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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años: 

Takaita Hiwatari

Capítulo 50: “El verdadero culpable II”:

 

Un severo golpe en la nuca hizo a Naruto salir de su ensimismamiento y encogerse adolorido.

 

—¡Ouch! ¿Pero qué…?

 

Quedó mudo cuando al girar encontró la fría mirada de Gaara, sentado a su lado. Se notaba que le estaba matando con la mirada sin piedad alguna, y como continuara perdido en sus cavilaciones, le mataría con algo más que la mirada, estaba seguro.

 

—La próxima vez será algo más que un golpe —amenazó Gaara, confirmando sus sospechas.

—Lo siento. —Se rascó una mejilla con nerviosismo—. No volveré a distraerme’ttebayo.

—Más te vale.

 

Naruto volvió su atención a su libro, intentando concentrarse en el estudio. No pasó mucho tiempo cuando escuchó la voz de su amigo.

 

—De nuevo estás pensando en Uchiha, ¿no es así? —preguntó casi con tedio.

 

Sabiendo que aquel tema de conversación debía ser incómodo para Gaara, tardó unos segundos en responder.

 

—Sí. Es que…

—Deja de darle vueltas a eso, Naruto —demandó serio. Estaba al día de la última conversación que su amigo tuvo con Sasuke escasos días atrás. Naruto se lo contó a la mañana siguiente, asegurando que se arrepentía de haber contado la verdad porque no quería que la relación de Sasuke y Fugaku se rompiera—. Hiciste lo correcto contando la verdad. Quien no hizo lo correcto, en mi opinión, fue ese hombre, Fugaku.

—Pero, Gaara…

—El tipo actuó como un cobarde —interrumpió nuevamente, recargando un codo sobre la mesa—. No fue capaz de enfrentar a su propio hijo. Si ahora tiene problemas con Sasuke, es su culpa, por no ir de frente con la verdad. Tiene lo que se merece.

 

Quizá era debido a sus sentimientos, pero le costaba poner siquiera un poquito de responsabilidad sobre los hombros de Naruto y le salía natural excusarle completamente.

 

—En realidad no estamos seguros de si Sasuke y él tienen problemas. No sabemos qué hablaron exactamente y desde entonces no he visto a Sasuke. —Recordó el rubio—. Ni siquiera sé si creyó todo lo que le conté acerca de su padre. Pero, yo actué igual que Fugaku, no fui de frente con la verdad, por eso tengo problemas con Sasuke. —Suspiró apartando la mirada—. Me arrepiento de no haber manejado ese problema de otra forma dattebayo.

—Suficiente —sentenció. No quería escuchar a Naruto culpándose—. Por ahora estudia, después si quieres ve a hablar con Sasuke para salir de dudas.

 

Al instante los ojos azules se clavaron en él, haciéndole sentir ligeramente nervioso ante el temor de que un pequeño rubor apareciera en sus mejillas.

 

—¿Crees que debería hacerlo?

—Al menos te ayudará a salir de dudas acerca de si creyó lo que le contaste, y quizá, te enteres de qué ha ocurrido entre su padre y él.

 

Naruto asintió, dedicándole una pequeña sonrisa.

 

—¡Gracias, Gaara! No sé qué habría hecho sin ti.

—Probablemente continuar lamentándote y tirar por la borda tu oportunidad de cumplir tu sueño de ser maestro de escuela. —Le miró con un ligero reproche—. Quizá lo tuyo con Sasuke no tenga solución, pero eso no debe paralizarte, la vida sigue. Habla con él, arréglalo todo y cierra esa etapa de tu vida.

 

Como respuesta Naruto volvió a asentir. Aunque las palabras de Gaara eran demasiado directas y tal vez un poco hirientes, era consciente de que estaban cargadas de verdad y que se lo decía por su bien. Por alguna razón, los consejos de Gaara le inyectaban ánimos, quizá porque hasta hace bien poco había estado cargando con todo él solo y se había sentido como encerrado en un laberinto sin salida. Sus consejos eran como encontrar el cartel de salida en aquel laberinto.

 

****

 

La incomodidad y el mal humor eran palpables en Sasuke desde el segundo en que atravesó la puerta del hogar de sus padres. Si había ido allí, a regañadientes, había sido únicamente por hacerle un favor a Itachi y Konan. Según le habían contado, iban a anunciar oficialmente su boda y querían hacerlo con la familia reunida. A pesar de que lo último que quería era ver la cara de su padre, allí estaba, manteniendo el temple en una cena que estaba deseando de finalizar para marcharse.

 

Los días anteriores habían sido confusos para él, sintiéndose constantemente como fuera de lugar. Recordaba en todo momento su conversación con Naruto y la que tuvo después con su padre. Todo parecía irreal, una pesada broma.

 

Era irónico cómo el simple hecho de que Minato desahogara su pena en una borrachera hubiera dado pie a que Fugaku sacara a relucir más que nunca su personalidad conservadora y cerrada, empujando a Naruto a dejarle, y por ende, él terminó en una relación que le hacía infeliz. Ino también iba a terminar afectada.

 

No sólo él era infeliz. En esa cadena de acontecimientos, todos habían caído como fichas de dominó, empujándose unos a otros en su infelicidad.

 

Había pensado bastante acerca de la situación. Por momentos se había sentido enojado con Naruto, le irritaba que le hubiese ocultado la verdad, y además durante tanto tiempo; otras veces trataba de ser comprensivo con él, ponerse en su lugar, entender los motivos que le empujaron a actuar como lo hizo.

 

Por otro lado estaba su padre. Con él le ocurría exactamente lo mismo. Por momentos la furia y el rencor le llenaban al recordar lo ocurrido, pero otras veces recordaba las veces en que su madre le había contado que su padre había sido criado de una forma bastante conservadora y trataba también de ponerse en su lugar, entender sus actos.

 

Fuera como fuera, se sentía dolido. Dos personas que decían quererle le habían herido, según por su bien. La única diferencia es que al menos Naruto se había disculpado y parecía realmente arrepentido, mientras que su padre no se mostraba ni siquiera un poquito culpable. Eso hacía que el rencor que sentía hacia su progenitor aumentara cada día más. Fugaku no se había puesto en contacto con él en ningún momento para disculparse.

 

No es que la noticia oficial de que su hermano se iba a casar no le hubiera alegrado, pero no tenía ánimo para festejar. Con movimientos mecánicos se unió al brindis familiar.

 

Entonces, Mikoto tomó la palabra con una sonrisa.

