El día de trabajo comenzó normalmente mal como todos los días para el Uchiha, apenas se sentó frente al escritorio luego de pasar por la oficina del Hokage sintió unos chakras conocidos, la puerta se abrió dando paso a Shikamaru usando el atuendo de jounin que ingresaba a su pequeña habitación trayendo entre sus manos una gran pila de papeles que debía leer y clasificar. Sentía que le comenzaba a doler la cabeza de solo pensar que tenía que pasar otro día entre rollos de pergaminos de los grupos de exploración gennins, informes de los anbus, documentos de aldeas y otros papeles inútiles para alguien como él, pero aun así puso su mejor cara (de amargado) y se cruzó de brazos.
—Buenos días, Uchiha.
—Tsk. ¿Qué tiene de bueno?
—Que problemático eres.
—Que fastidioso eres tú.
—Engreído.
—Maniático.
— ¡Ay! ¡Por favor dejen los insultos, me volverán loca!—Sakura se acercó a ambos frotándose la frente, traía varias carpetas que Sasuke vio con aburrimiento, la kunoichi llevaba su típico traje rosa algo más corto con un cinturón ancho de color marrón en su cintura y protectores para los codos y rodillas.
—Estos son los informes de los insumos que hacen falta en el hospital, por favor Sasuke-kun me gustaría que lo revisaras y se lo entregues al sensei.
—Yo estaba primero Haruno.
—Pero esto es importante.
—Lo que traigo también.
—Soy su compañera de equipo.
—Ex compañera, yo soy su actual compañero de trabajo.
—¡Dejen los papeles y váyanse antes que me cabree más!
— ¡Haai! —Ambos desaparecieron ni bien las hojas tocaron su mesa de trabajo. El pelinegro sonrió resignado y tomó una carpeta la cual abrió y comenzó a leer verificando los números con los datos de contabilidad.
Sasuke trabajaba en las oficinas del Hokage luego de que regresara otra vez. Ciertamente su viaje de tres años era para ordenar sus ideas y sentimientos y de paso averiguar algo que le molestaba además de su mal estado. Luego de firmar y sellar los primeros documentos, miró la pequeña montaña de papeles, al ordenarla vio un informe donde había unos dibujos sobre el clan Otsutsuki, recordó por qué se había vuelto a ir ni bien volvió.
Un enviado de la luna, descendiente de uno de los hijos de Kaguya había hecho su aparición y con ello la pelea se presentó, él tuvo que hacerse cargo de la protección de la aldea en ausencia de Naruto ni bien acababa de pisar la entrada de ésta. Sin embargo no pudo soportar permanecer más tiempo allí viendo a Naruto y Hinata confirmando y “sellando” su relación. Pasó unos días fuera de la aldea escondiendo su chakra con el recuerdo de aquel beso entre esos dos, tratando de comprender que quizás ya era tarde. Más se armó de valor y volvió a Konoha para realizar lo otro que se propuso desde que decidió regresar nuevamente, ya que lo que había descubierto con Orochimaru sería confirmado con los estudios médicos de la sannin, aunque prefería que fuese el primero el que estuviera al pendiente de su situación ya que lo conocía y sabía que la serpiente era reservado con sus pacientes, sin embargo su exmaestro no era de quedarse quieto en un solo lugar y tampoco le ayudaba la poca tecnología que cargaba. Costó explicarle (traía pocas pruebas) y por ende exigirle a la vieja Tsunade que dicha información no se divulgara más allá de ellos dos y de su asistente Shizune y luego Kakashi por ser el actual Hokage, aunque por la expresión de la sannin estaba seguro que cumpliría.
También tendría que exponer su teoría sobre algo grande que se escondía, pero que no podía aun explicar sin pruebas, una corazonada por decirlo así, como una fina e invisible tela de araña de la cual no podía hallar el centro, pero algo le incitaba a moverse, a buscar los extremos, aunque ahora, salir otra vez de viaje no era su actual opción ya que el sexto lo tenía amarrado con tareas administrativas, tener detrás al anbu que lo vigilaba día y noche, también tenía que contar con los preparativos del nombramiento de Naruto en el que la mayoría de la gente se la pasaba más que nerviosa y hasta de mal humor por los extranjeros que comenzaban a llegar, parecía que todo bulliría como una caldera, y ahora debía agregarle de estar presente en la odiosa boda, y más importante: estar preparado para su última misión secreta.
Pasó una hora sentado clasificando informes cuando sintió un dolor punzante en su estómago que se hacía cada vez más intenso a tal punto de hacerlo doblar sobre su asiento, se tocó la frente la cual estaba fría y presionó su estómago, recordó haber olvidado su pastillero, se levantó dejando lo que hacía y salió de la oficina, caminó rápidamente aunque algo tambaleante por los pasillos apoyando sus manos en la pared, el dolor intensificado migraba hacia toda la columna vertebral, por un instante sintió ganas de vomitar, eso era nuevo, se detuvo y avanzó nuevamente cuando se sintió mejor, se dirigió hacia la alejada oficina de Shizune al otro extremo y sin tocar la puerta entró.
