Capitulo I
“Si tu esposa no se enoja”
La primera vez que lo vi, yo había quedado en el café Bonne Chance con mi mejor amiga y compañera del alma Amanda, quien era una de las mujeres más bellas que he tenido el gusto de conocer, con su corta cabellera pelirroja, su esbelta figura, su piel blanca y su fuerte carácter…bastante fuerte he de decir.
Ella es la chica que todo hombre quiere llevar a su madre, tan bella, tan inteligente y tan lesbiana. Creo que por eso nos hemos llevado tan bien durante tanto tiempo ya que no habría posibilidades de que ninguno de los dos cayera enamorado uno del otro en ningún momento, ambos bateamos para lados contrarios.
Ese día ella iba algo disgustada según recuerdo había discutido con su amada novia Scarlet, una chica bastante alegre y risueña siempre tomándose muchas cosas a la ligera y eso Amanda no lo puede soportar, sus peleas son las más cortas, intensas y ridículas que he visto, todas terminando con un final feliz.
- Es que lo puedes creer- su cara blanca se iba tornando roja de la furia- ella que cree que mi enojo es una gracia… me molesta que me quiera hacer reír cuando es obvio que estoy más que cagada- olvide mencionar su hermoso y florido lenguaje.
- Amanda, sabes que ese es su carácter no le veo nada de malo quererte quitar el enojo con unas cuantas risas, es que tu eres muy pesada cuando te enojas.
- ¡Pesada yo!, me perdonas pero me disculpas pero no vine aquí a ser insultada, tú debes quedarte callado chulo escuchando mis quejas como el supuesto buen amigo que eres.
- De acuerdo jefa, sigue hablando-mi tono fue más que sarcástico.
Ella simplemente echo una carcajada y puso la pose más mamona que le salió del corazón.
En ese momento nuestra orden llego a la mesa, yo había pedido un delicioso te de limón, tome la tasa acercándola a mis fosas nasales -¡Ah!-nada como el calor de una deliciosa taza de té.
Amanda y yo seguimos con nuestra charla con un poco menos de quejas y un poco más de ponernos al día, cuando de un momento a otro el local se lleno de las distintivas risas de la gente joven. Casi como acto reflejo voltee para ver de quien provenía el escándalo y fue ahí cuando lo vi entre el tumulto caótico de chicos y chicas, con su cabello platinado y sus ojos azules.
¿Porque el pecado siempre luce más joven?
Quise alejar la mirada, estaba siendo demasiado obvio, pero simplemente no podía.
Entonces paso lo imposible, me miro y me sonrió de una forma que me derritió por dentro para después bajar la mirada de forma coqueta y seguir platicando con sus amigos.
- Hey, no es algo chico para ti
- ¿Eh?-Amanda soltó una risa burlona y agito la cabeza de un lado a otro.
- Esta bastante lindo, verdad-Amanda sonreía con autosuficiencia.
- Amanda no se dé que hablas-intentar indiferencia con una amiga que te conoce desde los 20 no es nada sencillo…enserio nada sencillo.
- Cristian eres la persona más obvia y trasparente del mundo entero, la palabra secreto y tu no pueden estar en la misma oración.
- Es muy joven-mencione admitiendo mi derrota-
- Pero y que a los jóvenes siempre les llaman la atención el mundo adulto por maduro, sexy y misterioso, cosa que tu cumples.
- No lo sé- siempre he sido algo soso a la hora del tema de la conquista-
Solo vi a Amanda torcer los ojos con desesperación, decidí ignorar su manía y volví mi vista hacia aquel chico y para mi sorpresa el me veía a mi también, me sonrió abiertamente y yo no sabía qué hacer sin embargo no corte el contacto visual, hasta que el fue interceptado por una chica de su edad bastante bonita, la cual le entregaba su vaso de café después de eso lo vi pedirle a un mesero una especie de servilleta y hasta ahí llego mi visión ya que otras dos chicas se pusieron a su lado tapando mi visibilidad.
Después el tumulto de chicos salió del lugar y con ellos aquella cabellera platinada.
Malditos romances express
- Eres lento mi amor
- Cállate Amanda
- Tranquilo bebé, mira vayamos a un bar esta noche tu, Scarlet y yo, para que te consigas aunque sea una noche de sexo salvaje y así olvidas a ese recién nacido de ahorita que me dices.-no pude evitar que se me escapara la risa, Amanda sabia alegrarme el humor-
- Eres una estúpida
- Pero soy tu estúpida
- Ah no ese paquete que se lo cargue Scarlet porque yo…
- Disculpe
Un mesero irrumpió en nuestra mesa y de forma cordial me entrego una servilleta doblada por la mitad.
- Lamento intromisión pero un joven me dijo que le entregara esto, con permiso.
Nuestra pequeña mesa quedo sumida en un corto silencio.
- ¡Oh dios mío! ábrelo-Amanda temblaba de emoción en su asiento.
Me acomode mis lentes y abrí aquel pedazo de papel, no podía creer lo que mis ojos veían quede mudo.
- Me la haces mucho de emoción, dame eso-Amanda me arrebato el papel de mis manos y lo leyó con rapidez, entonces un gritillo agudo salió de su boca- Scarlet tiene que saber esto- tomó su bolsa y se levanto.
- ¡Amanda espera!-me levante y fui tras de ella hasta alcanzarla y arrebatarle la servilleta-¡porque eres tan apresurada mujer!
- Cristian tienes que aprender a moverte rápido a veces- sus palabras quedaron flotando en el aire, mientras se subía al auto del lado del conductor una indirecta para que yo subiera al otro lado.
Suspire, hay cosas que no puedes cambiar en la personas pero bueno Amanda es Amanda.
Subí del lado del copiloto aun con las palabras de aquella nota florando en mi cabeza.
“Llámame si tu esposa no se enoja
818-026-537
Lucky ♥”