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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 22: “¡Aprobado!”:

 

Los siguientes días Naruto se mantuvo hecho un manojo de nervios, algunas noches no dormía lo suficiente. Nunca había envidiado tanto la inteligencia de Shikamaru, Neji y hasta la de Sakura-chan como en esos días.

 

Shikamaru lucía odiosamente tranquilo, como si una horda de exámenes de siete asignaturas no estuviera a punto de caer sobre él. Neji también parecía estar bastante calmado, confiando en su inteligencia. Sakura no estaba tan tranquila como los dos anteriores, pero tampoco estaba tan estresada como Naruto. Ella estaba un poco floja en Historia del mundo (1), así que dedicó casi todo su tiempo a estudiar esa asignatura, y dar ligeros repasos a las demás.

 

Las visitas al apartamento de Sasuke se redujeron. Algunos días no iba, y los días que iba no permanecía mucho tiempo allí. Lo mismo ocurrió con los partidos de fútbol, en pocas ocasiones se reunieron, estando más centrados todos en sus estudios, por lo que no fue extraño que la gran mayoría de los días Suigetsu encontrara el improvisado campo de fútbol del parque desierto, sin rastro de su adoración rubia.

 

Aquella tarde Karin le había llamado, reuniéndose con Juugo y con él en una cafetería. Le extrañó que la pelirroja no hubiera llamado a Sasuke también, pero ella se excusó diciendo que si quería empezar a ver a Sasuke como un amigo, necesitaba estar un poco alejada de él. En el trabajo era difícil, pero fuera de él podía permitírselo.

 

El callado Juugo no podía dar crédito a lo escuchado cuando Suigetsu y Karin le pusieron al día de lo acontecido durante las últimas semanas. No estaba al tanto de la pelea entre sus amigos, y tampoco de la relación de Sasuke con un menor de edad. Estaba unas semanas sin ver a sus amigos y casi se matan entre ellos. En momentos así pensaba que era más feliz en el zoo, rodeado de los animales. Al menos ellos no le creaban dolor de cabeza.

 

Aunque por otro lado, había sentido curiosidad por conocer al tan mencionado Uzumaki Naruto, primo de Karin. Orgulloso, Suigetsu le mostró el fondo de pantalla de su móvil. Ahí estaba la foto que se tomó con el rubio en Ichiraku.

 

Al ver que Juugo sólo miraba la foto en silencio y no decía nada, se animó a romper el silencio.

 

─Sé lo que estás pensando, Juugo: el rubio está para hincarle el diente. ─Sonrió ladino.

 

Al escuchar aquello, Karin se cruzó de brazos con un movimiento airado. Antes de poder decir algo, un incómodo Juugo le interrumpió.

 

─No tengo los… mismos gustos que tú, Suigetsu. ─Se rascó la cabeza, mirando todavía la fotografía─. Bien, parece un chico simpático.

─Oh, se me olvidaba. ─Rodó la mirada el otro─. Tu amor son los animales.

 

La chica no pudo guardar silencio por más tiempo, mirándole ceñuda.

 

─Te recuerdo que Juugo no es gay, ni bisexual. Y deja de hablar como si a todos los hombres del mundo les fuera a gustar Naruto. ¡Ni siquiera es guapo!

 

Juugo agradeció con un sutil asentimiento de cabeza ante el recordatorio de su amiga: no era gay. Era imposible que pensara aquello del muchacho rubio en la fotografía. Pero contra todo pronóstico, Suigetsu no replicó, simplemente empezó a reír, cada vez más audible.

 

Karin y Juugo se miraron como si de pronto su amigo se hubiera vuelto demente y estuvieran dudando, ambos a la vez, si llevarlo a un manicomio.

 

─¿Qué es tan gracioso? ─Se animó la pelirroja a romper el hielo.

─Tú ─respondió entre suaves risas todavía, llevándose una mano al estómago y acariciándolo.

─¿¡Qué!? ─gritó indignada, azotando una mano en la mesa. Las tres tazas de té saltaron ligeramente en el acto, pero ella no se inmutó.

─Naruto es sangre de tu sangre ─comenzó a explicar cuando la risa se calmó─. Si dices que él no es guapo, es como decir que tú tampoco lo eres… ¿cierto? ─se burló.

 

La chica se removió incomoda en su asiento, acomodándose las gafas que en su impulso rabioso se habían deslizado un poco por el puente de su nariz.

 

─¡Lo que dices es estúpido! ─rebatió con las mejillas enrojeciéndose de vergüenza─. Pu-puede que Naruto se apellide Uzumaki, pero no posee ningún rasgo de la belleza Uzumaki ─afirmó acelerada.

─Oh… ─Suigetsu rodó la mirada una vez más, mofándose todavía─. La belleza Uzumaki ─pronunció con retintín, sacándole un gruñido de fastidio a la chica. Mostrando un falso interés en la paranoia de su amiga, apoyó un codo en la mesa y recargó el rostro en la mano─. Está bien, ¿entonces qué belleza posee Naruto?

─Naruto ni siquiera es pelirrojo, ¡es rubio! Es todo un Namikaze, como su padre…

─Así que la belleza Uzumaki se resume en ser pelirrojo. ─Trató de contener una carcajada.

 

Presintiendo la tanda de insultos y reproches que se avecinaban, Juugo se puso de pie arrastrando la silla de forma sonora para llamar la atención de sus amigos mientras se masajeaba una sien con la mano, anticipando el dolor de cabeza que no tardaría en sentir.

 

─Voy al baño ─musitó con voz heladora y las pupilas contraídas, dejando a los otros dos mudos y con un escalofrío trepándoles las espaldas.

