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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Bien, después de mucho tiempo aquí un nuevo capítulo, espero lo disfruten :D

Concentrado en las líneas que leía de manera clara y delicada, se permitió perderse de lleno en la empalagosa pero fascinante historia que  se encontraba entre aquellas páginas; apenas habían transcurrido diez días desde que habían llegado de Caloria y no perdió oportunidad de salir de la alcoba real y adentrarse en los aposentos de su madre, la cual a pesar de presentar grandes mejoras, pocas habían sido las ocasiones en las cuales había despertado, solo decía algunas palabras en las que mayormente, expresaba la preocupación por sus hijos, preguntando por cada uno ellos y el cómo estaban, para después regresar esa desorbitada mirada a su rostro y  finalmente, volver a caer en un sueño profundo.

Desde entonces procuraba pasar la mayor parte del tiempo a su lado, aun y a pesar de las constantes quejas de su prometido, pues a pesar de presentar una avanzada recuperación, el moreno insistía en que descansara sin embargo, él no se permitía permanecer postrado sobre una cama por mucho tiempo, al inicio su objetivo al regresar al reino era ayudar en la búsqueda de la hermana del rey, la cual había desaparecido de una manera tan extraña que incluso costaba trabajo creerlo ¿cómo era posible que una persona se fuera sin dejar alguna clase de rastro? Entendía que prácticamente había sido secuestrada, pues por lo que había averiguado, la chica impidió que fuera Yuuri quien terminara en esa situación.

Aún y después de todo no podía sacar de su mente todo lo ocurrido desde su llegada a aquella nación, el ataque inesperados que sufrieron, la muerte de la gobernadora de aquel lugar y sin duda, aquel asalto de cólera que lo había llevado a actuar de manera precipitada, el mismo asalto que ahora lo mantenía tan limitado pues como soldado estaba acostumbrado a ir de un lugar a otro sin tener que pedir permiso de algo, aún más en situaciones como las que estaban viviendo que, si no fuese por su madre a quien necesitaba cuidar y tenía la imperiosa necesidad de tenerla a su lado, no existiría otra razón que lo detuviese de tomar su caballo y salir a buscar alguna pista, alguna señal de la hermana del moreno; le era de lo más humillante verse encerrado entre cuatro paredes por la sobreprotección de un par de hermano mayores que sin importar el tiempo que pasase, siempre lo verían como un niño sin mencionar la fatigante y porque no decirlo, en ocasiones linda, manera de su prometido de, según él, estar sobre su persona de manera “disimulada”.

Tratando de alejar cualquier clase de emoción que lo llevase a lanzarle el grueso y pesado libro que tenía entre las manos a alguno de aquellos que lo mantenían, según el cautivo, prosiguió con la lectura, sin duda le parecían fascinantes la clase de historias que su madre leía que, a pesar de ser mayormente románticas y en algunos casos subidas de tono, trataban de dejar alguna clase de enseñanza más que el simple hecho de mostrar escenarios prácticamente imposibles en la que una pareja de amantes se declarase su amor, especialmente en esa historia en particular que por alguna razón, le era difícil dejar de leer.

En ella se mostraba a una pareja que vivían en el mismo pueblo y que, por cuestiones del destino, en medio de los ajetreos de la plaza habían logrado coincidir en una de las tantas ocasiones en las que ambos pasaban por el lugar, ocasión en la cual uno de ellos se había enamorado a primera vista del otro y que, por medio de varias técnicas, había tratado de que su amor fuese correspondido sin embargo, la otra persona nunca pudo corresponderle y en un intento desesperado, el hombre había raptado a la otra persona llevándola a un lugar solo y alejado de los demás con el fin de poder demostrarle su amor, pese a eso  finalmente supo que la razón por la que el otro no le correspondía era debido a que no le quedaba mucho tiempo de vida, ambos, desesperados y compartiendo un mismo sentimiento se dejaron llevar por sus sentimientos, la pasión y el afán de mostrarle al otro el amor que sentía; pero como toda historia tiene un final, esta tenía uno que no dejaba de intrigarlo pues tras la entrega carnal que habían tenido el hombre se permitió descansar acunando entre sus brazos el cuerpo de su amante sin embargo, a la mañana siguiente, lo único que había logrado encontrar era el collar que el otro siempre llevaba, el mismo collar por el cual lo había conocido, pues esa joya lo había segado con el brillo causado por estar en  contacto con el sol el día que había ido a la plaza haciendo que volteara a ver a quien lo llevaba puesto.

