Capítulo 2. Viernes 13
Era la noche del viernes 13 jajaja que ironías… quien pensaría que mi libertad la obtendría un día tan singular como ese.
Ya estaban todos dormidos, a pesar de ser las 9:00pm ya que habían ido a una fiesta y ambos a pesar de llegar temprano se encontraban ya bastante ebrios; solo era cuestión de que no se me oyera salir del pequeño lugar debajo de las escaleras que hace mucho se me había asignado como habitación o por lo menos como el lugar en el que desfallecía de sueño después de un día atareado de labores domésticas.
Todo era perfecto afuera llovía con fuerza y el violencia azotaba con brutalidad las ramas de los arboles contra las ventanas del segundo piso, así que cuando abrí mi pequeña puerta, para poder salir, mis tíos no fueron capases de escuchar el rechinado de esta o por lo menos él, ya que ella estuviera ebria o no siempre se tomaba unas pastillas para dormir y hoy se encontraba bien dopada.
Ya estaba todo planeado y en silencio para no querer abusar de mi suerte; me dirigí a la cocina, cerca de la puerta de esta había diferentes productos de limpieza guardados en un tipo de armario, los saque y empecé a sacar los que se encontraban en la repisa inferior, cuando por fin saque el último de los productos, saque una pequeña loseta del piso que se encontraba suelta y empecé ha sacar un poco de tierra hasta que por fin logre visualizar una pequeña bolsita de tela roja, la saque con sumo cuidado y la sostuve entre mis manos y una sonrisa entre atemorizada y sarcástica se posó en mis labios, cuantas beses no me hiso sufrir lo que había aquí adentro y esta vez a pesar de que lo haría una vez más por lo menos en esta ocasión me brindaría la salida que tanto he soñado, Salí del armario y acomode todo cuidadosamente me dirigí al cajón en donde la tía guardaba celosamente sus cuchillos, al principio dude en tomar uno pero, después mis dudas se disiparon al recordarme a mí mismo que si no lo hacía seguramente nunca tendría otra oportunidad y lo lamentaría toda mi vida, además ya tenía todo un año planeado mi libertad ahora ya tenía 12 años y no podía acorvar darme en este punto así que una vez que tuve el cuchillo en mis manos empecé a lastimarme a mí mismo, los cortes no eran tan profundos pero eran lo suficiente ondas como para dejar salir una generosa cantidad de sangre, camine por toda casa dejando mi sangre por todos lados, tome unos calzoncillos sucios que tenía y me coloque uno de los vestidos que esa maldita mujer a la que llamaba tía me obligaba usar, subí hasta la recamara de mis tíos y sin entrar a ella saque unos pequeños inciensos que había dentro de la bolsa roja que antes había sacado del armario de limpieza y los apreté entre mis manos ya no había vuelta atrás entre con todo el sigilo que me permití a la habitación de los Desgraciados y encendí los inciensos, los coloque cerca de la mesita de noche de él y tome uno de sus puros y Salí de ahí sin antes dejar mis calzoncillos sucios en su mano, sabía perfectamente lo que esos inciensos le ocasionaban, no eran simples estos tenían un afrodisiaco que se inhalaba cuando uno los encendía, la primera vez que los vi no les tome importancia pero después descubrirlo que había en ellos y como el maldito los ponía cuando abusaba de mí y yo me perdiera con el aroma de estos y el desgraciado al final de abusar de mí y de terminar dentro me tomara de los cabellos y me dijera.
-Qué bueno que lo disfrute, maldita perra
Así que una vez que supe que los causantes de que yo gimiera y ese desgraciado disfrutara de oírme gemir en contra de mi voluntad había sido a causa de esos inciensos, tome la decisión, de recolectar todos aquellos que no se habían gastado por completo y los fui guardando; cuando estuve de nuevo en la sala de estar, encendí el puro y comencé a quemarme los brazos y piernas en realidad ya no sentía tanto las quemaduras, los cortes que me había hecho con anterioridad ya me habían entumecido lo suficiente deje que el puro callera de mis manos al suelo y llame a la policía, pedí auxilio llorando y deje descolgado el teléfono para que oyeran, todo fue perfecto, ya que justamente en ese momento bajaba casi tambaleándose por las escaleras ese maldito cerdo, tenía los ojos totalmente llenos de lujuria y no dejaba de frotarse mis calzoncillos en la cara, era un hecho que aún estaba ebrio se notaba.
Él al verme en el sofá con ese pequeño vestido floreado color blanco no dudo en abalanzarse contra mí y mientras yo daba de gritos para que me soltara, sabía que la policía aún seguía escuchando; ese maldito me desgarro el vestido en la desesperación que tenía por querer violarme, su necesidad era tal que apenas me coloco en cuatro sobre el sofá me penetro de una sola estocada, el dolor fue grande y ardió y enseguida empezó con un vaivén desenfrene tico, creí que me rompería por la brutalidad con la que este me trataba pero para mi suerte la policía llego de inmediato irrumpieron en la casa y lo primero que vieron fue al marrano del que se hacía llamar mi tío colocado encima de mi penetrándome con brutalidad sin importarle en lo más minino que los policías hubieran entrado y nos estuvieran viendo, estaba demasiado drogado por el placer y la lujuria como para importarle algo más.
Los oficiales de inmediato se abalanzaron contra él y me lo quitaron de encima inmediatamente sentí como me colocaban la chaqueta de un policía encima y una de las oficiales me abrasaba para calmar mi llanto, pero esta vez mi llanto no era de dolor y pena, esta era de alegría y mucha dicha, por fin, por fin seria libre esa noche de viernes 13.