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Pequeña familia por Reiga

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Notas del fanfic:

Hola pequeñas! Un pequeño escrito de manera flash por el día del padre, espero les agrade.

sin mas las deja leer!

 


~*~*~


 


–Oye déjame ir – susurro con una sonrisa al oído de su esposo –daiki tengo que ir a trabajar volvió a insistir al ver que agarre en su cintura lo había hecho más intenso.


–ah~ –suspiro –está bien, pero que conste que mañana tenemos el día libre, ay de ti si me sales con que tomaste otro turno – le dijo con voz cargada de reproche, por cierta ocasión en que el pelirrojo había echado abajo todos sus planes rematicos y lujuriosos de ese fin de semana.


–Está bien, está bien – repitió sonriéndole mientras se levantaba – sabes que eso no depende totalmente de mí.


–Lo sé – contestó con comprensión, mientras se sentaba en la cama y dejaba un tierno beso en el hombro de su adorado esposo – ¿hoy vas al hogar?


–Si por temas de tiempo no pudimos la semana anterior así que con mis compañeros, acordamos que este fin de semana iríamos sí o sí


–mmm ¿con que compañeros? – pregunto picado por los celos que ni con los años se aplacaban.


–Daiki – dijo en un regaño con el ceño fruncido, mientras el otro reía y se volvía a recostar en la cama.


–Bueno avísame cuanto termines para ir a recogerte


–Claro – le dijo el pelirrojo, mientras se metía a la baño.


Kagami taiga y aomine daiki, eran una consolidada y envidiada pareja desde hace diez años. Su relación había comenzado desde que tenían dieciseis años, con altos y bajos como toda pareja, pero en su caso y por sus peculiares caracteres, eran más bajos y momentos difíciles los que tuvieron que pasar durante su etapa inicial.  Luego de cuatro años fue cuando sintieron que su relación era definitiva y sin vuelta, el sentimiento de que no había nadie como el otro era algo que estuvo desde un principio, pero sin embargo solo  Vivian el momento, hasta que llego el día en el que el moreno tomo las riendas y la determinación de querer pasar toda la vida con la persona que siendo aún tan joven e inexperto había elegido.


El grito en el cielo fue puesto por el todo el circulo de la pareja, nadie podía creer que de verdad estuvieran hablando enserio, casarse a los diecinueve era una total locura, así se los hicieron saber. Sus padres no se quedaron atrás dándole un sinfín de razones del porque no deberían casarse, si estaban bien así por el momento, que no había que apresurar las cosas, luego vinieron las razones del porque eso no iba durar, puros pro y contra, claro que solo estaban en contra del matrimonio prematuro, no de su relación.


Luego de un momento en que no lograron nada con sus objeciones y de ver que la feliz pareja estaba completamente decidida, no les quedo más que aceptar deseándole solo mejor. Luego de tres años de feliz matrimonio ahora eran los padres los que ya querían que dieran el siguiente paso, siete años de una hermosa relación, era bastante buen argumento para que ya hicieran crecer la familia, pero ahora eran ellos lo que se negaban, ya habían hablado del tema y estaba en su planes tener hijos, pero no por ahora, querían terminar sus carreras, disfrutar su matrimonio y tener todo estable para cuando el heredero viniera, con semejantes argumentos los ansiosos aun no abuelos no les quedo otra que aceptar su decisión. 


Luego de tres  años más las cosas no habían cambiado y si lo había hecho seria para mejor, kagami egreso de medicina en una de las mejores universidades y ahora trabajaba de manera fija el hospital de Tokio  gracias a su buen desempeño en su práctica pasada.


Aomine trabajaba para la policía privada de investigación y en ocasiones y por gusto de manera local, y  ahora estaba con un nuevo proyecto. Lo habían llamado para hacer clases en la escuela de policías en un curso avanzado, lo cual acepto de inmediato. Era un buena manera de bajarle el ritmo a su vida desde que salió de la universidad y así estar más tiempo con taiga.


 


~


 


Kagami iba rumbo al hospital en donde se juntarían todos los doctores voluntarios para ir a un hogar de menores, con el motivo de vacunarlos y revisar su estado, un proyecto en el que el pelirrojo se había apuntado sin siquiera pensarlo.