—Oi…, creo que es el malestar y olvidé traer… —La kunoichi se levantó de inmediato de su asiento y le tocó al frente, le bajo un párpado para observarle mejor el iris, notando que solo en el contorno se volvía rojo, asintió en silencio con un movimiento de cabeza, luego se dirigió a un armario el cual abrió y rebuscó hasta hallar un pequeño frasco color negro y una jeringa, con maestría llenó el contenido de ésta mientras el pelinegro se arremangaba la camisa y le extendía el brazo.
—Vamos a que la señora Tsunade te revise.—El azabache asintió bastante pálido luego de ver que le inyectaba el calmante. Tendrían que cruzar media Konoha, pero valía la pena ir por la sannin especialista de medicina.
Naruto se despertó de un salto, algo que su conciencia presintió lo sacó de su sueño, se levantó mirando a todos lados, buscando algo invisible, y al no encontrarlo se rasco la nuca, que raro…, se desperezó y levantándose de su cama, caminó vestido con su habitual y ridículo pijama al baño, se lavó la cara y se observó en el espejo.
— ¡Mierda!— Su cabello de antes era un completo desastre y en el pasado solo se lo remojaba y se pasaba los dedos dando un poco de orden, ahora lucia todo aplastado, parecía que estaba pelado.
Lo acomodó lo mejor que pudo levantándole las puntas, y luego de encontrar toda su ropa junto con las sandalias y arreglarse se dispuso a comer su ansiado desayuno, el ramen. Hoy solo haría un poco de entrenamiento en el bosque y estudiaría todo el día con Ibiki, ese hombre era rudo pero muy bueno enseñando las técnicas de inteligencia. Luego de dejar el envase de su comida instantánea en el lavadero junto con otros vacíos, se dirigió a la puerta y comenzó a bajar las escaleras, antes de llegar al final notó a Hinata que estaba sentada en la entrada del edificio.
— ¿Eh? ¿Hinata-chan?
— ¡Na-Naruto-kun! ¡Buenos días!— la pelinegra volteó sonrojada.
— Buenos…¿Qué haces aquí?— La miró y se dio cuenta del porqué.
—Perdón, se rompió la bolsa y no sabía que hacer…— Le enseña que en sus manos tenía un par de verduras que las colocaba dentro de la bolsa semirota.
—No importa, te ayudo.
—Gra-gracias—Él tomo algunas en sus manos y luego de ordenarlas lo mejor que pudo, subió seguido de la Hyuuga, al llegar a su entrada batalló con las llaves y las verduras en sus manos un par de minutos hasta poder abrir la puerta y dejar pasar a la pelinegra.
—Pasa.
—Si…Permiso...
Naruto acomodó las cosas en su cocina y se volteo a ver a Hyuuga que lucía triste, suspiró.
—No tenías que haberte preocupado, Hina-chan.
—Pe-pero somos novios, yo…yo quería hacerte el desayuno…y…comer juntos…
Naruto sonrió tratando de aplacar la decepción de la ojiperla que se refregaba las manos inútilmente y recordó que un par de días atrás gracias a la idea de Sasuke, se decidió a hablar con el líder del clan y padre de Hinata, Hyuuga Hiashi , al cual casi le da un sincope con la propuesta de unir ambas fechas y luego de exponer por un buen rato tan buen argumentos tirando por el suelo la idea que se le plantó al futuro suegro de lo apresurado por quizás un desliz de la parejita, el líder resignado y viendo a su hija totalmente ruborizada y encogida luego de aclarada la situación, aceptó a regañadientes, con la condición de que los novios se sigan manteniendo cebiles hasta el matrimonio.
— Uhm…Debo ir a mi entrenamiento, Hina-chan…—ella bajó la vista. Realmente se veía abatida.
Ambos se quedaron parados frente a frente sin decir nada, eso puso nervioso al Uzumaki y desvió la vista a la ventana, no quería perder más tiempo y no sabía cómo hacerse entender sin que la pelinegra pusiera cara de estar a punto de morir, no es que no le guste su presencia, solo que cuando le comentaba de sus necesidades, ella imponía las suyas aun sin hablar, como ahora. A veces se preguntaba si hubiera sido otra chica la que se le hubiese confesado ¿diría también que sí?
Hyuuga suspiró y acercándose al rubio tomo con sus suaves manos la cara trigueña, poniéndose de puntas de pie, tocó con sus delicados labios el mentón y comenzó a subir dando pequeños besos. Naruto se dejaba hacer, sin apartar la vista de la ventana, luego la miró y se encontró con dos perlas que le observaban fijamente. —E-entonces nos vemos más tarde…
Quizás hoy si podría irse sin comer otro desayuno, cerró sus ojos a modo de agradecimiento para sentir los labios de su novia en la boca.
Nada.
...No siento nada...
Otra vez esa sensación ¿Por qué?... ¿si antes no era así? …¿Qué está fallando?... El beso fue casto y corto, se separó de la morena y sin mirarla la tomó de la mano invitándola a irse a sus respectivos quehaceres.
