Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Detrás del origen por Leila Bielefeld

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí está el nuevo capítulo, espero les guste :D

Abriéndose paso por cada uno de los lugares por los que pasaba, el castaño continuó su  trayecto en dirección a las habitaciones principales, seguía sin comprender que era lo que estaba sucediendo, simplemente sentía que toda esa situación se les estaba yendo de las manos, pues su madre estaba desaparecida, por lo que había escuchado la situación en el templo del rey original no era mejor que la de Pacto de Sangre, no había visto a su majestad y a su hermano en toda la mañana y ahora todo aquel alboroto.

-No puede ser…- escuchó decir a una voz proveniente tras de él.

Recuperando la compostura dirigió una fugaz mirada a sus espaldas percatándose de la presencia del general, por un momento había olvidado que le venía siguiendo los pasos tras haber salido corriendo en las misma dirección que el resto de los soldados-¿De qué hablas?- atinó a preguntar mientras dirigía nuevamente su atención a las personas que, a paso apresurado, se encontraban delante de él.

Sin la intención de contestar la pregunta que su hermano le había formulado, el general apresuró aún más su andar mientras enviaba una de sus manos a la empuñadora de su espada, pues no había duda, la ruta que estaban siguiendo era la misma que solo los podía llevar a dos de las habitaciones más importantes del palacio, a la del rey o a la de su hermana.

Aún con una amplia distancia alejándolos del lugar, ambos hermanos comenzaron a escuchar una voz totalmente distorsionada y lastimera que pronunciaba negaciones y otro resto de palabras incomprensibles para ellos acompañada del continuo grito de ayuda de una voz infantil; reconociendo rápidamente la voz de la princesa los dos hombres se miraron rápidamente en señal de confirmación, asegurándose de que ambos estaban seguros de que se trataba de la alegre niña de castaños rizos.

Con la respiración un tanto agitada doblaron una de las esquinas que estaban en el corredor topándose cara a cara con toda una multitud, la cual trataba de introducirse dentro de aquel cuarto; recorriendo velozmente con la mirada todo el lugar, el mayor de los hijos de la es maou se encontró con los firmes y delicados ojos de su amiga de la infancia, la cual se encontraba dirigiendo a los soldados en lo que parecía un inútil intento de derribar la pesada puerta de roble.

-¿Qué es lo que está sucediendo Anissina?- preguntó el peli-gris mientras se acercaba hasta le mencionada.

Ante el llamado la aludida dirigió su atención al general, debía admitir que de no haberse aparecido pronto, habría usado uno de sus nuevos inventos para derribar aquel trozo de madera y quizá algunos ladrillos, solo algunos pocos, probablemente la cantidad suficiente como para construir un pequeño cuarto extra, pero esos ya eran pequeños detalles.

-¿Dónde has estado? Siempre dejando el trabajo pesado a las mujeres, ¡Hombres! No pueden ni siquiera abrir una simple puerta-Terminó de decir la científica mientras se paraba frente a su amigo de la infancia.

-Por favor Anissinia, dinos ¿Qué es lo que está pasando?- No quería ser grosero, pero simplemente no tenía tiempo para ver como la amiga de su hermano daba otro de sus discursos acerca de lo inútiles que eran los hombres y por qué las mujeres siempre terminaban siendo las más afectadas.

Percatándose por primera vez de la presencia del castaño, la oji-azul lo observó detenidamente notando la desesperación en su rostro, no lo culpaba, sin embargo le molestaba que no la dejaran terminar de hablar; soltando un suspiro, la mujer relajó sus hombros, quizá estaba demasiado relajada ante la situación pero ¿Qué más podía hacer? Incluso antes de que ellos llegasen ella misma había tratado de entrar pero no lo había conseguido.

-No estoy del todo segura- comenzó a relatar mientras observaba el objeto que descansaba entre sus dedos, no sabía exactamente por qué, pero al llegar hasta aquel sitio fue lo primero que notó al pie de la puerta, llamándola con un pequeño resplandor producido debido a su contacto con el sol- estaba pasando por aquí cuando escuche a Effe tocando desesperada la puerta de su alteza, hasta entonces solo se escuchaban sollozos, pero después de un rato se comenzaron a escuchar los gritos de la hermana de su majestad, hasta que poco a poco su voz se fue distorsionando, al parecer Greta esta con ella, le hemos dicho que abra la puerta pero tampoco responde, solo las palabras de papa y papi salen de su boca y en algunas ocasiones pide auxilio pero realmente no responde ante los llamados, no sé cómo o por qué, pero esto estaba atorado en la puerta- terminó de decir la científica mientras hacía entrega del objeto que tenía entre sus manos al general.

