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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años: 

Takaita Hiwatari

Capítulo 52: “Boda”:

 

La Navidad había quedado atrás. Fueron unas fechas tranquilas. Naruto celebró junto a sus padres, y Sasuke con los suyos. La relación de la familia Uchiha parecía estabilizarse un poco más con el pasar de los días. Ahora al menos Sasuke hacía una visita de vez en cuando a casa de sus padres, aunque no permanecía mucho tiempo allí. Su relación con su padre podría calificarse de cordial, pero Fugaku era consciente de que Sasuke no le había perdonado por completo, no todavía; estaba poniéndole a prueba para cerciorarse de que su arrepentimiento era verdadero.

 

Fugaku apenas había tenido oportunidad de toparse con Naruto por la calle, y aunque le asaltaban las ganas de preguntarle qué había pasado entre él y su hijo, se contenía. En aquel tiempo de tregua, Sasuke le advirtió con seriedad que la próxima vez que quisiera hablar algo, que lo hiciera con él, su hijo, y dejara a Naruto al margen. Sabiendo esto, simplemente se limitaba a saludar al rubio y a enviarles saludos a sus padres. Naruto siempre respondía con una cordial sonrisa, pero notaba que a pesar de las semanas transcurridas al chico le incomodaba su presencia, y podía entenderlo, le hizo daño en el pasado.

 

Su relación con Minato y Kushina era cada vez más fría. Extrañaba la amistad con los Uzumaki, pero no se sentía con el valor de confraternizar con ellos después de lo que le hizo a Naruto.

 

Aunque no todo estaba mal a su alrededor. La boda de Itachi y Konan estaba a la vuelta de la esquina. Habían decidido casarse en junio, y era regenerador ver la ilusión con la que el futuro matrimonio hacía los preparativos y les informaban sobre ellos en cada visita a casa. En su interior no podía evitar desear con fervor la pronta llegada de un nieto, y sabía que Mikoto compartía el mismo deseo.

 

Abandonó sus pensamientos al escuchar a Itachi anunciar que se marchaba.

 

—Konan, vamos.

—¿Tan pronto? —preguntó Fugaku.

 

Vio a Konan hurgar en su bolso y sacar unos sobres de color perla.

 

—Vamos a entregar algunas invitaciones de boda —explicó ella—. Empezaremos por los Uzumaki, aprovechando que viven cerca.

 

El hombre suspiró y asintió. Por suerte sabía que ellos no perderían mucho tiempo con el tema de las invitaciones, ya que ambos desearon una boda más bien íntima. A parte de los familiares, obviamente, sólo habían sido invitados los Uzumaki, y los amigos más cercanos de la pareja.

 

El matrimonio Uchiha les despidió y la joven pareja se marchó.

 

Kushina les invitó a pasar con una amplia sonrisa, y más cuando supo por boca de Konan la razón de su inesperada visita. Mientras bebían té, junto a Minato rememoraron días en los que Itachi sólo era un niño, hasta que la llegada de Naruto les interrumpió. A pesar de estar a finales de febrero y siendo las últimas horas de la tarde, el rubio tenía la osadía de ir en pantalón corto. Estaba algo polvoriento y llevaba un balón de fútbol bajo el brazo.

 

—¿Ah? —balbuceó al ver a la inesperada visita en el sofá, dejando caer el balón—. ¿Itachi?, ¿Konan?

 

De repente se sintió un poco incómodo. Recordaba aquella vez que Itachi trató de hablar con él sobre Sasuke, pero fue muy esquivo, ¡incluso huyó! Y sobre Konan, ni recordaba la última vez que habló con ella. Aunque había ido en alguna ocasión a Akatsuki, ella solía estar en la cocina disponiendo todo y eran sus camareras quienes atendían.

 

Vio a su madre ponerse de pie, agitando con fervor un sobre en su mano.

 

—¿Sabes qué es esto? —preguntó con el entusiasmo que podría mostrar una niña—. ¡Una invitación a la boda de Itachi y Konan’ttebane!

—¿¡Eeh!? —gritó.

