Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años: 

Takaita Hiwatari

Capítulo 39: “Un día especial”:

 

En cuanto las clases finalizaron, Naruto recogió su pupitre y a toda prisa se marchó. Se moría de ganas por ver a Sasuke, ansiaba pasar el día con él, quería ver si su novio le había preparado alguna sorpresa como regalo de cumpleaños. Fuera lo que fuera lo que le obsequiara, estaba seguro de que le iba a encantar.

 

Apenas abandonaba el edificio cuando fue alcanzado por Shino y Gaara.

 

—Naruto, espera —llamó el pelirrojo.

 

El nombrado giró, encarándoles curioso.

 

—Chicos, tengo algo de prisa’ttebayo. ¿Ocurre algo?

—¿Qué planes tienes para hoy?

 

Antes de que Naruto pudiera responder, Shino tomó la palabra.

 

—Entre todos estábamos planeando una fiesta sorpresa para ti, pero Sakura nos dijo el otro día que en tu cumpleaños ibas a estar muy ocupado y que mejor dejáramos la fiesta para mañana.

 

Gaara le dedicó una seca mirada a Shino antes de suspirar y volver a encarar al rubio.

 

—Dejémoslo en que es una fiesta, porque de sorpresa ya no tiene nada. —Naruto rió ante su comentario, provocando que sus comisuras se curvaran de forma sutil y su expresión se relajara. El ánimo de su amigo era contagioso—. ¿Qué planes tienes para hoy? —insistió.

 

Naruto se apresuró a idear una excusa creíble. La única persona que sabía que hoy tenía previsto pasar el día con Sasuke era Sakura, por eso ella se apresuró en cubrirle las espaldas y poner como pretexto que él estaría ocupado ese día. ¡Pero Sakura podría haberle dicho algo y haberle puesto sobre aviso!

 

—Eh… lo cierto es que hoy voy a pasar el día con mis padres y… unos parientes lejanos dattebayo. ¡Pero mañana iré encantado a esa fiesta! —exclamó ilusionado—. Si todavía sigue en pie la idea, claro.

—Por supuesto —respondió Gaara al instante, siendo secundado por Shino que agitó la cabeza en un movimiento afirmativo.

—¡Sois los mejores! —exclamó efusivo, rodeando a cada amigo con un brazo en un abrazo enérgico—. ¡Gracias!

 

Sin más les soltó y tras despedirse se marchó corriendo, sin percibir el sutil rubor en las mejillas de Gaara. No quería hacer esperar a Sasuke, después de todo se había tomado el día libre por él. Lo tenía todo calculado. Les dijo a sus padres aquella mañana que pasaría la tarde con sus amigos, y la noche en casa de Shikamaru, así que el día antes había dejado en casa de Sasuke una muda limpia del uniforme y ropa interior, y un cepillo de dientes.

 

Minato hizo un pequeño mohín de desilusión que le estrujó el corazón. Su padre había esperado que pasara parte de la tarde y la noche en casa, con ellos. Por otro lado, Kushina le animó a divertirse siempre y cuando no hiciera alguna tontería, o si no, no le dejaría salir de casa en un mes.

 

Sonrió ilusionado, recordando que desde aquel día del cumpleaños de Juugo, las cosas parecían haberse estabilizado. Su novio y él habían llegado a un acuerdo en los días anteriores: Naruto relajaría un poco su tono pervertido y acosador, y a cambio Sasuke prometía dar su mejor esfuerzo y ser más abierto y expresivo con él. Naruto dejaba un poco de lado su impulsividad y Sasuke su orgullo para llegar a un equilibrio que pudiera satisfacer a ambos.

 

De cualquier forma, saber que finalmente iban a hablar con sus madres sobre su relación, le había hecho sentirse realmente tranquilo y seguro. Ya no le preocupaba aquella supuesta “novia” de Sasuke. Que los compañeros de trabajo de Sasuke creyeran lo que les diera la gana, él era suyo.

 

Se detuvo frente la puerta del apartamento, respirando jadeante por la carrera. Impaciente por recibir una felicitación de su pareja, se apresuró en sacar la llave y abrir. Su corazón bombeaba lleno de alegría al recordar que aquel era el primer cumpleaños que celebraba junto a Sasuke, y esperaba que no fuera el último. Quería pasar el resto de sus días con ese teme que se las daba de adulto pero que a veces era hasta más infantil que él.

 

—¡Estoy en casa! —exclamó nada más entrar, pero en la sala no había nadie—. ¿Sasuke?

—Aquí.

 

La voz provino de la habitación. Al entrar, vio a Sasuke tomando una fina chaqueta de entretiempo del armario y colocársela. Al instante sus ojos viajaron a los firmes glúteos de su pareja enfundados en unos vaqueros ceñidos. Se obligó a alzar la mirada cuando el mayor giró y caminó hacia él. Sin cuidado lanzó la mochila en el suelo, cansado de ella. Con ilusión sonrió y abrió los brazos para recibirle con un abrazo cuando vio que se acercaba con intención de darle un beso.

 

Se sentía como un niño pequeño, esperando ansioso ser felicitado. Pero Sasuke era el único que le hacía sentirse de esa forma.

 

Sus labios se encontraron en un suave beso. Sasuke correspondió el abrazo, estrechando el cuerpo de su pareja contra el suyo. Naruto soltó una risilla floja en medio del beso, percibiendo mariposas en el estómago y un suave calor en las mejillas. Era tonto avergonzarse sólo porque Sasuke tomara la iniciativa, pero no estaba acostumbrado del todo a aquello.

 

—Feliz cumpleaños, Naruto —murmuró, alejando sus rostros una corta distancia.

 

Acto seguido, Naruto pudo jurar que de sus orejas había salido humo a la par que su rostro se encendía en un evidente sonrojo que trató de ocultar enfocando la mirada en el suelo.

