor lo arrojó al sillón de al lado.

—Ok, Gackt ya basta… — con la cabeza gacha temblaba y sollozaba con dolor e ira — ¡Ya basta! ¡Si tienes algo en contra de mí, dímelo de una vez!

—No sé de qué hablas. — miraba hacia otro lado, incluso cuando Hyde levantando el rostro lo miró.

— ¡¿A no?! ¡¿Por qué te comportas así?! ¡¿Por qué te empeñas en ser frio y distante conmigo?! Es como si… como si quisieras vengarte… como si yo… ¿Qué te hice Gackt? Llevo varios días reventándome la cabeza pensando en algo que pude haberte hecho, pero no encuentro nada…

—Exacto, nada, no pasa nada, no sé porque montas este show, te encanta ser melodramático ¿Verdad?, no pasa nada conmigo.

— ¡No es cierto! ¡No eres el mismo Gac-chan de siempre! ¡Al menos ilumíname! ¡Dime qué te molesta y entonces podré buscar una solución!

—No seas idiota… — Hyde sintió mucho dolor por esas palabras jamás le había dicho algo así —Tú no hiciste nada, ni yo tampoco, no pasa nada, todo está bien es sólo que estoy muy cansado y si ya tu empiezas con tus paranoias al igual que You en su momento, será mejor que me vaya, no tiene caso hablar con personas histéricas…

Hyde se petrificó. Lo vio tomar su saco y sus llaves y así salirse del departamento. ¿Qué había sido eso? Nunca había pasado algo así entre ellos, lo lastimó. ¿Por qué? Se preguntaba una y otra vez, y continuaba preguntándose qué diablos había hecho, pero ahora cabía la posibilidad de que Gackt estuviera aburrido, sí, había dicho que estaba cansado, seguramente estaba cansado de él, y que ya había encontrado a alguien más…

 

Ya recostado en su cama miró el reloj, éste marcaba las 2:27 de la mañana. Se la había pasado llorando todo el tiempo esperando a que llegara Gackt pero no lo hacía. Cerca de las 3, sonó la puerta y Gackt hacía su ingreso a la habitación, ni siquiera se cambió y así sin más se arrojó a su lado, se recostó como alguien que está solo, ni siquiera lo saludó, ni siquiera trató de resolver la pelea que habían tenido antes. Lo oyó dormirse, oyó su respiración profunda, pero no quiso darse vuelta y mirarlo, pues temía despertarlo, era claro que algo estaba pasando y que eso lo atormentaba, pero prefería dejarlo dormir.

Y las cosas no mejoraron con el tiempo. Gackt estaba cada vez peor. Se levantaba muy temprano y se iba al banco, muchas veces incluso ni lo oía y ya cuando se despertaba estaba solo, otras veces llegaba muy tarde oliendo a humo de cigarro, y nada más. La situación se le había escapado de las manos. Y ahora que se despertaba, por enésima vez estaba solo, se sentó y comenzó a llorar. Ya no sabía que más hacer, habían discutido hasta al cansancio y nada parecía resolverse, es más empeoraba. Y ni siquiera tenía a su lado a alguien que lo escuchara, ¿Sus amigos de la universidad…? todos eran unos inmaduros, no los conocía muy bien pues no le gustaba charlar mucho con ellos y hablar de sus niñerías, ni siquiera a sus mejores amigos, de Ken hacía rato que no sabía nada, y ¿Tetsu…? Eso ni pensarlo, ¿Qué iría a decirle? ¿Le contaría lo que estaba pasando? ¿Para qué? ¿Para recibir un: “Te lo dije”? sin mencionar que reviviría su odio por Gackt, y lo que menos quería era causar más problemas.

Ya ni siquiera hablaban del matrimonio, ¿Habría uno? Ya no sabía. De pronto dejó de llorar, levantó el rostro y pensó, “Claro… el matrimonio…” al menos parecía tener una última oportunidad, si, se las jugaría todas en esto, era su último recurso, ya lo que ocurriera luego, sería cosa del destino.