 

Su mandíbula inferior casi golpeó en el suelo por la impresión. Pero rápido se recompuso y sacudió la cabeza. La noticia le había tomado por sorpresa. ¿Pero de qué se sorprendía? Desde el primer momento esos dos se habían visto muy estables y enamorados, era de esperar que algún día dieran semejante paso.

 

—Enhorabuena —atinó a decir con una sonrisa—. Es una muy buena noticia.

 

La pareja no tuvo tiempo ni de abrir la boca para expresar un agradecimiento cuando Kushina se acercó enérgica a su hijo para reprenderle.

 

—Ve ahora mismo a darte un baño. —Señaló el piso superior—. No luces presentable para estar con las visitas.

 

Tanto Minato como Naruto esbozaron una sonrisilla nerviosa.

 

—No le regañes, Kushina —habló Itachi en un tono educado, incorporándose—. Naruto-kun sólo ha estado divirtiéndose —Miró al rubio—, ¿no es así?

—Sí. —Le sonrió ligeramente. Itachi no parecía guardarle rencor.

—Konan y yo nos marchamos. Tenemos más invitaciones que repartir.

—Oh, entiendo.

—¡Yo les acompaño a la puerta! —anunció Naruto antes de que alguien dijera algo más.

 

Guió a la pareja hacia la puerta cuando se despidieron del matrimonio Uzumaki, y una vez allí, tras asegurarse de que sus padres se habían quedado en la sala, les enfrentó.

 

—Itachi, quería pedirte una disculpa. Ya sabes… por haber estado esquivo contigo —comenzó a decir sin perder tiempo—. Como lo mío con Sasuke terminó, pensé que estarías enojado conmigo, no querrías hablarme y…

 

Itachi sólo necesitó alzar una mano para hacer guardar silencio al otro.

 

—Todo está bien —respondió, para total alivio del rubio—. Estoy al tanto de todo. Sé lo que te ocurrió con mi padre. Siento lo que te hizo.

 

Naruto se llevó una mano a la nuca. El hecho de que Itachi estuviera al tanto le ahorraba muchas explicaciones.

 

—No tienes que disculparte dattebayo.

—Es una lástima que lo tuyo con Sasuke terminara —dijo Konan—. Hacíais una bonita pareja.

 

Entonces Naruto se dio cuenta de que la pareja le miraba con intensidad, como si supieran algo importante y estuvieran esperando que él lo confirmara. Él sólo atinó a parpadear nervioso, sintiéndose desnudo frente a ellos en medio de un incómodo silencio.

 

—¿No hay algo que quieres contarnos, Naruto-kun?

—Sí. Algo sobre Sasuke y sobre ti —prosiguió la chica.

—¿Qué…? —murmuró.

—Konan y yo nos habíamos estado preguntando si quizá te sentirías incómodo en nuestra boda. Como comprenderás, Sasuke asistirá, y quizá te incomode verle ahora que no sois nada, y más después de la forma turbulenta en que todo terminó.

 

El extraño tono que Itachi empleó al decirle eso le llamó la atención, sonaba como misterioso.

 

—Ah, veréis… —Miró al final del pasillo, y a pesar de verlo vacío, abrió la puerta y a continuación invitó a los otros dos a abandonar la casa. Cuando los tres estuvieron fuera, retomó la palabra—. Agradezco vuestra preocupación pero, hace un tiempo Sasuke y yo hablamos, arreglamos nuestras diferencias.

 

No quiso dar explicaciones detalladas. En primer lugar porque no sabía si Sasuke estaría de acuerdo en que contara todo, y en segundo lugar no se atrevía a afirmar que en ocho meses Sasuke y él volverían a ser novios. Sí, era lo que ambos deseaban actualmente, pero en esos ocho meses mil cosas podían ocurrir.

 

Desde que arreglaron su rota relación en diciembre, no había vuelto a entablar una conversación con Sasuke. Podía contar con una mano las veces que le había visto, y sólo se habían limitado a saludarse como simples conocidos mientras se observaban con anhelo mal disimulado. Después, cada uno continuaba por su camino.

 

—¿En serio? —Sonrió Konan.

—Me complace escuchar eso, Naruto-kun.