 

—Gracias dattebayo —respondió esbozando una boba sonrisilla de felicidad. Le gustaría detener el tiempo en ese instante y estar así, abrazados por mucho, mucho tiempo.

 

Pero no todo duraba eternamente. Con cierto desgano, Sasuke le soltó y caminó a la sala.

 

—Vamos —le dijo.

—¿E-eh? ¿A dónde? —preguntó raudo, girando y siguiéndole.

—Vamos a salir. —Se detuvo un momento—. Tengo que darte tu regalo de cumpleaños, dobe.

 

Naruto logró contener un gritillo de emoción y corrió tras Sasuke que ya abría la puerta para abandonar el apartamento.

 

****

 

El silencio en la habitación sólo era roto por los placenteros gemiditos que Naruto dejaba escapar de vez en cuando, cada vez que las expertas manos que se paseaban por su espalda tocaban algún punto que le erizaba el vello de la nuca.

 

—¡Se siente tan bien…! —exclamó gustoso.

 

Un tic sacudió una ceja de Sasuke al ver el espectáculo sonoro que estaba haciendo Naruto al recibir un simple masaje.

 

—Usuratonokachi, cállate —reprendió.

 

Había llevado a Naruto a un balneario. Recordó que él le mencionó que en su cumpleaños había querido regalarle un fin de semana en uno, pero que no pudo por falta de dinero. Pensó que estaría bien pasar algunas horas juntos en aquel lugar, relajados y apartando a un lado los enojos de días atrás.

 

En ese momento ambos estaban en una cálida habitación, cada uno recostado en una camilla y recibiendo un masaje; una pequeña toalla era lo único que cubría su desnudez y sus cuerpos brillaban por los aceites con los que estaban siendo masajeados.

 

—Es la primera vez que recibo un masaje’ttebayo —se excusó. Podía sentir la tensión de su cuerpo esfumándose, era tan agradable…—. Después podemos ir a una de esas piscinas —propuso.

 

Sasuke no pudo responder nada y sólo atinó a rodar la mirada cuando Naruto de nuevo dejó escapar un pequeño gemido. Las manos de su propio masajista estaban más enfocadas en masajear la zona del cuello y los hombros, donde tenía acumulada toda la tensión; mientras que el de Naruto masajeaba la espalda baja de éste. Su mirada se afiló cuando aquellas manos alcanzaron a tocar el inicio de la curvatura de los glúteos, pero prefirió girar la cabeza en sentido contrario. Estaban en medio de un masaje, era normal ser tocados casi en cualquier lugar. Mejor pensaría en otra cosa, como por ejemplo, en que tenía que comprar un par de bañadores en aquel balneario, ellos no había llevado ninguno.

 

Cuando abandonaron el balneario, horas más tarde, el sol estaba ocultándose. Ambos tenían expresiones casi bobaliconas en sus rostros, sintiéndose francamente relajados.

 

—¿Podemos ir a Ichiraku? —Rompió el silencio Naruto.

 

Sasuke miró por un momento su reloj, con disimulo, y después asintió.

 

—Claro, vamos.

 

****

 

—¡Quiero otro chashumen grande con miso! —exclamó Uzumaki.

 

El otro miró en silencio la pila de tazones vacíos. Contando el que acababa de terminar, ya iban cinco, mientras que él sólo había comido uno. ¿Dónde le cabía tanto a ese tonto?

 

—Ni hablar, no vas a comer un sexto tazón —sentenció, volviendo a mirar la hora en su reloj.

—¿Ah?, ¿por qué? ¡Tengo hambre! —protestó.

 

Sasuke alzó ambas cejas en señal de incredulidad. ¿De verdad todavía tenía hambre? Hurgó en uno de sus bolsillos, sacando dinero para pagar la cuenta al siempre amable Teuchi. En cuanto recibió el cambio, tomó a Naruto de la muñeca y le sacó de allí, ignorando sus protestas.

 

—¡Eres un tacaño! —replicó.

—Sólo quiero que guardes un espacio libre en ese pozo sin fondo que tienes por estómago.

—¿Por qué? —preguntó con repentina intriga, ignorando el insulto.

—Voy a llevarte a un lugar más.

—¿Dónde? —Quiso saber de inmediato, pero no recibió respuesta, entendió que probablemente Sasuke quería que fuera una sorpresa.

 

Caminaron por un largo rato mientras Naruto se entretenía relatando cómo había sido su día en la universidad y lo deseoso que se sentía por empezar a ejercer de maestro. Finalizó su monólogo cuando Sasuke se detuvo frente un establecimiento con un cartel que rezaba “Akatsuki”. El nombre le era familiar. Tras pensar un instante, recordó que ese era el local de Konan. Sasuke le habló de él en una ocasión, pero nunca había ido al no saber exactamente dónde quedaba.

 

—¿Vamos a hacerle una visita a Konan?

—Algo así —respondió encogiéndose de hombros, entrando finalmente.

 

Sasuke le indicó la mesa más alejada del bullicio para que fuera a sentarse.

 

—¿Y Konan? —preguntó Naruto buscándola con la mirada, pero sólo vio a dos chicas.

—No sé. Iré a ver si está en la cocina.

 

Naruto asintió, viendo a su pareja hablar por un instante con ambas camareras y después se coló detrás de la barra, yendo a la cocina. Sasuke apenas tardó unos segundos en salir. Estuvo a punto de preguntarle si Konan estaba en la cocina, quería saludarla, pero entonces el pelinegro le interrumpió.

 

—Cierra los ojos, Naruto.

—¿Ah?

—Ciérralos —insistió paciente.

 

El otro sonrió con cierta emoción y no tardó nada en obedecer, expectante por lo que iba a ocurrir.

