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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Aquí nuevo capítulo, espero les guste mucho :D

-Debes parar.

-No sé a qué te refieres-contestó un joven de manera simple sin apartar la mirada de la ventana que se encontraba en la estancia, no sabía cuánto tiempo llevaban en esa situación, mucho menos cuando el hacer lo que hacía más que una forma de tranquilizarse y pensar, se había transformado en una rutina que le era totalmente necesaria.

-Shibuya, estar aquí no te hace bien, todos están comenzando a preocuparse por ti, estas actuando de manera diferente, si bien es cierto que cumples con tus obligaciones pero no solo es eso, si no estás enzima de Von Bielefeld te la pasas encerrado en esta habitación ¿qué es lo que pretendes?-preguntó de manera directa el gran sabio pues desde su regreso de Caloria nada había sido igual, entendía que eso sería totalmente difícil sin embargo jamás creyó ver así a su amigo, es más, no era necesario decir que desde su regreso pues el chico no volvió a ser el mismo tras el secuestro de Naomi, no comprendía si acaso se culpaba por lo sucedido, si le daba igual o no dado que, aun si cumplía con las obligaciones ya no solo de su reino sino que de igual forma se hacía cargo de la gente de aquella nación que había quedado en ruinas, ya no se le veía sonreír como antes, quizá ahora esa sonrisa que tanto alegraba el castillo solo su prometido fuera capaz de contemplarla pues él era testigo que fuera de aquel chico, el moreno no dejaba de lado ese semblante serio y hasta cierto punto frío que al parecer no pretendía abandonarlo.

Aún era capaz de recordar cuando fue la última vez que  logró ver alguna pisca de emoción en el maou y ese momento solo fue durante la partida de la princesa ya que, tras el arribo en Shin Makoku se les había notificado a la pareja real que la pequeña Greta tenía tan solo algunos días de haber despertado y, según palabras de la galena, estaba respondiendo muy bien al tratamiento que le había aplicado pero que como ya lo habían hablado, sería mejor el que partiera a Zuratia, un lugar libre de magia y que por ser la futura heredera al trono, la mantendrían segura. Sin duda alguna pudo apreciar la cara de alegría de ambos jóvenes al ver a la pequeña mejor, claro que solo les había durado hasta el atardecer de ese mismo día pues al no conocer la fecha exacta en la que el rey regresaría, se tomó la decisión de que la castaña partiera esa tarde.

Parecía que aún podía ver a ambos padres tratando de convencer a la menor de que todo estaba bien, de que solo había ocurrido un pequeño accidente y que por ello la pelinegra tardaría en regresar, que  ignorara todos aquellos rumores acerca de una guerra o caos y que simplemente se concentrara en recuperarse y en cuanto les fuera posible, ellos mismos irían por ella, que esa era su promesa y tras aquellas palabras, la imagen de un carruaje alejándose se adueñó completamente de su cabeza, uno donde una pequeña de castaños rizos decía adiós con la mano con la ferviente esperanza de algún día regresar al lado de sus padres mientras estos, cada vez más lejos de ella, le correspondían agitando de igual forma sus extremidades, un rubio claramente con las mejillas rojas y los ojos cristalizados mientras uno de sus labios era apresado por sus dientes en un inútil intento de no llorara ante la partida de su pequeña mientras que, por otra parte, un moreno solo había dejado escapar una débil lágrima que casi al instante se limpió, como tratando de demostrar que nada lo afectaba pues fuera de ella, continuaba con un rostro apacible que cualquiera pensaría que para él no significaba nada sin embargo, aquellas manos entrelazas, aquellos dedos entrecruzados unos con otros, era una clara muestra del dolor que silenciosamente ambos jóvenes sentían pero que ninguno se atrevía a exteriorizar ya que no lo necesitaban pues toda la ayuda que podían llegar a requerir, la encontraban con el simple contacto del otro.

Percatándose del silencio de su acompañante decidió mirarlo de reojo, al parecer el chico de anteojos había terminado por perderse en sus propios pensamientos y no lo culpaba, el mismo hacia eso, más a menudo de lo que en varias ocasiones quisiera dado que cada imagen de su hermana, de su prometido, de la madre de este y por su puesto de su hija, no lo dejaban en paz, tenía miedo y no lo podía negar e incluso se preguntaba por cuánto tiempo más sería capaz de ocultarlo, le era increíble ver como cada persona que apreciaba se fuera alejando cada vez más de él o simplemente saliera herida, el vivo ejemplo era su pequeña niña, la cual tuvo que irse de su lado para estará a salvo, ridículo ¿no? Una hija teniendo que alejarse de sus padres para estar segura.

-Por algo has venido Murata y no solo por mi supuesto comportamiento ¿qué sucede?-terminó preguntando mientras tomaba asiento frente al mencionado.

