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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Lamento la demora, pero ya esta aquí el capítulo nueve, espero que lo disfruten.

No sabía cuánto tiempo llevaba jugando en compañía de Conrad, pues lo único que ocupaba su mente era el comportamiento poco común de su prometido, no entendía porque de buenas a primeras se marchaba de la habitación, no era que lo extrañara, por supuesto que no, solo que no era algo normal en él, tan metido estaba en sus pensamiento el moreno, que lo único que lo regreso a la realidad, fue el potente choque de su cabeza con la pelota que era lanzada por su acompañante.

-Majestad, ¿se encuentra bien?- preguntó el castaño acercándose lo más rápido posible al pelinegro.

-Sí, no te preocupes, solo estaba algo distraído y ya te he dicho que es Yuuri- terminó de decir el joven mientras se sobaba la parte afectada.

-Desde hace un rato quería preguntarle ¿le sucede algo? A pesar de estar entrenando lo notó en otro mundo.

Ante aquellas palabras el joven rey se sobresaltó, pues la verdad era que en todo ese lapso de tiempo, lo único que tenía metido en su cabeza, era su “pelea” con cierto rubio, pues realmente no entendía que había sucedido el día anterior y como si algo o alguien hubiera leído su mente, logró visualizar al causante de todo, pues por uno de los inmensos corredores se encontraba Wolfram.

-No es nada, no te preocupes Conrad, pero tendremos que dejar el entrenamiento para después, necesito encargarme de algo- contestó el moreno mientras emprendía su camino hacía su prometido, bajo la atenta mirada del soldado, el cual solo sonrió al notar el camino que tomaba su ahijado.

El joven rey de a poco se iba acercando cada vez más hasta el rubio, hasta que se paró en seco ¿qué pensaba decirle en cuanto estuviera frente a él? Realmente lo único que hizo fue correr tras de él en cuanto logro verlo por uno de los pasillos, aun con esa duda en su cabeza, decidió seguirlo, si tal vez eso sería lo mejor y en cuanto tuviera la oportunidad, haría de su encuentro una coincidencia, la cual usaría para aclarar las cosas con el oji-esmeralda.

Así pasaron algunos minutos en los cuales el pelinegro se dedicó a seguir a su prometido, el cual se notaba realmente distraído, pues a pesar de la infinidad de ocasiones en las cuales estuvo a punto de dejarse en descubierto el rubio no lo había notado.

Por su parte Wolfram no dejaba de pensar en lo sucedido, en la actitud de Yuuri, en sus caricias, en sus palabras, en la ocasión en la que casi se besaban, todo eso no dejaba de atormentarlo, además aquellas palabras que le había dicho a Naomi no dejaban de hacer eco en su mente, “Sí, pero todo fue a causa de un mal entendido, Wolfram y yo solo somos amigos”, aunque para muchos solo hayan sido un par de palabras, para él había sido como una estaca en el corazón pues si bien, no era la primera vez que lo negaba y tal vez en otra ocasión el mismo no le hubiese tomado tanta importancia, pero el que lo haya hecho después de aquellos momentos tan íntimos que habían tenido, terminaron por  destrozarlo.

Pasados algunos minutos el rubio se detuvo y observo lo que había frente a él, aquella puerta de roble que tan bien conocía, necesitaba distraerse, pero no con misiones o deberes sino con algo que le gustara, que lo apasionara, tomó la perilla y se abrió paso ante el lugar, era su estudio de pintura, hace mucho que no estaba en él, pues se la pasaba cuidando al debilucho de su prometido y cuando quería pintarlo, este siempre terminaba huyendo o comentando cosas no muy agradables sobre sus obras, tomo su bata y gorro olvidando cerrar tras de sí la puerta, soltó un gras suspiro y se dispuso a preparar todo lo necesario para comenzar con sus práctica.

El maou observo atentamente desde una esquina como el rubio se iba adentrando en aquella habitación que él no visitaba mucho y que cada vez que lo hacía terminaba escapando, al ver que la habitación no era cerrada decidió actuar en ese momento, pues tendría la excusa perfecta, diría que pasaba por ahí y al ver la puerta abierta decidió mirar un poco, si esa era un buen pretexto.