 

El rubio sonrió, ignorando por completo que Itachi y Konan ya sabían todo gracias a Sasuke. Habían pensado que quizá Naruto podría contarles más detalles, pero sorprendentemente, había sido incluso más reservado que Sasuke. Ambos le compararon por un instante en su mente con el Naruto deslenguado de hace dos años, quien hablaba sobre cualquier cosa sin reparo alguno. El chico se había vuelto sorprendentemente cauto.

 

—Es un alivio saber que ni Sasuke ni tú os sentiréis incómodos en nuestra boda —comentó la chica, siendo secundada por Itachi que asintió—. Y quién sabe, quizá con el tiempo lo que teníais antes vuelva a resurgir.

 

Azorado con el comentario, Naruto apartó la mirada y agradeció la penumbra del lugar que disimularía el sonrojo que apostaba empezaba a calentar sus mejillas.

 

—Quién sabe’ttebayo… —Se limitó a repetir las palabras de Konan para no decir nada comprometedor.

—Naruto-kun, iremos a entregarle una invitación a Sasuke. Si quieres podemos darle un mensaje de tu parte.

 

Naruto miró curioso a la pareja. ¿Por qué parecían estar aguantándose las ganas de reír? Como si supieran algo que él desconocía.

 

—Ah, uhm… —balbuceó y después sonrió—. ¡Claro! Dale saludos de mi parte.

 

En realidad le gustaría mandarle otro mensaje como decirle que le echaba de menos, que la espera se le estaba haciendo eterna, que había días en los que sentía la tentación de correr a su apartamento y devorar sus labios… Mil cosas más. Pero ¿qué más podía decir frente a ellos?

 

Cuando se despidieron y se marcharon, Konan no pudo aguantar una risita ante la inocencia de Naruto, y más tarde Itachi se unió con una risa más sutil.

 

—Ya quiero ver la cara de tu hermano cuando le digamos que Naruto le envía saludos. Se lo diremos y le miraremos fijamente para ver cómo reacciona. —Rió.

—Conozco a mi hermano, aparentará toda la normalidad del mundo.

—Pero seguro que por dentro se emociona.

—Eso no lo dudo.

 

Sus sonrisas desaparecieron paulatinamente.

 

—¿Crees que ellos volverán cuando Naruto sea mayor de edad? Es lo que Sasuke nos dijo que habían planeado.

 

Tras un breve silencio, Itachi se encogió de hombros.

 

—Quién sabe —repitió las palabras de Naruto—. Todavía faltan unos meses para que el momento llegue.

 

En su interior Konan sonrió al meditar que molestaría un poco a Sasuke. Ya tenía más confianza con ese gruñón. Le comentaría lo guapísimo que se veía Naruto con el cabello revuelto, con su pantalón corto, el bronceado tono de su piel, la viveza de su mirada… Y mientras le dijera todo eso, le estudiaría con la mirada para encontrar la más mínima reacción. Por mucho que Sasuke intentara aparentar ser de piedra, sabía que no lo era.

 

Sería divertido.

 

****

 

Naruto dejó de pelearse con la corbata que trataba de anudar en su cuello cuando su teléfono móvil sonó. Suspiró y abandonó por la paz, decidiendo mejor responder la llamada. Estaba tan nervioso ante la idea de que vería a Sasuke que sus manos se habían vuelto repentinamente torpes.

 

—Sakura-chan, ¡hola! —respondió tras ver el nombre en la pantalla.

—Naruto. —Se escuchaba nerviosa—. ¿Podemos vernos?

—¿Estás bien’tteba? —Se preocupó ante su tono de voz.

—Quise contártelo ayer en el parque, pero estaba tan nerviosa que fui incapaz.

—¿Qué ocurre? —La preocupación aumentó, enseriando su expresión.

—Es que ayer… L-Lee me besó. —La vergüenza se convirtió en enojo—. ¡Ese tonto! ¿Puedes creerlo?

 

Al escuchar aquello, Naruto suspiró aliviado.

 

—Ah, sólo era eso. Ya me habías preocupado, Sakura-chan.

—¡No digas “sólo era eso”, idiota! —le gritó—. ¡Quiero morirme de vergüenza ahora mismo!

