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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Aquí un nuevo capítulo espero les guste :D

-¡¿Por qué aún hay aldeanos cerca de esta zona?! ¡Creí haberles dicho que los desalojaran lo antes posible!-Fueron los gritos que lograron salir de su garganta en medio de todo el caos pues aún con su ropa ensangrentada, el sonar de las espada chocando unas con otras y los sollozos no tan lejanos de niños y mujeres, él trataba de hallar alguna solución.

-¡Señor!-contestó de manera apresurada uno de sus hombres- hay carrozas lista que parten con mujeres  y niños hacia las montañas pero hay hombres que se niegan a salir de sus hogares.

-Pues que los obliguen, no tenemos tiempo para esas cosas.

-No solo es eso señor, el carruaje donde viajaba su majestad el maou…-trató de decir el hombre mientras veía como su general se encaminaba hacia una de las casas más cercanas del lugar, entraba en ella  y rasgaba la tela que cubría su pierna izquierda, la cual parecía haber sufrido de una especie de herida hecha por algún objeto punzante, probablemente otra espada.

-¿qué sucede con él?-preguntó el peligris de forma simple esperando no ser encontrados en ese provicional escondite.

-Lo encontramos destruido a mitad del camino y tras de sí, un increible camino de sangre, toda la guardia por parte del rey Antoni se encontraron muertos.

-¿Y sus majestades?

-No lo sabemos, tanto la guardia de Lord Von Bielefeld como quienes viajaban en el carruaje no fueron encontrados.

Tras aquellas palabras el general no pudo hacer más que tratar de ordenar sus pensamiento pues a pesar de todo, las cosas realmente parecían estarse repitiendo, no solo en convertir toda una nación en un campo de batalla sino que, quizás en esta ocasión no podrían salvar al maou y a su hermana y mucho menos, al menor de sus hermanos pues incluso, aún y con la orden de enviarlo al castillo para proteger al rey, más que para protegerle era para mantener a salvo al rubio y sin embargo  las cosas parecían esforzarse por llevarle la contraría ya que incluso en esa situación y con aquel plan que por algunos momentos creyó que funcionaría las cosas parecían no querer mejorar,  pues incluso el maryoku con el cual estaban contando, en algún punto de la batalla había dejado de funcionar, si bien los soldados no se debilitaban, nadie era capaz de utilizarlo y eso era donde verdaderamente recidía su preocupación pues aunque llegasen a retener al enemigo hasta que lograran poner a salvo a la mayor cantidad de gente posible así como a su majestad el rey Antoni y a ese par de pelinegros ¿qué se suponía que sucedería después? los soldados no resistirían el cansancio, las armas de un momento a otro podrían dejar de serles de utilidad, sin duda alguna ese juego no hacía más que acorralarlos e ir eliminando pieza a pieza del tablero y no podía seguir negándose a que se estaba quedando sin alternativas pues incluso en esos momento sabía que no estaría del todo equivocado si decía que se encontraba en jaque y no haría falta más que un movimiento, frío, calculado y veloz que les diera por completo un jaque mate; sin embargo, aun y si eso llegase a suceder, salvaría el mayor número de vidas posibles sin importar si perdía la suya en el proceso, pues tampoco permitiría que la vida de sus hermanos terminara en ese lugar y de esa forma.

-Según los soldados del primer batallón los enemigos comenzaron a llegar de todas partes ¿ no es así?- preguntó Gwendal tomando nuevamente su arma y preparándose para salir al campo de batalla.

-Si señor, al parecer fue un ataque simultáneo especialmente el de la ciudad principal-contestó el soldado a la vez que cubría las espaldas del general.

-¿Qué quieres decir soldado?

-Señor, este no fue un simple ataque, sabían que veníamos y lo que es más intrigante aún, es que sabían cómo enfrentarnos, no sólo suponiendo que traeríamos soldados sino el cómo los distribuiríamos , avanzaron de tal forma que pasaron desapercibidos por todos, por los hombres tanto de Francia como los de Shin Makoku, rodearon la ciudad y llegado el momento nos atacaron-terminó de decir el hombre temiendo un poco ante la reacción de su superior pues aunque la mayor parte de la cosas que había dicho no eran más que hechos reales, no dejaban de ser suposiciones y conjeturas suyas, simples ideas a las que había llegado por sí solo con la información que le había llegado a las manos, sin duda información por demás aterradora si se le veía desde esa perspectiva.

