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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años:

Takaita Hiwatari 

Capítulo 41: “Gaara”:

 

Las semanas pasaron con cierta rapidez, dejando octubre y noviembre atrás. Metidos de lleno en el mes de diciembre, más concretamente en la Navidad, el suave viento helador calaba hasta los huesos, aun así las calles estaban concurridas de gente que buscaba algún regalo para sus seres queridos.

 

El frío clima que se sentía desde la llegada de diciembre, no hizo desistir a Sasuke de su entrenamiento dos o tres veces a la semana. Al principio le costó adaptarse, era tedioso ir a hacer ejercicio después de un pesado día de trabajo, incluso pensaba con frecuencia que la propuesta de Naruto era absurda; pero ahora… dos meses después podía sentir que su condición física había aumentado, sus músculos estaban más tonificados. Salían a correr juntos, y tal y como Naruto le dijo, utilizaban la calle como gimnasio, especialmente el parque.

 

El compartir aquella actividad parecía haberles ayudado a estrechar lazos un poco más. Si hace meses no concebía la vida sin Naruto, por absurdo o cursi que pudiera sonar, ahora la sensación se había intensificado hasta el punto de entender que necesitaba a ese idiota tanto como el aire que respiraba. En silencio ansiaba el momento en que Naruto cumpliera la mayoría de edad y pudiera ser totalmente independiente, entonces, le propondría vivir juntos.

 

Era hasta cierto punto gracioso para él, un adulto perdidamente enamorado de un atolondrado adolescente. El amor llegaba en la persona más inesperada. Recordó con cierta nostalgia la primera vez que Naruto le besó, ahí empezó todo, el recuerdo le parecía tan lejano y a la vez tan cercano…

 

Abrió los ojos al sentir movimiento en la cama a la par que un cálido cuerpo se aferraba al suyo y se acurrucaba contra su pecho.

 

Afable correspondió el gesto, estrechando a su novio contra él. Giró un poco la cabeza para mirar la ventana, el sol apenas empezaba a mostrar sus primeros rayos, todo lo contrario al día anterior que llovió durante horas. Fue un veinticuatro de diciembre pasado por agua. Pero ni eso detuvo a Naruto para presentarse en su apartamento con la toda la intención de pasar la noche con él después de soltar alguna excusa a sus padres. Ante el desapacible clima, pasaron la tarde viendo la televisión, con Naruto usándole como almohada. Más tarde, después de cenar, no pudieron evitar dedicarse tiempo de calidad compartiendo besos y caricias fogosas.

 

Desde que Naruto había abandonado sus insistentes arrebatos de hormona con patas y hablar de sexo como si fuese el centro del universo, se sentía realmente cómodo. En aquel tiempo apenas se habían masturbado en dos ocasiones más. Tampoco se atrevía a dar rienda suelta a su pasión, y aunque se había relajado bastante, todavía era consciente de que quien tenía entre sus brazos era un menor de edad. Definitivamente no podía llegar al final con él, no se lo perdonaría. Pero ya faltaba poco para hablar con sus madres, y después con sus padres; quizá… si tenía la suerte de que los cuatro, especialmente los padres de Naruto, dieran el visto bueno, podría adelantar acontecimientos.

 

Alzó un dedo y lo deslizó por el puente de la nariz contraria. Al instante Naruto la arrugó y se removió, abrazándose más a él.

 

—No tengo ganas de ir a la universidad’ttebayo —murmuró adormilado.

—Idiota, estás de vacaciones —le recordó con obviedad.

 

El sueño pareció desaparecer de un plumazo en Naruto que abrió los ojos y se movió un poco para ver al otro a la cara.

 

—¡Es cierto! —Sonrió al recordarlo, ignorando el insulto—. Buenos días —saludó cantarín, presionando sus labios de forma fugaz antes de alzarse hasta quedar sentado—. Qué bien he dormido… —Alzó los brazos, estirándose perezoso.

 

Sasuke giró hasta quedar bocarriba, observando la apetecible y bronceada espalda de su novio. Naruto sólo usaba ropa interior. Se sintió tentado a tocarla y besarla, deslizar los dedos a lo largo de la columna vertebral; pero prefirió desviar su atención a la ventana.

 

—¿Qué planes tienes para hoy, Naruto?

 

El mencionado se llevó un dedo a la barbilla y alzó la mirada pensativo, recordando.

 

—Pasaré la mañana contigo como acordamos ayer. Por la tarde he quedado con mis amigos, y por la noche celebraré la Navidad con mis padres.

 

Todavía recordaba lo deprimido que se quedó Minato cuando le explicó el día anterior que pasaría la noche en casa de Kiba, aunque obviamente era mentira. Su padre había esperado que pasara la noche del veinticuatro con ellos. Pero se vio obligado a no mostrarse débil, si sucumbía a las tristezas de su padre jamás podría salir de noche. En ocasiones Minato le trataba como si tuviera diez años.

 

Era complicado porque quería pasar tiempo con Sasuke, con sus amigos y con su familia, así que tenía que repartir su tiempo. A Sasuke debía pasarle igual.

 

—¿Y tú? —continuó—. ¿Qué harás hoy?

 

Aunque Naruto no le miraba, Sasuke se encogió de hombros.

 

—Supongo que cuando vayas con los mocosos iré a casa de mis padres.

—¿No irás con tus amigos? —Giró un poco la cabeza para mirarle sobre su hombro.

 

Sasuke disimuló una expresión de desagrado. Sospechaba que una vez más Ino estaría adosada a su grupo de amigos, y no le apetecía verla. Lo bueno era que durante los dos últimos meses, gradualmente Ino había ido reduciendo la intensidad de sus coqueteos, como si por fin estuviera entendiendo que no tenía ni la más mínima posibilidad de tener algo con él. No mientras tuviera a Naruto a su lado. También se habían reducido las veces que se la encontraba por la calle, era toda una suerte.

 

Por otro lado, Suigetsu continuaba insinuándosele de todas las formas posibles, pero Ino se hacía la desentendida y continuaba tratándole como un amigo. A veces a Karin la invadía un ataque de ira, insultando a Suigetsu en su mente por babear de forma tan insistente frente a Ino.

