Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años: 

Takaita Hiwatari

Capítulo 42: “Tú no…”:

 

Sasuke liberó un hondo suspiro cuando al salir del bar la fresca brisa nocturna golpeó su rostro, enfriándolo. Finalmente había cedido a las insistencias de Naruto y había ido a pasar unas horas con sus amigos. Se reunió con ellos en un bar. Al final el encuentro no había sido tan desagradable como pensó, fue hasta cierto punto entretenido ver a Suigetsu babeando por Ino, ella ignorando olímpicamente sus coqueteos, Karin regañando a Suigetsu, y al pobre Juugo con su paciencia al borde de un precipicio.

 

—¿A dónde vamos ahora? —preguntó Ino, saliendo tras Sasuke con el resto de amigos.

—Yo ya me voy —respondió.

—¿Tan pronto? —habló ahora Karin. Después le dedicó una mirada significativa—. Oh, claro… entiendo. Apuesto que has quedado con tu “novia” —pronunció la última palabra con cierto retintín disimulado, ganándose un sutil codazo de Sasuke a modo de advertencia.

—Te equivocas. Iré a casa de mis padres.

—¡Oh! Dales saludos de mi parte —dijo Suigetsu.

 

Antes de que Sasuke pudiera responder algo, la rubia volvió a hablar.

 

—¿Ese es tu plan para Navidad, Sasuke?, ¿una cena familiar? ¿Por qué no vamos a una discoteca a bailar un rato y después vas a casa de tus padres?

 

De inmediato Sasuke agitó la cabeza en una negativa. No le gustaba bailar, casi no recordaba cuándo fue la última vez que pisó una discoteca, pero tampoco es como si extrañara esa clase de jolgorio. Disfrutaba más las veladas tranquilas.

 

—Nos veremos otro día —se despidió.

 

Pero no pudo deshacerse de ellos tan fácilmente, ya que la discoteca a donde los otros iban, estaba en la dirección que él también iba a tomar.

 

—¿Cómo llevas la Navidad, Sasuke? —preguntó Ino unos minutos después.

—Bien —contestó escueto, sin deseos de querer entrar en detalles, pero en el fondo todo iba más que bien.

 

Sabía que Ino esperaba que le devolviera la pregunta, aunque sea por pura cortesía, pero no lo hizo. Al final ella retomó la palabra como si él le hubiera preguntado.

 

—En mi caso también va bien, aunque a veces me siento un poco sola…

—Cada vez que te sientas sola puedes llamarme. —Se entrometió Suigetsu, sacándole un respingo de sorpresa a la chica por lo inesperado de su aparición entre ellos.

 

Sasuke lo agradeció en su interior, y disimuladamente aceleró el paso, queriendo dejar a los otros atrás. No es que estuviera aburrido con ellos, pero su padre era algo estricto con el tema de la puntualidad y no quería llegar tarde a la cena.

 

—¡Deja de ser tan baboso, Suigetsu! —escuchó exclamar a Karin casi en un grito.

—¡Y tú deja de ser una bruja gruñona!

—¿¡Qué has dicho!?

 

Alcanzó a escuchar un golpe semejante a una bofetada antes de girar en una esquina, y después a Ino preguntando por él a los otros tres.

 

Al final hizo bien en hacerle caso a Naruto. No había estado mal. Había compartido un momento con sus amigos, y para más suerte Ino no había sido en absoluto pegajosa. Parecía que finalmente había comprendido que no estaba interesado en ella como algo más que una amiga. En el fondo no estaba mal tener una integrante más en su pequeño círculo de amigos.

 

Aceleró un poco el paso para llegar con tiempo de sobra a casa de sus padres. Largos minutos después se detuvo en la puerta, y sin pretenderlo su cabeza giró en dirección a la casa de Naruto, situada a cinco casas de la suya en la acera de enfrente. Antes siquiera de pensarlo, caminó hacia allí, aunque sabía que las probabilidades de poder encontrarse con su novio eran prácticamente nulas.

 

Se sintió animado cuando alcanzó a ver que la luz de la habitación de Naruto estaba encendida, y para más suerte, él estaba mirando a través del cristal de la ventana.

 

Deseó golpearse a sí mismo por un segundo. Estaba siendo ridículo, parecía un quinceañero que no podía vivir sin ver a su primer amor a cada rato. Había visto a Naruto hacía unas horas. Inseguro, alzó una mano para llamarle la atención, pero justo entonces su novio había girado y se había alejado de la ventana. Suspiró, y dándose por vencido se encaminó finalmente a casa de sus padres. Al entrar cuando Fugaku le abrió la puerta, un delicioso aroma a comida recién hecha inundó sus fosas nasales.

 

—Hijo, por fin llegas —saludó afable, palmeándole un hombro en una invitación a entrar—. Ya empezaba a pensar que ibas a dejar de lado la cena con tus padres para estar con “alguien más”. Ya sabes… ¿quizá una amiga?, ¿una novia?