 

—¿Qué significa esto dattebayo? ¿Acaso me vas a pedir matrimonio? —bromeó, soltando una carcajada—. Mi respuesta es “sí”.

—Serás idiota… —rumió Sasuke, con un sutil rubor en las mejillas.

 

El adolescente se removió inquieto en su silla, escuchando pasos ir y venir junto con algunos golpecitos en la mesa, como si alguien depositara cosas sobre ella. Estuvo tentado a abrir los ojos, pero se contuvo.

 

—¿Ya? —Se impacientó.

—Todavía no —respondió Sasuke, y no volvió a hablar hasta que transcurrieron algunos segundos—. Ahora sí.

 

Al abrir los ojos, una sonrisa se plasmó de inmediato en sus labios al ver la mesa llena de platos que contenían diferentes tipos de pastelillos y galletas, pero los más sorprendente fue, que frente a él estaban sentados dos personas que conocía muy bien.

 

—¡Itachi!, ¡Konan!

 

Entonces una de las camareras se acercó con una ichigo shortcake* en las manos. Naruto se relamió al ver la buena pinta de aquel pastel. Las fresas, brillantes, parecían gritar cómeme. En el centro del pastel había una plaquita hecha con chocolate que decía “Feliz cumpleaños, Naruto”.

 

—¿Todo esto… es para mí? —La sonrisa de emoción no desaparecía de su rostro.

—Por supuesto —respondió Konan—. Feliz cumpleaños.

—Feliz cumpleaños, Naruto-kun —felicitó Itachi, afable.

—Un cumpleaños no es lo mismo sin un pastel después de todo —comentó Sasuke, tomando asiento junto a su novio.

 

Naruto habría saltado encima de su novio en un impulso y le habría llenado de besos de no ser porque la camarera que llevó el pastel les preguntó qué querían para beber. Naruto pidió un chocolate, los hermanos pidieron café y Konan un café con leche.

 

Días atrás Sasuke habló con Itachi y Konan para ver qué podría hacer en el cumpleaños de Naruto, no sé le ocurría nada para comprarle. Al final la conversación le iluminó lo suficiente como para proponerle a Konan hacer un pastel para Naruto y celebrar con ellos en Akatsuki junto a Itachi. Lo del balneario se le ocurrió más tarde, ya que Naruto dijo que lo que quería era pasar el día con él y estar tranquilos… ¿qué mejor sinónimo de tranquilidad que un balneario?

 

De soslayo miró a Naruto, quien degustaba una porción del pastel mientras hablaba entretenido con Itachi y Konan, preguntándoles cómo habían estado el tiempo que no se habían visto y contándoles también cómo le había ido a él.

 

Itachi dedicó una significativa mirada y una sutil sonrisa a Sasuke. Le alegraba que su hermano hubiera arreglado sus diferencias con Naruto. A pesar de que Sasuke estaba callado, en su rostro se notaba que era feliz. No conocía todos los detalles, sólo sabía que de nuevo todo iba bien entre esos dos, y eso le alegraba. Si Sasuke era feliz, él también lo era.

 

Rozaban las diez de la noche cuando Naruto abandonó Akatsuki seguido de Sasuke, no sin antes agradecerles a los tres la agradable sorpresa que había recibido y llevando como recuerdo varias fotografías que había tomado con su teléfono. Se masajeó el estómago, si hubiera comido un poco más, juraría que habría explotado.

 

—Ah… estoy realmente lleno dattebayo.

 

Se abrazó a sí mismo cuando una ligera brisa le hizo estremecerse. Después de todo sólo vestía el uniforme estudiantil y la parte superior era una camisa de manga larga y un ridículo chaleco que detestaba, por suerte no obligaban a usar corbata o pajarita*. La chaqueta la dejó en casa porque durante el día todavía hacía calor, era al ocultarse el sol cuando la temperatura descendía de forma notable.

 

Sasuke percibió aquello. Se dijo a sí mismo que era una buena oportunidad para demostrarle a Naruto sus sentimientos sin necesidad de palabras cursis. Después de todo le había prometido ser más abierto.

 

Se retiró la chaqueta de entretiempo y la colocó sobre los hombros de su novio, sorprendiendo a éste, pero al instante recibió una sonrisa de agradecimiento.

 

—Gracias. —Se interrumpió al reparar en que Sasuke sólo llevaba una camiseta con las mangas hasta los antebrazos. Ahora sería él quien tendría frío—. Pero…

—Estoy bien así. —Se encogió de hombros—. Así que guárdate tus protestas —añadió al ver que Naruto quería decir algo una vez más.

 

En cuanto llegaron al apartamento, lo primero que hicieron fue dejarse caer sentados en el sofá y suspirar a la par ante la comodidad del asiento. Naruto se retiró la chaqueta al ser recibido por la calidez del apartamento.

 

—Estoy cansado —comentó, moviéndose a un lado para acomodar la cabeza en el hombro de su novio—. Pero ha sido un cumpleaños perfecto. ¡Gracias! —Efusivo le abrazó—. Lo recordaré siempre.

 

Una pequeña sonrisa curvó las comisuras de Sasuke, girando para ver el adolescente rostro, pero sólo se encontró con unos rubios mechones que le acariciaron la mandíbula inferior. Respiró hondo y se empujó de nuevo a sí mismo a dejar de lado su parquedad. Naruto lo merecía. Alzó una mano y le palmeó suavemente la cabeza, pero al instante se reprendió; no, eso era lo que siempre hacía. Tenía que ir más allá. Deslizó la mano a lo largo de la espalda, brindando suaves caricias en la parte baja. En respuesta Naruto se apretó un poco más contra él, delatando que aquello le gustaba.

 

—Mañana no podré venir. —Naruto rompió el silencio una vez más.

