Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Efímero por Leobluebox

[Reviews - 208]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¡Gané!

Vio las fichas verdes esparcidas y las azules aglomeradas en el centro del tablero. Suspiró y dejó que Henry se aplaudiera a sí mismo con la risa más alegre que alguno de los seis había soltado en cinco días. Llovía mucho. La noche de los fuegos artificiales, mientras todos dormían y Marc daba vueltas sobre el colchón, había empezado una interminable lluvia que no los dejaba salir de la cabaña.

-Esto es una mierda. -se quejó Rory, entrando empapado con Brad a su espalda. Eran tan iguales y a la vez tan diferentes que Marc se obligó a apartar la mirada de ellos y recoger la mesa junto a Kris- El autobús no sale hasta la una de la madrugada.

-Al menos hace calor, ¿no? -el intento de animar se quedó en la boca de Henry.

Marc se encogió de hombros y vio al par misterioso desaparecer. Sabía que iban a cambiarse, pero seguía teniendo un muy mal presentimiento en la boca del estómago.

-Por eso que hace calor deberíamos estar en la piscina, no refugiándonos de la tormenta.

El cuerpo de Marc se estremeció. Cogió aire por la nariz, miró el suelo y apretó los puños a sus costados. Los ojos aún le ardían de no dormir; y no era precisamente por pensar en Mike. No podía pensar en nada cuando los truenos amenazaban con caer junto a él.

Le daban tanto miedo y llevaba tantos años soportándolos a solas que nadie lo sabía. Recordaba estar escondido bajo las sábanas, abrazarse con fuerza y contener las lágrimas mientras oía a Henry dormir.

Tenía que aguantar un poco más. Las tormentas siempre terminaban, y luego venía la calma. O eso era lo que todo el mundo decía.

-¿Y si esperamos a que cese? Un par de días más no importan, ¿verdad?

Tenía una pequeña esperanza en el borde de su fobia: que aceptaran su sugerencia. El resto de ella era un cúmulo de cosas que podrían pasar si salía a la calle con la tormenta activa.

-Ni hablar. No pienso quedarme un día más aquí. -la voz de Rory atravesó sus oídos como una lija. El chico caminó con elegancia hasta el sofá y se sentó, cruzando una pierna sobre la otra. Su ceño estaba fruncido, pero su piel no se arrugaba ni un poco. A Marc le molestó pensar que ésta había sido acariciada por Mike.

¿Le molestó? Se mordió el labio y miró sus propias manos sobre la mesa. Kris y Henry se levantaron de su lado para dejarse caer también en el cómodo sofá.

-Entonces correremos bajo la lluvia esta noche.

Supo que estaba pálido y aún así no dijo nada. Uno contra tres era imposible; cuatro si contaba que Brad haría y diría lo mismo que Rory. Era como su perrito faldero, todo el día tras él, como si estuviera enamorado de Rory y lo persiguiera, aunque Marc sabía que no era así y le daba miedo averiguar la verdad.

Se pasó las dos manos por la cara y cogió aire con la nariz.

«Solo es lluvia, solo son truenos. No va a pasar nada. Todo saldrá bien»

Luego tembló, se mordió el labio y escondió la cara entre los brazos. Iba a ser horrible. Si ya estaba atemorizado bajo la sábanas, con la ventana cerrada y el techo fortificado, al aire libre iba a llorar. Lo sabía y se odiaba por ello. La única que sabía sobre su fobia era su madre, la única que había logrado calmarlo las pocas veces que había estado con él. Su padre también lo sabía, aunque nunca había tenido la oportunidad de abrazarlo mientras los estruendosos truenos le gritaban. Dudaba que nadie más pudiera ayudarlo y no tenía cobertura para hablar con ella por teléfono.

Un escalofrío le recorrió la espalda de improviso cuando algo le acarició el cuello. Parecía un dedo y se perdió bajo el cuello de su camiseta un par de veces antes de que Marc levantara la cabeza con la escondida esperanza de ver a Mike a su lado.

-No tienes buena cara, Ferguson. -tragó saliva. Brad sonrió petulante, apoyó una mano en la mesa y pasó la otra por su pelo- ¿Has pasado mala noche?

Sin poder decir nada, se levantó de la silla y estuvo a punto de correr. Miró a Henry y a Kris, que hablaban de algo que no podía oír con Rory. Suplicó ayuda con la mirada y solo consiguió que Brad lo cogiera del codo.

-Déjame.

-Vamos, Marc. -tiró de él, pegando su espalda al pecho blando- Solo quiero hablar.

Sacudió la cabeza y se soltó del agarre con brusquedad. No sabía que le daba más miedo en ese momento, si Brad o la tormenta.

«Brad», respondió su conciencia cuando un gemido de dolor escapó de su garganta. El otro lo había empujado contra la pared del pasillo.

-Suéltame.