Cuando llegaron fueron bien recibidos por dos encargadas.


–Muchas gracias por venir – agradeció feliz la mayor – pasen – les decía a los cuatro doctores y cinco enfermeros.


–Es un placer estar aquí – contestó uno alegremente, sacando una especial de archivador –teníamos pensado comenzar con los más pequeños, ¿es eso posible?  – pregunto en caso de que estuvieran ocupados en alguna especie de rutina.


–claro que si, hace un momento terminaron de desayunar, por lo que ahora  deben estar en su patio – siguió caminado guiándola un lugar más apartado del resto, al ser todos menores de cinco años su patio y casi toda su zona estaba separado de los mas grande, los cual les llamo la atención a los visitantes y sin duda la encontraron una buena medida.


 


Se acomodaron una pequeña piececita que daba justo al patio viendo con una sonrisa nostálgica en el rostro como jugaban los menores.


–Bien yo me retiro, las encargadas – definiéndose a unas señoras  que estaba afuera supervisando a los niños  – se los traerán uno por uno.


–Está bien, gracias – dijo kagami antes de que la anciana se retirara.    


Comenzaron a preparar los insumos, la limpieza del lugar y las inyecciones. Ya llevaban un buen rato y solo le quedaban unos tres niños.


–Ven – le dijo kagami a un niño de unos tres años, este se veía aterrado y no era para menos el niñito anterior había entrado llorando y salió peor, No, el no quería que lo inyectaran, eso parecía ser doloso, con su cabecita negó y kagami sonrió – vamos, no te pasara nada lo prometo – el menor volvió a negar – kagami camino a su lado y se agacho para quedar a su altura –¿Te da miedo? –el menor asintió con sus ojitos llenos de lágrimas – no llores, no puedo decirte que no te dolerá, pero si puedo asegurarte que no  es mucho y dura muy poco… ¿cómo te llamas?


Los demás miraban esperando para saber que planeaba kagami. Pues como demonios iba a inyectar al menor si le había dicho que dolía.


–Hiroki – dijo con un tiernecita voz


–Dime hiro-kun ¿Eres cobarde? – El menor frunció el ceño y negó rápidamente – lo sabía… no pareces  ser un cobarde, solo los valientes toman este remedio para no sentirse debilitados – decía con la inyección en la mano, tomo al menor y lo sentó en la camilla – ahora dime… ¿eres valiente? – le pregunto levantando su polera y exponiendo su bracito, mientras ponían un elástico a su alrededor


–Si – le contestó, mirando con autentico miedo la aguja


–Mira hacia otro lado – le menciono y el pequeño dio vuelta bruscamente su carita y cerró los ojos con fuerza – ¿te dolió? – el menor abrió un ojo lentamente y luego el otro, mirando desconcertado a taiga


–¿Listo?


–Si ¿ves?... se me olvidó mencionarte que a las personitas que son muy valientes no les duele nada – el menor sonrió de manera deslumbrante – toma – le dijo tendiéndole un chupete – ve a jugar – le dijo viendo como el menor corría alegre entes de darle las gracias.


–Vaya, kagami… sí que tienes talento con los niños – le dijo uno de sus compañeros y los demás asentían.   


–Gracias… ¿falta alguno? – pregunto  a una supervisora, esta lo mirada embobada, asique carraspeo un poco.


–Ah si, queda uno pero no quiere venir, este chiquitito en un poco más complicado – contestó con cierta tristeza.


–mm ya chicos sigan con los siguientes pabellones… quiero decir los chicos de cinco a diez ahora yo me quedare con este último y los alcanzo –  les dijo saliendo a buscar al que se rehusaba ir a verlos. – ¿le paso algo? – le pregunto kagami a la encargada al divisar el pequeño de unos cuatro añitos sentado en un banca con la mirada perdida.


–si… el llego hace dos semanas, llego aquí luego de que nadie en el hospital lo reclamara, iba con su madre en el auto cuando ocurrió el accidente en donde ella  murió al instante  y el quedo en coma por tres semanas, cuando despertó. Lloraba y gritaba por su mama, le explicaron lo sucedido y aun así seguía llamándola.