 

Al instante Sasuke sospechó que su padre llevaba algunas copas encima. No lo suficiente para estar ebrio y no ser consciente de sus actos, pero sí lo suficiente para soltarle un poco la lengua.

 

—Prometí que vendría —fue todo lo que respondió, sin querer hablar sobre una novia que no existía.

 

Fugaku le guió a la cocina, donde Itachi y Konan charlaban con Mikoto mientras la ayudaban a ultimar los detalles de la cena. En cuanto su madre le vio, se abrazó a él como si no le hubiese visto hace años.

 

—Qué alegría poder pasar la noche de Navidad todos juntos.

 

El abrazo no duró mucho más, ya que rauda Mikoto le soltó, y tras colocarse una manopla de cocina, abrió la puerta del horno y sacó una bandeja de humeantes galletas con formas de estrella y de árbol de Navidad minuciosamente decoradas.

 

—Mamá, ya no somos unos niños para que nos hagas estas galletas tan… infantiles.

 

La mujer le miró con una falsa expresión ofendida mientras servía las galletas en un plato.

 

—Ya que no aprecias mis galletas, se las daré todas a Naruto.

—¿A Naruto? —reiteró.

—Sí. Él ama mis galletas.

 

Itachi soltó una sutil risa apenas audible mientras negaba con la cabeza.

 

—Desde un principio dijiste que esas galletas eran para Naruto-kun, mamá.

 

La mujer sonrió con cierta ilusión.

 

—Deseaba darle algún presente navideño.

—Ah, Mikoto… —Suspiró su esposo, tomando un vaso para servirse un poco de cerveza—, siempre consintiendo a Naruto. Ya no es ese niño pequeño al que solías cuidar.

—Lo sé —admitió con pesar—. Pero sé que mi regalo le gustará.

—Claro que sí. —Apoyó Konan con una sonrisa.

 

Mikoto sonrió agradecida mientras se retiraba la manopla y el delantal.

 

—¿Me esperáis cinco minutos? Iré a casa de los Uzumaki a llevar las galletas…

—Iré yo.

 

Sasuke maldijo en su interior cuando las palabras se le escaparon siquiera antes de pensarlas, y un segundo después todos tenían los ojos clavados en él. Tensó la mandíbula al notar que Itachi y Konan le dedicaban miradas cómplices.

 

—Oh, qué servicial —comentó Fugaku, sin darle mayor importancia.

—Así podré desearles feliz navidad a los Uzumaki —se excusó.

—Eso me parece bien —aprobó Mikoto.

—Claro, hermano. Siempre está bien tener ese tipo de atenciones con los amigos de la familia, ¿no es así?

 

Los ojos de Sasuke se entrecerraron en una mirada matadora hacia la joven pareja que se aguantaba expresiones divertidas en sus rostros. Konan incluso se había tapado la boca disimuladamente con una mano para no reír. Par de idiotas, pensó molesto.

 

Tomó el plato de galletas y sin decir más abandonó la casa, prometiendo no tardar.

 

En casa de los Uzumaki, mientras tanto, Naruto bajaba las escaleras cada vez más despacio, totalmente hundido en sus pensamientos. Finalmente se detuvo sin terminar de bajarlas, con la vista clavada en el suelo pero sin observarlo realmente. Kushina le había dicho que bajara a cenar, pero eso era lo último que ocupaba su cabeza en ese momento.

 

Sólo podía pensar en lo ocurrido hacía una escasa hora. No paraba de recriminarse una y otra vez el no haber visto venir que Gaara pretendía besarle, ¡en los labios! Se sentía idiota por no haberse dado cuenta de lo que su amigo sentía, por no haber sido capaz de reaccionar a tiempo y frenarle antes de que le besara.

 

Una parte de él sentía que había traicionado a Sasuke, a pesar de no haber deseado ese beso y mucho menos haber tomado la iniciativa.

 

¿Acaso sin quererlo le había creado falsas esperanzas a Gaara? ¿Todo era su culpa? Después de todo él presionó a Gaara para que se animara a besar a la persona que le provocaba aquella confusión.

 

—Naruto idiota —se reprendió en un susurro, llevándose una mano a la frente. Sentía que la cabeza le iba a estallar entre los remordimientos y tanto pensar.

 

Sabía que había herido a Gaara, aun sin pretenderlo. Cuando su amigo le besó, lo único que atinó a hacer fue a romper el contacto un segundo después, totalmente atónito, y tras susurrar su nombre en un balbuceo nervioso, se marchó corriendo.

 

¡Oh, sí, eso había sido muy maduro de su parte!, se mofó de sí mismo.

 

No permitió que Gaara expusiera cómo se sentía, tampoco él tuvo los pantalones de rechazarle de la forma menos hiriente posible. ¡Pero es que lo último que esperaba era un beso! Le tomó totalmente con la guardia baja.

 

Y ahora no sabía qué hacer. Una parte de él quería correr a casa de Gaara y aclarar las cosas, la otra parte temía que Gaara ni siquiera quisiera mirarle porque le odiaba por la forma en que le había rechazado. No quería perder su amistad.

