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Efímero por Leobluebox

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«Llámame» ¿Llámame? ¿A quién debía llamar? 
 
 
Los colores le subieron al rostro y se quedó mirando la pelota durante largos minutos. Solo habían dos personas que habían sido capaces de escribir el número después de que el perdiera la pelota aquella noche: Brad y Mike. 
 
 
Tenía miedo. Era muy poco probable que Mike lo hubiera hecho, tanto como el hecho de que siquiera recordara su nombre o su cara. Por lo tanto, debía ser una broma de Brad. 
 
 
Llego a estar media hora encerrado en el baño, con una toalla en una mano y la pelota en la otra, frotando el numero con ansiedad. 
 
 
Consiguió dejarlo borroso y bufó. Se limpió el sudor de la frente, mirándose en el espejo; tenía la nariz roja y las mejillas rosáceas, los labios rotos de tanto habérselos mordido por los nervios de los exámenes y el pelo tan largo que podía hacerse una pequeña coleta castaña. Eso es exactamente lo que hizo. 
 
 
Guardó la pelota en una caja que escondía debajo de la cama, junto a un collar casi oxidado de su abuela y una muñeca Barbie. Cerró la caja. No le gustaba recordarlo. La escondió de nuevo y bajó corriendo al comedor, lanzándose en el sofá y sacando el móvil del bolsillo. 
 
 
No había un mensaje, ni una llamada ni una notificación de absolutamente nada. Como siempre. 
 
 
Marc fingió una sonrisa que se reflejó en la pantalla bloqueada y se levantó de inmediato. ¿Qué podía hacer si no tenía amigos? 
 
 
Se puso los cascos y salió a la calle. El parque solía estar vacío a esas horas de la mañana, solo con abuelos que paseaban a sus perros o mujeres que mecían los carritos de sus bebés. Alguna vez se había topado con Henry, posiblemente el único compañero con el que se llevaba bien en todo el instituto. Pero esa mañana solo encontró un perro corriendo alrededor de si mismo mientras su amo lo observaba apoyando el bastón en el suelo. 
 
 
Se sentó en un banco y se quedó ahí, mirando el cielo y disfrutando de los últimos días de aire fresco que quedaban antes de que el calor veraniego los arrollara. 
 
 
  - ...eh? -escuchó.
 
 
Se quitó los cascos y miró a su espalda, girando la cabeza incómodamente. Mike llevaba una camiseta de tirante y una flor blanca le atravesaba el hombro y se le enrollaba hasta el codo. 
 
 
  - Brad, ¿te ha dado la pelota? 
 
 
Asintió. No sabía qué decir, tener conversaciones no era su fuerte. Mike rodeó el banco y se dejó caer a su lado, desparramado como si estuviera en el sofá de su casa. 
 
 
  - Supongo que no lo has visto.
 
 
  - ¿Qué? -No, no, no, ¿había sido Mike? 
 
 
Pareció hacerle mucha gracia, porque se estaba riendo como si le acabara de contar un chiste. Luego lo miró fijamente y pasó una mano por su pelo, revolviéndolo. Marc se ruborizó.
 
 
  - Vuelve a mirar la pelota. -se levantó y comenzó a caminar. Su voz sonó simpática y casi coqueta con sus últimas palabras- Ya nos veremos, Marc.   
 
 
Se quedó mirando como el perro intentaba morderse la cola. Mike Smith, el hermano del chico que le hacía la vida imposible, le había dado su número de teléfono y quería... ¡Quería que le llamara! 
 
 
Era la primera vez que alguien hacia eso. Hubiera preferido a una chica, desde luego, pero no era quien para quejarse. Además, era él, el popular e inteligente Mike. 
 
 
Acababa de comer, los fideos instantáneos cayeron en la basura y el refresco se terminó con un último trago. Volvió a mirar la pelota a su izquierda y el teléfono a su derecha, cogió aire y marcó el número borroso. Cuando ya había apretado el botón verde, se mordió el labio. ¿Y si en lugar de un 4 era un 9 borrado? 
 
 
¡¿Y si al final si era una broma de Brad?! 
 
 
¡Por Dios! No quería quedar en ridículo delante de un universitario, como si fuera un marginado y un desesperado por amigos. Aunque lo fuera realmente. 
 
 
  - ¿Hola?  
 
 
Se quedó sin aire; no había colgado a tiempo. La risa de Mike se escuchó desde la otra línea y algo parecido al arrastrar de una silla la acompañó.
 
 
  - ¿Mike...?
 
 
  - Te estaba esperando -interrumpió, casi parecía que estaba siendo sincero.
 
 
  - ¿Por qué has...has... -tartamudeó, intentando formar la frase primero en su cabeza para luego soltarla. No quería meter la pata- ¿tu número...?
 
 
  - No es una broma -aseguró-. Sé que Brad es un abusón, pero a mi no me va ese rollo. 
 
 
  - En...entonces... 
 
 
No le molestaba que Mike lo interrumpiera. Era mejor así, porque las palabras no salían de su boca ni aunque las pensara.
 
 
  - Seamos amigos. Siempre estás solo, según lo que dice mi hermano, ¿qué te parece? 
 
 
  - ¿Amigos? ¿Tú y yo? -incrédulo, se sonrojó ante la risa que persistía en la actitud de Mike- Digo...sí, claro, genial. 
 
 
  - ¿Algún plan para mañana? 
 
 
  - Oh, -enroscó un dedo en la coleta y tiró de ella. Entonces, recordó que necesitaba un corte de pelo y dijo sin pensar-: peluquería. 
 
 
  - Te llevo, ¿a qué hora? 
 
 
  - No sé... 
 
 
Marc se sintió ido, que Mike fuera tan majo con él era genial y desconcertante a la vez. Se levantó y comenzó a buscar la tarjeta de la peluquería de su madre; ahora tendría que llamar y pedir cita. ¿Debía preguntarle a Mike a qué hora le venía bien?
 
 
  - Envíame un mensaje luego. Y tranquilo, mañana tengo todo el día para ti.  
 
 
Y colgó. Era la segunda vez que lo dejaba con la boca abierta después de un comentario demasiado amistoso. O tal vez no tan amistoso, tal vez él era así con todos sus amigos y por eso tenía tantos. Sí, eso era, ¡Mike Smith era su amigo! 
 
Notas finales:

Creo que actualizaré cada dos días ^^ muchas gracias por los comentarios :3


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