-Necesitamos hablar, de hecho creo que fue lo primero que debimos hacer en cuanto regresamos sin embargo no se dio la ocasión, quise buscarte pero con todo lo ocurrido no lo creí conveniente, Sir Waller diciéndome tu aislamiento en la oficina de Naomi fue lo que termino por convencerme de que ya no podíamos aplazar más esto, espero que entiendas que no hay razón para que permanezcas en esta oficina encerrado pues lo que sucedió no fue tu culpa.

-No estabas ahí, no fuiste tú quien terminó por matar a nuestros propios soldados, Murata no quieras aliviar una carga que de sobra sé que es solo mía-dijo Yuuri mientras trataba de no perder la paciencia pues comprendía que lo único que su amigo busca era tratar de traer de vuelta a la persona que un día había sido o por lo menos parte de ella sin embargo él sabía de antemano que eso no sucedería- pero bien ¿qué es lo que tienes que decirme?

Comprendiendo las palabras del chico el estratega trató de dejar de lado el tema, ya tendría otra ocasión para calmar al chico pues al parecer lo sucedido seguía muy latente en él-Hemos logrado saber más acerca de lo que está sucediendo con ayuda del joven Élian, no es mucho pero aclara bastantes cosas además de que he logrado recordar ciertos detalles que sin duda nos serán de ayuda.

-¿Qué han encontrado?

-Hace algunos días Lord Von Voltaire me hablo de una leyenda que había encontrado en algunos documentos de una de mis vidas pasadas, al parecer lo había inquietado bastante por lo cual por obvias razones acudió a mí, no negaré que en un principio lo tome como algo sin importancia sin embargo en cuanto más lo analizaba menos claro tenía las cosas.

-Ve al punto Murata, si estas tratando de decirme que sabías un poco acerca de lo que estaba sucediendo no es algo realmente nuevo, siempre pareces tener más información de la que cuentas-comentó el moreno sin cambiar la expresión seria de su rostro.

Sorprendido ante tal comentario el chico de anteojos se quedó algunos minutos asombrado ¿qué demonios le había sucedido al Yuuri amable y noble que todos conocían? ¿Qué fue lo que realmente había sucedido en Caloria? Pues no podía creer que la persona frente a él fuera el mismo joven que lo había salvado de ser golpeado por un par de brabucones, aquel que de algún manera u otra consiguió unificar parte de ese mundo, crear alguna especie de lazos afectivos entre mazokus y humanos sin que ninguno de ellos fuera visto como la peor cosa que le pudiese pasar a aquel mundo.

-Entiendo-dijo mientras soltaba un gran suspiro-a lo que voy es que sabemos cuál es la naturaleza real del enemigo…Yuuri Soushu jamás fue a quien debimos temer en primer lugar.

-¡Majestad! ¡Su Santidad!-gritó un castaño mientras se abría paso de manera estrepitosa en el lugar- hay noticias de su alteza.

***

-Descansaremos aquí, a unos metros se encuentra un lago algo escondido creo que será un buen lugar para pasar la noche-dijo Adalbert mientras que dos de las personas que lo acompañaban comenzaban a bajar de sus caballos a la vez que los amarraban en el árbol más cercano.

Notando un completo silencio el hombre giró su rostro en busca de la tercera persona que se suponía, no debería ir muy atrás, ya llevaban algunos días de viaje e incluso para él, era realmente sorprendente el ver lo duro que era de roer el caparazón de esa chica pues si bien, el plan inicial que tenía en mente era llevarla hasta el castillo que quedaba a lo mucho a dos días de la aldea pero, viendo lo complejo que resultaba poder sacarle algo más a esa chiquilla, cualquier cosa que no fueran palabras como “debieron dejarme morir” “yo no les pedí nada” o la que normalmente le causaba más problemas con Telma “Aleja a esa anciana de mí”, debido a esa clase de actitud decidió optar por ir por el camino más largo, que solo les daba un día más con ella, pues trataría en todo ese tiempo hacerla bajar la guardia y averiguar qué clase de relación tenía con el maou y especialmente con Julia pues no tenía duda alguna de que esa joven conocía de alguna forma a su difunta prometida, algo muy dentro de él se lo aseguraba sin embargo, grande había sido su sorpresa al darse cuenta que cada vez que parecía lograr obtener alguna clase de información de alguna forma u otra la chica le daba vuelta a las cosas y terminaba armando una gran discusión ya fuera con él o con la mujer de cabellos rojizos que los acompañaba, la cual era normalmente el objetivo principal y no podía negar que era una buena jugada la que la pelinegra estaba haciendo dado que tras la pelea, era tanta la indignación que ella mostraba que lo único que le seguía a la riña era un enorme silencio que por lo regular duraba horas.