 

Pero también estaba Sasuke. ¿Debía contarle lo ocurrido? Por momentos pensaba que sí, que lo mejor era ser honesto, que no quería mentir a su novio. Pero le preocupaba su reacción.

 

—¡Naruto! —se escuchó acercarse la voz severa de Kushina—. ¿Acaso estás sordo’ttebane? Te llamé hace un rato para cenar, la comida se va a enfriar… —Guardó silencio cuando llegó al pie de las escaleras y enfocó a su hijo—. ¿Estás bien? —Se preocupó—. Estás algo pálido.

 

Tratando de componer una sonrisa, Naruto asintió y descubrió su rostro.

 

—Sólo me duele la cabeza. —Le restó importancia.

 

Aunque Kushina no quedó muy convencida.

 

—Bien, en ese caso iré a buscar una pastilla para tu dolor de cabeza.

 

Apenas avanzó un paso cuando se escucharon unos toques en la puerta. Dando media vuelta, se dispuso a abrir. Parpadeó sorprendida con aquella visita inesperada.

 

—Sasuke… cuánto tiempo sin verte.

—Buenas noches —saludó cortés.

 

Nada más escuchar la voz de su novio, Naruto se tensó, sintiéndose incómodo como nunca antes. Dio media vuelta y tratando de pasar desapercibido subió despacio algunos escalones mientras su madre y Sasuke cruzaban unas palabras, deseándose feliz navidad.

 

Hasta que Kushina le llamó, delatando su presencia y cercanía.

 

—Naruto, mira. Sasuke ha traído algo que te animará, unas galletas hechas por Mikoto, y están recién sacadas del horno.

 

Componiendo su mejor sonrisa, dio media vuelta y bajó las escaleras.

 

—¿En serio? —preguntó acercándose, tomando el plato entre sus manos y aspirando el delicioso aroma—. Mikoto siempre es tan atenta conmigo… Gracias.

 

Se mantuvo a una distancia prudencial de Sasuke, teniendo la incómoda sensación de que su novio podría leerle la mente y descubrir lo que le atormentaba. Curioso, Sasuke alzó una ceja. Podía percibir la tensión en Naruto. Además, ¿era su imaginación o estaba algo pálido?

 

—¿Estás bien? —No pudo evitar exteriorizar su preocupación.

—¡S-sí! Sólo me duele un poco la cabeza dattebayo. Lo que me recuerda… —Encaró a su madre—. ¿Puedes ir por esa pastilla?

—Cierto —recordó ella, alejándose con pasos rápidos.

 

En cuanto estuvieron solos, Sasuke tomó el plato de galletas y lo dejó sobre el pequeño mueble de la entrada donde reposaba el teléfono.

 

—¿En serio es sólo un dolor de cabeza, Naruto? —insistió, empleando un tono bajo.

—Claro. ¿Qué más podría ser si no?

—No sé… —Le miró con atención—. ¿El baboso de Kiba te hizo algo?

—¡No! —exclamó en voz baja.

—¿Entonces por qué estás tan tenso? —Casi podía jurar que Naruto lucía hasta incómodo con su presencia, ya que a cada instante parecía evitar enfrentar su mirada. Naruto siempre era directo—. Además, estás pálido.

 

Queriendo que le mirara a los ojos, le tomó del mentón y le incitó con un suave movimiento a que le enfrentara, pero Naruto se liberó y retrocedió un paso. En ese momento lucía como el típico adolescente que acababa de cometer la mayor trastada de su vida y sabía que le caería encima un regaño de niveles descomunales junto con un merecido castigo.

 

—Deberías irte, Sasuke —susurró—. Mi madre podría vernos y tal vez sospechar.

 

Aquello cada vez era más extraño. ¿Ahora Naruto se comportaba prudente?

 

—¿Alguien te ha hecho algo, Naruto? —insistió, casi afirmándolo en la pregunta.

—No, ¡no! ¿De qué estás hablando? —respondió con evidente nerviosismo.

 

Ahora sí que Sasuke se estaba preocupando, y lo peor es que Naruto no parecía dispuesto a esclarecer sus inquietudes. Pero no le quedaba la menor duda de que algo le ocurría. ¿Tal vez había discutido con uno de sus amigos?, ¿alguno de los mocosos le había pegado? De ser así, torturaría lenta y dolorosamente al responsable. Sabía lo fastidioso que podía ser ese tonto de Kiba, probablemente era el culpable del estado de Naruto.

 

—Ese baboso de Kiba no va a llegar vivo a Año Nuevo —masculló amenazante, dando media vuelta. Si Naruto no quería contárselo, iría a buscar a Inuzuka hasta en el último rincón de Konoha y le haría hablar por la fuerza.

 

Naruto se alarmó al escuchar aquello, y ni siquiera entendía qué tenía que ver Kiba en aquello.

 

—Espera, ¡espera! —Le retuvo tomándole del brazo—. ¿Qué se supone que estás pensando?