Kagami miraba al menor con tristeza y no evito mirar esa mata de cabellos pelirrojos, muy parecido al suyo.


–Al no encontrar pariente, pues no se sabe nada de su madre, lo mandaron aquí, no juega, no habla, no llora ni sonríe.


–¿cómo se llama?


–yuito


Kagami camino silenciosamente hasta el menor y pudo vislumbrarlo de mejor manera notando que no solo el cabello si no que también los ojos los tenia del mismo color.


–Hola yu-chan –dijo con tono dulce, el menor lo vio  y en cosa de segundos lo tubo agarrado a sus piernas como si su vida dependiera de ello, el llanto del pequeño fue colosal y completamente desconcertante para el pelirrojo mayor


–¡ka-san! – repetía una y otra vez, agarrándose fuertemente de las piernas mientras refregaba su carita en estas.


Kagami no sabía que hacer o donde meterse, la encargada tampoco, jamás había visto al pequeño de esa manera, apenas si lo había visto mover un mísero musculo.


Taiga trato de apartarlo pero no pudo  –pequeño mírame –  le digo dulcemente mientras lo apartaba delicadamente para que lo mirara. El menor apenas y podía visualizarlo bien debido al llanto y los hipados.


–No… no me dejes… no de nuevo ka-san– le decía entre cortado, kagami lo miraba con dolor al pequeño y lo único que se le venía a la cabeza es que el debería parecerse a la mama del menor, se mordió el labio para no llorar junto al él y lo estrecho en sus brazos, sintiendo como inmediatamente este lloraba con aun más intensidad en su cuello.


Kagami lo separo de nuevo comprobando que el pequeño se había calmado. Y lo miraba de manera atenta y meticulosamente. Suponía que lo estaba evaluando, kagami hacia lo mismo hasta que  vio una cadena en el cuello del menor.


–¿Puedo verlo? – el menor asintió, seguramente solito había comprendido que solo se parecía, kagami tomo la cadena y la abrió dejando ver una bella foto de lo que dedujo era su madre con el pequeño, sorprendido se quedó cuando vio una hermosa chica pelirroja y de ojos rubíes – ¿ella era tu mama? – volvió asentir


–Se parece mucho… a ella – le dijo con todas las intenciones de volver a llorar, kagami volvió abrasarlo, incitándolo a que lo hiciera, era tan solo un niño, tenía que dejar salir todo ese sufrimiento de no tener a la única persona que lo había amado.


Kagami lo tomo en brazos y lo acuno en ellos hasta que el menor se quedó dormido, mientras su cuerpo aun convulsionaba por el llanto y el propio aun vibraba por no hacerlo.


El tiempo se detuvo para él, no quería soltarlo y el pequeño parecía sumergido en un plácido sueño. Se estaba haciendo tarde los chicos ya habían terminado con la otra zona y era hora de irse. Con pesar se levantó y camino hacia la un atónita encargada. Cuando iba a ponerlo en sus brazos este abrió sus ojos con susto y se aferró al cuello del pelirrojo mayor.


–No


–oh pequeño tengo que irme – le dijo con voz lastimera, aunque decía eso no era capaz de soltarlo, la encargada se acercó y lo tomo en brazos  pero el menor se rehusaba a soltarlo, ahora fue kagami quien lo abraso y suspiro. – esperen – les dijo a los demás y volvió a aquella banca – yuito, tengo que irme, pero prometo venir a verte – decía acariciando su cabecita, el menor se aferró a su cuerpo nuevamente, kagami suspiro, y se hecho hacia atrás acariciando los tiernos cabellos del menor, así estuvo un buen rato hasta que sintió la respiración pausada del más pequeño. Se levantó y con mucho cuidado se lo paso a la encargada y prácticamente con el corazón en aquel pequeño arranco del lugar.


 


~*~


 


Había pasado una semana de aquel suceso y ya en dos acciones había ido a ver al pequeño, pero no había sido capaz de pararse enfrente de él, simplemente lo iba a ver desde lejos y para saber cómo estaba, el pequeño seguía tan igual como lo había conocido, no decía nada, no hablaba y comía cuando lo obligaban.    


