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Efímero por Leobluebox

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Con las piernas cerradas, la cara roja y el cuerpo dominado por el temblor, Marc asintió a todo lo que Henry le decía, fingiendo que lo estaba escuchando. Pero hacía menos de media hora que se había dejado ir en la mano de Mike y no podía pensar en otra cosa. Por suerte, la forma que Kris y Henry tenían de hablarle le aseguraba que no se habían dado cuenta de nada.

-Tengo hambre. -dijo una voz de repente a su espalda. Marc se puso pálido y saltó más cerca de Kris, sin animarse a mirar el cuerpo gordo de Brad. Tenía miedo. Se mordió el labio y se dio cuenta de que lo asustaba más la simple presencia de Brad que haber sido tocado de tal forma por Mike.

-Pues vamos a comer. -gritó Henry, levantó el brazo e hizo señas a Rory, que estaba fuera de los baños, con las toalla sobre los muslos y el móvil entre los dedos- ¿Y Mike?

Brad caminó lentamente hasta las escaleras que sacaban del agua caliente, y tanto Henry como Kris lo miraron, esperando que él respondiera. Se puso nervioso y se encogió de hombros. No sabía dónde estaba; solo recordaba haber oído sus voces acercándose y haber recibido un beso antes de que Mike desapareciera en los vestuarios.

-No importa. -Kris suspiró y salió desnudo de allí. Marc apartó la mirada, se mordió el labio y vio como Henry hacía lo mismo. ¿Tenía que salir así? Movió la cabeza en busca de su toalla, pero recordó que la había dejado en la otra parte- Hey, vergonzoso, toma.

Levantó la cabeza y no pudo evitar sonreírle a Kris, que le tendía una toalla y movía la cabeza. La cogió y se quedó solo en los baños, aunque podía oír perfectamente las voces de los demás. Subió las escaleras y se rodeó las caderas rápidamente, suspirando.

-Ferguson. -palideció. Brad se asomó a la puerta, con su pelo rubio mojado haciéndole la cara aún más gruesa. Se quedó paralizado y apretó los puños en la toalla, odiando como Brad lo recorría con la mirada.

-¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? -la voz de Kris fue un gran alivio, y verlo empujando a Brad para que se pusiera el albornoz lo hizo suspirar y relajarse. Más o menos- ¡Venga, Marc!

Asintió y entró corriendo. Henry le dio un albornoz azul y se puso la ropa interior con un rápido movimiento. Había sido una suerte que aquella mañana la ropa ya estuviera más que seca, no hubiera sabido qué hacer si hubiese tenido que estar un día más con la ropa de Mike.

Vio como el resto ya estaban igual que él y los siguió por el largo pasillo que había al salir del vestuario. Iba el último, con la cabeza gacha y podía ver los pies descalzos de Henry moverse delante de él. No le extrañaba que Henry y Kris estuvieran continuamente hablando y bromeando, pero saber que Rory y Brad también mantenían una conversación al principio de la fila sí. ¿De qué podían estar hablando esos dos? ¿De qué se conocían? Porque Brad no sabía que su hermano y él habían estado “saliendo”, ¿verdad? Aunque si lo pensaba bien tampoco había visto a Mike hablar con ninguno de los dos. Todo eso era muy raro y no quería preocuparse por ello, pero tampoco podía evitarlo si parecía que le afectaba directamente.

Cerró los puños y maldijo en silencio; todo eso no hubiera pasado si desde el principio no hubiera admirado al mayor. Luego suspiró y se dio cuenta de que era imposible: Mike era simplemente perfecto. Bueno, o eso aparentaba.

Se chocó con la espalda de Henry y se puso de puntillas para ver que pasaba delante de éste. Había más gente a parte de ellos, algunos que también habían alquilado un privado y otros que simplemente se bañaban en el baño público. Eran pocos, pero el restaurante también era pequeño y no había una sola mesa libre. Marc cruzó los brazos y oyó su estómago rugir.

-Podemos esperar. -ofreció Kris, pero Brad y Rory entraron sin hacer caso. Apoyándose en Henry y mirando sobre su hombro, pudo ver como ambos hablaban con un camarero y este movía la cabeza una y otra vez.

Brad y Rory salieron de allí cabreados.

-Comamos en casa. -gruñó Brad y Rory lo secundó. Todos se miraron y cuando los dos los empujaron para volver a los vestuarios, Brad deslizó su mano por la pierna de Marc en un rápido pero certero movimiento.

Marc cerró las piernas y se encogió en el albornoz. Se imaginó al rubio sonriendo con maldad y por un momento pasó por su mente la posibilidad de que Rory también supiera algo. Pero, eso era poco probable, ¿verdad? ¿Por qué Brad le diría a Rory todo eso que le había dicho a él aquella noche? Marc aún no se creía que Brad pudiera sentir atracción por él.