 

Con suma seriedad, Sasuke giró.

 

—No sé qué te ha hecho Kiba, pero pienso averiguarlo.

—Deja de sacar tus propias conclusiones, teme. No se trata de Kiba —respondió acelerado.

 

Esta vez la seria mirada de Sasuke se tornó en una que mezclaba un sentimiento de ofensa y disgusto.

 

—Dejaría de sacar mis propias conclusiones si me dijeras qué es lo que te tiene en ese estado.

—Ma-mañana hablamos, ¿de acuerdo?

 

A Sasuke no le gustó en absoluto sentir las manos de Naruto en sus hombros en una silenciosa invitación a que abandonara la casa. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Con un movimiento airado se sacudió y le encaró, tomándole del rostro y estudiándole de cerca.

 

Mirando fijamente los ojos azules, podía percibir en ellos inquietud y hasta cierto temor. ¿Pero temor a qué?

 

Trató de unir sus labios en un efímero beso, pero Naruto lo evitó, doblemente nervioso. La situación era cada vez más extraña.

 

—Mi madre podría vernos’ttebayo. Será mejor que te vayas. —Caminó y abrió la puerta, invitándole a salir—. Deséale feliz navidad a tu familia de mi parte.

—Naruto… —intentó hablar.

—Mañana nos vemos —interrumpió.

 

Sin querer insistir más porque sabía que no obtendría respuesta, Sasuke abandonó la casa con una extraña e incómoda sensación en su interior. Se le ocurrían mil cosas que podrían ser las culpables de que Naruto estuviera en aquel estado. ¿Quizá una pelea con sus amigos?, ¿problemas en casa? Entendía que quisiera ser prudente y que Kushina no les viera en actitud romántica, pero él sabía que lo último que le nacía a Naruto era la prudencia. Razón de más para sospechar.

 

Se detuvo en seco. Estaba por entrar en casa de sus padres cuando un recuerdo le llegó:

 

Es que… desde hace un tiempo tengo la sensación de que le caigo mal a tu padre.

 

¿Y si cuando Naruto regresaba a casa se encontró con Fugaku y él le dijo algo desagradable? Era consciente del carácter hostil que en ocasiones podía mostrar su padre, y más cuando algo le molestaba.

 

Finalmente entró en casa, determinado a hablar de Naruto con su padre.

 

La cena transcurrió en un ambiente agradable. El clímax de la noche llegó cuando Itachi y Konan confesaron que si su relación se mantenía estable como hasta ahora, tenían intenciones de casarse en un futuro. Cuando estaban a menos de un mes de cumplir un año de noviazgo, ambos empezaban a soñar con compartir sus vidas en un futuro no muy lejano. Quizá un año más o dos. Mikoto y Fugaku no cabían en sí de la felicidad, incluso ya podían visualizar a su primer nieto.

 

Fugaku propuso un brindis familiar cuando degustaban el postre, captando la atención de Sasuke. Aquel era el momento oportuno, Fugaku estaba con la lengua suelta a causa del alcohol, aunque no en un estado de ebriedad, así que dudaba que se mostrara esquivo si le preguntaba.

 

—Por cierto —comenzó a decir, llamando la atención de los presentes—, Naruto me dijo que os desea a todos una feliz navidad —comentó con el mejor tono casual que encontró.

 

Mikoto sonrió encantada al escuchar aquello.

 

—¿Y qué dijo sobre mis galletas?, ¿le gustaron?

 

No quiso entrar en detalles y explicarle a su madre que Naruto estaba tan extraño que lo último que hizo fue prestarle la debida atención a las galletas que supuestamente amaba.

 

—Por supuesto —respondió en tono seguro.

—Seguro que esta noche se las comerá todas. —Rió al imaginarlo—. Mañana iré a visitarle, hace días que no le veo.

 

Sin poder disimular su interés, Sasuke enfocó a su padre.

 

—¿Irás con mamá a visitar a Naruto?

 

Fue tan sólo un segundo, pero Sasuke juraría haber visto una expresión de ligero disgusto en el rostro de su padre que le hizo sospechar.

 

—No sé. Ya veré.

 

Después quedó un pequeño silencio en el que Sasuke exprimía su cerebro intentando pensar algo para continuar hablando de Naruto.

 

—Deberías aprovechar ahora que está de vacaciones, después empezará la universidad de nuevo y no tendrá mucho tiempo. Seguro que le alegrará verte, papá.

 

A Itachi le llamó la atención que Sasuke estuviera hablando tan abiertamente de Naruto, normalmente nunca hablaba de él con sus padres, como si el simple nombre del chico fuese algo tabú. Pero no dijo nada, permaneció escuchando en silencio.

 

—No estoy tan seguro. —Apartó la mirada en un ligero gesto despectivo—. Últimamente el hijo de los Uzumaki está tomando inclinaciones extrañas que no me agradan en absoluto. Prefiero mantener la distancia.

