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Efímero por Leobluebox

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Abrió los ojos después de un rato en el que dudó si hacerlo o no, temiendo lo que iba a encontrarse cuando la luz del sol iluminara su alrededor. Estaba tumbado boca abajo, abrazando la almohada, una almohada que, cuando movió los dedos y se acostumbró a la luz, descubrió como un cuerpo desnudo. El cuerpo de Mike estaba tendido cómodamente en el colchón, su pecho subía y bajaba tan acompasadamente como su respiración y un brazo estaba bajo el cuerpo de Marc, que se ruborizó al recordar por qué estaban en esa posición. Miró desde el pelo oscuro, revuelto y sudado hasta la manta que les llegaba por la cadera a los dos, pasando por ese perfecto cuerpo que se había negado a ver la tarde anterior.
Mientras lo observaba pudo darse cuenta de varias cosas: estaban desnudos, habían dormido juntos, habían tenido sexo por segunda vez y Mike le gustaba todavía más que el día anterior. Lo primero y lo tercero estaban algo más que relacionados, lo último no lo sorprendió, pero lo segundo hizo que un escalofrío recorriera su espalda mientras recordaba aquel día cuando había escuchado a Rory decir que Mike nunca se quedaba a dormir. No sabía hasta qué punto era cierto eso, pero Mike había dormido dos veces en su casa, cada una por un motivo completamente diferente; no quería recordar la primera vez. En cambio, esa quería mantenerla mucho tiempo en su mente. Mike no solo  había sido su primera -y segunda- vez, sino que estaba siendo la primera persona que le hacía sentir cosas raras en el estómago. Era un ser perfecto, sí, pero no tenía pechos, no tenía la piel suave y el olor femenino de una mujer, y por eso se preocupaba.
¿Acaso era gay? No, no lo era. Se había dejado dominar por un hombre que le gustaba muchísimo, que era guapo, listo, cantaba y tenía unos ojos que le penetraban el alma, pero no por eso era gay, ¿verdad? Agachó la cabeza, dejando caer la frente el costado de Mike, que suspiró en sueños pero no despertó, cosa que lo hizo suspirar aliviado. Lo último que necesitaba era que Mike le diera los buenos días.
Lentamente se separó del calor del cuerpo ajeno hasta estar en el lado más lejano de la cama y dio media vuelta, sentándose en el borde del colchón con las piernas colgando. Una insistente incomodidad lo hizo mirar a la pared frente a él, tragar saliva, sentirse feliz, confuso, avergonzado, aterrorizado...no se entendía a sí mismo. Aquella primera vez había sido tan repentina que no había pensando profundamente en ella, pero esa había sido simplemente perfecta, como todo adolescente desearía. Se pasó las manos por los muslos, por las rodillas, mirándose el torso y poniéndose rojo; Mike lo había marcado tanto.
Suspiró y justo en ese momento unos brazos lo rodearon y un beso sonó contra su mejilla. Las manos de Mike le acariciaron los brazos; podía notar la sonrisa del mayor contra su cuerpo, los besos que le repartió a lo largo de la mejilla hasta alcanzar la comisura de sus labios, cómo sus dedos se entrelazaron de repente y el pecho duro se pegó a su espalda. No quiso ni pudo apartarse, se sentía tan bien en aquel momento que se sorprendió a sí mismo girando la cara para recibir sus labios en un beso que no duró mucho, pero sí lo suficiente para hacerlo cerrar los ojos.
-Buenos días. -Mike enterró la cara en su cuello, frotando la nariz en él y dejando algún que otro beso delicado sobre su piel, mientras Marc se dedicaba a dejar la mente en blanco, o a intentarlo. Miró sus manos juntas por un tiempo que no fue de calcular, viendo como se separaban de pronto y Mike acariciaba las suyas, respirándole sobre el hombro.
Esperó y esperó a que el otro dijera algo en lugar de mantenerse tocándole las manos, porque él no tenía ni idea de qué debía decir en un momento como ese, es decir, ¿de qué hablaban dos personas después del sexo? ¿Debía felicitarlo, confesarse, levantarse a hacer el desayuno, girarse y besarlo hasta que se le ocurriera algo? Tuvo ganas de revolverse el pelo con frustración, muchas ganas, y las manos sobre su cuerpo no lo dejaron.
-Mike. -dijo, quedándose callado después. El mayor hizo un sonido para que continuara, pero Marc solo se ruborizó y agachó la cabeza, apretando los labios.
Mike dejó de acariciarlo para sentarse a su lado, pero Marc se negó a mirarlo, avergonzado.
-¿Te molesta que te toque? -movió la cabeza, mirando sola y únicamente la mano que cogió la suya. Era todo tan raro. Aquel verano le estaban pasando tantas cosas increíbles que deseó pellizcarse, seguro de que iba a despertar solo y en época de instituto, teniendo que soportar a un Brad que lo odiaba, viendo a Mike ir a la universidad sin haber hablado con él ni una sola vez- ¿Marc?
Levantó la cabeza, encontrándose con la mirada azul y el ojo hinchado del que se había olvidado. Parecía tan doloroso. Levantó la mano libre hasta la cara de Mike y le acarició la mejilla, subiendo hasta el ojo. Cuando Mike jadeó estuvo a punto de apartar la mano, pero este no se lo permitió, cubriéndola con su otra mano.
-¿Duele?
Mike sonrió.
-No.
Y se miraron durante varios segundos, los justos para que Marc bajara la mirada hasta el piercing y Mike sacara la lengua para jugar con él. Quería... no, necesitaba besarlo, que Mike se inclinara y le clavara el aro bajo los labios mientras se los chupaba. Así que ignoró el dolor en su parte baja cuando soltó a Mike y se puso de rodillas sobre el colchón, bajo la atenta mirada azul, y se inclinó sin pensar. Fue la primera vez que Mike se quedaba quieto mientras Marc lo besaba, abrazándose a sus hombros, aunque no tardó mucho en tomarlo de la cintura. Enredó los dedos en el pelo del mayor, acercándose cada vez más, pasando una pierna por encima hasta quedar casi sobre su regazo.
-Marc...-Mike suspiró en un efímero momento para respirar, apretando los dedos a sus lados.
Marc no era consciente de lo que le estaba pasando, pero ¿para qué pensar? Le gustaba lo que estaba ocurriendo y si lo pensaba se avergonzaría porque estaban desnudos, se separaría porque Mike también lo estaba, se confundiría porque le había encantado y posiblemente tendría la necesidad de echar a Mike porque estaría demasiado abochornado. Movió la cabeza, aprovechando ese momento para coger aire y armarse de valor.
Adiós a pensar.
Lo vio respirando con agitación y empujó su nuca hacia él, volviendo a besarlo. Mike le acarició la espalda cada vez más y más abajo, deteniéndose en su cadera para volver a subir, sin llegar a hacer nada que pudiera provocar una separación, y eso hizo sonreír a Marc. Lo hizo sonreír, abrazarse más a él y hablar sin reconocerse a sí mismo. Probablemente ni Mike lo reconocía en ese instante.
-Me gustas.
La boca de Mike dejó de moverse y cernió sus manos como pintas en sus costados para alejarlo lo suficiente para que se pudieran ver cara a cara.
-¿Qué?
Marc se ruborizó, pero no podía echarse atrás ahora. Cerró las manos en sus hombros y asintió despacio, mirando el diamante tatuado en su clavícula, susurrando en el silencio de su habitación.
-M-me gustas.
Mike comenzó a reír de repente y Marc abrió la boca sin entender nada.
-Te gusto...-las manos de Mike subieron hasta sus mejillas rojas- Si supieras cuanto tiempo llevo esperando esto.