 

Se sentía basura, no, menos que basura, escoria era como se sentía por estar haciéndole lo que le hacía a Hyde. Era posible que él no lo notara, pero cada palabra, cada acción hiriente lo hería igual o incluso más que al propio Hyde. ¿Qué le estaba haciendo? Si se suponía que lo amaba ¿Por qué lo lastimaba? La respuesta era simple, esperaba que Hyde lo odiara tanto que decidiera irse, así sus problemas se acabarían y podría desaparecer sin causarle dolor a su ángel, pero era bastante persistente, no parecía que sus sentimientos le hubieran alterado en lo más mínimo, y eso sobra decir, lo hería terriblemente. La situación se estaba saliendo de control, no podía seguir así. Ahora de camino al banco miraba por la ventana de su Mercedez, estaban cruzando un puente y por un segundo consideró hacer que su chofer se detuviera para luego arrojarse. Deseaba tanto desaparecer así como por arte de magia que… “Un momento…” pensó, esa sería tal vez la solución más práctica, desaparecer.

Llegó al banco y esta vez no pudo evitar tratar de forma indiferente a sus empleados, estaba asquerosamente triste y no podía ya más fingir que todo estaba bien. Pasó un buen rato sentado detrás de su escritorio, con los brazos apoyados y las manos cruzadas frente a su cara, mirando el vacío, pensando bien lo que estaba a punto de hacer.

— ¿Mr. Camui? — Ingresaba la secretaria.

—Indiqué que no me interrumpieran.

—Lo siento… discúlpeme — Salía.

—Ok, de acuerdo lo lamento, ¿Qué pasa?

—Tiene una llamada, es un hombre que dice que es importante… que esperó mucho tiempo para hablar con usted.

— ¿No le dijo su nombre?

—No quiso decírmelo, así que si usted desea corto la llamada.

—No, pásemela.

—Sí señor. — salió.

Gackt tomó el teléfono.

—Aló… —

—Ha pasado tiempo ¿No Gackt?

Gackt abrió los ojos de par en par, al parecer en aquella voz él podría hallar su salvación.

._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.

 

— ¿Hyde?

Preguntaba al vacío, caminando con premura, quería asegurarse de que el pequeño no se encontrara pues no quería que estuviera presente para cuando él se fuera. Ya estaba decidido, debía irse y no causar más dolor a ese ser que para él era sagrado. Y luego de aquella llamada no podía dar marcha atrás, al menos era lo que él creía.

Ya afuera estaba oscuro, y Gackt sabía muy bien que a esa hora Hyde tenía una clase. Quiso ir directo a la habitación de ambos y sacar una maleta junto a su ropa, pero de camino le echó un vistazo a la sala y notó que algo destacaba en medio. Entró y prendió la luz y ahí estaba, lo más hermoso que había visto jamás.

Un lienzo precioso, lleno de vida y muerte a la vez. En la parte de arriba, unas nubes pintadas de color horizonte que rodeaban un magnífico cielo celeste resplandeciente donde sobresalían unos ángeles, algunos con caras serenas y solemnes oraban con las manos juntas y otros con un brazo extendido señalaban algo en el medio. En la parte de abajo, el escenario era totalmente contrastante, se hallaban unas piedras negras y tenebrosas, algunas cubiertas de fuego y otras de sangre, rodeando un abismo oscuro por donde sobresalían unos seres horribles llamados demonios y que mientras algunos se dedicaban a torturar a humanos totalmente desnudos que habían caído en desgracia, otros se arrastraban por entre esas rocas filosas y señalaban el medio del cuadro. Y entonces vio la imagen principal en medio, un par de anillos, uno que era entregado por el cielo y el otro entregado por el infierno que convergía en un resplandor majestuoso.

Sin que se diera cuenta se había agachado contemplando esa maravilla, algo dentro de él se removía, algunas lágrimas se asomaban.

—Si para haber alcanzado el cielo, tuve que pasar por el infierno… — oyó una voz que se aproximaba desde la habitación de al lado — con gusto lo volvería a hacer, una y mil veces si con ello lo alcanzo junto a ti…

Hyde hacía su ingreso. Se veía increíble, con un jean negro, y una remera blanca que se ajustaba criminalmente a su bien formado torso, con un dragón negro estampado en medio y sus típicas manillas de cuero, su cabello negro rebelde y esos hermosos ojos almendrados a los que ahora se los veía tristes, sin duda por su culpa. Ya no lo pudo soportar y sin más se puso de pie y corriendo hasta él lo abrazó con tal fuerza que por un segundo tuvo temor de que se rompiera, pero Hyde no dijo nada, no se quejó, no protestó, nada, sólo respondió al abrazo con igual intensidad temblando y llorando.