-Ya escuche-fue lo único que Naomi contestó antes de bajar del animal y encaminarse por donde ese par se había ido.

Si mal no recordaba, según lo dicho por aquel hombre llamado Keenan el cual parecía ser la mano derecha del rubio, deberían estar frente al castillo mañana casi a medio día, no sabía cuánto tiempo más podría hacerse la tonta cada vez que alguno de sus acompañantes trataban de saber de ella, al inicio no comprendía muy bien cómo manejar la situación, tenía en cuenta que no podía hacer mucho y que de cualquier forma estaba en manos de esas personas que de quererlo así, podrían desaparecerla, claramente no se los dejaría muy fácil pero ese no era el punto, el hecho principal era que en cuanto tuviera frente a ella al prometido de su hermano le daría un enorme abrazo acompañado de un sincero gracias ya que lo único que se le había venido a la mente para poder escapar del largo interrogatorio que claramente querían hacerle, era la táctica que el oji-esmeralda usaba cada vez que trataba de evadir o confundir más al moreno y eso era, girar toda la situación y hacer que pareciese ella la afectada, sabía que era hasta cierto grado muy inmaduro pero no tenía otra opción, solo esperaba que le funcionara hasta llegar a su destino, de lo contrario no sabía que más hacer aparte de mandarlos muy lejos a todos y salir disparada en su caballo a cualquier dirección.

La noche estaba comenzando a caer y para su alivio, no había intercambiado más que un par de palabras con el pequeño grupo con el que viajaba pues entre los tres adultos se habían terminado por repartir la mayoría de las actividades y, como era ya su costumbre en esa travesía, la única gran colaboración que ella podía hacer y que claramente le permitían, era llevar a los caballos cerca del río para que se refrescaran y descansaran un poco, claro que todo esto bajo la atenta mirada de un castaño que a su vez trataba de pescar algo para la cena mientras que la mujer se encargaba de recolectar frutos y preparar todo para la fogata pues el encargado de buscar la madera necesaria era el oji-azul, el cual se perdía un tiempo en el bosque antes de volver a aparecer con la leña.

Ya con las estrellas sobre sus cabezas se alejó hasta un árbol permitiendo recargarse en este, no quería estar cerca de esas personas, de hecho si le era posible solo comería y se haría la dormida con el pretexto del cansancio provocado por el largo camino ya que después de todo no era mentira, mañana se cumplirían nueve días desde lo sucedido en Caloria y simplemente no podía estar tranquila, quería saber qué había sucedido con su hermano, con Wolfram, con Cheri-sama, tenía tantas dudas que sabía, no podrían ser aclaradas pues de preguntar, terminarían por entender que realmente ella si tenía relación con los mazokus y no con cualquiera, sino con el mismísimo rey demonio y no sabía que tanto podría o no perjudicarle eso con su situación actual.

Con la mente volando por todas las cosas que había vivido docenas de preguntas comenzaron a arremolinarse en su mente ¿Ya habría despertado la pequeña Greta? De ser así ¿Habría preguntado por ella? ¿Cuántos días habrían pasado ya en la tierra? ¿Su hermana se habría dado cuenta de su ausencia aun estando ella de viaje en Boston? ¿Cómo estaría Yuuri? ¿Qué habrá pensado Gwendal al enterarse de lo que hizo? ¿Cómo habrá reaccionado Gunter? Pero más importante aún ¿Por qué lo había hecho? Quizá después de todo Shinou tenía razón y ella jamás tuvo un motivo para luchar o tal vez si, solo que no lo encontraba, realmente no quería pensar en nada por un buen tiempo sin embargo eso era imposible pues si en algo aquel espíritu tenía razón era en que ahora el peso de varias vidas estaban sobre su espalda.

-Toma-escucho decir mientras alzaba un poco el rostro y se encontraba con aquel hombre de cabellos cortos y castaños extendiéndole una hoja en la cual descansaba un trozo de pescado acompañado de algunas frutas-No te alejes o el señor Adalbert realmente se molestara.

-Como si no lo estuviera todo el tiempo-contesto la chica mientras recibía el alimento y volvía a bajar la mirada.

-Realmente no sabes lo benevolente que ha sido contigo ¿verdad?-dijo el ex soldado mientras se sentaba en el piso frente a ella-¿crees que no nos damos cuenta como esquivas nuestras preguntas? Si nosotros quisiéramos bien podríamos matarte como tanto pides o mejor aún, abandonarte a tu suerte a ver cuánto duras con esa apariencia que llama de sobremanera la atención.

Tratando de no parecer perturbada ante las palabras dichas Naomi trato de seguir degustando la comida mientras miraba de reojo a la persona con la que hablaba, claro que tenía presente todo eso pero también tenía en cuenta que al querer saber más de su persona no harían nada realmente malo, al menos eso esperaba-Gracias por la comida y si no tienes nada más agradable que decir te pido que me dejes sola.