 

Cuando estuvieron solos, se miraron a los ojos y pasaron saliva con pesadez. Habían olvidado que Juugo tenía un carácter peculiar. Era amante de la armonía, el silencio y los animales. Recordaban que en su época estudiantil, Juugo era propenso a la ira cada vez que ellos dos discutían. Alguna vez incluso llegó a intentar agredirles, gritándoles que dejaran de pelear porque le provocaban dolor de cabeza. Por suerte, Sasuke siempre lograba calmar el humor irascible de Juugo con unas parcas palabras.

 

Siempre admiraron en silencio esa extraña capacidad que poseía Uchiha para calmarle. A Juugo parecía atraerle de forma especial ese aura serena que Sasuke emanaba, por lo que era más normal ver a Juugo con el pelinegro que con sus otros dos amigos. Pero esa paz que tanto buscaba, solía romperla Karin cada vez que corría a los brazos de Sasuke, y Suigetsu cada vez que peleaba con Karin.

 

─Había olvidado por un momento la agresividad de ese tipo ─musitó ella, como si Juugo estuviera cerca y pudiera escucharle.

 

Los baños estaban algo alejados de su mesa, pero por alguna razón Suigetsu compartió el tono confidente de su amiga.

 

─Sí… ─Suspiró hondo. Ahora Sasuke no estaba allí para salvarles el pellejo.

 

Tras un breve silencio incómodo, Karin volvió a hablar, retomando en parte la conversación anterior.

 

─¿Crees que… no soy guapa?

 

Automáticamente Suigetsu sonrió, dispuesto a decirle que poseía la misma belleza que una bruja andrajosa de doscientos años y que sólo le faltaba la escoba para ser una. Pero la sonrisa se desvaneció cuando al estudiar mejor a su amiga la observó realmente preocupada. Jugueteaba con sus manos sobre la mesa y había desviado la mirada.

 

─¿Lo preguntas en serio? ─La respuesta que recibió fue una fiera mirada de ceño fruncido. De acuerdo, lo preguntaba en serio─. Bueno… ah… digamos que eres guapa a tu manera… ─balbuceó.

 

Pero ella no quedó conforme. ¿¡Qué clase de respuesta era esa!?

 

─¿Guapa a mi manera? ─masculló, apretando los puños para contener las ganas de saltar sobre él y estrangularle. Si Juugo salía y les veía, sería él quien les estrangularía a ellos─. ¿Qué significa eso?

─Cu-cuando no estás colérica por cualquier cosa no te ves tan mal. ─Trató de apaciguarla, alzando las manos en son de paz.

 

Sus palabras surtieron efecto. Gradualmente la tensa expresión en el femenino rostro se suavizó, y sorprendido vio que un suave tono rosado le coloreaba las mejillas en su lugar.

 

─¿De verdad lo crees? ─Suigetsu sólo atinó a asentir con rápidos movimientos de cabeza, queriendo conservar la calma entre ellos para no volver a alterar a Juugo─. Me habría gustado tanto que Sasuke me dijera al menos una vez que soy guapa… ─Se lamentó, entristecida.

 

Trató de dejar a la chica revolcándose en su repentina miseria. Aunque hablaba con ella, a veces una vocecita en su cabeza le recordaba lo que Karin le hizo. Lo mismo le ocurría con Sasuke.

 

Por otro lado, comprendía el sentir de Karin. Ambos eran rechazados sentimentalmente. Incluso en el caso de su amiga era peor, ella llevaba años suspirando por Sasuke. Comparado con Karin, sus sentimientos eran recientes y no estaban tan enraizados, su sufrimiento no era nada comparado al de ella.

 

Suspiró hondo. Arrastró una  mano a través de la mesa, posándola sobre las de la chica en un gesto de consuelo. Karin alzó el rostro, sorprendida.

 

─¿Suigetsu? ─susurró.

 

Él frunció el ceño, delatando su incomodidad, y desvió la mirada.

 

─Bien… si Sasuke no ha sabido ver tu belleza Uzumaki es su problema, no tuyo ─dijo sin mirarla. No podía creer que le estuviera diciendo eso a la bruja de Karin, a pesar de lo que ésta le hizo.

 

El tono en las mejillas de Karin podía competir con el color de sus cabellos tras las palabras del chico. Conmovida, liberó una de sus manos del agarre y la posó sobre la de Suigetsu, quien dio un respingo, sintiéndose atrapado.

 

─¿Qué…? ─trató de decir.

─Eres muy buen amigo, Suigetsu. Y me siento tonta porque apenas me doy cuenta de ello. ─Suigetsu asintió decidido, al menos por una vez estaban de acuerdo en algo: ella era tonta─. Lamento tanto lo que te hice…

 

Suigetsu clavó una mirada estupefacta en la chica. Karin ya se disculpó con anterioridad, y fue sincera, pero no lució tan terriblemente arrepentida como lo hacía ahora. Como si en ese momento hubiese comprendido realmente que obró mal.

 

Disimuladamente liberó su mano de entre las de su amiga, luciendo una nerviosa sonrisilla.

 

─Ya viene Juugo ─mencionó, tratando de aligerar la tensión en el ambiente.

 

Ambos enfocaron la mirada en su amigo de cabellos naranjas y suspiraron aliviados al ver de nuevo una expresión afable en él. Seguramente se había estado refrescando la cara, ya que un par de gotitas se deslizaban por una mejilla y otra por la frente.

 

Ninguno se atrevió a decir algo hasta que Juugo tomó la palabra cuando hurgando en un bolsillo de su chaqueta mostró unos papelitos rectangulares.