Sin comprender del todo la situación, el mayor recibió el objeto aún con cientos de preguntas en su mente, pues temía que algo reamente malo estuviese sucediendo en la estancia; grande fue su sorpresa al notar lo que su amiga le estaba dando, quizá por primera vez en su vida, permitiría que la mujer utilizara uno de sus inventos para destruir esa puerta.

-Por Shinou…

***

-¡Papá! ¡Papi!- se volvió a escuchar la voz de la castaña nuevamente siendo acompañada de aquel lamento que conforme pasaba el tiempo, se iba tornando cada vez más tenebroso.

-Greta… ¡Yuuri, es Greta!-dijo Wolfram mientras miraba preocupado al moreno.

Tratando de apartar el miedo que anteriormente se había apoderado de él, el peli-negro observó a su prometido, el cual, parecía al borde de la desesperación; sin esperar un segundo más, el joven rey tomo algunas de las prendas que se encontraban tiradas por la habitación, estaba asustado y no iba a negarlo, los gritos y lamentos venían de la habitación de su hermana y aún sentía aquellos ojos sobre su persona, probablemente era el cansancio o el estrés, al menos eso quería creer.

Aún con los pies descalzos y su camisa blanca sin abrochar, el moreno se acercó hasta la puerta, ya listo para salir logró escuchar el sonido de algo pesado cayendo sobre el suelo, giró su rostro encontrándose con un rubio tirado a uno de los costados de la cama, aferrándose a las suaves sábanas que lo cubrían mientras su rostro se fruncía, como si un dolor inmenso lo estuviese invadiendo.

-¡Wolf!- alcanzó a decir el rey mientras regresaba sobre sus pasos hasta su prometido- ¿estás bien? ¿Qué te sucedió?

-No…no puedo caminar Yuuri- alcanzó a decir el ex príncipe en un susurro a la vez que ocultaba su sonrojado rostro en una de las almohadas.

-¿Cómo que no puedes caminar? ¿Acaso te torciste el pie? Ya sé, te dio un calambre, Wolf, este no es el momento para esas cosas-atinó a decir el moreno, aún sin entender del todo el comportamiento de su prometido.

Tratando de encontrar la paciencia necesaria para no encestarle un golpe al joven rey, el rubio inhalo hondamente, ¿En verdad podía ser posible que su prometido fuese tan despistado? Eso debía ser una broma, una vergonzosa broma.

Con el ceño fruncido, el oji-verde posó su mirada en su acompañante rogando que en cualquier momento fuera capaz de entender a lo que él se estaba refiriendo pero, grande fue su sorpresa al ver el total desconcierto en el moreno, pero ¿Qué más podía esperar? Después de todo incluso para él toda esa situación resultaba totalmente desconocida; sin tratar de darle tantas vueltas al asunto, el rubio dirigió una última mirada a su prometido sin entender por qué después de todo, sentía una inmensa ternura en lugar de enojo.

-Yuuri… ¿Recuerdas lo que te dije hace unas horas atrás?- preguntó un tanto avergonzado el mazoku, esperando que no fuese necesario decir nada más pues, de lo contrario, no quedaría ninguna parte blanquecina en su rostro pues podía sentir el ardor recorriendo cada parte de su cara.

Sin comprender del todo de que hablaba el rubio, el japonés trató de rememorar lo acontecido aquella noche, sin poder evitar ruborizarse ante las imágenes que pasaban por su mente hasta que algo de entre todo aquel mar de recuerdos llamó su atención, no era solo el reflejo del rostro de Wolfram o las caricias que le había proporcionado, más bien eran fragmentos de una “conversación”, palabras que aunque podían resultar tan simples, fueron lo suficientemente enternecedoras y sinceras para hacer que todas sus dudas desaparecieran.

“-No es eso Wolf, eso solo que… es mi… primera vez-Le había dicho al rubio mientras evadía su mirada, simplemente le era vergonzoso admitir algo como eso a tales alturas de la situación.

-También la mía, pero… me alegra de que sea contigo- fue la contestación que había recibido por parte del otro, tan simple, tan clara, tan llena de amor que lo habían hecho olvidar todos sus miedos.”

Sintiéndose como un tonto miró directamente a los ojos a su prometido, recorrió cada parte de su rostro analizando sus facciones, grabándose cada centímetro de aquel hermoso ser que en esos instantes lo observaba; sin decir palabra alguna, cruzó uno de los brazos del rubio sobre sus hombros mientras con la otra lo sostenía firmemente por la cintura y lo ayudaba a regresar a la cama.

