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Efímero por Leobluebox

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Estaba mirando el techo cuando el sol por fin atravesó la ventana. Había dormido tan poco que su cuerpo seguía en la misma posición cuando despertó. Se abrazó a la almohada con brazos y piernas, mirando la pared y pensando en que Mike estaba dormido en su sofá. Había tenido tiempo suficiente para pensar, suspirar, frustrarse y darse cuenta de que Brad solo quería molestarlo. ¿Por qué otra razón Brad Smith, el chico que le había roto la nariz varias veces por llevar el pelo “como un maricón”, iba a confesarle que le gustaba e intentar aquello? Nada tenía sentido. Era racionalmente imposible que Brad hablara en serio.
 
No quería salir de la cama, es más, deseaba que hiciera frío para enterrarse bajo las mantas y no salir en años. Pero eso era tan improbable como que John Ferguson cruzara la puerta y chillara que volvía para quedarse. Así que se sentó en el colchón y se quedó mirando la puerta mientras procesaba que la vida seguía; había soportado mucho, como para rendirse por otra tontería. Una tontería que había estado a punto de herirlo de verdad, mucho más que un par de golpes en las costillas, un ojo hinchado o una nariz rota.
 
Cuando sus pies por fin tocaron el suelo y sintió el frío contra su piel, suspiró. Justo en ese momento la puerta se abrió. Mike se pasaba una mano por el pelo con el rostro cansado, los ojos caídos y la otra mano apoyada en el marco de la puerta. Lo vio bostezar y después de que se pasara la mano por la boca, se dio cuenta de que llevaba el piercing torcido.
 
-¿Cómo has dormido? -preguntó, recolocándoselo con la lengua. Marc se encogió de hombros sin ponerse de pie, recordando que estaba casi desnudo.
 
-Bien.
 
Mike, a parte de frotarse el cuello con total normalidad, como si estuviera acostumbrado a dormir en sofás y a despertarse con dolor de cervicales, sonrío sin creérselo.
 
-¿Sabes? Así no es cómo me imaginaba nuestra primera noche juntos.
 
Apartó la cara de inmediato y mientras se miraba los pies, supo que estaba rojo. No quería levantarse hasta que Mike se fuera, aunque este ya lo había visto más de una vez con una única prenda cubriéndolo. Sentía vergüenza y miedo a la vez, pero no sabía hacia donde se inclinaba más la balanza.
 
Miró el armario, se rascó las piernas y escuchó unos pasos que se le acercaban más y más. Los dedos de Mike le acariciaron la barbilla, girándole la cabeza sin ejercer fuerza y se lo encontró a centímetros de distancia, de pie. Creyó seriamente que lo iba a besar, pero ni siquiera se inclinó.
 
-¿Quieres que me vaya?
 
Abrió la boca y la volvió a cerrar. Los ojos azules lo miraban fijamente pero la mano que le sujetaba la barbilla temblaba lo suficiente para que Marc supiera que el mayor estaba nervioso, o temeroso, o quizás ansioso.
 
¿Quería que se fuera? Mike lo había ayudado a pesar de todo. Cierta parte de su cerebro lo hizo coger aire y susurrar: -No.
 
Entonces los dedos se relajaron, pero no lo soltaron, y esta vez Mike sí se inclinó a besarlo. Cerró los ojos los pocos segundos que duró el contacto, y luego el universitario se fue de la habitación.
 
Se echó hacia delante, pasándose las dos manos por la cara con frustración. Estaba tan confundido, todo lo que le estaba pasando era tan repentino como lanzar a la piscina a alguien que lleva toda su vida en el desierto. Solo que él no anhelaba su situación tanto como ese alguien desearía el agua. Necesitaba calmarse y pensar tranquilamente en todo, despacio, aclarar sus ideas.
 
Se dio una ducha fría que le relajó más de lo que pensaba y tardó también en coger un pantalón corto y una camiseta cualquiera. Se ató las zapatillas lentamente y salió al comedor. Pensaba que Mike se habría ido después de todo lo que había tardado en salir, pero ahí estaba, golpeando el brazo del sofá con los dedos al ritmo de la canción que sonaba por sus auriculares. Marc carraspeó tímidamente y el otro respondió enseguida, apagando la música.
 
-¿Mejor?
 
Marc solo asintió, sentándose a su lado. Dejó que Mike le acariciara la rodilla porque había estado pensando entre aquella noche y la larga ducha y había llegado a una conclusión: quería saber por qué le gustaba a Mike. Aunque intentara ver lo mejor de sí mismo, el otro era mayor, guapo, cantaba, componía, estudiaba, ligaba, salía, tenía amigos por doquier, y ni hablar de esos ojos tan azules y preciosos. ¡Mike era el chico perfecto! ¿Qué hacía detrás de él?
 
-Mike...-murmuró. Se aclaró la voz y habló, intentando no corresponder la mirada fija del mayor- ¿T-te gusto?
 
-Sí. -fue tan directo y serio que parecía la respuesta automática de un robot- Me gustas.
 
-¿Por qué?
 
No se lo pensó mucho, o esa impresión le dio a Marc. Lo vio sonreír, jugar un poco con el piercing y finalmente mirarlo sin un ápice de duda en sus ojos.
 
-Porque eres tú.
 
Esa respuesta no servía. Se quedó en silencio unos segundos, giró su cuerpo para quedar frente a frente y levantó la cabeza. ¿Cómo que porque era él? ¡¿Qué quería decir con eso?!
 
