Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años: 

Takaita Hiwatari

Capítulo 46: “Año Nuevo”:

 

Kushina desvió la mirada hacia su hijo, estudiándole con curiosidad. Caminaban dirección a su hogar después de hacer unas compras para la cena. Sabiendo que la compra sería grande, le pidió ayuda a Naruto, pero éste al principio se negó diciendo que no tenía ganas de salir de casa. Sonrió. No había nada como una buena mirada amenazante para hacer cambiar a su retoño de opinión.

 

Aquella mañana Naruto parecía haber regresado de mejor ánimo. Eso la alivió. Al parecer pasar tiempo con Kiba le había sentado bien, por eso la noche anterior no dudó en darle permiso para pasar la noche fuera, convencida de que aquello le ayudaría.

 

—Me alegra verte de mejor ánimo hoy —comentó casual.

—Ah… —balbuceó sin saber qué decir—. Hoy es el último día del año, ¿quién no estaría animado? Habrá una deliciosa comida y pastel —parloteó, tratando de desviar el tema de conversación.

 

Pero no lo consiguió.

 

—Estos días has estado muy decaído. ¿Ahora sí me vas a contar qué te ocurría? —Pero su respuesta sólo fue un pesado silencio—. ¿Has tenido problemas con tu… novio?

—¿¡Qué!? —La miró alarmado.

—Ya sabes… ese chico con el que descubrí que ibas a tener una cita. Te estabas poniendo tan guapo para él… —Sonrió.

—N-no… todo está bien —tartamudeó, apartando la mirada con un sonrojo de incomodidad.

—¡Entonces sí es tu novio’ttebane! —exclamó efusiva—. Dijiste que si todo iba bien, le traerías a casa después de Año Nuevo.

 

Naruto no supo qué contestar, y menos en ese momento que pasaban frente a la casa de los Uchiha. Su corazón palpitó acelerado al sentir cierto temor y preocupación de poder encontrarse con Fugaku. Inconscientemente aceleró el paso.

 

—¿Cómo se llama? —insistió Kushina ante el silencio de su hijo.

—Mamá, no quiero hablar de eso —casi susurró—. ¡Ah! Justo acabo de recordar que había quedado con los chicos en el parque’ttebayo. Iré corriendo a dejar esta bolsa en casa y me iré con ellos.

 

Sin esperar una respuesta abrazó la bolsa de papel contra su pecho y casi corriendo recorrió el corto trayecto que le quedaba hasta su hogar. Kushina rodó la mirada al percibir la actitud esquiva de su hijo, se notaba a leguas que su excusa era una mentira. Bueno, al menos había confirmado que Naruto tenía novio y ya se le veía con el ánimo repuesto, así que decidió no indagar más de momento.

 

Cuando estaba por entrar en casa, se cruzó con Naruto que salía mientras la despedía con rapidez.

 

—¡No regreses tarde! —exclamó.

 

Naruto suspiró desganado cuando estuvo un poco lejos. Era obvio que sus amigos no iban a estar en el parque a esas horas de la tarde, todos estarían en casa, preparándose para celebrar con sus familias la última noche del año.

 

****

 

Karin entró en la sala de descanso del personal sanitario para recoger sus pertenencias, su jornada ya había terminado. Sonrió al ver sólo a Sasuke allí, con el móvil en sus manos, al parecer mirando un vídeo. Sigilosa se acercó y se asomó a mirar sobre el hombro de éste. En la grabación se veía a Naruto corriendo en la playa, huyendo despavorido de una gaviota que volaba sobre su cabeza tratando de agarrar en su pico los rubios mechones, hasta que segundos después, el animal desistió y se marchó.

 

Vaya, vaya, he conseguido una grabación muy interesante. —Escuchó la voz de Sasuke en aquel vídeo—. La llamaré “Usuratonkachi perseguido por gaviota”.

¡Teme! ¡En vez de salvarme de esa bestia, me grabas!

 

La pelirroja no pudo contenerse más y acabó riendo a carcajadas, sorprendiendo a Sasuke que giró a mirarla.

 

—Karin, ¿cuándo has…?

—Siempre supe que mi primo es tonto, pero no imaginaba cuánto —dijo, riendo un poco todavía—. Deberías enviar ese vídeo a uno de esos programas de televisión donde aparecen personas ocurriéndoles cosas patéticas.

 

Pero Sasuke no respondió nada, sólo se apresuró en guardar su teléfono y recoger sus pertenencias. Al parecer le había avergonzado que le descubriera viendo un vídeo de Naruto, y aunque ella lo notó actuó como si no lo hubiera hecho para no incomodarle más. En su interior sonrió.

 

—Bien, hora de ir a casa por fin. Hoy ha sido un día pesado —comentó tomando su bolso de su taquilla—. ¿Qué planes tienes para esta noche, Sasuke?

—Iré a casa de mis padres —respondió escueto.

 

Aunque le habría gustado pasar la noche con Naruto una vez más, sabía que sería complicado que los Uzumaki dejaran a su hijo pasar fuera aquella noche y que querrían celebrar juntos; por otro lado, sabía también que sus padres querrían reunirles a Itachi y a él en casa para cenar. Pero mañana pasaría el día con ese tonto.

 

Cuando abandonaron el hospital, Karin volvió a hablar, esta vez insegura.

 

—Ehm… Sasuke, hay algo que me gustaría preguntarte…

 

Nada más escuchar su tono de voz, Sasuke supo que lo que quería preguntarle era algo incómodo.

 

—¿Qué? —A pesar de ello la animó a continuar. Después decidiría si respondía su duda o no.

—Siempre hablas de Ino como una vieja conocida pero, ¿qué tan “conocida” es? ¿Sabes? La otra noche en el karaoke ella habló de ti como si te conociera íntimamente… ¿o quizá esa tonta presumida sólo mentía?

 

Su mirada se afiló al ver a Sasuke detenerse en seco, aunque un segundo después reaccionó y continuó caminando.

 

—¿Qué importa? Fuera cual fuera mi relación con Ino, está en el pasado.

 

Aquella respuesta impresionó a Karin. No estaba negando haber tenido algo íntimo con Ino en el pasado. De no haber sido así, estaba segura de que él lo habría negado tajante. Justo ahora empezaba a comprender un poco mejor esa insistente actitud coqueta de Ino hacia Sasuke, todo tenía sentido. Al parecer tuvieron algo y ella quería recuperarlo.

 

—¿Naruto lo sabe…? —preguntó en un tono prudente.

—¿Por qué debería saberlo? —La miró de soslayo—. Es algo que está en el pasado, no tiene importancia. Naruto tenía siete años.

 

Se encogió de hombros. No es como si estuviese engañando a Naruto con Ino como para tener que decirle algo. ¿Qué sentido tenía decirle a Naruto que tuvo algo con Ino cuando era adolescente? Era ridículo. Lo único que conseguiría es hacer sentir inseguro a Naruto al saber que Ino estaba en su grupo de amigos. Recordaba lo susceptible que estuvo Naruto al saber que usaba a una rubia como tapadera en el hospital, no quería volver a hacerle sentir mal contándole sobre una relación pasajera de la adolescencia.

 

—Bueno, visto de esa forma supongo que tienes razón. —Miró a su acompañante—. Pero en serio, ¿con Ino? —preguntó todavía incrédula.

 

Como toda respuesta Sasuke volvió a encogerse de hombros, sin querer decir nada al respecto. Aunque debería hablar con Ino. No le hacía sentir cómodo saber que ella iba soltando insinuaciones sobre su verdadera relación pasada.

 

—Sasuke, ¿por qué no le dices que tienes novio? Así entenderá que no tiene oportunidad.

—No la considero mi amiga como para contarle un aspecto tan íntimo de mi vida —confesó. Karin no pudo evitar sentirse ligeramente halagada, ya que sólo ella, Juugo y Suigetsu sabían sobre la relación de Sasuke con Naruto. Después sonrió maliciosa en su interior. Cómo le gustaría ir y decirle a Ino en su cara que Sasuke ni siquiera la consideraba una amiga, disfrutaría viéndola sufrir—. Y además, le dejé claro desde el principio que no quería nada con ella. Si no quiere entenderlo, es su problema.