 

Sasuke debía admitirse a sí mismo que alguna vez pasó por su mente mover algunos hilos y propiciar encuentros entre Suigetsu e Ino para ver si lograba que surgiera algo entre ellos, así ella le dejaría en paz, pero entonces recordaba cuánto odió en el pasado que Karin hiciera lo mismo con Suigetsu y Naruto. Sólo eso le contuvo.

 

—Tal vez. No lo sé.

—Deberías ir con ellos y divertirte un poco —aconsejó, volviendo la mirada al frente ante la incómoda postura.

—Lo pensaré.

 

Después quedó un pequeño silencio que Naruto no tardó en romper.

 

—Por cierto, Sasuke…

—¿Um? —Volvió a clavar la mirada en la apetecible espalda, recorriéndola desde la nuca hasta el elástico de la ropa interior.

—¿Tu padre ha mencionado algo sobre mí?

 

El otro parpadeó curioso, sin comprender la pregunta.

 

—¿Algo? —reiteró.

 

Inseguro sobre si continuar, Naruto guardó silencio un momento.

 

—Olvídalo, es una tontería, seguro son imaginaciones mías. —Sacudió una mano, restándole relevancia.

 

Pero Naruto ya había sembrado la curiosidad en su novio que no quiso terminar la conversación ahí.

 

—¿Qué querías decirme? Yo decidiré si tiene importancia.

—Es que… —Se rascó una mejilla—, desde hace un tiempo tengo la sensación de que le caigo mal a tu padre —confesó.

—¿Pero qué cosas dices, dobe?

—Lo sé, lo siento —habló con rapidez, casi interrumpiéndole—. Seguro son imaginaciones mías —insistió.

—Por supuesto que son imaginaciones tuyas. Naruto, mis padres siempre hablan maravillas de ti, cada uno a su manera te aprecia.

 

El rubio de nuevo giró, mirando sorprendido a su novio.

 

—¿En serio?

 

Sasuke asintió con un movimiento seguro.

 

—Desde siempre mi madre parece querer besar por donde pisas, y la he escuchado decir de ti toda clase de halagos. Mi padre no es tan expresivo como ella, pero admira el hecho de que quieras ser maestro de escuela y que no seas un hijo problemático.

—¿De verdad? —preguntó, parpadeando impresionado por la declaración.

—¿Acaso no es obvio, tonto? —Suspiró—. ¿Ves como sólo son imaginaciones tuyas? —insistió—. ¿Qué te hizo pensar algo así de repente?

 

Una vez más, Naruto llevó la mirada al frente al sentir molestia en el cuello por la postura.

 

—No fue de repente. Un día… el mes pasado, me lo encontré cuando volvía de la universidad. Lo noté frío conmigo, él siempre me pregunta cómo estoy, sobre mis estudios… la mayoría de las veces revuelve mi pelo y me sonríe; pero ese día sólo me saludó, y me miraba de forma rara’ttebayo —explicó.

—¿De forma rara?

—Sí. Como si le cayera mal o estuviera enojado conmigo, pero no recuerdo haberle hecho algo.

—A lo mejor tenía un mal día, no le des importancia.

—Pensé lo mismo —se apresuró a decir—. Pero después me lo he encontrado más veces, y su actitud es siempre la misma.

 

Aquello sí dejo pensativo a Sasuke. ¿Y si Naruto tenía razón? A lo mejor estaba molesto con él por alguna razón. Con lo estricto que a veces era su padre, el motivo de su comportamiento podía ser cualquier nimiedad.

 

—No le des importancia, tonto —insistió—. Ya se le pasará.

—¿Tú crees? —Se pasó una mano por la nuca—. No quiero caerle mal a mi suegro. —Soltó una risilla.

—Ahora sabes cómo me siento yo con tu padre.

—¡Pero es diferente! —Le encaró por unos segundos—. Tú te has ganado el desprecio de mi padre, ¡pero yo no he hecho nada!

—Que tú sepas.

—¡No he hecho nada! —insistió convencido.

 

Pero Sasuke no se inmutó. Volvió a encogerse de hombros.

 

—Bien, intentaré sacarle el tema para ver si me dice algo.

—Te lo agradezco.

—Y ahora relájate, dobe. No le des importancia a cosas que no la tienen.

 

Tras decir aquello alzó una mano y deslizó un dedo a lo largo de la columna vertebral en un camino descendente, arrancándole un jadeo de sorpresa a Naruto y un respingo que hizo reír a Sasuke.

 

—¡Teme! —protestó, riendo después al parecerle de cierta manera graciosa la forma en que le había asustado su novio.

 

Antes de que Sasuke pudiera pensarlo, en un impulso su cuerpo se movió, sentándose tras Naruto y rodeándole entre sus brazos, sin poder ignorar más la tentación de querer tocar la bronceada piel.

 

—Gatito asustadizo —le susurró despacio al oído, haciendo estremecer nuevamente al otro.

 

Naruto no replicó en absoluto, sólo se limitó a buscar más cercanía. Se movió hacia atrás, recargando la espalda en el torso de su novio. Todavía le sorprendía cuando Sasuke tomaba la iniciativa, pero no podía negar que le encantaba. De verdad estaba cumpliendo su palabra cuando dijo que intentaría ser más abierto y expresivo. Realmente se sentía querido, incluso a pesar de que Sasuke nunca daba muestras de querer llegar hasta el final cuando se tocaban.

 

Pero ahora era diferente, no tenía que mendigar por un abrazo o un beso, hasta el propio Sasuke a veces proponía algún plan para hacer juntos. Lucía menos estresado y más entregado en los besos que compartían.

 

Una sonrisa de felicidad curvó sus labios al recibir un cariñoso beso bajo la oreja al tiempo que era estrechado un poco más entre aquellos brazos. Justo a eso se refería. Meses atrás Sasuke no habría hecho algo así, y si lo hubiera hecho habría sido después de tratar de incitarle durante largos minutos a que lo hiciera. Pero ahora estaba tomando la iniciativa.

 

Se mantuvieron en un cómodo silencio. La pausada respiración de Sasuke golpeando contra su cuello le provocaba agradables cosquillas. Era tan feliz que por momentos todo parecía ser producto de un sueño, pero sabía que no era así, que aquello era la realidad.