 

—¡Estamos tan felices…! —Posó una mano en el hombro de su esposo, sentado a su lado—. Seguro que esta noticia te sube el ánimo, querido. —Como si alguien le hubiera preguntado al respecto, encaró al resto—. Estos últimos días Fugaku ha estado un poco decaído, aunque no quiere decirme el motivo.

 

Tras el comentario, los ojos de Sasuke se toparon con los de su padre en un duro y silencioso escrutinio. Itachi también observó a su progenitor, aunque con disimulo, comprobando que ciertamente lucía decaído.

 

Ya que nadie decía nada, Konan se animó a hablar.

 

—En ese caso la noticia de nuestra boda ha llegado en un buen momento para hacer sentir mejor a Fugaku. Una celebración familiar anima a cualquiera.

 

Mikoto asintió, a punto de decir algo, cuando el ruido que hizo Fugaku al arrastrar la silla hacia atrás la interrumpió. Fugaku musitó una disculpa y abandonó la sala, provocando que la tensión en los hombros de Sasuke se relajara ligeramente.

 

—Realmente me inquieta vuestro padre —habló la mujer en un tono más bajo—. ¿Quizá ha discutido con Minato? Hace días que se comporta extraño, apenas come y duerme, y rechaza las invitaciones de Minato para salir a beber.

—Sasuke —llamó Itachi—, ¿por qué no vas a hablar con papá? Quizá a ti te cuente qué le ocurre.

 

La frustración consumía a Sasuke al ser consciente de que frente a su madre no podía rebatir nada. Vio la mirada significativa que le enviaba su hermano mayor, ordenándole obedecer su petición.

 

—Oh, eso es buena idea —dijo Mikoto, siendo secundada por Konan que, ignorando todo lo que ocurría, asintió con la cabeza.

 

Conteniendo un bufido, Sasuke se puso de pie y caminó con desgano en busca de su progenitor. Le encontró en la cocina, terminando de beber un vaso de agua. Itachi idiota… ¿Por qué le enviaba con el enemigo? No quería saber nada de su padre hasta, como mínimo, recibir una disculpa.

 

—Sasuke —susurró al tomarle por sorpresa verle allí.

—Hn —farfulló ceñudo, adentrándose unos pasos en la cocina—. Mamá está preocupada —se limitó a decir.

 

Pero como no quería entablar una conversación con él, rápidamente dio media vuelta dispuesto a marcharse. Se excusaría con su madre inventando que él tampoco había sido capaz de descubrir lo que mantenía a su padre en ese estado.

 

—¡Espera! —exclamó al instante—. Hijo, hablemos, por favor…

 

El hecho de que Fugaku pidiera algo por favor impresionó a Sasuke, pero no hizo desaparecer su enojo y decepción.

 

—No me llames hijo —masculló encarándole.

 

Sin perder tiempo, Fugaku eliminó la corta distancia que le separaba de Sasuke.

 

—No quiero que sigamos así. Está bien, he entendido que Ino no te hace feliz, y está bien si quieres dejarla. Lo entenderé.

—No dudes que lo haré. —Se limitó a decir.

—Como padre, quiero lo mejor para ti —continuó diciendo—. Aunque a veces los métodos no sean los correctos. Cuando seas padre, entenderás de lo que hablo.

—No está en mis planes tener hijos, así que probablemente nunca entenderé tu retorcido punto de vista. Será mejor que dejemos esta conversación aquí.

—Sasuke, espera… ¡Sasuke!

 

Pero no se detuvo. Temía no poder controlar la irritación que le arañaba por dentro con cada palabra que escapaba de la boca de su padre. ¡Maldita sea! ¡Quería escuchar una disculpa! Aunque empezaba a pensar que ni siquiera con una disculpa sería capaz de perdonar a su padre. ¿Cómo se atrevía a decir que como padre quería lo mejor para él si lo único que había hecho era volverle un hombre infeliz?

 

Inspiró hondo antes de entrar en la sala, forzándose a componer una expresión lo más natural y relajada posible. Se excusó con su madre diciéndole que no había descubierto el motivo del malestar de su progenitor y después anunció que se marchaba porque tenía planes con Ino, aunque obviamente era mentira.

 

—Mamá, yo podría hablar con papá —propuso en cuanto Sasuke se fue.

—No creo que sea buena idea, Itachi. Tu hermano acaba de intentarlo, si le insistimos mucho para que nos cuente lo que le ocurre, quizá consigamos todo lo contrario y se cierre más en sí mismo.

 

Pero Itachi no obedeció y se puso de pie con aparente solemnidad. Como que se llamaba Uchiha Itachi, iba a solucionar ese desastre, le tomara el tiempo que le tomara.

 

Entró en la cocina cuando su progenitor se disponía a abandonarla.

 

—¿Podemos hablar? —Le hizo detenerse con su pregunta.

—Hijo, no estoy de ánimo —respondió desganado—. Si no es algo importante, prefiero dejar la conversación para otro momento.

—Es algo de suma importancia —aseguró.

—¿De qué se trata?

—De Sasuke… y de ti.

 

El hombre dedicó una mirada llena de confusión a su primogénito durante unos segundos antes de atreverse a decir algo.

 

—¿De Sasuke y de mí? —reiteró, como queriendo asegurarse.

—Lo sé todo —soltó sin más—. Sé lo que ocurre entre Sasuke y tú.

 

La incomodidad invadió a Fugaku, incluso la vergüenza. Por un segundo fue como si los papeles se hubieran invertido y él fuera el hijo en vez del padre.

 

—¿Cuánto sabes? —preguntó prudente.

—Todo —reiteró.

 

Pero entonces, Fugaku vio en su hijo un rayo de esperanza. ¡Claro! Itachi podría ser un gran valedor. Le expondría sus razones, y entonces Itachi haría que Sasuke le perdonara.

 

Raudo se acercó, tal y como hizo antes con su otro hijo.

 

—Itachi, tienes que ayudarme. Lo hice todo por el bien de Sasuke, ¡yo realmente quería lo mejor para él! Pero Sasuke no lo entiende.

—Comprendo tus razones, aunque no apoyo los métodos que usaste para lograrlo. Desde el principio pudiste haberlo hablado con Sasuke.

—Lo sé, ¡lo sé! Pero me sentía desesperado y quise tomar el camino que me pareció más rápido. Tenía miedo de que Sasuke terminara convirtiéndose en lo mismo que el hijo de los Uzumaki.

—¿Convertirse en qué? —A pesar de saber la respuesta le animó a decirlo.

—En uno de esos hombres amanerados —respondió en tono obvio—. Sasuke no es así —aseguró casi con desesperación a pesar de su tono moderado.