–¿Me vas a decir que es lo que te pasa? –pregunto aomine ya cansado de la actitud de su marido por más que el pelirrojo quisiera ocultarlo, él se había dado cuenta de que algo le había pasado aquel día.


Kagami estaba cocinando y quedo quieto por un momento.


–Sé que jamás me has mentido, me gustaría saber porque ahora lo estás haciendo– le dijo con voz calmada, sabía que no era algo realmente grave pues confiaba al cien por ciento en el, kagami se dio vuelta.


–daiki no te he mentido


–Lo  sé, pero me estas ocultando cosas ¿porque?.


Taiga suspiro y miro aquellos azulinos ojos de los que se había enamorado.


–Lo siento, es que hay algo que he querido comentarte, pero no he tenido el valor de hacerlo – le decía apoyando su cuerpo en un mueble mientras aomine lo miraba atentamente desde la mesita de la cocina. –¿qué piensas de tener hijos?


Aquella pregunta descoloco al moreno, no porque pensara mal sino porque aquello era demasiado simple para ahogarse en un vaso de agua.


–¿Eso es?


–Contéstame


–Sabes lo que pienso, es algo que los dos queríamos pero decidimos esperar, para estar preparados y tener las condiciones necesarias para traer un niño a nuestras vidas.


–si… y… ¿qué piensas sobre adoptar?  – pregunto ahora muerto de los nervios, aquella idea lo estaba matando esta última semana, aquel pequeño había osado robarle el corazón y dejárselo para él.


Esa pregunta si que había descolado al moreno y se puso serio.


–Déjate de rodeos – le dijo con el mismo tono que denotaba su rostro y kagami dejo salir un largo suspiro antes de comenzar a relatarle lo que había sucedido ese día y el porqué de su desconcentración esta semana.


–¡Me sentí horrible, siento como si lo hubiese abandonado y traicionado, pues prácticamente lo hice dormir para poder dejarlo! Y créeme que no quería, es que si lo vieras – decía con sus ojos llenos de lágrimas, –con su mirada es como si te absorbiera el alma, por eso cuando me fui, pensé en si podríamos adoptarlo, sé que no es fácil querer a un niño que no es tuyo, pero yo quiero darle lo que se le fue arrebatado, quiero que en algún momento llegue a sonreír.


–Taiga – dijo calmado el moreno caminando hacia su pareja.


–No sabía cómo preguntarte no quiero que te molestes, solo quiero que lo conozcas y si no te gusta, lo olvidamos, sabes que jamás haría algo que pudiera perjudicar nuestra relación.  


Aomine sonrió y acaricio su mejilla antes de besarlo dulcemente.


–Taiga, primero que nada no vuelvas a esconderme nada y menos algo que no es tan grave, mira como estas solo por no querer decírmelo, somos una pareja y los problemas tenemos que resolverlos juntos, además… – le sonrió – en estos diez años ¿Cuándo te he negado algo? – Kagami sonrió y lo abraso fuertemente, dándole las gracias – ahora… tendremos que hablar con nuestros padres, realmente no sé si les gustara idea.


Cuánta razón tenían, ninguno estuvo de acuerdo en tan descabellada idea y es que “para que adoptar si podían tener los propios”, la feliz pareja no se negaba tampoco a esa idea ya que se sentían más que listos pero, tampoco darían vuelta atrás con la idea de adoptar a aquel pequeño. Una vez más gano la determinación de los hijos y los adultos no les quedo más que acatar, pues reconocían que con cada acción estar más orgullosos de sus herederos.


Dos días pasaron y ahora aomine con kagami caminaban por los pabellones del hogar del sol, ya habían hablado y presentado cada papel solicitado, tenían por demás buenos antecedentes y con una buena ayuda de sus propios padres podían sacar al menor ese mismo día si aomine daba el sí.


Aomine miraba a todos y cada uno de los pequeños sin inmutarse hasta que sus ojos dieron con un pequeño pelirrojo que miraba la nada, se sorprendió al comprobar que efectivamente el menor poseía el mismo color de cabello que su esposo.


–Seguro que no me fuiste infiel – le dijo con gracia y kagami rio pegándole un codazo, si no fuera porque confiaba ciegamente en el eso creería y estaba seguro que por la cabeza de más de alguno de sus amigos pasaría lo mismo.