 

—¿Por qué no salimos? Parece que hoy hará un buen día’ttebayo.

—Umn… —murmuró pensativo—. Sospecho que pasar la mañana en el sofá no entra dentro de tus planes.

 

Al instante Naruto sonrió, negando con la cabeza mientras posaba una mano sobre la de su novio que descansaba en su estómago. Sasuke ya le conocía lo suficiente como para saber que no le gustaba quedarse quieto mucho tiempo.

 

—¿Por qué no vamos al centro comercial? Hay algo que quiero comprar. Incluso podemos desayunar allí.

—De acuerdo —aceptó sin pensarlo demasiado. Al menos ahí estarían protegidos del frío.

 

El rubio liberó una pequeña exclamación de júbilo. Dos segundos después, su expresión infantil de felicidad se convirtió en un sonrojo y la relajación de su cuerpo en tensión cuando la mano que descansaba en su estómago descendió peligrosamente hasta abrirse paso dentro de la ropa interior, rozando el vello púbico. La otra mano se movió hasta posarse sobre el pectoral izquierdo, y los suaves labios le llenaron de besos la nuca.

 

—¿Sa-Sasuke…? —susurró, conteniendo el aliento. Sentía sus mejillas arder, aquello había sido totalmente inesperado. No esperaba aquel arrebato.

—Podemos ir al centro comercial, o podemos hacer… otras cosas.

 

El corazón de Naruto golpeó fuerte contra su pecho. No podía ser, ¡no podía ser! Sasuke le estaba proponiendo pasar un momento de intimidad. ¿Acaso el día de Navidad podía iniciar de una forma más maravillosa? Se abofeteó mentalmente, ordenándose a sí mismo que debía reaccionar.

 

—¿Cómo por ejemplo? —preguntó, siguiéndole el juego.

 

Pero la respuesta no llegó de inmediato. Los labios de su novio se tomaron su tiempo para recorrer su cuello desde la nuca hasta uno de los laterales, brindando cortos besos, lamidas e incluso algún roce sutil con los dientes. La mano dentro de la ropa interior se movió, deslizando un dedo por la ingle. Naruto liberó un tenue jadeo y agitó inconsciente las caderas, deseando más.

 

Sasuke sonrió orgulloso al ver la facilidad con la que Naruto se había derretido entre sus brazos. Su ego se infló dentro de su pecho, sintiéndose poderoso. Percibió una mano de Naruto alzarse a tientas y posarse en su cabeza.

 

Se preparó para dar el golpe de gracia.

 

—Como por ejemplo… —susurró enigmático—, levantarnos y ducharnos.

 

La atmosfera sofocante se rompió como una frágil pompa de jabón. Creyendo no haber escuchado bien, Naruto parpadeó confundido, y cuando planeaba girar para encarar a su novio, sintió movimiento en la cama y Sasuke apareció de pie frente a él, riendo. Un momento, ¡Sasuke se estaba riendo! ¡De él! ¡El idiota le había engañado, le había despertado falsas ilusiones!

 

—Eres tan usuratonkachi… Deberías ver tu cara ahora mismo.

 

Un tic sacudió una ceja de Naruto al ver que Sasuke todavía reía. Reía con verdaderas ganas como casi nunca solía hacer. En otro momento le habría dedicado una sonrisa de idiota enamorado mientras miraba embelesado cómo reía, era algo que pocas veces podía apreciar. Pero ahora… ni hablar, ese idiota había jugado con él. Y ahora estaba ahí, sintiendo el cuerpo caliente y un suave hormigueo en su entrepierna mientras el otro se reía.

 

—¡Tú! ¡Maldito bastardo! —replicó indignado.

—Eres una hormona con patas calenturienta —dijo, sintiéndose más recuperado. Pero es que la expresión de Naruto era inevitablemente graciosa—. No es mi culpa que te enciendas con unos pocos besos.

 

Irritado y frustrado, Naruto tomó lo primero que encontró a su alcance, que fue la almohada, y la lanzó contra su novio que con un ágil movimiento esquivó el ataque y abandonó la habitación mientras soltaba una risilla socarrona que le crispó los nervios.

 

—¡Eres odioso dattebayo! —bufó.

 

Se tomó algunos minutos para obligarse a serenar su ánimo y calmar el calor de su cuerpo. Lo segundo al menos lo logró, lo primero no tanto. Se levantó y pisando fuerte caminó al baño, donde encontró a Sasuke cepillándose los dientes. Sus normalmente inexpresivos ojos negros parecían hasta resplandecer con ánimo, era fastidioso que ese buen humor fuera a costa de dejarle a él con las ganas.

 

Con bruscos movimientos tomó el cepillo de dientes y la pasta dental, ya que tenía planeado pasar más noches en ese apartamento, tiempo atrás decidió dejar allí un cepillo de dientes para él. Le dedicó una seca mirada a su novio a través del espejo, éste sólo sonrió de forma fugaz antes de empezar a enjuagarse.

 

—Usuratonkachi, no aguantas una broma —le dijo, limpiándose la boca con la toalla cuando terminó—. ¿Acaso no te divertías tú cada vez que me provocabas meses atrás?

 

Naruto farfulló algo con el cepillo dentro de la boca, pero al ver que no se hacía entender, escupió la pasta y lo dijo de nuevo.

 

—¿Desde cuándo eres bromista, teme? —Le acusó señalándole con el cepillo—. Lo de vengativo lo entiendo, ¿pero bromista? Pero esto no se va a quedar así, ¡me vengaré dattebayo!

—¿Tú?, ¿vengarte? —se mofó—. ¿Y cómo?, ¿lavándote los dientes?

—Sí.

—Oh. Mira cómo tiemblo.

 

Se alejó unos pasos, retirándose la camiseta del pijama. A diferencia de Naruto que había dormido en ropa interior, él usaba un pijama. El rubio guardó silencio un momento más, terminando de cepillarse los dientes y enjuagándose la boca.

 

—Esta es sólo la preparación de mi venganza. Te besaré y te meteré la lengua hasta la garganta, ¡y te tocaré donde me plazca! Pienso terminar lo que has empezado, teme —avisó amenazante.