—Es tu regalo de bodas Gac-chan — dijo entre sollozos — lo hice para ti…

—Perdóname… perdóname Hyde… yo…

—Shuuuu — siseó tapándole la boca con un dedo, — sólo contesta una pregunta ¿Me amas?

—Con todo mi ser…

Entonces se besaron, lo hicieron con tanta pasión que todo el mundo y su cronología parecían detenerse. Gackt había tratado tanto de resistirse a aquello, pues tan sólo con acariciarle el pelo se sentía tan feliz que lo hacía olvidarse de su desgracia, más no la hacía desaparecer y era a lo que más temía, pues sentía miedo de sumirse tanto en su delirio por Hyde que terminaría olvidándose de su enfermedad y por consiguiente arrastrando al mismo Hyde a su tragedia. ¡No! No podía permitirse eso, pero sin que se diera cuenta, pues la cabeza le daba mil vueltas al saborear el néctar de su amado nuevamente después de tanto tiempo, ya estaba de pie frente a la cama que compartían, a punto de caer en ella sobre el cuerpo de su adorado ángel.

Por su parte Hyde no paraba de llorar, se sentía condenadamente feliz. Su último recurso había funcionado, y ahora estaba siendo envuelto en los brazos de Gackt nuevamente. Ya no podía razonar, así ambos cayeron sobre la cama. Podía sentir ese calor que lo envolvía y que emanaba del cuerpo de Gackt, que simplemente se dejó ahogar por éste. Su corazón latía a mil por hora al sentirse amado nuevamente, por el mismo Gac-chan de siempre, aquel al que amaba como un loco. Ya poco importaba lo que había pasado antes, debían discutirlo, eso era cierto, pero ahora no era el momento, no quedaba nada más que dejarse llevar, por la pasión, por el deseo, por la felicidad, por el amor.

Ya pronto ambos desnudos, podían sentir la piel del otro y cualquier simple roce los sumía en la locura. Gackt no dejaba parte del cuerpo debajo de sí sin besar y marcar como suyo, y cada vez descendía y descendía más, pronto Hyde perdió su voz ante las maravillosas sensaciones que estaba sintiendo justo ahora. Sólo podía ver pequeñas estrellas cada vez que cerraba los ojos. De pronto Gackt se detuvo y ascendiendo hizo que su rostro estuviera nuevamente en el campo visual de Hyde.

—Hyde…

—Hazlo ya Gac-chan…

Un grito mezcla de dolor y placer se hizo presente y resonó en todo aquel departamento seguido de un par de voces que no dejaban de decirse cuanto se amaban.

 

Oía su respiración, tan calmada y serena, no cabía duda, ya Hyde estaba sumido en un sueño profundo. Y él, a su lado, contemplando el rostro durmiente de ese ser al que amaba tanto, Santo cielo… cómo lo amaba. Pero pronto como una ráfaga, el dolor de su estómago se hizo presente nuevamente, se llevó ambas manos al estómago para luego ascender una a la boca, haciendo un puño el cual comenzó a morder para evitar gritar y despertarlo. Lágrimas de dolor ya corrían por sus mejillas pero no podía, no debía despertarlo, sudaba y temblaba tratando de controlar eso también.

Y así como de repentino llegó el dolor se fue también.

Se quedó así un rato, inmóvil mirando a Hyde. Qué hermoso y falso sueño había estado teniendo, era eso precisamente, un sueño. Ya de pie se reclinó y se acercó lo más que pudo sin llegar a tocarlo, y entonces le dio un beso en la frente antes de decirle en un susurro: Adiós…       

._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.

 

Dos semanas, un día, cinco horas, tres minutos y cincuenta segundos, habían pasado desde que Gackt se había ido. Y ahí, contando cada hora y hasta cada segundo estaba Hyde sentado sobre el sofá mirando a la nada mientras nuevamente se hacían presentes las lágrimas. Ya había dejado de preguntarse “por qué” luego de haber leído esa carta que tan infamemente le había dejado en el velador de al lado y que leyó ni bien se despertara y no encontrara a Gackt a su lado. La misma que ahora tenía estrujada en una mano mientras que con la otra sostenía una botella de alcohol.