 

Todos le miraron atentos, sin comprender sus palabras. ¿Desde cuándo Fugaku se refería a Naruto como “el hijo de los Uzumaki”? Y peor, en ese tono. Además, ¿inclinaciones extrañas?

 

—¿Querido…? —susurró Mikoto consternada, pero fue interrumpida por Sasuke.

—¿A qué tipo de inclinaciones te refieres, papá?

 

Un poco reticente a responder, Fugaku se removió incómodo en su silla, frunciendo el ceño.

 

—Se ha convertido en uno de esos hombres amanerados —Los miró a todos con seriedad—. ¿Podéis creerlo?

 

Itachi y Konan se miraron estupefactos, mientras que Sasuke abrió los ojos de par en par, tan sorprendido como Mikoto que ahogó una exclamación de asombro con una mano.

 

El hombre ignoraba por completo que él era el único en esa casa que desconocía la orientación sexual de Naruto, por lo que pensó que aquellas expresiones de incredulidad se debían al descubrimiento y no a la forma tan despreciativa en que lo dijo.

 

Cuando la impresión pasó, la mirada de Sasuke se endureció y tensó la mandíbula, sintiendo una molesta punzada en el pecho.

 

—¿Uno de esos hombres amanerados? —repitió lentamente, con seriedad.

—El propio Minato me lo contó. —Se cruzó de brazos—. Todavía me cuesta aceptarlo. Naruto parecía tan normal…

—Naruto es normal —le rebatió.

 

Fugaku negó mientras se servía el enésimo vaso de cerveza aquella noche. Itachi miró con preocupación a su novia, ambos dudando si intervenir, pero la mirada de advertencia de Sasuke evitó que lo hicieran. Mikoto sólo podía mirar perpleja a su esposo e hijo cruzando palabras.

 

—Un hombre que gusta de otro hombre en absoluto es normal, Sasuke —explicó como si fuese un experto en el tema—. Siempre he dicho que Minato ha consentido demasiado a su hijo, muy probablemente es su culpa que Naruto haya caído preso de esa extraña moda de la homosexualidad. —Con calma alzó el vaso y dio un largo trago—. ¿Y sabéis lo que más me preocupa? El pensar que en un futuro un hombre con ese tipo de inclinaciones va a estar rodeado de niños. Podría influenciarlos.

 

Sasuke parpadeó atónito ante la tremenda ignorancia de su padre acerca del tema, para colmo hablaba como si fuese un maestro en el asunto.

 

Con el cuerpo totalmente en tensión por el enojo, apoyó las manos en la mesa y con un movimiento que podría parecer hasta perezoso arrastró la silla para ponerse de pie, dedicándole una mirada severa.

 

—Espero que la sarta de estupideces que estás diciendo sólo sean producto del alcohol y no estés hablando en serio.

 

Ambos progenitores quedaron impactados. Fugaku porque Sasuke nunca le había hablado de aquella forma tan irrespetuosa, y Mikoto porque no esperaba que su esposo tuviera un concepto tan pésimo de Naruto a causa de su orientación sexual. Por otro lado, el ambiente entre su esposo y su hijo empezaba a caldearse, estaba preocupada.

 

En respuesta Fugaku también se puso de pie con un movimiento airado.

 

—¡Un respeto! ¡Soy tu padre! —le riñó, pero con las mejillas rojas a causa del alcohol no presentaba un aspecto tan intimidante como quería mostrar.

—Si quieres respeto, primero respeta a Naruto —sentenció inmutable.

 

El rictus serio de Fugaku se fue transformando en una pequeña sonrisa burlona que desconcertó a Sasuke.

 

—No pienso respetar a un amanerado. Además, ¿quién te crees que eres para imponerme a quién debo respetar?

—¡Fugaku, basta! —exclamó su esposa—. Estás siendo injusto…

—No te metas, Mikoto.

 

La respiración de Sasuke se volvió pesada. ¿Que quién se creía que era?, pensó con irritación. Era el novio de Naruto, ¡claro que tenía derecho a exigir que le respetaran! No iba a permitir que continuara hablando de él como si fuese un desecho de la humanidad simplemente por ser homosexual.

 

—Sólo un ignorante juzgaría de esa forma a una persona por su orientación sexual —habló Sasuke—. Conoces a Naruto, sabes que es un buen chico. Su orientación sexual no tiene nada que ver, no le convierte en un monstruo.

—No, pero casi —respondió, omitiendo que su hijo le acusara de ignorante. Para él, su hijo era quien estaba errado—. Por suerte, gracias a la educación ejemplar que Mikoto y yo os hemos brindado, ni Itachi ni tú habéis caído en esa extraña moda.

 

Entonces la paciencia de Sasuke llegó a su límite. No pensaba perder el tiempo haciéndole entender a un ignorante que Naruto no era una aberración. En aquel instante llegó a su mente todas las veces que había temido confesarles a sus padres su orientación sexual por miedo a ser rechazado, pero el hecho de escuchar a su padre hablando de aquella forma de Naruto, le hizo sentir deseos de golpearle donde más le dolía: su orgullo. Su orgullo de padre perfecto.