Por su parte el peligris no podía dejar de pensar en lo que aquel hombre le acababa de decir dado que podría ser cierto, no sólo eso sino que todo llegaba a tener sentido si se lo pensaba mejor, Caloria, Francia, quizás todo ello estaba ligado por algo, una clase de patrón que iba más allá de las desapariciones, las cuales eran las únicas que hasta ese momento habían estado tomando en cuenta, no cabía duda de que existía una línea delgada que unía cada uno de los puntos y que sólo podría llevarlos a una dirección. Caloria, era gran exportadora de minerales con Shin Makoku y la gobernadora tenía una relación por demás estrecha con los mazokus, específicamente con el maou, Francia, a pesar de ser un reino neutral en lo referente a política, en cuestiones comerciales era gran exportador e importador de bienes con el reino sin mencionar la cercana relación que su majestad Antoni mantenía con el rey demonio pues incluso este, lo había invitado a su boda y a pesar de su posición ante la alianza, para todas las naciones era de su conocimiento que el reino de Francia contaba con el apoyo incondicional de Shin Makoku no solo por cuestiones políticas o económicas, sino por cuestiones personales, sin duda alguna el patrón solo apuntaba a un lugar o más bien a una persona: Yuuri Shibuya.

-El que haya sido o no planeado el ataque no importa por ahora-contestó de manera cortante el ojiazul aún con un amargo sabor de boca- lo que realmente importa en este momento es resistir y salvar a todos los que nos sean posible así como sacar de aquí al maou, su hermana y al rey de Francia. Si el ataque es como dices, eso quiere decir que las fronteras de la ciudad deben de estar solas.

-Supongo que si, esa clase de ataque se enfocan más el asalto al enemigo que a la defensa.

-Bien, pues entonces es hora de nuestra jugada, ve y reúne a la mayor cantidad de hombres que puedas, asegurense de que los ciudadanos salgan de aquí y rodeen la ciudad.

-¿Acaso planea..?

-Así es, los encerraremos con nosotro, vinieron a buscarnos pero no saldrán de aquí.

-Pero señor, no podemos hacerlo sin maryoku…-trató de decir el saldo siendo interrumpido de manera abrupta por el mayor.

-No es una sugerencia, es una orden, yo me encargaré de hacerlo, pero para eso necesito a gente que sea mazoku por ello será mejor que vayas a buscar a Lord Von Granz, sus hombres son demonios pura-sangre.

-El problema señor es que…-solo un trago de su saliva pudo escucharse en el lugar, estaba nervioso por lo que estaba a punto de decir y sabía de antemano que para la persona frente a él, no sería en gracia la noticia- sólo hemos visto a los hombres del territorio Granz pero no a Lord Von Granz, no al menos desde que la batalla comenzó.

-Ese hijo de…-dejó salir en un susurro, estaba seguro que aquel hombre no estaba muerto y el que fuese un traidor tampoco estaba en la lista de las razones por las cuales aquel chico pudo haber desaparecido claro que no, pues desde que había desobedecido las órdenes del maou supo que las razones por las cuales él había accedido a ir eran meramente personales, sin embargo no imaginó que su imprudencia llegara a tal nivel que incluso rozara la estupidez- Sólo reune a sus hombres, con ellos será más que suficiente.

-¡Sí, señor!

Tras aquellas palabras solo observo como aquel hombre se movía de manera veloz y sigilosa entre los escombros y callejones, realmente esperaba que el plan funcionara pues como el soldado le dijo en su momento, sin maryoku era realmente poco lo que él podía hacer, claro sin que el precio fuera alto pese a eso, estaba dispuesto a tomar responsabilidad por ello ya que incluso si algo le llegaba a suceder contaba con que tras de él estaban sus hermanos, sin importar lo amables o caprichosos que estos pudiesen llegar a ser, sabía claramente que serían lo suficientemente capaces de hacer las cosas bien, sin mencionar al rey, que por muy enclenque que fuese o la pelinegra, con todo y su sarcasmo y mal carácter, tenía fe en que ellos darían todo no solo por el reino, sino por ese mundo, de eso no tenía la menor duda.