-Vaya historia-dijo el joven cerrando finalmente el libro y sintiendo el inquietante sabor de boca que esa historia le había dejado.

-Oh vamos Wolfy, no me dirás que no disfrutaste de ella, especialmente la parte donde comienzan a quitarse la ropa- escuchó decir de manera débil a la persona recostada a uno de sus costados.

Con los ojos aún entrecerrados y una pequeña sonrisa adornando su ya no tan pálido rostro, la ex maou comenzaba a despertar, se sentía mejor o por lo menos ya era capaz de mover la mayoría de sus extremidades, sin duda alguna a pesar de no poder ver a su hijo, era consciente de que este sin importar la situación siempre se presentaba a su alcoba preparado para leerle alguna de sus variadas novelas de amor que permanecían guardadas en algunos de sus estantes, cosa que la llenaba de una inmensa alegría y la ayudaba a alejar todos aquellos recuerdos poco gratos que la habían llevado hasta aquella situación.

-Por Shinou madre, que alegría verte despierta ¿cómo te sientes?-preguntó el rubio mientras abandonaba la silla en la cual siempre permanecía sentado a la vez que se sumergía en las historias que día con día le leía a su madre y acunada entre sus manos la débil extremidad de su progenitora.

-Mejor pero me preocupa una cosa-dijo la mujer mientras apartaba la vista del menor.

-¿Qué sucede madre?

-No quiero ni imaginar cómo me veré sin mis tratamientos, por shinou de seguro soy un monstruo-contesto de manera dramática mientras colocaba su otra mano sobre su frente.

-Madre por favor compórtate, aunque me alegra ver que estas recuperando los ánimos.

Dicho eso el rubio continuó observando a la mujer que permanecía recostada sobre la cama mostrándole una dulce sonrisa, debía admitir que aún tenía presente el hecho de que tanto sus hermanos como su prometido le hayan mantenido oculto la desaparición de su madre sin embargo, tampoco los culpaba ya que tras todo lo acontecido no dudaba en que quizá no hubiese recibido aquella noticia de la mejor manera y, después de todo, lo único que apaciguaba todas las emociones que sentía respecto a ese tema era el hecho de por fin tener a la mayor sana y salva y especialmente a su lado.

-Y ¿ya vas a contarme?

-¿eh? ¿A qué te refieres madre?-comento un tanto desconcertado el ex príncipe tras ver la mirada traviesa y alegre que le mostraba su progenitora.

-Wolfy no quieras engañarme, soy tu madre y te conozco lo suficientemente bien como para saber que algo ha sucedido o ¿me dirás que tienes un talento natural para interpretar las escenas eróticas que me leíste?-termino de decir la mujer mientras soltaba una risilla.

-¡Madre!

-Oh bien, no me digas eso pero por lo menos dime ¿de dónde sacaste ese anillo?

Tardando un poco en reaccionar, el chico trató de retirar sus manos de las de la ex reina pues si bien, no es que pretendiera ocultar el hecho de que fuera un regalo de Yuuri como una muestra de sus sentimientos y de la seriedad que había tomado su relación por supuesto que no, simplemente que conociendo a su madre, era muy probable que esta tratara de indagar más acerca del asunto, de dónde lo había sacado el maou, del por qué se lo había dado y especialmente del cómo se lo había dado, que sin duda alguna ese era el principal punto que le preocupaba ¿cómo podría decirle a su madre que el anillo era una de las causas por las cuales hubiese terminado entregándose a su prometido? Mucho menos le diría que tras hacer el amor este se lo había obsequiado.