Hyde…” — le había puesto, ni siquiera un querido — “Luego de pensarlo mucho, pude darme cuenta de que yo no estoy listo para esto, que no estoy listo para unir mi vida a la de otra persona sin antes haberme perdonado. La verdad no he dejado de culparme por lo que te hice hace años ya, pensando en lo diferente que hubiera sido tu vida si no nos hubiéramos conocido. Sé que esto de principio podrá parecerte ridículo, pero ahora que hemos vivido juntos, que has conocido mi verdadero rostro… sí, ese Gackt que conociste en las últimas semanas, voluble, malhumorado y cruel, es el verdadero Gackt, aquel que sólo lastima a los que lo aman, sino pregúntale a You, en este momento debe estar agradeciendo haberse liberado de un tipo como yo… Llegarás a pensar lo mismo tarde o temprano. Sólo quiero que sepas, que pese a todo, los momentos que pasé a tu lado fueron los más felices de mi vida, y que por eso prefiero que seas tú quien ahora pueda encontrar la verdadera felicidad también, pero lejos de mí, lejos de alguien como yo que sólo te trajo dolor… Sayounara.”

— ¡DEJA QUE ESO LO DECIDA YO! — Gritó arrojando la botella contra la pared la que ante el impacto se hizo trizas.

Se acurrucó sentado, llorando con desesperación sobre aquel sofá del que no se levantaba nada más que para darse un baño, comer muy de vez en cuando o mirar por la ventana a ver si veía pasar a Gackt. Ni siquiera había vuelto a la universidad.

Entonces de pronto comprendió sus últimas palabras.

—Deja que lo decida yo… — dejó de llorar — es algo que yo debo decidir…

Se puso de pie y corrió hasta su ahora solitaria habitación, tomó una maleta y puso la ropa necesaria. Luego de haber hablado con su hermana, el banco y todo cuanto conociera a Gackt, al menos de quienes tenía el teléfono, sabía que él no le había dicho a nadie dónde estaba, era obvio que no había vuelto a su mansión, así que sólo podía haber un lugar donde pudiera estar, entonces luego de tener todo listo salió de su hogar y se embarcó en un taxi rumbo al aeropuerto, volvería a Estados Unidos a buscarlo así fuera hasta el fin del mundo. Y si ya Gackt no quería tener nada más con él, que se lo dijera en la cara y no por una pinche carta.

En el camino pasó por la mansión Camui, donde vivía la hermana de Gackt, y a unas cuantas casa más estaba la mansión Kitamura, suspiró al pensar en que no había podido comunicarse con él desde que se marchara. Entonces antes de que el taxi pudiera dar vuelta en la esquina le pareció ver la típica melena de Ken asomarse por una de sus ventanas.

— ¡Alto! — y el coche se detuvo.

No estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero ahora le había pagado al chofer y se bajaba con maleta y todo. La tomó y caminó hasta la puerta enrejada de la mansión esa y tocó el timbre. ¿Y si sólo hubiera sido un producto de su imaginación? Ya cogería otro taxi, y si no, si Ken hubiera vuelto, ya tenía un buen lugar donde comenzar su búsqueda, pues Ken siempre sabía algo.

Salió un mayordomo el cual luego de preguntar, negó que Ken hubiera vuelto. Pero Hyde no se iba a dar por vencido y comenzó a gritar.

— ¡KEN! ¡SÉ QUE ESTÁS AHÍ!

—Señor por favor, debe dejar de hacer eso o…

— ¡¿O qué?! ¡¿Llamará a la policía?! ¡KEN!  

Entonces por la puerta principal salía Ken.

— ¡Hola Hyde! — habló efusivamente pero notoriamente nervioso. — ¿Qué milagro? Vamos Sousuke, déjalo pasar es mi amigo. — el mayordomo abrió la puerta intrigado, ya que fue su mismo patrón quien le ordenó que no le dijera a nadie que había vuelto. — siento esto Hyde pero le indiqué a mis sirvientes que no dejaran entrar a nadie, quería descansar…

Ambos entraban hasta la gran mansión y caminaban por la sala, Hyde había dejado su maleta en la puerta.

—Y bien Hyde ¿Cómo has estado Hy-chan? — preguntó luego que se sentaron.