 

En silencio, Sasuke alzó una ceja sin tomarle en serio, por lo que no pudo evitar volver a burlarse. Es más… ¿meterle la lengua hasta la garganta? Qué exagerado era ese mocoso.

 

—Si me besaras sin lavarte los dientes, eso sí que sería una venganza.

 

Naruto rabió al ver que Sasuke se divertía a su costa, no le tomaba en serio y en cambio se dedicaba a abrir la llave del agua de la ducha, regulando una temperatura agradable.

 

—Nunca imaginé que detestaría verte de tan buen humor’ttebayo —farfulló cruzándose de brazos.

 

En su interior el adulto sonrió. Era cierto, estaba de un excelente humor aquella mañana. No sólo aquella mañana, las últimas semanas no había podido evitar sentirse dichoso, y todo gracias al tonto que protestaba a su espalda. Tenía un trabajo estable, ganaba un sueldo nada despreciable, tenía una vida independiente, una familia que le quería, y un usuratonkachi del que debía admitirse a sí mismo estaba perdidamente enamorado; un usuratonkachi que le correspondía con intensidad y al cual era realmente divertido sacar de sus casillas.

 

Últimamente era como si se estuviese sintiendo contagiado del típico buen ánimo de Naruto. Tanto era así, que incluso empezaba a ver con una mirada optimista el momento en que próximamente hablarían con sus madres. Empezaba a convencerse de que Naruto tenía razón, era seguro que ellas se iban a sorprender al principio, pero estaba naciendo en él la confianza de que los iban a aceptar.

 

Mientras meditaba todo aquello, había terminado de quitarse la ropa y había entrado en la ducha, colocándose bajo el chorro de agua cálida. No le cohibía que Naruto le viera desnudo, no era la primera vez después de todo.

 

Parpadeó cuando unos brazos le rodearon a la altura del estómago y un cuerpo se pegó a su espalda. Sin liberarse del abrazo giró, encarando a su novio que le miraba fijamente.

 

—Olvidaré mi venganza si nos bañamos juntos.

 

Sasuke rodó la mirada. Ese tonto sólo ponía excusas para conseguir un momento de placer.

 

—¿Esa “terrible” venganza donde ibas a hacerme esto y aquello?

—Así es.

 

El adulto se encogió de hombros, dándole a entender a Naruto que hiciera lo que le diera la gana. Después alzó una mano y la deslizó por la frente, echando hacia atrás algunos rubios mechones que se le pegaban a la piel, obteniendo una visión limpia de los ojos azules. Se observaron un momento, con el agua deslizándose por sus cuerpos, el sonido del agua siendo lo único que rompía el cómodo silencio en el que se encontraban, la mano de Sasuke brindando suaves toques a los mojados cabellos de la nuca.

 

Naruto se alzó ligeramente sobre la punta de sus pies, uniendo sus frentes. Después rozó los labios contrarios, atrapó el inferior entre los suyos de forma juguetona, haciendo sonreír a ambos por un instante antes de fundirse en un beso suave y lento. Las manos en la espalda de Sasuke se movieron, repartiendo caricias mientras la lengua de Naruto trataba de abrirse paso en su boca, pero no estaba siendo sencillo, ambos querían tomar el control y eso provocó que el beso se tornara fogoso por momentos.

 

En un movimiento inesperado, Sasuke avanzó un paso y les hizo moverse a un lado, apoyando a Naruto en la pared de azulejos. Éste respingó con energía, finalizando en el acto el beso.

 

—¡Woaha! ¡Teme, están fríos! —protestó, abrazándose a él con firmeza al sentir el brusco cambio de temperatura en su espalda y glúteos—. Caliéntame.

—Dobe… —murmuró apenas perceptible. Volvió a retomar el beso y sus manos se dirigieron sin más preámbulos a las caderas del otro.

 

El berrinche de Naruto parecía no haber existido nunca tras finalizar la ducha con sesión de besos hambrientos y caricias subidas de todo. Se vestía con repentino buen humor, tarareando una canción, cuando Sasuke entró en la habitación; una toalla atada a su cintura era lo único que cubría su desnudez. Los ojos azules no tardaron en clavarse en aquel cuerpo cuando Sasuke tomó algo de ropa del armario y se despojó de la toalla, comenzando a vestirse.

 

Inconscientemente avanzó un paso, de nuevo quería acariciarle y besarle, incluso si la situación se daba, masturbarse mutuamente otra vez como habían hecho minutos atrás en la ducha. Reaccionando, se detuvo en seco y sacudió la cabeza. No, no debía acosar a Sasuke de forma tan insistente, lo había prometido, y como que se llamaba Uzumaki Naruto que iba a seguir cumpliéndolo.

 

Se forzó a apartar la mirada y buscó algún tema de conversación.

 

—¿Nos vamos ya? Empiezo a tener hambre’ttebayo.

 

Con cierta parsimonia, Sasuke miró la hora en su reloj y negó con la cabeza. Aún estaba desnudo de cintura para arriba.

 

—Todavía falta algo más de una hora para que el centro comercial abra. —Le miró—. ¿Quieres desayunar aquí, o prefieres hacer otra cosa? Lo cierto es que había planeado algo.

 

El corazón de Naruto bombeó fuerte, imaginando de inmediato escenas tórridas. ¿Otra cosa? Sasuke sólo podía referirse a “eso” cuando decía “otra cosa”. El hambre podía esperar, tampoco es como si tuviera tanto apetito.

 

Rápido se acercó, mirándole impaciente.

 

—Mis ganas de comer pueden esperar, ¡mejor hagamos esa otra cosa que tienes planeada! —Antes de que Sasuke pudiera decirle algo, continuó—. ¡Juguemos! —exclamó, dando por sentado que lo que su novio tenía planeado era pasar otro momento de placer.

—¿Jugar? —reiteró curioso, arqueando una ceja.

—¡Sí! Juguemos al médico y al paciente. —De inmediato giró hacia el armario y tomó una de las batas médicas de Sasuke, extendiéndosela—. Quiero que te la pongas y te esmeres en “curarme”.