 

****

 

Naruto abandonó Akatsuki con una ligera sonrisa después de tomar un delicioso chocolate caliente, además de unas galletas cortesía de Konan. Había ido allí expresamente para visitarla, hacía tiempo que no la veía, a Itachi tampoco, por eso se alegró cuando ella propuso quedar un día los cuatro para cenar en el apartamento de Itachi. No concretaron fecha y hora, ya que Konan quería preguntarle a su pareja cuándo le venía bien que se reunieran.

 

Con los nervios templados y el ánimo más renovado, caminó a casa. Tenía que ayudar a su madre con la cena. Sin pretenderlo, empezó a pensar en Sasuke de nuevo, y para cuando se quiso dar cuenta tenía el móvil en la mano y estaba marcando su número. Sonrió al escuchar su voz al otro lado. No hablaron mucho. Sasuke le comentaba que acababa de llegar al apartamento y que tomaría una ducha antes de ir a casa de sus padres, Naruto le contó que había estado visitando a Konan y que se dirigía a casa. Le explicó la cena pendiente que tenían con Itachi y Konan, y a Sasuke le pareció bien.

 

—Nos vemos mañana’ttebayo. Pásalo bien con tu familia esta noche.

—Claro, tú también.

 

Cuando colgó, se pasó una mano por los rubios mechones de la nuca, un poco avergonzado cuando a su mente llegaron imágenes de la noche anterior.

 

Sasuke realmente había… con su boca… Él…

 

Pero aquello no terminó ahí. Cuando se tomó sus minutos para recuperarse del orgasmo, fue él quien se posicionó sobre su novio y puso todo su empeño en brindarle el mismo placer. Le agradó ver que las manos y la boca de Sasuke parecían no poder quedarse quietas, ¡incluso despertó con un pequeño chupetón en la cara interna del muslo derecho! Bien, a lo mejor ese teme no era tan frígido como suponía, parecía tener su chispa de pasión. Es más, recibió su semen en su boca sin mucho problema. Sólo con recordar eso podía sentir su entrepierna hormiguear ligeramente. Sus gemidos resonando en la habitación, el calor de sus cuerpos, la forma en que no podía evitar pedirle más a Sasuke por momentos y el rubor en el habitualmente blanco rostro de éste.

 

No sería agradable excitarse en plena calle, así que, ¡fuera pensamientos pervertidos!

 

Cuando pasaba frente al parque minutos después, se estremeció como si el suelo a sus pies hubiera temblado al ver justamente a Fugaku abandonando el parque. ¿Por qué tenía tan mala suerte? Sin pensarlo inclinó el rostro fingiendo no haberle visto y aceleró el paso, casi echando a correr.

 

¡Qué valiente!, se mofó de sí mismo en su mente, sintiéndose patético.

 

—Uzumaki Naruto.

 

El severo llamado del hombre le hizo encogerse y detenerse automáticamente. Había soñado con la posibilidad de pasar desapercibido. Giró, con una tensa sonrisa en los labios.

 

—Oh, ¡hola! —saludó como si justo entonces le hubiese notado. Fugaku se acercaba a paso firme, mirándole como si fuese un asqueroso insecto que debía eliminar de un pisotón—. Ehm… justo iba a casa ahora, mi madre me está esperando. Tengo mucha prisa, así que, ¡adiós!

 

Apenas avanzó tres pasos cuando sintió un firme agarre en el brazo que le obligó a detenerse. Al instante giró y con un movimiento airado sacudió el brazo para eliminar el contacto, sintiéndose intimidado.

 

Ambos se miraron con seriedad, respirando la tensión entre ellos. Naruto se preguntaba lleno de frustración dónde había quedado aquél Fugaku que le revolvía el cabello con cariño mientras le preguntaba sobre sus estudios o cualquier otro aspecto de su vida. Sin embargo, ahora… ese agarre en su brazo había sido fuerte, pero lo que realmente le hacía daño era ver una vez más esa dura mirada hostil.

 

—Te ordené claramente que no volvieras a acercarte a mi hijo —masculló Fugaku, tratando de contener su ira para no ser escuchado por alguien más que no fuera Naruto. Por momentos pasaba alguna que otra persona—. Y si hay algo que odio profundamente, es ser desobedecido.

 

Naruto trató de sacudirse la turbación que empezaba a invadirle. No iba a quedarse mudo y parado como un tonto como le ocurrió la vez anterior.

 

—N-no puedes obligarme. ¡No voy a alejarme de él! —sentenció, reuniendo algo de determinación.

 

A Fugaku le irritó en demasía aquella respuesta.

 

—Mocoso insolente… —siseó—. ¿Acaso tus padres no te enseñaron modales?

 

Sin pensarlo volvió a agarrar a Naruto de un brazo y le obligó a caminar, entrando de nuevo en el parque. Se negó a soltarle, a pesar de percibir los esfuerzos del adolescente por liberarse.

 

—Me haces daño’ttebayo. Suéltame o empezaré a gritar —amenazó.

 

Fugaku se arriesgó y se negó a soltarle hasta segundos después, cuando entró con Naruto entre los árboles más cercanos, buscando algo de privacidad.

 

Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba buscando a Naruto para hablar con él. Sólo sabía que cuando salió de casa el sol todavía estaba fuera y ahora las farolas iluminaban las calles, era de noche. Sabía que el mocoso frecuentaba mucho el parque, así que había estado caminando como idiota desde su casa al parque y viceversa, esperando encontrarse con él.

 

—De modo que no piensas alejarte de mi hijo. Te has propuesto arrastrarle contigo a tu “moda homosexual”, eso habla mucho de ti, de la clase de persona que eres. Más bien, de la clase de basura que eres —escupió sin miramientos—. Pero no te lo voy a permitir. Búscate a otra víctima.

 

Naruto parpadeó, no dando crédito a lo que escuchaba. Aquello de nuevo parecía una escena surrealista.

 

—¡No es una moda! Además, Sasuke me quiere a su lado.

—¡No me hagas reír! —Aunque su expresión era agria y no había el menor atisbo de sonrisa—. Mi hijo no es como tú. No voy a permitir que destroces su vida. Sé cómo actúan los de tu calaña: Sasuke sólo será una etapa, un capricho; y después, buscarás a otro a quien corromper. Así que, ríndete, no te voy a permitir avanzar ni un paso más.

—¿Los de mi calaña? —repitió, herido ante el concepto retorcido que el hombre tenía de él—. Sasuke no es una etapa, no quiero hacerle daño, ¡le quiero de verdad!

 

La expresión de desagrado de Fugaku no pudo ser más obvia. El día anterior había ido a hacer una visita a su hijo con la esperanza de hablar con él y tratar una vez más de encauzarle disimuladamente por el camino correcto, pero cuál fue su desagradable sorpresa al verle abrazando a Naruto.

 

Aunque quería salir de dudas, temeroso, no pudo evitar preguntar:

 

—¿Qué relación tienes exactamente con mi hijo?

 

La única respuesta que recibió fue un pesado silencio, y por la expresión del chico, Naruto parecía meditar seriamente qué responderle. Pero lo que no sabía es que con su solo silencio ya le había dado una respuesta. Después de todo: el que calla, otorga.

 

Ya tuvo fuertes sospechas la noche anterior de que entre ellos podía haber algo más que amistad o un amor unilateral por parte de Sasuke, pero confirmarlo era un duro golpe. Sus entrañas se retorcieron al visualizarlos en su mente compartiendo algo más que un abrazo. Después, la piel se le puso de gallina al imaginarlos besándose, incluso… ¿ellos… habrían intimado? Se obligó a sacar de su mente esa imagen aberrante.

 

—De ninguna manera —habló casi en un graznido, sintiendo la boca repentinamente seca, las pupilas contraídas. Amenazante, avanzó un paso—. ¡Te ordeno que te alejes de mi hijo!