-¿Por qué?

-¿Disculpa?

-¿Por qué nos enfrentas a sabiendas de tu situación? Quizá pienses que es un acto valiente pero no es más que un comportamiento lo suficientemente idiota para matarte, no juegues con fuego y yo que tú no tentaría mucho la paciencia del señor Adalbert que créeme niña, no es mucha-fue lo último que Keenan dijo antes de alejarse con el resto mientras una recia mirada no se apartaba del lugar en el cual ella aún permanecía.

Habían transcurrido un par de horas y no dudaba que fuera más de media noche, el color tan intenso del cielo y las fuertes ráfagas del helado viento se lo decían, no podía dormir, aún todas esa imágenes de la batalla y esas preguntas la atormentaban, quería ser fuerte tanto como se lo había prometido a Julia que lo sería pero ¿cómo? Ya no sabía qué hacer y aquel hombre tenía razón, realmente estaba viva de milagro pues hasta ese momento jamás se había puesto a pensar detenidamente en todo, nunca se paró a pensar en la gran responsabilidad que el aceptar ser parte de los mazokus conllevaba; solo quería ser capaz de hacer lo que le pidiesen, cumplir con las expectativas que se esperaban de ella, ser la persona templada que quería para no atormentarse, para no pensar, para no sentir y sin embargo, ahora solo quería salir corriendo y abrazar a su hermana, la cual aunque para esta no hubiese pasado un par de horas o un día quizá, para ella ya había sido una eternidad, necesitaba sentir sus brazos rodeándola mientras le susurra en el oído que todo está bien y que ella la protegería, necesitaba ese calor que le transmitía calma y la hacía pensar de manera razonable, simplemente quería ser realmente libre solo eso y nada más ¿desde hace cuánto se había mantenido reprimida en esa celda que de a poco se quebraba sin siquiera ser capaz de protegerla?

-Duerme o de lo contrario no serás capaz de mantenerte con bien en lo que resta de camino-pronunció una grave voz; apartando su rostro de entre sus rodillas y manteniéndolo cubierto por la capucha de la capa que llevaba observó al hombre parado a uno de sus costados que parecía simplemente contemplar la densa oscuridad que reinaba en el bosque, pues sentía que estaba tan concentrado escuchando el susurrar de los árboles que quizá no notaba su presencia aunque sabía que era todo lo contrario.

-Keenan no mintió, realmente terminaras muerta de seguir así.

-¿Algo más que me quieras decir? Claro, aparte de lo idiota que al parecer soy-contesto de manera cortante sin dejar de mirar a quien tenía a uno de sus costados.

Soltando un largo suspiro se decidió finalmente a encarar a la joven con la que hablaba, ya no sabía qué hacer y por alguna extraña razón simplemente quería hacerla cambiar de actitud, ya fuera porque ella tendría que encargarse de hablar con el rey o por el vago recuerdo que le había traído de Julia, fuese cual fuese la razón solo tenía claro que ya no le importaba tanto el saber quién era esa niña, solo quería llevarla hasta su destino donde sabía la mantendrían a salvo y seguir con sus investigaciones acerca de los seres que han estado viendo por los alrededores y el extraño estado en el que se encontraba Caloria.

-Sé que tienes alguna relación con su majestad Yuuri y sea Miko o no tu nombre eso realmente ya no importa, solo quiero llevarte con el rey por que le debo un favor al maou de lo contrario bien te hubiese dejado morir en la orilla de la playa, también sé que conoces el nombre de Suzana Julia-ante el nombre pudo notar como el pequeño cuerpo se tensaba, al parecer había dado en el blanco-no sé qué relación tuvieras con ella o como la conoces pese a eso, sé que a ella no le gustaría verte así, estas sola niña y eso no te ayuda en nada pero creo eso ya debiste haberlo escuchado del chaval que tienen por rey demonio aunque tal parece que no has aprendido nada de él…deberías hacerlo-fue lo último que el rubio dijo antes de marcharse cerca de la fogata junto con el resto, notando finalmente la lejanía de las tres personas que la acompañaban se permitió hacer algo que no hizo en muchos años, aunque fuese de manera silenciosa dejaría que sus lágrimas recorrieran sus mejillas, ya no podía más y sabía que algo dentro de ella finalmente había terminado hecha pedazos.