 

Inseguro, Sasuke se encogió de hombros y se colocó la bata decidiendo seguirle el juego. Le sorprendían la clase de ocurrencias que podía tener ese tonto.

 

—Listo. ¿Y ahora?

 

Naruto no tardó en rodearle entre sus brazos y obligarle a inclinarse ligeramente para que sus labios se rozaran.

 

—¿No te haces una idea, teme? —le susurró, besándole en la comisura mientras deslizaba una mano por el blanco torso—. Soy tu paciente, atiéndeme como es debido. —Descendió y le dejó un suave beso en el cuello—. He leído en internet que algunas parejas hacen este tipo de juegos.

 

Sasuke soltó un bufido a modo de risita burlona mientras le rodeaba entre sus brazos.

 

—Usuratonkachi… ¿qué clase de cosas buscas en internet?

—No quieres saberlo —respondió soltando una pequeña carcajada.

—Está bien —accedió, provocando que Naruto parpadeara incrédulo por haber logrado que aceptara tan fácilmente—. Juguemos.

 

Alzó una comisura en una estudiada sonrisa seductora que erizó los vellos de la nuca de Naruto de forma agradable. Sin soltar al hiperactivo rubio del abrazo, caminó unos pasos, obligándole a retroceder hasta que cayó recostado cuando topó con la cama todavía deshecha. Se posicionó sobre él, dedicándole una breve pero intensa mirada antes de inclinarse y capturar los labios que ya se entreabrían impacientes.

 

Apenas unos segundos después percibió las manos de su novio tanteando el cierre de su pantalón, y en respuesta le detuvo, sosteniendo sus manos contra el colchón, a ambos lados de su cara. Dio el beso por finalizado, llamando la atención de Naruto.

 

—Tengo una idea mejor para nuestro juego. Espérame aquí. —Sin esperar respuesta se incorporó y abandonó la habitación.

 

A Naruto le tomó algunos segundos procesar aquello, pero después enrojeció al imaginarse varias opciones. Tal vez Sasuke había comprado de esos juguetes sexuales y pretendía que los usaran en ese momento.

 

Se cubrió el rostro con las manos y rodó por la cama de un lado a otro como un idiota. No, no, ¿qué estaba pensando? Sasuke no haría algo así.

 

¿Y si por fin iban a llegar al final? ¡Sería el mejor 25 de diciembre de toda su existencia!

 

—Aquí. —La voz de Sasuke se escuchó de nuevo en la habitación—. El doctor Sasuke trae para ti algo que sin duda serenará esa calentura anormal que tienes, hormona con patas.

 

Ofendido, Naruto dejó de rodar en la cama y frunció el ceño. ¿Calentura anormal? ¿Y cuándo iba a dejar de llamarle de esa forma? Molesto, se sentó de sopetón en la cama.

 

—Tú, ¡teme…!

 

La sarta de insultos murió en su garganta al ver a Sasuke con una aspiradora en la mano y una sonrisilla socarrona curvando sus labios.

 

—El apartamento necesita una limpieza a fondo, y ya que falta mucho para abra el centro comercial, es el momento ideal. “Juguemos” a limpiar el apartamento. Cambiarás las sábanas y pasarás la aspiradora por todas las habitaciones.

 

—¿Qué? —casi gritó, indignado. ¿Dónde quedaba su juego subido de tono del doctor Sasuke y el paciente Naruto? De nuevo el teme jugaba con su deseo, ¿cómo podía ser tan cruel?—. ¡Me niego! —sentenció cruzándose de brazos.

 

Pero Sasuke no se inmutó, esperaba esa respuesta, sobre todo después de haber dejado a Naruto con las ganas. Chasqueó la lengua. Acababan de masturbarse mientras se duchaban, ¿es que el mocoso no se saciaba nunca?

 

—¿Qué?, ¿qué has dicho? —preguntó con un deliberado tono inocente—. ¿Que quieres limpiar el baño? Está bien, entonces yo pasaré la aspiradora.

 

Apenas dio media vuelta cuando escuchó bullicio a su espalda y al instante la aspiradora le fue arrebatada de las manos.

 

—¡Pasaré la aspiradora encantado’ttebayo! —exclamó disimulando una sonrisa.

—Eso pensé. —Sonrió victorioso. —Sabía que mi idea te gustaría.

 

Naruto le dedicó la sonrisa más falsa que había esbozado en toda su vida y ni siquiera se molestó en disimularlo.

 

—Sí, ¡me encanta! —exclamó con cierto retintín.

 

El resto de la mañana pasó bastante tranquila. Cuando terminaron de limpiar fueron al centro comercial y pasaron toda la mañana allí, hasta que a la hora de comer Naruto regresó a casa y Sasuke al apartamento.

 

Naruto estaba encantado, sin proponérselo, habían terminado dándose unos regalos de Navidad. Todo se dio cuando él tomó entre sus manos otro videojuego de ninjas para su colección y entonces Sasuke propuso pagarlo y ofrecérselo como regalo de Navidad. Después, el adolescente permaneció atento a cualquier cosa que su novio pudiera comprar para ser él quien lo pagara y ofrecérselo a su vez como regalo de Navidad. Al final, Sasuke terminó escogiendo una camisa para el trabajo y unas zapatillas deportivas para estar más cómodo cuando hacía ejercicio.

 

Horas más tarde, llegó radiante a Yakiniku Q donde sus amigos le esperaban. Su felicidad era casi palpable a pesar de que una bufanda le cubría el rostro hasta la nariz. Era la primera navidad que pasaba junto a Sasuke, y deseaba que no fuera la última. Es más, sería maravilloso si al año siguiente ambas familias pudieran cenar juntas, señal de que habían aceptado su relación con Sasuke.

 

Localizó la mesa de sus amigos y caminó hacia allí, tomando asiento en un extremo junto a Sakura quien parecía estar algo incómoda. Se preguntó por qué. Saludó a todos con una sonrisa.

 

—Llegas tarde.

 

La voz de Gaara llamó la atención del rubio. Su amigo estaba sentado frente a él.

 

—Tampoco me he retrasado tanto —atinó a responder con una ligera sonrisa, desprendiéndose de la bufanda.