Se acercaron lo suficiente, pero el menor ni siquiera se inmuto, kagami avanzo un poco más


–yu-chan – inmediatamente llamo su atención, el menor lo miro, frunció el ceño con notable resentimiento y miro la nada nuevamente. Taiga suspiro y se acercó a él agachándose, poniendo sus manos en sus pequeñas rodillas y lo miro hacia arriba – ¿estás enojado? –el menor volvió mirarlo mientras se mordía el labio.


–ka-san me dejo solo… tú también te fuiste – le dijo haciendo irresistibles pucheros para el pelirrojo.


Aomine miraba con asombro la escena el pequeño ciertamente era adorable y con solo verlo y escucharlo comprendía por lo que estuvo pasando su pareja.


–Lo siento… no lo volveré hacer, ¿puedes creerme? – le dijo acariciando su mejilla al tiempo en que el menor asentía y le sonreía – hoy traje a alguien que quiero que conozcas, sé que no te gusta hablar con nadie, pero para mí es importante que lo hagas, ¿puedes hacerlo?  – asintió con timidez. Aomine se acercó y kagami iba a retirarse pero el pequeño se apresuró agarrarse de su brazo – solo iré hablar con la encargada volveré, él es la persona que quiero que conozcas – Le regalo una tierna sonrisa antes de retirarse.


Aomine se sentó en la banca y el menor lo hizo a su lado sin quitar la vista, del pelirrojo que se alejaba.  El moreno sonrió por eso.


–Te agrada taiga – el pequeño miro al moreno y asintió –tu también le agradas mucho – volvió a decirle viendo una hermosa sonrisa del menor –nosotros somos una familia, taiga es mi pareja y esposo, solo somos nosotros dos ¿te gustaría ser parte de nuestra familia?


–ka-san decía que yo era su única familia – le menciono el pequeño no entendiendo del todo al mayor.


–A taiga le gustaría que fueras parte de nuestra familia, quiere sacarte de aquí – le decía el moreno.


–¿A ka-san? – pregunto esperanzado.


–A Taiga –corrigió


–Ka-san – volvió a decir  con seguridad el menor


–No, no hablo de tu oka-san sino de taiga – le explicaba para hacerse entender


–Ka-san – volvió  a repetir, aomine estaba que explotaba hasta que comprendió


–¿Le dices ka-san a taiga? – Sonrió al ver el asentimientos – ah… en eso caso sería oto-chan, ¿pero porque?


El más pequeño, le mostro la foto de su mama en su dije, aomine observo a la sonriente chica, se veía feliz mientras cargaba un bebe en sus brazos.


–Es muy bonita y te pareces mucho a ella… pero… – no quería decirlo pero tenía que asegurarse no quería que por este motivo, le causara daño a kagami –sabes que Taiga y tu mama no son la misma persona ¿verdad? – miro atento las reacciones del menor.


–si, ka-san murió en ese accidente – dijo ensombreciendo su rostro – por mi culpa… ella no está conmigo… ¿me porte mal? – le pregunto aomine tratando de retener su llanto. Daiki inmediatamente lo tomo en brazos y lo sentó en tus piernas, maldiciendo su poco tacto, en todos sus entrenamientos jamás escucho nada de cómo enfrentar una situación así.


–No es tu culpa pequeño, no pienses en eso, si lloras tu mama y taiga se pondrán tristes – le decía secando sus lagrimitas, y como si fueran palabras mágicas dejo de llorar.


Kagami caminaba con lentitud hasta donde se encontraba el moreno y el menor.


–¿y bien? – le pregunto a daiki


–¡ka-san! – grito con alegría, bajándose de las piernas de aomine para correr los brazos de kagami.


–yui, que fue lo que te dije con respecto al ka-san – kagami se asustó por eso, pensó que quizás la respuesta seria no. El pequeño rio


–¡to-chan! Y to-san! – grito y kagami miro al moreno viendo una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, signo inequívoco de que había aceptado adoptarlo.


 


~*~


 


Dos años habían pasado desde el momento en que habían decido agrandar su pequeña familia por aquel pequeño que en el primer instante había ganados su corazones.