-Pues nada, a la cabaña.

Los otros dos también pasaron por su lado, pero no sintió ni una mano escurridiza, ni una mirada terrorífica, solo unos dedos que le tocaron el hombro y le indicaron que fuera con ellos.

-Me pregunto dónde estará Mike. -oyó decir a Kris.

Él mismo se hacía esa pregunta. Dejó que entraran en el vestuario y dio varias vueltas sobre sí mismo, se encogió en el albornoz aún más, se apartó el pelo de la cara y sus pies se movieron solos. Cruzó el pasillo, lo buscó en el restaurante y varias habitaciones más, sin éxito. Y cuando se iba a dar por vencido y ya caminaba de vuelta a los vestuarios, un par de manos cogieron su cintura.

-¿Me buscabas?

-¡Mike! -se llevó una mano a la boca, avergonzado. El mayor se rió y le besó la mejilla.

-Veo que sí. -iba a preguntarle dónde se había metido, pero después de la efusividad con la que había dicho su nombre, no se veía capaz de hablar. Con la cabeza gacha, pudo ver como los dedos largos jugaban con el cinturón de su albornoz- ¿Y los demás?

Levantó el brazo y señaló el vestuario a pocos pasos de allí. Casi como respuesta, la risa de Henry se escuchó por todo el recinto.

-N-nos vamos a casa.

-¿A casa? -abrió la boca para corregirse, pero Mike lo entendió antes- A la cabaña.

Marc asintió y Mike siguió jugando con la tela de su albornoz, acariciándola, atrapando el cinturón sin hacer nada importante como desatarlo, sin hacer nada que lo expusiera pero haciendo de todo para que notara sus manos. Era raro, no era incómodo ni excitante como el toque directo, pero su respiración se estaba agitando y también la de Mike.

Poco a poco, las manos dejaron de tocarlo y se quedaron sobre sus caderas; los labios de Mike le acariciaron el cuello y no hizo nada porque no sabía qué hacer. No le molestaba, se sentía extasiado, como si flotara en una nube.

-Mike…-se oyó suspirar. Las manos lo acariciaron cada vez más atrás, desde la espalda, cada vez más abajo. Sintió un mordisco en la oreja y abrió la boca sin soltar nada. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Qué estaba haciendo?

Abrió los ojos y notó un par de manos cerniéndose sobre sus nalgas, apretándolas y haciendo que gimiera. Dio un salto hacia delante, olvidándose de la nube. Estaba en el mundo real, en el pasillo de un recinto de baños, y no en una fantasía de Mike.

No se giró a mirarlo porque le daba miedo saber cómo sería la cara de éste en ese momento. Corrió hasta los vestuarios y se encontró cuatro pares de ojos que lo miraban inquisitivos. Todos estaban vestidos.

-¿Ha pasado algo?

Sacudió la cabeza bruscamente y cogió su ropa con rapidez, metiéndose en un lavabo para cambiarse antes de que pudieran hacerle otra pregunta.

***

La comida fue aún más incómoda que la cena del día anterior. Había cocinado él y había tenido solo es tiempo a solas para pensar. Al final solo había llegado a la conclusión de que iba a ser una semana muy larga. Durante la cena había afirmado aún más esa teoría; todas las miradas estaban puestas en él, excepto un par que eran ajenas a la situación. Todo estaba en silencio y solo se oía el masticar de seis bocas, que, aunque en otro momento le hubiera resultado irritante, en ese lo ignoraba totalmente.

La mirada de Rory era dura, lo hacía sentir que no era deseado allí; sin embargo la de Brad era totalmente contraria pero no de la forma bonita en que Henry y Kris lo deseaban allí, sino de una forma que lo hizo temblar y llenó su mente del recuerdo de aquella noche.

Miró el plato y respiró profundamente. «¡Olvídalo!», se dijo, y levantó la cabeza otra vez.

Ahí estaba la otra mirada, la de Mike, no era fija y mucho menos insistente, solo era una mirada que se mezclaba con el juego de su lengua y el piercing; y sin embargo Marc se ruborizó.

-Oye, Mike, -dijo Kris y el aludido lo miró con aburrimiento- ¿dónde estabas antes de que decidiéramos irnos?

-Hablando por teléfono. -contestó con simpleza. Al ver que todos esperaban la continuación de su explicación, movió la mano- El otro día mi moto tuvo un pequeño accidente.

-¿Estabas hablando con el mecánico? -preguntó Henry con curiosidad.

Mike movió la cabeza y miró a Marc por el rabillo del ojo, aguantando una sonrisa.

-Con el trabajo.

Entonces Brad chasqueó la lengua con irritación y dejó los cubiertos en el plato vacío. Su silla chirrió cuando la empujó hacia atrás y no se preocupó en dejarla en su sitio.