 

─Tengo entradas para el zoológico donde trabajo ─explicó dejando tres sobre la mesa, pero después lo meditó mejor y añadió una más─. Dejo una más para Naruto. Quizá Sasuke quiere ir con él. Me gustaría conocer a ese muchacho, y también ver a Sasuke, le extraño ─confesó.

─Todos extrañan a Sasuke ─masculló envidioso Suigetsu, rodando la mirada con repentino hastío. Juugo besaba por donde Sasuke pisaba, Karin era peor, y Naruto iba más allá que Juugo y Karin juntos. Tomó las entradas, dejando una sobre la mesa para la chica─. Gracias por las entradas.

 

Mientras meditaba cómo lograr que Naruto fuera al zoo a solas con él, Juugo se levantó y se despidió, comentando que había pagado la cuenta de camino a la mesa. Cuando estuvieron solos y todavía no decidía cómo lograr estar con Naruto a solas, Karin habló, inusualmente tímida.

 

─¿Te parece si… vamos juntos al zoo? ─Al clavar la mirada en ella, Karin pareció transformarse. Frunció el ceño y cruzándose de brazos desvió la mirada─. ¡No es como si deseara ir contigo, pero sería una lástima desperdiciar estas entradas!

 

Encogiéndose de hombros, Suigetsu se puso de pie, dispuesto a marcharse también.

 

─Si no quieres ir conmigo, no vayas. Busca a alguna amiga o compañera de trabajo. ─Con un movimiento de mano se despidió─. Yo ya tengo mis propios planes.

─¡Pero…! ─intentó decir, pero el chico ya se había ido. Reconocía que a una parte en su interior le habría gustado ir con Suigetsu.

 

Ese tonto no era tan mala compañía después de todo. Pero su forma de invitar a Suigetsu no había sido la más correcta.

 

****

 

─¿Así que mi pequeño Naruto todavía no sabe si ha aprobado? ─curioseó Mikoto, empujando un carro de supermercado junto a la pelirroja que empujaba el suyo.

 

Kushina sonrió al escuchar la forma en que su amiga llamó a Naruto. La estima de la pelinegra por él parecía no tener límites. Lástima que ella no sintiera la misma estima infinita por Sasuke. El chico le agradaba de cierta manera, era educado y se estuvo preocupando por Naruto cuando éste cayó por la ventana. Pero tampoco olvidaba que su hijo había tenido problemas con los hermanos Uchiha y había estado decaído, y eso era como una espinita en su corazón de madre. Por otro lado estaba la incertidumbre acerca de las intenciones del chico con Naruto.

 

─No, pero apenas han pasado dos días desde que realizó los exámenes, así que supongo que tienen que corregir muchos’ttebane. ─Se alejó un instante de su amiga y regresó con unas zanahorias que dejó en su carro─. Nunca había visto a Naruto tan nervioso como estos días. Si cuando mi hijo iba a la escuela me hubieran dicho que se volvería tan aplicado en los estudios en el instituto, me habría reído ─confesó con una sonrisa divertida.

 

Pero después aquella sonrisa se desvaneció. Durante las vacaciones Naruto vivió prácticamente encerrado en su habitación, estudiando. Apenas algunos días salió para ver a sus amigos. Lo cierto era que no habían hablado mucho últimamente, y debido al estrés al que estaba siendo sometido su hijo, dejó de lado el tema de la homosexualidad de éste y su preocupación referente a las intenciones de Sasuke. No era momento para eso. Pero ahora, en cuanto todo ese trance terminara y supieran el resultado del examen, aconsejaría a Naruto confesar su homosexualidad a Minato. Él debía saberlo, y cuanto antes se hiciera a la idea mejor.

 

─Hace tiempo que no le veo. Desde su ceremonia de graduación ─Suspiró. Después de tomar una bolsita preparada con unas manzanas rojas y añadirlas al carro, retomó el camino junto a su amiga─. Y a Sasuke tampoco le he visto apenas. Es como si desde hace un mes algo le estuviera manteniendo ocupado y robándole el poco tiempo libre que tiene.

 

Ambas se miraron, preguntándose en silencio si ese ladrón del tiempo libre de Sasuke sería Naruto. Pero era imposible, ambas sabían lo absorbido que había estado el rubio con los estudios, y lo poco que había salido había sido para frecuentar a sus amigos.

 

Ninguna sospechaba que no todas aquellas salidas fueron para estar con los amigos, y que varias de ellas fueron para estar con Sasuke.

 

─¿Una novia? ─preguntó inquieta Kushina. Si por ella fuera, Sasuke podía hacer lo que le diera la gana, pero temía por la reacción de Naruto.

 

El primer amor siempre es complicado, y asumía que si ese primer amor era un hombre debía serlo mucho más.

 

─No lo sé. Te confieso que sí he pensado que pueda estar saliendo con alguien. Poco después de que Itachi se independizó estuvo saliendo varios meses con una chica, y durante ese tiempo apenas pasó por casa. Sasuke ahora está actuando igual que su hermano.

 

Kushina decidió reservar su siguiente pregunta cuando ambas, con los carros medio llenos, fueron a pagar sus compras. Minutos después abandonaron el supermercado, Mikoto llevando una bolsa y Kushina portando una en cada mano, ambas a rebosar.

 

Mikoto no se preocupó en ayudar a su amiga, desde que la conocía ésta había poseído una extraña fuerza bruta que no había visto en ninguna otra mujer, así que sabía que Kushina se apañaría bien incluso con cuatro bolsas.

 

─Sasuke siempre es bastante reservado, lo sabes ─le dijo a la pelirroja cuando habían recorrido cierta distancia─. Pero incluso a veces él mismo no puede disimular su estado de ánimo, y las pocas veces que ha pasado por casa le he notado distinto.

