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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 31: “Fantasmas del pasado”:

 

Una sonrisa apareció en los labios de Mikoto cuando al abrir la puerta de su hogar, vio a su querida amiga Kushina. Bajó la mirada, descubriendo a un pequeño Naruto de siete años que le saludaba efusivo con la mano.

 

─¡Hola, Mikoto! ─exclamó. Soltó la mano de su madre y con confianza entró, abrazándose de forma fugaz a la pelinegra─. ¿Dónde está Sasuke nii-chan? ¡Quiero jugar con él’ttebayo! ─Se alejó y sin esperar siquiera a saber si su modelo a seguir estaba en casa, empezó a retirarse el calzado.

 

Avergonzada, Kushina se llevó una mano a la mejilla, tratando de disculparse por la desfachatez de su pequeño.

 

─Lo siento, Mikoto. Por más que he intentado mantenerle entretenido en casa no para de decir que quiere venir aquí. ─Posó un puño en la cabeza de su hijo y friccionó la zona varias veces con saña disimulada─. Eres un niño terco, ¿no es así? ─le masculló amenazante, fingiendo una sonrisa.

─¡Mamá, eso duele! ─protestó alejándose y cubriéndose la cabeza, mirando a las mujeres con una expresión de puchero sobreactuado que acongojó el corazón de Mikoto pero que no hizo inmutarse al de Kushina.

 

Al instante Mikoto se acercó y brindó mimos en la cabeza del pequeño, quien sonrió como si nada hubiera pasado.

 

─No te inquietes, Kushina. Naruto es un buen niño.

─¡Sí! ─concordó éste con una gran sonrisa, como si alguien hubiera pedido su opinión.

─Voy a llamar a Sasuke, creo que estaba en su habitación.

 

Dicho esto caminó hacia las escaleras, sin darse cuenta de que era seguida por el pequeño Naruto. Por más que Kushina susurró su nombre tratando de llamar su atención para que aguardara junto a ella, fue ignorada. Al acercarse a la habitación de Sasuke, Mikoto escuchó la voz de Itachi provenir del interior, y ya que la puerta estaba abierta, se escuchaba claramente lo que hablaban.

 

─Ya sabía que tu respuesta sería negativa, Sasuke, pero Deidara insistió en que te invitara.

─No me interesa, hermano ─fue todo lo que dijo.

 

En ese momento la mujer ingresó con una sonrisa en los labios tras tocar la puerta de forma sutil. Localizó a su hijo menor sentado frente a su escritorio, al parecer leyendo un libro. Itachi estaba de pie a su lado.

 

─Sasuke, tienes visita.

 

El adolescente arqueó una ceja con cierta curiosidad.

 

─No espero a nadie.

 

Apenas dijo aquello cuando un borrón amarillo irrumpió en la habitación. Sasuke vio horrorizado, casi a cámara lenta, al mocoso ir corriendo hacia él y abrazarle.

 

─¡Sasuke nii-chan! ¡Hola! ─Le liberó para estudiar con curiosidad el escritorio─. ¿Estás leyendo un libro?, ¿tiene dibujos? ─Apenas alargó un brazo para tomarlo cuando Sasuke se lo arrebató.

─No… ─masculló con un forzado tono amable, cerrando el libro y guardándolo en una estantería fuera del alcance del mocoso. Respiró hondo y encaró a su madre─. No puedo ocuparme de él. ─Señaló con desgano al pequeño rubio que paulatinamente le desaparecía la gran sonrisa del rostro─. Tengo planes con Itachi… justo íbamos a salir a ver a Deidara. ¿Cierto, hermano?

 

Itachi arqueó una ceja al ver la actitud convenenciera de Sasuke. Hace un instante había rechazado de forma tajante ir al cumpleaños de Deidara y todo lo que tuviera que ver con esa celebración, y ahora, sólo para librarse del pequeño de los Uzumaki había aceptado.

 

Aunque no era su culpa, sintió cierto remordimiento al ver la carita de desilusión del pequeño. Sabía que a Sasuke no le agradaban los niños.

 

─Así es ─respondió finalmente, cubriendo a su hermano.

 

La sonrisa regresó como si nada a los labios de Naruto al tiempo que corría y de nuevo se abrazaba a su modelo a seguir.

 

─Puedo ir contigo’ttebayo, Sasu…

─No ─cortó al instante, incorporándose y retrocediendo un paso con disimulo para librarse del agarre─. Mamá, ¿puedes ocuparte de él? Itachi y yo llegaremos tarde.

─Claro. ─Asintió, sintiéndose un poco mal por el niño. Una expresión de decepción atravesaba su infantil rostro. Le extendió la mano, dedicándole una pequeña sonrisa─. Vamos abajo, Naruto. Comeremos galletas y te contaré unos cuentos.

 

Naruto le dedicó una mirada afligida al adolescente, tratando de hacerle cambiar de opinión y que se quedara con él, pero éste ni siquiera le estaba mirando. Suspiró y tomó la mano de la mujer. Si no podía estar con Sasuke nii-chan, no quería estar allí.

 

─Me voy a casa a cuidar mis girasoles ─le dijo a Mikoto, quien accedió a llevarle con Kushina que esperaba abajo para saber si Sasuke podría ocuparse de Naruto o no─. Adiós, Sasuke nii-chan. ─Le despidió con la mano─. Otro día volveré y podremos jugar ─prometió sonriendo ligeramente esperanzado, sin saber que su comentario le había arrancado un feo escalofrío al adolescente.

─Adiós, Naruto-kun ─respondió Itachi al ver que su tonto hermano menor no tenía intenciones de hacerlo.

 

Tras unos prudentes segundos de espera donde ya no escucharon los pasos de Mikoto y el niño, Sasuke suspiró. Miró por la ventana, viendo segundos después a Kushina pasar llevando de la mano a su hijo.

 

─Ese niño es molesto ─susurró. Por esta vez se había librado de él.

─Bien, Sasuke, ya que te he cubierto las espaldas en este asunto, a cambio deberías retribuirme y acompañarme.

 

Sasuke volvió a suspirar con fastidio. Su plan de pasar una tarde tranquila leyendo un libro definitivamente se iba al traste. Aunque si tenía que elegir entre pasar la tarde con Naruto, o pasarla con Itachi y sus amigos, sin lugar a dudas prefería la segunda opción.

 

─De acuerdo, vamos.

