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Efímero por Leobluebox

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Se miró por décima vez en el espejo antes de que el timbre sonara una, dos y tres veces. Miró el reloj en su muñeca y descubrió que eran justo las diez de la mañana, ni un minuto había pasado desde que la manecilla grande apuntaba el 12. 
 
 
Marc no sabía porque le preocupaba tanto su imagen, pero cuando miró por la ventana se dio cuenta. Mike estaba apoyado en su moto, una enorme y roja con una M que cruzaba toda la parte trasera de la derecha. No vestía nada especial, pero las chicas ya lo miraban y se sonrojaban solo al hacerlo; él ni siquiera las miraba.
 
 
Mike alzó la vista y le enseñó los dientes en una sonrisa. Por alguna razón, mientras oía la risa de unas chicas, tuvo ganas de chillarles que no iba dedicada a ellas. 
 
 
Volvió a mirarse y se encogió de hombros, nunca había tenido buen gusto para la moda. 
Mike aún miraba hacia arriba cuando él salió, cerró la puerta y se tropezó con una piedra en el camino a la moto. De un momento a otro ya estaba oyendo su risa otra vez. 
 
 
  - Realmente torpe, ¿eh?  
 
 
Cuando la mano de Mike lo ayudó a levantarse sintió que todo el mundo lo miraba, pero en la calle solo estaban ellos dos y se sacudió el polvo de los pantalones. 
 
 
El casco que Mike le había dejado era rojo y olía a sudor. Frunció la nariz mientras se agarraba a la cintura del universitario y notaba su cuerpo temblar. Era su primera vez en moto.
 
 
  - Es de Brad -entonces la sensación de asco aumentó-. A la próxima te dejaré uno más...limpio.  
 
Mientras giraban y cerraba los ojos con fuerza, Marc se lamentó por clavarle las uñas en la cintura. ¿Había dicho próxima? Eso era una buena señal. 
 
 
Dos calles más y le señaló la peluquería. La moto frenó tan suave como si no lo hiciera sobre asfalto viejo y Marc se quitó el casco corriendo. Mike hizo lo mismo y guardó ambos bajo el sillín, poniéndole candado a la moto antes mirarlo. 
 
 
  - ¿Te lo vas a cortar?  
 
 
  - Ajá -avanzaron sin muchas palabras hasta la peluquería y entraron. Varias abuelas con rulos multicolor por toda la cabellera se les quedaron mirando, sobre todo a Mike y sus tatuajes. El chico solo movió el piercing con sorna mientras se sentaba en la silla de espera y cruzaba una pierna sobre la otra.
 
 
  - ¿Marc? -dijo la peluquera rubia- Adelante.  
 
 
Su primera impresión al ver los ojos azules fue que había hecho mal al cortarse el pelo. La segunda, fue todo lo contrario. Mike le mostró ambos pulgares mientras se levantaba y le respiraba en el cuello; Marc trataba de contar el dinero que llevaba en la mano y que se basaba en calderilla. 
 
 
  - Me gusta -murmuró Mike cuando ya habían salido-, ¿Quieres un batido? Invito yo.  
 
 
Aceptar había sido sin duda una de las pocas cosas de las que nunca se arrepentiría. El batido de fresa era su favorito, cosa que Brad siempre había resaltado llamándolo maricón, y también el de Mike. Se sorprendió bastante cuando la camarera dejó dos batidos rosas delante de ellos. 
 
 
  - Adoro la fresa -gimió Mike después de un sorbo. 
 
 
  - Yo también.  
 
 
Lo había dicho tan bajito que dudaba siquiera que alguien hubiera podido oírlo.
 
 
El sol del mediodía estaba sobre sus cabezas cuando su segundo batido, esta vez de chocolate, de terminaba. Pero la historia sobre como Mike y s amigo George habían espantado a una serpiente en su excursión de verano aún no. 
 
 
  - ...luego me desmayé.  
 