No había dormido en toda la noche y al parecer era demás notorio debido al rojo hinchazón de sus ojos, aunque agradecía que se mantuvieran en silencio pues no tenía los ánimos ni la fuerza de huir y decirles toda la verdad tampoco era una opción, de eso estaba completamente segura. Notando a lo lejos las inmensas torres de un castillo volvió a cubrir su rostro como la noche anterior pues tenía presente que debían mantenerse lo menos visible que pudieran; grande había sido su sorpresa al darse cuenta que se encontraban finalmente dentro del castillo, claramente no de la manera que ella hubiese querido pues cuando ya se hallaban relativamente cerca de la entrada principal, sus acompañantes le ordenaron bajar del animal que la había estado transportando mientras los revendían con hombres que al igual que ellos, parecían solo ir de paso para después bajo sus instrucciones, terminaran todos entrando de contrabando en el lugar, según lo dicho por Adalbert era mejor así pues el rey tras notar los extraños sucesos que sucedían en otras naciones y que al parecer comenzaban a pasar de igual forma en su nación, había decidió esconderse en su castillo como era su costumbre por lo cual lo mejor era entrar de manera directa hasta encontrarlo.

Ya frente a una inmensa puerta de madera, tanto Telma como Keenan se habían posado de tal manera que cubrían ambos costados del oji-azul el cual mantenía escondido a sus espaldas a la chica para que en caso de ataque la rodearan y fueran capaces de protegerla; abriéndose paso con sumo cuidado comenzaron a introducirse en la estancia la cual parecía ser nada más ni nada menos que la sala del trono, la cual parecía estar vacía o al menos eso habían pensado hasta que la pelinegra, en cuestión de segundos, se encontraba siendo amenazada por una mujer que al parecer había caído del techo y la cual dejaba descansar una filosa arma sobre su cuello a la vez que se escuchaba el sonido de sorpresa de sus acompañantes al notar como cientos de guardias comenzaban a rodearlos.

-¡Adalbert! Creí que había quedado claro que no podías acercarte al castillo-dijo la mujer sin soltar el agarre que mantenía en la joven.

-Al parecer no tengo tan buena memoria como creía-comento mientras se preparaba como los otros para luchar.

-Necesito ver al rey Antoni-alcanzó a decir Naomi captando la mirada de los demás-esto no es lo que parece, aunque no sé exactamente que parece.

Notando el ceño cada vez más fruncido de la mujer pudo darse cuenta que solo consigo molestarla cada vez más, tal parecía que aquel mazoku tenía más razón de lo que había pensado-Parece el escenario perfecto para secuestrar o matar a un rey niña, así que basta de tus juegos.

-¿Leila?-se escuchó una débil voz proveniente de la parte trasera del trono a la vez que un joven hombre de cabellos claros salía de ella-¿qué sucede?

-Nada majestad, al parecer algunos intrusos han entrado al castillo.

Paseando su mirada a la rara escena que se mostraba el rey no parecía dar muestra de querer hacer algo al respecto hasta que posó su mirada en cierta pelinegra que permanecía inmovilizada por su esposa—Leila ¿qué estás haciendo? ¿Por qué tratas así a Yuuri?- dijo el hombre mientras corría hasta la chica la cual había sido liberada de su agarre, ya frente a ella la abrazo tan fuertemente causando un quejido de Naomi.

-Espera…-dijo el rey mientras miraba nuevamente a la persona que tenía entre sus brazos notando las finas facciones y el tono de piel más blanco del que recordaba, aún sin comprender del todo lo que sucedía aparto la capucha de joven notando como su larga melena caía sobre sus hombros-Tú no eres Yuuri… ¿Por qué te pareces tanto a él?

-Majestad, necesito su ayuda…-esta vez haría las cosas bien, tenía que regresar con su hermano.

***

Aún con la carta sobre sus manos continuó mirando a las personas que estaban frente a él, sabía que tenía que hacer pero también sabía lo que eso podía conllevar, todo era tan parecido que no tenía duda de lo que podía llegar a suceder y claramente no lo permitiría, no esta vez.

-¿Están totalmente seguros de que puede ser ella?-pregunto el oji-esmeralda sentado en la alargada mesa frente al escritorio del maou junto a los demás.

-Los restos de los barcos fueron encontrados cerca del lugar y la carta del rey Antoni no hace más que confirmar nuestras sospechas-dijo el peli-lila.

-Además en la carta dice el nombre de la madre de su majestad, eso podría ser alguna clase de señal-terminó de decir el castaño mientras redirigía su mirada a su ahijado, no sabía exactamente qué estaba pasando pero entendía que las cosas, tales y como las había conocido hasta entonces estaban cambiando, ya no solo en el resto de las naciones, ni con el pueblo, sino con las mismas personas que lo rodeaban, aquella gente que creía conocer tan bien ahora parecía un par de desconocidos ante sus ojos, sin saber cómo tratarlos ni como entablar una conversación amena con ellos, simplemente el mundo había comenzado a girar y al parecer él se había quedado atrás.