—Pero esto no es una sorpresa. Todos sabemos que Lee suspira por ti desde hace mucho. Tarde o temprano ocurriría algo así.

 

Incluso Kiba y él mismo habían animado a Lee en varias ocasiones a acercarse a Sakura e intentar algo, pero el chico se ponía muy nervioso con la sola idea de intentar un acercamiento serio como pedirle salir o darle un beso.

 

Le alegraba que finalmente su amigo hubiera reunido el valor, aunque le había tomado muchísimo tiempo.

 

—¡Pero el punto es que ese tonto me besó sin más!

 

Naruto se encogió de hombros como si su amiga pudiera verle.

 

—Yo hice lo mismo con Sasuke la primera vez que le besé. —Rió—. Y la segunda, y la tercera…

—Ya me sé toda tu historia —interrumpió.

—¿Te gustó el beso? —No pudo evitar la curiosidad. Hubo un pesado silencio, y Naruto no supo si era porque Sakura sentía vergüenza, enojo, o ambas—. ¿Sakura-chan?

—N-no sé. Yo… C-como no sé besar, salí corriendo. ¿¡Ahora entiendes por qué la vergüenza me está matando!? —Si tuviera a Naruto enfrente le zarandearía.

 

El chico parpadeó al comprenderlo. Al parecer a Sakura no le había disgustado tanto el beso en sí, sino el hecho de no haber sabido corresponderlo.

 

—¿¡Te gusta Lee!? —gritó, y después se tapó la boca esperando no haber llamado la atención de alguno de sus progenitores—. No me lo creo —susurró con una risilla.

 

Recordaba que cuando tenían diecisiete años, Sakura se había mostrado siempre muy esquiva a los intentos de coqueteo de Lee. Pensaba que ella jamás le correspondería, pero al parecer los intentos de su amigo en algún momento habían dado sus frutos.

 

—¡No te rías, idiota! —replicó azorada—. ¡Te mataré cuando te vea! —Casi pudo escuchar a Naruto pasar saliva de forma sonora—. Pero antes de eso, necesito tu ayuda. ¡No sé besar! ¿Q-qué puedo hacer si vuelve a besarme?

 

Apenas abrió la boca cuando vio a Kushina entrar en su habitación con una clara expresión amenazante.

 

—¿Qué ha sido ese grito?

—Ah… Sakura-chan, tengo que colgar. Me estoy preparando para ir a la boda de Itachi y Konan, se me hará tarde y mi madre me matará —susurró acelerado—. Mañana nos veremos y recibirás mis sabios consejos.

—Más vale que sean sabios, tonto.

—¡Adiós! —Y sin más colgó—. Lo siento, mamá. Sakura-chan me contó algo tan sorprendente que no pude contener la emoción.

 

La mujer le reprendió con la mirada y las manos en la cintura.

 

—¿Pero qué has hecho con esa pobre corbata, Naruto? —Se acercó para comenzar a anudarla correctamente—. Deja que te vea.

 

Se alejó un paso para contemplarle. Naruto vestía un traje de chaqueta y corbata completamente negro, a excepción de la camisa que era un tono naranja oscuro. Cuando fue de compras con su madre y la vio, no pudo resistirse a ella, lo bueno es que a Kushina también le pareció una buena elección.

 

—¡Estás guapísimo’ttebane! —exclamó abrazándole, pero al instante se alejó un poco para estudiar los rubios mechones—. ¿No deberíamos cambiar ese look?

 

Naruto se alejó rápidamente, temiendo que Kushina pudiera hacerle algún extraño peinado como aplastarle el cabello con la raya muy marcada a un lado, o peinarlo todo hacia atrás. No era un viejo, prefería lucir sus mechones alborotados antes que eso.

 

—Ven, vamos a arreglarlo —sentenció tomándole de un brazo y guiándole al baño.

 

En su interior Naruto sabía que sería imposible hacer cambiar a su madre de opinión, así que suspiró resignado mientras la veía tomar un peine y spray fijador. Cerró los ojos mientras ella acomodaba cada mechón como creía conveniente, fijándolo con spray. Sólo esperaba que el resultado final no le hiciera lucir como un tipo de cuarenta años.