—¿Por qué?

 

El menor se incorporó para mirarle a la cara desde una corta distancia. Las caricias en su espalda cesaron, la mano se detuvo en uno de sus costados.

 

—Mis amigos van a hacerme una fiesta “sorpresa”. —Simuló las comillas con ambas manos—. Por mi cumpleaños —agregó lo obvio.

—Entiendo. —Asintió. Era normal que ellos también quisieran celebrar con Naruto.

—Ojala pudieras venir con nosotros…

—No te preocupes por eso ahora. Diviértete con los mocosos

—¡No son mocosos! —replicó con falso enojo—. Muchos ya tenemos dieciocho.

 

Sasuke se encogió de hombros, manteniéndose en su postura. En el grupo de amigos de Naruto, según había observado, los únicos que parecían más maduros eran Shikamaru y ese otro muchacho de largos cabellos castaños… si no recordaba mal se llamaba Neji. Los más infantiles eran sin lugar a dudas el engendro de ojos saltones llamado Lee, Kiba y Naruto.

 

—Lo que tú digas. —Naruto masculló un “tonto” que Sasuke alcanzó a escuchar pero ignoró. Ese mocoso deslenguado le faltaba al respeto cada vez que se le antojaba—. Por cierto, deberías ir a dormir o mañana no te podrás concentrar en tus clases.

—¿No me acompañas? —Compuso un estudiado mohín infantil, tratando de ablandar a su pareja para que fuera con él.

—Después.

 

El otro finalmente se encogió de hombros con resignación. Aprovecharía ese momento a solas en la habitación para hacer unos ejercicios de matemáticas que tenía que entregar para el día siguiente, después de todo no era tan tarde.

 

—Está bien. Pero quiero mi beso de buenas noches.

 

Sasuke respondió con un suspiro de falsa resignación. Ese bobo parecía no poder vivir sin un beso de buenas noches y buenos días, aunque sabía que eso sólo era una simple excusa para obtener un beso.

 

Le encaró y le pellizcó una mejilla como si de un niño pequeño se tratara, soltando una suave risa al ver a Naruto fruncir los labios y el entrecejo como respuesta, ofendido. Después le tomó del mentón y le alzó un poco el rostro, presionando sus tensos labios un par de segundos. Apenas se alejó unos centímetros cuando Naruto le sostuvo el rostro entre sus manos y volvió a propiciar un acercamiento. Sus labios se acariciaron lentamente, tomándose su tiempo esta vez. Cuando Naruto intentó alejarse, fue Sasuke quien le buscó en esta ocasión, compartiendo un nuevo beso algo más fogoso, con sus lenguas siendo participes.

 

Las manos de Naruto descendieron hasta los hombros de Sasuke a la par que las manos de éste volvieron a posarse en su espalda, queriendo mantenerles cerca. Pero la postura era incómoda para el rubio que no quería alejarse de momento. Tanteó la posibilidad de sentarse sobre las piernas de su pareja, pero no quería incomodarle con sus atrevimientos, se lo había prometido. Se movió inseguro, con intenciones de sentarse sobre él pero sin hacerlo finalmente, y Sasuke, al notarlo, estrechó el abrazo y de un suave pero firme tirón le atrajo, invitándole a hacerlo.

 

Naruto no necesitó que se lo repitiera de nuevo y pasó una pierna sobre las contrarias, quedando sentado a horcajadas. Alejó sus bocas una escasa distancia, relamiéndose el labio inferior. Ambos respiraban un tanto sofocados, con las mejillas sonrosadas.

 

—Ese sí que ha sido un buen beso de buenas noches.

 

El adulto sólo dejó escapar un sutil ruidillo a modo de sonrisa divertida. En un acto inconsciente, sus manos descendieron hasta las caderas, acariciando despacio. Se observaron en silencio unos segundos, acercándose una vez más para fundir sus labios en un nuevo beso. Naruto no pudo contener las ganas de imprimir su anhelo en aquel ósculo, buscando más contacto entre sus cuerpos.

 

Perdió por completo la concentración y alejó aturdido sus rostros de forma inesperada cuando una mano de Sasuke propinó un sutil apretón en uno de sus glúteos y después le atrajo un poco más de nuevo.

 

Soltó una pequeña risilla en un intento de disimular la vergüenza que eso le provocó, pero no podía ocultar el color de sus mejillas.

 

—¿Quién es la hormona con patas en esta ocasión? —preguntó juguetón, rodeándole el cuello entre sus brazos, quedando tan cerca que sus narices se rozaban.

—Me lo has contagiado —se excusó inmutable.

 

Pero Naruto estaba tan feliz que en vez de replicarle, de sus labios brotó una sincera carcajada. Era evidente que Sasuke estaba cumpliendo su promesa de intentar ser más abierto y expresivo con él, desde entonces los momentos en que se prodigaban mimos habían aumentado. Aquel momento no era la excepción, se mantenían tan cerca y tan firmemente abrazados que parecían querer fundirse en uno.

 

Su pecho estaba henchido de gozo. Por fin su relación con Sasuke parecía haber encontrado un equilibrio que hacía sentir bien a ambos.

 

Sumido en sus pensamientos, se entretuvo toqueteando los negros cabellos de la nuca, eran suaves. Una mano se deslizó por el contorno de la mandíbula inferior, trazando un lento camino para deslizarse después por el cuello, pasando por la zona del pulso; podía apreciar que a pesar de su rostro impasible, el corazón de Sasuke bombeaba con viveza.

 

Sin proponérselo, gradualmente sus manos se aventuraron más y más, y aquello pareció animar a Sasuke a hacer lo mismo, atreviéndose además a repartir sutiles besos en el bronceado cuello. Cuando las caricias empezaron a ganar terreno y se dieron bajo la ropa, Naruto se forzó a detenerles en un momento de lucidez, dedicándole una sonrisilla afectada a los confundidos ojos negros.