Sin querer imágenes de aquella noche se fueron agrupando en su cabeza, del como una discusión por saber qué era lo que el maou escondía los había llevado a todo eso, sin duda no se arrepentía del haberle insistido por saber que había en ese morral pues ambas cosas tanto la que el rey había tratado de mantener oculta y lo que eso había provocado lo llenaban de una inmensa felicidad; aún era capaz de sentir las caricias del moreno, de su lengua recorriendo cada parte de su cuerpo, de las mordidas que le había costado ocultar en su cuello, de los besos de este que simplemente lo hacían delirara, de aquel momento tan exquisito en el que se habían vuelto uno, la sensación de cada una de las embestidas que este le proporcionaba haciendo que le fuera imposible mantener la cordura y sin duda, aquel momento tan celestial en el que ambos habían acabado, eran tan placenteros todos y cada uno de esos recuerdos que sin duda le costaría la vida entera el poder olvidarlos.

Incluso ahora le parecía gracioso lo ocurrido cuando trato de levantarse del colchón con la finalidad de dirigirse a la habitación de la hermana de su prometido, le había causado tanta ternura la preocupación de este por el hecho de haberlo lastimado, de haberle causado alguna clase de daño, también era capaz de sentir aun la energía del chico recorriendo sus caderas en busca de curarlo, de hacerlo sentir mejor, de tratar de mantener la calma incluso en medio de ese caos con el simple objetivo de poder hacer que él se recuperara.

-¿Wolfy?-le llamó su madre tratando de traerlo de vuelta a la realidad. Le era de lo más tierno el ver aquel brillo en los ojos de su hijo, aquella cara llena de felicidad que mostraba con tan solo ver la joya que descansaba tranquilamente sobre su dedo anular izquierdo sin duda alguna, no necesitaba saber más de quien se lo había dado pues solo una persona era capaz de causar eso en el menor de sus hijos, un despistado y noble rey.

***

No sabía cuánto tiempo había transcurrido, ni en qué lugar se encontraba ni mucho menos si aquel espíritu a un estaba a su lado, solo era capaz de ver cientos de imágenes fugases que le mostraba un navío totalmente destrozado, cuerpos naufragando por la inmensidad del mar y las últimas palabras que el rey original le había dicho antes de verse sumergida en ese limbo en el que se había transformado su cuerpo.

Tratando de recobrar la conciencia trato de mover cada parte de su cuerpo, sin duda alguna algo realmente grave debió de haber sucedido en aquel barco pues cada una de sus extremidades se encontraban tan adoloridas que al más mínimo movimiento era capaz de sentir como si alguna clase de látigo le golpeara tan fuertemente que de a poco le fuera desgarrando los músculos.

Después de algunos minutos de lucha constante entre el cansancio tanto físico como mental que todo su ser presentaba, finalmente fue capaz de abrir los ojos encontrándose con un escenario totalmente desconocido, por un segundo se creyó cautiva por aquellos quienes la habían raptado, quizá en alguna clase de celda o cuarto lleno de aquellas piedras que tanto la debilitaban o peor aún, aquella sustancia más poderosa que podía llegar a matarla y que había sido una de las principales razones por las cuales había resultado afectada tanto ella como la hija de su hermano el día que tuvo aquella pesadilla con aquel ser que tanto temor le inculcaba.

Rápidamente fue descartando cada una de esas ideas al percatarse de las voces provenientes de alguna parte, tallándose levemente los párpados comenzó a identificar mejor todo aquello que la rodeaba ¿cuántas veces desde que había llegado a ese lugar se había encontrado en esa clase de situaciones? Esas en las cuales su cuerpo no le respondía y se sentí tan desorientada que no era capaz de moverse de manera más libre y teniendo siempre a tope sus sentidos por si algo buscara  dañarla; ya con la vista más clara pudo darse cuenta de lo cálido y humilde que resultaba ese lugar pues, a pesar de ser pequeño, estaba totalmente limpio y ordenado de una manera tan minuciosa que parecía imposible, desde las maderas rectas de las que estaban hechas la paredes, hasta los muebles hechos de aquel mismo material que descansaban en distintas parte de la estancia.

Juntando la poca energía que aún tenía en su cuerpo trató de levantarse, pues al parecer había estado descansando en lo que parecía ser una especie de cama hecha de diversas telas y trozos de madera, sintiéndose un poco más orientada clavó su mirada hacia lo que se encontraba frente a ella pues el sitio, en lugar de tener alguna especia de puerta en lo que parecía ser la entrada a ese cuarto solo poseía una tenue tela que dejaba entre ver la figura de algunas personas que pasaban frente a ella desde el otro lado. Por fin de pie dirigió su andar hasta la entrada con la esperanza de encontrase con alguien que pudiera decirle donde se encontraba quizá y con suerte, estuviera cerca de Caloria y si, realmente lograba tener esa fortuna era muy probable el que pudiese volver hasta ahí para encontrarse con los demás pues no creía que fuese posible el que haya permanecido inconsciente por más de unas cuantas horas.