Esperando silenciosamente por una respuesta por parte del monarca, Gwendal comenzó a analizar de manera más atenta la situación, si bien era cierto que en esta ocasión faltaban dos personas en la reunión por lo cual no culpaba al chico por tardar más de lo normal en procesar todo y tratar de actuar de la manera más coherente que le fuera posible pues su madre a pesar de estar mejor se encontraba aún en cama y aparentaba no tener intenciones de hablar acerca de lo sucedido mientras que, por su parte, aún era un misterio lo sucedido con la chica, a la cual después de tantos día meditándolo no lograba comprender, siempre había aparentado ser una mujer recatada, de carácter fuerte pero siempre actuaba guiada por la razón, no hubo algún momento en el que él haya notado una pisca de emoción en lo que hacía, siempre seria, siempre templada, como si supiera cuál era su destino y no pudiese luchar contra este.

-¿Qué haremos majestad? Tendremos que intervenir de alguna manera ya que Francia está pidiendo ayuda a la alianza para poder arreglar sus problemas-dijo finalmente captando la atención de todos los presentes.

-Le enviaré un mensaje a Yozak para que registre la zona, partiré esta noche a Francia para que mañana por la tarde desembarquemos, trataremos de controlar la situación y averiguar lo más que podamos-comentó el castaño dirigiéndose al mayor de sus hermanos el cual parecía estar de acuerdo con lo que decía pues el hombre había comenzado a escribir algunos nombres de soldados en una pequeña hoja de papel, los cuales al parecer serían lo que acompañarían al capitán Weller.

-No

-¿Majestad?-preguntó el Conrad desconcertado ante el tono de voz tan frío que había utilizado su ahijado.

-Iré yo y llevare algunos soldados conmigo.

-¿Shibuya?-preguntó un tanto desconcertado el gran sabio pues le era difícil creer que después de todo su amigo aún quisiera salir del reino, si bien era cierto que podría encontrar en ese viaje a su hermana pero tenía presente que el joven, al igual que él, había sido capaz de notar la semejanzas de la situación con la catástrofe sucedida en Caloria- Esto no es un juego, creo que tú al igual que yo sabe que lo mejor es que permanezcas en el reino.

-Su santidad tiene razón majestad-fueron las palabras de Gunter mientras trataba de acercarse hasta uno de los costados del chico-además aún no se encuentra del todo bien lo mejor será que Conrad y Gwendal se hagan cargo, ellos sabrás mejor como manejar la situación y…-no puedo terminar la frase al notar como el pelinegro lo miraba de manera tan despectiva, ya que aquellos ónix que al parecer siempre brillaban con gran intensidad, esta vez solo mostraban su lado más frio y cortante.

-No es una pregunta, es una orden, que reúnan a unos cuanto de los mejores soldados y se preparen para salir, que se dividan en tres grupos el primero viajara en dos horas, el segundo partirá conmigo en cuanto el sol se ponga  y el último que salga en cuanto la noche termine de caer, dejará una diferencia de tres horas en cada viaje-terminó de decir ante la mirada atónita de todos, los cuales tras algunos minutos asintieron acatando la orden del moreno.

-Yo iré contigo-dijo Wolfram mientras observaba como el general salía en compañía del consejero real.

-No, tu permanecerás en el castillo junto con Gunter y Murata, solo me acompañaran Conrad y Gwendal-dicho eso comenzó a salir de la estancia bajo la atenta mirada de su padrino y su amigo a la vez que escuchaba los sonoros pasos de su prometido tras de él.

Sabía que dicho plan no sería del agrado del rubio pero ¿qué más podía hacer? Ya le había hecho daño una vez y si estaba en sus manos el poder evitarle malas pasadas así lo haría; aún podía recordar su cuerpo débil, pálido y lastimado sobre sus brazos, el miedo intenso que se había apodera do él al pensar que su prometido no volviera a abrir esos hermosos ojos, simplemente esa idea lo aterraba.

Continuó su camino, quería caminar por las jardineras antes de partir sin embargo los constantes gritos del oji-esmeralda no parecían terminar, tenía en cuenta que el chico no lo dejaría en paz hasta que aceptara dejarlo ir y de algún modo tampoco quería apartarse de él, quería mantenerlo a su lado, poder aspirar su embriagadora fragancia, sentir su piel y escuchar su voz pero todo en la vida tenía un costo y el mantener a aquel demonio con cara de angel alejado de toda esa guerra aun en contra de sus propios deseos era el suyo.

-Maldita sea Yuuri, te estoy hablando, no puedes irte y dejarme aquí prometiste que estaríamos juntos pasara lo que pasara-continuó gritando Wolfram siguiendo los pasos del otro- o ¿en verdad no significo nada para ti? Esto es una guerra enclenque no quieras cubrir el sol con un dedo, juré protegerte y así…-no fue capaz de notar en que momento su prometido había regresado sobre sus pasos pues solo era capaz de sentir el tierno movimiento de los labios del moreno sobre los suyo ¿cuánto tiempo había pasado desde la última vez que los había sentido? Quizá más de lo que era capaz de soportar.