 

Itachi liberó un hondo suspiro, masajeándose momentáneamente una sien. Aquello lucía más complicado que el peor juicio de toda su vida. ¿Cómo hacer cambiar de opinión a un hombre entrado en años que ha sido criado con valores conservadores?

 

En el fondo entendía que no era culpa de Fugaku, era lo que sus progenitores le habían inculcado.

 

—Papá, si realmente quieres que Sasuke te perdone, o que al menos empiece a hacerlo, lo primero que debes hacer es dejar de referirte a Naruto-kun como el hijo de los Uzumaki, y dejar de llamar hombres amanerados en ese tono despectivo a los homosexuales.

 

Fugaku rumió algunas palabras que Itachi no pudo entender pero que dejaban claro por su expresión resignada que su padre al menos iba a hacer el intento.

 

—Si con eso Sasuke me perdona…

—Si ve en ti voluntad por cambiar tu actitud, lo hará.

 

Aquella respuesta no convenció del todo a Fugaku.

 

—El problema aquí no es mi actitud. La culpa de todo la tiene el hijo de los… —Se detuvo para corregirse con un gruñido—. Naruto. Él cambió a Sasuke.

—Te equivocas —rebatió con calma—. Lo que Sasuke siente no es el espejismo de unos sentimientos infundados. Lo que siente es real, y si estuvo con Naruto-kun fue porque así lo quiso él, nadie le hizo sentir confundido ni presionado. Usaré como ejemplo la situación actual: Sasuke ahora está con una mujer, pero no es feliz.

 

Escuchar de nuevo esa verdad que ya sabía fue como una bofetada para Fugaku. Inquieto caminó unos pasos por la cocina.

 

—Ya lo sé, ¡lo sé! Sasuke es un necio. Lo tiene todo para una vida perfecta, y no es feliz.

—No ama a Ino —interrumpió.

—Eso puedo entenderlo, aunque me costó. Pero hay más chicas ahí afuera.

—Ya que pudiste entender que no ama a Ino, trata de entender que a quien Sasuke quiere es un chico. Cuando comprendas eso, la situación mejorará.

 

Afectado, Fugaku tomó asiento en una de las sillas, recargándose en el respaldo.

 

—Un hombre con otro hombre… Es algo tan extraño, me cuesta aceptarlo. —Envió una mirada cansada a su hijo—. Y por la forma en que veo que apoyas a tu hermano, a ti no te incomoda nada de este tema.

—A mí lo único que me incomoda es ver a mi hermano infeliz. —Escuchó a su padre suspirar, con una expresión pensativa—. Me habría molestado si hubiera visto que Sasuke o Naruto-kun están jugando con el otro, pero no es así, ambos iban en serio.

—¿No te preocupa lo que los demás puedan decir de Sasuke?, ¿su reputación como médico?

—Mentiría si digo que no —confesó—. Pero Sasuke entiende eso, sabía a lo que se atenía y actuaba con discreción.

—¿Y Naruto lo entiende?

—Al principio no, pero ahora es plenamente consciente de ello. Además, Naruto-kun pronto será mayor de edad, y la homosexualidad cada vez crea menos rechazo en la sociedad.

—No sé, Itachi. No puedo aceptarlo, siento que necesito hacer algo para ayudar a Sasuke.

—Sasuke no necesita ayuda, al menos no el tipo de ayuda que tú quieres darle. Entiende esto: no puedes tratar a Sasuke como si estuviera enfermo porque no lo está. —Caminó unos pasos, manteniéndose cerca de su padre para no tener que elevar demasiado el tono de voz—. La homosexualidad no es una enfermedad que se cura cuando el “enfermo” empieza a salir con una persona del sexo contrario. —Le miró—. ¿O tú dejarías de querer a mamá si alguien te presionara a salir con un hombre?

 

Una pequeña tensión se apoderó de los hombros de Fugaku cuando visualizó en su mente lo que su hijo le preguntó. Para él, siendo heterosexual, sería horrible si alguien le empujara a tener una relación con otro hombre. Además, amaba a Mikoto, no tenía ojos ni siquiera para otra mujer.

 

Un dolor incómodo se instaló en su pecho. ¿Así era como ahora se sentía Sasuke?

 

Un sonido extraño, como un pequeño sollozo, le llamó la atención. Alzó la mirada pensando que se trataba de Itachi, pero su hijo lucía tan desconcertado como él. Le vio señalar con un movimiento discreto la puerta de la cocina.

 

—¿Quién está ahí?

 

Quedaron mudos cuando comprobaron que efectivamente había alguien. Mikoto se dejó ver, deteniéndose bajo el marco de la puerta con los ojos vidriosos por las lágrimas retenidas y las manos empuñadas contra el pecho, mostrando su congoja.

 

—Mikoto —jadeó Fugaku casi en shock, rogando que su esposa no hubiera escuchado la conversación, pero a juzgar por su aspecto imaginaba que sí.

—¿Desde cuándo estás escuchando, mamá? —preguntó tan preocupado como el otro.

 

A Mikoto le tomó unos segundos controlar los pequeños sollozos antes de poder decir algo. Con una mano se limpió las lágrimas que abandonaban sus ojos.

 

—Desde el momento en que tu padre te pedía ayuda y te decía que lo hizo todo por el bien de Sasuke. —Le dedicó una mirada inquieta y curiosa a su hijo—. No era mi intención escuchar. Yo sólo vine para evitar que hablaras con tu padre, me preocupaba que si le presionabas para que te contara lo que le ocurre se pusiera de mal humor, pero cuando iba a entrar… escuché… —finalizó en un balbuceo, todavía consternada. Trataba de asimilar todo lo que había escuchado—. ¿Es cierto? Toda vuestra conversación…

—Mikoto… —Trató de hablar Fugaku, pero ella continuó.

—¿Es cierto que Sasuke y Naruto estuvieron saliendo? —Miró a su esposo—. ¿Qué fue lo que hiciste por el bien de nuestro hijo?

 

Necesitaba respuestas, y las necesitaba ya. No pensaba abandonar esa cocina, y tampoco permitir que nadie se marchara, hasta saber todo.

 

****

 

—¡Sasuke!

 

El nombrado se detuvo cuando estaba por abrir el portón del edificio donde vivía. De inmediato miró a su alrededor al reconocer la voz de Naruto. Le encontró acercarse con paso rápido. Le extraño verle allí, ¿acaso Naruto estaba por ir a su apartamento? Existía la posibilidad de que Ino estuviera allí, y prefería que esos dos no se vieran.

 

—¿Qué haces aquí? —preguntó con una tranquilidad que no sentía cuando el chico se detuvo frente a él. Todavía estaba irritado por la breve charla con su padre.