Finalmente con su arma en mano respiró tan hondo como sus pulmones se lo permitieron, solo debía resistir un poco más, al menos lo suficiente hasta que aquel soldado le diera la señal de que todo estaba listo y que podía comenzar con su plan mientras tanto, su única preocupación sería llegar hasta el centro de la ciudad, aquel lugar adornado por una bella fuente que incluso desde donde se encontraba aún podía ver, pulcra, con cada detalle finamente remarcado y con sus aguas cayendo de manera gracial sobre ella como si lo que estuviera a su alrededor no fuera una batalla a muerte, tal vez no sería un mal lugar para descansar especialmente con la herida que llevaba en su pierna.

En eso estaba hasta que el retumbar de pasos se escuchó por el lugar, haciendo eco y oyendose cada vez más cerca conforme el tiempo pasaba, un sonido pesado y que le recorría toda la espalda al igual que aquella gota de sudor que no era capaz de detener, tal parecía que la vida no lo dejaría ir sin una última batalla y a decir verdad, no podía molestarse por ello.

-¿Dónde has estado? Tus hombres no han dejado de buscarte-dijo aquella persona que entraba de forma simple hasta la habitación en la que él se encontraba, agradecía que por lo menos el lugar no contara con más de un piso-Veo que tampoco has salido tan limpio como esperaba.

Dicho eso el castaño no pudo hacer más que ver como su hermano dejaba salir el aire de sus pulmones y dejaba caer su peso sobre una de las paredes; realmente no había mentido, le era increible verle de esa forma, sudado, con la ropa hecha girones, una pierna herida, lleno de tierra y otras heridas más que adornaban su rostro, pequeñas y rojas como arañazos aunque no creía ser el mejor en decir algo respecto a su apariencia ya que no se encontraba para nada mejor dado que, desde que se había separado de Yozak y aquel trío no había cesado en ningún momento, solo combate tras combate lo habían llevado hasta el mayor de sus hermanos y lo agradecía.

-No es de importancia, ya he dado la orden de prepararnos para dibujar el hexágono alrededor del lugar en cuanto la gente salga.

Ante esas palabras el capitán no pudo hacer más que observar a su hermano, reconocer aquel semblante tan decidido que desde hace tiempo no veía sin embargo no era como si hubiera aceptado aquella decisión así como así, mucho menos siendo consciente de la situación del maryoku en aquel sitio.

-Eso no va a pasar Gwendal.

-No es una opción y …-trató de decir el hombre antes de percatarse de la cercanía del castaño.

-Estamos aquí para salvar vidas, no para perderlas, la situación es...extraña, pero necesitas verla con tus propios ojos para que lo entiendas-finalizó el menos a la vez que le indicaba al mayor que lo siguiera, comprendía la situación, por Shinou que lo hacía, sin embargo no había ido hasta aquel lugar solo para ver como otro de sus seres queridos salía afectado en aquella guerra, por supuesto que no, si estaba en aquel sitio era para cambiar las cosas, resistir, no para perderlo todo en un ataque.

Siguiendo los pasos de Conrad se vió finalmente parado sobre los tejados de una de las casas que los rodeaban y pese a eso lo único en lo que se había enfocado era que el sol se estaba poniendo en su punto exacto, libre, con nubes cubriéndolo de a poco y creando una leve ventisca.

-Observa a lo que hemos llegado-fue lo único que dijo Conrad mientras mostraba todo el lugar.

Y lo hacía, realmente lo miraba y no lo podía creer, cientos y cientos de ellos llegaban no solo por mar, sino por tierra, algunos iguales, otros diferentes sin embargo todos con una misma causa, darle fin de una vez por todas a esta batalla, asfixiarla hasta que no quedara absolutamente nada, y lo que terminó por comprobarlo fue el escuchar el potente rugido de aquella bestia que al estar en las alturas se hacía más fuerte y poderoso, pues en realidad no era solo una, al parecer traía compañía, demasía en realidad.

