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Psicofonía por Iori Yagami CCH

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II

-Promete que nunca vas a renunciar a tus sueños, por más difíciles que parezcan…- Makoto había sonreído con una dulzura impresionante.

-¿Qué clase de promesa es esa, Makoto?- había interrogado Haruka con cierta confusión, sin embargo, Makoto solo tomó su mano sin dejar de sonreír.

-Promételo, Haru. Solo necesito saber, que a pesar de todo lo que pase, tú seguirás de pie, para cumplir todos tus sueños.- Haruka asintió y susurró un “te lo prometo”. Makoto se levantó de su asiento entonces, y se acercó a Haruka para abrazarle con fuerza.

El profesor continuaba dando clase, hablaba sobre las ecuaciones de tercer grado, colocaba números en la pizarra, Makoto se separó de Haruka y caminó entre los lugares, Haruka le observó confundido, el profesor dijo algo como “Tachibana, ¿A dónde vas?”, Haruka notó que ahora todos posaban su atención en su mejor amigo, que ignoró la pregunta del profesor.

Fue entonces que Haruka se dio cuenta que algo andaba mal, “Haru, ¿tu estarás bien sin mí?”, aquella pregunta matutina volvió a su mente, así que se levantó de su asiento caminando a la puerta, sin embargo un ensordecedor ruido impidió que continuase… “Makoto”

Y Haruka abrió los ojos, las lágrimas volvían a salir, resbalaban por sus mejillas, calientes e hirientes, se perdían en su cuello y después llegaba un sollozo, cada noche era la misma pesadilla, aquel recuerdo tormentoso.

Haruka se reincorporó llevando sus manos a sus ojos, secando las lágrimas que no paraban de salir, mientras seguía llorando en silencio, se abrazaba a sí mismo, tratando de consolarse, aunque sabía que era inútil, pues sus brazos no eran los de Makoto; se levantó con pesar del futón y tomó la fotografía enmarcada de su escritorio.

Recordaba aquella fotografía, fue el día en que ambos se habían graduado de la escuela secundaria, Makoto siempre estaba sonriendo, como la última vez que vio su rostro, llevó aquella fotografía a su pecho y le abrazó, tantos recuerdos que ahora solo quedaban en eso, recuerdos.

Un viento frio chocó contra la nuca de Haruka, lo hizo voltear topándose con aquella “cosa”, que le miraba burlón e impotente.

-Con que esa fotografía tiene un significado especial…- Habló Sousuke.

-Más te vale no hacerle nada- interrumpió Haruka- además ya te dije, esta es mi casa.

De un momento a otro Sousuke ya estaba delante de él con una sonrisa divertida, “No te preocupes” había escuchado decir al viento “no le haré nada si te vas”, Haruka frunció el entrecejo, la “cosa”, como había decidido ponerle a Sousuke, pues según él los fantasmas no existían.

-Pues lo siento, pero no me iré- agregó Haruka ignorando a aquel que aún seguía sorprendido de aquel… comportamiento de tan “me vale”, “Indiferencia” es la palabra.

Entonces Haruka tomó su fotografía y decidió colocarla bajo su almohada, mientras un furioso Sousuke desaparecía del lugar.

Al llegar la mañana, Haruka despertó, con unas increíbles ojeras, pues desde aquel tormentoso incidente, Haruka no podía conciliar el sueño, a veces dormía un par de horas o tres o cuatro si bien le iba, el cabello enmarañado y hecho un desastre, y su estado lamentable lo hacían parecer un muerto, levantó su almohada y miró la fotografía “Así que la <<cosaf7;> al final no le hizo nada”, Haruka sonrió a penas un poco, se levantó del futón caminando a una especie de baúl, en donde guardó con llave aquel recuerdo.

Más tarde, mientras viajaba en el tren para ir a la escuela, miraba por la ventana, recordó los ojos celestes que le miraron en la noche, se preguntó si aquella “cosa” en verdad era un fantasma, y si lo era, porque seguía en el mundo de los humanos, según la televisión, algunos espíritus se quedan en el mundo de los humanos porque tienen un poderoso apego a algo, o necesitaban completar un deseo que no pudieron cumplir.

Suspiró empañando un poco el cristal, odiaba ese tipo de cosas, o quizá solo pensaba en que le gustaría que Makoto estuviera con él,  ‘incluso como fantasma’ pensaba, pero para su desdicha el único que le acompañaba en las noches era aquel hombre que, le pedía… No, más bien, le exigua que se fuera.

La escuela trascurrió normal, los estudiantes sentían curiosidad por aquel muchacho, nuevo, atractivo pero sobre todo que vivía en “la casa de la colina”, a Haruka le importaba muy poco los comentarios de aquellos muchachos, y no solo de ellos, Haruka solo ponía atención cuando era Makoto el que le hablaba.

“¿Es verdad que un hombre deforme se aparece en la última habitación?” ¿Hombre deforme?, y recordando la cara de Sousuke, no parecía un ‘hombre deforme’, más bien era un hombre atractivo de adictivos y extraños ojos celestes.

-Oigan… ¿hay alguna leyenda sobre la casa en donde vivo?- y al fin el extraño muchacho de los cabellos negros había hablado.

-Pues…-un chico había iniciado- la gente habla sobre un hombre que perdió a su amada, y  en su locura decidió suicidarse, pero su espíritu aún merodea la casa, sobre todo la última habitación que fue donde se quitó la vida…-.

Con que… esa era la leyenda, ¿sería verdad? Suspiró desganado y agradeció la información con un seco e indiferente ‘Gracias’.

Al llegar la tarde, Haruka volvía a casa, le preguntaría a “la cosa”, si era verdad lo que la gente pensaba, al caer la noche, después de la cena, Haruka subió a su recamara, se colocaba el pijama y después se miró al espejo, notando sus horribles ojeras, el rostro de Sousuke apareció en el espejo de repente, Haruka suspiró dándose la vuelta

-Ya se te acabaron las ideas, ¿verdad?-.

“Ya se te acabaron las ideas, ¿verdad, Sousuke?” aquella voz solo pudo escucharla Sousuke quien frunció el entrecejo.

“¡Cállate, Rin!” y una fuerte ráfaga de aire envolvió a la habitación, incluso la electricidad se había cortado, Haruka le miró sorprendido mientras escuchaba las ventanas azotarse…

¿Rin?


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