Notando como una manos se posaba detrás de su nuca y otra comenzaba a viajar alrededor de sus caderas, se permitió continuar con el camino que el otro le estaba trazando en dirección a una de las puertas que se encontraban en el pasillo pues al parecer el maou al igual que el había sido capaz de escuchar el sonido de pasos acercándose acompañado de algunas voces femeninas, al parecer las doncellas del castillo se dirigían a donde ellos se encontraban.

En un inició pensó en separarse del otro ya que no pretendía darles de que hablar a esas chicas sin embargo, grande fue sus sorpresa al notar como Yuuri se apartaba de él solo para abrirse paso a la estancia, empujarlo dentro de ella y volver a cerrar las pesadas puertas de madera, al parecer sin haberlo deseado habían llegado hasta el cuarto de tesoros.

Tras haber cerrado las puertas y escuchando como aquellas personas se alejaban, el chico regresó su mirada hacia el ex príncipe el cual le mostraba un rostro de lo más enternecedor ya que, al encontrarse con su mirada, aquel sonrojo que creía incapaz de crecer más, lo hizo, convirtiendo al joven en un pequeño tomate andante con unas hermosas esmeraldas totalmente dilatadas, comprendía que esa no era la situación adecuada y que habían cosas importantes las cuales debía tratar pese a eso, ante sus ojos, lo único realmente importante y que merecía toda su atención era aquel rubio que estaba parado frente a él en la espera de sus movimientos.

Importándole poco el lugar y con la necesidad de tener al chico entre sus brazos volvió a juntar sus labios con aquella boca rosada y carnosa que siempre parecía tentarlo, quería más y más, si existiera alguna cosa a la cual se pudiera volver adicto sin duda era al cuerpo del oji-esmeralda pues no importaba cuanta veces lo viera o lo tocara, siempre que entraba en contacto con él parecía ser como la primera vez, sorprendiéndolo y habiendo que se le erizaba cada parte de su ser.

Abriéndose camino de a poco en la boca de su prometido permitió que sus manos se dejaran llevar por las sensaciones y emociones que el otro despertaba en él, acariciando suavemente su espalda bajando poco a poco hasta uno de los mejores atributos del rubio, su suave y bien formado trasero, le encantaba tocarlo, apretujarlo entre sus manos y esta vez no iba a ser la excepción pues ya con ambas extremidades posadas en la parte trasera del chico comenzó a masajearlo mientras leves gemidos comenzaban a salir de la boca del otro, fue entonces cuando le dijo adiós a la poca cordura que aún le quedaba.

Sintiendo las suaves manos de su pareja juguetear con sus cabellos mientras buscaba continuar con aquel besos que había sido interrumpido por aquellas exclamaciones por parte del mazoku de fuego, aún concentrado en aquel húmedo contacto reunió todas sus fuerzas para levantar el delicado cuerpo de este a la vez que su cintura era rodeada por las firmes y bien proporcionadas piernas de su prometido a su vez que ambas erecciones, en medio del ajetreo, comenzaban a rozarse soltando una especie de descarga eléctrica que recorría sus cuerpos; tratando de mantenerse un poco firma el maou comenzó a descender por las largas escaleras en busca de un lugar más “cómodo” sintiendo los leves besos y mordidas que el otro chico le proporcionaba, realmente debía agradecer a los arduos entrenamientos de Conrad o de lo contrario ya hubiese terminado con Wolfram en el piso y muy probablemente rodando por los escalones.

Visualizando a lo lejos una especie de cama comenzó a dirigirse hasta aquel lugar, pues al parecer entre medio de algunos estantes con regalos de otras naciones y tesoros, se encontraba una especie de silla-sofá con algunos tapetes encima de este, tratando de apartar la mayoría de estos intentó recostar a su prometido el cual no dejaba de desabrochar su oscuro saco.

-¿Estas bien aquí?-preguntó mientras se acomodaba sobre su acompañante.

-Estoy contigo y eso es lo que importa debilucho-contestó el rubio dejando entrever una pequeña sonrisa en medio de ese sonrojado rostro sin dejar de lado su labor de mandar a volar la ropa del rey.

-No me digas debilucho-contesto el moreno lanzando aquella prenda negra al igual que la camisa que se encontraba debajo de ella.

Con las manos del chico bailando sobre su espalda empezó a retirar el típico saco azul junto con la prenda extra que el joven siempre llevaba mientras, ya entre sus piernas, daba movientes suaves simulado embestidas que simplemente hacían que el cuerpo que se encontraba debajo del suyo comenzara a removerse mientras pequeños ruidos salían de aquella deliciosa boca; con ambos bultos totalmente visibles el maou, entre meneos extraños retiro las botas y pantalones del rubio al igual que los suyos permitiendo que una piel apiñonada estuviera finalmente en contacto con aquel cuerpo tan blanco como la nieve.