─¿Distinto? ─Se interesó─. ¿En qué sentido’ttebane?

─No sabría explicarlo bien. Es como si… él brillara, sus ojos… su mirada es más cálida. Quizá cualquiera a simple vista no perciba nada, pero yo como madre, te aseguro que está diferente. Luce como si…

─¿Estuviera feliz? ─completó.

─¡Sí, eso! ─Sonrió al ver que ella le entendió.

 

Sentimientos encontrados invadieron a Kushina en ese momento. Si Sasuke no tenía intenciones claras y honestas con su hijo, ciertamente le prefería lejos de él. Pero por otro lado estaba Naruto… estaba convencida de que los sentimientos de su hijo eran sinceros. Si se enteraba de que Sasuke tal vez estaba manteniendo una relación, el golpe sería fatal para él. Como madre, quería protegerle de todo sufrimiento, pero sabía que en muchos casos eso era misión imposible.

 

Tarde o temprano Naruto se acabaría enterando. Pero no sería gracias a ella. No sería la que clavara un puñal en el corazón de su hijo.

 

─Lo siento, Kushina ─dijo, al ver la expresión taciturna en la pelirroja.

─¿Pero qué dices? No es tu culpa, Mikoto ─afirmó con una tenue sonrisa─. Sasuke puede estar con quien quiera, es sólo que…

─Naruto ─completó por ella, adivinando su preocupación.

─Sí ─confirmó en un suspiro. Finalmente alzó la mirada y encaró a la otra mujer─. ¿Nunca llegaste a preguntarle a Sasuke qué pensaba sobre Naruto?

─Lo lamento. No. Como digo, Sasuke no ha pasado mucho por casa, y cuando mis hijos vienen Fugaku los acapara para él para que le pongan al día de sus vidas. Me fue difícil encontrar un momento para hablar a solas sin que Fugaku se diera cuenta y quisiera saber qué estábamos hablando.

─No te preocupes. De todos modos ya no importa’ttebane.

─Pero Naruto… ─se preocupó, como si fuera uno más de sus hijos. Kushina agradecía ese amor que ella le tenía a Naruto.

─Naruto tendrá que aceptarlo, aunque le duela. Además… ─Levantó la cabeza con orgullo─, mi hijo es un buen partido, seguro que hay muchas chicas… y chicos ─añadió al recordar la orientación sexual de éste─ interesados en él.

 

Mikoto rió ligeramente ante la actitud presumida de la otra. Daba igual si Sasuke y Naruto no estaban juntos, para ella Naruto seguiría siendo especial, continuaría profesándole ese amor desinteresado.

 

─¡Por cierto! ─exclamó la pelinegra─. Itachi habló conmigo hace un par de días, sobre Naruto.

─¿En serio?

─Sí, me dijo que Sasuke y él querían hacerle un regalo a Naruto si aprobaba.

 

Contrariada, la pelirroja arqueó una ceja. ¿Itachi y Sasuke?, ¿hacerle un regalo a Naruto?

 

─¿Y eso por qué?, ¿qué regalo?

─Me dijo que hace un tiempo habían tenido unos problemas con Naruto, unos malentendidos que ahora están aclarados según me contó. Dijo que para compensarle querían comprarle un teléfono móvil, pero me dijo que te preguntara si te parecía bien.

 

La pelirroja parpadeó anonadada con aquello. Ciertamente no se lo esperaba. Pero ante aquel detalle tan bonito para con Naruto, la espinita en su corazón fue removida. Bien, tal vez Sasuke no tenía ninguna intención amorosa con Naruto, pero al menos éste y su hermano mayor se preocupaban por su hijo. Aquello le agradó.

 

─Era un regalo que habíamos planeado hacerle Minato y yo si aprobaba, pero… bueno, si ellos quieren… Minato y yo podemos regalarle otra cosa a Naruto ─concedió afable.

 

Mikoto sonrió, se lo haría saber cuanto antes a Itachi. Le alegraba saber que las cosas entre los hijos de ambas estaban arregladas y que sus hijos querían compensar su error.

 

Al llegar a casa y colocar la compra en sus lugares correspondientes, Kushina subió las escaleras, encaminándose a la habitación de su hijo. El calzado de Naruto estaba en la entrada, mal colocado como de costumbre, pero no había rastro de él en la casa. Sin duda estaba en su habitación.

 

Entró sin tocar, y al hacerlo comprobó que había despertado a su hijo que yacía espatarrado en la cama, boca arriba, y quien dio un respingo ante el inesperado ruido.

 

─¡Me has asustado, mamá! ─exclamó azorado.

─Lo siento’ttebane. ─Sonrió arrepentida. No esperaba encontrarle dormido─. ¿Por qué estás durmiendo a estas horas?

 

Entonces Naruto se sentó de golpe en la cama al recordar algo especial. Una hermosa sonrisa iluminó su rostro al tiempo que inspiraba hondo para dar la gran noticia.

 

─¡He aprobado’ttebayo! ─casi gritó─. Ahora que sé que he aprobado, puedo dormir.

─¿Aprobado? ─reiteró ella, como si quisiera confirmar que había escuchado bien.

 

El menor se puso de pie de un enérgico salto, apretando los puños en un intento de contener la desbordante emoción.

 

─¡Sí! ─chilló eufórico─. ¡He aprobado!

 

El asfixiante abrazo de Kushina no se hizo esperar ni un segundo, arrancándole una queja ahogada al rubio que manoteó en busca de ayuda.

 

─¡Estoy tan orgullosa de ti, Naruto! ─exclamó llena de emoción.

 

Conmovido con las palabras de su madre, dejó su teatro dramático a un lado y respondió el abrazo. Era su sueño escuchar aquella frase de sus progenitores, cuantas más veces mejor.

