Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Kisetsu por Crimson Butterfly

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

«Mañana me arrepentiré de esto, primor. Igual, sé que no lo leerás. Es tarde para ello.

Soy un desastre con las palabras ¿verdad? Oh, joder. Siempre lo fui. De principio a fin» 

 

Personajes:

—Tatsurō (MUCC)

—Atsushi (Buck-Tick)

—Hiro (L'Cryma Christi)

—Morrie (Dead End)

 

Elemento escogido: tōrō.

Parecía una sombra, sentado allí en la banca a las cuatro de la madrugada. Vestido en la gabardina negra mientras el frío de invierno le calaba los huesos. Un idiota que tomó el bolígrafo del bolsillo y la boleta vieja del supermercado.

—Olvidé nuestro aniversario. Te improvisaré algo, Hiro —lo dijo mientras miraba la linterna japonesa de piedra que adornaba el lugar. Cruzó la pierna derecha sobre la izquierda y apoyó el trozo de papel en el muslo. Empezó a escribir por el reverso. Primero un desastre de letras apretadas, cohibidas. Una caligrafía tan desordenada, que apenas se comprendían los caracteres. Afortunadamente, a medida que las palabras avanzaron, se volvieron un texto decente.

*

Mañana me arrepentiré de esto, primor. Igual, sé que no lo leerás. Es tarde para ello.

Soy un desastre con las palabras ¿verdad? Oh, joder. Siempre lo fui. De principio a fin.

Me recuerdas a mi, cuando era un joven. Alguien frágil. Mis sentimientos a flor de piel. Mi pensamiento casto. Me alejaba de las malas personas, como tú, mi cielo.

Todavía estoy con Tatsurō, sí, ese al cual aborrecías. Ese mismo que me trató como príncipe para convertirme en puta. 

Hasta ahora eres el único que sabe toda la historia. Eres el único que entiende el porqué de mi gusto por sus golpes. Y yo agradezco tanto que entiendas que aún cuando siempre menciono que sólo sirvo para follar, tú sepas que eso no es cierto. Hiro, eres el único que me entiende, maldición.

Eres único.

¿Con cuántos me acosté? No tengo idea. Quizá perdí la cuenta en el cien. Cada fin de semana era otra cama. Me recibías cuando apenas podía sostenerme en pie. Aguantabas mis reclamos, mis risas, mi euforia, mis llantos.

Aguantaste que tuviera a otro. A otros.

Me amabas ¿verdad? 

Dime que aún lo haces.

¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Entraste al café de mi predilección. Jamás te había visto ahí. "Lo quiero en mi cama" fue mi pensamiento. ¿Te acuerdas que me acerqué sin más? ¿Te incomodé? Jamás me animé a preguntar. Ahora ya no puedo, tú sabes.

Te veías jodidamente precioso y vulnerable en ese abrigo marrón. Los pantalones ajustados y tu cabellera ébano  alzada en una perfecta cola de caballo. Pregunté si el asiento junto a ti estaba ocupado. Me aceptaste el café.

Adoré que te negaras al acostón. Insinué sutil, te negaste sutil. Me jodiste, primor.

La segunda vez que nos vimos, no fue casualidad. Admito que vigilé tus horarios un par de días. Nos encontramos en el parque tradicional, allí donde junto al lago está el tōrō. ¿Lo recuerdas? Fingí no verte y te di un empujón. 

Nos fuimos por otro café. Nos hicimos amigos. Estabas en un momento difícil. ¿Sabes cuánto odiaba a Morrie? No tienes idea. 

Ni la tendrás.

Te odié cuando estábamos en tu casa y sentí las estúpidas cosquillas en el estómago. Las creía una idiotez. Con Tatsurō no las sentí, ni siento. Ni sentiré. Él es puro candor. Se funde en mi cuerpo y me siento morir mil veces. Contigo sólo tuve que tomar tu mano y me electrifiqué.

Pero yo estaba comprometido.

Había peleado con el idiota cuando me puse ebrio en tu casa. Hablaste de que con Morrie las cosas iban mejor. No soporté la idea y te besé. Lo debes recordar. Fue un sutil roce que me envió al infierno. Tuve ese sentimiento de no querer dejarte ir jamás, el mismo deseo que tuve con Tatsurō la primera vez que follamos. Pero lo tuyo fue un beso. 

Estaba tan jodido, tan celoso de que te comprometieras. Tanto. Fingí mi mejor sonrisa. Sentía rabia y asco. Una pena increíble que me devoraba. Felicitarlos me hizo sentir tan hipócrita y mi corazón dolía tanto, que no sé como no me desarmé en ese mismo instante. La persona que me gustaba estaba con otro. Se iba a casar con otro.

Tatsurou se dio cuenta, bebé. Él me abrazó por los hombros cuando tú y Morrie mostraron los anillos de compromiso.

Esa misma noche me golpeó y jodió con tal ira, que no pude moverme en días. 

Me casé.