 

La razón por la que Itachi iba a reunirse con sus amigos era para organizar los preparativos para el cumpleaños de uno de ellos: Deidara. Según le había contado Itachi en el camino, Deidara deseaba de forma casi obsesiva celebrar su cumpleaños como en aquellas películas americanas: alquilando una casa y montando una gran fiesta de la que la gente hablaría durante meses. Y ya que el grupo de amigos era grande y todos mayores de edad, decidieron hacerle ese regalo. Entre todos habían alquilado una casa bastante grande, muy alejada del centro, por lo que la zona era tranquila.

 

Deidara estaba entusiasmado, ansiando que el día de su cumpleaños, el cinco de mayo, llegara. Ese día Itachi había quedado con sus amigos para decorar un poco la casa y darle un aire más festivo.

 

Al llegar a la casa, fueron recibidos precisamente por el futuro cumpleañero. Deidara era un muchacho de ojos azules, rubio, de melena algo frondosa y larga. Por lo que sabía, amaba el arte y estaba estudiando algo relacionado con eso, aunque en realidad al menor de los hermanos no le interesaba saber qué.

 

─Itachi, te esperábamos… ¿Sasuke? ─Se interrumpió, sorprendido al ver al mencionado─. No ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, y de nuevo has crecido bastante, hum. ─Se hizo a un lado, dándole paso a los hermanos─. Le dije a Itachi que te invitara al cumpleaños, ¿te lo ha dicho? ¿Vas a venir?

 

Sasuke le dedicó una mirada de puro desinterés al amigo de Itachi y después exploró el salón. ¡Era enorme! En sí la casa vista desde fuera lo era. Meditó la respuesta. No le apetecía en absoluto asistir a ese cumpleaños. Conocía a los amigos de Itachi, pero no tenía una estrecha relación con ellos. Aunque… por otro lado, sabiendo la tendencia que estaba tomando ese molesto crío de los Uzumaki de ir a su casa prácticamente cada día, prefería mil veces más asistir al cumpleaños. Quién sabe si se vería obligado a llevar al mocoso al cine de nuevo. De ninguna forma volvería a pasar por un momento como aquel.

 

Era mejor ir al cumpleaños. Era la excusa perfecta para no cuidar de Naruto.

 

─Si mis padres están de acuerdo, no veo por qué no ─respondió finalmente. Después de todo era menor de edad, debía ceñirse a los mandatos de sus progenitores.

 

Deidara sonrió complacido. Les había pedido a sus amigos que invitaran a sus propios amigos y conocidos. ¡Quería que su cumpleaños número veintitrés fuera un desmadre! Una fiesta de la que se hablaría durante un largo tiempo.

 

─Bajo la supervisión de Itachi, sin duda aceptarán ─determinó─. Y ahora voy a continuar ayudando a los demás.

 

A la tarde del día siguiente, llegó el momento que Deidara tanto esperó: su fiesta de cumpleaños. Al inicio de la fiesta el ambiente era bastante relajado, charlaban y reían entre amigos, bebiendo y tomando unos aperitivos con la música de fondo. Más tarde, empezaron a llegar los amigos y conocidos de los amigos de Deidara. El cumpleañero no conocía a la mayoría, pero no le importaba.

 

Pero con el transcurso de las horas, ya entrada la noche, Deidara podía jurar que no conocía al noventa y cinco por ciento de las personas en aquella casa. Las invitaciones se habían salido de control. Los amigos habían invitado a otros amigos que a su vez habían invitado a otros.

 

En algún momento alguien subió el volumen de la música y el alcohol empezó a tomar protagonismo en aquella fiesta, cortesía de algunos invitados. Unos bailaban, otros charlaban, otros tantos se besaban y toqueteaban con escaso pudor. Sasuke miraba todo aquello con cierta curiosidad, acomodado en el sofá. El aburrimiento empezaba a ganar terreno en él, sin saber cómo mantenerse entretenido en aquella fiesta. Quizá debió ser descarado e invitar a Juugo, Suigetsu y Karin aunque Deidara no le hubiera dicho nada. No quería bailar, el alcohol no le atraía en absoluto, y aunque en el fondo le gustaría estar en la misma situación de muchos que se besaban con chicas, no tenía con quién hacerlo.

 

─¿Por qué tan solo?

 

Sasuke giró curioso ante la voz femenina que escuchó a su lado. Una chica rubia, con el cabello recogido en una larga coleta, le sonreía. Pero no le prestó mayor atención y volvió la mirada al frente. Pensó que le dejaría en paz, pero no fue así.

 

─Eres el alma de la fiesta ─comentó ella con cierta sorna, sin desaparecer su sonrisa.

 

La volvió a mirar, esta vez con cierta molestia. Pero disimuladamente la estudió mejor. Físicamente no estaba mal. Como si hubiera leído su pensamiento, la rubia se cruzó de piernas y parpadeó con estudiada coquetería.

 

─¿Un trago? ─preguntó ofreciéndole un botellín de cerveza casi vacío en su mano.

─No bebo alcohol.

─¡Sabes hablar! ─se mofó, riendo con diversión. Por un segundo le intimidó la seria mirada que el chico le dedicó, pero a la vez aquella mirada le hacía ver más atractivo a sus ojos─. ¿Y por qué un niño bueno de papi como tú está en una fiesta como esta?

 

Sasuke odió la forma en que la chica se refirió a él. Sí, le gustaba obedecer a sus padres para que se sintieran orgullosos de él, ¿y qué? Por nada del mundo deseaba defraudarlos, así que le gustaba tener un comportamiento correcto en cada momento. Si la ley le prohibía beber hasta los veinte, no bebería hasta los veinte.

 

─Fui invitado por el cumpleañero ─respondió en un tono obvio.

─¿Cumpleañero? ─Parpadeó desconcertada─. ¿Esto es una fiesta de cumpleaños? A mí me invitaron unos amigos esta mañana, no mencionaron nada de un cumpleaños.

 

Deidara corrió a la cocina, donde localizó a Itachi metiendo unos refrescos, botellines de cerveza y una gran variedad de bebidas alcohólicas en la nevera.

 

─Itachi, ¿has visto a tu hermano? Está coqueteando con una rubia en uno de los sofás.

─¿Mi hermano? ─reiteró, queriendo asegurarse de que hablaban de la misma persona.

 

El rubio tomó a su amigo del brazo y tiró de él, sacándole de la cocina. Al instante señaló el lugar indicado. Itachi vio a la rubia de la que hablaba Deidara, sentada cerca de Sasuke y parloteando incesante. Su hermano a veces abría la boca en comentarios breves o movía la cabeza.

 

─Creo que más bien ella está coqueteando con Sasuke.