 

Cuando dejaron salir toda la alegría, o al menos gran parte de ella, se soltaron y tomaron asiento en la cama. Kushina regalaba mimosas caricias a los rebeldes cabellos de su hijo, tan parecido al de su amado Minato.

 

─Esta misma tarde arrastraré a papá al centro comercial para que me compre ese teléfono móvil que me gustó hace tiempo ─comentó ilusionado. Con un móvil en su poder, podría tener más contacto con Sasuke.

 

Las caricias desaparecieron de golpe, y Naruto no dudó en enviarle una mirada a su progenitora que demandaba más mimos. Pero ella parecía meditar algo.

 

Mikoto le había pedido que no comentara nada a Naruto sobre las intenciones de sus hijos para que fuera una sorpresa, así que debía inventar alguna excusa.

 

─¿Sabes, hijo? Este mes hemos tenido algunos gastos inesperados, así que… tendrás que esperar a final de mes para que papá cobre.

 

Suspirando resignado, el menor se dejó ir hacia atrás para recostarse, enfocando el techo. Tendría que esperar algo más de una semana para tener su deseado móvil en sus manos, qué remedio.

 

─Claro, lo entiendo dattebayo.

 

Después quedó un pequeño silencio. Naruto desvió la mirada con interés, estudiando la cascada de rojos cabellos que caía por la espalda de su madre.

 

─¿En qué piensas, mamá? ─preguntó directo.

 

Ese silencio en ella era extraño. Normalmente era muy parlanchina. Varios conocidos decían que él había heredado ese rasgo de su madre, pero él no estaba de acuerdo. Por supuesto él no era parlanchín.

 

─No quería molestarte porque estabas estresado con tus estudios, pero… ─Giró levemente para mirarle─. ¿No crees que va siendo hora de que hables con papá?

─¿Sobre qué? ─preguntó intrigado.

 

Tras un pequeño silencio, ella respondió en un susurro confidente.

 

─Sobre tu homosexualidad.

 

Como un resorte, el menor se incorporó hasta quedar sentado, dedicándole una mirada inquieta.

 

─¿Qué? ¿Hablas en serio? N-no puedo…

─¿Por qué no? Es tu padre, tiene que saberlo ─explicó serena, tratando de contagiarle al menos parte de su estudiada calma a su hijo.

─Ya intenté decírselo una vez y… ¡casi me da un infarto dattebayo!

 

Al ver el desasosiego en los ojos azules que tanto adoraba, Kushina le dedicó una mirada compresiva y cargada de cariño.

 

─Tu padre y yo te amamos’ttebane. ─Sonrió al verle apartar la mirada, tenuemente sonrojado─. Pase lo que pase, te vamos a querer. Es cierto que al principio me sorprendí al saberlo, no me lo esperaba, pero jamás te rechazaría. Minato tampoco lo hará ─aseguró.

─¿Cómo estás tan segura de lo que dices?

─Porque conozco a Minato. La noticia le va a sorprender, pero no te dejará de lado.

─¿Y si sí lo hace? ─insistió temeroso. Si le habló a Kushina sobre sus sentimientos por Sasuke fue porque se vio acorralado a hacerlo.

 

La mujer apretó un puño a la altura de su cara en actitud amenazante, afilando la mirada.

 

─¡Si no lo hace, usaré “otros métodos” para que entre en razón’ttebane!

 

Naruto parpadeó sintiendo un escalofrío treparle por la espalda, observando el puño firmemente cerrado de su progenitora. Después soltó una pequeña risita desganada y asustada, tomando la mano de Kushina entre las suyas y obligándola a acomodarla sobre sus piernas.

Era mejor calmarla antes de que la bestia que dormía dentro de su madre despertara. No quería que sus padres discutieran por su culpa.

 

─E-entiendo. Bien, supongo que se lo diré pronto.

─¿Puede ser hoy? ─se atrevió a pedir, mirándole un poco inquieta.

─¿Hoy? ─reiteró acelerado─. ¿Por qué?

─Estás en tus vacaciones, ahora estás relajado. Pienso que es el momento perfecto. En unos días entrarás en la universidad y volverás a estar ocupado con los estudios.

 

El menor inspiró hondo, meditándolo. Kushina tenía razón, ahora que estaba en plenas vacaciones y sabía que había aprobado estaba tranquilo. Pensándolo mejor, no tenía sentido retrasar lo inevitable. Tarde o temprano Minato debía saberlo. Y cuanto antes lo supiera, antes podría darles la noticia de su relación con Sasuke si todo funcionaba entre ellos.

 

Al pensar aquello sus ojos azules brillaron con ilusión y sonrió ligeramente. Imaginó una relación abierta con Sasuke, donde no tuvieran que esconderse tanto como lo estaban haciendo. Hasta él entendía que en plena calle no era adecuado hacer ciertas cosas, pero así tampoco tendrían que estar siempre en el apartamento de Sasuke para poder estar juntos. Además, no le gustaba mentir a sus padres cada vez que iba a ver a Sasuke.

La mujer notó el semblante apacible, y hasta cierto emocionado de su hijo. Confusa ladeó la cabeza.

─¿Naru…?

─Está bien dattebayo. ─Decidido asintió, confiando en que todo iría bien─. Se lo diré hoy ─interrumpió.

 

Ella sonrió ante la determinación de Naruto y le dedicó una fugaz caricia en una mejilla.

 

─Confía en tu padre, él te quiere. Y si algo sale mal, habla conmigo. Tienes todo mi apoyo…

 

No pudo terminar de hablar cuando Naruto se abalanzó sobre ella, casi derribándola sobre la cama gracias a un efusivo abrazo.