 

—Suficiente por hoy —pronunció casi en un balbuceo, palmeando los hombros de Sasuke un poco tosco. Estaba sofocado. Su piel cosquilleaba por cada lugar que Sasuke había tocado y besado—. Ya sabes… no quiero que mañana me evites, no quiero volver a lo de antes. Es mejor parar. —Al ver que Sasuke se mantenía mirándole, en silencio y pensativo, añadió—. ¿Estás de acuerdo?

 

Continuó sin decir nada un momento más, meditando la cuestión de Naruto. Entendía lo que su novio le proponía, y semanas atrás le habría parecido perfecto, incluso no habría dudado en estar de acuerdo y detener todo, pero… Suspiró. Pensándolo detenidamente, desde que ambos llegaron a aquel acuerdo en el que Naruto frenaría su espíritu de hormona con patas y a cambio él daría un poco más de sí, parecían haber encontrado el equilibrio que hasta ahora les había faltado. Naruto estaba más cómodo, más relajado; él también.

 

Nunca lo habría creído posible, pero las cuestiones morales que le agobiaban parecían pesar un poco menos. Después de todo, ya se habían tocado una vez y ninguna de sus suposiciones fatalistas había ocurrido. El secreto continuaba a salvo. Si de nuevo se tocaban un poco y lo mantenían entre ellos, todo estaría bien.

 

¿A quién pretendía engañar? Su cuerpo anhelaba sentir de nuevo el de Naruto, su calidez, escucharle gemir su nombre y hacerle tocar el cielo de nuevo.

 

Su estricta moral se estaba quebrando, y no sabía decir si eso era bueno o malo. ¿Dónde estaba el Sasuke que se prometió no tocar a Naruto de forma indebida hasta que éste fuera mayor de edad? Probablemente estaba cansado de actuar como si el adolescente sobre él no le provocara la gran cosa.

 

—¿Sasuke? —insistió curioso.

 

El nombrado parpadeó, abandonando su retahíla de pensamientos.

 

—No huiré esta vez.

—Entiendo —respondió—. Será mejor que paremos aquí… —Apenas hizo amago de incorporarse cuando procesó aquellas palabras—. ¿Qué has dicho? —Quiso asegurarse.

 

Sasuke suspiró, tentado a dejar caer su puño sobre la cabeza hueca de su novio.

 

—No volveré a actuar como un niño, no huiré —insistió.

 

Naruto sonrió ladino.

 

—¿Así que reconoces que te comportaste como un niño? —Le pellizcó una mejilla como si de uno se tratase. El otro alejó el contacto con un brusco manotazo, sin responder lo obvio—. Entonces… ¿podemos continuar con lo que hacíamos? —preguntó prudente, no quería meter la pata.

 

El pelinegro asintió en silencio, provocando una ancha sonrisa en su acompañante.

 

—Pero… —añadió Sasuke con determinación—. Todo esto debe ser un secreto entre nosotros, nadie puede saberlo.

—Claro, claro… —Una sonrisa nerviosa bailó en sus labios—. No contaría algo así, ¿por quién me tomas’ttebayo?

 

Bajo ningún concepto Sasuke debía enterarse de que Sakura sabía que ellos ya se habían tocado antes. Probablemente Sasuke no entendería que se vio forzado a contárselo para poder recibir un buen consejo. Lo bueno es que confiaba plenamente en que ella lo mantendría en secreto. Sakura nunca le había fallado, por algo era su mejor amiga.

 

—Más te vale, dobe. —Le dedicó una fugaz mirada amenazante que intimidó ligeramente a su acompañante.

 

Tratando de disimularlo, Naruto se alejó un poco y compuso una sonrisa.

 

—¡Quiero repetir lo de la otra vez! No he parado de soñar con ello.

 

Sasuke no dijo nada, sólo se limitó a sostenerle de las caderas con intención de atraerle y propiciar un encuentro entre sus bocas, pero Naruto lo evitó y se alejó por completo hasta ponerse de pie, dejándole confundido.

 

—Será mejor que me quite la ropa, no quiero tener que darle explicaciones a mi madre sobre el uniforme manchado de ya-sabes-qué.

 

Ambos soltaron una risilla cómplice, la de Sasuke apenas audible.

 

Sin miramiento Naruto se desprendió del odioso chaleco de punto y lo lanzó al otro extremo del sofá. Después desabotonó la camisa en sentido descendente mientras tarareaba alguna absurda canción entre risas y contoneaba las caderas. Sasuke rodó la mirada, pero no pudo evitar reír también por lo payaso que podía llegar a ser su novio. Aquella risa, sincera y fresca, distrajo a Naruto de sus tonterías y le hizo clavar la mirada en el rostro jovial de Sasuke, no muchas veces tenía oportunidad de verle así.

 

—¿Qué? —preguntó el pelinegro al notar que le miraba ensimismado—. ¿Necesitas ayuda, cabeza hueca?

 

Sin esperar respuesta alargó un brazo y le tomó de la camisa, atrayéndole con tal firmeza que Naruto se vio obligado a apoyar una rodilla en el sofá para no caerle encima. Sus manos no se movían tan hábiles como le gustaría mientras terminaba de desabotonar la camisa de Naruto, pero después de todo no es como si estuviera acostumbrado a desnudar a un hombre.

 

Mientras Naruto se desprendía de la camisa, se acercó sin titubear al bronceado torso. No pudo evitar deslizar la lengua por sus labios, en anticipación, antes de repartir besos en uno de los pectorales a la par que sus manos se hacían con el cierre del pantalón. No pudo verlo, pero su acción provocó que los movimientos de Naruto se volvieran torpes cuando terminaba de retirarse la prenda y la lanzaba junto al chaleco.