—Umn… lo cierto es que quería hablar contigo’ttebayo. ¿Tienes un momento?

 

Sasuke dudó un breve instante, pero después asintió con un suave movimiento de cabeza. No pasó desapercibida para él la sonrisa de alivio de Naruto. Por el camino había planeado terminar su relación con Ino en cuanto llegara al apartamento, pero por ahora el plan quedaba aplazado.

 

—¿Entramos? —preguntó el rubio, señalando el portón.

—No —respondió casi de inmediato, retrocediendo un paso—. Mejor vamos a otro lugar.

 

A Naruto le desconcertó por un instante que Sasuke se negara. Quizá como ahora no eran novios, prefería no verle por allí.

 

—Como quieras —concedió. Mientras pudiera hablar con él, no importaba demasiado el lugar.

 

En cuanto Sasuke empezó a caminar, Naruto le siguió. Los primeros segundos dudó si caminar tras él o a su lado. Era un poco incómodo, y se tornaba cada vez más gracias al silencio entre ellos. En un arranque de valor, Naruto dio un par de zancadas para posicionarse a su lado.

 

—Quería hablar contigo porque necesito saber qué ha ocurrido entre tu padre y tú.

 

Todavía en silencio, Sasuke le dedicó una intensa mirada de soslayo. Estuvo por decirle que a él no le importaba lo que le ocurriera con su padre, que no era su asunto.

 

—Pasó lo que tenía que pasar.

 

A Naruto aquella respuesta no le dijo mucho, le creaba más dudas de las que ya tenía.

 

—¿Eso significa…? —Le animó a continuar, mirándole atento.

 

El otro soltó un suspiro cansino antes de responder.

 

—Discutí con mi padre. —Tras decir aquello, juraría haber escuchado a Naruto tragar duro—. Dice que lo hizo por mi bien, para ayudarme. No está ni un poco arrepentido —explicó escueto.

 

Ahora fue el turno de Naruto de suspirar, preocupado.

 

—Lo siento. Fue mi culpa’ttebayo. No tenía que haberle hecho caso a Gaara, sólo empeoré la situación —se recriminó.

 

Antes de que Sasuke pudiera pensarlo, una mano se había alzado para golpear con firmeza la nuca de su acompañante, sacándole una pequeña queja de sorpresa mezclada con dolor.

 

—¿Pero qué…? —Se acarició la zona golpeada.

—Lo que mi padre hizo no fue tu culpa. Lo que sí fue tu culpa es el hecho de haberme mantenido ajeno a toda la verdad, como si el problema no tuviera nada que ver conmigo.

 

El serio tono de voz que Sasuke empleó le hizo a Naruto olvidar el dolor.

 

—No lo hice con mala intención —aseguró de inmediato—. Es sólo que... sé que tu relación con tus padres es muy importante para ti, y yo no quería romperla.

—Y entonces preferiste romper la nuestra —respondió con un ligero reproche que no pudo disimular del todo.

—¡Lo hice porque estaba convencido de que era lo mejor para ti! —aseguró deteniéndose en seco, ansiando que Sasuke comprendiera sus razones.

 

El otro también se detuvo y giró para encararle, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

 

—Tanto mi padre como tú habéis actuado a mis espaldas, haciendo y deshaciendo a vuestra conveniencia porque “era lo mejor para mí” —ironizó al final—, sin tener en cuenta mi opinión.

—Lo siento. ¡Realmente lo siento! —exclamó sincero—. Sé que fui un idiota. Hablar con Gaara me hizo entender que debería de haberte contado la verdad desde un principio, aunque saber que has peleado con tu padre me hace arrepentirme por momentos... —susurró al final.

 

Ante la mención del pelirrojo el entrecejo de Sasuke se arrugó por un instante fugaz, sintiendo un picotazo de celos. Aunque tan pronto como llegó desapareció. En el fondo empezaba a ser consciente de que debía estar agradecido con Gaara. A pesar de que ambos no se agradaban, y que sabía gracias a Itachi que Gaara estaba esperando tener una oportunidad con Naruto, el chico había actuado a su favor. Gracias a su intervención se había enterado de aquella verdad tan turbia.

 

—Ciertamente, fuiste un idiota —concordó serio.

—Me gustaría ayudarte con tu padre, pero no sé cómo podría…

—Mi padre es asunto mío —interrumpió inmutable.

 

Naruto guardó silencio. Entendía que Sasuke no quisiera que se entrometiera en ese tema, después de todo ahora no eran nada, ni siquiera amigos. Ese pensamiento le hizo soltar un suspiro de frustración.

 

—Sé que no es asunto mío —comenzó a decir, retomando el camino junto a su acompañante—, pero pienso que deberías hablar con tu padre.

—Tienes razón, no es asunto tuyo —afirmó, viendo que Naruto apartaba la mirada con incomodidad ante su comentario—. Además, lo último que quiero hacer es hablar con él. Prefiero mantenerme alejado, al menos hasta que se muestre arrepentido. —Chasqueó la lengua—. Siempre supe que mi padre era algo conservador, pero no imaginé que llegaría al punto de manipular las circunstancias a su alrededor para que todo ocurra de la forma que a él le agrada.

—Entiendo —musitó, mirando al suelo pensativo—. Pero salió algo bueno para ti en todo este asunto.

—¿Algo bueno? —repitió, conteniendo un tono irónico.

 

Él sólo podía recordar lo miserable que ahora era su vida.

 

—Ino —pronunció con cierto esfuerzo. De pronto se detuvo en seco, llamando la atención del otro—. Yo… Será mejor que me vaya’ttebayo.

—¿Qué…?

 

No entendía ese repentino cambio de parecer.

 

—Ya te he dicho todo lo que tenía que decirte —aseguró con rapidez—. De nuevo, lamento lo que pasó. Sé feliz, Sasuke.

 

Ante el recuerdo de Ino se había sentido terriblemente incómodo y fuera de lugar. Recordar que aunque todo hubiera quedado aclarado ya no tenía oportunidad con Sasuke, era doloroso, y más cuando parecía escuchar en su mente la voz de Sasuke asegurándole que era feliz con Ino.

 

Todo este tiempo, la persona indicada para mí siempre fue Ino; si me hubiera dado cuenta antes, no habría estado perdiendo mi tiempo contigo.

 

Mientras veía a Naruto alejarse con paso rápido, por un segundo Sasuke tuvo la tentación de detenerle para también disculparse por cómo le trató aquella vez que le vio acompañado de Ino, pero una pequeña parte de él todavía estaba disgustado con Naruto. Tenía ganas de zarandarlo y decirle lo usuratonkachi que era. Aunque también ganas de besarle.