-Lo lamento- alcanzó a decir el peli-negro en un leve susurro que por un momento, el mazoku creyó que había sido parte de su imaginación.

Tratando de pensar en cualquier otra cosa que no fuese el dolor que invadía sus caderas, Wolfram dirigió su mirada a la puerta, aquellos sonidos tan perturbadores aún se escuchaban y se sentía totalmente impotente al verse tirado sobre el colchón.

-Iré a buscar a Gisela, le diré que venga a verte mientras tanto yo iré a ver qué está sucediendo- escuchó decir a su prometido y antes de que el moreno saliera corriendo, logró tomarlo de su, aún desabotonada camiseta.

-No Yuuri, no puedes ir a buscarla-dijo de manera firme el menor de los hijos de la ex maou.

-¿Por qué no? No puedes quedarte así, es lo menos que puedo hacer ya que es culpa mía… no cuide lo suficientemente bien de ti Wolf.

Ante lo dicho el joven no supo que responder, no podía simplemente decir que no era culpa del moreno dado que estaría mintiendo, pero tampoco podía dejar que saliera en busca de la peli-verde y le contara todo lo sucedido, sabía que la chica no los juzgaría o diría algo sobre lo acontecido pero no podía arriesgarse sin mencionar lo vergonzoso que resultaba.

-Enclenque, esta no es cuestión de si cuidaste o no bien de mi-comenzó a decir el chico, esperaba poder convencer de alguna manera a su prometido, no quería causar más problemas y controversias en esos momentos-Como ya te lo había dicho antes… era mi primera vez, creo que es natural que esto pasara, además, dadas las circunstancias el saber que consumamos el matrimonio antes de la boda, solo causaría más problemas.

-Acaso… ¿Acaso estas arrepentido Wolf?-preguntó un tanto temeroso el rey.

Había algo cierto en lo que el otro le decía, debido a los problemas del reino, si aquella situación se llegase a saber solo crearía más escándalos y rumores, quizá el rubio estaría arrepentido y de alguna manera no lo culpaba, después de todo las costumbres del reino eran muy estrictas y según las mismas, como rey y prometido de Wolfram, debía respetarlo absteniéndose de cualquier acto indecente, al menos hasta que la boda se llevase a cabo.

-¡Pero que estás diciendo  debilucho! ¡Jamás me arrepentiría de lo que hicimos! ¿Es que acaso tú lo estás?-terminó de decir el rubio totalmente enfadado.

Ante el reclamo, una sonrisa se enmarco en el rostro del moreno, ¿Arrepentirse? Prefería arder en el infierno antes de arrepentirse de haberle dado todo lo que él era a su prometido, sin entender del todo el por qué, acunó entre sus brazos el delgado cuerpo de su acompañante como momentos antes el otro había hecho con él, quería sentirlo, impregnarse de su aroma y no separarse jamás-Dime, ¿Qué puedo hacer Wolf?

 

***

-¡Gwendal! ¡Conrad!  Pero ¿Qué es todo este alboroto?- preguntó velozmente cierto peli-lila que se acercaba a toda velocidad hasta los mencionados a la vez que era seguido por un joven de enigmáticos ojos azules.

Aún con aquel extraño objeto sobre sus manos, el general no apartó la mirada de la puerta; claramente algo no estaba bien sin mencionar lo que sucedía en esos momentos ¿cómo podía ser posible que más de diez hombres no pudiesen derribar un simple trozo de madera? Era evidente que algo extraño estaba sucediendo, la pregunta era ¿estaría relacionado con la desaparición de su progenitora?

-No lo sabemos, tal parece que algo le sucede a su alteza pero no somos capaces de abrirnos paso-contestó Conrad mientras miraba al hombre que acompañaba al consejero real.

-Eso es imposible, es una simple puerta y son más de una docena de soldados-dijo con incredulidad el oji-lila.

-¿Qué es lo que está sosteniendo, si se puede saber, Lord Von Voltaire?

Trayéndolo de regreso a la realidad, el peli-gris observó al chico que se encontraba no muy lejos de uno de sus costados, no entendía del todo que era lo que estaba haciendo el representante de la familia Granz en ese lugar, ya que, el resto de los nobles se habían marchado al amanecer.

-Anissina lo encontró al llegar aquí- terminó de decir el general a la vez que mostraba lo que sostenía; descansando tranquilamente sobre su palma, un boche de oro con el emblema del rey original brillaba ante los rayos del sol, dejando al descubierto las leves manchas color carmesí que lo cubrían.