 

Intimidado, Naruto retrocedió otro paso, aunque en el fondo no era una sorpresa que Fugaku estuviera reaccionando mal. Pero empezaba a fastidiarle la forma insistente en que él quería alejarle de Sasuke. Desearía hacerle ver que realmente amaba a Sasuke, que quería estar siempre a su lado, cuidar de él… pero presentía que cualquier cosa que dijera sólo empeoraría la situación; Fugaku estaba cegado por la rabia.

 

Determinado a no mostrar más cobardía frente al hombre, esbozó una sonrisilla segura que desconcertó a éste.

 

—Bien, supongamos que quiero hacerte caso y acepto dejar a Sasuke. Pero esto no funciona así’ttebayo. —Se encogió de hombros con un movimiento despreocupado y hasta con cierto aire engreído—. Una vez traté de dejar a Sasuke, ¿y sabes qué hizo él? Se negó a aceptarlo; me insistió hasta que nos reconciliamos. —Una parte de él se sintió complacida tras haber creado en Fugaku una sensación de malestar. No pensaba ser el único ahí sintiéndose como una basura—. Así que… no, no pienso dejarle —sentenció—, y agradecería que dejaras de molestarme.

 

Alzó la cabeza en un porte digno, algo así como solía hacer Sasuke al caminar. Avanzó unos pasos, pero la voz de Fugaku, repentinamente serena, le detuvo.

 

—Antes has dicho que quieres a Sasuke, ¿no es así?

—¡Por supuesto! —respondió mirándole.

 

Todavía con aquella repentina calma, Fugaku giró, volviendo a quedar cara a cara.

 

—Si de verdad le quisieras, le dejarías, ¿y sabes por qué?

—¿Porque es lo que quieres tú? —adivinó con una sutil ironía.

—Porque es lo mejor para él, yo sí quiero realmente a Sasuke —aseguró—. Si de verdad le quieres, dime, ¿has pensado alguna vez en los problemas que le va a causar el tener algo contigo? Alguien del mismo sexo, ¡diez años menor además! —exclamó escandalizado.

 

Sólo entonces Naruto dejó a un lado su estudiado porte orgulloso y se detuvo a pensar las palabras de Fugaku. Por un momento le hizo recordar aquella vez en Suna donde Sasuke guardaba distancia con él porque aseguraba que podría traerle problemas si les veían juntos:

 

Podría tener problemas en mi trabajo.

 

O como aquella vez que Sasuke le confesó que usaba a una vieja conocida como tapadera, fingiendo frente a sus compañeros de trabajo que era su novia:

 

Mis compañeros son molestos, no paran de preguntar sobre mi vida privada, si tengo novia. Especialmente después de que me hiciste aquel chupetón en el cuello, ellos pensaron que me lo había hecho una chica. —Guardó un breve silencio, esperando que el otro dijera algo, pero eso no ocurrió—. Naruto, no puedo decir que tengo novio, y menos en mi trabajo. Lo entiendes… ¿cierto?

 

La voz de Karin resonó en su mente, durante el cumpleaños de Sasuke:

 

¡Ni se te ocurra marcar el cuello de Sasuke de nuevo, no sabes los problemas que tuvo con eso!

 

Y de nuevo pareció escuchar la voz de Karin, recordando lo que le dijo la última vez que la vio, cuando se reunieron para ir al karaoke:

 

Querido primo, si vuelvo a descubrir un chupetón tuyo en el cuello de Sasuke, te haré conocer el dolor. No tienes idea de los problemas que Sasuke ha tenido en el trabajo por culpa de tus arrebatos de pasión —le riñó en voz baja—. Los demás médicos se ríen de él, cuchichean burlas a sus espaldas, por no hablar de la mala imagen que da a los pacientes con semejante marca en el cuello. Es una suerte que los superiores no se hayan enterado, si no le habrían llamado la atención. ¿Acaso quieres que tenga una mala reputación en su puesto de trabajo?

—Estás exagerando’ttebayo. —Karin parecía ser igual de paranoica que Sasuke.

 

—Ahora yo te digo, supongamos que Sasuke está tan enamoradísimo de ti que no acepta que le dejes —comentó con retintín—. Pero con el tiempo él terminará dejándote y odiándote por haberle jodido la vida. ¿Te has parado a pensar la imagen que puede dar un médico enredado en una relación con un chico menor de edad? ¿Cómo crees que reaccionarían Minato y Kushina? ¿¡Acaso quieres ver a mi hijo en la cárcel!? Su reputación quedará en el suelo de por vida, ningún hospital de Konoha o alrededores va a querer contratarle. ¡Deja de ser egoísta!

—¿En la cárcel? —repitió en un murmullo, pensando que Fugaku estaba exagerando.

—Tu “relación” con Sasuke tiene los días contados, o le dejas ahora, o él te dejará con el tiempo. —Pero él quería que aquella separación ocurriera cuanto antes mejor, por el bien de su hijo—. Ríndete.

 

La insistencia de Fugaku en que se rindiera fue como una inesperada inyección de determinación. Apretó los puños y le dedicó una intensa mirada.

 

—No voy a dejar a Sasuke, y aunque lo hiciera, él no lo aceptaría —sentenció—. Así que ¡ríndete en hacer que me rinda! —exclamó.

 

El entrecejo de Fugaku se arrugó profundamente al tiempo que chasqueó la lengua ante la nueva insolencia del chico, su repentina valentía le fastidió profundamente. El mocoso era un hueso duro de roer. Cómo le gustaría hablar con Minato y Kushina sobre ello, con un poco de suerte quizá uno de ellos le cruzaría la cara al mocoso de un bofetón para que se comportara. Probablemente sería Kushina la que impondría disciplina, Minato era un blandengue sensiblón con su hijo.

 

Pero, de momento, prefería arreglar aquel asunto él solo, sin meter a los Uzumaki y a Mikoto. A pesar de todo, no quería romper su amistad con los Uzumaki.

 

Para él era difícil imaginar a Sasuke negándose a que alguien cortara una relación con él. Su hijo siempre había sido muy orgulloso, no lo imaginaba aferrándose a una persona, menos a alguien como Naruto. Seguro que el mocoso le estaba mintiendo, pero él no se dejaría engañar.

 

—En ese caso, golpea su orgullo.

 

Desconcertado, Naruto relajó su porte seguro.

 

—¿Qué?

—Si realmente conoces a Sasuke, te habrás dado cuenta de que es un hombre orgulloso. Golpéale ahí —ordenó—. Sasuke jamás iría tras alguien que le haya herido de esa forma.

 

No concebía a un Sasuke suplicándole a alguien que le había pisoteado el orgullo.

 

Pero Naruto sólo atinó a permanecer unos largos segundos mirando a Fugaku, pasmado, como si no reconociera al hombre frente a él. Fugaku le estaba diciendo, o más bien ordenando, que hiriera a Sasuke. Volviendo en sí movió ligeramente la cabeza, negando. No tenía por qué estar ahí escuchando las palabras crueles de Fugaku, no tenía por qué estar soportando eso.

 

Sin decir nada, dio media vuelta y se marchó corriendo, decidiendo terminar esa absurda conversación allí. No quería volver a ver o hablar con Uchiha Fugaku. Empezaba a crecer en él un sentimiento de animadversión hacia el hombre.

 

¿Que dejara a Sasuke?, ¿que hiriera a Sasuke golpeándole en su orgullo?

 

¿¡Qué demonios pasaba con ese hombre!?

 

Sacudió la cabeza, obligándose a dejar aparcado en lo más hondo de su mente aquel desagradable encuentro y disfrutar aquella última noche del año junto a sus padres. Aunque le tomó tiempo, compuso su mejor sonrisa antes de entrar en casa, como si nada le estuviera atormentando.

 

****

 

Casi una hora más tarde, Fugaku salió al pasillo al escuchar la puerta de entrada de su hogar abrirse, adivinando que se trataría de Sasuke. Era el único que faltaba por llegar.

 

—Hola, hijo, llegas tarde.