 

Lo cierto es que de camino a Yakiniku Q llamó a Sasuke, no por nada en especial, simplemente quería darse el gusto de escuchar su voz. Al final inició un monólogo sobre asuntos triviales y terminó insistiéndole a su pareja en que él también fuera a reunirse con sus amigos aquella tarde, asegurándole que lo pasaría bien. Sasuke terminó accediendo.

 

Unos insistentes tirones en la manga de la chaqueta, cortesía de Sakura, le hicieron abandonar sus pensamientos y enfocarla con curiosidad.

 

—Naruto —susurraba ella acelerada—, vamos a cambiar de asiento. —Más que una petición, era una orden desesperada.

—¿Por qué?

—Es Lee, está actuando extraño hoy —le susurró.

 

Curioso, Naruto se inclinó un poco y con nada de disimulo hacia delante, viendo a Lee sentado al otro lado de Sakura. Por alguna razón, su amigo estaba sonrojado mientras tomaba un trozo de carne con los palillos y lo acercaba a los rosados labios de la chica.

 

—¡Sakura-san, abre la boca!

 

Aquella brusca exclamación sacó una carcajada ahogada de Kiba y sonrisas disimuladas por parte de Shino y Chouji. A estas alturas todos sabían que a Lee le gustaba Sakura, y le habían animado a conquistar a la chica en aquellas fechas especiales, pero Lee se ponía tan nervioso que terminaba gritándole a Sakura cual soldado, empujándola o incluso amenazando con tirarle la carne o la bebida encima.

 

—¡No! —casi gritó ella, asustada. De un salto se puso de pie y cambió de lugar con el rubio, empujándolo hacia los palillos que todavía sostenían el trozo humeante de carne—. ¡Naruto, ayúdame!

—Encantado dattebayo. —Se relamió antes de abrir la boca y atrapar el trozo de carne—. ¡Delicioso!

 

Unos lagrimones de frustración se acumularon en los ojos de Lee mientras de nuevo Kiba, Shino y Chouji aguantaban las ganas de reír. Se les hacían divertidos los intentos fallidos de coqueteo de su amigo.

 

—Pe-pero Sakura-san, ¿por qué huyes?

—¡Estás actuando raro! —le acusó señalándole con molestia.

—¿Raro? Sólo trato de ser agradable contigo. —Le guiñó un ojo y le envió un beso con una mano, arrancándole un violento escalofrío a la chica.

—¡Qué miedo! —exclamó abrazándose a Naruto con aire dramático.

 

Lee quedó doblemente frustrado, el grupo de amigos rió ante la cómica escena. Todos excepto Gaara que miró con suma atención la forma en que Sakura se abrazaba a Naruto, y cómo éste lejos de incomodarse le dedicó una afectuosa mirada y una sonrisa a la chica.

 

Se vio siendo sorprendido por una repentina y molesta punzada en el pecho. Tenso, se cruzó de brazos, sin apartar la mirada de lo cerca que estaban ambos cuerpos. Aquello le inquietaba, a pesar de saber que era un abrazo amistoso, le disgustaba. Se obligó a apartar la mirada y continuar comiendo.

 

Recordó entonces que, justo ayer, viéndose sobrepasado por las extrañas y diversas sensaciones que le envolvían cada vez que estaba cerca de Naruto, se atrevió a hablarlo por encima con su hermana. No entró en detalles, ni siquiera le dijo que quien le hacía sentirse de esa forma era un chico, y mucho menos Naruto, por eso fue perturbador para él cuando Temari sonrió con suficiencia y aseguró: “Se trata de Uzumaki Naruto, ¿no es así?”

 

Casi se le sale el corazón por la boca de la impresión. Al principio lo negó varias veces, pero después Temari le hizo ver que lo poco que hablaba, la mayoría de las veces era para decir algo sobre Naruto. Que si lo admiraba por la determinación con la que luchaba por sus sueños, que si era divertido estar con él, que si su sonrisa era contagiosa, que si estaría bien terminar trabajando juntos en el mismo colegio… o incluso quejándose de que cada vez pasaba menos tiempo en el grupo de amigos.

 

Según Temari, los ojos le brillaban cuando hablaba de Naruto, aunque pusiera cara de póker.

 

Después deseó que la tierra se lo tragara cuando Temari le dio una palmada en la espalda y le animó sin tapujos a iniciar un acercamiento con Naruto. Él sólo pudo atinar a confesar que ni siquiera estaba seguro de que Naruto le gustase, nunca había estado enamorado y quizá lo que sentía podía ser una profunda admiración.

 

Le sorprendía la normalidad con la que su hermana encajó la noticia de que muy probablemente empezaba a tener sentimientos por otro chico, como si fuese lo más natural del mundo.

 

Pero Temari continuó insistiéndole de tal forma que terminó contándole que Naruto tenía sentimientos por un hombre que a leguas se notaba varios años mayor. Y una vez más, ella se tomó el asunto con poca sorpresa y seriedad, asegurándole que ningún vejete iba a tener más posibilidades que él de conquistar a Naruto, y que él tenía ventaja porque era de su misma edad, compartían a diario pupitre y tenían el mismo sueño.

 

Fue la conversación más embarazosa de toda su vida. Durante el día había tratado de actuar con normalidad, como si nunca hubiera tenido aquella conversación con Temari, pero ella le dedicaba una sonrisilla de complicidad cada vez que se la cruzaba por la casa.

 

El hilo de sus pensamientos se rompió cuando escuchó sonoras carcajadas de sus amigos. Prestando un poco de atención, se dio cuenta de que hablaban sobre temas amorosos. Lo que le faltaba, pensó interiormente avergonzado, mirando al rubio frente a él. Al parecer Kiba presumía su noviazgo con Hinata, y casi de inmediato Neji le amenazó con que le cortaría el cuello y “algo más” si se sobrepasaba con la chica.

 

—Y… ¿y a ti cómo te va con Temari, Shikamaru? —preguntó Kiba con nerviosismo en un intento de dejar de ser el centro de atención—. Ten cuidado con lo que dices, tu cuñado está aquí. —Rió, señalando a Gaara.

 

Con pereza, Shikamaru recargó un codo en la mesa y chasqueó la lengua.