 

─¡Gracias, mamá! ─exclamó.

 

Ella le devolvió el abrazo sin dudar, sonriendo ante la muestra de afecto. Bajo ningún concepto iba a abandonar a su hijo simplemente por su orientación sexual, aquello sería una estupidez. Naruto seguía siendo Naruto, el hecho de gustarle un hombre o una mujer no cambiaba eso.

 

Confiaba en que Minato, a pesar del impacto que le causaría la noticia, no tuviera una mala reacción o dijera algo que pudiera incomodar a Naruto.

 

─Por cierto, ¿por qué no vas a casa de Mikoto y le cuentas la noticia?

─¿Quieres que le cuente que voy a decirle a mi padre que soy gay? ─preguntó confuso, separándose para mirarla.

 

Kushina soltó una carcajada ante el malentendido. Aunque una parte en su interior percibió una ligera incomodidad, preguntándose qué diría Naruto si supiera que Mikoto ya lo sabía porque ella se lo contó en un momento de profunda preocupación hacia él.

 

─Contarle que has aprobado y que irás a la universidad’ttebane.

─¡Oh, eso! ─Rió también. Miró el reloj en su mesa de noche, comprobando con cierta frustración que faltaban horas para que Sasuke terminara su jornada laboral. Suspiró hondo. Ansiaba verle─. De acuerdo, iré ahora.

 

Se encaminó al armario y empezó a rebuscar en él de una forma que le crispó los nervios a Kushina. No pensaba organizar después ese desastre en el armario de su hijo. Hacía bastante tiempo que en un ataque de enojo le dijo a Naruto que abandonaba la imposible tarea de mantener bien acomodada la ropa en su armario. No pasaban ni cuatro horas antes de que su hijo lo pusiera todo patas arriba.

 

─¿Qué estás buscando, cariño?

 

El apelativo afectuoso que debía escucharse con un tono amoroso, había sonado escalofriante. Con la tensión en los hombros, giró lentamente para mirarla. Ahí estaba, esa mirada fiera en los ojos de su madre que pronosticaba dolor, mucho dolor.

 

─¡Ah! Yo… una chaqueta para… ─Soltó una carcajada estridente, más asustado que feliz─. ¡Q-qué casualidad’ttebayo, ya la encontré!

 

No era la chaqueta que buscaba, pero sabía que lo más inteligente era cerrar el armario y salir de allí cuanto antes como si nada hubiera ocurrido.

 

Tomó una chaqueta fina. Estaban a mediados de marzo, por lo que durante el día la temperatura no era muy fría. Al hacerlo, dos prendas más cayeron al suelo: uno de los pantalones cortos que usaba para jugar a fútbol y una camiseta que lucía bastante harapienta. A la velocidad de la luz la tomó tratando de ocultarla, pero fue tarde. A una madre no se le escapaba nada.

 

La camiseta desapareció de sus manos, no se había dado cuenta del momento en que su madre se acercó. Tragando saliva con pesadez vio que ella abrió la prenda para estudiarla mejor. Era una de las finas camisetas de manga larga que usaba para jugar a fútbol, tenía la manga izquierda hecha jirones y manchada de sangre seca.

 

─¿Pero qué…? ─musitó Kushina. Al instante tomó el brazo izquierdo de su hijo y subió la manga con energía, descubriendo una cicatriz que no era muy perceptible, pero que llegaba desde el codo hasta casi la muñeca─. ¿Qué significa esto’ttebane? ─preguntó con creciente enojo.

 

Lo mejor era confesar todo si no quería morir.

 

─Y-yo… me caí jugando a fútbol en el parque…

─¿Cuándo? ─Debía haber pasado un tiempo para que de aquella herida sólo quedara la cicatriz.

─El mes pasado. Me…

─¿Por qué no me dijiste nada? ─reprendió. Sin poder contenerse finalmente estrelló su puño en la cabeza dura de su hijo─. ¡Eres un desastre! ¡Seguro que la herida se infectó!

 

Se llevó las manos a la cabeza, lamentándose por el duro golpe y sintiendo un par de lagrimones acumularse en sus ojos.

 

─¡No es así’ttebayo! Sasuke me curó.

 

El enojo se evaporó en Kushina. No le importaba que la prenda estuviese rota, le importaba su hijo. Y por el tamaño de aquella cicatriz, la herida debió de ser grande.

 

─¿Sasuke? ─reiteró confusa pero sorprendida.

─Ah, bueno… él pasaba por el parque justamente cuando me caí… ─balbuceó, inventando sobre la marcha. Ahí estaba, mintiendo de nuevo a su madre─. Y se ofreció a ayudarme. Me curó bien. Créeme que la cicatriz es mucho más pequeña de lo que fue la herida.

 

Si se fijaba en el roto en la manga, tenía un tamaño considerable. Su hijo era un terco que le había ocultado algo como eso sólo para librarse de una regañina. Por otro lado… Sasuke de nuevo había tenido un buen gesto con Naruto si se preocupó de atender su herida. Al parecer las palabras de Mikoto eran ciertas, los hermanos Uchiha querían compensar a Naruto.

 

─Está bien. ─Suspiró hondo, más tranquila─. Pero la próxima vez no me ocultes algo así, o me enfadaré de verdad ─amenazó. El menor asintió, sintiendo castañetear sus dientes por el miedo─. Por cierto, que bonito gesto tuvo Sasuke al curarte, ¿no es así? ─cuestionó casual por fuera, pero con definidas intenciones por dentro: hablar de Sasuke. No se vería forzada la conversación ahora que su propio hijo le había mencionado.