La reacción de su círculo de amigos no fue diferente la timidez inicial del chico era adorable, prácticamente no se despegaba detrás de las piernas de aomine o taiga, cuando lo obligaban a presentarse. El más embobado fue el papa de taiga pues el menor le recordaba a su adorable hijo y aquellos dulces años de su juventud.


A las semanas después de vivir con el menor llegaron al acuerdo de que un departamento no era lo más adecuado para su pequeño así que optaron por una casa con un enorme patio, era ahí mismo donde se encontraba el moreno junto con su hijo.


–Vamos yu-chan, tienes que perfeccionar ese tiro antes de que llegue taiga – le decía mientras encestaba el balón en el aro, bajo la atenta mirada de yuito


–ya voy, ya voy, es que no puedo – decía intentándolo de nuevo, y la pelota daba justo en el aro.


–Bueno si quieres, solo le damos el regalo y tu tiro lo dejamos para su cumpleaños  – le decía acariciando sus rojizos cabellos.


–No to-san a atochan le gusta verme jugar quiero mostrárselo en su día – dijo con determinación 


–eh~ ¿y a mí que me darás? – le pregunto mirándolo inquisitivamente.


–Se que si hago feliz a to-chan a ti también te hare feliz ¿verdad? –dijo mirándolo con la misma mueca y hasta un poco picara.


–aishh, pequeño bribón sabelotodo– le grito quitándole la pelota y encestándola en el aro que estaba más arriba con el que entrenaba su hijo. Aquel tiro fue bestial, el menor se quedó sin habla.


–Si logras hacer ese tiro me harás inmensamente feliz


–Es… es imposible to-san – aun metido en aquel tiro


–¿Sabes que solo tiene seis verdad? – pregunto kagami desde el ventanal con una pequeña en sus brazos y mirando reprobatoriamente al mayor


–To-chan, saya-chan – grito con alegría –to-chan ven aquí quiero mostrarte algo – kagami salió con la pequeña y aomine se acercó dándole un beso y tomando a su risueña hija en brazos, su pequeña y adorada versión femenina, claro que su piel era unos tonos más claros de añito y medio.


El menor se estaba preparando, repasando todo meticulosamente en su memoria hasta el grandioso y majestuoso tiro de su padre se cruzó por su pequeña cabecita.


Comenzó a botear la pelota y su mirada cambio como quien fuera otra persona, a una  velocidad impresionante para su edad corrió hasta el arco, saltando y encestando el balon con fuerza en el aro hecho para él.


Kagami se había quedado casi en shock al ver el tiro y no solo por eso si no por la expresión de su pequeño al hacerlo, miro al culpable que sonreía con orgullo.


–Eres una mala influencia – le dijo a su esposo. El pequeño al encestar lo había hecho con suficiencia y seguro de ello, mientras descendía sonrió con orgullo y arrogancia de su logro, lo único que le faltaba decir era que era el mejor, y no lo hacía porque así fuera si no que tanto mirar  a daiki, el inconcinamente lo había hecho igual.


–To-chan, tosan ¡Lo vieron! – corrió con alegría hacia los seres que le daban su alegría día con día. –¡Feliz día! – volvió a decir mientras los abrazaba a los dos, kagami sonrió y se agacho para besar su frente y aomine le desordeno el cabello.


La pequeña se removió en los brazos  y aomine la bajo para que gateara.


–Saya, mira a tu nii-san, será el mejor en este deporte tal y como lo fueron to-chan y to-san.


Aomine abraso a su esposo y beso su mejilla, mientras seguían mirando como el pequeño volvía encestar y a la pequeña reírse por eso.


–Feliz día taiga, gracias por darme esta hermosa familia. – el pelirrojo sonrió y dio vuelta su rostro para besarlo.


–¡Feliz Dia! – le correspondió y ambos siguieron viendo a su pequeña, pero hermosa familia.


 


Fin

Notas finales:

Muchas gracias por leer, espero hayan pasado un bonito momento leyendo n.n díganme qué tal si?

Que tengan una bonita semana nos leemos pronto <3 <3

 

Disculpen los errores u.u~


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