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Efímero por Leobluebox

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Notas del capitulo:

Hola ^^ me habéis pedido una descripción más específica Mike y Marc, así que he puesto lo que he creído necesario. También he buscado por internet fotos de chicos que se parecieran UN POCO a ellos. Si queréis saber algo más, no dudéis en preguntármelo :3 (y si veis que me he equivocado en algo lo siento mucho, decídmelo y lo corregiré)


 


MIKE


  - Ojos azules 


  - Pelo negro corto y liso


  - Alto (1'80 más o menos)


  - Delgado


  - Brazos y torso tatuados


  - Fuerte


  - Piercing en el labio


  - 20 años


http://www.pinterest.com/pin/363947213609382986


(Mike solo tiene un piercing y los ojos azules, pero creo que podría servir de referencia) 


 


 


MARC


  - Ojos marrones


  - Pelo castaño (antes largo y ahora corto) liso


  - Bajito (1'60 más o menos) 


  - Delgado


  - Piel blanca, pero con bastantes cicatrices 


  - 17 años


  - Débil


http://www.pinterest.com/pin/339951471846924551/


(Es un modelo coreano xD pero por todo lo demás y sin las gafas, ese es el estilo de Marc)


 

Cerró las manos en la camiseta de Mike, con todo el cuerpo muy tenso y la cinta del casco clavándose bajo su barbilla por culpa del calor, sudando a chorros mientras su pecho se pegaba a la fuerte espalda del universitario. Hacía un buen rato que había salido de casa, se habían subido a la moto y Mike la había arrancado sin hacer nada más que inclinarse hacia delante.

 

Haciendo un ruido ensordecedor, la moto frenó y Marc cerró los ojos con fuerza, clavándole las uñas en el estómago. ¿Qué había sido eso? ¿Y si acababan de chocar o atropellar a alguien? ¡Debería haberse quedado en casa!

 

-Ya hemos llegado.

 

Abrió los ojos despacio, temblando y giró la cabeza sin soltar la camiseta ajena. No había nadie mirándolos, nadie chillando ni nada que le indicara que algo malo había pasado. Solo tenía un coche en perfecto estado delante de él y varias motos aparcadas detrás. Una puerta giratoria servía de entrada a algún lugar a su derecha. Soltó a Mike, sintiéndose terriblemente avergonzado, mirando el suelo y viendo que solo habían arrastrado una botella de vidrio.

 

Bajó y se quitó el casco. Lo dejó en brazos de Mike mientras se centraba en la gente que entraba y salía a través de puerta giratoria, algunos vestían como si fueran a pasear al perro, y otros como si fueran a ver la pasarela de Milán. Se tiró incomodamente del cuello de la camiseta y escuchó gruñir a Mike.

 

-Y acababa de llevarla a revisión.

 

Dio media vuelta y lo vio agachado, acariciando la rueda trasera con el ceño fruncido.

 

-¿Qué ha pasado?

 

Mike se levantó, pasó las dos manos despeinándose y le dio una patada a la botella de vidrio que aún yacía cerca de la moto.

 

-Ha pinchado. -bufó- Supongo que hasta mañana no podré llevarla a reparar.

 

-¿Por qué?

 

Su cara cambió a diversión, sonriendo de lado. Dio varios pasos hasta pasar por su lado y le guiñó un ojo lo suficientemente descarado como para que Marc se sonrojara. Seguía sin entender porqué no podía ir esa tarde a reparar su moto, pero simplemente siguió a Mike dentro del lugar y cogió aire cuando vio donde estaba.

 

-Te dije que no podías venir en bañador. -él ni siquiera podía respirar y Mike estaba bromeando. Las paredes parecían hechas de oro, los muebles también e incluso la mujer que acababa de pasar por delante de ellos brillaba. Miró a su izquierda y se dio cuenta del que mayor ya lo había adelantado- ¿Vienes o no?

 

Asintió efusivamente, corriendo a su lado. Se intentó peinar mejor en uno de los muchos espejos de cuerpo entero, pero solo le sirvió para verse entero y reafirmar mentalmente lo abochornado que estaba por llevar bermudas vaqueras en un lugar como aquel. Detrás suya estaba el reflejo de la espalda de Mike y frunció el ceño, ¿cuanto dinero tendría para poder llevarlo allí? Porque ambas familias eran de clase baja y nunca habían podido permitirse ni soñar con entrar al Hotel más caro de la ciudad.

 

Una mano lo cogió del brazo y lo giró, Mike tiró de él hasta que llegó a un escritorio enorme con un cartel que decía “recepción”. La chica rubia y pálida que los atendió, se mordió el labio al verlos, o más bien a su supuesta y obligatoriamente novio. Oh, por favor, que ella consiguiera camelarlo y Mike rompiera las reglas. Cruzó los dedos y se hizo el despistado, dejando que la chica pestañeara con coquetería.