 

A Itachi no le dio buena espina el repentino suspiro que brotó de los labios de su hermano al tiempo que sus hombros se relajaban, como si acabara de tomar una decisión importante. No podía verle los ojos, había inclinado ligeramente la cabeza y los tenía ocultos tras el flequillo.

 

—¿Sabes una cosa, papá? —Una sonrisilla alzó una de sus comisuras y se enderezó en un porte orgulloso, después de todo él lo era tanto como su padre. Le miró directamente a los ojos—. Esa educación de la que tanto presumes, no fue tan ejemplar, después de todo yo también soy homosexual.

 

Nunca pensó que disfrutaría tanto confesando su orientación sexual, restregarle a Fugaku por la cara que no era el padre perfecto que tanto presumía. Que se sintiera un perdedor. Ya que era capaz de culpar a Minato con dureza y sin remordimiento, quería ver si era capaz de culparse a sí mismo también con la misma ligereza.

 

Había preferido arriesgarse a ser repudiado por su padre a seguir tolerando que hablara mal de Naruto.

 

Y no se arrepentía.

 

Un silencio realmente pesado se instaló. Itachi y Konan se miraron incrédulos, aquello había sido inesperado. Mikoto apenas parpadeaba por la impresión, mirando fijamente a su hijo menor; mientras que Fugaku… él empezó a reír, cada vez más audible, aumentando aquella atmosfera de confusión.

 

—Muy gracioso, Sasuke —habló finalmente—. Nadie en su sano juicio se creería que tú eres uno de esos amanerados.

—¿Por qué? —rebatió en un tono duro—. ¿Gracias a tu educación ejemplar? —preguntó con retintín.

 

La sonrisa del hombre se esfumó, y con un puño golpeó la mesa. No fue un golpe muy fuerte, pero sí consiguió sobresaltar por un segundo a todos, excepto a Sasuke.

 

—¡Porque no lo eres! ¡No eres un maricón! —exclamó, pareciendo más que trataba de convencerse a sí mismo. Después sonrió ligeramente al recordar algo importante—. Además, ¿qué hay con todas esas novias que has tenido? Eres un hombre, lo sé. ¡Un hombre al que le gustan las mujeres!

—Todas esas novias nunca existieron, sólo fueron un invento para que me dejaras en paz. Y sí, tienes razón en algo: soy un hombre.

 

La mirada de Sasuke se posó finalmente en su madre. No encontró rechazo en sus ojos, sólo sorpresa. Sabía que Fugaku le repudiaría, pero tenía la esperanza de que ella no lo hiciera. Después se topó con la preocupación en los ojos de Itachi y su novia, era reconfortante saber que le importaba a alguien.

 

Volvió la mirada a su padre cuando éste cayó sentado sobre la silla en un movimiento seco, cual títere sin vida. El rubor en sus mejillas desaparecía para empezar a dejar paso a un rostro pálido, pero no se preocupó demasiado. Si Fugaku había estado despreciando a Naruto por su orientación sexual, se merecía con creces aquel revés.

 

Mientras él pudiera evitarlo, nadie iba a hacer sentir mal a Naruto.

 

—Querido… —reaccionó por fin Mikoto, acercándose a su esposo y posando una mano en su hombro, intentando que reaccionara.

 

La mirada de Fugaku estaba clavada en la mesa, aunque sin verla realmente. Su hijo… su brillante y perfecto hijo… ¿era uno de esos amanerados? A su mente empezaron a llegar imágenes desagradables, imaginando a su hijo en actitud lasciva con diferentes hombres de rostro distorsionado. ¿Y si hasta incluso hacía cosas obscenas en su puesto de trabajo?

 

¡No, no…! ¡Imposible! ¡Sasuke no era así! Él siempre era correcto y educado, sabía comportarse en cada situación; no era un pervertido desviado.

 

—Imposible… —exteriorizó su pensamiento en un susurro apagado—. Tú no… ¡Tú no!

—Asimílalo cuanto antes, papá —respondió, sin sentir el menor remordimiento ante el aspecto acabado de su progenitor—. Será lo mejor para todos. —Entendió que lo mejor era retirarse por el momento, así que se alejó un par de pasos—. Te agradecería que dejaras de hablar de forma tan cruel de Minato y Naruto. Y algo más… no seas tan frío con Naruto sólo porque es homosexual, le afecta tu actitud distante…

—¿Qué? —balbuceó Fugaku, interrumpiéndole. ¿Cómo sabía que estaba siendo frío y distante con Naruto?—. ¿Cómo sabes…?

—Naruto me lo contó. Estaba preocupado.

 

¿Naruto se lo contó?, pensó Fugaku. Sabía que su hijo y el de Minato desde hacía meses parecían llevarse bien, más de una vez se los había encontrado juntos por la calle. Pero nunca pensó que Naruto le diría algo a Sasuke.

