Todo iba bien, o mejor que eso: genial. Mike se quejaba en voz baja cada vez que mataban a su personaje en el videojuego al que ambos llevaban ya varias horas jugando. No habían hablado demasiado desde que el mayor había dicho oficialmente que eran amigos.
Marc sentía que nada podía empeorar esa situación. No tenía que esconder sus heridas porque Mike sabía de sobra como era su hermano y tampoco tenía la obligación de conversar porque estaban metidos en el videojuego.
- ¿No tienes otro mando? -preguntó Mike, sonriendo al pasar de nivel y mirando sus manos vacías.
- No suele venir gente a jugar - «ni a comer, hablar o simplemente pasar el rato conmigo» Se encogió de hombros y se negó cuando Mike le ofreció jugar.
Para su sorpresa, dejó el mando a un lado y pulsó el botón que apagaba la consola. Se puso cómodo a su lado y miró la hora en su móvil.
- Sé que la respuesta es sí, pero, aún así, ¿eso te la hecho Brad? -estiró el brazo hasta acariciarle justo debajo el su ojo hinchado y morado.
Marc iba a responder lo obvio cuando el teléfono fijo de casa comenzó a sonar. Se levantó y lo cogió corriendo.
- ¿Marc?
- ¡Papá! -una gran alegría le recorrió todo el cuerpo y no se puso a saltar porque Mike lo miraba desde el sofá- ¿por qué llamas? ¿Ha pasado algo?
- Bueno, sí. Dile a tu madre que hasta la semana que viene no llegará la ropa que me pidió.
Las cejas de Mike estaban levantadas y jugaba con si piercing sin parar. Asintió aunque sabía que su padre no lo veía y se despidió de él. Dejó el teléfono en su sitio.
- ¿Papá?
Marc se sintió el ser más estúpido del universo. Se golpeó y reprendió mentalmente antes de sentarse otra vez.
- Él es mi padrastro -explicó-, se casó con mi madre cuando yo tenía dos años.
No hizo falta que dijera nada más, porque Mike asintió comprendiéndolo y se levantó, mirando otra vez la hora en el móvil.
- Es tarde.
A Marc le daba la sensación de que Mike no quería irse de su casa, o tal vez lo que no quería era reunirse con aquel chico. Pero no lo conocía tanto como para atreverse a afirmarlo, podía estarse equivocando respecto a lo que expresaba el tono de Mike.
Lo acompañó hasta la puerta y la abrió. Fuera ya estaba oscureciendo.
- Te llamaré.
Marc asintió sin poder decir nada antes de ver la espalda ajena alejarse. Cerró la puerta y recogió la cocina. Corriendo después a su habitación, se puso el pijama y se tumbó en la cama.
Todo había salido muy bien y sin embargo, la incertidumbre de lo que iba a pasar aquella noche seguía rondándo por su cabeza. Sabía lo que iba a ocurrir, el chico había comprado alcohol para beberlo con Mike y pasar la noche con él.
No tenía que importarle, pero tampoco dejaba de pensar el ello. Se repetía que era la vida de Mike y una vocecita le respondía que algo extraño ocurría, pero trataba de ignorarla.
Cuando despertó a la mañana siguiente, solo lo hizo porque el móvil no dejaba de sonar en la mesita. Se giró perezosamente y el sol atravesó la ventana y le molestó en los ojos. Contestó sin poder ver quien llamaba.
- ¿Te apetece un helado? -se frotó la cara. Le costó un poco reconocer la voz que le hablaba del otro lado, mientras se levantaba y caminaba hacia el baño- Te espero abajo.
Se lavó la cara y reaccionó. ¿Mike? Lo primero que se le ocurrió, en lugar de vestirse o ducharse, fue correr a la ventana y asomarse.
Mike escuchaba música, apoyado en su moto y levantó una mano para saludarlo cuando lo vio. ¿Qué hacía él allí? Se señaló la muñeca como si llevara reloj. Marc supo que tenía que darse prisa.
Salió vestido y mal peinado de casa, con las gafas de sol colgando de su nariz para tapar el ojo que aún seguía un poco morado. Llegó hasta Mike y éste le tendió un casco. No era el de Brad.
- ¿Qué haces aquí? -tartamudeó. Cogió el casco y Mike se subió a la moto.
- Me aburría en casa -se puso su casco y le hizo una seña para que subiera-, y he pensado en ti.
Se sentó detrás de Mike, cubriéndose la cabeza y cerrando los ojos. «Otra vez en moto». Se aferró a su cintura con fuerza y enseguida notó como arrancaba.
Entre todos sus amigos, amigas, conocidos y posiblemente el chico con el que había pasado la noche, Mike había pensado en él para tomar un helado. También podía ser que ninguno de ellos pudiera quedar y Marc fuera su última opción. Pero no le importaba demasiado.
Le clavó las uñas en el estómago todas las veces que giraron alguna esquina antes de llegar a su destino. Era una heladería como otra cualquiera, pero bastante lejos de casa. Automáticamente Mike pidió dos helados de fresa.
Se sentó y esperó a que Mike llegara con sus helados. Lo miró desde la silla, recorriéndolo desde los pies hasta el cuello. Cuando se giró y comenzó a acercarse, Marc pudo ver la marca que asomaba en el borde de la camiseta. ¿Eso era un chupetón?
- ¿En qué piensas? -parpadeó, saliendo de sus pensamientos. Por supuesto que era un chupetón, era obvio adonde había ido Mike al salir de su casa.
- E-en nada.
El helado era refrescante como la actitud de Mike, que hablaba con él como si lo conociera íntimamente. Los ojos azules lo miraban fijamente todo el tiempo y se sentía cohibido, como si supiera lo que pensaba con un simple movimiento como pestañear o tragar.
Hubo un silencio bastante largo. Supo que estaba ruborizado mientras Mike se lamía el piercing lleno de helado y sonrió.
- Dos helados de chocolate.
Palideció repentinamente, aquella voz la había oído antes, el día anterior en el supermercado. Dirigió su mirada al chico y la chica que hablaban con la camarera. Eran ellos, y el chico se giró mientras esperaba.
Ambos se miraron, pero Mike le daba la espalda al chico, que frunció el ceño y dio un paso hacia ellos. Sin más, sin saber porqué y de improviso, la mano de Mike presionó su nuca y Marc se vio siendo besado en los labios por primera vez.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español