***

El sonido de sus respiración era lo único que podía llegar a sus oidos, no sabía cuanto más podría resistir a todo ello, podía sentir el dolor de su pecho con cada trago de aire, ese mismo malestar que te da cuando corres teniendo una condición física tan pobre como la que hasta hace no mucho ella tenía, las gotas de sudor o miedo, realmente ya no lo sabía, que no solo recorrían su cara sino todo su cuerpo y aún más, lograba sentir su oscuro cabello nublandole la vista, soltandose de manera descarada de su coleta improvisada, sin duda alguna, contando sus esposas las cuales eran su única arma, podía decir que estaba realmente jodida.

-¿Por qué estás aquí? ¿Qué es lo que quieres?-preguntó nuevamente de manera errática.

No sabía si esperaba respuesta o no de aquel sujeto pese a eso no podía dejar de preguntar, de averiguar qué era lo que realmente estaba sucediendo, tratar de averiguar lo más que se pudiera de todo lo que estaba aconteciendo pues por su parte, parecía que la información que llegaba hasta sus manos no eran más que piezas de un inmenso rompecabezas que no encajaban entre sí sin embargo por más preguntas que hacía aquel monstruo no hacía más que verla con aquellos ojos tan negros y profundos que no lograban más que aterrarla, probablemente lo más razonable sería dejar de lado las preguntas y tratar de sobrevivir a esa situación

-A ti-fueron las palabras, tan roncas y arrastradas que lograron salir de la garganta de aquel esquelético ser- te queremos a ti, tu ser molestia.

-¿Qué..? -trató de volver a preguntar sin mucho éxito dado que nuevamente aquel sujeto se había lanzado sobre ella.

Entendía que probablemente solo fuera cuestión de suerte que aquel ser lograra articular alguna palabra pues cada una parecía costarle la vida entera cada vez que trataba de pronunciarla pese a eso si ya había logrado que hablara una vez nadie le podía decir que no lo lograría una segunda o al menos eso pensó hasta sentir algo filoso recorrer de manera rápida su pierna, haciendo que retrocediera algunos metros, tal parecía que su pierna había sufrido una herida bastante profunda con lo que parecían garras hechas de metal que el monstruo portaba en una de sus manos sin mencionar que algunas de sus heridas pasadas comenzaban nuevamente abrirse, quizas debió hacerle caso a Keenan cuando le dijo que se cuidara el brazo.

-Que viva el emperador-dijo aquel ser antes de saltar de nueva cuenta sobre Naomi tratando de acercar su rostro al de ella.

No tenía ni la menor idea de como debía de reaccionar, sin duda alguna aquellas palabras no habían hecho más que sorprenderla especialmente por la facilidad con las que las había dicho y ahora lo único que la separaba se aquella inmensa boca que parecía querer devorarla eran aquellas cadenas que tenían las esposas, pues no importaba cuanto peleara por liberarse parecía como si cientos de costales hubiesen caído sobre ella como peso muerto y lo único que su cuerpo sentía era debilidad, como si en lugar de sudor lo que transpirara su piel fueran sus energías, sacandolas para jamás renovarlas.

Estaba aterrada y de verdad que intentaba, intentaba ocultarlo, gritando, pataleando, maldiciendo a quien la mantenía presa pese a eso las lágrimas no paraban de salir, como cascadas, como demostrandole que no era fuerte, que nunca lo había sido y que, como muchos se lo dijeron en su momento, solo quería ser aceptada, pertenecer ha algo aún si en el camino aplastaba a más de uno, a su hermano, solo trataba de ser el modelo estrella que en esos instantes entre llantos y temblores llamaba a su hermana, a la anciana que les dio una verdadera vida y llamaba abuela, a Julia, a su hermano, a su madre, a alguien que por favor la ayudara, iba morir y no quería, por Shinou que no lo quería, tenía miedo y lo odiaba.