 

Era evidente con sólo ver la forma insistente en que ella se acomodaba el cabello, sonreía, e incluso sacaba pecho para captar la atención de su hermano menor.

 

─Hace dos días tu hermano apenas levantaba un palmo del suelo, y ahora míralo… ligando con una chica. Cómo pasa el tiempo. ─Suspiró nostálgico. Al ver la seria mirada de su amigo, le palmeó un hombro─. No te inquietes, sólo están hablando, hum. Es normal que Sasuke se muestre interesado en las chicas, ya tiene diecisiete ─le recordó volviendo a adentrarse en la cocina.

 

Tras continuar observando unos segundos más, finalmente fue tras Deidara.

 

Sasuke se vio sorprendido cuando, casi una hora después, ella le tomó de la mano y con ímpetu le guió a las escaleras, esquivando a un par de parejas que se habían refugiado allí para besarse.

 

─Espera, ¿a dónde vamos? ─exigió saber, liberándose del agarre cuando estuvieron arriba─. ¿Qué pretendes?

 

La chica no había parado de parlotear en todo el tiempo que estuvieron en el sofá. Se presentó como Yamanaka Ino, ambos tenían la misma edad e iban a institutos diferentes. Cuando ella empezó a atosigarle con preguntas personales, queriendo saber más de él, mintió sin pudor en algunas cuestiones. No se sentía cómodo contándole su vida a una desconocida. Menos a una desconocida tan lanzada como lo era Ino. Así que aseguró que asistía a un instituto al que realmente no iba, y le contó que vivía en dirección opuesta hacia donde quedaba su hogar.

 

─¿En serio eres tan inocente? ─Sonrió con diversión, pero después su sonrisa desapareció─. Espera, ¿tienes novia? ─casi afirmó, repentinamente preocupada.

 

Ante la pregunta no pudo evitar recordar a Karin y el interés que ella tenía en él. De hecho la forma en que Ino le miraba le recordaba a la de Karin, su amiga pelirroja con la que últimamente estaba “estrechando lazos” por así decirlo. Sin ir más lejos, unos días atrás Karin tuvo la osadía de besarle cuando estaban en la azotea del instituto. El contacto no duró demasiado porque Suigetsu llegó, quien quedó mudo con la escena. Poco después apareció Juugo que se alteró ante los gritos que Suigetsu y Karin se dedicaban; ella quejándose por haberles interrumpido, él reprochándoles que no les hubieran contado que tenían una relación, o algo parecido.

 

Sasuke se vio obligado a detener y calmar a Juugo si no quería que les matara a todos lanzándoles por la azotea o por las escaleras.

 

No era la primera vez que Karin le había besado. Sin embargo, el contacto no duraba demasiado porque él lo cortaba. No estaba seguro de tener sentimientos especiales por ella, pero admitía que era de las poquísimas féminas que toleraba. Aunque por otro lado, estaba aquella curiosidad adolescente que deseaba saciar. Quería explorar en el terreno sexual, y aunque Karin parecía muy dispuesta a ello, no quería que ella se hiciera falsas ilusiones y empezara a atosigarle doblemente. Su amistad se rompería.

 

Quería explorar con una chica que no le exigiera una relación. Quería algo momentáneo, nada de ataduras. No estaba preparado para eso.

 

─No.                                                                                                                                                                                                                               

 

A pesar de los besos compartidos y de nunca reprocharle a Karin por ellos, para él la chica no era algo más que una amiga. Una amiga con la que a veces se besaba… pero nada más. Desde su punto de vista, si quería tener algo con otra chica, no había problema. No le debía fidelidad a Karin porque no eran novios.

 

─¡Entonces perfecto! ─celebró con una sonrisa─. Ahora roguemos para que uno de estos dormitorios esté desocupado. ─Abrió la puerta más cercana a ellos, viéndose obligada a cerrarla al instante─. ¡Ups! Ocupada ─le dijo a su acompañante, sonriendo avergonzada.

 

Lo intentó con otra puerta, suspirando aliviada al encontrarla vacía. Le indicó al chico con movimientos de mano que se acercara y entraron en la habitación, cerrando la puerta con seguro. Ambos se miraron en silencio, esperando ver si el otro hacía algún movimiento.

 

Ino fue la primera en romper el hielo. Se acercó, y posando las manos en el torso del chico brindó suaves caricias sobre la camisa al tiempo que se acercaba para probar sus labios. Pero a escasos centímetros Sasuke apartó el rostro, sin embargo, no interrumpió las caricias.

 

─¿Nervioso? ─le susurró, brindándole un beso en la mejilla.

 

Aunque no lo admitió en voz alta, no pudo evitar afirmarse a sí mismo que estaba algo nervioso. Era la primera vez que iba a llegar tan lejos con una chica. A pesar de ser consciente de que era del total agrado de las chicas, nunca había llegado tan lejos con una. Sabía que ellas rápidamente se hacían ilusiones, querrían atarle en una relación formal que él no deseaba.

 

No podía negar que Ino tenía su atractivo, pero no despertaba en él algo más allá que el deseo carnal. Deseo por explorar. Y ahora esa rubia le estaba brindando la oportunidad en bandeja de plata. ¿Quién sabe cuándo se presentaría ante él otra ocasión así?

 

Por una vez no pasaría nada si no se comportaba como el hijo modelo. Sus padres no tenían por qué enterarse, ni siquiera Itachi.

 

─Sólo… ─comenzó a decir un poco inseguro. No sabía cómo tomaría Ino lo que iba a decir. Tal vez ella se ofendería y se marcharía con un portazo─. Quiero aclarar que esto no nos convierte en novios o algo por el estilo.

 

Sin esperarlo, ella rió y comenzó a desabotonarle la camisa. Sasuke no entendió en aquel momento que Ino se rió porque buscaba lo mismo que él: sólo sexo.

 

De nuevo trató de besar sus labios, y una vez más el pelinegro apartó el rostro. Comprendió entonces que Sasuke estaba dispuesto a compartir su cuerpo mas no sus labios. Lo entendía, había conocido a otros chicos a los que les pasaba lo mismo. Qué remedio, se quedaría con las ganas de saber qué tan bien, o mal, besaba el atractivo muchacho frente a ella.

 

Notando la inseguridad en el otro, con gusto tomó el control. Se abrazó a él, y mientras depositaba besos en su cuello, les guió a la cama a unos escasos pasos de distancia.

 

****

 

─Itachi, deja de estar preocupado ─insistió Deidara─. Sasuke sabe lo que hace.