 

—Bien, aunque a veces esa mujer tiene un carácter problemático.

—Me gustaría tomarte en serio, pero no puedo, para ti todo es problemático —bromeó, sacando nuevas risas de los demás.

 

Continuaron charlando unos con otros sobre cómo llevaban las fiestas, sobre temas amorosos, sobre los estudios y cualquier trivialidad que se les cruzara por la mente.

 

Fue cuando Chouji propuso que todos chocaran sus vasos en un brindis que Naruto se sintió observado. Tras chocar su vaso con los más cercanos a él, volvió a acomodarse en su asiento y estudió su alrededor, descubriendo que quien no le quitaba la mirada de encima era Gaara. Pensando que su amigo le miraba porque quizá había olvidado brindar con él, alzó nuevamente el vaso y lo chocó con el del otro.

 

—¡Feliz Navidad, Gaara! —exclamó con ánimo.

 

Como si hubiera un resorte en su asiento, el pelirrojo se puso de pie inconscientemente casi de un salto. Ese intenso brillo en los ojos azules y aquella, desde su punto de vista, radiante sonrisa, le habían agitado.

 

—¿Eh? ¿Gaara? —Le miró sorprendido.

—Acabo de recordar que tengo que irme —fue todo lo que se le ocurrió decir como excusa—. ¿M-me acompañas? —Se sintió idiota por haber tartamudeado producto de la vergüenza y se abofeteó mentalmente. Estaba siendo ridículo.

—¡Claro!

 

Pero apenas habían avanzado dos pasos cuando Lee y Kiba se quejaron de la pronta partida de sus amigos. Les pidieron que se quedaran un rato más, pero Gaara prefería marcharse, así que le insistieron a Naruto que acompañara a Gaara un tramo del camino y después regresara. Ya que todavía quedaba más de una hora para la cena, el rubio aceptó regresar más tarde.

 

Una vez estuvieron abrigados salieron a la calle. Los primeros metros los caminaron en absoluto silencio. A Naruto no se le hacía tan raro, le recordaba de cierta manera a los silencios de Sasuke, aunque no terminaba de acostumbrarse. Se sentía más cómodo en la algarabía.

 

—Tendrías que haberte quedado un rato más’ttebayo —habló para romper el silencio, con medio rostro oculto tras la bufanda.

—Lo cierto es que quería hablar contigo, a solas —aclaró, haciendo ligero hincapié en lo último.

—¿En serio? —Le miró lleno de curiosidad—. ¿Sobre qué?

—Aquí no.

 

Aceleró el paso, tratando de localizar un lugar apartado del bullicio de las calles, pero dada la fecha en la que estaban parecía difícil. Naruto dio un par de zancadas para alcanzarle.

 

—¿Por qué tan misterioso, Gaara? —Sonrió intrigado.

 

Pero el pelirrojo nada más atinó a inclinar ligeramente el rostro, sintiéndose avergonzado.

 

—Sólo estoy tratando de encontrar un lugar apartado donde poder hablar.

—¡Ah! Así que es eso.

 

Sin esperarlo, Gaara se vio siendo sorprendido por la mano de Naruto tomándole de la muñeca y tirando de él. No avanzaron mucho cuando les introdujo en un estrecho callejón sin salida.

 

—¿Te parece bien aquí? —Antes de recibir respuesta, continuó—. Dime que sí. ¡La curiosidad me está matando!

 

En silencio, Gaara asintió con un sutil movimiento de cabeza, prestando gran parte de su atención a la calidez que había quedado en la muñeca que Naruto había sostenido hasta hace escasos segundos.

 

—¿Y bien? —Se impacientó el rubio.

 

Interiormente nervioso, Gaara barajó las posibilidades que tenía. Podía confesar la verdad, podría inventar cualquier otra cosa, o simplemente arrepentirse y marcharse cual cobarde; y ninguna opción le convencía. Decir la verdad podría suponer un problema, y el hecho de inventar cualquier otra cosa o marcharse sería patético.

 

—¡Gaara!

—Qu-quería pedirte consejo sobre algo —habló acelerado, sintiéndose presionado por su amigo. Tensó la mandíbula, disgustado consigo mismo por haber balbuceado de nuevo como idiota.

—¿Es algo sobre la universidad?

—No.

—¿Entonces?

 

Decidido, inspiró hondo para armarse de valor.

 

—¿Recuerdas cuando hace unos meses hablamos sobre una persona que… me llamaba la atención? Aquella vez en la bolera.

 

Naruto asintió totalmente intrigado. Claro que lo recordaba. Después de eso estuvo dándole vueltas un buen rato en su mente, preguntándose quién era la persona que había llamado la atención de su amigo, aunque respetaba su deseo de no querer hablar sobre ello, por lo que no intentó sacar el tema.

 

—¿Vamos a hablar sobre eso? —preguntó efusivo. Por fin podría saciar su curiosidad—. No me lo digas’ttebayo, ¿estás saliendo con esa persona? ¿Quién es?

 

El otro negó con la cabeza.

 

—Estás totalmente equivocado.

—¿Entonces qué quieres decirme sobre ese tema?

—Es… —Trató de mostrar su mejor rostro impasible, no quería dejar ver su nerviosismo—. Bueno… creo que esa persona ahora no sólo llama mi atención, sino que es algo más. Creo que me gusta.

—¿Crees? —reiteró, incitándole a continuar hablando.

—Me siento confundido cuando estoy a su lado. —Se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la pared—. ¿Y si lo que siento es sólo admiración y lo estoy confundiendo con algo más?

 

Naruto abrió la boca en una muda exclamación de sorpresa, parpadeando un par de veces. Meditó la breve explicación de Gaara. Sin duda su amigo debía de sentirse muy confundido con sus sentimientos si ni siquiera podía discernir si lo que sentía era admiración o algo más profundo.

 

—Entiendo. —Asintió—. Necesitas mi ayuda.

 

El pelirrojo asintió de nuevo. Era bochornoso hablar del tema precisamente con la persona que le provocaba aquella confusión, pero no sentía con nadie más la confianza que tenía con Naruto.

 

—¿Cómo puedo confirmar qué es lo que siento?