Odiaba no ser capaz de controlar esa horrenda emoción que no se quería ir de su cuerpo, odiaba no poder controlar sus temblores, sus lágrimas, sus gimoteos, odiaba que en esos momentos todos sus recuerdos pasaran por su mente tan malos como buenos, pero sobretodo odiaba que parte de ella pensara que debió dejar que el rey Adalbert fuera quien estuviera en su lugar por débil, por cobarde, por ser capaz de hacer lo que ella no podía, exteriorizar sus temores.

Un grito salió de su garganta seguido de un charco de sangre que comenzaba a formarse debajo de ella debido a la presión que las garras metálicas hacían es sus costillas mientras que el otro brazo del sujeto luchaba por quitar la cadenas que los separaba de en medio de ellos; iba a morir y lo peor era que no solo ella, una torre siendo destruida fue lo único que logró ver de reojo seguida de una lluvia que de a poco se iba intensificando, acrecentando la pequeña laguna de sangre que había creado ¿cuántos soldados estarían en aquella torre? ¿una docena? tal vez más, no los conocía pero sentía lástima por ellos pues aunque muertos no pudieron hacer nada por evitarlo y quizás esa era su satisfacción, lo que evitaba que siguiera flaqueando en sus fuerzas, ella trato de vivir, de luchar a su manera y sin embargo no parecía funcionar.

¿Dónde estaría Yuuri? ¿dónde estaba Wolfram? ¿Qué estaría pasando en el pueblo? quizás ya todos estuvieran muertos, quizás Yuuri se fugó con Wolfram dejándola atrás, quizás aquella mujer llamada Laila estaba muerta, quizás el castillo ya había sido tomado y ella no se había dado cuenta, quizás, quizás y quizás; era lo único que engullía su mente mientras de a poco bajaba los brazos, ya no tenía fuerza, algo se las había quitado y lo sabía pero su cansancio era más que la ganas de pensarlo, solo quería dormir, cerrar los ojos y descansar, tal vez soñara con Julia, tal vez la lleve a jugar a los pastos verde que la llevaba cuando niña, tal vez vuelva a ver al infante con quien jugaba, no recordaba su rostro ni su nombre pero era divertido jugar con él, tal vez esta vez la llevarían a un lugar donde pudiera hacer las cosas bien.

-¡No te atrevas a bajarlos!-escuchó gritar a alguien mientras notaba como la cabeza de aquel Sluagh salía volando tras un corte limpio y su cuerpo caía a uno de sus costados-Con tanta lluvia parece como si hubiese llorado pero eso es imposible ¿cierto?

-Cierto-susurro la pelinegra mientras era ayudada por aquel hombre a ponerse de pie y tomaba la espada corta que uno de los soldados que lo acompañaban le había extendido.

-No es para que luches, solo es en caso de que te veas en peligro-comenzó a decir el joven mientras retiraba las esposas de la chica- vaya que te han servido bastante estas cosas pero mira-dijo mientras notaba las rojizas marcas que aquellas cadenas habían dejado en las muñecas de la chica-quizás Gisela te pueda dar algo, esas no son las manos de alguien de la familia real.

-No…-comenzó a decir Naomi mientras estrujaba el mango de la espada entre sus dedos- son las manos de alguien que por fin entendió que es lo que debe de hacer-dicho eso comenzó a caminar a donde sus instintos se lo decían y sabía,que no estaban equivocados.

-Por fin te encuentro y parece no importarte-comentó el chico mientras daba señales a los hombre que había logrado encontrar en el camino- y creeme que eres dificil de hallar tanto como la historia de la muerte del rey original.

***

Lograba ver sus llamas envolviendo a los soldados, los ladrillos cayendo por todas partes, la tormenta formándose sobre toda Francia, a su prometido viéndolo con horror; estaba relajado, no tenía miedo, de alguna forma algo le decía que todo estaría bien, algo cálido que había comenzado en su pecho y había terminado por alojarse en su estómago, probablemente estaba perdiendo la cabeza por estar en medio de una caída de más de diez metros con una sonrisa pero no podía evitarlo, guerra o no había hecho lo que su conciencia y corazón le habían dicho, había salvado vidas y ¿esa no era la misión de un soldado?

