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Efímero por Leobluebox

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El ascensor tardaba demasiado en llegar, el pasillo estaba vacío y Marc no podía evitar pensar cuan raro era que Mike ganara tanto dinero solo lavando la ropa sucia de una mujer. En la bolsa no parecía haber demasiadas prendas y en una lavandería aquello no costaba más de cinco dólares como mucho. Frunció el ceño, tendría que haber algo más tras esos fajos de billetes y esa sonrisa prepotente.

 

Cruzó los brazos sobre el pecho y miró la puerta que daba a las escaleras. Si solo estaban a un piso de distancia, ¿para qué querían usar el ascensor? Miró otra vez a Mike y estuvo a punto de decírselo cuando la campanita los avisó de que el ascensor acababa de llegar a ellos. Se encogió de hombros y esperó a que las puertas se abrieran, con la esperanza de que este volviera a tener gente dentro.

 

El chico torpe y lleno de pecas se sorprendió al verlos. Marc le sonrió amable y él le devolvió el gesto, sumando una reverencia. Iba vestido muy normal, casi como Marc en ese momento pero su pelo rojo y los puntos en su rostro marcaban mucho la diferencia. Lo vio golpearse el codo con la pared mientras se hacía a un lado en la enorme caja de acero.

 

¿Y si ponía su plan en marcha? El chico tenía pinta de haber terminado ya su trabajo y estaba convencido de que era el tipo de Mike.

 

Sin embargo, el universitario no parecía muy contento.

 

-Tú eres el camarero, ¿verdad? -el chico asintió ruborizado- Soy Marc, y él es Mike.

 

-J-Jamie.

 

Oh, hasta su nombre era adorable. Definitivamente era del tipo de Mike.

 

-¿Cuántos años tienes?

 

-Eh...di-dieciocho.

 

¡Perfecto! ¿Qué más podía preguntarle? Él no era así de atrevido, pero le estaba gustando eso de tramar un plan y llevarlo a cabo para su beneficio. Lo sentía por el pobre Jamie, aunque su rostro rojo y esa sonrisita cada vez que los veía tal vez significaba algo. Incluso puede que le estuviera haciendo un favor al lanzarlo a los brazos de Mike.

 

-¿Tienes novia? -Jamie sacudió la cabeza y miró el suelo con vergüenza. La risa de Mike resonó en el ascensor.

 

-¿Y tú?

 

Aquello lo pilló por sorpresa. Negó con la cabeza, oyendo a Mike reír más alto y viendo sonreír al chico torpe. Él no importaba, quien debía importar era Mike, a quien debía preguntarle si tenía novia era a Mike.

 

El ascensor llegó a la planta baja y el chico murmuró un suave “Adiós, Marc” antes de irse corriendo. Frunció los labios, mirando las paredes de acero terminando de abrirse.

 

-¿Intentabas ligar con él delante de mí?

 

Chasqueó la lengua, enfurruñado, saliendo del ascensor y caminando sin hacer caso de los pasos del mayor detrás suya. Miró de reojo a la rubia que se maquillaba sujetando un pequeño y redondo espejo rosa. Puso los ojos en blanco y salió por la puerta giratoria.

 

-¡Hey! ¿Estás enfadado?

 

-No. -se sentía como su madre, cuando decía que no y era un sí, o decía nada y era algo- Llévame a casa.

 

Mike apoyó una mano en la moto y señaló la rueda pinchada con la otra. Marc suspiró, ese día estaba siendo tan malo como buena había sido la comida. Cruzó los brazos y se sentó en el bordillo.

 

-Podemos ir andando. -dijo Mike, pero se sentó a su lado- O llamar a la grúa. No pienso dejar a mi pequeña abandonada.

 

Marc se rió involuntariamente, ¿su pequeña? Lo vio sacar el móvil y llamar, luego dijo la dirección y colgó, bufando.

 

-¿Vienen?

 

-Dos horas. -se echó hacia atrás, apoyando las manos en el suelo. Inclinó la cabeza y lo miró fijamente- ¿Qué podemos hacer durante dos horas?

 

Marc se levantó, con la cara roja y tembló. Entendía el tono de Mike, sabía que estaban en la puerta de un hotel y que el universitario debía de tener mucha experiencia con ello. Pero también sabía que habían fijado unas normas y que a él no le gustaba Mike, o al menos no tanto como para ser su novio o su...amante.

 

-N-nunca he estado en este barrio -titubeó-, p-podríamos pasear.

 

Esas manos que tanto temía en ese momento lo cogieron de la cintura y luego los brazos tatuados lo abrazaron desde atrás. Mike apoyó la barbilla en su hombro, pegando sus sienes, haciéndolo temblar, sonrojarse y tener ganas de salir corriendo. Si tan solo se hubiera quedado en casa deprimiéndose porque Henry no había podido llevarlo a la piscina, ahora no estaría tragando saliva.

 

-Es un barrio aburrido. -Mike tenía la voz ronca- ¿Sabes qué es divertido?

 

Intentó quitarse los brazos de encima, sin éxito. Jadeó y volvió a mover la cabeza.

 

-N-no.

 

-Saltarse las reglas.

 

¡No, no, no! Era el segundo día, solo el segundo y no pensaba entregarle a Mike absolutamente nada más de lo que ya le había robado; sus primeros besos. Besos que odiaba admitir que le gustaban.