 

Tomando una actitud realmente seria, ahora fue el rubio quien se cruzó de brazos, pensativo. Realmente quería ayudar a Gaara. Se transportó meses atrás, muchos, muchos meses atrás, cuando su admiración por Sasuke empezó a mezclarse con algo más. Intentó recordar cómo se sentía en aquel entonces.

 

—¿Has sentido celos cuando ves a esa persona cerca de alguien más? —preguntó con interés, recordando que él hervía de celos cada vez que veía a Sasuke cerca de Karin.

 

La pregunta sorprendió y avergonzó ligeramente a Gaara, pero después asintió.

 

—Sí… —musitó bajando la mirada.

—Entonces sólo te queda hacer una cosa para salir de dudas.

 

Intrigado, Gaara alzó el rostro. Después de todo no había sido tan mala idea hablarlo con Naruto.

 

—¿Qué cosa?

—Besa a esa persona.

 

Un tono tan rojizo como sus cabellos se apoderó de las mejillas de Gaara, mirando estupefacto a su amigo. ¿Hablaba en serio?

 

—¿Qué?

—¡Sí! ¡Bésala! —insistió, convencido de que aquella sería la solución.

 

Desde su punto de vista, aquel era un buen consejo. Recordaba que cuando él empezaba a despertar sentimientos por Sasuke, se atrevió a besarle en el hospital y aquello le ayudó a confirmar lo que sentía. Aunque después se arrepintió de hacerlo porque creyó que jamás tendría oportunidad alguna con Sasuke, aquel fue el detonante para que con el tiempo se fueran acercando más hasta convertirse en lo que eran ahora.

 

Quizá a Gaara le ocurriría lo mismo.

 

—¿Estás loco? —respondió azorado—. No puedo hacer eso.

—¿Por qué no? ¿Y si resulta que tú también le gustas y gracias a ese beso empezáis a salir?

 

En la mente de Gaara apareció el siempre serio Uchiha Sasuke, el anhelo de la persona frente a él. Apretó ligeramente los puños, preguntándose qué veía Naruto en ese hombre.

 

—Dudo mucho que eso ocurra —respondió con cierto pesar.

 

Naruto suspiró hondo, rascándose pensativo la cabeza.

 

—Nunca imaginé que en realidad eres tan pesimista, Gaara.

—No soy pesimista, soy realista —rebatió con obviedad, en el fondo ligeramente ofendido.

 

No era su culpa que la persona que muy probablemente le gustaba tuviera sentimientos por otro.

 

—Si tú lo dices… —Se encogió de hombros—. Pero no se me ocurre algo más para ayudarte a aclarar tu confusión.

 

Después quedó un pequeño silencio en el que ambos se miraron. A Naruto le llamó la atención la intensidad con la que los ojos verdes estaban clavados en los suyos. Gaara nunca le había mirado de aquella forma, no que recordara al menos.

 

—Naruto… —pronunció con cierta cautela, avanzando un paso—. Responde sinceramente, ¿qué harías tú en mi lugar?

—¿Yo? —Se señaló y después sonrió tras la bufanda—. Tal vez no me creas dattebayo, pero te aseguro que besaría a esa persona.

—Te creo. Después de todo eres muy impulsivo.

 

Esta vez Naruto rió, no teniendo más remedio que darle la razón.

 

—Mi impulsividad me ha traído algún que otro problema, lo admito; pero también me ha traído maravillosas sorpresas. 

—¿Lo dices en serio? —preguntó con interés.

—¡Sí!

 

Aquello dejó meditando a Gaara sobre el hecho de que ser impulsivo no siempre traía consecuencias malas. ¿Y si él, por temor a arriesgarse, perdía una gran oportunidad? ¿Y si quizá después de besarle Naruto empezaba a verle con otros ojos y a dejar de lado sus sentimientos por Uchiha Sasuke?

 

Pero ¿y si ocurría todo lo contrario?, ¿y si Naruto se alejaba?, ¿y si le perdía?

 

Sacudió la cabeza, nuevamente aturdido.

 

—No sé… No estoy seguro. ¿Y si hago que esa persona se aleje de mí?

 

La expresión de Naruto se enserió un poco, pensativo.

 

—Es una opción. Pero si no te arriesgas nunca sabrás el resultado. —Se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta, sonriendo despreocupado—. Yo siempre digo que prefiero arrepentirme por haberlo intentado y fracasado, a no haberlo intentado nunca. Si tropiezo y caigo, ¡me levantaré! —finalizó determinado.

 

Y de nuevo un sentimiento cálido que empezaba a ser más frecuente llenó el pecho de Gaara, maravillado con la valentía de su amigo. Que admiraba a Naruto era indudable, pero necesitaba saber si ese calorcito en su pecho y ese vuelco en su estómago era debido a algo más o sólo producto de aquella admiración.

 

Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa que llamó la atención del otro.

 

—¿Ah? ¿Ocurre algo?

—Nada, sólo pensaba.

—Ese es tu problema, Gaara. Piensas mucho.

 

Rindiéndose ante las insistencias de Naruto, decidió tomar su consejo. No pensar, sólo actuar. Determinado se acercó un paso.

 

—De acuerdo, lo haré. Voy a besarle.

 

Naruto soltó una exclamación de sorpresa. No esperaba terminar convenciendo a su amigo, parecía un hueso duro de roer.

 

—¡Ese es el espíritu, Gaara! ¡Hay que tener agallas! —Estaba por preguntarle, lleno de curiosidad, quién era esa persona que le provocaba aquella confusión; pero guardó silencio cuando vio a su amigo acercarse un paso más, tomar los bordes de la bufanda y bajársela lo suficiente para descubrir por completo su rostro—. ¿Gaara? —Parpadeó intrigado.

 

Era extraño que se acercara tanto como para rebasar su espacio personal. Es más, ¿por qué se seguía acercando? Pensando que quizá quería susurrarle algo, acortó un poco la distancia. A lo mejor iba a confesarle el nombre de la persona que iba a besar.

 

Pero no. Nada de eso ocurrió. Lo que Gaara hizo distaba mucho de susurrar unas palabras, y cuando reaccionó, los labios de su amigo presionaban los suyos.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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