CUANDO MI CAMINO SE INTERPUSO AL TUYO
Algunos años atrás…
Una mañana bastante fría había arribado. Escuchó su despertador muy a lo lejos, y por un segundo consideró arrojarlo contra la pared, más se puso de pie de un brinco al escuchar la voz estridente de su padrastro gritarle a su madre al igual que siempre. Lo odiaba, lo odiaba mucho, odiaba como le gritaba a su mamá y cuando le gritaba o hasta le pegaba a él. Una y mil veces pensó en matarlo, pero ni bien se formaba esa idea en su cabeza sabía de inmediato que jamás sería capaz.
Ya era un poco tarde, y si se demoraba más era muy posible que no llegara a tiempo al colegio. Y no era que le emocionara mucho la idea de ir, porque a excepción de un par de amigos, todos lo ignoraban o se metían con él por ser quien era; pero al menos esa era una muy buena vía de escape para no estar en casa, sin mencionar que había alguien que le gustaba mucho.
Sin siquiera desayunar, pues era casi seguro que hoy no habría nada de comer al tener en casa a un hombre que no trabajaba y el poco dinero que había se lo gastaba en alcohol, tomó su toalla y se fue casi corriendo hacia el baño antes de que ese tipo entrara en su cuarto y le destrozara los tímpanos con sus gritos. Abrió el grifo de la ducha lo suficiente, esperando que el sonido del agua – aunque fría por la falta de luz – chocando contra su piel y contra el suelo acallara esa voz infernal que sólo sabía herir, pero no lo hacía, y entonces se puso a cantar, eso alejó los gritos, los problemas, el dolor, pues cuando cantaba lo inundaba una gran felicidad no sólo a él sino a todo el que le rodeaba.
La vecina de al lado cocinaba como una loca pues debía dejar todo listo antes de irse a trabajar, mas al escuchar la canción que venía de en junto se relajó cerrando los ojos y dejándose llevar por la hermosa y triste melodía. Todos sabían que el pequeño Hyde era y tenía la voz de un ángel.
._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.
La voz de la sirvienta le decía que era hora de despertar, y eso le molestaba de sobremanera. Así, como era de esperarse, se levantó una hora después de que lo despertaran.
Había soñado algo muy extraño, soñó que alguien le gritaba y le decía que todo era su culpa, pero como siempre, al abrir los ojos todo estaba ensordecedoramente silencioso. Bajó por los elegantes escalones y caminó por entre los solitarios pasillos encontrándose muy de vez en cuando con algún sirviente. Fue hasta el cuarto de sus padres, y estaba vacío, como toda la vida, eso no le sorprendió, así que continuó con su recorrido. Llegó hasta la cocina y al verlo las cocineras se pusieron muy nerviosas, le dijeron que no era bueno que él estuviera ahí pues si deseaba algo podía llamarlas y ellas cumplirían con todos sus caprichos alimenticios. Así uno de los meseros lo condujo de forma rutinaria hacia el gran y vacio comedor donde estaba esa mesa para 50 personas a la que odiaba con todas sus fuerzas porque siempre estuvo vacía, claro, a menos que su madre tuviera una cena de beneficencia. Ese montón de viejas copetonas que sólo hablaban de dinero y los efectos que tuvieron sus recientes cirugías y liposucciones en la sociedad. Desayunó, y luego que el mayordomo le preguntara, él aseguró que esta vez sí iría al colegio, el mayordomo se quedó atónito, lo que el sirviente no sabía era que ese día sería crucial, tenía algo muy importante que hacer.
Entró a la ducha y abrió el grifo a toda su capacidad pues esperaba que al menos el sonido de las gotas llenara de alguna forma el silencio sepulcral de su casa. Y aunque tenía muchos empleados con los cuales podía conversar, estos le tenían miedo y sólo hablaban cuando comentaban lo retorcida que estaba su vida. Pero el agua no hacía el ruido suficiente para alejar su soledad y entonces comenzó a cantar. Cantó con todo su ser alejando el silencio y llenando con su voz la enorme mansión al igual que los corazones de sus empleados que amaban cuando cantaba, pues aunque si bien era un demonio, el amo Gackt tenía la voz de un ángel.
._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._._.
— Hasta luego Hyde, que descanses bien y cuídate mucho por favor.