Te oculté que había consumado el matrimonio para no incordiarte. Nuestra unión fue una borrachera terrible. No hubiese podido aceptar sobrio. No había caso. Apenas recuerdo lo que pasó y ya estaban los papeles firmados. Pero lo amo, cielo. Tanto como a ti.

Cuando viste el anillo en mi mano, te desconocí. Tuviste un arranque que jamás creí podrías tener. Tu temple sereno se desvaneció. Tragué saliva mientras me arrancabas la ropa.

Me marcaste. 

Te marqué.

Tomaste mi cuerpo y tomé el tuyo. Yo estaba casado, tú te ibas a casar.

Joder, Hiro. ¡Fue todo un puto sueño! La forma en que me tocabas. Fuiste tan posesivo. Tanto como yo. Ninguno puso pero alguno. Esa noche sólo abrimos la boca para gemir nuestros nombres y profesarnos amor eterno. 

Pero ya era tarde para ambos. Porque yo amaba a Tatsurō, porque tú amabas a Morrie. Porque así lo decidimos.

Pero yo te quería sólo para mi. Así, un amor egoísta. Aunque no podíamos ser pareja excepto en nuestro estilo de vida oculto de ojos curiosos y malas lenguas.

¿Soy idiota por cruzar el pasado con el presente? Porque no puedo olvidarte.

Ahora mismo estoy enamorado de dos personas. En medio, encerrado. Estoy satisfecho de que mi anhelo sea tragado por dos personas que realmente quiero en mi vida. Puedo jurar que mi cama es sólo de ustedes dos. Tus abrazos, sus besos, sentirlos en mi interior, sentir vuestro interior.

Hiro, eres un encanto. Un hombre muy atento, una ternura. Tus besos me encantan. Tus manos me roban suspiros con sólo pasearse por mi piel. Tu cuerpo me fascina, tus palabras me enloquecen cuando sé que me deseas, me necesitas. Es un cariño diferente el que tengo por ti, que te necesito siempre a mi lado de la forma que sea posible y si es rogando para que no pares de moverte, aún más. Mi libido no lo puedo dejar de lado contigo, ni con mi esposo, lamento que te lo diga así pero rezaría por tener a ambos devorándome.

¿Soy egoísta si los pido a ambos en mi cama? ¿en mi vida? ¿Soy egoísta si los quiero disputándose a ver quien lo hace mejor? Quiero montarte mientras soy montado.

Disculpa por sólo hablar de lujuria y deseo. Hay más cosas. Sólo dame tiempo. Te confesaré algo. 

Lo que siento por ti es único y perfecto. Me gusta saber de ti. Eres alguien especial. Eres el único que realmente confió en mi sin ofrecer nada. Juro que te toqué con ternura, que intenté tenerte como amigo. Pero me gustaste. Me encantaste. Me tienes loco, dulzura.

Soy tan discreto que me atraganto con mi propio aire cuando me atrapas y me besas. O cuando eres delicado conmigo. Me haces sentir lo que yo daba por muerto. 

Pasé de ser un tipo que se movía de cama en cama, a ser uno que sólo se mueve en dos. A la pertenezco por ley y a la que pertenece mi corazón.

Sólo contigo siento que hago el amor ¿sabes? sólo tú. Sólo contigo siento que me tocan con sentimientos, con emociones. Todo se atora en mi pecho, agita al máximo mi cuerpo y me llena de adrenalina. Me encuentro haciendo cosas que no debo, pero que deseo.

Siempre, por cierto.

Hay algo que me gustaría que jamás olvidaras y es el hecho que te amo en demasía. Me hubiese gustado tener algo serio, en verdad. Algo único. Sólo nosotros dos y nadie más. Y anhelo que en algún momento los caminos nos vuelvan a juntar para así no tener escapatoria, más que aceptar que debemos estar juntos, que debemos mezclarnos en el mismo lecho.

Sólo nosotros.

Ahora mismo estoy con alguien que me soporta, pero del otro lado está otra persona que mantiene aferrada mi mano. Alguien que me cuida y que me aprecia como soy sin ocultarle nada. Esa persona del otro lado eres tú. Porque sólo tú me conoces.

Admito que no los cambiaría por nada del mundo.

Rectifico: no te cambiaría por nada del mundo. Ni te alejaría. Joder, quiero tenerte conmigo, besando mis mejillas, mis manos, mi cuello, mis labios, mi cuerpo. Mi alma completa.

Calma mis lágrimas por favor. Te amo como no tienes idea.

Regresa.

Te necesito ahora y siempre. 

Siempre estaré contigo. Siempre querré ser todo contigo.

Perdón. 

*


Se acabó el papel y se vio ahogado en un silencioso llanto. La diestra se fue a los ojos. Los cubrió. Se puso de pie, dobló la boleta y se colocó en cuclillas frente a la lámpara de piedra. Dejó la carta allí.

Mañana le compraría flores y las dejaría en su lápida. Mañana volvería a recriminarse por llevarlo al suicidio. Porque sabía que era su culpa. Porque no lo soportó. Porque el único que fue valiente y rompió su relación, fue Hiro.

—Porque tú fuiste estúpido, y yo un cobarde.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).