Con la palabra determinación escrita en su rostro se acercó hasta aquella habitación en la cual logró ver como el oji-verde preparaba sus cosas, no dijo nada y  decidió quedarse por un momento observándolo desde el marco de la puerta, aquel joven que estaba frente a él era realmente único, nunca dejaba de sorpréndelo, en especial sus celos, en eso estaba hasta que sintió una intensa mirada posada sobre su persona.

-¿Yuuri?- dijo el rubio mientras miraba extrañado a la persona que se encontraba parada en la entrada.

-Ah… Hola Wolf solo pasaba por aquí… y vi la puerta abierta así que…- trato de explicar el moreno mientras reía nerviosamente.

-Te puedes ir, quisiera estar solo si no te molesta- terminó de decir fríamente el oji-verde sin retirar su mirada de su acompañante.

-Pero solo quería hablar contigo un momento.

-Pero yo ahora no, así que por favor vete, quiero estar solo.

Confundido y con la su paciencia a punto de desaparecer, el pelinegro se acercó hasta su acompañante quedando uno frente al otro- ¿Qué te sucede? ¿Por qué te comportas así? Si hice algo mal dímelo.

-No hiciste nada, ya te lo había dicho ahora por favor vete, no te lo quiero volver a repetir Yuuri- dijo Wolfram mientras le daba la espalda a su prometido.

El pelinegro al escuchar aquellas palabras, no pudo más y dejo salir su descontento, tomó el brazo del rubio y lo obligó a verlo nuevamente a la cara- ya basta, no sé qué te sucede, pero me molestas que hagas estas clase cosas, si es uno más de tus capricho por atención creo es el momento de que pares- al terminar todo aquello, el moreno soltó el agarre, ¿pero que acababa de decirle a su prometido? Eso no era lo que el realmente pensaba, pero al sentir esa forma tan indiferente en que el otro lo trataba, solo dejó salir lo primero que cruzo por su mente.

El rubio al escuchar aquellas palabras no pudo hacer nada más que abrir los ojos, ¿en verdad Yuuri pensaba eso de él? ¿Pensaba que era un caprichoso niño en busca de atención? Sintió como el otro soltaba su brazo y bajaba la mirada, quería irse, correr y llorar donde nadie lo viese, soportaba que los demás le dijeran eso, que se lo restregaran en la cara pero no podía soportar que la persona a la cual amaba hiciera eso, porque sí, amaba estúpidamente a ese enclenque.

-Así que eso piensas de mi ¿no?- pronunció en un susurro el ex príncipe.

-No… yo no… quise decir eso- trató de explicar el rey.

En verdad no quería decir nada, quería quedarse callado y dejar pasar todo, pero lamentablemente él era demasiado orgulloso como para dejar pasar lo que el otro le había dicho, con el ceño fruncido y sus ojos emanando el dolor que sentía se enfrentó a esos azabaches que en más de una ocasión lo hipnotizaban.

-Por mi bien si piensas que soy así, no me importa, ahora vete, no quiero verte- gritó el rubio.

-Wolf por favor hablemos.

-¿De qué quieres hablar? ¿De que pretendo hacer ahora para llamar tu atención? ¿ o del error de compromiso que nos une?- esa última pregunta fue como un rayo cayendo sobre su cuerpo, para el oji-verde había sido demasiado difícil todo el tiempo que llevaban juntos por ese “accidente” y siempre se guardaba sus sentimientos pero por alguna razón, en esa ocasión no había podido reprimirse- Vete Yuuri, por favor vete.

El mencionado observo como el otro nuevamente le daba la espalda, quería estar con él, decirle que no creía que fuera así realmente, pero en cuanto pensó en la parte del compromiso no supo que hacer ¿qué pensaba decirle? ¿Que no había sido un error? Admitía que últimamente se sentía muy extraño a su lado, pero eso no era amor ni nada de eso ¿no?, al ver como su acompañante no decía nada más optó por retirarse, lo mejor era hablar en otra ocasión.

-Wolf…- dijo en un susurro mientras salía del lugar, al estar fuera cerró la puerta y se retiró bajo una intensa mirada obscura, pues tras una de las columnas que había en el corredor, una persona se escondía y al ver como el otro se alejaba, fue saliendo de su escondite.