 

—Oh, entiendo, Naruto fue llorándote como la nena que es para que le defiendas, para que resuelvas su problema…

 

Guardó silencio cuando Sasuke caminó hacia él con pasos firmes y una mirada que destilaba odio, dispuesto a cometer un acto que jamás había imaginado: golpearle.

 

Pero cuando Sasuke estaba a dos pasos de su objetivo, ni siquiera tuvo tiempo de alzar un puño cuando dos manos firmes le agarraron por los hombros y le obligaron a retroceder tres pasos. Era Itachi.

 

—Sasuke, basta, será mejor dejar esta discusión aquí —le dijo, tratando de sembrar paz. Pero ni siquiera fue escuchado, su hermano forcejeó con él tratando de liberarse, con toda su atención puesta en Fugaku.

—¡No fue así! ¡Y deja de hablar de Naruto de esa forma! —ordenó, exudando ira.

 

Como si de repente estuviera un poco más repuesto, Fugaku volvió a ponerse de pie, esta vez lentamente. Escuchó vagamente a su esposa susurrarle que se tranquilizara, que dejara de hablar de aquella forma de Naruto, que dejara de discutir con Sasuke, pero la ignoró.

 

—Claro, ahora todo tiene sentido —habló con calma—. Naruto fue llorándote para que le defiendas, y la mejor forma que encontraste de hacerme pagar mi actitud distante con él, es inventándote esta absurda patraña sobre que eres maricón.

—No es una patraña.

—Deja de tomarte tantas molestias con él, ¡no merece la pena! ¿Por qué te empeñas en defenderle?

 

Era incapaz de comprender por qué Sasuke prefería herirle con aquella absurda mentira con tal de defender al hijo de los Uzumaki. Vio el nuevo esfuerzo que tuvo que hacer Itachi para frenar a Sasuke. ¿De verdad su hijo sería capaz de golpearle?

 

—¿Quieres saber por qué me empeño en defenderle? —Gruñó, abandonando el forcejeo con Itachi. ¿Cómo se atrevía a decir que Naruto no merecía la pena?—. ¿¡Ah!? ¿¡De verdad quieres saberlo!?

—Dímelo, porque no lo entiendo.

 

Sasuke respiró hondo cegado por el rencor, dispuesto a desvelar su relación con Naruto, preparado para soltar la bomba.

 

—Naruto es…

—¡Sasuke! —le interrumpió Itachi en un susurro, preocupado por lo que pudiera decir—. No empeores la situación. —Apretó el agarre en sus hombros, llamando por fin su atención.

 

Entonces Sasuke titubeó. La situación ya estaba demasiado tensa como para confesar una noticia como aquella. Fugaku lo tomaría de mala manera, podría ensañarse aún más con Naruto.

 

Pero por otro lado, confesarle tener un interés por Naruto, podría ir preparando a su padre para la futura noticia de que tenía una relación con él.

 

—¿Qué? —Le animó a continuar Fugaku.

—Naruto me gusta —soltó sin más rodeos.

 

Dos exclamaciones femeninas se escucharon al unísono. Konan no esperaba que Sasuke tuviera el valor de decir aquello, siempre había retrasado el momento; mientras que para Mikoto fue toda una sorpresa aquel descubrimiento. Itachi sólo atinó a chasquear la lengua, aunque en el fondo estaba aliviado de que no hubiera confesado su relación con Naruto, hacerlo habría empeorado la situación.

 

Tras cinco segundos de silencio, sólo se escuchó el ruido de la silla cayendo al suelo cuando a Fugaku le asaltó una repentina arcada y se fue corriendo al baño, con la cara tan blanca que parecía una estatua de mármol.

 

****

 

A la mañana siguiente, una exclamación de espanto escapó de los labios de Mikoto cuando al entrar en la cocina encontró a su esposo sentado a la mesa, con el rostro demacrado y con ojeras.

 

—¿Estás bien, querido? —Preocupada se acercó—. ¿Quieres que te prepare un café?, ¿una tila?, ¿leche? Eh… ¿quizá un vaso de agua?

—Un café estaría bien —respondió con desgano.

 

De inmediato ella se puso a prepararlo. Se preguntaba cuánto tiempo llevaría su esposo allí, y no pudo evitar exteriorizar su duda.

 

—¿Hace mucho que estás aquí?

—¿Tres…?, ¿cuatro horas? No sé… —balbuceó—. No podía dormir.

 

Comprendiendo que Fugaku continuaba afectado por la noticia de la noche anterior, suspiró, sintiendo aumentar la preocupación tanto por su esposo como por Sasuke.

 

Mientras el café se preparaba, tomó asiento a su lado y posó una mano sobre la de él, tratando de confortarle.

 

—¿Quieres hablar sobre lo de anoche? —preguntó con cautela.

—Lo único que quiero es que Sasuke entre por esa puerta y me diga que lo de anoche fue una pesada broma —respondió con amargura.

 

Mikoto volvió a suspirar, sin saber bien qué decirle para hacerle sentir mejor, pero para que a la vez le ayudara a asimilar lo de la noche anterior.

