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Efímero por Leobluebox

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Mirando por la ventana, pudo ver el portal de su casa a lo lejos y no escondió la sonrisa. Quería llegar ya y deshacerse de Mike. El conductor de la grúa los miró varias veces por el rabillo del ojo mientras conducía; era un hombre con el pelo largo recogido en una coleta y muy gordo, parecía que la camisa le iba a explotar en la zona de la barriga. Mike estaba absorto en la carretera frente a ellos, jugaba con el piercing como si pensara profundamente en algo y ya había fruncido el ceño varias veces.

 

La grúa tenía un único y largo asiento para tres personas delante y la moto de Mike iba en la parte de atrás con su rueda ya deshinchada después de tres horas esperando. Al final habían terminado sentados en el bordillo en completo silencio, uno bastante incómodo e irritante, pero mejor que lo que Mike proponía hacer.

 

Señaló la puerta y el conductor soltó un gruñido como el de un cerdo, girando el volante. Mike se movió en el sitio, saliendo de su trance y lo miró por fin. Los ojos azules comenzaban a oscurecerse al mismo tiempo que el cielo, pero no dijo nada.

 

-Gracias. -le sonrió al conductor y fue totalmente ignorado. Saltó fuera del camión, en la esquina que solía girar para llegar a casa. Mike lo siguió después de decirle algo al hombre gordo y recibir un asentimiento agrio.

 

Suspiró. La grúa desapareció a su espalda y caminó hacia casa con Mike al lado, marcando la diferencia entre los dos. ¿Qué habría visto Mike en él para comportarse así? No lo entendía, teniendo a chicas enamoradas de él y a chicos como el tal Rory también. Era un misterio.

 

Una chica muy guapa apareció desde la esquina opuesta, caminaba muy rápido y con movimientos que Marc jamás podría coordinar. Se recogió el pelo en una coleta castaña y siguió caminando hasta que se dio cuenta de que estaba frente a Mike Smith. Marc la reconoció enseguida: Isabelle, la chica más guapa de clase y una de las mejores amigas de Brad, por no decir que era otra más de sus secuaces.

 

-Hola, Mike -sonrió de forma adorable, ignorando a Marc y centrando sus ojos verdes en el mayor. Él solo soltó un sonido indicando que la había oído, pero ella no se dio por vencida y pestañeó, justo igual que la rubia del hotel- He quedado con Brad y los chicos para ir al cine, ¿quieres venir?

 

-¿Al cine? -pareció pensarlo bastante. Marc cruzó los dedos y deseó que dijera que sí- Hoy no.

 

Bufó. Era la primera vez que se alegraba de ser ignorado, solo quería que ella se llevara a Mike consigo y poder descansar un rato. Poder olvidarse de lo que había visto.

 

-Otro día, entonces. -Mike asintió a las palabras coquetas de Isabelle, aunque no de la forma que ella esperaría. Porque mientras movía la cabeza arriba y abajo, el universitario lo tomó a él de la cintura.

 

Abrió los ojos y movió el brazo, dándole un codazo. Isabelle dejó de levantar la mirada y la guió hacia Marc. Sin abrir la boca, forzó una sonrisa y pasó por su lado hasta desaparecer tras la esquina.

 

-Te lo dije. -Mike se carcajeó- No te tocarán un pelo.

 

Sonrió tímidamente, sin poder mirarlo y murmuró un gracias. Eso estaba bien, es decir, Mike había cumplido una de las condiciones y se lo agradecía muchísimo, por eso no le había dicho nada respecto al hecho de que lo tenía sujeto con demasiada familiaridad, como si realmente ellos fueran novios.

 

Lo eran, sí, pero en secreto, y eso era romper la tercera regla.

 

Le apartó la mano y aceleró el paso hasta estar frente a la puerta de casa. Sacó las llaves y las giró en la cerradura. Esa noche tampoco iba a tener a su madre con él, así que toda la casa estaba en una mezcla aterradora de luz y oscuridad, como el cielo que ya era más negro que naranja.

 

Dio un paso hacia dentro y el otro quedó en el aire. Algo tiró de su brazo y le giró el cuerpo tan rápido como los labios de Mike se pegaron a los suyos. Dos manos lo cogieron de la cintura y lo empujaron hacia atrás. Pudo oír como la puerta se cerraba mientras apretaba los ojos y titubeaba entre seguir respondiendo o tratar de empujarlo.