...No es que falle…Maldijo en silencio. Estaba casi seguro de hallar la respuesta, pero su consciencia se negaba a definirla en una frase.
Tsunade Senju, se caía de su asiento cuando llegaron. Estaba ebria, Shizune hizo un intento de sonrisa conciliadora a Sasuke, quien solo reviró sus ojos.
— ¡Tsunade-sama deje de beber, aun ni es mediodía por Kami-sama!—La rubia se carcajeo mientras la pelinegra le tomaba de los brazos para acomodarla y sentarla en el suelo, Sasuke se cruzó de brazos, ya no sentía ese dolor, la inyección cumplía con su cometido.
—Vieja necesito que me hagas los estudios.
— ¿Ah? —La pelinegra le alcanzaba a la rubia un vaso con un líquido verde que vertió dentro y le obligaba a beber— ¿Por qué?, es muy pronto.
—Está sucediendo de nuevo.
—Tsunade-sama, tiene los síntomas… —La rubia escupió todo en el suelo — ¡¿Diablos?! ¡¿Por qué no me notificaron antes?!¡¡Esto es importantísimo!!—Al instante se levantó y se sacudió las ropas, los dos visitantes la vieron algo desconcertados, se arregló el cabello y sonrió de oreja a oreja, aparentando lucidez.
— ¡Uchiha ven!— se dirigió a la salida de su consultorio a grandes zancadas y antes de cruzar la puerta se detuvo y se giró tendiéndole la mano, el pelinegro se quedó estático por el cambio, Doble cara se dijo mentalmente.
Avanzó lentamente algo evasivo y antes de llegar a su lado, la sannin le tomo del brazo y lo arrastró al pasillo a paso veloz, Shizune meneó la cabeza en negación y se agachó para acariciar a Tontón que aun dormía plácidamente en una pequeña cama para mascotas en un rincón, el chanchito ya estaba acostumbrado a los ruidos de la exHokage.
—JUJUJU…
— ¿Qué?—Naruto se detuvo. Estaba solo, pues después de despedirse de Hinata, corría hacia el centro del bosque.
—...NADA, DEJA DE PRESTARME ATENCIÓN…— El rubio observaba al Kyuubi en su celda, parecía concentrado mirando hacia la nada. También miró hacia donde le bestia dirigía su mirada, se dio vuelta y dijo:
—Pero aunque quiera estas dentro de mí y si no quieres que te oiga: no digas nada. ¿Y qué es lo que te divierte, ah?
—…
¡¡Anda ya DÍMELO!! —Esto último lo dijo casi gritando.
—…
— ¡Zorro de…!
— ¡MALDITO NIÑO, NO ES NADA POR LO QUE DEBAS PREOCUPARTE, NI MOLESTARTE! — Resopló malhumorado, Naruto le clavó la vista con el ceño fruncido aun dudando de sus palabras, y luego de varios segundos silenciosos e incomodos…
—O-oye ¿Y dónde estabas?
— ¿DÓNDE MAS? AQUI MISMO.—el enorme animal señalaba enojado con una de sus garras el suelo en que reposaba.
— ¿Ah? ¡Me estas mintiendo! ¡Yo no te vi! ¡Acabas de aparecer!— El rubio se acercó a la celda.
—PUES ENTONCES TE VOLVISTE CIEGO SI NO ME VES CON LO GRANDE QUE SOY, E INUTIL DE SENTIRME CON EL GRAN CHAKRA QUE POSEO—Naruto hizo una mueca.
—No, no es eso, es que a veces tengo la sensación como si no estuvieras y luego apareces de la nada, no sé qué pensar.
—NI QUE ESTUVIERA MANDÁNDOTE SEÑALES CON MIS NUEVE COLAS, NO TE MOLESTO Y TU TAMPOCO DEBERÍAS HACERLO, ESTAMOS EN PAZ ¿NO? —el zorro respondió fastidiado, cerró sus ojos dorados y apoyó su cabeza sobre las dos patas delanteras ahora cruzadas. Le gruñó—VETE A ENTRENAR… —Naruto bajó la cabeza ocultando sus ojos cielo, se sintió mal, el Kyuubi últimamente lo ignoraba, casi siempre que venía a verlo o no lo encontraba o lo veía dormido y siempre tirado tras las rejas, cuando le hablaba le contestaba con monosílabos o de mala gana, o le pedía que le dejase solo, como en estos momentos. Volvió a ver el sello en la entrada, aunque le pregunte no me dice nada ¿estará enojado por lo del sello? ¿Quién lo volvió a colocar allí después de la guerra, y cuando fue que sucedió…? ¡Maldición Kurama!, ¿no éramos amigos?… Las preguntas sin contestar se instalaban en el rubio que en silencio se alejó lentamente del nueve colas.
Kyuubi suspiró… SOLO UN POCO MÁS… sus nueve colas se mecían rítmicamente y sonrió.
— JUJUJUJU…