 

Itachi se había estado inquietando al descubrir que Sasuke y aquella rubia no estaban en el sofá desde quién sabe cuánto tiempo. Le buscó en la sala, en el jardín interior de la casa, y al no hallarles empezó a temerse lo peor. Esperaba que su tonto hermano menor no hubiera cometido alguna imprudencia. No estaba en sus planes ser tío a sus veintidós años.

 

Presuroso subió las escaleras, siendo seguido por su rubio amigo. Le daba igual lo que dijera Deidara, Sasuke era su responsabilidad aquella noche y por haber estado ayudando a los demás en atender a los invitados le había descuidado bastante. No. Le había descuidado por completo.

 

Al estar arriba, halló precisamente a quien buscaba, aquella rubia que vio antes. Acomodaba mimosa el cuello de la camisa de Sasuke mientras le susurraba quién sabe qué al oído. Fuera lo que fuera su hermano estaba totalmente de acuerdo, porque había asentido rápido con la cabeza.

 

─Sasuke ─le llamó, empleando un tono algo severo.

 

El mencionado se alejó de un salto al reconocer la voz de su hermano.

 

─Itachi ─murmuró, repentinamente tenso.

 

Al ver que se avecinaban problemas, la chica sonrió algo inquieta y fingiendo no darse cuenta de lo que ocurría se despidió y se marchó caminando algo presurosa por el pasillo. Itachi no trató de detenerla porque era mejor así, quería hablar a solas con Sasuke.

 

─Sasuke, dime que no has hecho una locura ─reprendió acercándose, notando el color del pintalabios de la rubia en varias zonas del cuello de su hermano.

─Y-yo… ─balbuceó.

─¿Al menos has usado protección?

 

Un sutil tono rojo cubrió las mejillas de Sasuke al tiempo que asentía con la cabeza. Al parecer Ino sabía a lo que había ido a aquella fiesta, ya que iba bien preparada.

 

No se atrevió a decir algo. Era vergonzoso haber sido descubierto por su hermano, aunque en el fondo no se arrepentía. Entonces Deidara se unió a ellos, rompiendo el tenso silencio.

 

─Vamos, Itachi, no le regañes, hum. A su edad nosotros hacíamos lo mismo. Déjale disfrutar de los placeres de la vida. ─Le restó importancia, sacando su cartera y hurgando en ella hasta tomar un preservativo que le extendió al adolescente─. Toma. Yo no creo usarlo esta noche.

─¡Deidara! ─reprendió Itachi, dedicándole una mirada severa.

─¿Qué? Es eso, o ser tío a los veintidós. Tú eliges.

 

Totalmente avergonzado, Sasuke tomó lo que Deidara le ofrecía y se despidió, alegando que quería ir a casa. Necesitaba darse una buena ducha. Itachi se disculpó con Deidara por no poder seguir ayudándoles y se marchó con Sasuke para acompañarle. Su casa estaba bastante lejos del lugar donde se estaba celebrando el cumpleaños, y no quería que Sasuke fuera solo. Bastante le había descuidado ya.

 

Durante el camino hablaron poco. Sasuke se mantuvo sumergido en sus recuerdos de lo ocurrido aquella noche y las palabras que Ino le susurró antes de marcharse:

 

Mañana estaré sola en casa. ¿Por qué no vienes a eso de las seis?

 

Después le indicó su dirección y le preguntó si conocía el lugar. Claro que lo conocía. En aquella zona vivían familias algo adineradas. Se preguntó si estaría bien ir. Una parte de él deseaba repetir la experiencia.

 

Lo que quedaba de mayo, se vio con Ino varias veces más. A pesar de no preguntarle, había conocido bastante de ella. La chica solía estar sola en casa de vez en cuando. No tenía madre y su padre trabajaba como psicólogo. Finalmente, temiendo que ella empezara a crearse falsas esperanzas sobre un futuro noviazgo, el último día que se vieron decidió cortar de raíz con ella. Y ya que le indicó estudiar en un instituto diferente al que lo hacía, mintió al decirle la zona en la que vivía y no compartieron números de teléfono porque no tenía móvil, sabía que sería muy improbable que alguna vez volvieran a encontrarse.

 

Y así fue. Jamás volvió a verla.

 

Después se mantuvo en su “relación” con Karin, pero nunca fueron más allá de los besos ocasionales.

 

Una situación similar le ocurrió cuando tenía veinte años. Itachi ya contaba con veinticinco, su hermano se había independizado hacía algún tiempo. De nuevo todo fue a causa de una celebración para Deidara.

 

El rubio quería despedirse porque se iría a vivir a Europa, y reunió a todos sus amigos en una discoteca. Él también fue invitado a pesar de no tener mucha relación con el festejado, Deidara también quería decirle adiós. Era la primera y última vez que Sasuke pisó un local así. El bullicio del lugar y la música estridente no eran lo suyo.

 

Bebió algunas cervezas, meditando de nuevo que debería de haber llamado a Karin, Suigetsu y Juugo para que se unieran a él. Pero ya era tarde para hacerlo, pasaban de las una de la mañana y el aburrimiento empezaba a hacer mella en él.

 

Entre cerveza y cerveza una chica se acercó, y al igual que con Ino años atrás, todo fue demasiado rápido. En algún momento se vio arrastrado a uno de los cubículos del baño de mujeres bajo una mirada de advertencia de Itachi que le pedía prudencia. Pero esta vez Sasuke iba preparado. Lo aprendió después de lo que pasó con Ino.

 

Por alguna razón Sasuke no disfrutó tanto el encuentro. El sexo no estuvo mal, pero cuando pasó la euforia del momento se sintió vacío. Fue una sensación extraña. Ya no existía aquella necesidad de explorar su sexualidad, ya no miraba a las chicas esperando obtener algo de ellas.

 

Después de aquello, se mantuvo de nuevo en su “relación” con Karin y no volvió a yacer con otra mujer. Hasta que al cumplir los veintitrés Naruto entró en su vida de nuevo, y con el tiempo todo empezó a ser un caos en ella. Cuando tenía veintiséis, debía de haber previsto que todas aquellas salidas con Karin que un Naruto de dieciséis años estropeó “casualmente”, tenían una razón de ser: ese mocoso le quería para él y estaba dispuesto a lo que sea para lograrlo.

 

Por si fuera poco, terminó poniendo sus sentimientos precisamente en el rubio mocoso, molesto y chillón que detestó durante toda su adolescencia. La vida podía ser tan irónica… Parecía una pésima broma.