 

Abrió la boca y suspiró. Seguía siendo empujado, caminando hacia atrás, hasta que su espalda chocó con algo helado y tanteó la pared con las manos. Las manos de Mike subieron hasta ponerse a cada lado de su cabeza, la lengua le lamió el labio inferior y luego lo mordió.

 

Jadeante, odió el sonido que escapó de su garganta cuando Mike le besó la mandíbula, bajando hasta rozarle el cuello con el piercing.

 

-N-no...-estiró los brazos y lo empujó. Sacudió la cabeza, alejándolo, separándose de la pared. Mike caminó hacia atrás, se mordió el labio y metió las dos manos en los bolsillos del pantalón.

 

-Está bien. -le dio la espalda y fue hacia la puerta con pasos lentos y calculados, tan elegante como siempre- Te llamaré.

 

Y lo miró sobre el hombro, guiñándole un ojo antes de irse.

 

***

 

Henry se rascó la nuca y le mostró una sonrisa muy sincera de disculpa. Clark se balanceó sobre sus talones, con el helado de vainilla derritiéndose entre sus dedos y una adorable mancha amarilla alrededor de los labios. Estaban los dos en la puerta de su casa, mientras su madre había entrado en casa de Marc para buscar a la mujer que descansaba en el sofá después de una larga noche trabajando.

 

Hacía más de una semana desde el día en que Henry le ofreció ir a la piscina y luego lo dejó plantado por su pequeño hermano. Se hizo a un lado y los dejó entrar, sin saber muy bien porqué estaban allí.

 

-Disculpa lo del otro día -murmuró Henry a su lado, chasqueando la lengua cuando Clark casi mancha el sofá de helado-, el enano se cayó con la bicicleta y mamá no estaba en casa.

 

-No importa.

 

Bueno, realmente si importaba. Si Henry no se hubiera ido tal vez no hubiera terminado viendo como dos chicos lo hacían en una habitación de servicio en el hotel más caro de la ciudad. Pero después de llevar casi dos semanas siendo el “novio” de Mike, eso era lo menos importante.

 

Aún no sabía como afrontarlo. Desde que se encontraron con Isabelle, se había topado con ella y con otros de sus amigos e incluso con el mismísimo Brad y todos lo habían ignorado, sin burlarse o arremeter contra él por cualquier estupidez sin sentido. Llevaba tanto tiempo sin tener una cicatriz nueva, un ojo morado o ir cojeando que ya no recordaba como se sentía.

 

Era genial no ser acosado o maltratado, aunque el precio que pagaba por ello fuera extraño. Había logrado acostumbrarse a los besos, más o menos. Mike no había intentado romper una regla desde aquel día y aunque lo aliviaba, también se le hacía raro. Una alocada idea llevaba dos días rondando por su cabeza, ¿y si Mike le era infiel? ¿Y si estaba teniendo sexo con otro y por eso no intentaba nada con él?

 

Ojalá fuera así.

 

La madre de Henry y la suya reían en la cocina mientras hacían lo que según Henry iba a ser la mejor merienda de toda su vida.

 

-Y...¿qué tipo de relación tienes con Mike Smith?

 

Clark estaba sentado a los pies del mueble sobre el que descansaba la televisión, viendo dibujos embelesado, y Henry lo miraba con curiosidad, esperando una respuesta. Se miró las rodillas y pensó. Era secreto, él mismo quería que lo fuera.

 

-Amigos -se encogió de hombros, intentando no pensar en la lengua de Mike rozando su labio o en el piercing presionándose bajo su boca-, solo amigos.

 

-¿En serio? -realmente parecía muy sorprendido- Jamás te imaginé así...bueno, ya sabes, ser amigo de un universitario debe de ser guay, ¿no?

 

¿Guay? Si comer en un hotel de lujo, ir al cine y sufrir en una moto todos los días entraba dentro de lo guay, entonces sí. Aunque lo del hotel era genial, pero encontrarse con Jamie de nuevo había sido muy, muy incómodo. Por suerte no les había servido ni había hablado con ellos.

 

-No está mal...

 

-¿Y las chicas? Porque saldréis con chicas mayores, ¿verdad? ¿también vais a discotecas y sitios así?