—De camino hacia aquí me topé con mis amigos y no me dejaron continuar mi camino hasta que accedí a tomar algo con ellos —comentó desprendiéndose de la chaqueta, colgándola en un perchero en la pared de la entrada. De soslayo observó a su padre, valorando si estaba enfadado por lo del día anterior o si ya se le había pasado el mal trago. A simple vista se veía normal—. ¿Itachi y Konan ya han llegado?

—Sí.

—Iré a saludarles.

 

Pasaba junto a su padre cuando éste le sostuvo del brazo con suavidad, incitándole a detenerse. Ambos se miraron a los ojos.

 

—¿Podemos hablar sobre lo de ayer? —susurró Fugaku.

 

Sasuke esperaba que esa conversación iba a llegar tarde o temprano, después de todo Fugaku le dijo antes de marcharse ayer que hablarían en otro momento. Al parecer el momento había llegado.

 

—Claro —asintió a pesar de todo con serenidad.

—Sasuke, hijo… —Le miró con una preocupación que llamó la atención de éste—. ¿Estás seguro de saber dónde te estás metiendo? Me refiero a Uzumaki Naruto.

 

Curioso, Sasuke alzó una ceja.

 

—¿Y dónde se supone que me estoy metiendo? —preguntó, queriendo que su padre fuera más concreto.

 

En un pozo negro de desgracia, quiso decirle, pero en cambio se aclaró la garganta y continuó hablando en un tono confidente.

 

—Ayer os encontré muy juntos, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de lo que está ocurriendo entre vosotros —habló con total convicción. Después de todo Naruto se lo había confirmado con su silencio—. Sasuke, ¿te has parado a pensar en las consecuencias? Tu reputación... ¿Y cómo crees que lo tomarán los Uzumaki? —Antes de que el otro pudiera decir algo, le interrumpió para continuar—. Pienso que te estás arriesgando por el simple capricho pasajero de un adolescente.

 

Ofendido, Sasuke retrocedió un paso y enserió su expresión. Su mirada, de repente fría, era una clara advertencia: no quería escuchar otro comentario de ese tipo sobre Naruto.

 

—No soy un capricho pasajero para Naruto —sentenció. Le costó entenderlo en un principio, pero ahora lo tenía muy claro—. Y sí, he pensado en las consecuencias, he pensado demasiado en ellas, y por fin estoy dispuesto a correr el riesgo. Todo esto no tiene por qué salir mal. Lo único que me importa es contar con el apoyo de mi familia y la de Naruto.

—¿Y crees que los Uzumaki van a apoyarte? Por favor, Sasuke —masculló irónico, casi rodando la mirada.

—¿Por qué no? La reacción que más me preocupaba era la tuya, y todo salió mejor de lo que esperaba —confesó.

 

Aquello llamó la atención del hombre que parpadeó curioso.

 

—¿Qué reacción pensabas que tendría?

 

A pesar de la incomodidad que le creaba abrir su corazón, respondió confidente.

 

—Pensaba que me darías de lado, que no querrías saber más de mí. Es cierto que te sorprendiste mucho al principio, y lo entiendo. —Asintió—. También comprendo que te creara incomodidad la escena que encontraste ayer entre Naruto y yo, y que necesitas tiempo para asimilar todo… pero no me has echado de tu vida.

 

La confesión agitó algo en el interior de Fugaku. No sabía que Sasuke se sentía así. Es cierto que cuando confesó su orientación sexual lo tomó muy mal, como una ofensa, y que de no ser por Mikoto probablemente sería justo eso lo que habría hecho: echar a Sasuke de su vida. Pero su amada esposa había estado ahí para hacerle abrir los ojos y ver su error. Como padre, debía estar ahí para sus hijos en las buenas y en las malas. Si sólo estaba en las buenas, ¿en qué clase de padre le convertía eso?

 

Y eso es justo lo que estaba haciendo ahora. Aunque su método era sucio, no se le ocurría algo mejor para encauzar a Sasuke al camino correcto. Atacando la raíz del problema todo estaría resuelto. Era lo mejor que podía hacer por ahora: fingir que ponía su esfuerzo para aceptar todo aquello, mientras que silenciosamente trataba de solucionarlo para que Sasuke volviera a la normalidad. No descansaría hasta alejar de su hijo esa mala influencia llamada Naruto.

 

Quizá Sasuke se enfadaría si llegaba a enterarse de lo que había hecho a sus espaldas, pero sabía que con el tiempo terminaría agradeciéndoselo.

 

El precio valía la pena.

 

—Sé que no soy muy dado a mostrar afecto —admitió, y a pesar de ser algo obvio le costó un poco decirlo—. Pero no dudes, jamás, que Itachi y tú sois lo más importante para mí —aseguró lleno de sinceridad.

 

La calidez inundó el pecho de Sasuke. Desde pequeño notó que su padre no era tan afectuoso como su madre, pero con los años entendió que era debido a la forma en que fue criado y que eso no significaba que él no le quisiera.

 

—Lo sé —murmuró.

 

Como para reafirmar sus palabras, Fugaku eliminó la distancia y rodeó a su hijo entre sus brazos. Era un abrazo firme pero a la vez protector. Sabía que Sasuke ya era un hombre, pero por un instante no pudo evitar verle como cuando era un niño. Apenas segundos después le soltó y sonrió ligeramente.

 

—Ah… —Suspiró—. Basta de sentimentalismos, será mejor que vayas a saludar a los demás.

 

Sasuke sonrió ligeramente, y asintiendo, se encaminó a la cocina. El abrazo le había sorprendido, pero había sido agradable.

 

‹‹No te fallaré, hijo mío. Cuidaré de ti››, pensó determinado.

 

Al entrar en la cocina, Sasuke encontró una cálida estampa: su madre y Konan reían mientras ésta última manchaba la punta de la nariz de Itachi con un poco de salsa de tomate.

 

—Parece un payaso —comentó Konan.

 

Y aunque a Sasuke no le resultó tan gracioso, soltó una risa socarrona y audible, sólo para molestar a su hermano.

 

—No sabía que en tus horas libres trabajabas como payaso, Itachi.

 

El nombrado reaccionó rápido y tomó una servilleta, limpiándose para lucir impoluto de nuevo.

 

—Sasuke, no te escuché entrar. ¿Cuándo has llegado? —Cambió de tema.

—Ahora mismo.

 

Casi interrumpiendo la conversación, Mikoto se acercó a su hijo para recibirle con un abrazo. No olvidaba su conversación con Kushina. Aunque ella lo ignoraba, Sasuke sintió en aquel abrazo un aire sumamente protector, se preguntó por qué.

 

—Siento llegar tarde. Me entretuve con unos amigos.

 

La mujer le soltó y negó, restándole importancia a su retraso. Una parte de ella ansiaba contarle a Sasuke que se había enterado de que Naruto tenía novio para que dejara de albergar ilusiones, pero la otra prefería callar para no lastimarle.

 

—Mamá, ¿estás bien? Me estás mirando de forma rara.

 

De inmediato ella reaccionó y retrocedió un paso, componiendo una sonrisa.

 

—S-sólo miraba lo guapo que estás esta noche. Esta camisa negra se ve tan bien en ti…

 

Cuando Sasuke abrió la boca dispuesto a decir algo, vio que tanto Itachi como Konan le enviaban miradas significativas, incluso ella le guiñó un ojo. Esos dos trataban de decirle algo.

 

—Gracias —respondió.

—Iré un momento a verificar que no falta nada en la mesa —se excusó Mikoto, deseando alejarse un momento para recomponerse.

—Claro.

 

En cuanto estuvieron solos, Sasuke encaró a la pareja.

 

—¿A qué venían esas miradas?

—Es que pensaba que Naruto aprobaría totalmente tu atuendo —respondió Konan con una risilla, siendo secundada por Itachi que asintió.

 

Sasuke sólo apartó la mirada, aparentando indiferencia. No pensaba admitir que tal vez se había arreglado un poco aquella noche por si casualmente se encontraba con Naruto, ya que vivía a cinco casas de distancia podía darse la casualidad. Pero no había ocurrido.