 

Actualmente, el momento más feliz de su día a día, era justamente aquel en que Naruto ingresaba en su apartamento y clavaba sus ojos de un azul imposible en los suyos, dedicándole una genuina sonrisa de felicidad.


No importaba si había tenido un día pesado en el trabajo, si había tenido algún paciente odioso en su jornada laboral que le había crispado los nervios aunque por fuera se mantuviera inmutable, o incluso si algunos compañeros le habían gastado bromas simplonas en un intento de conocer más sobre su privacidad. Todo desaparecía cuando Naruto cruzaba la puerta de su apartamento.

 

Ansioso metió la mano en el bolsillo del pantalón, palpando una solitaria llave en su interior. Era la copia para Naruto. Lo malo era que hasta el momento no había encontrado oportunidad para poder dársela. Desde que llegaron de Suna no había visto a Naruto, y ya habían pasado tres días. La tarde del domingo quiso pasarla con Itachi para ponerle al día de lo ocurrido en Suna. El lunes y el martes había tenido tanto trabajo acumulado, que salió más tarde y se vio obligado a llamar a su novio para decirle que no fuera a buscarle al apartamento.

 

Sasuke fue el primero en abandonar el ascensor en cuanto las puertas metálicas se abrieron en la planta baja del hospital, impaciente por dejar el edificio cuanto antes. En el fondo trataba de convencerse a sí mismo que su prisa por llegar a casa era simplemente porque necesitaba una ducha y quería descansar un poco… por supuesto su prisa no era causada por la necesidad de ver a Naruto y entregarle aquella copia de la llave de su apartamento, claro que no.

 

─Sa… ¿Sasuke?

 

El pelinegro fue incapaz de reconocer aquella voz femenina que le llamó con notable inseguridad. Aunque estaba convencido de que no se trataba de Karin. Con parsimonia giró ligeramente, esperando que fuera quien fuera no le robara demasiado tiempo; incluso sería mejor si ese llamado era para otro Sasuke.

 

Arqueó una ceja, descubriendo a una mujer que le miraba a escasos pasos de distancia. Era alta, rubia, de cabellos tan largos que le llegaban más abajo de las rodillas; el flequillo le rozaba la barbilla y le cubría uno de sus ojos azules. Vestía una falda larga púrpura, y una camiseta sin mangas del mismo color bastante ceñida que dejaba al descubierto el plano estómago de la mujer. Destacaba el vendaje en el meñique de la mano izquierda.

 

Ante su silencio, ella se acercó un paso.

 

─¿Eres Sasuke? ─preguntó, queriendo asegurarse.

─¿Quién eres? ─respondió con otra pregunta.

 

¿Quizá era una paciente? A lo largo del día veía tantas caras diferentes que sería imposible recordarlas todas. Sí, probablemente era una paciente. Tenía la vaga sensación de conocerla.

 

La mujer infló las mejillas, luciendo repentinamente ofendida.

 

─Ya veo que me has olvidado. Soy Ino.

─Ino ─reitero sin ningún tono en especial.

─Yamanaka Ino ─insistió en hacerse recordar─. Nos conocimos cuando teníamos diecisiete, en una fiesta.

 

Al ver la cara de incredulidad en el hombre, Ino supo que ahora Sasuke sí la recordaba. Trató de sonreír, pero en el fondo todavía estaba algo disgustada por haber sido olvidada como alguien que pasó por su vida sin pena ni gloria. Sabía que habían pasado algunos años, diez para ser exactos, pero ella nunca olvidó a Sasuke. No es que hubiera quedado profundamente enamorada del chico en su adolescencia, pero admitía que le gustaba a pesar de ser bastante callado. Físicamente cumplía por completo los requisitos de su hombre ideal.

 

─No has cambiado casi nada. He podido reconocerte al instante ─continuó ella al ver que el otro continuaba en silencio─. Y ya veo que sigues siendo el alma de la fiesta ─finalizó con cierta sorna.

 

Sasuke abrió la boca con intención de responder algo, pero no sabía qué.

 

─Cuánto tiempo ─atinó a decir.

 

La rubia sonrió, insistiendo en sacarle conversación.

 

─¿Y qué te trae por aquí? ¿Estás enfermo?, ¿o has estado visitando a alguien?

─Trabajo aquí ─contestó, aunque inmediatamente se arrepintió.

 

Ino exclamó sorprendida y sonrió admirada. Sintiendo intriga por saber más sobre lo que había sido de la vida de su antiguo amante, se acercó y le tomó del brazo con confianza, guiándole a la salida.

 

─¿Por qué no vamos a tomar algo y nos ponemos al día de nuestras vidas?

 

Incómodo Sasuke se alejó, recordando la facilidad con la que esa mujer pudo llevarle a su terreno en el pasado. Aunque ciertamente él no puso ninguna resistencia. La incomodidad aumentó cuando otro médico con el que coincidía varias veces en la sala de descanso pasaba por allí y les miró con interés. Era uno de los tantos entrometidos que quería saber sobre su vida privada, especialmente saber sobre la “fogosa chica” que le hizo el chupetón en el cuello hace tiempo.

 

Al ver que el médico se acercaba con una sonrisilla que delataba que se avecinaban comentarios y preguntas fastidiosas, tomó a Ino del brazo y tiró de ella, sacándole rápido del hospital.

 

Una vez más, ella exclamó sorprendida y después rió, dejándose llevar gustosa.

 

─¡Qué impetuoso! Y pensar que el día que nos conocimos era yo quien te llevaba de esta forma.

 

Ante aquel comentario, Sasuke la soltó al instante, sabiéndose ya bastante alejados de aquel compañero de trabajo entrometido.

 

─Ino, tengo algo de prisa. Quizá otro día… ─Trató de quitársela de encima, con un poco de suerte para siempre.

 

Pero la mujer negó al instante. Estaba segura de que si dejaba ir a Sasuke ahora, probablemente no volvería a verle. Como ocurrió hace diez años.

 

─Vamos, no te robaré mucho tiempo. ─Volvió a tomarle del brazo, sonriéndole amistosa─. O si lo prefieres te acompaño a tu casa y por el camino hablamos.

 

El pelinegro suspiró hondo. Era preferible ir a tomar algo con ella antes de que averiguara dónde vivía.

 

─Está bien, pero no tengo mucho tiempo ─insistió, advirtiendo que su reencuentro sería breve.