Recorriendo con la mirada aquel cuerpo, se permitió repartir besos por cada extremidad que se cruzara en su camino, desde aquel exquisito cuello en el cual no pudo dejar de hacer ciertas marcas, hasta los alargados dedos que se entretenía lamiendo al igual que cierto botoncitos rosas que desde hace buen rato lo estaban llamando, percibiendo la excitada mira de su acompañante dirigió su boca hasta aquellos pezones con los que le encantaba jugar, mordisquear y lamer como si de un suave dulce se tratara a la vez que una de sus manos viajaba hasta el despierto miembro del rubio dándole suaves y tiernas caricias que hacían estremecer al otro hasta que, sin esperarlo, aquella mano que recorría aquella intimidad termino por envolverla impartiendo veloces movimientos de arriba hacia abajo.

Podía sentir las uñas de su prometido recorriendo su espalda y escuchar el sonido de su voz entrecortada llamando por él y por qué finalmente lo atendiera como era debido, apartándose de aquel trocito de carne al que siempre le gustaba atender y dejando un casto beso sobre cada uno de ellos volvió a besar al mazoku a la vez que sus dedos, ya bañados en el líquido pre-seminal del otro, comenzó a introducirlos de manera cuidadosa uno por uno por aquella entrada que lo llevaba al paraíso, haciendo círculo y tijeras dentro de este.

-Yuuri-dijo en un suspiro el ex príncipe observando el brillo en los ojos del moreno.

-Te amo Wolf-y como la primera vez, sintió que algo dentro de él crecía sin poder detenerse, sin duda alguna eso era lo que llamaban felicidad.

Tras aquellas palabras y ante el asombro del otro, el rubio comenzó a levantarse de a poco tratando de dejar recostado al moreno, ya finalmente sentado sobre el sofá se colocó a horcadas del pelinegro dejándose caer poco a poco sobre el gran y erecto pene de su acompañante a la vez que su voz se perdía en el estruendoso gemido que no pudo retener mientras los gruñidos del otro chico se dejaban de igual forma escuchar; ya con aquel trozo de carne dentro de él comenzó a mover sus caderas, se sentía extraño y hasta cierto punto avergonzado sin embargo no podía dejar de sentir como el placer lo inundaba cada vez que subía y bajaba su cuerpo puesto que en cada uno de sus movimientos, podía sentir como su propis erección rozaba con el abdomen de los dos mientras sus manos permanecía acorralando el cuello del japonés y las contrarías ayudaban con el alocado y frenético ritmo que habían tomado sus caderas.

Uniendo por última vez sus labios notó como aquella morena mano volvía a aprisionar su intimidad llevando sus movimientos al ritmo de las embestidas logrando que liberara toda aquella esencia y haciendo que su cuerpo se tensara cada vez más permitiendo que el moreno pudiera venirse dentro de él.

Con las respiraciones agitadas, Yuuri se dejó caer totalmente en la “cama” improvisaba que habían encontrado llevándose consigo al oji-esmeralda, el cual tratando de recuperar el aliento se permitió descansar sobre el moreno y delgado cuerpo de su prometido.

-Muy bien-dijo el maou mientras acariciaba las suaves hebras doradas del chico.

-¿Qué?

-Solo no quiero que te separes de mí en todo el viaje.

-Nunca-contestó Wolfram cerrando los ojos acompañado de una sonrisa.

***

Podía ver a las aves volar de un lugar a otro mientras el viento golpeaba su cara, ya sabía las órdenes que había dado el rey y pese a que se suponía, debía ir en el primer grupo, no pretendía alejarse del maou pues presentía que este tenía algo en mente, algo que por alguna razón no comentaba con nadie; abriendo su mano siguió admirando la joya que descansaba sobre su palma ¿dónde estaba su dueña? Sin duda alguna pronto lo sabría, de eso no tenía duda.

-Voy a encontrarte-dijo Élian en un susurro mientras envolvía entre sus dejos aquel anillo que había encontrado en Caloria…

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado del capítulo y espero sus lindos comentarios como siempre.

Espero que tuveran una lindísmia navidad y tengan un excelente años nuevo, recuerden luchas por sus metas cada día sin importar lo que digan.

No sé si actualize antes o después de año nuevo pero quería saber si quisieran que hiciera alguna clase de especial por lo de estas fechas, no trataría de navidad el especial sino de algunos momento de los personajes o así o si preferirían que siguiera mejor con lo capítulos normales, espero leer sus opiniones en los comentarios, sin más hatsa la otra Bye Bye :3


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