 

El adolescente rió al pensar que Sasuke parecía haber esperado aquello tanto como él, era agradable saberse deseado una vez más. A regañadientes posó las manos en sus hombros y le alejó cuando los labios que recorrían su torso se habían atrevido a capturar uno de los pezones. Su piel de nuevo hormigueaba, pero trató de aparentar un rostro inmutable mientras se retiraba el calzado, los calcetines y el pantalón; sin embargo, sus mejillas rojas y sus torpes movimientos delataban cómo se sentía realmente: nervioso y empezando a avergonzarse.

 

La atmosfera de jugueteo y seducción se evaporó para Sasuke en cuanto vio la ropa interior de Naruto, tan horrorosa como siempre. Ese pantaloncillo azul estampado por doquier con estrellas de un horrendo amarillo le causaría pesadillas a cualquiera. Se dijo a sí mismo que debería de haberle dado como regalo de cumpleaños a Naruto cantidades industriales de ropa interior, de esa que la gente normal usaba, y no esas horteradas que le gustaba lucir a él.

 

Se juraba que si algún día en el futuro lograba formar una vida junto a Naruto y vivir bajo el mismo techo, sí o sí haría que usara ropa interior que no le causara dolor de ojos y posibles pesadillas.

 

Ignorando todo aquello, Naruto se miró a sí mismo y después al otro.

 

—¿Qué?, ¿te gusta? —Refiriéndose a la ropa interior. Después dio una vuelta sobre sí mismo, revelando que en la parte de atrás había una gran estrella con carita feliz.

—Quítate eso —masculló—, me duelen los ojos con sólo verlo.

 

Ofendido, un tic estremeció una de las rubias cejas.

 

—Mientes —sentenció cruzándose de brazos—. Lo que pasa es que eres un pervertido y te mueres por verme desnudo’ttebayo —picó, soltando una sonrisa de victoria al ver un suave rubor aparecer en el serio rostro del otro.

—No te creas la gran cosa, usuratonkachi, y ven aquí —ordenó.

 

Sin querer prolongar más la espera, y sólo porque ansiaba estar entre los brazos de ese teme amargado, Naruto no replicó más y llevó las manos al elástico del holgado pantaloncillo. Titubeó un poco, la fija mirada de Sasuke le provocaba vergüenza; finalmente tragó saliva y con rápidos movimientos se deshizo de él. Antes siquiera de avanzar un paso, buscando que Sasuke le transmitiera seguridad con su cercanía, éste ya había extendido una mano hacia él, invitándole.

 

Presto aceptó la invitación y volvió a acomodarse sobre los muslos del mayor, abrazándole un momento para reunir seguridad en sí mismo.

 

—Todavía no me creo que una hormona con patas como tú sienta vergüenza —susurró. Sus manos no habían tardado en pasearse en lentas caricias a lo largo de la espalda, una y otra vez.

—Y yo no puedo creer que sea el único que está desnudo. Qué injusto, teme —casi murmuró, alejándose un poco para poder encararle con cierto reproche.

 

Entonces Sasuke no tuvo más remedio que darle la razón en su interior. De inmediato se retiró la camiseta, echándola a un lado junto con la ropa de Naruto.

 

—¿Mejor?

—Un poco. —Aprobó con una sonrisa.

 

Como sincronizados, se acercaron para besarse con calma. Conforme el beso aumentaba de intensidad, sus manos cobraron protagonismo, recorriéndose mutuamente. Sus cuerpos vibraban al rozarse con el de su compañero.

 

Sólo con tener aquel adolescente cuerpo sentado sobre sus muslos, transmitiéndole el calor de su desnudez, Sasuke podía sentir la sangre hervir en sus venas, ligeramente excitado. Sus manos trazaban caminos erráticos por los muslos de Naruto, mientras éste se entretenía recorriéndole con sus labios el hombro izquierdo y el cuello, sus dedos brindando suaves pellizcos a los pezones.

 

No esperó mucho más para dirigir finalmente una de sus manos a la entrepierna de Naruto. No pudo evitar reír cuando su acción le arrancó un respingo a éste.

 

—¿Nervioso?

—Cállate, teme —musitó con las mejillas sonrojadas, fingiendo enojo.

 

Estaba convencido de que cuando tuviera algunos momentos íntimos más con Sasuke, los nervios pasarían a un segundo plano, pero ahora, siendo apenas la segunda vez, le resultaba imposible. Raudo guió las manos al cierre del pantalón, queriendo hacerle lo mismo a su novio.

 

—¿S-seguro que no te arrepentirás después? —Su voz tembló por un segundo cuando un agradable estremecimiento recorrió su cuerpo.

—Seguro —respondió sin vacilar, más entretenido en deleitarse con el enrojecido rostro de su pareja y la forma en que se empeñaba en disimular que los nervios no se lo comían por dentro.

 

Sasuke alzó apenas las caderas para ayudar a Naruto a bajarle un poco el pantalón junto con la ropa interior. Esta vez no iba a permitir que su conciencia estropeara el momento, y mucho menos en ese día especial para su novio. Se dejaría llevar. Por una vez quería sentirse tan libre como Naruto, actuar sin preocuparse, vivir el presente.

 

La temperatura en la habitación aumentaba junto con los jadeos y gemidos de ambos conforme sus manos se movían más habilidosas, estimulando el sexo de su pareja.

 

Un gemido particularmente sonoro junto con un estremecimiento del cuerpo sobre él, llamó la atención de Sasuke.

 

—¿Naruto…? —Logró pronunciar en un jadeo. Verle perdido en su propio placer era excitante.

—Estoy a punto… —Cerró los ojos. Sus caderas se agitaron impacientes contra la mano que le masturbaba—. Más rápido.