 

Volvió la mirada al frente al escucharla hablar de nuevo mientras abría el horno, usando unas manoplas para sacar una bandeja de humeantes galletas.

 

—Por cierto, hoy he visto a Naruto. Estuvo en Akatsuki. —Dejó la bandeja sobre la mesa de la cocina—. Comentamos la posibilidad de quedar un día para cenar los cuatro juntos.

—Me parece buena idea —comentó Itachi.

—A mí también —secundó Sasuke, omitiendo decir que ya sabía sobre ello.

—Se me ocurre algo —propuso Konan—. Itachi y yo pronto cumpliremos un año de novios, ¿y si nos reunimos ese día los cuatro para celebrarlo?

 

Hablando casi a susurros para no ser escuchados, concretaron una hora que les viniera bien a los tres. Por Naruto no había mucho inconveniente porque todavía le quedaban algunos días de vacaciones.

 

Aquel comentario le hizo recordar a Sasuke con cierta ilusión que Naruto y él también cumplirían un año de novios en poco tiempo: el catorce de febrero para ser más preciso.

 

Quién lo diría, aquella relación que en un principio esperaba que no durara demasiado, estaba por cumplir un año. Un año lleno de altibajos, pero juntos. Un año en que asimiló que Naruto no veía en él algo pasajero sino algo sincero, un año en el que recientemente, no sin esfuerzo, había logrado dejar de lado la inseguridad y perdido el temor a que en cualquier momento Naruto pudiera decirle que había decidido dejarle porque prefería una relación con alguien de su edad o una edad más cercana a la suya. Escuchar a Naruto decirle que le ama y saber que rechazó a Gaara, fue una gran inyección de seguridad para él; aunque si lo pensaba quizá sonaba un poco tonto, ya que Naruto constantemente le demostraba sus sentimientos.

 

Lo más importante, había perdido por completo el temor a enfrentar a sus padres y los Uzumaki. Estaba preparado para presentarse un día en su casa y la de los Uzumaki junto a Naruto y revelarles su relación. Minato todavía le causaba cierta inquietud, pero no era un sentimiento lo suficientemente fuerte para hacerle desistir. Como contagiado de la típica actitud positiva de Naruto, había una vocecita en su interior que no paraba de susurrarle que Minato no tenía por qué tomarlo mal.

 

Naruto y él habían pasado tantos momentos juntos… habían descubierto cosas que desconocían del otro, se habían confortado cuando alguno lo necesitaba, habían compartido sus alegrías y como en cualquier relación las discusiones ocasionales no habían faltado, pero siempre habían sabido reconciliarse. Podía asegurar, sin temor a equivocarse, que Naruto le había convertido en una mejor persona.

 

Interiormente, esperaba ansioso lo que el nuevo año les deparaba a Naruto y a él.

 

****

 

El matrimonio Uzumaki se envió una mutua mirada de preocupación por quinta vez y después observaron a su hijo, sentado frente a ellos, cenando, o al menos haciendo el intento ya que no dejaba de remover la comida con aire distante.

 

Cuando Naruto llegó a casa todo parecía ser normal, habían preparado la cena entre los tres mientras charlaban sobre temas triviales. Pero conforme pasaba el tiempo, el ánimo de Naruto parecía ir decayendo hasta que al momento de sentarse a la mesa parecía haberse quedado mudo.

 

Minato ya había tratado de romper el hielo dos veces, preguntándole si le ocurría algo, a lo que Naruto negaba con un intento de sonrisa y continuaba removiendo la comida.

 

—Hijo, no has probado bocado —comentó Kushina.

—En realidad no tengo hambre’ttebayo, siento el estómago cerrado.

—¿Te sientes mal? —preguntó Minato de inmediato—. ¿Te duele algo?, ¿te llevo al hospital?

 

Al ver que Minato hacía amago de ponerse de pie, Naruto negó rápidamente.

 

—¡No! No se trata de eso.

 

Odiaba no poder seguir aparentando normalidad. Cuanto más tiempo pasaba, menos podía sacarse de la cabeza el desagradable encuentro con Fugaku:

 

Tu “relación” con Sasuke tiene los días contados, o le dejas ahora, o él te dejará con el tiempo.

 

Se había dicho a sí mismo que iba a continuar su vida como si nada extraordinario hubiera pasado, asegurándose que tarde o temprano Fugaku se cansaría y se rendiría en su empeño de alejarle de Sasuke, que quizá incluso le aceptaría con el paso de los días.

 

Pero la máscara de falsa felicidad se le había caído, y no habían transcurrido ni tres horas.

 

Suspiró, sintiéndose patético y deprimido.

 

—¿Entonces qué es? —reiteró Minato—. No voy a dejar de insistir hasta averiguarlo —advirtió serio.

 

Naruto suspiró hondo, acorralado. De nada serviría ir y encerrarse en su habitación, apostaba que sus padres irían tras él.

 

—M-me ocurrió algo desagradable… —balbuceó, percibiendo al instante la tensión en sus progenitores—. Una persona me hizo sentir mal por mi orientación sexual —explicó a medias.

—¿¡Qué!? —hablaron a la vez los adultos.

—¿Quién fue? —exigió saber Minato.

 

Con un aura amenazante, Kushina estrelló un puño en la palma de su mano libre.

 

—¡Le daré la paliza de su vida! —sentenció la mujer.

—N-no le conocéis —tartamudeó Naruto, preocupado.

 

No deseaba que se armara una guerra entre sus padres y los Uchiha. Ni hablar, no quería que ellos perdieran su amistad de años, y además, eso tensaría terriblemente su relación con Sasuke.

 

La expresión un tanto deprimida de Naruto, obligó a Kushina a suavizar su furia. De nada servía alterarse si no tenía frente a ella a la persona que quería estrangular con sus propias manos. Suspiró.

 

—¿Nos puedes contar qué te dijo esa persona? —El pesado silencio que vino a continuación la hizo entender que su hijo no quería hablar de ello—. Sea como sea, no deberías darle importancia a las palabras que te dijo alguien que ni siquiera te conoce, una persona que sólo vio tu exterior y no supo ver lo maravilloso que en realidad eres. —Le dedicó una cálida sonrisa, tratando de animarle.

—Totalmente de acuerdo —sentenció Minato. Aunque aparentaba calma, en su mente ya había torturado de mil formas diferentes a una persona de rostro desconocido por hacer sentir mal a su retoño.

 

Naruto no pudo evitar pensar que aquellas eran las típicas palabras que unos padres dirían para hacer sentir mejor a su hijo. Lo peor era que esas palabras no vinieron precisamente de alguien que no le conocía, sino todo lo contrario. Por eso dolía más.

 

Siempre se había considerado alguien con agallas que sabía defenderse a sí mismo, siempre pensó que teniendo la aceptación de Minato y Kushina no le afectaría lo que opinara el resto del mundo… pero su mundo perfecto se había puesto patas arriba y no sabía cómo volver a estabilizarlo.

 

Inclinó la mirada, jugando con sus manos sobre su regazo.

 

—¿Es tan malo ser homosexual? —preguntó casi en un susurro, viéndose afectado.

 

Minato pudo jurar que escuchó su corazón partirse en dos al ver apagado a alguien tan alegre como Naruto. Por un segundo sintió que perdía la fe en la humanidad y que incluso amenazaba con odiarla. ¿Cómo alguien había podido tratar mal a Naruto simplemente por su orientación sexual?

 

Una vocecita en su interior le susurró recordándole que él tampoco reaccionó muy bien cuando supo aquello.

 

Quizá él no era el más indicado para enfadarse e incluso tratar de localizar al responsable para darle algún que otro puñetazo y señalarle su error de menospreciar a una persona por su orientación sexual, pero… no podía evitarlo. Su instinto protector estaba activado al máximo.

 

Sin pensarlo se puso de pie y rodeó la mesa para sentarse junto a Naruto, para después, sin decir palabra alguna, rodearle entre sus brazos. Su gesto sorprendió a su pequeña familia.

 

—¿Papá? —susurró, aunque no trató de alejarse.