-Todo estará bien- escuchó decir a una fina e infantil voz, una que estaba frente a él, oculta entre los ladrillos que parecían caer en camara lenta al igual que él, logrando verlos a detalle, si estaban enteros o en partes, si eran de una color o de otro, si caían uno a uno o por pares- de verdad, todo va a estar bien.

-¿quién eres tú?-preguntó el rubio finalmente localizando la pequeña figura que se encontraba a tan solo escasos centímetros de él- ¿qué haces aquí?

-Jugando pero ví que te caíste sin querer ¿te pegaste? ¿te duele en algún lugar?

Ante tales preguntas el ex príncipe sonrió, si bien no lograba verle el rostro al chico debido a la pequeña tela que su sombrero llevaba no parecía tener más de cuatro años, de hecho le recordaba un poco a él cuando era menor especialmente por la intensidad de su mirada que, a pesar de no reconocer muy bien el color de sus ojos, sin duda tenía una vista por demás penetrante.

-No, estoy bien solo un poco asustado-confesó finalmente el ojiesmeralda.

-Mi papá dice que no es malo tener miedo-comentó el niña mientras tomaba entre sus manos una de las del mayor.

-Tú papá tiene razón, no es malo pero tampoco es del todo bueno.

-Si tienes mucho miedo cierra los ojos, yo sé quien te va ayudar-dicho eso el joven dejó descansar sus párpados, pasaría lo que tuviera que pasar.

***

Lo veía caer y parecía nada más importar, no había sonido, movimiento o acción que lo hiciera apartar su vista de la persona que caía junto con la construcción, quería hacer algo, salvarlo como en aquella montaña cuando había ido por la medicina de Sangria, como cuando su corazón había dejado de latir, salvarlo como lo había hecho con él en Caloria pero no podía, tenía miedo ¿ y si terminaba igual que con la niña a la cual le había prometido un futuro mejor? ¿y si en lugar de salvarlo terminaba haciéndole más daño del que le había hecho ya?

¿De qué le servía tener tanto poder si no podía salvar a nadie, ni siquiera a sí mismo? ¿de que le servía ser el rey demonio, tan aclamado y admirado si la persona que más amaba estaba a punto de morir frente a sus ojos y él no podía ni siquiera mover un dedo para impedirlo? ¿de qué le servía ser Yuuri Shibuya, el gran maou que derrotó a Soushu si no podía ni siquiera encargarse de los enemigos que los rodeaban? ¿de que le servía ser quien era si dejó morir a tanta gente en Caloria, en toda Francia, en el trayecto al castillo, en frente de él?

-Mira al cielo-escuchó decir a una dulce voz en su cabeza.

Lo hizo y lo único que pudo reconocer fueron aquellas alas y colmillos que desde hace un buen tiempo no veí; reconoció el rugido al igual que la forma de vuelo tan poco común en los animales de su tipo, lo vio acercarse hasta los escombros que aún estaban en plena caída logrando sacar aquel frágil cuerpo que parecía estar dormido pero que él, en el fondo de su ser sabía que no estaba más que relajado, con los ojos cerrados como prediciendo que eso fuese a suceder.

-Gracias, en verdad gracias Pochi-fueron las palabras que lograron salir de su garganta seguidas de un par de traviesa lágrimas.

-¡Despejen el área! ¡Encárgense de ayudar al maou, su capitán ya se encuentra a salvo!-escuchó decir a uno de los hombres de Wolfram mientras observaba como el resto trataba de abrirse paso hasta él.

Y todo volvió a ser silencio, ningún sonido era capaz de llegar hasta él, sólo podía ver al grupo de soldados tratando de acercarse hasta él, siendo acorralados tanto por uno de los Teratons que parecía custodiar todo su perímetro como los Faoladh y Sluagh que de igual forma se veían con la intención de crear una barrera con sus propios cuerpos sin importarles los daños, imaginación suya o no, lo único que lograba llegar hasta su mente era que esas criaturas no lo dejarían partir tan fácilmente y sin embargo no importaba, nada más importaba, sólo aquel cuerpo que seguía volando sobre los cielos encima de la enorme espalda de aquel dragón al que siempre le estará agradecido.