 

Al instante Kushina vio la boba sonrisa en los labios de Naruto y el sutil sonrojo apenas perceptible en el rostro bronceado. Su corazón se encogió. Él realmente tenía sentimientos sinceros por Sasuke, sentimientos que no eran correspondidos.

 

¿Debía hacerle ver que de Sasuke sólo iba a poder obtener algo parecido a una amistad y un trato amable?

 

─Sasuke me vendó todo el brazo como si me lo hubiese roto. ─Rió al recordarlo─. Es un paranoico dattebayo.

La expresión alegre permaneció en su rostro, recordando con cariño aquel día. Cada momento al lado de Sasuke lo atesoraba en su corazón; por más trivial que pudiera ser aquel momento, para él era especial.

 

─Naruto, tú… ─Se armó de valor y lo preguntó─. ¿Todavía te gusta Sasuke?

 

La confusión la golpeó al ver que el menor negaba con la cabeza, decidido y sin dejar de sonreír. Si no le gustaba, ¿por qué esa expresión de felicidad se había instalado en su rostro desde que habían empezado a hablar de Sasuke?

 

─No me gusta. Le quiero ─corrigió.

 

Ante la declaración, Kushina sintió que la casa se le caía encima. Una sensación de pesar se instaló en sus hombros y oprimió su corazón. Tratando de apaciguar esa pesadez, se llevó ambas manos al pecho en un gesto inconsciente que captó la atención de Naruto.

 

─Ah, lo siento dattebayo. ─Se rascó la nuca─. A lo mejor es incomodo para ti escuchar eso.

 

Pero ella negó al instante, indicándole que estaba equivocado.

 

─¿Eres consciente de que…? ─Pero se detuvo.

─¿Qué? ─La animó a continuar al notarla insegura.

─El hecho de que Sasuke sea amable contigo, no significa que… ─Dudó un segundo, siendo consciente de que sus palabras le lastimarían en cierta medida─ No significa que él corresponde tus sentimientos.

 

Pero Naruto no se había inmutado ante sus palabras, como si lo que hubiese dicho fuera un disparate. Pensó que se iba a deprimir, pero en una actitud campante se había llevado las manos a la cintura mientras sonreía ampliamente una vez más.

 

─Te preocupas demasiado, mamá. Todo está bien.

─Siempre dices que todo está bien, pero Sasuke…

─Mamá ─interrumpió, enseriando su expresión por un instante─. Si yo lograra que Sasuke finalmente se fije en mí, si él también quisiera estar conmigo… ¿te parecería bien aunque él sea mayor? ─Quería saber a qué tendría que atenerse con Kushina si su relación con Sasuke prosperaba.

 

No pasó desapercibida para él la mirada compasiva que su madre le dedicó, y en cierta forma le molestó. ¡No le gustaba provocar lástima! Kushina no había dicho nada todavía, pero parecía convencida de que sería más probable que las piedras hablaran antes de que Sasuke se fijara en él.

 

─Naruto. Él sólo es amable… ─trató de decir.

─¿Te parecería bien? ─insistió, cuestionándolo esta vez con un tono serio que no solía emplear.

 

¿Qué demonios estaba tratando de decirle Kushina?, ¿que Sasuke jamás se iba a fijar en él? En su lengua bailaban las palabras que se esforzaba en guardarse. No, decirle ahora que Sasuke era su novio no era prudente. Primero quería esperar y ver cómo funcionaban como pareja. Hasta él entendía que sería estúpido apresurarse en ese aspecto.

 

La mujer suspiró ante la terquedad de su hijo. Siempre admiró el espíritu perseverante de Naruto, quien no se rendía cuando tenía un objetivo. Hasta el momento había alcanzado todas sus metas. Pero ahora no era algo como que si eras perseverante en los estudios podías aprobar un examen, o si practicabas mucho podías ser habilidoso jugando fútbol… No, ahora Naruto se había puesto el listón muy alto. Demasiado. Si Sasuke no era gay, no lo era. Todo se resumía a eso. No había absolutamente nada que él pudiera hacer para que Sasuke se fijara en él.

 

Pero se decidió a responderle.

 

─Si lo lograras ─dijo, hipotéticamente hablando─, si Sasuke estuviera contigo porque él así lo desea ─hizo especial hincapié en las últimas palabras─, supongo que lo aceptaría. Si tú eres feliz, y él también, claro.

─¿En serio? ─Se sorprendió, ignorando deliberadamente aquel tono hipotético que ella empleó─. Sólo necesitaba saber eso, ahora me voy dattebayo ─le dijo mientras se colocaba la chaqueta y caminaba a la salida.

─¿Qué? ¡Espera! ¿A dónde?

─¡Voy a ver a Mikoto’tteba! ─Se le escuchó decir algo alejado ya.

 

****

 

Horas más tarde, cuando Sasuke abandonó el hospital revisó su teléfono móvil. Tenía una llamada perdida de Itachi, y un mensaje con un escueto: Llámame cuando puedas. Al instante le devolvió la llamada, siendo atendido apenas en el segundo tono.

 

─¿Ocurre algo? ─cuestionó sereno, aunque interiormente preocupado.

─Mamá me llamó, dice que habló con Kushina sobre lo de nuestro regalo a Naruto-kun.

─¿Y bien?

─A Kushina le parece bien. ─Al instante Sasuke liberó un pequeño suspiro de alivio por la nariz─. Y otra cosa, mamá me dijo que Naruto-kun estuvo en casa para contarle que ha aprobado.

 

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Sasuke, sintiendo su pecho hincharse de orgullo por su novio. Sabía que Naruto lo iba a lograr, había visto su esfuerzo constante y su determinación. A veces tenía la vaga sensación de que Naruto poseía algún poder especial que le permitía obtener todo lo que se propusiera. ¿Si quería ir a la universidad? Hecho. ¿Si quería como novio a un tipo diez años mayor? Hecho.