 
Se tapó la boca. No le gustaba su risa y si era delante de una docena de personas mucho menos. La heladería estaba llena de gente a esa hora y el restaurante de al lado ya había empezado a servir mesas para comer. Mike no hizo más que mirarlo hasta que estuvo tan incómodo que la risa cesó. 
 
 
  - Oye, Marc -dijo, sacando su móvil y moviendo los dedos por la pantalla- Sonríe. 
 
 
Y ¡BANG! el flash de la cámara le golpeó los ojos y estuvo parpadeando durante media hora. Mike le había sacado una foto horrible y se la había puesto de foto de contacto junto al nombre de Marc y bajo el teléfono de una preciosa rubia llamada Maia. 
 
 
Se apretó a su cintura y aguantó las ganas de echar el batido con el olor del casco de Brad penetrando sus fosas nasales. La moto arrancó con un rugido y cogió velocidad enseguida. 
 
 
  - ¿Adonde quieres ir? -chilló Mike contra el viento caliente.
 
 
  - M-me da igual  -y apretó el casco contra la espalda contraria. Jamás se acostumbraría a eso.  
 
Estuvieron más de lo que le hubiera gustado dando vueltas solo para abrir los ojos, mareado, y verse delante de la puerta de su casa. Se quitó el casco, aún sentado detrás de Mike. 
 
 
  - Iba a invitarte a comer -comenzó, era una disculpa aunque no sonaba como tal. Mike parecía muy tranquilo- Pero he recordado que mañana tengo un examen. 
 
 
  - Oh, no importa -bajó de la moto, dejando el casco en el sillín y sintiéndose realmente muy incómodo- Adiós. 
 
 
  - Mañana vendré -escuchó justo antes de tocar la cerradura-, adoro la carne y soy alérgico a la zanahoria.  
 
 
Arrancó y se fue sin más. 
 
 
**
 
 
Había sido mala idea ir al parque aquella tarde. 
 
 
El puño de Brad dolía más en el estómago que en el abdomen y sus patadas eran más fuertes con el pie derecho. Marc intentaba centrarse en cosas tontas como esa para no ponerse a llorar mientras lo usaban como saco de boxeo y se burlaban de él por...por...¿por qué era esa vez? Ah, sí, porque su nuevo peinado olía a coco y Brad era alérgico al coco. 
 
 
  - Defiéndete -gruñó con voz de cerdo- Venga, Ferguson.  
 
 
¿Defenderse? Con tres matones a su alrededor, listos para golpearlo hasta que no tuviera voz, se le quitaban las ganas hasta de quejarse. 
 
 
Tosió cuando dejaron de pegarle en el estómago para darle un puñetazo en la pierna, cerca de su parte más íntima y dolorosa. Cerró las piernas y se cubrió con ambas manos. 
 
 
Los golpes cesaron de repente y pudo oír como una chica hablaba con Brad, se reía coqueta y se alejaba con pasos de tacón que resonaron contra las piedrecitas. 
 
 
  - Muy bien, Ferguson, ha sido suficiente por hoy.  
 
 
Cuando abrió los ojos el barrendero estaba limpiando el parque y la luna se alzaba medio llena. Gimió y se levantó, cogiéndose el estómago como si se le fuera a caer. Llegó cojeando a la esquina. Tenía la impresión de que Brad le había golpeado más fuerte que las otras veces. 
 
 
  - M-Mike... 
 
 
Se sujetó de la tubería que tenía al lado, cogiendo aire dolorosamente y oyendo voces desde el otro lado de la esquina. 
 
 
  - Por favor...
 
 
  - No insistas. -aquella era la voz de Mike, pero sonaba áspera y gélida. 
 
 
  - S...solo una vez más. 
 
 
La voz del otro chico sonaba más aguda, temblorosa e incluso parecía que estaba a punto de llorar. Mike suspiró.
 
 
  - Bien. Pero mañana estoy ocupado -Marc se ruborizó al saber a que se refería con estar ocupado.  
 
 
Se asomó por fin, cuando dejó de oír las voces y se llevó una mano a la boca. Mike estaba recto, con la espalda en la pared y un chico pequeño se le aferraba al cuello...besándolo. 
 

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