 

Entraron en un bar que no estaba muy lejos del hospital. El lugar estaba bastante lleno, por lo que tomaron sus consumiciones de pie junto a la barra. De todas formas no estaba en los planes de Sasuke permanecer mucho tiempo allí. Ino no tardó en ponerse a parlotear sobre lo que había sido su vida los últimos diez años. Al parecer en un principio decidió seguir los pasos de su padre, aunque actualmente no ejercía como psicóloga. Desde el año pasado la rubia había preferido montar un negocio propio: una floristería. Además le contó que había pasado algunos años en Estados Unidos.

 

La primera vez que hizo el intento de marcharse, ella propuso acompañarle, por lo que prefirió quedarse un rato más. Miró su reloj un poco exasperado, comprobando que llevaban allí poco más de media hora e Ino parloteaba incesante, como el día que se conocieron.

 

─El caso es que cuando salía de la ducha el teléfono empezó a sonar, y cuando fui a contestar, resbalé porque iba mojada y me caí ─explicaba, mostrándole su dedo vendado. Sasuke sólo respondió con un ruidito─. ¿Y bien?, ¿qué ha sido de ti en este tiempo? ─curioseó con una sonrisa.

 

Sasuke abrió la boca dispuesto a contar lo mínimo de la forma más resumida posible. No es como si ella y él hubieran sido amigos como para ahora tratarse con esas confianzas. Sí, se acostaron algunas veces, ¿y qué? Eso ya pasó, no les convertía en nada.

 

Entonces su teléfono empezó a vibrar y sonar. Sasuke estaba casi totalmente seguro de que se trataba de Naruto, y no se equivocó. Disculpándose con ella, se alejó un par de pasos mientras contestaba la llamada.

 

─¡Teme! ─Escuchó al instante el reproche de su novio─. ¿Dónde estás? ¿Tienes idea del tiempo que llevo esperándote?

 

Los ojos negros de Sasuke se movieron con disimulo, observando de soslayo a la rubia como si sólo fuera una piedra en el camino.

 

─Me ha surgido un imprevisto ─respondió sereno, sin inmutarse por el insulto.

 

Entonces Naruto relajó su actitud, mostrándose comprensivo. Percibió algo de bullicio de fondo, así que asumió que Sasuke debía seguir en el hospital.

 

─Entiendo. ¿Mucho trabajo’ttebayo? ─Antes de recibir respuesta, retomó la palabra─. No te preocupes, podemos vernos más tarde o mañana.

─Te llamaré cuando me desocupe.

─Está bien, pero toma tu trabajo con calma. Mientras iré al parque, Kiba, Lee y los demás me dijeron que hoy jugarían.

─De acuerdo.

 

Hubo un breve silencio en el que pensó que Naruto se despediría entonces, pero no fue así.

 

─Lo siento, Sasuke. Por hacer ese viaje a Suna ahora tienes trabajo acumulado.

─No seas idiota. Te dije que quería ver el mar, así que no lo hagas sonar como si esto fuera culpa tuya.

 

Naruto soltó una suave risa, comprendiendo que Sasuke no quería que se sintiera culpable a pesar del tono algo tosco que empleó al decirle aquello. Ahora sí se despidieron y él colgó, regresando con Ino.

 

─¿Tu novia? ─No tardó en preguntar ella en cuanto estuvo a su lado.

‹‹Mi novio››, la corrigió en su mente, pero no quiso darle explicaciones─. Tengo que irme, se me ha hecho tarde.

─Está bien, pero antes… ¿podrías prestarme tu teléfono? Necesito hacer una llamada.

 

Sasuke asintió y se lo prestó, satisfecho por el hecho de que la mujer no hubiera insistido en acompañarle a casa. Mientras la rubia marcaba, él pidió la cuenta por las consumiciones.

 

Apenas habían pasado unos segundos cuando Ino se lo devolvió.

 

─¿Tan rápido?

─No me contestó, pero no importa.

 

Después abandonaron el bar, Sasuke caminando delante sin poder disimular más su prisa por marcharse. Ino se vio obligada a acelerar para poder alcanzarle.

 

─Al final no me has contado nada sobre ti ─protestó cuando estuvieron fuera─. ¿Y si quedamos mañana?

─Estoy ocupado.

─¿Y pasado mañana?

─También. ─Esta vez su respuesta fue tajante, sin mirarla.

 

Sospechando que Sasuke estaba dándole largas para no quedar con ella, se cruzó de brazos y le miró con sospecha.

 

─¿Y si me pasas tu número de teléfono y te llamo otro día?

 

Suspirando, el pelinegro finalmente la encaró con parsimonia, dispuesto a ser claro. Le estaba molestando su insistencia.

 

─Lo que hubo entre nosotros hace diez años no nos convierte en amigos. ─Alzó una mano, pidiéndole guardar silencio para no ser interrumpido cuando vio que tenía intenciones de hablar─. Y por si te lo estás planteando, no tengo intención de recuperar lo que tuvimos. Eso quedó en el pasado.

─¿Siempre eres tan directo? ─preguntó sin inmutarse demasiado por las palabras de su acompañante.

 

Sin más que decir, Sasuke se encogió de hombros y se marchó.

 

─Hasta nunca, Ino ─se despidió. No recibió respuesta, pero no le importó en absoluto.

 

Caminó con cierta prisa hacia su apartamento. Una pequeña parte de él había deseado encontrar a Naruto esperándole todavía en el pasillo a pesar de que le dijo que iría al parque. Ordenó su mochila, se dio una ducha refrescante y se dirigió al parque. No le apetecía estar rodeado de los amigos mocosos de Naruto, pero todo fuera para estar con él al menos un rato.

 

Al llegar al lugar donde siempre jugaban sus partidos, no encontró rastro de Naruto o sus amigos. Las pequeñas gradas estaban vacías, y el campo era ocupado por un grupo de niños que rondarían los ocho años.

 

─¿Dónde demonios se ha metido? ─se susurró confundido, sacando su teléfono y marcando el número de su novio, pero éste aparecía como apagado.

 

¿Dónde estás?

 

Esperó unos minutos para ver si recibía respuesta a su mensaje, pero ésta jamás llegó. Gradualmente, un tic comenzó a asaltar su ceja derecha. ¿Naruto le había engañado pensando que no podría reunirse con él? ¿Dónde estaba en realidad?

 

Cansado de esperar una respuesta que no llegaba, se dirigió a su apartamento.

 

No fue hasta casi dos horas después, mientras preparaba la cena, cuando recibió una llamada de Naruto.

 

─¡Sasuke! ─exclamó animado, contento al poder escucharle de nuevo.