 

Ante aquel pensamiento agitó la cabeza y suspiró en un intento de dejar la mente en blanco. Basta de pensar en Naruto y en lo que podría haber sido si las cosas hubieran ocurrido de otra forma.

 

A paso lento se encaminó a su apartamento. Necesitaba hablar con Ino.

 

****

 

El sonido de una bofetada resonando en la cocina dejó perplejos a todos, incluso a la autora del golpe, en medio de un pesado silencio.

 

Itachi apenas y lograba parpadear, nunca imaginó que presenciaría tal acto. Su madre, siempre tan cariñosa y paciente, acababa de dar una bofetada a su esposo. Fugaku todavía mantenía el rostro girado tras el impacto en su mejilla que empezaba a tomar un tono rojizo, mientras que Mikoto jadeó sorprendida y llevó ambas manos a su regazo, mostrándose arrepentida de tal acto.

 

—¡L-lo siento! Yo… —balbuceó.

 

Escuchar todo el relato de parte de Itachi y Fugaku había hecho explotar una paciencia que hasta ahora creía poseer infinita. Cuando reaccionó en lo que estaba a punto de hacer, ya era tarde para detener el rápido movimiento de su mano.

 

Pero a pesar de la disculpa, el enfado todavía bullía en su interior, sin poder dar crédito a todo el relato que acababa de escuchar. Trataba de asimilarlo a marchas forzadas, pero era demasiada información importante en muy poco tiempo. Acababa de descubrir que Sasuke había mantenido una relación con Naruto, que Itachi y Konan lo sabían, y que su esposo estuvo hostigando a Naruto para empujarle a dejar a Sasuke. Lo que venía después ya lo había visto ella con sus propios ojos: su hijo había iniciado una relación con otra persona, y aunque en un principio sospechó que no era feliz, su esposo le quitó esa idea aún sabiendo que ella estaba en lo cierto.

 

¡Estaba tan enfadada…! Pero a la vez se forzaba a calmarse. Ella recordaba que los padres de Fugaku habían tenido también muchos prejuicios cuando ella empezó a salir con el que ahora era su esposo, no les agradaba la diferencia de edad entre ellos, y también trataron de persuadir a Fugaku para que terminara su relación alegando que ella era una chiquilla inmadura. Por otro lado, sus propios padres también trataron de persuadirla para que se alejara de Fugaku alegando que su novio sólo quería aprovecharse de ella.

 

Ambos lo pasaron mal en aquel tiempo, presionados constantemente por sus progenitores para que no estuvieran juntos… Y ahora Fugaku le había hecho lo mismo a Sasuke. No, con Sasuke había actuado incluso peor, ya que no había tenido el valor de enfrentar a su propio hijo directamente y había actuado a sus espaldas. Entendía que Fugaku había sido educado de esa forma conservadora, ¿pero acaso no era capaz de ver que estaba empujando a Sasuke a vivir lo mismo que ellos vivieron en su juventud? ¿Acaso no recordaba lo amargo que se sentía saber que tus propios padres no aceptan a la persona que amas y que pretendan alejarte de ella?

 

Era doloroso descubrir que la persona que amaba había cometido un acto tan vil contra su propio hijo.

 

—Mamá… —habló por fin Itachi, rompiendo el silencio mientras se acercaba a ella.

—Hijo, déjanos solos —pidió con voz serena a pesar del enojo.

—Pero…

—Vete —insistió con un tono demandante que muy pocas veces empleaba.

 

Asintiendo, Itachi retrocedió un paso y tras murmurar una despedida se marchó para ir por Konan que esperaba en el comedor.

 

Sólo cuando estuvieron solos, Fugaku se movió y encaró a su mujer. A pesar de la bofetada, en su mirada no había rencor hacia ella, sólo tristeza.

 

—Mikoto… sé que no actué de la mejor manera, pero te juro que todo lo hice por el bien de Sasuke.

—Nuestros padres también trataron de separarnos porque según ellos era “lo mejor” para nosotros, yo era una niña inmadura y tú sólo querías aprovecharte de mí decían. ¿Acaso has olvidado cómo te sentiste tú en aquel entonces, Fugaku?, ¿lo enojado que estabas con tus padres y los míos porque no eran capaces de ver que nos amábamos?

—Yo…

—¿Cómo te habrías sentido si tu padre me alejara de ti y que debido a eso tú hubieras iniciado una relación que no te hace feliz? Porque eso es lo que tú le has hecho vivir a nuestro hijo —acusó.

—Mikoto, ¡tenía que hacerlo! Sasuke es diez años mayor que Naruto, ¡y es otro hombre! No quiero que señalen a nuestro hijo con el dedo por la calle, o que lo despidan de su trabajo después de todo lo que se esforzó para llegar hasta ahí.

—Y por eso prefieres que sea infeliz, alejándole de la persona con la que quiere estar.

—Pensé que encontraría a alguien que le haría olvidar a ese mocoso… —Tensó la mandíbula, obligándose a corregirse—. Naruto. Cuando Ino apareció, era como si el universo me estuviera dando la razón, pero entonces yo también lo noté… que nuestro hijo lucía como apagado, desdichado. Y me negué a verlo en un principio, pero ahora me siento horrible, porque sé que soy el causante de su infelicidad —habló con amargura.

—Fugaku… —musitó sorprendida, suavizándose su expresión de enojo.

—¿Crees que en el fondo no me duele ver a Sasuke así? Y ahora le he perdido, probablemente para siempre. —Suspiró—. Pero a la misma vez me cuesta horrores asimilar que Naruto sea la felicidad de Sasuke. Debe haber alguien ahí afuera que pueda hacer feliz a nuestro hijo.

—Naruto —respondió en tono obvio.

—Alguien que le haga feliz sin que eso conlleve que le señalen con el dedo por la calle o que puedan despedirle de su trabajo —aclaró.

 

Mikoto suspiró, entendiendo justo entonces que su esposo realmente se estaba esforzando por luchar contra sus prejuicios, pero estaban demasiado arraigados y le estaba costando arrancarlos de raíz sin más.

 

—Comprendo tu preocupación respecto a la diferencia de edad, Naruto todavía no es un adulto, pero eso es sólo algo temporal. Dudo que en el hospital estén dispuestos a perder a un gran médico como nuestro hijo simplemente por su orientación sexual, aun siendo homosexual, Sasuke nunca ha dado razones para que sus superiores le llamen la atención, ¿cierto? Y si fuera así, si decidieran prescindir de Sasuke, estoy segura de que le contratarían en otro hospital con menos prejuicios.