Con sigilo comenzó a salir de apoco del lugar, no creía estar en peligro pues los sonidos que lograban llegar hasta ella le hacían pensar que quizá tras esa cortina se encontraba alguna clase de pueblo u aldea ya que incluso las vocecillas de algunos niños eran capaces de oírse; ya finalmente fuera de aquel sitio en el que había estado descansando se percató de que había estado en lo correcto dado que, tras aquella tela que acababa de remover se encontraban docenas de persona yendo de un lugar a otro, algunas, especialmente mujeres, llevaban diversas canastas llenas de frutos, panes e incluso quesos y huevo, mientras por otro lado, cerca de lo que parecía ser una cueva , algunos hombres movían pesadas carretas llenas de piedras y maderas que repartían entre los demás aldeanos que continuaban con sus deberes. aunque lo que realmente le parecía extraño, era el hecho de que parecía estar muy bien protegido el lugar ya que, por las orillas de todo el terreno se encontraba una valla hecha de maderas gruesas terminadas en punta y algunos hombres dando rondines con lanzas y espadas por lo que parecían ser las puertas del lugar.

-¿Quién es ella?

-Nunca la había visto por aquí

-Mira su cabellos, seguramente ha venido a sacarnos de aquí

Fueron los murmullos que comenzaron a escucharse entre las personas en cuanto habían reparado en su presencia, era consciente de que debido a su aspecto levantaba mucho la atención y aunque nunca había vivido algo parecido que la hiciera comprender muy bien a que se referían, tanto Gunter como el mismo Yuuri le habían contado diversas anécdotas en las cuales para que el maou pudiese pasar desapercibido había tenido que pinar sus negras hebras y usar alguna clase de lentillas sin embargo ¿qué podía hacer ella? No es como si cargara con tintes para el cabello y lentillas de colores cada vez que saliera de casa por si llegase a terminar en algún lugar no deseado, aunque viendo las no muy favorables reacciones de los hogareños quizá no terminaría siendo una mala idea.

-Mira que salir así como así de la cabaña, realmente quieres llamar la atención ¿no es así?- escucho decir a una voz que poco a poco comenzaba a acercarse pues, a uno de sus costados una joven mujer se encaminaba hasta ella, alta, de pelo rojizo y llevado un largo vestido color morado que cubría su fino cuerpo, sin embargo lo que más llamaba su atención, era el bastón de madera que llevaba en sus manos ya que en la parte superior, descansaban trozos de cristales de color verde oscuro que estaba segura, ya había visto antes.

-¿Acaso no piensas contestarme niña?-volvió a preguntar la mujer.

Aún sin saber concretamente que hacer continuó observándola, sin duda alguna era muy probable que aquella persona que estaba frente a ella supiera algo de lo que había ocurrido con el barco en el que iba y en dónde se encontraba ahora pese a eso, nada le garantizaba que la ayudara de buena manera, de hecho, era consiente que también existía la posibilidad de que aun y a pesar de su apariencia pudiese ser parte del ejército enemigo después de todo, Kilian también parecía ser una persona normal cuando lo habían visto merodear por el castillo.

-Te estoy hablando-se volvió a escuchar aquella voz pero esta vez de manera más violenta- se amable mocosa, pues tendrás que hablar quieras o no ya que el curarte y traerte hasta aquí no fue del todo fácil y es lo menos que puedes hacer para agradecernos.

-Nadie te pidió que lo hicieras- y ahí estaba de nuevo, aquella manera tan arisca y fría de manejar la situación, aún estaba presente la plática que había tenido con el rey original pese a eso, le era bastante difícil mantenerse calmada cuando semejante mujer con actitud prepotente se le ponía enfrente.

-Mira niña, deberías cuidar tus palabras que de no ser por nosotros estarías muerta.