La verdad era que Marc seguía sin entender qué había visto Mike en él, pero tampoco se paró mucho a intentar averiguarlo cuando sus labios se volvieron a unir, primero en un roce, y luego abrió la boca y dejó que la lengua de Mike atravesara sus dientes. Los dos ladearon la cabeza; una mano de Mike bajó hasta su cadera e hizo presión en ella hacia delante, la otra viajó hasta su nuca y se enredó en su pelo.

Todo lo que estaba pasando, lo que había pasado y lo que iba a pasar… ¿Qué significaba?

-Mi-Mike…-empujó con suavidad sus hombros, sin alejarse demasiado de sus labios- Nosotros…

El universitario le acarició el pelo una y otra vez mientras Marc pensaba lo que iba a preguntar, cómo formular su cuestión, abrió la boca para seguir y luego saltó en el sitio, sobre el regazo de Mike, cuando la puerta de la casa se cerró de repente.

Se puso pálido y abrió mucho los ojos. No podía ser verdad. Justo ese día, justo en ese momento, no podía ser que su madre hubiera vuelto a casa tan inoportunamente. Oyó los pasos arrastrados y los suspiros de la mujer que llegaba agotada del trabajo.

Se levantó de un salto y corrió hacia la puerta de su habitación, pegándose a ella por si su madre intentaba abrirla. Mike lo miró intensamente sin moverse de la cama y Marc se ruborizó, cerrando las piernas, tapándose con las manos la entrepierna. Qué vergüenza.

-Hijo, ¿estás ahí?

-Sí, yo… e-estaba...estaba... -apartó la mirada y la devolvió a Mike, volviéndola a apartar al momento. Los pasos de su madre no se detuvieron. A Marc a veces se le olvidaba que ella llegaba a casa tan cansada que no sabía lo que oía. Por eso no se sorprendió cuando la oyó responderle sin siquiera dejarle terminar de hablar. Por primera vez agradeció aquello.

-Muy bien, cariño, voy a darme una ducha y a dormir un rato.

-Va-vale, descansa.

Cuando la puerta de la habitación de su madre se cerró, Marc suspiró, levantó la cabeza y miró hacia la cama, pero Mike ya no estaba sentado en ella, sino que se había levantado y se había vestido y en ese momento caminaba hacia él con parsimonia.

-¿Debería irme?

Abrió la boca y miró el suelo. ¿Estaría bien si dejaba que se fuera? No quería, pero si su madre se despertaba y lo veía ahí… No, no estaba preparado. Le había costado mucho aceptarlo y decírselo a Mike, y aún tenía que asumirlo, porque haberse confesado a un chico, siendo que le gustaban las mujeres, era demasiado confuso.

Contuvo las ganas de levantar las manos para frotarse la cabeza frustrado y aceptó la caricia de una mano en su mejilla.

-Lo siento, Mike...y-yo…

-No pasa nada. -la mano se enredó en su pelo y Mike se inclinó hasta sus labios, sin llegar a besarlo- Te llamaré.

Clavándole el aro bajo el labio, Mike lo besó, chupó y mordió, y él correspondió lo mejor que pudo sin dejar de pensar en su situación. Era muy vergonzoso, aunque no negaba que le gustara al menos un poco.

Luego Mike se alejó de él y Marc dio varios pasos hacia delante sin mirarlo, oyendo cómo la puerta se abría y luego se cerraba a su espalda, indicándole que Mike se había ido. 


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