—Mujer, eres demasiado optimista.

—Y tú demasiado pesimista. —Le dedicó una minúscula sonrisa—. No debería preocuparte que la gente pueda señalarle por la calle, conozco a nuestro hijo, es discreto —Rodó la mirada—, a veces demasiado. No le veo capaz de hacer algo en plena calle que pueda llamar la atención. Además, estoy segura de que Sasuke es consciente de los riesgos, pero si aun así decidió darse una oportunidad con Naruto… ¿no significa eso que sus sentimientos son sinceros? Es injusto que esté obligado a vivir una vida infeliz sólo para evitar que la gente pueda señalarle por la calle y que conserve su puesto de trabajo.

—E-entiendo lo que dices, pero… me cuesta tanto aceptarlo… —insistió en un balbuceó, a regañadientes.

—Lo sé. Sé que necesitas tiempo para aceptarlo, después de todo a nuestros padres les ocurrió lo mismo, ¿no? —Su mirada brilló llena de nostalgia.

—Sí —susurró nostálgico también.

—Pero… —volvió a hablar.

—¿Pero?

—Quiero que te disculpes con nuestro hijo, y también con Naruto.

 

Fugaku apartó la mirada. Podría disculparse con Sasuke, después de todo era su hijo y le quería. Pero Naruto… sinceramente no quería disculparse con ese… gay. Chasqueó la lengua. No, debía dejar de pensar de esa forma sobre Naruto.

 

—Puedo disculparme con Sasuke, pero… necesito tiempo para disculparme con Naruto. Siento rencor hacia él —confesó apartando la mirada.

—No deberías sentir rencor hacia la persona que hace feliz a tu hijo, Fugaku.

—Es que no paro de pensar que quizá si Naruto no se hubiera atravesado en el camino de nuestro hijo, probablemente Sasuke ahora sería heterosexual.

—No tienes forma de saber eso, Fugaku. Si no hubiera sido Naruto, quizá hubiera sido otro chico. —Se encogió de hombros—. Sasuke es homosexual, y eso no puedes cambiarlo, pero hay algo que sí puedes cambiar: puedes hacer a Sasuke infeliz con tu actitud, o feliz aceptándole sinceramente tal y como es, tú eliges.

 

Fugaku barajó las opciones. Claramente prefería hacer feliz a su hijo, pero le costaba aceptar todo tan alegremente como Itachi y Mikoto.

 

—Si voy a casa de los Uzumaki a disculparme con Naruto… entonces Minato y Kushina se terminarán enterando de lo que pasó —comentó de pronto al reparar en ello.

 

No lo diría en voz alta, pero le molestaría mucho perder la amistad de los Uzumaki, especialmente la de Minato. Eran amigos desde hacía muchos años, incluso antes de que Naruto naciera.

 

Mikoto se preocupó por un segundo, pero después se cruzó de brazos con repentina seriedad.

 

—Quizá deberían enterarse de lo que has hecho.

—¿Qué? ¡No! —sentenció—. Ya buscaré la forma de disculparme con Naruto —balbuceó—. Además, si los Uzumaki se enteraran de todo lo ocurrido, también sabrían que nuestro hijo mantuvo una relación con el suyo. ¿Cómo crees que se tomarían eso?

 

Aquella cuestión hizo a Mikoto dar un sutil respingo. Sabía por su amiga que Minato era “algo” sobreprotector con su hijo. Y sobre Kushina… a estas alturas ya no sabía con certeza si ella lo aceptaría o no, aunque confiaba en que sí lo haría si le hacía ver que a Sasuke realmente le interesaba Naruto.

 

—Bien… Supongo que es mejor que los Uzumaki no se enteren por ahora —respondió finalmente, temiendo que Minato pudiera hacerle algo a Sasuke.

 

****

 

Entró bastante serio en el apartamento, tratando de no hacer mucho ruido, necesitaba pensar cómo romper con Ino sin lastimarla demasiado, pero no se le ocurría ninguna idea. Bien es cierto que no la amaba, pero después de meses tratándola debía admitirse que le había tomado cierta estima a la chica, aunque todavía no estaba al nivel de Juugo, Karin y Suigetsu.

 

Quería ser completamente sincero, no más mentiras, y era por esto que le resultaba imposible encontrar una forma de romper sin lastimarla.

 

Su entrada silenciosa no sirvió de nada porque Ino estaba sentada en el sofá, viendo la televisión. Ella no tardó en notarle y acercarse a él para recibirle con un beso en los labios.

 

—¡Hola! ¿Dónde te habías metido? —saludó animada—. Estaba por llamarte.

—Estaba en casa de mis padres.

—Oh, podrías habérmelo dicho y habría ido contigo.

 

En silencio, Sasuke esquivó a Ino y entró en su habitación, dejando a la rubia confundida. Segundos después le vio regresar con un sobre en la mano. Estaba sumamente serio, más que de costumbre.

 

—Ino, tenemos que hablar.

 

El buen ánimo de la chica se desvaneció paulatinamente al ver la seria expresión de su novio. Además, ese “tenemos que hablar” auguraba malas noticias. Lo presentía.

 

—¿Ocurre algo? —preguntó ligeramente temerosa.

 

Sasuke apartó la mirada por un momento y soltó un suave suspiro.

 

—Tenemos que terminar —dijo sin más.

 

Los ojos azules se abrieron de par en par debido a la sorpresa. Sospechó que se trataba de algo malo, ¡pero no esperaba que fuera algo tan malo! Confundida sacudió la cabeza.

 

—¿Q-qué? ¿Por qué? —atinó a balbucear. Sólo esperaba que Sasuke no usara la típica excusa de “No eres tú, soy yo”—. ¿He hecho algo que te ha molestado? No…

—No se trata de eso. —Negó suavemente y la miró a los ojos—. Es hora de terminar esta farsa. Seré claro contigo: te di una oportunidad porque me sentía dolido con mi anterior pareja, pero en ningún momento he intentado seriamente sentir algo por ti.

 

Ino guardó silencio unos breves segundos, tratando de asimilar lo escuchado. Podía estar enamorada, pero no era idiota. Había notado cómo gradualmente Sasuke se distanciaba más de ella, incluso los momentos de pasión eran cada vez más escasos porque él siempre tenía una excusa para evitar el momento. A veces tenía la sensación de estar viviendo con un amigo muy cercano y no con un novio.

 

Pero entendía que Sasuke le dio una oportunidad sin amarla, se lo dijo claramente, así que pensaba que su novio necesitaba tiempo y ella no quería cansarle con presiones.

 

—¿Por qué me dices esto ahora?