-Pues hubiera estado mejor que el hecho de tener que soportarte.

-No te preocupes que eso podemos arreglarlo-contestó la mujer mientras alzaba su bastón y susurraba alguna especie de discurso que no era capaz de comprender.

-¡Telma!

Tras escuchar aquel potente grito, la pelinegra comenzó a buscar a la persona dueña de aquella voz pues al parecer, fuese quien fuese causaba un gran alboroto en el resto de las personas que hasta ese momento se habían amontonado alrededor de ella y de la mujer con la que había estado hablando, quizá fuera una especia de alcalde o gobernador que mandara en aquel poblado dado que las miradas que los pobladores mostraban en sus rostros dejaban ver el respeto y alegría que les daba el simple hecho de estar frente a quien fuese que había llegado.

-Creí que no volverías hasta ya entrada la noche-dijo el recién llegado pasando de largo de la pelinegra y centrando su atención a la persona que momentos atrás había llamado.

Ya con aquel sujeto finalmente mostrándose ante ella, pudo percatarse de que se trataba de un mazoku ya que, a pesar de no haber estado en contacto con muchos humanos, fuera de los que conocía en la tierra, de acuerdo a las descripciones que Conrad le había dado en una de sus pláticas, era consiente que ambas razas si bien compartían algunos parentescos, de igual manera poseían ciertas características que eran fácil de identificar que, para ella, eran demasiado claras por lo cual en cuanto había visto a las personas de aquel sitio fue capaz de darse cuenta de su especie.

Sin embargo, aquel hombre que aún continuaba hablando con aquella persona con la que había estado discutiendo, no podía ocultar demasiado su descendencia demoníaca, especialmente su atractivo pues a pesar de ser un hombre maduro no dejaba de ser hermoso, desde su no tan larga cabellera dorada, su cuerpo musculoso y blanquecino, al igual que aquellos ojos tan azules que le recordaban al claro color del cielo. Aun recorriendo cada uno de sus movimientos, se preguntó si aquel hombre sería del que había escuchado el día de la junta con los nobles, ese mazoku que supuestamente los había traicionado pues aunque solo era consciente de su nombre, por alguna razón se imaginó que con aquella apariencia y el duro carácter que desde ya se le veía, bien podría encajar con esa clase de actitud.

Sintiendo una penetrante mirada sobre su persona, giró su rostro hacia quien lo observaba detalladamente pues no muy lejos de donde se encontraba podía ver a una chiquilla de cabellos tan oscuros como la noche que no perdía detalle de cada uno de sus movimientos, le dedicaba una mirada tan severa y quisquillosa que aquellos ojos tan parecidos al carbón la hacían parecer bastante hipnotizante.

-¿Cómo te sientes?-fue lo primero que se le ocurrió preguntar, pues aún podía recordar la imagen de esa niña varada en las orillas del mar, llena de cortaduras, con la ropa hecha tirones y una clara cortadura por todo lo largo de su brazo izquierdo que sin duda, no podía haber sido causada por otra cosa que no fuese un animal; ante la interrogativa pudo notar como la joven se tensaba pues tal parecía que no se esperaba que lo primero que le dijera fuese eso.

-No creo que te importe-contesto la chica de manera cortante.

-Si no me importara no te hubiera preguntado-dijo el hombre mientras que, con una mirada, le indicaba a Telma que comenzara a alejar a las personas del lugar, quería saber quién era esa enana, pues de sobra sabía que debía estar relacionada con Shin Makoku, más específicamente con el maou dado que, aquel cabello y color de ojos no era algo que se viera todos los día.

-¿Dónde estamos? ¿Quién eres tú?

-Mira niña…-trato de decir antes de ser abruptamente interrumpido por la chica.

-¡Hay ya basta! Mi nombre no es niña, chiquilla ni mocosa, mira que ya me fue suficiente con tener que soportar a la mujer esa, mi nombre es…-no sabía si fuese buena idea el decir su nombre pues aún no comprendía del todo quienes eran esas personas y por qué, como ellos decían, la habían salvado, tratando de mantener la calma optó por usar alguna clase de seudónimo, ya después tendría tiempo de decir quién era realmente solo si la situación así lo ameritaba- Miko…-ya en otro momento tendría tiempo de disculparse con la madre de Yuuri por usurpar su nombre.