 

Minato le soltó y le dedicó una mirada que trataba de mostrar determinación.

 

—Me gustaría tanto poder estar siempre ahí para protegerte de ese tipo de personas… impedir que cualquiera te lastime o siquiera te dedique una fea mirada. No mereces eso —sentenció—. Pero lamentablemente es algo inevitable. Si incluso yo, que soy tu padre, no reaccioné bien. Todavía lamento tanto esa actitud…

—Minato… —murmuró Kushina, tan sorprendida como su hijo.

—Pero tú eres fuerte, Naruto. No te dejes vencer. Ser tú mismo no es malo. —Posó una mano en la cabeza de su hijo, tratando de darle consuelo. Después, un silencio se prolongó durante unos segundos en los que Naruto le miraba casi sin parpadear, y eso le hizo sonreír nervioso—. Ah, lo siento… Quiero transmitirte mi apoyo, pero no sé muy bien cómo hacerlo —confesó—. Me siento un poco torpe hablando de este tema.

 

Al instante fue él quien se vio sorprendido por un efusivo abrazo de parte de su hijo que casi le hace caer de la silla. Kushina no tardó en acercarse en un par de zancadas y unirse al abrazo.

 

—Tu padre y yo te queremos, Naruto, y siempre te vamos a querer. No olvides eso.

 

El adolescente asintió, conmovido y con los ojos comenzando a cristalizarse por unas lágrimas de emociones retenidas: felicidad por el apoyo incondicional de sus padres; miedo, preocupación y frustración por las palabras de Fugaku.

 

—Gracias’ttebayo —susurró, ocultándose en el torso de su padre tal y como solía hacer cuando era pequeño.

 

Minato sonrió ligeramente al ver la intensa mirada de aprobación que le dedicaba su esposa. Tiempo atrás fue como si su hijo le hubiera traicionado al momento de entender que éste jamás le daría nietos, pero ahora, justo en ese momento, lo único que Minato deseaba, su única prioridad, era una cosa: ver a Naruto sonreír de felicidad.

 

****

 

La noche había transcurrido lenta y pesada para Naruto, como una larga tortura. Se dedicó a dar vueltas y más vueltas en la cama, sin parecerle cómoda ninguna postura, mientras reflexionaba sobre las palabras de Fugaku.

 

Ahora yo te digo, supongamos que Sasuke está tan enamoradísimo de ti que no acepta que le dejes. Pero con el tiempo él terminará dejándote y odiándote por haberle jodido la vida. ¿Te has parado a pensar la imagen que puede dar un médico enredado en una relación con un chico menor de edad? ¿Cómo crees que reaccionarían Minato y Kushina? ¿¡Acaso quieres ver a mi hijo en la cárcel!? Su reputación quedará en el suelo de por vida, ningún hospital de Konoha o alrededores va a querer contratarle. ¡Deja de ser egoísta!

—¿En la cárcel?

—Tu “relación” con Sasuke tiene los días contados, o le dejas ahora, o él te dejará con el tiempo. Ríndete.

 

Cuanto más recordaba las palabras de Fugaku, más confundido se sentía. ¿Y si él tenía razón?

 

Podía estar estúpidamente enamorado, pero no era egoísta, no quería causarle problemas a Sasuke. Realmente no quería.

 

Aquella mañana se esmeró en lucir feliz delante de sus padres, aunque sabía que su actuación no estaba siendo muy buena cuando Minato le sonrió comprensivo y le revolvió los cabellos en un intento de confortarle.

 

Empezaba a desesperarse, necesitaba hablar con alguien sobre lo que le angustiaba. De repente, un nombre llegó a su mente. Con la mañana un tanto avanzada, se dirigió al apartamento de Itachi. Estaba convencido de que ese día él no trabajaba, era Año Nuevo.

 

Al abrir la puerta de su apartamento, Itachi lució sorprendido, era evidente que no le esperaba por allí, pero después sonrió y le invitó a entrar mientras le saludaba y le deseaba un buen inicio de año.

 

—Naruto-kun, qué sorpresa verte por aquí. Siéntate. —Señaló el sofá—. ¿Te apetece algo de beber?

 

Entonces el adolescente tomó asiento y se encogió un poco nervioso mientras negaba con la cabeza. Se había presentado allí sin avisar. Quizá Itachi tenía planes con Konan y él estaba allí, molestando.

 

—Ehm… ¿interrumpo algo? No me gustaría molestar —balbuceó.

 

Itachi le dedicó una pequeña sonrisa despreocupada y negó, tomando asiento en un sillón.

 

—Estoy solo. Konan ha salido a saludar a sus padres y desearles un feliz año. —Se inclinó ligeramente hacia delante, apoyando los codos sobre los muslos—. ¿Y bien?, ¿a qué debo tu visita, Naruto-kun?

 

No quería mostrarse preocupado ante el evidente nerviosismo mal disimulado que mostraba el chico. Aquello era extraño en él. Sea como sea, estaba convencido de que Naruto no se había presentado allí aquella mañana simplemente para desearle un feliz año.

 

—Bueno… umn, ¿podemos…?

—¿Qué? —Le animó a continuar.

—¿Podemos hablar sobre Sasuke?

—¿Has discutido con él? —se aventuró, sintiendo curiosidad.

 

Hasta la noche anterior Sasuke había lucido feliz, con aquel brillo especial en sus ojos que no se había apagado desde que empezó a salir con Naruto. Por eso le resultaba extraño que hubieran podido discutir cuando el día apenas iniciaba.

 

—No. No es eso. —Inquieto, se rascó la nuca—. ¿T-te puedo hacer una pregunta? Como abogado.

 

La curiosidad de Itachi se disparó a pesar de mostrar una expresión aparentemente neutra. ¿Quería hablar sobre Sasuke y a la vez preguntarle algo como abogado? Extraño.

 

—Claro, Naruto-kun. —Asintió—. Dime, ¿qué te preocupa?

 

Un pequeño silencio se instaló entre ellos, ya que Naruto no tenía la menor idea de cómo formular su duda sin meter a Fugaku en la conversación.

 

—¿Es cierto que Sasuke podría tener problemas al mantener una relación conmigo por ser menor de edad? —preguntó un poco acelerado, casi en voz baja—. Problemas legales. A-algo así como la cárcel dattebayo.

 

Tal vez todo aquello era una mentira o una exageración de Fugaku para asustarle y alejarle de Sasuke. Itachi, como abogado, seguro que debía saber sobre ese asunto al menos un poco.

 

Pero en vez de recibir su esperada respuesta, se vio siendo analizado por la oscura mirada.

 

—¿Por qué tienes esa duda?

 

Es más, ¿por qué justo ahora?, se preguntó Itachi. ¿Por qué tan de repente?

 

—¡A-ah! —Soltó una exagerada y falsa carcajada, rascándose una mejilla con un dedo. Los nervios le estaban haciendo tartamudear más que a Hinata—. Ayer vi algo sobre ese asunto… en la tele… —inventó sobre la marcha.

—¿En las noticias? —quiso saber.

—Um —Sólo emitió aquel ruidito para responder, sin querer negar o afirmar—. Siento curiosidad por el tema.

 

Itachi suspiró, sin estar muy convencido con aquella respuesta, pero prefirió darle el beneficio de la duda y creerle.

 

—Ciertamente Sasuke está en una situación un poco delicada —confesó.

—¿Entonces es cierto? ¿Podría ir a la cárcel? —interrumpió preocupado antes de que el otro pudiera decir algo más—. Pe-pero si Sasuke es bueno conmigo.

—Esto no funciona así, Naruto-kun. No se trata de si Sasuke es bueno contigo o no. Eres menor de edad, y aunque hayas actuado de forma libre y estés en una relación con Sasuke porque así lo quieres, la ley se pondrá de tu parte, el menor será considerado como víctima. —Al ver a Naruto tensarse y palidecer ligeramente, se apresuró en añadir algo más—. Pero por suerte ya tienes dieciocho, si tuvieras dieciséis o menos, la justicia podría ensañarse con Sasuke alegando abuso sexual por aprovechamiento de la inmadurez de la víctima.