— ¿Cuándo volviste? — lo miraba con recelo.

— ¿Eh? Hoy…

— ¿De verdad?

— Si… ¿Qué pasa? Te noto raro.

—Nada…

—Qué bueno… ¿Y cómo te va en la universidad? Esa carrera tuya debe ser emocionante… ¿En qué año vas? Ummm creo que ya es el cuarto ¿Ne? Vaya, cómo pasa el tiempo ya muy pronto…

— ¿Estás bromeando? ¿Mi carrera? ¿Emocionante? Podrás ser un buen abogado, pero no sabes de actuación…

— ¿Eh? — Se puso nervioso — ¿De qué me hablas…?

—Que durante todo este tiempo no me has preguntado nada importante, sólo te saliste por las ramas… cuando llegué no me preguntaste por la maleta, lo más lógico era que me dijeras “Hyde ¿Harás un viaje?” o por lo menos “¿A dónde vas?”. Y lo más raro es que ni siquiera me preguntaste una sola cosa de Gackt…

—Oh… — estaba sudando — lo siento lo olvidé, pero ya iba a eso.

— ¡No! “Lo olvidé” nada, ¿No se supone que es tu amigo desde la infancia? ¿Cómo podrías olvidarlo? Tú sabes algo ¿Verdad? — Ya se había puesto de pie mirándolo amenazante.

— ¿Algo?

—Tú sabes dónde está Gackt…

— ¿No está contigo?

— ¡DEJA YA DE FINGIR!

— ¡No sé de lo que me hablas Hyde!

— ¡CLARO QUE SÍ!

— ¡Hyde por favor cálmate, o deberé pedir que te vayas!

Hyde se quedó petrificado.

—No sé por qué vienes a gritarme — se levantó también y cruzando las manos se dio vuelta tratando de fingir molestia — yo…

No pudo continuar porque ya Hyde estaba en el suelo totalmente arrodillado frente a él.

—Ken por favor… por favor por lo que más quieras, no me hagas esto… — lloraba descontrolado.

—Hyde…

— ¿Dónde está Gackt? Dímelo por favor, Tú lo sabes ¿Verdad? Por favor… por favor… o moriré... moriré si paso un día más lejos de él…

—Hyde… levántate por favor… — pero no se movió, lloraba desesperadamente ahora cubriéndose el rostro con las manos, no tenía caso seguir escondiéndolo, uno, ya había sido descubierto y dos, no soportaba ver a Hyde así.

—Ayúdame por favor…

Ken se arrodilló también. Lo tomó de los hombros y lo miró fijamente.

—Hy-chan… si te digo… y él continua sin querer verte… ¿Lo dejarás?

— ¿Qué…?

— Que si él te pide que te alejes… ¿Lo harás por la paz?

—No…

Eso sorprendió a Ken.

—No lo dejaré, no después de todo lo que pasé para encontrarlo.

Ken sonrió, era la respuesta que necesitaba oír.

—Bien Hyde… no está aquí si es lo que crees, prefirió quedarse en un hotel. Voy a llevarte…

Se puso de pie y Hyde lo hizo también pero rápidamente se puso frente a Ken deteniéndolo.

—Ken… tú lo sabes también ¿Verdad? El por qué me dejó.

—Prefiero que sea él quien te lo diga…

— ¡No Ken, quiero saberlo! Dímelo por favor…

— ¡No Hyde!

— ¡DÍMELO!

— ¡NO!

— ¡KEN!

— ¡ESTÁ ENFERMO!

Ambos guardaron silencio por un buen rato.

— ¡¿Ya estás feliz?!    

— ¿Enfermo? ¿De qué…?

—No me hagas decirlo…

—Por favor… por lo más sagrado, dímelo… Ken… — lo sostenía de los hombros.

— Hyde…

—Por piedad… ¿Es lo de la úlcera? Si sólo debía seguir un tratamiento… si sólo…

— No Hyde, no es una simple úlcera…

— ¿Qué…?

—Es Cáncer… Hyde…

El mundo y todo lo que en él había se le vino encima, y pudo sentir como la tierra se le abría bajo los pies y se lo devoraba sumergiéndolo en el peor infierno que alguien puede padecer… uno estando aún vivo.

Continuará…

Notas finales:

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