 

Pero no podía decirse que Sasuke estuviera precisamente feliz en ese momento.

 

─¿Dónde demonios estabas? ─cuestionó con forzada serenidad.

─Como te dije, fui al parque…

─Mientes ─interrumpió empleando esta vez un tono agrio. El hecho de confirmar que Naruto le estaba mintiendo le irritaba.

 

El rubio guardó silencio un instante, confundido al percibir la tensión incluso a través de la línea telefónica. Sasuke parecía estar molesto por algo.

 

─Déjame terminar dattebayo. Fui al parque, pero cuando llegué todos estaban hablando sobre ir al cine. Shikamaru llamó a Temari, yo llamé a Gaara…

─Gaara… ─rumió el nombre en un siseo.

─Y hemos visto una de esas películas de acción… de robots. Aunque a Hinata y a Sakura-chan no les agradó mucho, pero a Temari sí. ─Rió─. Esa mujer es extraña. ¡Oh! ─exclamó de pronto─. ¿Y sabes otra cosa extraña? Kiba estaba repentinamente meloso con Hinata, quiero decir, se ofrecía a comprarle cosas e incluso le guardó un asiento a su lado. Kiba nunca es tan atento. Nunca ─recalcó─. Después Neji le dijo algo sobre que no quería ver buitres cerca de su prima y Kiba no volvió a acercarse a Hinata…

 

En algún momento Sasuke se desconectó del parloteo de Naruto. No le interesaba saber qué película habían visto, a quién le había gustado y a quién no, ni siquiera le interesaba saber que Hinata y ese Neji eran primos o si el tarado de Kiba empezaba a babear por Hinata… ¡No quería saber nada de eso!

 

Conteniendo un insulto, colgó sin decir nada y dejó caer el teléfono sobre la encimera de mala manera. Él preocupado intentando arañar algo de tiempo libre para pasarlo con Naruto, y ese idiota a la menor oportunidad le daba de lado para irse con sus amigos los mocosos.

 

El teléfono volvió a sonar. De nuevo era Naruto. Simplemente descolgó pero no dijo nada.

 

─¿Sasuke?, ¿se cortó la llamada?

─Deja de molestarme, hormona con patas, tengo cosas importantes que hacer ahora mismo.

 

Al otro lado de la línea Naruto arrugó profundamente el entrecejo. ¿A qué venía aquello?

 

─Si mi llamada te molesta podías habérmelo dicho desde el principio, idiota ─farfulló─. Además, yo sólo te he llamado porque tú me has llamado primero.

─Quedamos en que te llamaría, ¡usuratonkachi! ─Apretó el teléfono en su mano.

 

En el fondo trataba de asegurarse a sí mismo que su reacción estaba siendo exagerada, que no tenía que sentirse así de enfadado, pero viejos fantasmas regresaban a él.

 

¿Y si Naruto se estaba cansando de él y prefería retomar el tiempo con sus amigos? Todos esos idiotas tenían la edad de Naruto, estaba claro que entre ellos se entendían mejor.

 

Y luego estaba ese Gaara. ¿Se podía odiar a alguien sin conocerle? Porque él podía asegurar que detestaba ese nombre y su presencia recurrente en la vida de Naruto.

 

¿Acaso nunca se iba a sentir seguro en su relación con ese tonto? El propio Naruto le había asegurado que ese Gaara no es gay. Pero eso no impedía que a Naruto pudiera gustarle.

 

─Perdón. ─La voz algo acelerada de su novio le hizo salir de sus pensamientos─. Pensaba que no me llamarías al final, como desde el lunes has tenido tanto trabajo… Por eso me fui sin avisarte. ─Hizo una breve pausa, esperando escuchar alguna respuesta que no llegaba─. No te enfades’ttebayo ─pidió arrepentido─. Me gustaría ir a verte, pero ya es tarde y casi vamos a cenar. Mis padres no me dejarán salir. Pe-pero podemos hablar sobre lo que hemos hecho estos días. ¿Te parece?

─…bueno ─fue todo lo que dijo, escuchándose algo más sereno.

─¡Bien! Empieza tú. ¿Qué has hecho estos días?

─Trabajar.

 

Naruto asintió enérgico al otro lado de la línea, esperando escuchar más. Caminó por su habitación y finalmente se dejó caer boca arriba en la cama. En un movimiento inconsciente, mientras escuchaba la pausada respiración de Sasuke al otro lado, paseó su mano libre por el borde del pantalón, meditando si masturbarse mientras escuchaba la voz de su novio. Ni loco le preguntaría, sabía que Sasuke se negaría en redondo y le reñiría mientras le tachaba de pervertido o como él decía: una hormona con patas.

 

─¿Y…? ─Le animó a continuar mientras introducía la mano dentro del pantalón─. ¿Qué más?

─Nada más.

─Ugh… ─masculló. Vaya forma de cortar el momento, pensó alejando la mano de su entrepierna─. Qué aburrido.

 

Aunque el comentario fue dicho sin maldad, fue como una patada para Sasuke. Hasta hace un escaso momento se había estado preguntando si quizá empezaba a resultarle aburrido a Naruto, y ahora él decía eso.

 

─Bien, en ese caso te contaré qué hice yo. El lunes fue tedioso, mamá me arrastró al centro comercial a comprarme ropa porque la mía empieza a quedarme pequeña. Peleamos un poco por diferencia de opiniones, ya sabes… No me gusta que mi madre quiera comprarme ropa como si fuese un niño de diez años, ¡tengo mi propio estilo! Pero se me ocurrió llamar a Gaara para que me acompañara, y al final mamá me dio el dinero y yo pude comprarme lo que quise mientras ella se fue con tu madre a hacer sus propias compras.

 

Un tic asaltó una de las cejas de Sasuke. ¿Así que Naruto pasó el lunes con Gaara?

 

─Ayer todos pasamos el día en la piscina dattebayo. ¡Fue muy divertido! ─Rió─. Tomamos muchas fotos. Gaara terminó con la espalda tan roja como su cabello, su piel es bastante blanca y…

 

¿El martes también lo pasó con Gaara? La mandíbula se tensó ante el enojo que comenzaba a burbujear en su interior. Gaara, Gaara, Gaara… ¿¡acaso no sabía hablar de otra cosa!?

 

─Y hoy, como ya dije, he ido al cine con mis amigos…

─Naruto, tengo que colgar ─interrumpió repentinamente, empleando un tono algo seco─. Adiós ─Y dejando al otro con la palabra en la boca, colgó.