—Porque no quiero seguir mintiéndote a ti y tampoco a mí mismo…

—Sigues enamorado de tu ex —interrumpió en cuanto se dio cuenta—. Esa es la razón, ¿cierto?

 

Sasuke evitó responder. No quería escucharse a sí mismo admitiendo que todavía sentía algo por Naruto, lo de ellos estaba destinado al fracaso. Ahora había sido Fugaku quien lo estropeó todo, pero quizá en el futuro sería Minato o Kushina quien se entrometiera, o terminarían rompiendo quién sabe por qué razón.

 

—Hay algo más —habló finalmente.

 

Sin decir más le extendió el sobre. Ella parpadeó curiosa antes de tomarlo y extraer el contenido sin dilación. Su rostro reflejaba totalmente su confusión cuando ante sus ojos se mostraron fotografías de Naruto, parecían tener un poco de tiempo porque las facciones del chico se mostraban ligeramente más aniñadas.

 

—¿Naruto? —preguntó consternada—. ¿Por qué hay fotografías suyas aquí? No entiendo…

—Él es mi ex.

 

Fue imposible para Ino sofocar el jadeo de sorpresa que abandonó sus labios. Al instante miró a Sasuke, esperando que éste le dijera que era una broma, pero eso jamás ocurrió. Casi temerosa, volvió a llevar la mirada a las fotografías en sus manos y en esta ocasión las miró una por una. Entre ellas encontró un dibujo firmado por Naruto donde con mala caligrafía escribía cosas sobre Sasuke, un triciclo y algo más que no se molestó en leer. Finalmente encontró dos fotografías de Sasuke y Naruto juntos, con el mar de fondo.

 

Pasó saliva con esfuerzo. ¿Realmente era cierto? ¿No era una excusa para deshacerse de ella?

 

Entonces recordó aquella noche en el karaoke hace ya bastante tiempo. Sasuke y Naruto llegaron juntos esa vez, notó la buena relación que había entre ellos, incluso cantaron juntos. Ahora tenía sentido para ella el hecho de que alguien diez años menor estuviera en el grupo de amigos de Sasuke.

 

Ligeramente temblorosa le devolvió las fotografías. El otro las guardó en silencio, como esperando que ella dijera algo.

 

—¿Estás terminando conmigo para regresar con él? —En absoluto era un reproche, sólo curiosidad.

—No. Estoy terminando contigo porque mereces a alguien que realmente te valore. Lo que hice fue una estupidez, nunca debí aceptar…

—Lo entiendo —murmuró desanimada—. Estabas dolido con tu ex, y yo no dejaba de pedirte una relación. Era una buena oportunidad, después de todo, se dice que un clavo saca a otro clavo.

 

Pero él sacudió la cabeza, negando.

 

—Aunque estaba dolido, no debí empezar a salir contigo.

—Bueno, bueno, no fue tan malo, ¿o sí?

 

Trató de bromear para relajar el pesado ambiente, pero ambos sólo esbozaron pequeñas sonrisas desganadas.

 

—Lo siento, Ino.

 

Guardaron silencio por un breve instante, incómodos.

 

Ino se esforzó en componer una expresión serena. Se engañaría a sí misma si decía que la ruptura no la afectaba. Después de todo ella sí estaba enamorada, y aunque era doloroso comprender que en los meses de relación no había logrado despertar sentimientos en Sasuke, no sentía rencor hacia él. Entendía que en parte era su culpa encontrarse en esa dolorosa situación, ella insistió en más de una ocasión a Sasuke para que le diera una oportunidad, incluso cuando él le dejó claro que no sabía si sería capaz de amarla. Al menos en ese aspecto él fue franco desde el principio. Pensó que con facilidad podría despertar sentimientos en él, sólo era cuestión de que Sasuke la conociera un poco. Al parecer había sido demasiado ilusa.

 

Inspiró hondo, preparándose para hablar.

 

—No sé por qué terminó lo tuyo con Naruto, pero se ve que te afectó. Si todavía sientes algo por él, deberías intentarlo de nuevo, Sasuke.

 

Era doloroso. Pero estaba segura de que con el tiempo la haría sentir bien consigo misma el saber que estaba haciendo lo correcto empujando a Sasuke hacia la persona que realmente parecía importarle.

 

Notó la mirada sorprendida que él le dedicó, y a continuación una minúscula sonrisa de resignación se dibujó en sus labios.

 

—Gracias por el consejo. —Fue todo lo que pudo decir.

 

No tenía el ánimo para revivir la historia contándole a Ino lo que hizo su padre para alejarle de Naruto. Por otro lado, era un alivio ver que ella tomaba la ruptura con serenidad, por un momento temió que quizá haría un berrinche y se negaría a terminar alegando que podría hacer que se enamorara de ella. Ino tenía más amor propio del que pensó.

 

—Ah, y otra cosa más. —Sonrió ligeramente—. No seas aburrido con tu siguiente pareja, involúcrate más, será más divertido para ambos hacer cosas juntos. —Antes de que él dijera algo más, continuó—. Aunque esto no ha terminado bien… ¿crees que podríamos ser amigos?

 

Se lo pasaba bien cuando salía con Sasuke y los demás, no quería perder la amistad de ninguno de ellos, especialmente con Karin, aunque la chica a veces era algo fastidiosa, había aprendido a ver en ella una amistad.

 

—Si te sientes bien con eso… —respondió Sasuke con serenidad, aunque interiormente estaba sorprendido. Pensó que después de la ruptura no volvería a verla—. Por mí no hay problema.

 

Ino sonrió, pero después apartó la mirada cuando el silencio se formó sobre ellos y el ambiente empezaba a ser incómodo.

 

—Yo… Será mejor que recoja mis cosas.

 

Había pasado tanto tiempo en el apartamento de Sasuke en los últimos meses, que algunas de sus pertenencias estaban allí. Vio a Sasuke asentir en un suave movimiento de cabeza.

 

—Claro, te dejaré un momento.

 

Queriendo escapar de otro tenso silencio que se avecinaba y sabiendo que ya estaba todo dicho, Sasuke caminó hacia la salida. Estaba ansioso por los últimos acontecimientos de su vida. Un cigarrillo le ayudaría a relajarse mientras daba un paseo.

 

Cuando se supo sola, las lágrimas no tardaron en acumularse en los ojos de Ino. Por suerte había sabido mantenerse firme frente a Sasuke, pero había sido un duro golpe saber que no había logrado hacer despertar sentimientos en él y aún más el conocer que sus sentimientos iban dirigidos a alguien de su mismo sexo. Aquella era una barrera imposible de superar.