-Voy a echarme una siesta. -dijo sin más y desapareció.

Mike puso los ojos en blanco y Marc supo que Brad era consciente del trabajo de su hermano. Jugó con las verduras y el tenedor mientras pensaba y miraba a la nada, ¿cuál era exactamente el trabajo de Mike? «limpia ropa». Se mordió el labio y entrecerró los ojos, seguro que había algo más. «¿Y si tiene sexo con los clientes?» Su rostro enrojeció y frunció el ceño.

-¡Hey, Marc!

Asustado, miró a todas partes hasta que encontró las sillas de Rory y Kris vacías. Henry estaba de pie tras él.

-¿Dónde han…

-La siesta. -contestó- Hay que descansar para esta noche.

Y sin decir nada más Henry mostró sus dientes en una sonrisa y se fue a la habitación. Marc se pasó las manos por la cara.

-Un dólar por tus pensamientos. -su corazón dio la vuelta y levantó la cabeza de golpe; Mike bebía con elegancia de su vaso.

-N-no es nada. Debería…debería dormir también.

Dejó los cubiertos sobre el plato y se levantó. Le sabía mal dejar la mesa como estaba, pero los nervios y estar solo con Mike hicieron que empezara a andar. Dos, tal vez tres o cuatro pasos y el universitario lo abrazó como tanto se había acostumbrado a abrazarlo.

-¿De verdad tienes sueño? -asintió, aunque era mentira. Se acordaba de cómo esa mañana había ocurrido algo parecido pero al revés- ¿No piensas decirme qué es lo que pasa por tu mente?

-B-Brad y Rory…-murmuró. Solo eso hizo falta para que Mike asintiera contra su nuca y apoyara la barbilla en su hombro.

-Lo sé. A mí tampoco me gusta que estén aquí. -los brazos se hicieron más estrechos a su alrededor y no le importó. Estaba demasiado preocupado por esos dos como para pensar en un simple abrazo del que era su...novio.

-Pero...e-ellos…¿se conocen?

Mike se tensó. La forma en que lo dejó más o menos libre y no se movió de su espalda hizo que Marc se girara por inercia. Los ojos azules vacilaban sobre su rostro.

-Más de lo que deberían. -abrió la boca para contestar, pero Mike le acarició la mejilla y no pudo decir nada. El pulgar pasó por sus labios y volvió a ver al Mike tranquilo de siempre- ¿Era eso lo que te preocupaba?

Asintió. Mike sonrió y se inclinó, deslizando la mano hasta su nuca. El beso fue como lo era siempre y a Marc le costaba cada vez menos corresponder. Los labios de Mike presionaron sobre los suyos, la lengua se paseó por ellos y abrió la boca sin pensar en nada. Los brazos le colgaban inertes a cada lado, todo lo contrario a las extremidades tatuadas que se aferraban a su cintura y a su nuca. Ladeó la cabeza y tembló cuando su lengua le acarició el paladar.

Los dedos que se le clavaban en la espalda baja se deslizaron hasta el borde del pantalón corto, jugaron con él y Mike profundizó el beso igual que su mano se adentraba en el hueco entre la ropa interior y la tela de algodón. Gimió, subiendo automáticamente las manos a los bíceps de Mike, apretando los ojos por la extraña sensación de una mano apretando sus glúteos.

Mike lo empujó hacia delante y separó sus labios, pero no dejó de respirarle en la boca.

-¿Sabes cuánto tiempo llevo sin hacerlo?

Era una pregunta trampa, no debía responderla, no debía siquiera pensar en ella. Debía empujarlo y subir corriendo a la habitación, donde Henry lo protegería.

Pero movió la cabeza de un lado a otro sin abrir los ojos y Mike acarició entre sus nalgas sobre los bóxers. Gimió.

-Un mes. -contestó y repitió la acción- ¿Y sabes por qué?

Marc se mordió el labio. ¡Tenía que salir corriendo! Apretó los dedos en los brazos de Mike y abrió la boca para coger aire profundamente; los dedos de Mike acababan de internarse bajo la única prenda que lo separaba de su piel.

No hubo respuesta, solo otro beso.

Era húmedo, o al menos Marc lo sintió así, lleno de saliva y con la lengua de Mike jugando mucho dentro de su boca. No pudo resistirse, solo gimió y clavó los dedos aún más en sus brazos.

Los dedos que antes estaban en su nuca habían desaparecido y Marc solo se dio cuenta de ello cuando los notó en su abdomen.