Había escuchado en variadas ocasiones la expresión “el alma me volvió al cuerpo” y pese a eso jamás había sido capaz de entenderla, al menos no a cabalidad, no como en esos momentos lo hacía, la calma, la relajación que tanto él como su cuerpo experimentaban era algo que podía jurar nunca había sentido.

-¡Yuuri!-escuchó finalmente el grito de su hermana que trataba de acercarse hasta donde se encontraba, siendo inutilmente detenido por Lord Von Granz se preguntaba si el chico era demasiado noble o tonto como para tratar de impedirle a la chica el hacer algo, quizás solo en cuestión de segundos se daría cuenta de su error-¡Yuuri! ¡Te necesitan! ¡La gente te necesita, Francia te necesita, ya no tenemos nada más con que luchar, incluso yo te necesito!

Fue lo último que logró escuchar de la pelinegra antes de notar como esta le propinaba un golpe certero al chico en el rostro haciéndole perder el equilibrio, saliendo disparada no hacia él como en un inicio había pensado sino hacia los escombros donde se suponía debían estar los soldados  de la torre en compañía de algunos soldados de la guardia personal de su prometido. Su hermana tenía razón, la gente lo necesitaba, no querían a Yuuri Shibuya, el chico simple de Japón, amante del béisbol, integrante de una familia no disfuncional pero si rara, por supuesto que no querían a esa persona, esa persona era una perdedora o al menos con poca inteligencia, tan poca como para enfrentar a un grupo de matones él solo con el fin de ayudar a un desconocido...sonrió, era cierto, así habían comenzado todo, al menos para él; en esos momentos sabía que por sus miedos no podía hacer mucho pero si había algo que podía hacer o más bien ser, sería un rey, un maou, un rey demonio.

-Te siento...Yuuri-susurró Wolfram aún en medio del cielo.

***

-¿Quién se los dijo? ¿Cómo te enteraste tú?-preguntó de manera apresurada el general mientras bajaba de aquella azotea junto con el castaño.

-El cómo se enteraron no tengo ni la más remota idea pues tenía entendido que tanto él como sus tropas estarían haciendose cargo de Caloria además de que aún si hubiese sido notificado, para cuando llegasen era seguro que no quedaría ni la mitad del reino-terminó de decir Weller retomando su andar hacia la calle principal por donde algunos soldado corrían de un lugar a otro tratando de sacar a los pobladores y alejarlos lo más que fuera posible del centro- y el cómo yo lo sé no es muy difícil, no es como que un ejército pueda pasar desapercibido.

Tras aquella respuesta el mayor no pudo más que  rodar los ojos tratando de ignorar lo antes dicho sin embargo, todo ello le intrigaba demasiado, primero en Pacto de Sangre con los noblez, acto del cual no dudo demasiado especialmente por tratarse del mismo reino pero ¿ahora? ¿cómo era posible que un hombre que se encontraba a miles de kilómetros de ellos fuera consciente de su situación y lograra reunir a tantos hombres? y no sólo eso, también estaba el comportamiento de los dragones ¿por qué estaban en aquel lugar? ¿Qué los estaba atrayendo?

-Gwendal-escuchó decir al castaño- el castillo, el castillo está siendo atacado.

Ante aquella declaración observó el acontecimiento, de manera detallada y precisa, desde los monstruos voladores que rodeaban todo hasta las flechas que tiempo después no dejaban de caer sobre el enemigo, era su hermano, estaba vivo y probablemente a salvo con el resto de eso no tenía la menor duda pese a eso, nada lo preparó para ver la caída de una de las torres, ver los escombros volar por los aires como si de hojas que caen de un árbol se tratasen.

-Wolfram…

-No puede ser posible ¡Yozak!-comenzó a gritar Conrad tratando de hallar a su amigo- encuéntrenlo y que se dirija hasta el castillo, que se lleve a un grupo de hombres.