 

─¿Sasuke? ─preguntó ante el pesado silencio─. Deberías llamar a Naruto-kun y felicitarle. Yo llamaré ahora, espero que esté en su casa.

─Claro ─fue todo lo que atinó a musitar, pensativo.

 

Tras despedirse, finalizó la llamada. Por lo que empezaba a conocer de Naruto, para él era casi obvio que su novio se pasaría por su apartamento para darle la noticia. Prefería que él le diera la noticia y felicitarle en persona, y de paso podría darle el regalo.

 

Eso le hizo recordar que ahora que tenía el permiso de Kushina debía de ir a comprarlo cuanto antes. En pocas horas los negocios cerrarían.

 

Una de sus comisuras se curvó al recordar que Itachi le había ayudado con aquello. Su hermano siempre ofreciéndole su ayuda. Cuando días atrás le comentó su intención de regalarle un teléfono móvil a Naruto si éste aprobaba, Itachi le respondió que no sería tan extraño si decían que el regalo era de ambos para compensar rencillas del pasado. Después Itachi le dijo que lo dejara en sus manos, que él hablaría con la progenitora de ambos y que contactaría con él en cuanto tuviera una respuesta.

 

─Sasuke, ¿vamos juntos a casa?

 

El nombrado giró, viendo a Karin que se acercaba con una sonrisa. No pasó desapercibido para él que la pregunta no fue pronunciada en ese tono meloso que ella usaba al hablarle, sino en un tono más bien amistoso.

 

Desde que le habló sobre sus intenciones con Naruto, apenas habían conversado fuera del lugar de trabajo. Pero al verla bastante desprendida de aquella aura de mujer enamorada, no sintió desconfianza hacia ella. Suavizó su expresión, esperando que ella le alcanzara.

 

─No voy a casa, me dirigía al centro comercial.

─¡Oh! ─exclamó ilusionada─. ¡Vamos juntos! Quiero comprar unas cosas que…

─Voy a comprar un regalo para Naruto ─confesó sin miramientos. Era mejor decírselo ahora, si ella le acompañaba acabaría preguntando hasta saber para quién era el regalo.

 

Ella enmudeció y su expresión se enturbió. Las palabras de Sasuke habían sido un balde de agua fría. ¿Un regalo para Naruto?, ¿un regalo por qué? No era el cumpleaños de su primo. ¿Hasta ese punto estaba su relación que se andaban regalando cosas?

 

Ya habían pasado semanas desde que enfrentó a Naruto en la puerta del hospital, y ese inútil todavía no había metido la pata con Sasuke, es más… ¡hasta había logrado que Sasuke le regalara algo! Se sintió hervir de celos, pero trató de no mostrarlo más allá de sus puños firmemente apretados.

 

─Entiendo… ─susurró finalmente, apartando el rostro. ¿Por qué Sasuke no veía cuánto le amaba?─. Entonces será mejor que me vaya a casa.

 

Sasuke no trató de detenerla cuando ella comenzó a alejarse. No sería plato de buen gusto para la chica verle comprando un regalo para otra persona, y menos cuando esa persona era su novio y primo de ella.

 

Karin tomó su teléfono y llamó a Suigetsu, quien le respondió con cierto desánimo.

 

─Al parecer hoy no es nuestro día, idiota ─comentó con una tenue y desganada sonrisita, sin saludarle siquiera.

─No estoy de humor, bruja ─habló con el mismo tono apagado─. No he sabido nada de Naruto en días.

─Deberías olvidarle, él no te valora.

 

Una enérgica carcajada de Suigetsu provocó que ella alejara un poco el teléfono de su oreja, confundida y sorprendida a partes iguales. ¿Qué era tan gracioso?

 

─¿Te estás escuchando, Karin? Precisamente tú, que vives obsesionada con Sasuke, me aconsejas eso. Esto es tan gracioso… ─Soltó una suave risilla.

─¡Y-yo al menos estoy tratando de superarlo! ─rebatió sonrojada.

─Ya iba siendo hora ─respondió burlón, aumentando el enojo de la chica.

─¡Eres insufrible! ─le gritó con fastidio─. Yo que pensaba invitarte a tomar algo, pero ya veo que no se puede contigo…

 

Tras una pequeña pausa en la que Karin dudó si Suigetsu estaba sorprendido o meditándolo, él contestó.

 

─Nunca digo que no cuando me invitan. ¿A qué hora y dónde?

 

Lo que no sabía Karin es que Suigetsu guardaba silencio porque había notado el repentino interés que ella mostraba en que se juntaran cada vez que tenía oportunidad, y eso le tenía confundido. ¿Acaso Karin buscaba en él consuelo?

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

1: En Japón no sólo estudian la historia de su país. Tienen otra asignatura donde estudian la historia del mundo. Cosa que me parece curiosa porque al menos en mi país sólo estudiamos la historia de España.

 

¡Hola! :D Gracias a todos por leer y comentar.

 

Desde que el fic empezó, he visto que muchas me comentan que el fic les gusta porque es shota. No es por romperos la ilusión, pero el fic NO es shota, jaja… Shota (o pedofilia) se denomina a la atracción de un adulto por niños (de doce años para abajo). La efebofília es la atracción de un adulto por adolescentes (desde los trece años hasta la mayoría de edad según el país) Así que, Sasuke no es un pedófilo, es un efebófilo :)

 

Y no tiene nada que ver pero… ¡por fin apareció Juugo! XD Para el siguiente capítulo aparecerá un personaje nuevo femenino, ¿quién? ¡Hagan sus apuestas!

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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