 

Aún quedaban unos veintiocho días de su supuesto noviazgo y si Mike no podía resistirlo, que se llevara a la rubia a una habitación y se desquitara con ella, porque Marc no pensaba tener sexo con él ni aunque fuera la última persona en el planeta.

 

Mike lo soltó unos minutos después de tenerlo preso y suspiró aliviado, creyendo que ya era libre. Dio un paso hacia delante para liberarse del todo, pero no fue capaz de dar otro antes de ser repentinamente girado. Su espalda golpeó la moto, que por suerte estaba bien equilibrada y no se cayó. Cerró los ojos por inercia y jadeó, recibiendo los labios de Mike, el piercing sobre su barbilla, estirando las manos hasta su pecho para intentar apartarlo.

 

-M-Mike...-lo empujó otra vez y solo consiguió separarlo el tiempo suficiente para pronunciar temblorosamente su nombre. Cerró los dedos en la camisa y soltó un ruido extraño cuando los perfectos dientes tiraron de su labio inferior, la lengua lo acarició lentamente y luego lo soltó, metiéndola en su boca.

 

Hizo fuerza para empujarlo, otra vez, y se le fue toda en otro suspiro. ¿Por qué no podía negarse cuando Mike lo besaba? Era tan impensable para Marc que algún día alguien iba a querer besarlo que ahora que estaba sucediendo su cuerpo no respondía igual que su cerebro.

 

El ruido de algo rompiéndose hizo que Mike se separara de él y lo dejara respirar de nuevo. Lo vio jugando con el piercing, con los ojos brillando y los labios rojos, tal vez tanto como debía estar su cara. En el suelo, había un jarrón roto y unas zapatillas que se le hacían conocidas.

 

Jamie los miraba con los ojos muy abiertos. Andó hacia atrás y entró corriendo en el hotel. Mike se carcajeó como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo.

 

-N-nos ha visto...

 

-Pobrecito, y él que se había hecho ilusiones contigo.

 

Se sintió como si le hubieran echado un balde enorme de hielo sobre la cabeza al darse cuenta de lo que el mayor quería decir con esas palabras. ¿El chico torpe se creía que él...? Oh, no.

 

Empujó a Mike, que no opuso la menor resistencia y entró corriendo, buscando a Jamie con un horrible sabor de boca. Se sentía fatal, y era normal, había querido utilizar al chico a su favor sin darse cuenta de que le estaba dando falsas ilusiones con tantas sonrisas y preguntas. Solo le había faltado preguntarle si quería quedar con ellos, dejarlo solo con Mike y...

 

¡Maldición!

 

Se acercó a la rubia, que lo miró con superficialidad, de arriba abajo y dejó su espejito a un lado.

 

-¿Necesitas algo?

 

-¿Has visto a un chico, pelirrojo, con muchas pecas...

 

-Jamie se ha ido corriendo por allí.

 

Chilló un gracias y siguió el camino que la rubia le señaló. Era un pasillo larguísimo y la mayoría de puertas tenían un cartel con las palabras “entrada solo de servicio”. Se rascó incómodamente la cabeza, ¿en cual de todas podía estar?

 

Unos ruidos muy raros se escucharon de repente. Siguió caminando, acercándose cada vez más a ellos. Una puerta estaba entreabierta, se podía vez como la habitación estaba encendida y los ruidos venían exactamente de dentro.

 

-Ah...

 

Su rostro se encendió, la empujó sin hacer ruido y entonces fue él quien miró a Jamie con los ojos muy abiertos. Cerró la puerta y echó a correr, llegando jadeante al lado de Mike, que lo esperaba sentado en el bordillo.

 

-Él...él está...-no podía ni siquiera pronunciar un milésima parte de lo que había visto- él...

 

-¿Él qué? -se sentó junto a Mike y se llevó las dos manos a la cara. ¡acababa de ver sexo gay! ¡acababa de ver como un tipo empotraba a Jamie y lo tocaba en zonas que Marc aún tenía intactas. Se asustó muchísimo cuando Mike puso una mano en su espalda- ¿qué ha pasado ahí dentro?

 

Se apartó y lo miró de reojo.

 

-Él y otro chico...ellos...-bajó los ojos hasta sus propios dedos, que se entrelazaban nerviosamente- él no se había hecho ilusiones conmigo.

 

-Oh, yo creo que sí. -se rió otra vez- Pero tal vez aquel chico lo ha pillado, ya sabes, sensible, y ha aprovechado la situación.

 

¿Podía ser eso posible? Claro, Mike debía tener mucha experiencia en ese tipo de cosas. Aunque realmente no le hiciera demasiada falta planificar trucos cuando llamaba la atención donde fuera que estuviera.

 

Y aún así Mike parecía encaprichado con él.

 

-¿Te gusta lo que has visto?

 

Había sido raro, muy raro ver donde aquel tipo tocaba a Jamie y como este parecía disfrutarlo. ¿No debería doler? Agachó la cabeza sin responder, porque no sabía que decir ni que pensar.

 

Cogió aire. No, no le había gustado. A él no le gustaban los hombres y por consiguiente tampoco el sexo entre ellos. Le gustaban las mujeres, su cuerpo y sus labios. Quería besar a una mujer como Mike lo besaba a él, no ser el estúpido que se deja besar.

 

Pero ya lo había dejado escrito, y debía salir con Mike un mes.

 

Un larguísimo mes.

 

 

 

 


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