 

Pero Sasuke hizo todo lo contrario, suavizó la presión y la rapidez, siendo apenas roces superficiales. De inmediato los ojos azules le enfocaron con fastidio al sentirse reprimido.

 

—¿Tan rápido? —Aunque trató de escucharse burlón, el nuevo jadeo que se le escapó lo impidió.

—¡Teme…! —protestó, moviendo las caderas de nuevo en busca de más—. Lo necesito. —Su erección palpitaba y goteaba, ansiando liberarse.

 

Sasuke trató de calmar la pasión de Naruto con un suave beso, pero no sirvió de mucho. Parecía imposible tratar de prolongar su orgasmo al menos un poco, quería correrse ya. Mocoso impaciente…

 

Respondió a las demandas de su pareja y retomó la estimulación adaptándose a las indicaciones que Naruto le daba entre gemidos. Por momentos, sus bocas se encontraban en cortos pero fogosos besos. Cuando Naruto se aferró a él con un brazo y se apegó a él con necesidad, con el cuerpo en tensión, supo que ya no podía contenerse más.

 

—¡Sasuke!

 

Todo su cuerpo se agitó cuando entre gemidos Naruto pronunció su nombre al momento del clímax. Su mano y parte de su estómago recibieron aquel orgasmo, y después, gradualmente el adolescente cuerpo quedó relajado sobre el suyo, respirando agitado. A pesar de eso, Naruto no dejó de masturbarle, aunque los movimientos se volvieron un tanto perezosos y eso le crispó ligeramente, necesitaba más.

 

—Naruto… —gruñó, siendo ahora él quien trataba de mover las caderas ansiando más, pero con el peso sobre él era un poco complicado.

—Dame un momento’ttebayo —musitó contra su oreja, con la respiración más calmada.

 

El entrecejo de Sasuke se arrugó en señal de frustración y chasqueó la lengua. Por eso no quería que Naruto se corriera primero, la vez anterior pudo comprobar que quedaba como retrasado mental por un corto periodo después de alcanzar el clímax.

 

Entonces, antes de poder pensar en hacer algo, sintiéndose más recuperado Naruto se incorporó y se arrodilló frente a un curioso Sasuke.

 

—¿Ahora que…? —Trató de preguntar.

—Quiero intentar algo que vi en internet —respondió, tomando las piernas de Sasuke y separándolas para poder acomodarse entre ellas.

 

Estar hundiéndose en el desespero por tener su erección desatendida le hizo tardar más de lo normal en entender qué era lo que quería intentar Naruto. Sólo lo captó cuando le vio acercarse y sacar la lengua con cierta timidez.

 

¿Naruto iba a…?

 

Un cúmulo de pensamientos y sensaciones contradictorias le invadieron en décimas de segundo. Por un lado su sexo palpitó en anticipación al comprender que Naruto iba a lamerlo, pero por otro lado su conciencia le empujó a moverse y empuñar algunos rubios mechones para detenerle.

 

—¡Espera, espera…! —exclamó acelerado.

—¡Ou! ¡Ouch, teme! —protestó, cerrando un ojo ante el brusco tirón en su cabello—. Sólo quería lamerlo —se excusó.

—P-por eso mismo te detengo, idiota —respondió con cierta agitación, negándose a soltarle aunque aflojando el agarre.

—Tranquilo, me he informado en internet sobre cómo hacer una felación —explicó tan casual que por un segundo, a Sasuke estuvo a punto de darle un soponcio—. El truco está en combinar boca y manos, cambiar el ritmo, la intensidad…

—No necesito un tutorial, usuratonkachi —farfulló interrumpiéndole.

—¿Te da miedo? —Le miró con verdadera curiosidad, liberándose del agarre que el otro mantenía en su cabello.

—¡Claro que no! Pero… —susurró al final, inseguro.

 

Aquello era una tentación muy grande. No podía negar que más de una vez, mientras se tocaba, había fantaseado con Naruto haciéndole precisamente aquello. ¿Pero no sería eso ir demasiado lejos? Por otro lado se sentía incómodo, su erección necesitaba atención, y ver a Naruto tan dispuesto le ponía algo ansioso. Lo deseaba.

 

Como leyendo su inseguridad, o al menos teniendo sospechas sobre ella, Naruto se movió con suma lentitud y depositó castos besos en la pequeña zona del muslo que estaba descubierta, dirigiéndose a la ingle, mientras repartía caricias en el otro.

 

—Quiero hacer esto, porque eres tú. —Alzó la vista, topándose con la intensa y oscura mirada—. Sólo… no me mires. —En el fondo le preocupaba hacerlo mal.

 

Aunque hubiera querido, Sasuke no podía hacerle el favor de no mirar. Parecía haberse quedado hipnotizado, con la vista clavada en el otro, expectante por saber qué haría, hacia dónde se movería a continuación.

 

Su mano se aferró con energía al brazo del sofá, con el cuerpo tenso, sofocando un pequeño y ronco jadeo cuando la lengua de Naruto se deslizó a lo largo de su erección, temblorosa, apenas acariciándole con la punta. La caliente respiración le golpeaba, haciéndole estremecer.

 

Sus miradas se encontraron, y un segundo después Naruto la apartó.

 

—Dobe… si no te sientes cómodo haciendo esto… —Trató de decir. Aunque en el fondo el deseo le estuviera consumiendo no iba a presionar a Naruto.

—Sólo estoy un poco nervioso’ttebayo. —Inquieto se pasó una mano por la nuca, sonrojado de vergüenza. Le preocupaba hacerlo mal—. Dime si algo no te gusta.

 

Cuando Sasuke pensó que Naruto se echaría atrás, terminó haciendo todo lo contrario. En silencio asintió a la petición.