Frunció el ceño. Estaba atemorizado, sí, pero también enfadado. Y aunque las palabras salían temblorosas, en su interior sonaban firmes. Solo en su interior.

-Quiero disculparme. -¿qué? Parpadeó confuso. Brad lo soltó y dio un paso atrás- Deja que te lo explique y luego ódiame si quieres.

-¿Di-disculparte?

Estaba en shock. Brad, el mismo que lo había acosado durante años, el mismo que lo odiaba, el mismo que había estado a punto de violarlo, ¿ahora se quería…disculpar? La tormenta tenía que haber afectado a su pequeño cerebro.

-Solo cinco minutos, por favor.

Cinco minutos a solas con Brad. No. Lo miró  con rabia. Había sufrido eso muchas veces, confiar en que estaba arrepentido y volver a casa con un montón de nuevas cicatrices. Así que movió la cabeza e intentó escapar para refugiarse al lado de Henry.

Brad lo empujó de nuevo contra la pared.

-N-no quiero tus disculpas. Déjame.

Brad gruñó como un perro antes de tomarlo del brazo y tirar de él. Sin poder zafarse del brusco agarre del rubio se vio arrastrado hasta su habitación. La puerta se cerró con una patada de Brad y fue empujado hasta caer en la cama de Henry.

Temió un montón de cosas en ese momento, pero Brad se sentó en su cama y lo miró fijamente. Esos ojos no le transmitían más sentimiento que rabia.

-Mike está en nuestra habitación -se explicó, juntó las manos y esperó a que Marc se sentara incómoda y resignadamente en el colchón- No sé porqué hice lo que hice.

«Porque eres un bruto imbécil»

Sabía que esa no era la respuesta, pero deseaba que esas palabras salieran de su boca tanto como que alguien abriera la puerta y lo dejara salir.

-Tienes que entender -su ceño se frunció en cuanto lo oyó empezar. Entender, ¿él? Era Brad el que no entendía nada. No podía pasarse la vida maltratando a alguien y llegar de repente diciendo que ese alguien le gustaba. No era normal- que es muy confuso para mí. Pensaba que te odiaba, pero...no es así. -se levantó y caminó hacia él. Marc se tensó completamente- Perdóname, por favor.

-N-no.

Brad cogió aire, como si se contuviera. Tragó saliva y se hizo a un lado cuando el otro hizo ademán de sentarse a su lado. Sin embargo, Brad cayó sobre sus rodillas y lo miró con los ojos llenos de culpa.

-Prometo que nunca más te molestaré. -Marc no entendía nada- Haré lo que quieras, pero, por favor, no me odies.

Abrió la boca y la volvió a cerrar sin saber qué decir. Brad estaba suplicándole perdón, ¿acaso era un sueño? Miró a toda partes con los nervios consumiendo su cuerpo y apretó las sábanas con puños temblorosos. Brad siguió en su posición hasta que Marc supo que debía hablar.

-Le-levántate.

-No. -sacudió la cabeza- Dime qué quieres que haga para que me perdones y lo haré.

¿Iba en serio? Se fijó en Brad y se dio cuenta de que sí. Iba muy en serio. Tragó saliva otra vez y respiró profundamente. ¿De verdad pensaba que era tan fácil ser perdonado?

-Véngate de mí si quieres, Marc. -añadió con súplica.

Maldición.

No podía ser tan cruel. Había imaginado miles de veces el ver a Brad humillado, llorando y tirado en el suelo diciendo esas mismas palabras «perdóname, por favor». Pero en ese momento supo que nunca podría hacerlo real, porque su moralidad no se lo permitía. Brad ya estaba tirado en el suelo y suplicando, ¿qué más quería?

-Vale. -susurró sin convicción.

Brad sonrió.

-¿De verdad? -titubeó, muchísimo, pero terminó asintiendo. Sabía que se arrepentiría y aún así no podía evitar ser demasiado bueno. Tal vez estaba en tantos problemas por su forma de ser. Tampoco es que pudiera hacer algo contra ella, ¿no?- Prometo que no te defraudaré, Fergu...Marc.

Los brazos de Brad rodearon su cuerpo en un fuerte abrazo. Los suyos subieron muy despacio a esa espalda y dieron un par de golpes falsamente amistosos. Era incómodo y no le gustaba. Realmente esperaba no tener que hacerlo nunca más.

***

Se colgó la mochila de los hombros. Henry hizo lo mismo con la suya y dio una saltito de alegría.

-Al fin a casa.

Marc también saltó, pero por el susto que le provocó uno de los truenos. Estaba aterrorizado. Sin embargo, dejó que Henry le palmeara el hombro y lo acompañó fuera de la habitación, mirándose los pies hasta que llegaron a la entrada. Los otros cuatro ya los esperaban.

-La parada de autobuses está a diez minutos si corremos.