 

De nuevo dejó caer el teléfono sobre la encimera con desdén. No le importaba si se rompía o la pantalla se quebraba. Sólo podía pensar en la actitud de Naruto, su actitud despreocupada. Al parecer se lo había pasado de lo lindo sin él, con sus amigos de aquí para allá. Mientras que él no había dejado de pensar en Naruto, sintiéndose ahora idiota por ello.

 

El teléfono volvió a sonar, crispándole los nervios. Raudo respondió dispuesto a decirle una sarta de groserías para que le dejara en paz.

 

─¡Deja de incordiarme con tus llamadas, grandísimo idiota…!

 

Pero una exclamación de sorpresa con voz femenina le hizo enmudecer. Por un instante fugaz se sintió incómodo pensando que era su madre, pero al alejar el teléfono y mirar la pantalla, vio un número desconocido.

 

─Para alegría tuya, no soy el “grandísimo idiota” que esperabas.

 

Al instante Sasuke reconoció esa voz.

─Ino ─musitó sin poder disimular la sorpresa.

 

****

 

Por otro lado, Naruto miraba perplejo el teléfono en su mano. No entendía nada. ¿Qué le pasaba a Sasuke? Quizá había tenido un mal día, tal vez estaba estresado por el trabajo, ¡pero no tenía derecho a pagarlo con él!

 

Ya se había disculpado con Sasuke, ¿qué más quería ese teme?

 

─Hay veces que realmente no te entiendo’ttebayo ─le habló al teléfono, como si éste fuera Sasuke.

 

La puerta de su habitación se abrió, mostrando a Kushina.

 

─Hora de cenar ─comentó sonriente.

─Ah… sí.

 

Para la pelirroja no pasó desapercibido el repentino desgano con el que Naruto dejaba el teléfono sobre la mesa de noche y se incorporaba. Parecía meditar algo en profundidad. Extrañada se acercó.

 

─¿Ocurre algo’ttebane?

─No, nada.

 

Pero ella insistió al no creerle. Hacía un momento Naruto había llegado a casa sonriente, comentándole que había pasado la tarde con sus amigos y que se había divertido con ellos. ¿Y ahora quería que creyera que no le pasaba nada viéndole así? De ninguna manera. Aquella seria expresión no podía haber surgido de la nada.

 

─Naruto, ¿no confías en mí?

 

El rubio sacudió las manos y negó con la cabeza. No quería hacer sentir mal a su progenitora. Retrocedió un paso y volvió a sentarse en la cama.

 

─S-sólo pensaba en… ─balbuceó, inventando una mentira sobre la marcha─… ¡en Shikamaru!

─¿Te gusta Shikamaru?

─¡¿Qué?! ─casi gritó, palideciendo ligeramente con la simple idea─. ¡De ninguna manera dattebayo!

 

La mujer suspiró, sintiéndose por momentos más intranquila y con la curiosidad picando en su interior.

 

─¿Entonces?

 

Naruto guardó un pequeño silencio, hilando una nueva mentira en su cabeza. Había mentido tantas veces a sus padres que empezaba a sentirse realmente miserable. Pero no tenía otra opción. No podía contarle que Sasuke era su novio y que a veces no entendía sus enojos. Aunque por otro lado, hablando con un adulto tal vez le ayudaría a comprender a otro adulto. Pero no podía decirle aquello.

 

─Shikamaru tiene una novia… ─Una pequeña risa de su madre le hizo detenerse─. ¿Qué?

─¿Ese amigo tuyo, el rey de la pereza, ha conseguido una novia? ─preguntó incrédula.

─Sí. ─Rió ligeramente─. Es la hermana mayor de mi amigo Gaara. Se llama Temari.

─¿Y eso te tiene con esa cara? ─cuestionó al no escuchar nada más.

 

El adolescente meditó cómo exponer su preocupación sin ser descubierto. Todavía recordaba su metedura de pata en la azotea del instituto, cuando sin querer les hizo saber a sus amigos que tenía novio y que éste no quería desvirgarle.

 

─Temari es un poco mayor que Shikamaru, y a veces él no entiende el comportamiento de Temari.

 

Intrigada, Kushina tomó asiento junto a su retoño.

 

─¿Podrías ser más específico, hijo?

─Últimamente Temari no tiene mucho tiempo para dedicárselo a Shikamaru, aun así ella parece enfadarse si Shikamaru pasa tiempo con sus amigos ─habló algo rápido, rogando no haber metido la pata─. Si de todas formas Temari no puede estar con Shikamaru, ¿qué hay de malo en que él esté con sus amigos? ─Finalizó, mirándole suplicante por obtener una respuesta que aclarara la confusión en su cabeza.

 

Que recordara no había hecho algo para lastimar o enojar a Sasuke. Al menos no a posta. Y de cualquier forma se había disculpado. A veces Sasuke le sacaba de quicio con su hermetismo, su manía por lo correcto y su exagerada prudencia. ¿Por qué no se relajaba un poco y se dedicaba a vivir el presente? Los adultos realmente a veces eran unos amargados. Naruto se prometió en ese instante que él no sería así cuando alcanzara la edad adulta.

 

─Quizá… ─comenzó a decir Kushina, llevándose pensativa un dedo a la barbilla─. Tal vez la muchacha está celosa, o se siente desplazada por ti y el resto de tus amigos.

─¡Pero si yo…! ─Rápidamente se corrigió─. Shikamaru pasa con Temari todo el tiempo que ella puede dedicarle. Y además, ¿celosa por qué? No tiene sentido.

─Tal vez no, después de todo yo no estoy dentro de tu grupo de amigos para ver cómo está la situación. Pero sería una posibilidad que la chica estuviera celosa de Sakura, o alguna chica de vuestro círculo. O tal vez ella no se siente querida por ti y tus amigos. Pueden ser muchas cosas, Naruto. Lo mejor sería que ellos dos lo hablen, ¿no te parece?

 

Naruto dibujó un intento de sonrisa en sus labios y asintió. Seguía igual de confundido con la actitud de Sasuke que antes de hablar con Kushina. Era imposible que Sasuke estuviera celoso, y mucho menos que no se sintiera querido por sus amigos. Es decir, Sasuke no caía especialmente bien a sus amigos, pero no era como si su novio se hubiera mostrado afectado alguna vez por ello, al contrario, parecía importarle un comino.

 

Pero su madre tenía razón, lo mejor sería hablarlo con Sasuke.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Gracias por leer! :D

Importante: Me gustaría recordar de nuevo que la mayoría de edad en Japón es a los 20 años.

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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