Provocador
- Sos un provocador, eso es lo que sos.
Sintió tanto placer de poder decirle lo que se le había atragantado en la garganta cuando James le había pellizcado el trasero. Si la cámara no hubiese estado prendida, se lo hubiese dicho. Pensándolo mejor, se lo hubiese dicho de todas formas, tendría sentido en su bromance, como llaman su relación los faranduleros. Pero ellos no son hermanos, si lo fueran, serían unos muy incestuosos, como los Lannisters.
En cuanto lo vio salir hacia el patio de la casa donde habían organizado una fiesta por las carreras, entendió la indirecta. Le dio un beso a Alicia en la frente y le dijo que volvería. Ella también había entendido la indirecta, su acuerdo tácito de no exclusividad mantenía las quejas al mínimo, pero eso no quiere decir que no las hubiera. Sí podía poner la cara que quisiese cuando la otra persona que calentaba la cama de Michael estaba en el mismo lugar que ella. Observó a Michael marcharse por la puerta de vidrio, hacia la oscuridad del patio y siguió hablando animadamente con Nicholas.
Lo localizó apoyado en el tronco de un árbol de una enorme copa, en unos días sería luna llena y su brillo tiraba sombras tenues en el amplio terreno. Adivinaba su sonrisa pícara, no tenía apuro, se acercó disfrutando cada paso que lo acercaba más a James.
- Bien, tenés mi atención.
- Pensé que ya la tenía – contestó divertido. Por un segundo, los ojos de James reflejaron el centelleo de la luna y los vio penetrantemente celestes, como a la luz del día. Se detuvo a dos pasos, mirándolo directamente.
James estaba expectante, sabía que el turno de Michael de hacer algo, de contestar a su provocación. Por el momento, se dejaría hacer. El irlandés dejó caer el peso de su cuerpo hacia adelante, apoyó su mano izquierda en el tronco. Con la otra comenzó a delinear el hombre izquierdo de James, bajó por la manga de su remera negra hasta tocar la piel lechosa. El contacto era suave, delicado. Michael no quitaba la mirada de James, calculando sus reacciones, pendiente de ellas. Sintió la piel de gallina bajo su toque, la noche estaba fresca pero cálida, sin embargo, Michael sabía que eran sus dedos recorriendo desesperadamente lentos el brazo izquierdo de James los que causaban esa reacción.
En cuanto llegó a su mano, Michael ascendió esta vez, por su torso, desde el cinturón de sus estrechos pantalones oscuros hasta sus hombros, delineando su delgada y firme figura, todo sin quitar su vista del otro. Podían sentir sus respiraciones profundas, el escoses abrió ligeramente los labios rojizos cuando Michael finalmente tocó su rostro, acunándolo con su mano. Cerró los ojos involuntariamente.
- Sos un provocador, eso es lo que sos – Michael susurró encima de su oído izquierdo, el aliento cálido presionando contra su piel hizo que olvidara su idea de quedarse quieto. Estiró los brazos y acercó el torso de Michael hacia el suyo, sintió la calidez de su cuerpo golpeando el suyo y gimió bajito, quejándose de la demora del ansiado contacto.
Entonces Michael se detuvo en chupar el lóbulo de su oreja. Los gemidos de James eran más audibles, sentía la entrepierna del pantalón apretada reaccionando ante ese estímulo. El escoses apretó más aún su musculoso cuerpo, lo necesitaba sentir sin toda esa ropa en el medio. La mano de Michael estaba fría cuando se metió debajo de sus pantalones y comenzó a amasar su nalga, se la separaba, intentando hacerse un lugar hasta llegar a su punto más estrecho. Rugía con la boca alrededor de la oreja de James, imaginaba que era su pene y le dedicaba igual atención, mientras se restregaban mutuamente, ya desesperadamente.
Cuando Michael alcanzó a rozar la carne apretada de James, lo soltó ágilmente y se apartó.
- Esto… es… provocar…
- No, esto es crueldad. Vení.
Quiso sujetarlo para besarlo pero Michael no se dejó. Interpuso una mano estirada entre ambos. James estaba desconcertado y caliente, la peor combinación. Quería y necesitaba aliviar ese deseo.
- No. No lo vuelvas a hacer, porque después no te bancás las consecuencias – le dijo entre serio y divertido. James, exasperado, se pasó una mano por la cabeza ahora pelada y se señaló la entrepierna, donde asomaba un pronunciado bulto -. ¿Y qué? ¿Sabés cómo me dejaste cuando me tocaste el culo hoy? Estaba más caliente que pava, James – dijo casi gritando. Algo parecido a un puchero asomó de los labios del más pequeño. Michael no pudo seguir pretendiendo que estaba molesto, lo estaba, pero de un modo inofensivo – Vení, volvamos – le extendió una mano junto a una sonrisa encantadora, una de esas de costado, con los ojos tan iluminados como siempre que miraba a James.
El escoses tomó su mano y le devolvió la sonrisa. Venían sujetados por la cintura, compartiendo bromas privadas y sin dejar de mirarse, ya sin tensión no resuelta. Michael acariciaba la pelada de James, la de arriba. Entraron a la sala sin cambiar de posición, era común verlos así, siempre tocándose. Sin mediar palabra, Michael fue al lado de Alicia. James, por respeto y porque no soportaba las miradas duras de la joven sobre su persona, fue a entablar conversación con el ganador de la carrera de la tarde.
- ¿Qué estás tomando? – Alicia le mostró la menuda botella de cerveza. Michael entendió y fue a buscar dos, enseguida se enganchó con la charla de Nicholas y Jennifer, no sin dejar de mirar hacia donde estaba James. No lo perdía de vista, no se perdía ninguno de sus gráciles y contundentes movimientos, su ceja traviesa, su trasero redondeado, su risa grave, el espacio que lo rodeaba parecía vibrar ante su presencia. Él vibraba ante su presencia. Sonrió ante la idea de ese pellizco, sonrió ante la idea de que James también lo estaba mirando.