-¿Por el barro? -se quejó Henry, deformando su cara- Nos vamos a matar.

Rory puso los ojos en blanco. Todo lo contrario a lo que sus pintas decían, parecía no tener problema con correr por el campo. O tal vez solo quería llegar ya a su casa. Esa casa que Marc recordaba tan bien.

-No seas tan pesimista, Henry. -animó Kris, poniendo la mano en el picaporte- ¿Estamos todos?

-¿No sabes contar hasta seis? -Rory parecía irritado.

Marc no había recibido una mirada del chico desde la cena del día anterior, cuando pensó que hallaría veneno en la cena. Pero todo lo demás parecía igual que siempre, pues, aunque le hubiera pedido perdón, Brad seguía pegado a Rory.

Por otro lado, Mike tampoco había cambiado. Lo había besado cuando nadie los veía, le había dicho mil veces que se acordara de darle una respuesta antes de llegar a casa, lo había tocado hasta terminar conteniéndose en un gruñido y le había hecho acostumbrarse demasiado al piercing sobre su cuello.

-Vamos, Marc. -despertó de sus recuerdos para seguirlos fuera. La puerta de la cabaña fue cerrada y el aire lleno de agua le golpeó la cara.

Corrieron sobre el barro, entre los árboles y estuvieron a punto de caer al lago, pero ninguno sufrió ningún daño en todo el camino. Los truenos parecían haberle dado una tregua y solo la lluvia los molestaba. Al menos hasta que llegaron a la estación de autobuses y estuvieron dentro de un recinto cálido, con un techo que los aguardaba del temporal.

La una menos diez minutos parpadeaba en el reloj digital.

-Lo conseguimos.

Lo celebraron dejándose caer en un banco y suspirando. Estaban empapados y un guarda de seguridad se lo reclamó con educación un par de minutos después.

-Si fueran tan amables de secarse, se lo agradecería.

Rory había sido el más listo de los seis y, antes de que nadie le dijera nada, se había llevado a Brad con él. Cuando ellos cuatro se dispusieron a ir al baño, los otros dos se sentaban con ropa seca y nueva.

Brad le sonrió, sacudió la mano y Marc dudó un poco. Le devolvió el gesto.

-Tenemos cinco minutos. -anunció Kris. Cuando entraron al baño, resultó ser demasiado pequeño, pero Mike tenía la solución perfecta.

Notó como lo cogía de la muñeca y lo miró con curiosidad.

-Marc y yo nos cambiaremos en el de minusválidos.

Tan rápido como lo dijo se lo llevó de allí.

La puerta se cerró a su espalda y el baño enorme olía a jabón. Dejó la mochila sobre el retrete. Cogió aire y oyó la mochila de Mike cayendo al suelo. El mayor lo había visto y tocado más de una vez, no debía ponerse nervioso. Pero lo estaba y mucho.

-Marc. -se giró de golpe. Mike tenía el ceño fruncido- ¿Qué ha sido eso?

-¿El qué?

-Has saludado a Brad. -un paso, dos, tres, Mike avanzaba lentamente hacia él- ¿Por qué?

-Y-yo…-apartó la mirada cuando lo tuvo a centímetros de distancia. Miró el suelo y jugó con sus dedos- Él...me ha pedido perdón.

Mike suspiró.

-Supongo que lo has perdonado. -asintió. Mike le acarició la mejilla- Eres demasiado bueno.

-Me ha prometido que no me molestará más.

-¿Y le crees?

Se mordió el labio. Mike le levantó la cabeza con dos dedos bajo su barbilla y lo hizo mirar las pupilas azules. Pero Marc bajó automáticamente al piercing y la lengua que jugaba con él.

-No lo sé.

Sintió su pelo siendo acariciado, su nuca presionada. Vio a Mike inclinarse y cerró los ojos.

-No lo hagas. Sea lo que sea que Brad y Rory te digan, no les creas.

«Vale», quiso decir. Pero toda palabra se perdió en un beso.

Fue corto y Mike le dio la espalda para cambiarse. No era por vergüenza y lo sabía. Se sonrojó tanto cuando oyó la cremallera ajena bajando que cerró los ojos mientras se cambiaba.

-¡Un minuto! -gritó Henry de repente, golpeando la puerta.

Marc se giró y vio al mayor vestido, mirándolo también. Bajó la cabeza mientras caminaba dispuesto a abrir la puerta y salir. Mike cogió su muñeca sin dejarle hacer nada.

-¿Tienes tu respuesta?

Los dedos finos pero fuertes de Mike acariciaron su brazo con lentitud. Apretó la mano en el picaporte, abrió la puerta, miró a la nada y se oyó sin pensar.

-Sí… -su brazo fue soltado, pero en vez de ser libre, Mike rodeó su cadera desde atrás.

-¿Sí, qué?

-S-sí quiero salir contigo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).