—¿Abuso sexual? —Se escandalizó—. ¡Pero si Sasuke y yo no…! Nunca. ¡No! —Negó tajante.

 

Itachi entendió que Naruto le decía que no había llegado tan lejos todavía con Sasuke, aunque no dijo nada al respecto.

 

—Suponiendo que alguien denunciara a mi hermano, ¿cómo podrías demostrar eso en un juicio? Muchos menores mienten coaccionados por el adulto. Como dije, la ley siempre se va a poner de parte del menor. —Se movió hacia atrás, acomodándose en el respaldo—. Pero como también dije, por suerte ya tienes dieciocho, así que no veo muy probable una pena de cárcel, quizá un par de años de trabajos forzados y pagar una multa, o solamente la multa. Depende del juez. —Trató de restarle importancia para no inquietar más a Naruto.

 

Preocupado, Naruto posó las manos en sus rodillas, aferrándolas ligeramente.

 

—¿Suponiendo que alguien denunciara a Sasuke? —reiteró casi en voz baja.

—Podría darse el escenario, y ahí es cuando mi hermano estaría en problemas. Podría ser denunciado por tus padres, por ejemplo, o por alguien que sepa de vuestra relación y piensa que te está salvando alejándote de Sasuke.

—Y no sólo eso —habló con cierta amargura.

—¿Um?

 

Su reputación quedará en el suelo de por vida, ningún hospital de Konoha o alrededores va a querer contratarle. ¡Deja de ser egoísta!

 

—La reputación de Sasuke como médico quedaría manchada por mi culpa.

 

El comentario llamó la atención de Itachi. Naruto lucía preocupado, como si de repente hubiera caído en la cuenta de todo.

 

—¿Nunca habías reparado en todo eso?

 

Avergonzado, negó con la cabeza. Recordó aquel día en Suna donde Sasuke se enfadó con él después de contarle a una desconocida que eran novios.

 

—No. Incluso una vez me enfadé con él porque me dijo que podía causarle problemas. Pensé que exageraba.

 

Se sentía como un niño inmaduro y tonto. Ahora entendía todas las reticencias de Sasuke, especialmente en los primeros meses de relación; incluso podía entender por qué Sasuke quería esperar a que él fuera mayor de edad para las relaciones sexuales y por qué se puso tan paranoico las primeras veces que se habían tocado íntimamente o que él había intentado hacerlo.

 

—No te preocupes. Está bien. Ahora comprendes mejor a Sasuke. —Le dedicó una suave sonrisa. Recordaba las veces que su hermano se había quejado sobre los problemas que le traía tener una relación con Naruto, aun así, había continuado al lado del chico—. Sólo tenéis que seguir como hasta ahora: tranquilos, discretos…

 

Una sonrisa desganada curvó las comisuras de Naruto.

 

—Claro…

 

Su teléfono móvil pitó indicando que había recibido un mensaje, rompiendo así el silencio que amenazaba con formarse entre ellos. Era un mensaje de Sasuke:

 

Olvidé decirte que hoy tengo el día libre. ¿Te espero en media hora en Ichiraku y comemos juntos?

 

A Naruto le pareció un plan tentador. Una maravillosa forma de comenzar el año degustando su amado ramen.

 

Pero…

 

Espérame en el apartamento.

 

Por más que le alegraba pensar que podría pasar todo el día con Sasuke, la sonrisa no llegaba a sus ojos.

 

—¿Todo bien, Naruto-kun?

—Ah… sí. —Se puso de pie con cierta prisa—. Tengo que irme. Sasuke me está esperando.

—Está bien.

 

Se incorporó también, acompañando al rubio a la puerta. Por su expresión, Naruto lucía como si de repente cargara con una pesada roca sobre sus hombros.

 

—Naruto-kun —le llamó cuando éste abandonó su hogar—. No te inquietes por lo que viste en televisión ayer. Si continuáis lentos pero seguros como hasta ahora, no tiene por qué salir mal. —Trató de animarle.

 

En respuesta Naruto compuso la mejor sonrisa que pudo y tras despedirle se marchó, caminando con pesadez, casi arrastrando los pies cuanto más avanzaba.

 

La suave brisa helada golpeando su rostro cuando salió del edificio no le ayudó a serenarse ni a reflexionar con calma. No dejaba de pensar en Sasuke, en su relación con él, en Fugaku y sus palabras.

 

La preocupación, el miedo y la ansiedad se retorcían constantemente en su estómago cada vez que su mente le gritaba que debía hacer algo con el problema que tenía entre manos.

 

Definitivamente no quería joderle la vida a Sasuke.

 

Y con pesar se daba cuenta de que permaneciendo a su lado era eso lo que pasaría tarde o temprano. Aunque le dolía admitirlo, Fugaku tenía razón. Hasta empezaba a convencerse de que Fugaku también tenía razón al afirmar que Sasuke no era gay y sólo estaba confundido; después de todo, antes de que ellos empezaran a salir tuvo algo con Karin. Bien, tal vez Sasuke era bisexual, ¿pero y si no?, ¿y si era un hetero confundido? Confundido por su culpa, por sus insistencias, por besarle cuando él no quería.

 

Sus ganas de confesar a sus padres que mantenía una relación con Sasuke estaban sepultadas bajo tierra. No dejaba de visualizar en su mente el peor escenario posible. Imaginaba a su padre reaccionando igual de mal, o puede que hasta peor, que Fugaku. Sinceramente, no podía comprender cómo tiempo atrás había podido imaginar aquella situación con tanto optimismo. ¡Hasta rayaba lo fantasioso!

 

Estúpido. ¡Estúpido Naruto!, se gritó mentalmente.

 

Ahora incluso comprendía que Sasuke usara a una rubia desconocida como tapadera frente a sus compañeros de trabajo, haciéndola pasar por su novia.

 

Le comprendía tan bien que no podía evitar sentirse enojado consigo mismo por ser tan idiota.

 

Al momento de entrar en el apartamento de Sasuke, no pudo evitar pensar que no pertenecía a ese lugar, que no debería estar allí, que nunca debió estar allí. Que era un problema en la vida de Sasuke.

 

—Hola. Llegas antes de lo que esperaba, Naruto. —La tranquila voz de Sasuke le llamó la atención cuando éste salió de la cocina y caminó a su encuentro—. ¿Se puede saber por qué no querías que te esperara en Ichiraku?

 

Inconscientemente, Naruto retrocedió un paso, haciendo que por reflejo el otro detuviera su andar a unos pasos de distancia.

 

—Quería hablar contigo’ttebayo.

 

Intrigado, Sasuke arqueó una ceja. Naruto lucía serio como nunca antes. Pensó que llegaría allí con una sonrisa, colgándose a su cuello cual koala mientras le deseaba un feliz año nuevo entre besos.

 

—¿Sobre qué?

 

Pero Naruto inclinó la mirada, tensando la mandíbula y apretando los puños con frustración, tratando de reunir la determinación que necesitaba.

 

—So-sobre… —Se mordió el labio inferior un segundo al escucharse tartamudear de nuevo. Respiró hondo—. Sobre nuestra relación.

 

La curiosidad de Sasuke se disparó. La expresión demasiado seria de Naruto no le daba buena espina. Es más, de un momento a otro el ambiente empezaba a tornarse pesado.

 

—Te escucho.

 

Naruto se preguntaba cuál sería la mejor forma de decir las palabras que se le atoraban en la garganta. Después de todo, Sasuke era su primer novio y no quería ser brusco con él, pero no se le ocurría una forma suave para decirlo.

 

—Quiero terminar.

—¿Eh? —Fue lo único que pudo articular tras un par de segundos.

 

Los ojos azules se clavaron en el suelo con frustración y de nuevo empuñó las manos, incapaz de enfrentar a Sasuke a la cara. Su corazón latía tan agitado pero a la vez con tanta pesadez, que dolía.

 

—No quiero seguir siendo tu novio —habló casi en voz baja debido al nudo que amenazaba con cerrarle la garganta—. Pero podemos ser amigos… si tú quieres.