Sin querer, en el momento en el que ellos estaban discutiendo, Naomi iba pasando, no quería entrometerse pero al escuchar la voz de su hermano y su prometido no pudo evitarlo, había escuchado absolutamente todo, pero al ver que el joven rey salía rápidamente buscó un lugar en el cual ocultarse.

Tratando de calmarse ante la posibilidad de ser descubierta, poco a poco comenzó a acercase al lugar de donde el moreno había salido, al estar frente a la puerta, arreglo un poco su cabello, el cual estaba sujeto en una coleta alta y se dispuso a abrir la puerta.

-Lo lamento, no quería interrumpir- dijo la chica al entrar y ver al rubio sentado, mientras pasaba un pincel por un lienzo en blanco.

-No te preocupes, pero dime ¿Se te ofrece algo?- comentó el oji-verde tratando de ocultar su tristeza tras una sonrisa.

-No realmente, solo estaba buscando la nueva oficina que me dio Gwendal para que trabaje, pero aun no logro orientarme muy bien por el palacio- mintió, claro que sabía cómo llegar hasta aquella habitación, logro ubicarse bastante bien en el lugar en tan solo tres días, pero no era algo que él otro necesitara saber.

-Entiendo. Mi hermano me comento sobre eso, ¿quieres que te lleve?

-No gracias, no quisiera molestarte pero dime, ¿Qué haces?- preguntó la chica acercándose hasta donde el otro estaba.

-Pintando- contesto simplemente.

-No sabía que lo hacías, seguramente eres muy bueno.

-Bueno, tu hermano no piensa lo mismo- tras decir eso, el rostro del chico se tornó triste.

-¿Por qué lo dices?

-Obsérvalo tú misma y dime que piensas- dijo mientras señalaba un baúl.

La joven hizo caso y se acercó a donde él otro le había indicado, al estar frente a aquella caja de madera pudo ver algunos cuadros con figuras variadas, en miles de tonalidades, al verlos reconoció la forma de pintar o más bien la técnica.

-¿Sólo pintas de manera abstracta?

Wolfram al escuchar eso se sorprendió, normalmente todos terminaban diciéndole que solo eran rayones y pintura, pero esa chica tal parecía conocer un poco de arte- No, pero es lo que estoy practicando últimamente.

-Ya veo, dime ¿puedes hacer algo por mí?- preguntó la chica con una sonrisa divertida en el rostro.

-¿qué necesitas?

-Quisiera que me retrataras, pero no de la manera que estas usando ahora, sino normal.

El rubio lo pensó por un momento, no estaba de mucho ánimo pero al pensar en el hecho de que así tendría algo en que distraerse no lo dudó ni un instante más- Muy bien, pero con una dos condiciones, la primera, tendremos una sesión diaria de dos horas después del mediodía y la otra es, que comencemos hoy.

La pelinegra sonrió ante la respuesta del otro, no pensó que aceptara tan rápido, sin decir nada más, se limitó a sonreír y asentir, el otro acercó un banco hasta ella y le indicó como debía posar, tras algunos minutos de preparación, el oji-verde comenzó a retratar a la persona frente a él, trataba de que cada parte del rostro de la chica estuviera bien definido, pero se detuvo al observar sus ojos.

-¿Sucede algo?- preguntó la chica al notar como el rubio se le quedaba viendo más de lo normal.

-Tus ojos…- termino de decir el otro en un susurro.

-¿qué tienen?- al escuchar aquella pregunta, el ex príncipe negó rápidamente con la cabeza tratando de tranquilizarse.

-Nada, sigamos con la sesión.

-Tranquilo, puedes decirme lo que quieras- ante el comentario, Wolfram se debatió en decir o no lo que había notado, realmente no estaba seguro y no quería incomodar a su acompañante, pero al ver su insistencia decidió hablar.

-Tus ojos reflejan mucha tristeza.

Al terminar de decir eso, la chica no dijo nada y se limitó a observar a el rubio, el cual creyó que había dicho algo fuera de lugar, pues Naomi solo lo miraba con el rostro serio, después de unos instantes, la joven se levantó de su haciendo, se encamino hasta la persona que la estaba retratando, quitó el lienzo y se posó frente a él.