-Yo -empezó con firmeza y en cuanto respiró, volvió a temblar sin confianza. Terminó mirando a otro lado y oyendo su propia voz en un susurro- ...no lo entiendo.
 
Podía sentir la mirada de Mike sobre él, luego hubo un ligero movimiento a su lado y lo vio de pie, dándole la espalda. Una preciosa serpiente color esmeralda fue mostrándosele poco a poco mientras Mike se levantaba la camiseta; la cabeza sacaba su lengua bípeda como si lamiera el jazmín en el hombro. Era raro, bonito, pero sobre todo algo que lo hizo parpadear tan avergonzado como confuso.
 
-¿Te gusta? -abrió la boca sin decir nada. Entrecerrando los ojos notó que por medio del cuerpo escamoso pasaba una cicatriz.
 
-¿P-por qué me lo...
 
Antes de que pudiera terminar la frase, Mike se bajó la camiseta y habló. Tenía el tono de alguien que cuenta un recuerdo importante, y Marc escuchó con atención.
 
-Hace un par de años tuve un accidente con la moto. Mientras yo intentaba pedir ayuda, mis padres estaban más ocupados en el partido de baseball de Brad. Y -se dio media vuelta, sonriendo con una mirada intensa-, ¿a que no adivinas quién fue la única persona que se preocupó por mí? 
 
Un repentino ataque de recuerdos lo hizo abrir la boca y jadear. Había olvidado por completo aquél día:-¿Yo?
 
Mike asintió, encogiéndose y dando varios pasos hacia él. Se inclinó lo suficiente para respirarle en la cara.
 
-Tú llamaste a la ambulancia y estuviste todo el día conmigo en el hospital, ¿verdad? -asintió lentamente, sintiéndose idiota por no recordarlo; aunque aquél día no había sido precisamente bueno después de que su madre le dijera que se había cancelado el viaje para visitar a su padre- Recordé quién eras el día que vi tu nariz sangrando.
 
Una débil sonrisa le cruzó la cara involuntariamente; no supo porqué, pero es que no era especialmente romántico acordarte de alguien mientras a este le sangraba la nariz. Miró sus pies y las manos de Mike le levantaron la cabeza sin ejercer fuerza.
 
-Por eso me gustas. -dio un paso hacia atrás después de soltarlo- Aunque el que seas mi tipo suma muchos puntos.
 
La sonrisa del Mike que le gustaba apareció, así que se encontró diciendo una frase del tirón y luego, cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir, quiso que un agujero se abriera en el sofá y se lo tragara.
 
-¿Y si no hubiera sido tu tipo, no te gustaría?
 
Mike soltó una carcajada mientras él trataba que el bochorno no lo consumiera.
 
-Tal vez...aunque has cambiado mucho desde que eras pequeño.
 
-¿Qué? -se le abrieron los ojos como platos; no le gustaba recordar su infancia. Si la adolescencia era un historia dura, la infancia había sido el prólogo.
 
-Hey, que yo no me complico tanto la vida para salir con alguien a no ser que me guste de verdad. Y lo del accidente fue solo un punto más a tu favor.
 
-¿E-entonces...?
 
Mike se pasó las manos por el pelo, las bajo por su rostro y se golpeó los muslos al dejarlas caer.
 
-Te lo contaré si vuelves conmigo.
 
Marc se ruborizó. Lo había cogido tan de improviso que no tenía ni la más mínima idea de como reaccionar. Quería saber porqué le gustaba a Mike, qué era eso a lo que le sumaba puntos; pero después de todo lo que había pasado...
 
Además, lo que él quería era deshacerse de Mike, dejar de ser el “novio” de un hombre cuando le gustaban las mujeres, dejar de desear que el mayor lo besara o de sentir miedo por culpa de su...¿ex? Porque ya había tenido alguna pesadilla relacionada con Rory.
 
-Y-yo...-abrió y cerró la boca, miró a ambos lados, al techo, a Mike e incluso a la puerta cerrada; hizo todo lo posible por ganar tiempo y poder pensar- lo siento.
 
Mike se encogió de hombros con tanta resignación que lo sorprendió. Ni siquiera había insistido, ¿qué le ocurría? Ese no era el Mike que lo había acorralado contra un banco. Sacudió la cabeza, porque tenía que alegrarse y no sentirse decepcionado. En menos de un segundo el universitario tenía la bolsa entre los dedos y se masajeaba el cuello con la mano libre.
 
-Tengo que irme.
 
Y lo hizo. Salió por la puerta tan fácilmente como había entrado la noche anterior. Marc se hizo pequeño en el sofá, apoyando la barbilla en las rodillas que se le pegaban al pecho. Todo era un asco, tanto que aún se preguntaba cómo era capaz de soportarlo.
 
De repente escuchó un grito y salió aterrorizado. Mike le daba una patada a la moto, que al parecer había vuelto a sufrir un pinchazo. Lo vio saltar como un niño teniendo un berrinche, coger el manillar con rabia y seguir el camino a pie, arrastrando el vehículo.
 
Siguió la espalda ajena hasta que desapareció y entonces se dio cuenta de que estaba molesto porque, en realidad, le hubiera gustado que Mike insistiera. Aunque se hubiera negado de todos modos, ¿verdad? No necesitaba más líos con los hermanos Smith. 
 
Por eso se encerró en casa y no salió hasta que la nevera era solo un enorme y helado cajón blanco. 

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