Sin embargo él no apartó su azulada mirada del sitio, como esperando a que algo pasara y así fue, pudo ver la tormenta que cada vez caía con más fuerza, la torre caer pedazo a pedazo, los Teratons sobrevolar los cielos del castillo, a un inmenso dragón marrón abrirle paso a uno azul el cual se dirigió hasta la torre llevando algo sobre su lomo, también logró ver la bola de fuego que aterrizaba en el suelo de manera delicada, no sabía que era lo que sucedía pero de algo estaba seguro, no todo estaba perdido.

-Capitán, no logro encontrar al comandante-dijo un soldado acercándose hasta el mencionado.

-No será necesario-dicho eso el peligris se acercó hasta el castaño mientras hacía señas con la mano indicando a los soldado que se acercaran- es batalla no es la nuestra Conrad, sin embargo esta sí ¿lograron cerrar el paso en el perímetro?

-Así es señor, nada sale y nada entra salvo por los pobladores que se negaron en salir.

-Y no tenemos intención de irnos-se escuchó decir a una voz ronca y desgastada-así que será mejor que se acostumbren a nosotros.

Alejándose un poco de Gwendal pudo notar que, no muy lejos de ellos, un grupo considerable de hombres, armados con palas, picos, palos y demás cosas los observaban, a simple vista pudo notar que se trataba de simples campesinos, gente de Francia que a pesar de su rostro recio y ceño fruncido, el temor en sus piernas y voz, el rojo en sus ojos aguantando las lágrimas dejaban ver el temor que tenían.

-Este no es un juego señores-comentó su hermano acercándose hasta el hombre que al parecer encabezaba al grupo-no pierdan sus vidas por simples obstinación y orgullo.

-No es obstinación ni orgullo, es pertenencia, esta es nuestra tierra.

-Lo és, es cierto, pero será mejor que lo diga cuando su pies no estén bailando de miedo señor.

Tras aquellas palabras solo pudo observar como aquellos hombres agachaban su mirada, no los culpaba después de todo sabía que su intención era ayudar y aunque su apoyo podría hacer una gran diferencia, no les servían soldados que no fueran capaces de empuñar sus propias armas, que su miedo los paralizara de tal forma que el caminar se convirtiera más en un suplicio que en algo de lo más común sin duda, todo ello solo lo hacía confirmar que el miedo eran las cadenas que podían destruir al hombres desde sus entrañas.

-No…-soltó de manera firme un hombre de verdes cabellos dando un paso al frente- es nuestra tierra, nuestra vida, nuestra familia, la tierra nos lo ha dado todo y ahora nosotros daremos todo por la tierra, ésta tierra que nos vió crecer y que verá crecer a nuestros hijos.

Dicho eso pudo ver como el ánimo del resto de sus acompañantes comenzaba a resurgir, quizás realmente eran capaces de controlar sus miedos, quizás el amor por aquella tierra los volvia verdaderos soldados o quizás, solo quizás  aquella luz que desde hace algunos instantes comenzaba a expandirse por todo el reino tenía algo que ver, aquella luz tan clara como el agua que parecía tranquilizar y envalentar su corazón, que lograba hacerle olvidar por algunos momentos los soldados muertos, los pobladores asustados, los niños y mujeres heridos, su propias heridas y sabía quien era por que si de algo estaba seguro, era que pocas personas lograban traer tanta paz, valentía y seguridad como su ahijado.

Giró su rostro buscando al de su hermano el cual al parecer también había notado la reacción de todos ante el maryoku del maou-No quería involucrarlos.

-En la guerra no hay nadie que pueda quedar fuera-comentó Gwendal dejando salir con ello un suspiro-¡Por Shin Makoku! ¡Por Shinou! ¡Por el maou! ¡Por Francia y toda su gente!

Fueron los gritos de guerra dichos por su hermano antes de salir a luchar a su lado, hombro a hombro y no solo con él, sino con aquellos hombres que les seguían los pasos, con valentía y orgullo, como soldados, como ciudadanos, como humanos, como mazokus pero más importante aún...como iguales.

 

Notas finales:

Espero les guste, estaré esperando con ansias sus comentarios y nos leemos pronto.

Bye Bye


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