 

Armándose de valor y dándose ánimos a sí mismo, el adolescente se propuso continuar. Se había informado a conciencia, no podía hacerlo mal… o al menos no muy mal. Repartió suaves besos en el estómago de Sasuke mientras una mano comenzaba a masajear suavemente los testículos. Sus labios descendieron, trazando un camino de besos hasta el vientre; a continuación volvió a saltar hacia la erección, que después del momento de desatención empezaba a perder dureza. Volvió a deslizar la lengua por toda la extensión, esta vez con mayor confianza, repartiendo lamidas arriba y abajo, en algunas aplicando mayor presión y moviéndose más despacio.

 

—¿Te gusta? —musitó.

—Deja de pensar en eso y sigue —apremió en un jadeo, respirando con pesadez.

 

Una fugaz sonrisa se formó en los labios de Naruto. Se tomaría esa respuesta como un sí. Se deslizó la lengua por los labios, preparándose para su siguiente movimiento. Cerró los dedos en torno a la base, y sin querer prolongar más el momento, introdujo cuanto pudo en su boca. Intentó relajar la garganta cuando una momentánea arcada le estremeció, por suerte lograba controlarlo por momentos. Lo mejor de todo fue que logró escuchar un gemido realmente audible de parte de su novio, eso le hizo sentir más seguro.

 

La mano de Sasuke amenazaba con agarrotarse sin continuaba aferrada de aquella forma al brazo del sofá. Cada vez era más complicado reprimir los gemidos, se sentía demasiado bien, sus caderas se agitaban de vez en cuando. Sofocado se dejó ir hacia atrás, recargando la cabeza en el respaldo del sofá y entregándose a las manos y la boca que dentro de su inexperiencia le atendían con entusiasmo y toda la seguridad que podían reunir. Su otra mano se posó sobre los rubios cabellos en un acto inconsciente, deseoso de marcar el ritmo a aquella cabeza que se movía sin cesar, pero se obligó a contenerse.

 

Ahora que se había dejado arrastrar por los deseos de Naruto, se preguntaba vagamente cómo había podido aguantar tantos meses a base de simples caricias y besos. Su cuerpo reaccionaba con rapidez, haciéndole saber que había extrañado actos íntimos como aquel. Aunque se había empeñado en actuar como si Naruto no le provocase nada y fuese de piedra, claramente no lo era.

 

Sus caderas se sacudieron nuevamente, esta vez con mayor energía; su mano se deslizó a la nuca, aferrándose a algunos mechones rubios. Estaba a punto de llegar, y por un segundo tuvo la lucidez de preguntarse si quizá a Naruto le incomodaría que se corriera en su boca. Aunque siempre se mostraba muy osado, debía tener sus límites.

 

—Naruto… —balbuceó en un gemido.

 

Su llamado fue ignorado. Propinó unos débiles tirones a los rubios mechones, pero el otro malinterpretó su señal, pensaba que le estaba pidiendo atención en otra zona. Naruto se alejó para dirigirse nuevamente en los testículos, lamiéndolos y besándolos, incluso atrapándolos ligeramente entre sus labios, fingiendo dar suaves mordidas.

 

Estremeciéndose por completo, Sasuke se mordió el labio inferior, ya no podía aguantar más.

 

—Naruto… ya… —siseó acalorado.

 

El rubio se alejó apenas un segundo para mirarle, pero al notarle visiblemente agitado gracias a sus atenciones, la emoción nació en su interior y se acercó dispuesto a atender ahora el glande. Lo besó y apenas trazó unos suaves círculos con la lengua cuando sintió un firme tirón en los cabellos de la nuca que le obligó a alejarse, y acto seguido un gutural gemido resonó en la habitación a la par que su cara terminaba manchada con el orgasmo de su novio.

 

Aquella imagen quedó grabada en la mente de Sasuke, y estaba convencido de que no podría olvidarlo jamás. El rostro sonrojado de Naruto, manchado y desconcertado por la sorpresa, mientras los ojos azules se clavaban en los suyos.

 

—Lo siento —musitó tratando de tranquilizar su agitada respiración—. Traté de avisarte...

 

El otro negó, bastante despreocupado. Se pasó el dorso de la mano por una de las mejillas, recogiendo algunos restos de semen.

 

—Está bien’ttebayo. Pero me gustaría limpiarme.

 

Con movimientos perezosos, Sasuke señaló el baño a su espalda. Naruto corrió hacia allí mientras que él se relajó en el sofá, necesitaba un pequeño momento para recuperarse y deleitarse en las sensaciones que su novio le había provocado.

 

Después de todo, no había estado nada mal dejarse llevar, olvidarse de las preocupaciones. Estaba cansado de luchar contra sí mismo, contra sus deseos.

 

Una pequeña y boba sonrisa curvó sus comisuras. Sin duda, no se arrepentía.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Ichigo shortcake: Es un pastel hecho de bizcocho que se prepara por capas rellenas de fresa natural y nata batida que no resulta demasiado empalagoso o dulce. Los japoneses no son muy fans de preparar platos muy dulces, pero eso no quiere decir que no gusten de los pasteles. La ichigo shortcake se prepara especialmente para las fiestas de cumpleaños o de Navidad.

 

Pajarita: Es lo que en otros países se conoce como corbatín, corbata de moño, moño…

 

Capítulo dedicado a Mayra Mora y Nilda Condori por las bonitas imágenes de portada que me han obsequiado. Son todo un detalle. También es para Xzero Kill, por su fidelidad :D He esperado a este capítulo para dedicároslo porque al menos tiene momentos de la OTP y pensé que os gustaría más :D

 

Iba a actualizar la semana pasada, pero hoy es el SasuNaru Day en Japón y quería aportar algo para la OTP :D ¡Viva el SasuNaru 3/7! -lanza confeti-

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).