-Ese mismo dolor que se refleja en mí, es el que yo veo en estas bellas esmeraldas- dijo la pelinegra mientras tomaba el blanco y delicado rostro de su acompañante entre sus manos.

-¿Qué quieres decir?- logró contestar el otro, pues aquella profunda y negra mirada lo inquietaba.

-¿Qué quiero decir?, lo que trato de decirte es que me dejes hacerte feliz, solo dame una oportunidad…

 

Mientras tanto, en una vieja y enorme habitación, se encontraba cierto sabio revolviendo miles de libros y llevándolos de un lugar a otro, ya llevaba más de una semana tratando de investigar a que se refería aquella leyenda que se encontraba en su diario, pero simplemente no encontraba nada, por más que buscaba no encontraba ni siquiera algo relacionado con el relato y honestamente, seguía sin querer ir a hablar con Shinou, pues no quería armar un alboroto, además de que no estaba seguro de que le dijera lo que necesitaba.

Con un pergamino en mano, Murata comenzó a descifrar de a poco lo que estaba escrito en él hasta que el sonido de la puerta se hizo presente, no esperaba que lo fueran a buscar, ya que él mismo había pedido que no lo molestaran, aunque supuso que debía ser algo importante para que no le hicieran caso.

-Discúlpeme su santidad, pero ha llegado un mensaje del templo, el rey original solicita su presencia-dijo un soldado mientras abría la puerta.

-No te preocupes, por favor que preparen mi caballo.

-Sí, con su permiso.

Tras la salida del hombre, el pelinegro fue dejando a un lado el montón de documentos que lo cubrían, no estaba seguro para que necesitaban su presencia en el templo, pero pensó que lo mejor era ir lo antes posible, se levantó de la silla en la cual ya llevaba demasiadas horas sentado y emprendió su camino a la entrada del palacio.

A lo largo del trayecto se topó solo con unos cuantos soldados y con una de las doncellas que trabajaba en el castillo, de la cual pudo escucharla hablar acerca de unas desapariciones, en un principio, el gran sabio se sorprendió al escuchar eso, pero al darse cuenta que de ser cierto el general Voltaire ya le hubiese informado, decidido continuar su camino sin poner demasiada atención.

Ya frente a la salida del lugar, se dispuso a montar el caballo que le habían preparado y se dirigió a donde lo habían llamado, a lo largo del trayecto, Murata no dejaba de pensar en lo que había escuchado de Doria…”Tal parece que están sucediendo desapariciones extrañas en otros reinos”, esas fueron las palabras que la doncella había dicho.

Después de algunos minutos cabalgando, por fin había llegado a su destino, bajó del caballo y se dirigió hacía algunas sacerdotisas que ya lo esperaban, entre ellas Ulrike.

-Bienvenido, su santidad- dijo la pequeña doncella frente al gran sabio.

-Recibí el mensaje de que él quería verme.

-Sí, sígame por favor.

Ambos comenzaron a caminar uno al lado del otro sin decir palabra alguna, para el pelinegro, el ser llamado no podía significar nada bueno sobre todo cuando las palabras que había escuchado no dejaban de rondar en su mente, ya frente a la puerta del santuario, la sacerdotisa informo a su acompañante de que el rey original había ordenado una conversación a solas con él, por lo que hizo una reverencia y se marchó del lugar.

Tras la partida de la peli-plateada, el chico abrió la puerta y se introdujo en el lugar, en un principio no logro visualizar nada fuera de lo común, de hecho, ni siquiera veía por ninguna parte al rubio que lo había citado, hasta que escucho una gruesa voz  a sus espaldas.

-Tiempo sin vernos mi querido estratega- dijo Shinou posado  tras el mencionado.

-¿Para qué mandaste llamar?-preguntó de manera directa, pues no tenía tiempo que perder.

-Vaya, se ve que no estas de muy buen humor, pero por ahora eso no es lo importante, puedo suponer que ya sabes acerca de las recientes desapariciones ¿no?

Al escuchar aquello, el chico se sorprendió, pues realmente no le habían comentado nada y si sabía solo un poco sobre el tema, era por un simple comentario de la servidumbre- No se me ha dicho nada al respecto.

-Honestamente eso me sorprende, pero no es la única razón por la que quise que vinieras- dijo el oji-azul mientras endurecía un poco su rostro.