-¿Qué hace esto aquí?-alcanzó a preguntar el heredero de la familia Granz mientras tomaba aquel broche.

Sin la intención de contestar a la pregunta, el general dirigió una última mirada hacia el trozo inerte de madera que era golpeado por un grueso y pesado trozo de metal que los soldados empujaban.

-Anissina… ¿Tienes algún invento que pueda ser de ayuda?-preguntó el peli-gris ya desesperado ante la situación.

-Gwendal no puedes estar hablando enserio-dijo alarmado el consejero mientras observaba la tétrica sonrisa que se formaba en el rostro de la científica- podríamos entrar por las ventanas, incluso buscar por los pasillos ocultos que hay en el palacio, seguramente alguno nos lleva dentro de la habitación.

-No hay tiempo, ya hemos dejado pasar el suficiente, de cualquier forma yo asumiré las consecuencias.

-Gwendal, no es sólo el hecho de que te responsabilices de lo que suceda, si el inventó de Anissina llegara a ir más lejos de lo planeado podríamos terminar dañando a su alteza o a Greta- comentó el castaño tratando de calmar a su hermano.

Realmente estaba sorprendido de verle de esa forma, pues podría jurar que debía estar totalmente desesperado para recurrir a su amiga, cosa que no era muy común; supuso que todo se debía a los problemas no sólo con el reino, sino con los nobles, probablemente el estrés lo estuviese consumiendo.

-¡Aléjense!-se escuchó decir a una elegante voz-Déjenme intentar algo- terminó de decir el joven.

Ya frente a la puerta, Élian tomó el picaporte notando como este estaba totalmente sellado, sin soltarlo recorrió con su mirada el resto del material en busca de algo, ya había oído hablar de casos parecidos a ese, más que nada por trovadores y juglares que merodeaban por la plaza central del territorio Granz, aunque debía admitir que siempre creyó que no eran más que invenciones de ellos para conseguir dinero y alimento.

Haciendo un ademan con una de sus manos, el chico les indicó al resto que se alejaran algunos metros del sitio y se prepararan para actuar; retirándose algunos pasos de la puerta el oji-azul tomó la espada que reposaba en su cintura, tomándola firmemente con ambas manos, la filosa hoja de metal comenzó a rodearse de brillantes rayos eléctricos a la vez que su dueños se abalanzaba sobre una extraña marca que había aparecido sobre el material de madera en cuanto algunas de las chispas entraron en contacto con él.

En cuanto el arma toco aquella marca desconocida que parecía tallada sobre la puerta, la madera empezó a entrar en combustión para segundos después, terminar estallando en cientos de pedazos; sin esperar un segundo más el chico se apresuró a entrar a la estancia encontrándose con una escena bastante escalofriante y lamentable, pues a los pies de la inmensa cama, una niña de castaños rizos se encontraba hecha un ovillo mientras llamaba a sus padres.

-¡Greta!- se escuchó gritar a un rubio, el cual entraba rápidamente en el lugar y tomaba entre sus brazos a la pequeña niña-Mi pequeña Greta.

Sin reparar demasiado en el chico de rubios cabellos y aspecto desalineado que sostenía al infante, Élian continuó inspeccionando el lugar sosteniendo firmemente su espada mientras escuchaba al resto de los presentes tratando de dispersar la nube de humo negro que se había formado y llamaban a un médico.

Recorriendo lentamente la estancia, que aún se encontraba en penumbras debido a las pesadas cortinas que cubrían los enormes ventanales, el joven trató de buscar de dónde provenía aquel distorsionado lamente, siendo una pequeña vela su única luz; continuó su andar hasta que sintió como sus pies se encontraban con un líquido que no pudo reconocer.

-Él está aquí papi… él dijo que vendría por nosotros… él quiere que papá Yuuri muera, lo dijo, quiere hacernos daño, él siempre nos está vigilando…-se escuchó decir a la niña entre susurros que poco a poco comenzaban a elevarse de tono.

-¡Wolf!- dijo el rey mientras se acercaba hasta su hija y su prometido-Retiren las cortinas por favor, Greta, tranquila nada va a pasar.

En cuanto las cortinas fueron quitadas aquellas extraña voz se detuvo y el chico de ojos azules pudo notar que aquello que manchaba sus botas era sangre; tratando de no perder la compostura posó sus ojos en una de las esquinas a las cuales la luz no llegaba, encontrándose con aquella chica que lo había desafiado en la junta con los nobles.