 

-¿Puedo ayudaros en algo?

 

-Tengo una mesa reservada a nombre de Mike Smith.

 

Ella asintió y escribió en su ordenador sin dejar de enviarle miradas provocadoras al universitario. Y sin embargo este no estaba afectado, ni siquiera la miraba, vio su dedo jugando con el logo en 3D de la mesa. Girándose, pensando que así le daría más espacio para serle infiel de alguna forma, encontró un plato lleno de caramelos y cogió uno, comiéndoselo al instante.

 

-¿En la décima planta?

 

El caramelo se le atragantó y tuvo que tragarlo, tosiendo despúes. Volvió a girarse y miró sorprendido a Mike.

 

-Sí.

 

Ella le dio una tarjeta que Marc supuso que era como una entrada y Mike la miró sin interés, tendiéndosela luego a él. Cuando la tuvo entre sus dedos y le dio la vuelta, quiso patearle la cara a la chica por no haberle provocado aún más. O es que tal vez a Mike le gustaran más los chicos que las chicas y por eso había ignorado el número de teléfono que la rubia había escrito en el dorso de la tarjeta.

 

Llegaron a los ascensores y Mike lo hizo entrar primero, a pesar de que estaba vacío y era enorme. Lo vio pulsar el número diez y apoyarse en la pared a su lado, mirándolo fijamente. Jugó con la tarjeta intentando no sentirse tan incómodo.

 

-No era mi tipo. -¿qué?- Demasiado descarada y rubia.

 

Miró sus manos y se dio cuenta de lo que hablaba. Pues si ella no era su tipo por eso, el tal Rory tampoco había debido serlo. Arrugó la tarjeta, ¿y a él que le importaba si esa chica era su tipo o no? Él solo quería que Mike se enrollara con otra persona y poder deshacerse del papel con las condiciones y que lo nombraban novio del mayor durante un mes.

 

Saltó en el sitio por el susto que le provocó la mano que lo cogió repentinamente de la barbilla. Frunció el ceño y la boca de Mike se pegó a la suya al mismo tiempo que su espalda lo hacia contra la pared de acero. Era como si con ese beso Mike le estuviera dejando claro que él SÍ era su tipo. Pero es que él no quería que le demostrara nada, Marc no quería ser su tipo, ni su novio, ni tener besos apasionados en un ascensor.

 

Sin embargo, Mike besaba tan bien que no podía controlar los intentos de sus labios por corresponder el beso. Suspiró y cogió aire por la nariz, notando como se separaban poco a poco y el ascensor dejaba de subir. Jadeante, miró fijamente las puertas que se abrían frente a él y salió igual que había entrado, antes que Mike.

 

Todo era aún más bonito que abajo, y Marc también se sintió aún más pobre que abajo. Varias mujeres lo miraron sobre el hombre, con desprecio y burla, como si fuera un payaso o un vagabundo. Estuvo a punto de dar media vuelta y bajar corriendo diez pisos de escaleras cuando dos fuertes manos se cernieron sobre su cintura y tiraron de él contra un pecho duro. No tuvo tiempo de asustarse cuando la voz de Mike sonó en su nuca.

 

-Dale la tarjeta a ese hombre.

 

¿La tarjeta? Abrió el puño y la vio hecha una bola. Se apartó las manos de Mike de encima con vergonzosa rapidez e intentó alisar el papel duro antes de acercarse al viejo calvo y con cara de pocos amigos que descansaba junto a un libro enorme.

 

Al final, el hombre lo miró con tanto o más desprecio que las mujeres y tiró la tarjeta a la basura, llamando a un camarero para que los llevara a su mesa. Era un chico joven, tal vez de su edad y con muchas pecas en la cara. Se tropezó un par de veces hasta llegar a ellos y se ruborizó al oír a Marc reír. Era solo un par de centímetros más alto que él.

 

¿Y si lograba que el camarero y Mike tuvieran algo? Él sí parecía de su tipo, incluso a Marc le parecía adorable la forma en que dejó la carta con el menú y se tropezó antes de irse. ¡Era aún más patoso que él!

 

-Mike -llamó, sin mirarlo, abriendo la carta y sintiéndose importante por primera vez- ¿por qué m-me has traído...aquí?

 

Aunque tardó un poco en responder, Marc no emitió sonido alguno y fingió revisar los platos horriblemente caros que tenía delante. ¿Quien pagaba cuarenta dólares por un poco de pescado?

 

-¿Y por qué no?

 

Bajó la carta y le señaló el minúsculo trozo de pollo que costaba más que su armario.