-Pues bien señorita Miko, ahora me dirá ¿Qué relación los une a usted ya al maou?

Preocupada ante la pregunta, Naomi comenzó a dudar de lo que debía de hacer, pues de alguna u otra forma se sentía acorralada ¿cómo podía saber ese hombre si alguna clase de relación la unía al maou?…ah claro, lo había olvidado, su pelo y ojos.

-¿Dónde estamos?

-Te hice una pregunta

-Y yo también, ya te dije quién soy, creo que es justo que ahora tú me contestes a mí.

-No estás en posición de exigir algo, estas bajo nuestras órdenes a menos que tengas como pagarnos el hecho de haberte curado, en especial esa asquerosa herida en tu brazo que de no haber sido por nosotros quizá te lo hubieran tenido que amputar, créeme que un poco más y no hubieran podido parar la putrefacción que tenía.

Ante lo dicho, la joven dirigió su mano hacia la herida, no dudaba que lo que el rubio le decía fuese cierto pues aún era capaz de sentir las garras de aquella bestia encajándose en su piel mientras trataba de alejarla para poder proteger a su hermano, pese a eso no pretendía dejarse intimidar dado que no sabía que eran capaces de hacerle si se llegaban a enterar que no solo era una simple conocida del rey demonio, sino su hermana pues tenía muy bien sabido que aunque la alianza contaba con muchos países humanos que apoyaban a Shin Makoku y que de encontrarse en alguno de ellos le brindarían su ayuda, también tenía muy encuenta que existía otros que hacían todo lo posible por mantenerse muy bien alejados y le rogaba a Shinou, que en el lugar en el que estaba no fuera uno de esos.

-Ya lo he dicho, nadie pidió que lo hicieran y supongo que al ser el gobernante de este lugar ahora querrás encerrarme en algún calabazo mientras me torturan ¿verdad?

-Ser rey de Francia no estaría mal y no, no pretendo hacer eso mocosa, no me interesa escucharte llorar y suplicar por tu vida, al menos no por ahora.

-Bien te propongo algo, quieres que te pague ¿no es así? Lo haré, solo necesito que me lleves con el rey Antoni y te daré lo que quieras- no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero tenía que intentarlo ya que si mal no recordaba, tanto el nombre del lugar como el del rey los memorizaba muy bien como quienes conformaban parte de la alianza.

Sin comprender el extraño comportamiento que presentaba la menor decidió aceptar, pues desde el pueblo hasta el castillo existía el tiempo suficiente para hacerla hablar de manera que no sacara alguna clase de evasiva pues aún mantenía presente aquellos rasgos que la hacían tan similar al maou sin embargo tenía entendido que no podía existir alguien más que compartiera esas características; dando las órdenes pertinentes comenzó a movilizar a un pequeño grupo de hombres que lo acompañarían a él y a la pequeña invitada hasta aquel sitio, en eso estaba hasta que algo llamó su atención pues al parecer algunos de los niños del lugar se habían acercado hasta la chica en busca de saber quién era ella y, llevándose una gran sorpresa, la joven, aunque no les contesto sus preguntas, había comenzado a jugar con ellos como si los conociera de toda la vida hasta que escucho parte de una conversación que lo desconcertó.

-Oye ¿tú no eres de esos demonios que tratan de hacernos daño?-pregunto un pequeño de cabellos castaños y mirada ambarina.

-No, por supuesto que no ¿por qué lo preguntas?

-Porque de dónde venimos los mazokus fueron quienes mataron a nuestros padres.

Observando como la pelinegra meditaba un poco las palabras del pequeño y lo tomaba entre sus brazos mientras acariciaba su cabeza-No hay diferencia entre humanos y mazokus, quizá parezca una locura, pero créeme, existirá un día en el que todos viviremos en paz, como en este lugar.

-Julia…-susurro mientras la imagen de su difunta prometida se veía reflejada en la joven que aún permanecía acunando al castaño.

Notas finales:

Se que ha pasado demasiado tiempo y lamento eso, como sea espero que aún disfruten de cada capítulo y de las historia en general, espero con más ansias que nunca sus lindos comentarios y nos leemos pronto Bye bye :3


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