Acercándose lo más rápido posible, el joven tomo entre sus brazos a la chica que se encontraba tirada sobre el suelos; su cabello estaba totalmente alborotado, los ojos rojos y su cara llena de rasguños que al parecer ella misma se había hecho, sus labios estaban secos, probablemente debido a los gritos que había estado  profesando hasta ese momento; buscando la herida que había manchado su camisón y parte del suelo, notó como el resto de su cuerpo se encontraba intacto, entonces ¿De dónde provenía aquel líquido?

-Tranquila, ya todo está bien- dijo el chico tratando de tranquilizarla y abrazándola contra su pecho, esperando alguna clase de rechazo.

-Que Shinou nos proteja, porque él ha comenzado con la caza-fue lo último que dijo la chica antes de perder el conocimiento.

***

Contemplando a su alrededor, aquel joven de lentes se pasó la manos por su alborotado cabello, no sabía qué hacer, simplemente no comprendía la situación pues en todos esos años y vidas que había tenido jamás se había enfrentado a algo parecido, había pasado la noche entera hablando con Ulrike, quien le había dado los pormenores de todo lo ocurrido desde que había marchado aquella tarde a Pacto de Sangre y que, desde entonces, no había vuelto al templo.

Le había dicho de las meditaciones del rey original, del como al parecer había logrado dar con algo pero que de la misma forma, sorprendentemente se había esfumado y eso era lo que no terminaba por convencerlo ya que, siendo un espíritu no tenía como tal un cuerpo físico, no podían hacerle daño entonces ¿Qué hacía aquella extraña daga en la habitación de Shinou?

-Su santidad, aquí está el arma-dijo la pequeña niña milenaria mientras habría una caja de madera mostrándole el contenido a su acompañante-No solo la desaparición del rey es la única que ha sucedido, al parecer algunos soldados de la guardia real tampoco han aparecido en días, algunos han sido hallados… sin vida lamentablemente.

Extrañado por los acontecimientos, el estratega tomo entre sus manos el filoso objeto que la sacerdotisa le entregaba, a simple vista no era más que una simple daga hasta que reparó en las marcas que la envolvían, eran finas y delicadas, como espirales consumiendo el mango y hoja de aquel instrumento.

-Estoy muy preocupada su santidad, ¿Qué pudo haberle pasado a su majestad Shinou?
-Más muerto no puede estar, eso tienes que tenerlo por seguro-comentó fugazmente el chico mientras continuaba analizando el arma- sin embargo pudieron debilitarlo.

-¿A qué se refiere?-preguntó un tanto confusa la pequeña.

Aún no muy convencido del todo, él chico regreso el objeto dentro de la caja, tal parecía que todo era parte de un plan más elaborado de lo que él pensaba-Shinou es poderoso y de alguna manera, aun siendo un espíritu, no se le debe subestimar, es claro que el ataque al castillo fue un plan bastante elaborado, tanto como para anticipar la amenaza que ese espíritu travieso podía representar.

-Eso quiere decir…

-Que lo único que hicieron fue bloquear su entrada al templo, siendo solo este lugar donde él puede tener todo sus poderes, fuera de aquí su maryoku es muy débil.

-Cazadores de sueños- dijo en un susurro la sacerdotisa mientras sacaba nuevamente el artefacto de aquella caja de madera.

-¿Qué quieres decir Ulrike?-preguntó con extrañeza el peli-negro sin comprender lo que su acompañante le decía.

-“Despertaras a la bestia que con sus garras el corazón te extraerá, dulce veneno que por tus venas ha de pasar, los recuerdo devoraremos y la vida arrebatamos, que la oscuridad nos domine y la luna menguante su sabiduría nos brinda”-recitó la peli-plateada con el color abandonando su rostro.

-No puede ser… ¿acaso los cuerpos…?
-Los que lograron encontrar tenían las marcas en el cráneo su santidad.

-Con que cazadores de sueños…¿quién lo diría?...  

Notas finales:

Bien, se que dije que actializaría más pero dadas las circunstancias me fue difícil hacer, aún así no quize que terminaran sus vacaciones sin saber que sucedía, espero no tardar mucho con el siguiente capítulo, el cual es probable que sea más largo.

Aclaraciones por si hay alguna duda con lo que sucede al momento de que Élian trata de abrir la puerta.

Trivadores:fueron músicos y poetas medievales, que componían sus obras y las interpretaban, o las hacían interpretar por juglares.

Juglares:Recitaban las obras líricas de los trovadores,Interpretaban cantares de gesta y otras composiciones narrativas.

Y diganme ¿quisieran escuchar alguna composición de ellos que haya sido  escuchada por el heredero de los Granz?
Sin más me despido, cuidense mucho y nos leemos pronto.
Bye Bye :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).