 

Pero sería fuerte y saldría adelante. Había fracasado, pero no se arrepentía de haberlo intentado.

 

****

 

A Sasuke sus pasos le guiaron nuevamente cerca de la casa de sus padres, exactamente hacia el parque. Fumaba el segundo cigarrillo cuando ingresó.

 

Si todavía sientes algo por él, deberías intentarlo de nuevo, Sasuke.

 

Las palabras de Ino hacían eco en su mente.

 

Claro que todavía sentía algo, y aquello era frustrante porque quería dejar de sentirlo. No iba a negar que fue feliz mientras su relación con Naruto duró, pero tras su ruptura se había convencido de que lo de ellos no tenía futuro.

 

Se detuvo cuando en el lugar habitual de siempre encontró a Naruto y sus amigos, jugando un amistoso partido de fútbol con otros chicos que no conocía. Se entretuvo observando al rubio correr de un lado para otro, a veces con el balón en su poder y otras tantas luchando para arrebatárselo a alguien. Varios minutos después le vio correr hacia la fuente acompañado de Gaara. Cuando vio al pelirrojo pasarle una mano por los hombros y acercarse lo suficiente como para rebasar su espacio personal, pensó con pesar que sólo era cuestión de tiempo para que esos dos empezaran a salir algún día.

 

—Oye, Naruto… —habló Gaara confidente.

—¿Mn?

—¿No me habías dicho antes de empezar el partido que hoy mismo habías cerrado tu etapa con Sasuke?

 

No entendió a que venía aquella pregunta tan de repente, pero se limitó a asentir.

 

—Así es’ttebayo.

—¿Entonces por qué él está aquí?

 

¿Él? Se repitió Naruto en su mente, sintiendo al instante las mariposas bullir en su estómago. Rápido miró a su alrededor, logrando que Gaara le soltara debido a los aspavientos que hacía al moverse.

 

Entonces le vio.

 

A una distancia razonable, Sasuke mantenía la mirada sobre él mientras fumaba un cigarrillo. Torció la boca en un mohín de desagrado ante eso. Cómo le gustaría acercarse y darle un manotazo para que dejara ese cigarro. Pero dejó de pensar en eso y se preguntó qué estaba haciendo allí. Ya estaba todo aclarado entre ellos, Sasuke ya sabía toda la verdad y, según él, esa etapa de sus vidas ya estaba oficialmente cerrada ahora que todo estaba aclarado.

 

A pesar de todo no pudo resistir la tentación de acercarse, ansioso por preguntarle, pero apenas avanzó unos pasos cuando le vio dar media vuelta y marcharse.

 

****

 

A cierta distancia, Mikoto miraba con preocupación a su esposo que permanecía sentado en la cama, mirando a la nada con rostro ligeramente ojeroso. Habían pasado algunos días desde que se enteró de toda la verdad, y desde entonces el ánimo de su esposo había ido de mal en peor. Cada día estaba más apagado.

 

Al principio había estado más decepcionada que disgustada, pero viendo que estaba realmente afectado, decidió echarle una mano.

 

Aconsejada por él, su esposo intentó nuevamente arreglar las cosas con Sasuke expresando una disculpa, pero según le contó Fugaku, su hijo no le creyó alegando que una vez también se disculpó por su mal comportamiento y después descubrió que aquella fue una falsa disculpa. Fue deprimente para ambos, pero especialmente para Fugaku, comprobar que Sasuke ya no creía ni un poco en su padre. Había perdido toda credibilidad.

 

Mientras, Itachi había puesto a su hermano al tanto de que Mikoto lo sabía todo. A Sasuke le sorprendió al inicio, pero después le importó bastante poco. Lo suyo con Naruto era asunto pasado. Y por otro lado, Itachi también había contado a sus padres en cuanto se enteró, la noticia de la ruptura de la relación de su hermano.

 

—Querido, ¿te encuentras bien? —preguntó Mikoto, ingresando en la habitación matrimonial—. Luces decaído.

 

Fugaku le devolvió la mirada con total desgano.

 

—No estoy bien. —Empleó un tono obvio—. He perdido a mi hijo, y ya no sé qué hacer para recuperarlo.

 

Ella le dedicó una pequeña sonrisa y se acercó para decirle algo de importancia que quizá arreglaría toda la situación. Tomó asiento a su lado en la cama y posó una mano sobre la de su esposo. De cierta manera la regocijaba ver a Fugaku en ese estado, significaba que su arrepentimiento era sincero.

 

—Hoy he hablado con Itachi, hemos estado pensando una forma de hacer que Sasuke y tú podáis arreglar las cosas.

 

El hombre bufó y rodó la mirada con hastío.

 

—Sasuke no quiere arreglarlo, ya me lo ha dejado claro.

—Ni siquiera has escuchado lo que se nos ocurrió a Itachi y a mí —replicó ligeramente ofendida.

 

Estuvo tentado a chasquear la lengua, pero finalmente se contuvo y encaró a su mujer.

 

—Está bien, escucharé esa maravillosa idea —habló con cierta sorna.

 

Esta vez fue el turno de Mikoto de rodar la mirada.

 

—Es maravillosa —aseguró—. Itachi y yo hemos llegado a la conclusión de que Sasuke te perdonará si reparas el daño causado.

—¿Qué? —balbuceó—. ¿Y cómo se supone que voy a hacer eso? Ya me he disculpado y no ha funcionado.

 

La mujer negó con firmeza.

 

—Con una disculpa no reparas el daño que causaste —explicó—. Ya que fuiste tú quien separó a Naruto de Sasuke, si haces que Naruto vuelva con Sasuke, sin duda nuestro hijo te perdonará. Eso es reparar el daño causado, ¿entiendes?

—¿¡Que yo haga qué!? —Se alarmó.

—Lo que oyes —respondió sin más, con tranquilidad.

—¿Y cómo se supone que voy a hacer eso?

 

La idea no le agradaba mucho, pero incluso si estuviera dispuesto a hacerlo, no se le ocurría la forma en que podría llevar a cabo algo así.

 

Su esposa le miró con intensidad, bastante seria.

 

—Ya que encontraste una forma para separarles, estoy segura de que encontrarás la forma de unirles.

 

Un peso muerto se instaló en los hombros de Fugaku al ser consciente de la responsabilidad que caía sobre él. En su mano estaba recuperar a su hijo y obtener su perdón.

 

—Lo haré —respondió finalmente.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Lamento si en el capítulo hay algún dedazo o incoherencia, me ha sido imposible corregir el capítulo en un ambiente silencioso y ya no quería retrasar más la actualización. Mi intención original era actualizar el día 7 para celebrar el SasuNaru Day :’)

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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