-Mike…-dijo en voz baja. Un hilo de saliva lo separaba del aludido, que aferró la mano a su costado bajo la camiseta y metió un dedo entre sus nalgas. La lengua se paseó por el piercing y el hilo se rompió al instante- N-no…

Echó la cabeza hacia atrás, con los ojos muy abiertos y la boca dejando escapar un agudo quejido. No podía creerlo, no era capaz de procesar que Mike estuviera acariciando su entrada, ese lugar que nunca había tocado nadie. Pero estaba ocurriendo y si no escapaba pronto, pasaría lo que más temía.

El cuerpo se le echó hacia delante y pegó la frente a su pecho. Todo el cuerpo le tembló mientras lo sentía entrar, poco a poco y muy despacio, era fino y bastante molesto. Negó con la cabeza y el dedo se empujó del todo. El gemido se le quedó en la garganta.

La mano que hasta entonces había estado en su costado se deslizó hacia  atrás y se paseó arriba y abajo por su espalda, como si tratara de tranquilizarlo, de decirle que todo estaba bien.

Pero no lo estaba. Se encontraban en el comedor de una cabaña, con cuatro personas que podían descubrirlos en cualquier momento, y no estaban besándose. No. Mike estaba con un dedo hundido en su cuerpo. Y lo peor era que por muy molesto que fuera, le gustaba.

-Para…-pidió, pero Mike no le hizo el más mínimo caso. Todo lo contrario, hizo como que iba a meter otro dedo y Marc soltó sus brazos para empujarlo- Mi-Mike…

-¿De verdad quieres que pare?

Asintió y Mike suspiró, movió el dedo una última vez y apartó las manos de su cuerpo. Cuando el mayor dio un paso atrás, Marc se encontró tan jadeante como excitado, tan ruborizado como decepcionado. ¿Por qué no lo alegraba que el otro le hubiera hecho caso?

Cerró los puños y las piernas, bajó la cabeza y dio media vuelta. No iba a decir o hacer nada, solo iba a tirarse en la cama y a olvidarse de lo que acababa de pasar. Ignoró la erección que acababa de empezar a crecer y caminó hacia la habitación.

Los pasos eran lentos; aún podía sentir el dedo de Mike y como su cara ardía con cada vez que lo rememoraba. Se mordió el labio y se pasó las manos la cara.

«No pienses en ello. No pienses en ello»

Estaba a punto de llegar a la puerta. Escuchó el ronquido de Henry y estiró el brazo para abrirla. Unos dedos se cerraron en su muñeca y tiraron de él, con fuerza, decisión y tan repentinamente que Marc no pudo reaccionar.

Mike lo arrastró hasta el baño y lo empujó dentro. Cerró la puerta, empujó su espalda contra la madera y pegó sus labios.

A pesar de todo lo que su mente y su boca habían dicho, o de lo confuso que estaba. No negó un solo toque ni un solo beso; abrió la boca para recibir la lengua de Mike, subiendo las manos a sus hombros y dejando que la manos con experiencia le desabrocharan el pantalón.

Mike cogió la goma de los calzoncillos y la unió con la cintura del pantalón, luego tiró de los dos hacia abajo, dejándolo medio desnudo y le dio la vuelta. Su pecho se pegó a la puerta y la respiración se le aceleró muchísimo, casi tanto como el corazón.

Escuchó el ruido de una cremallera bajando y un plástico rompiéndose, y notó a Mike moviéndose a su espalda, jadeante. Apretó las manos en la madera y Mike le echó la cintura hacia atrás.

Gimió con los ojos apretados. Mike estaba dentro de él, igual que lo había estado el dedo e igual que aquel chico había estado dentro del camarero del hotel. Una y otra vez Mike se empujó contra su cuerpo y hundió la cara en su cuello; lo besó, lo mordió, jugó con su oreja y con la piel bajo su nuca mientras le clavaba los dedos en las caderas.

Podía oír sus propios gemidos y la respiración ronca de Mike. Cerró los dedos de una mano en la puerta y bajó la otra; necesitaba tocarse. Pero Mike llegó antes y lo apretó con fuerza, haciendo que ahogara el grito mordiéndose el labio. Así que la otra mano se unió a la primera en la puerta y Mike se empujó con la misma velocidad que movía su mano.

-Dios, Marc.

Una última vez y el cosquilleo lo invadió desde las plantas de los pies. Se tapó la boca para que no se oyera, con miedo de despertar a alguien, de ser descubierto haciendo algo que nunca, jamás, se hubiera imaginado haciendo.

Mike también se corrió segundos después, gruñendo contra su nuca. Lo sintió respirar agitado y luego dio un respingo; Mike acababa de salir de él.

Apretando los ojos, miró el suelo. No solo el sudor empapaba su cuerpo. Se pasó las manos por el pelo y miró fijamente la puerta.

Acababa de tener sexo con Mike.

Acababa de darle su primer vez.

Acababa de recibir al universitario en su interior y le había gustado.


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