 

A unos pasos de distancia, Sasuke no daba crédito a lo que escuchaba. Es más, estaba convencido de que aquello era una pesada broma de mal gusto. Naruto se presentaba allí el día de Año Nuevo con la expresión más seria del mundo, y a bocajarro le soltaba que no quería ser más su novio pero que podían ser amigos; así sin más. ¡Parecía una escena surrealista! Sintió la vaga tentación de pellizcarse para verificar si todavía estaba dormido.

 

Soltó una risilla socarrona, apenas curvando las comisuras. Aquello llamó al instante la atención de Naruto que alzó la mirada sorprendido.

 

—Bien, ya me he reído de tu broma sin gracia. ¿Satisfecho?

 

Después de todo no era la primera vez que Naruto le hacía una broma sin gracia. Como el día que Naruto le dijo que no estaba seguro de sentir lo mismo por él y que mejor le daría una oportunidad a Suigetsu. Recordaba que segundos después Naruto había estallado en carcajadas y le confirmó que estaba bromeando, pero ahora, los segundos transcurrían y Naruto no dejaba de mirarle de forma extraña. ¿Qué era aquella mirada? ¿Culpa?, ¿tristeza?, ¿lástima? Quizá todo junto. ¿Por qué le miraba de aquella forma? Comenzaba a crisparle.

 

No, no, insistía en que aquello era surrealista. No tenía el menor sentido. Dos días atrás estuvo con Naruto, durmieron juntos, todo estuvo bien. No hubo el menor atisbo de discusión seria entre ellos aquel día, incluso el día anterior tuvieron una breve conversación por teléfono, por eso no tenía sentido que Naruto apareciera allí y de la nada le dijera aquello.

 

Pero los segundos transcurrían y Naruto no reía a carcajadas mientras le aseguraba que estaba bromeando. Sin ser consciente, su cuerpo se tensó ligeramente.

 

—Es una broma, ¿cierto? —afirmó en aquella interrogante. Necesitaba salir de dudas.

 

Cuando Naruto le confirmara que estaba bromeando y empezara a reír, juraba que le daría como mínimo unos buenos azotes a ese tonto cabeza hueca por hacerle pasar ese mal trago.

 

—Sasuke, yo no… — Incapaz de continuar mirándole a los ojos, de nuevo inclinó el rostro—. No estoy bromeando.

—¿Qué? —preguntó de inmediato, tan serio como el otro.

 

La culpa comenzaba a desbordar a Naruto, sintiendo que aquello se le estaba haciendo muy cuesta arriba. Tenía que salir rápido de allí o terminaría retractándose y diciéndole a Sasuke que todo aquello sí era una broma.

 

El apartamento de Sasuke estaba empezando a resultarle asfixiante, necesitaba salir afuera y respirar aire fresco.

 

—Hablo en serio, no quiero seguir con esto dattebayo —dijo acelerado.

 

Dio media vuelta dispuesto a marcharse, necesitaba huir. Se recordaba a sí mismo una y otra vez que hacía aquello por el bien de Sasuke. No quería ser un problema en su vida, lo mejor era apartarse. Sasuke amaba su profesión, no quería ser la mancha en su expediente.

 

Antes de alcanzar la puerta, una mano se aferró a su brazo derecho y con un firme tirón le hizo girar, encontrándose de frente con la oscura mirada de Sasuke que en ese momento como nunca antes transmitía confusión. A una parte de él le alegró inmensamente que Sasuke le detuviera y no le dejara marchar, pero después se abofeteó mentalmente, debía centrarse.

 

—Ya he tenido suficiente de esta broma sin gracia, dobe. ¿Puedes parar?

 

A pesar de que habló en un tono aparentemente tranquilo, se apreciaba el mal humor contenido. Por otro lado, Naruto podía sentir la tensión de Sasuke a través del agarre en su brazo.

 

—Ya te he dicho que no estoy bromeando.

—¿Pretendes que te crea cuando hace dos días, incluso ayer, todo estaba bien entre nosotros? Apareces aquí y sin más dices que no quieres seguir con esto, sin dar un motivo razonable. —Afirmó ligeramente el agarre en Naruto—. ¿En serio pretendes que te crea, idiota?

 

A pesar de que aseguraba no creerle, el enojo empezaba a bullir bajo sus venas. Enojo y frustración porque empezaba a comprender a marchas forzadas que Naruto no estaba bromeando. ¿Y el idiota pensaba dejarle y marcharse sin más?, ¿sin darle una razón de peso para terminar aquello?

 

Al tornarse doloroso el agarre en su brazo, Naruto se deshizo de él con un movimiento tosco, retrocediendo un paso para marcar cierta distancia entre ellos. A toda velocidad pensaba, tratando de inventar el motivo por el que quería terminar la relación. No había pensado en eso antes de presentarse en el apartamento, y decir la verdad quedaba totalmente descartado. Aunque era un amante de la sinceridad, en aquella circunstancia veía necesario mentir. Mentir para proteger a Sasuke, mentir para que el lazo de Sasuke y Fugaku no se rompiera.

 

Entonces recordó con pesar las palabras de Fugaku:

 

Si realmente conoces a Sasuke, te habrás dado cuenta de que es un hombre orgulloso. Golpéale ahí. Sasuke jamás iría tras alguien que le haya herido de esa forma.

 

Cerró los ojos con fuerza al sentir que las lágrimas querían aparecer, forzándose a retenerlas. Inhaló profundamente, obligándose a serenarse.

 

—Lo cierto es que desde hace tiempo me he estado aburriendo. —Se encogió de hombros, fingiendo desinterés—. Supongo que después de todo no eras lo que esperaba.

 

Los temores e inseguridades de Sasuke, esos que le había costado larguísimos meses mantener a raya, regresaron de un plumazo, desestabilizándole por un momento en el que fue incapaz de emitir palabra.

 

—¿Eso es todo? —habló de forma casi mecánica, sin expresión en su rostro.

 

Cualquiera que le viera en ese momento se preguntaría si aquellas razones no le habían afectado, incluso por un segundo Naruto pensó que aquellas palabras no habían inmutado a Sasuke lo más mínimo, pero sus puños firmemente cerrados delataban lo contrario.

 

Naruto no pudo evitar sentirse basura, sin embargo, continuó.

 

—Sí. He decidido que estaría mejor tener una pareja de mi edad. —Y sin querer alargar más aquel torturante momento, alzó con desgano una mano para despedirse—. Adiós, Sasuke.

 

Cuando Naruto salió del apartamento y cerró la puerta tras él, Sasuke parpadeó como si acabara de despertar de una pesadilla, con el cuerpo repentinamente rígido y la respiración pesada. Pero se mantuvo allí, incapaz de reaccionar.

 

Hacía escasa media hora estaba planificando cómo pasar el primer día del año con Naruto, y ahora estaba allí, obligándose a asimilar que Naruto había aparecido decidiendo de buenas a primeras terminar su relación con él porque empezaba a aburrirse y prefería tener un novio de su edad.

 

¿Y si con el tiempo… descubres que no soy lo que esperabas?

—Eres lo que esperaba dattebayo. Esperaba que fueras un teme gruñón, y eso eres.

—Hablo en serio. Tal vez un día decidas que prefieres a otra persona a tu lado. Alguien como tú, hiperactivo y extrovertido; o quizá alguien con una edad más cercana a la tuya con quien puedas compartir vivencias y un círculo de amigos.

 

El temor que le había acompañado incluso antes de empezar a salir con Naruto, se había hecho realidad, y justo cuando menos lo esperó.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Importante: Lamento el retraso. Mi idea era actualizar el día 23 de octubre para celebrar el SasuNaru Day, pero el día 22 me enteré de que había un error importante en la seguridad de Fanfiction. Al parecer había un hacker pululando por la web y había riesgo de perder la cuenta si se ingresaba. Como entenderéis, no quería perder mi cuenta (llevo con ella 12 años), así que he esperado para actualizar hasta que el asunto se ha resuelto :’)

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).