-¿Qué quieres decir?

-Desde hace ya algún tiempo he notado vibraciones extrañas provenientes del castillo, pero últimamente se emana una energía bastante desagradable, no sé lo que lo esté provocando ¿tú tienes alguna idea?

El pelinegro se quedó en silencio algunos minutos, la verdad era que también había sentido una energía extraña pero no le había tomado la suficiente importancia por estar en su investigación, entonces lo recordó, en el bolsillo trasero de su pantalón se encontraba aquel cuadernillo que tan ocupado lo había mantenido todo ese tiempo, por suerte, el saco que llevaba puesto cubría bastante bien su parte trasera.

Por un momento se debatió en su mente el hablar o no con el rubio acerca del asunto concerniente a la leyenda, tal vez todo lo que estaba ocurriendo tenía que ver con ella, aunque si se ponía a pensar más a fondo, según aquel escrito, en cuanto ese ser fuera liberado, el caos y la desolación se extenderían por el mundo, muerte y destrucción gobernarían sobre los mazokus, no se mencionaba nada acerca de desapariciones.

-¿Hay algo que quieras decirme, mi gran sabio?- preguntó el rey original al ver al otro perdido en sus pensamientos.

-No, solo estaba pensando en que he sentido esa presencia de la que hablas mientras me encontraba en pacto de sangre, aunque no sé de donde proviene, lo mejor será que vaya he investigue- dicho aquello, Murata se disponía a retirarse, ya se había decidido en contarle al rubio acerca de su investigación pero ese no era el momento, primero tendría que informarse sobre los acontecimientos más recientes en cuanto a las desapariciones, pero sobretodo hablar con el general Voltaire para que le explicara el porqué de su silencio.

Con la intención de marcharse lo más rápido posible, el pelinegro comenzó a caminar velozmente hacia la puerta del santuario sin percatarse como una pequeña libreta caía al suelo, ya frente a la imponente madera de roble comenzó a palpar su bolsillo en busca de aquel cuadernillo, sintió pánico al no encontrarlo, así que decidió voltear completamente para asegurarse de que no se haya caído en su trayecto, pero fue en balde, pues el objeto ya se encontraba en manos de aquel espíritu.

Por su parte, para Shinou fue demasiado extraña la manera de comportarse  del gran sabio, pues solo se perdía en sus pensamientos y cuando creyó que estaba a punto de saber que le sucedía, el muchacho simplemente optó por salir lo más rápido posible de la habitación, pensó que lo mejor sería que se fuera ya en otra ocasión lo obligaría a hablar, pues ese no era el mejor momento, pero algo llamó su atención.

Entre los veloces pasos que el chico daba para llegar hasta la puerta, un pequeño cuadernillo cayó al suelo, notó como el otro no se percató de la caía del objeto por lo que se acercó hasta él, al tomarlo se dio cuenta que se trataba de un libro viejo, parecido a un diario, pero lo que más llamó su atención, fue la página en la que quedó abierta “Ser de tinieblas” fue lo que alcanzó a leer y como si de una clave se tratara, miles de imágenes comenzaron a cruzar por su cabeza.

-¿qué es esto?- preguntó serio el rubio.

-Solo un diario- al decir eso, corrió hasta estar frente a su acompañante y le quitó el objeto de sus manos.

-¿De dónde lo sacaste?

-Eso no te incumbe, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer, con permiso- y se marchó del lugar.

Aun dentro de aquella habitación, el rey original se quedó pensando, ¿cómo podía ser posible que haya olvidado eso? Ser de tinieblas, hace mucho que no escuchaba ese nombre o bueno ese sobrenombre ya que según recordaba, así se le conocía solo en las leyendas.

-¿Majestad?- dijo Ulrike mientras entraba a la habitación y notaba al rey sumergido en sus pensamientos.

-Qué bueno que está aquí Ulrike, necesito que prepares esta habitación para una meditación de cuerpo astral- comentó seriamente el oji-azul.

-¿Sucede algo?

-Necesito recordar o de lo contrario… puede llegar a ser el fin de este mundo…

Notas finales:

Lamento muchisimo no haber podido actualizar el viernes, pero ya estoy aquí actualizando, espero que les guste y espero recibir sus lindos comentarios :D


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