 

—Sabes bien que Sasuke no bromearía con algo así.

—¿Y por qué crees que no he podido dormir en toda la noche? ¡Por eso! —exclamó frustrado. En el fondo sabía que Sasuke jamás jugaría con algo como eso—. No dejo de pensar… de preguntarme en qué me he equivocado con Sasuke. Pensaba que lo habíamos educado bien, como a Itachi.

—¡No te has equivocado en nada! —aseguró—. Hemos dado nuestro mejor esfuerzo en criar a nuestros hijos. Al final, los dos se han convertido en grandes hombres.

—Por favor, Mikoto —siseó ceñudo—. Sasuke nos dijo anoche que Naruto le gusta, otro hombre, y no sólo eso, ¡un mocoso! Además de maricón, es un futuro pederasta.

—¡Fugaku! —reprochó alarmada.

—¿Qué? —rebatió—. Tú también lo escuchaste. —Dejó escapar el aire con pesar—. Nuestro hijo traerá vergüenza a la familia. ¿Qué dirán los vecinos si llegan a enterarse?, ¿y los pacientes o superiores de Sasuke? ¡Le van a despedir! Incluso Itachi puede verse salpicado en todo esto, su reputación como el abogado hermano de Sasuke le creará una mala imagen. —Mikoto abrió la boca para decir algo, pero él la interrumpió—. Y no sólo eso. ¿Has pensado en lo que dirían los Uzumaki?, ¿en lo que harían si supieran que Sasuke tiene interés en el mocoso de su hijo? —Se llevó una mano al rostro—. Qué vergüenza… —se lamentó.

 

En silencio, Mikoto se puso de pie para retirar la cafetera y servir dos humeantes tazas.

 

—Creo que estás llevando todo esto demasiado lejos. Sasuke no es el único homosexual en el mundo, ¿sabes? La sociedad es cada vez más abierta con ese tema. —Tomó las tazas y las dejó sobre la mesa—. Y no quiero que vuelvas a referirte a nuestro hijo como un pederasta. —Le dedicó una seria mirada de advertencia que Fugaku ignoró con descaro—. Tú, como su padre, deberías ser el primero en aceptarle. ¿Cómo crees que se sentirá él si le hablas de forma tan hiriente? Sasuke siempre ha intentado cumplir tus expectativas y ser tu orgullo, lo sabes.

 

Ahora fue el turno de Fugaku para dedicarle una seria mirada a su esposa.

 

—Por lo que veo, tú has aceptado muy alegremente que nuestro hijo haya caído en esa moda de la homosexualidad, Mikoto. Incluso no te vi tan afectada.

 

Ella guardó silencio un momento. No pensaba contarle que tiempo atrás incluso llegó a investigar con Kushina porque ambas sospecharon que sus hijos mantenían una relación más allá de la amistad.

 

Y aunque ciertamente la noticia la sorprendió, estaba más preocupada por la reacción de Fugaku.

 

—¿Y qué quieres que haga? —respondió finalmente—. Sasuke es mi hijo, ¡le quiero! No voy a dejarle de lado. Y tú tampoco deberías hacerlo.

—No quiero hacerlo. Es más… Sasuke necesita ayuda. ¿Y si le presentamos algunas chicas guapas que le hagan salir de esa moda?

 

La mujer parpadeó incrédula al escuchar semejante tontería, pero continuó hablándole con paciencia.

 

—No creo que eso sirva de algo. Ya lo escuchaste, a Sasuke le gusta Naruto.

 

Fugaku se removió en su asiento como si hubiese recibido una patada en el estómago y frunció el ceño en desacuerdo, negándose a aceptar aquello.

 

—Es cierto que Naruto es algunos años menor —continuó ella—. Pero le conocemos de toda la vida y sabemos que es un buen chico. Si por casualidad a él también le gustara Sasuke, ¿no crees que estarían bien juntos?

 

Entonces los ojos de Fugaku se abrieron al máximo por la sorpresa cuando cayó en la cuenta de algo importante. Naruto. Claro, él era el culpable de aquella desagradable situación. Ese mocoso amanerado había contagiado a Sasuke, lo había introducido en aquella moda aberrante. Eso tenía sentido, después de todo había visto en más de una ocasión a Sasuke acompañado de Naruto.

 

Su rostro se enserió paulatinamente y su mirada se entrecerró en un gesto de determinación.

 

—¿Fugaku?

—Tienes razón, Mikoto. No voy a dejar a Sasuke de lado, me necesita.

 

Complacida y aliviada al escuchar aquello, Mikoto volvió a posar una mano sobre la de su esposo. Por fin parecía estar empezando a asimilarlo. Le estaba costando menos de lo que esperó.

 

—Nos necesita —añadió ella con una sonrisa.

—Llama a Sasuke. Dile que venga a casa esta tarde, quiero arreglar la situación con él.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Capítulo dedicado a Libbeth Faustino y a Mayra Mora :) Sé qué una dedicatoria no es lo mismo que un fic nuevo, pero no puedo hacer más.

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).