— ¡Ya vámonos! Hasta mañana Hi-chan
Hyde sonrió. El primero en despedirse al igual que siempre era Tetsuya Ogawa uno de sus dos únicos amigos verdaderos. Tetsu lo quería mucho, e incluso se atrevía a decir que lo amaba, pero Hyde sólo podía verlo como un buen amigo. Así el otro, el que empujaba a Tetsu para que de una vez deje de mirar a Hyde y se fueran era Ken Kitamura. Ahora ambos se despedían pues debían ir a sus clases extra y Hyde debía correr a casa. Sus amigos pertenecían a dos de las tres familias más poderosas del Japón, y pese a ello no tenían ningún problema siendo los amigos de “alguien” como él, pues el resto no dejaban que olvidara que él era un alumno becado en esa escuela de niños ricos y que por lo tanto era la mancha negra en el sol. Sin embargo, nada podía hacer pues ese cerebro suyo lo acompañaba donde sea haciéndole tener las mejores notas del lugar pudiendo conservar su beca.
— ¡Hasta mañana Takarai-kun, o mejor dicho pobretón-kun, y espero que esta noche tengas muchas velas para hacer tu tarea! Jajajaja — era la hija del dueño de la compañía eléctrica, ya para esas horas todo el mundo debía saber que no tenía luz por falta de pago.
Muchos se rieron de él conforme pasaban por su lado. Estaba tan avergonzado que abrazó su maletín y se puso a correr en dirección a la salida. Salió y un par de lágrimas se escaparon por sus mejillas, no odiaba ser pobre, sólo odiaba que lo traten como basura pese a ser más inteligente que todos ellos juntos.
— Las lágrimas te hacen ver mucho más lindo…
Escuchó una voz profunda y cautivadora detrás de él, se dio vuelta y ahí estaba esa persona sentada dentro de su lujoso coche mirándolo por detrás de esos lentes oscuros.
—C…Camui-san… — musitaba atónito.
Gackt jamás le había dirigido la palabra. Al ser el hijo menor de la familia más poderosa del Japón luego de la del emperador, nunca esperó que le hablara, pero era lo que más deseaba Hyde pues Camui era la persona que lo había cautivado desde que llegó a ese colegio.
—Jajajajaja — Gackt comenzó a reírse poniéndolo más nervioso, — Camui-san es mi padre, sólo llámame Gackt. Se ve que estas triste, y eso no me gusta, si quieres te llevo a tu casa porque no creo que estés en condiciones de irte sólo.
— ¿Eh? Esto… yo… — no podía articular más que monosílabos, toda su inteligencia se había ido al demonio.
— ¿No quieres?
—No… yo… es sólo que…
—No te preocupes, no es ninguna molestia para mí… sube.
La puerta se abrió y pudo verlo de cuerpo entero sentado en la parte trasera de la limosina. Simplemente se veía grandioso pese a que llevaba sólo el uniforme escolar y no ese tipo de ropa cara y de marca que acostumbraba. No alegó nada y se subió, así el coche arrancó.
—Y bien ¿Dónde vives?
—No es necesario que me lleve hasta mi casa, puede sólo acercarme…
—Como digas, ¿Entonces…?
—Ah, es en la avenida industrial, cerca del parque histórico…
— ¡Ya oíste! — le ordenó al chofer.
—Si señor — contestó éste, a Hyde le pareció que la voz del chofer era conocida pero no podía verlo ya que la limosina tenía una especie de vidrio polarizado que separaba al sirviente del patrón.
— ¿Quién te hizo llorar Hyde? ¿Fue acaso el tal Tetsuya? — Gackt con la cabeza apoyada en su brazo izquierdo miraba hacia la calle.
— ¡¿Qué?! No, se equivoca, no fue él, por favor no se preocupe por algo tan trivial, jeje. — realmente estaba muy incomodo.
— ¿Trivial? A mí no me lo parece, creo que es algo muy importante porque odio que se metan contigo, odio verte triste. Cada vez que te miro, parece que fueras a llorar.
— ¿Qué? — no podía creer lo que oía.
Gackt se dio vuelta y lo miró fijamente.
— ¿Por qué me miras así?
— ¿Acaba de decir “cada vez que me ve”…?
— Es verdad, te veo siempre, ¿Tiene eso algo de malo?
— ¡No! Es sólo que… — debía estar soñando, ¿La persona que amaba lo miraba siempre?
— ¿Qué?
—Es que no puedo entender la razón por la que me ve… — bajó el rostro avergonzado.
Siempre se consideró muy poquita cosa para gente como Camui, y ahora ¿Le dice que lo mira constantemente? Era simplemente imposible.
—Hyde…
Levantó el rostro, y entonces los labios de Gackt se posaron sobre los suyos.
Continuará…