 

-¡Es muy caro!

 

Mike se inclinó hacia delante, apoyó la barbilla entre ambas manos y sonrió con dientes blanquísimos. A Marc le tomó un poco de tiempo darse cuenta de que Mike iba vestido con una camisa blanca y llevaba un diamante tatuado junto la clavícula. Subió la mirada hasta los ojos azules y estos centellearon contra la luz de la enorme lámpara de araña.

 

-Tengo dinero suficiente para esto. Y si quisieras romper alguna regla, también tengo dinero para alquilar una habitación.

 

El color de su rostro cambió a un rojo tan profundo como el del tomate de la ensalada que el chico torpe les acababa de servir. Movió la cabeza de lado a lado, rotundamente no.

 

Mike pidió por los dos y por suerte para él, pudo olvidarse de todo lo que estaba pasando. Era como si todo hubiera vuelto a su primera salida, sustituyendo el batido de fresa por un pescado delicioso y carísimo, pero con un Mike divertido y no...bueno, no sabía como describir la extraña actitud de Mike. No podía llamarlo bipolar porque no era eso, pero cuando no tenía forma de incomodarlo, parecía reservarse ese aspecto de su personalidad y sacar a flote lo que Marc tanto admiraba de él: su facilidad para caer bien a la gente. En todo lo que duró la comida, dos hombres y una mujer, por separado, se habían parado al oírlo hablar y habían estado casi diez minutos conversando. Marc bebió un poco de su Coca Cola y deseó que fuera así siempre.

 

-La cuenta, Señor.

 

El chico miró a Marc y le sonrió tímidamente mientras Mike buscaba la cartera en sus pantalones. Suspiró profundamente, se le había olvidado por completo su plan de hacer que Mike le fuera infiel.

 

-Gracias.

 

Se le secó la boca al ver todos los billetes que el universitario había dejado en la bandejita. Realmente tenía dinero. Aunque Marc seguía sin entender de donde lo sacaba, o al menos de donde sacaba tanto.

 

Se levantaron y estiró las piernas. Caro o no, había comido muy bien, mejor que en toda su vida. Incluso mejor que cuando su padre le trajo comida coreana con extra de picante y se bebieron tres litros de agua cada uno. Bueno, no, nada había sido mejor aquello.

 

Subieron otra vez al ascensor y lo alivió ver dentro a un par de niños con su madre. Les sonrió y los pequeños devolvieron el gesto. La niña abrió la boca y señaló a Mike con devoción, este la miró de reojo. Y aunque en ese momento, Marc pensó que al universitario no le gustaban los niños, se lo encontró haciendo caras raras segundos después.

 

-Adiós.

 

La niña sacudió la mano muy contenta, pero el niño aún miraba los tatuajes que se transparentaban. La mujer dijo un amable adiós antes de salir del ascensor y dejarlos a tres pisos de la planta baja.

 

Marc estaba sorprendido.

 

-Ja-jamás pensé que tú...

 

-Tengo un hermano pequeño. -se giró, volviendo a ser el Mike que lo intimidaba- Y un novio pequeño, también.

 

Cerró la boca antes de abrirla. Porque sabía que estando solos, como se le ocurriera separar los labios, iba a terminar con la espalda en la pared y suspirando involuntariamente. El ascensor frenó en el primer piso y las puertas se abrieron sin nadie que las esperar. Mike salió.

 

-Ven.

 

-P-pero...-tiró de su brazo y lo sacó, dejando que las puertas se cerraran a su espalda y que el ascensor se fuera. Estaban en una de las muchas plantas llenas de pasillos largos y habitaciones muy caras. Tragó saliva, comenzando a temblar.

 

-La 116, vamos.

 

Movió la cabeza, ¡que no iba a ir con él a una habitación! Pero Mike lo obligó a moverse y seguirlo por el pasillo. Era más largo de lo que pensaba, tardaron un buen rato en encontrar la parte que iba antes del 120. Dio un paso atrás cuando el mayor acercó la mano a la puerta 116.

 

-No...

 

Mike suspiró.

 

-Está bien, salgo enseguida.

 

 

 

Tal como había dicho, en menos tiempo del que habían tardado en llegar, ya estaban esperando al ascensor. Marc miró fijamente la bolsa que Mike tenía colgada de la muñeca. ¿Qué tendría ahí dentro?

 

-Es ropa sucia. -explicó- Le lavo la ropa a una mujer a cambio de dinero, pero no se lo digas a nadie.

 

Se llevó un dedo a los labios. Marc asintió, confuso, ¿con qué Mike hablaba en ese momento? Parecía simpático y divertido, pero sus ojos mostraban otra cosa.

 

 

 


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