 

No, no había ido. Se había negado a ir las mil veces que Mike lo había invitado y por Dios que ojalá en una de ellas el mayor hubiera encontrado un remplazo. Así solo tenía que, o pilllarlo con las manos en la masa, o dejar que el mes terminara tal y como estaba en ese momento. Solo besos, solo sufrir un poco más en la moto del demonio y todo acabaría.

 

-En realidad no me gustan esos sitios...y tampoco he salido con ninguna chica...

 

Henry asintió, comprendiendo sus palabras y luego confesó que él tampoco salía más de lo necesario por las noches. Siguieron hablando de todo un poco, hasta que Marc descubrió que Henry era demasiado simpático para ser real. Le daba miedo hacerse amigo suyo y que también él resultara estar loco.

 

Un delicioso sándwich de mermelada y mantequilla de cacahuete se deshizo en su boca minutos después de que ambas madres se sentaran junto a ellos. Marc se divirtió tanto que se olvidó absolutamente de todo lo que no eran Henry y su familia, su madre o la comida de la señora Gordon.

 

-Esta noche es el cumpleaños de Kris, ¿no? ¿por qué no te llevas a Marc contigo?

 

Henry miró a su madre y rodó los ojos, como si le hubieran hecho esa pregunta mil veces y ya no quisiera responderla.

 

-No voy a ir, mamá. -luego miró a Marc- Es en una discoteca para adultos, no quiero meterme en problemas por ser menor de edad. -se le iluminó la cara de repente y sus pómulos se levantaron en una gran sonrisa- Pero mañana vamos a pasar la tarde en la piscina de Rory, ¿quieres venir?

 

-¿R-Rory?

 

Henry asintió, muy animado. Rezó, suplicó y se arrodilló mentalmente por que no fuera el mismo Rory que él conocía.

 

-Un amigo de Kris, no lo conozco. Pero es gratis y habrán granizados de todos los sabores.

 

Su madre lo miró con orgullo, al fin tenía un amigo, al fin lo invitaban a una fiesta, al fin. Si ella supiera el trato que tenía con el hermano mayor de su abusón no estaría tan contenta. Pero era una oportunidad como esa no podía ser desperdiciada. Así que asintió y Henry chilló contento.

 

Después del sándwich, Henry insistió en ir a su habitación y se lanzó a su cama en cuanto cruzaron la puerta. Se sentó a su lado y dejó que la recorriera con la mirada. Lo escuchó reír y se asustó, después de todo era la primera vez que invitaba a alguien a su habitación. A parte de Mike, y él se había colado sin permiso.

 

-Está mucho más ordenada que la mía.

 

Suspiró. Se había asustado por nada. No supo cuanto tiempo estuvieron sentados en el colchón, mientras Henry le contaba todo lo que tenía en su habitación y porqué le daba pereza poner un poco de orden en ella. Demasiados trastos que guardar.

 

La pierna comenzó a vibrarle y lo ignoró chasqueando la lengua. Ya era raro que Mike no lo hubiera llamado en todo el día y tenía que hacerlo justo cuando estaba escuchando una historia sobre la serpiente de Henry y el hámster de Clark.

 

Era tan molesto que terminó llevándose el móvil a la oreja y pidiendo perdón a Henry.

 

-¿Qué?

 

-¿Vienes conmigo a una fiesta? -bufó en silencio. Siempre igual. Se negó cien veces hasta que Mike dejó de insistir y colgó.

 

Henry lo miraba interrogante desde la cama, con la cabeza ladeada y el ceño fruncido.

 

-¿Era Mike? -asintió. No valía la pena negar lo obvio, ya habían hablado de que los dos negaban las ofertas de sus amigos.

 

Una fiesta. Perfecto. Alcohol, gente desesperada, y toda la noche para ser infiel. Claro que si no pillaba a Mike con otro u otra, aquel plan que tanto le gustaba no tendría sentido. Pero, ¿qué podía hacer para que funcionara?

 

-Seguro -continuó Henry, estirándose- que va a la fiesta de Kris. Ha invitado a todo el mundo.

 

Incluso a ellos. Se mordió el labio y dudó antes de abrir la boca. Tal vez era un poco loco lo que estaba pensando, pero si podía deshacerse de Mike yendo a esa fiesta, lo haría. Y rebuscaría hasta encontrarlo con otra persona.

 

 

-Henry, he cambiado de opinión.


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