 

—¡Listo! —exclamó poco después.

 

Curioso, Naruto abrió los ojos y enfrentó su reflejo en el espejo. A primera vista percibió el pequeño cambio en su cabello: Kushina le había peinado el flequillo a un lado, pero sin aplastarlo contra su frente, sino dejándolo un poco a su aire. El resto seguía igual, sólo que los mechones estaban más definidos y menos alborotados de lo usual.

 

—Me gusta —respondió finalmente, sonriendo a la imagen que el espejo le mostraba—. Gracias, mamá.

—¡Te ves tan guapo…! —Le pellizcó suavemente una mejilla—. Apuesto que las chicas y chicos no podrán apartar sus ojos de ti.

 

Al instante Naruto pensó y deseó que los ojos que no pudieran apartarse de él aquel día fueran los de Sasuke. ¿Le gustaría su pequeño cambio de look? Sabía que prometieron tratarse como simples conocidos, pero desde que despertó no había podido parar de pensar en las ganas que tenía de propiciar un encuentro con Sasuke y tener una charla extendida sobre cualquier cosa. Se conformaría con eso. Escuchar su voz y tenerle cerca sería suficiente.

 

Se preguntaba si para Sasuke el tiempo parecía estar transcurriendo tan lento como para él. Tenía la sensación de que octubre no llegaría nunca. A veces se inquietaba preguntándose si quizá Sasuke cambiaría de opinión y se fijaría en alguien más, pero rápido se obligaba a desechar ese tipo de pensamientos y se centraba en asuntos importantes como sus estudios. Estaba dando su máximo esfuerzo para compensar la floja etapa anterior, incluso había días en los que rechazaba el plan de reunirse con sus amigos para jugar fútbol y en cambio se iba con Shino y Gaara a la biblioteca a estudiar.

 

Su rendimiento en la universidad ahora volvía a ser digno.

 

Actualmente volvía a tener relación con los Uchiha. Las pocas veces que había tenido oportunidad de ver a Fugaku, el hombre se había limitado a saludarle cortés, aunque no con la confianza de tiempos pasados donde le sonreía mientras le revolvía el cabello. Él respondía con educación, aunque por dentro estaba incómodo. Quizá estaba siendo rencoroso, y no le gustaba serlo, pero le era difícil por ahora volver a ver a Fugaku con el cariño de antes. Tal vez necesitaba tiempo, o quizá, en el fondo le ocurría como a Sasuke y no terminaba de confiar en Fugaku.

 

Con Mikoto la cosa era diferente. Las veces que se la había topado por la calle, que no habían sido muchas, la incomodidad que sentía era producida por el recuerdo de aquella noche de San Valentín en la que le habló mal a la mujer. Sentía que debía disculparse, aunque aparentemente ella no parecía guardarle rencor porque le trataba con suma normalidad.

 

A Itachi y Konan los había visto en alguna ocasión que había pasado por Akatsuki con sus amigos, y mantenía una conversación breve con ellos. Nunca les había preguntado por Sasuke, prefería mantenerse un poco al margen, cuanto menos pensara en Sasuke menos larga se le antojaría la espera.

 

—¡Hey! —exclamó Kushina—. No te quedes ahí parado mirando a la nada. ¡Vamos! —apremió abandonando el baño—. Se nos hará tarde’ttebane.

 

****

 

La boda transcurrió con normalidad. Algunas lágrimas durante la solemne ceremonia, muchas risas durante la comida rodeados de un ambiente más relajado.

 

La única persona entre los invitados que no podía disfrutar sintiéndose completamente relajado era Fugaku. Cuando la comida terminó, Itachi dio un breve discurso y después empezó el momento del baile inaugurado por los recién casados. Cada quien empezó a moverse de su mesa para hablar con otros, bailar o brindar. Fue entonces que Minato se acercó a él con un vasito de sake, sonriéndole esperanzado como si fuera un niño pequeño.

 

—Mi enhorabuena, Fugaku. —Alzó el vasito, incitando al otro a hacer el brindis—. Brindemos para que la pareja tenga buena suerte.*

 

El otro hombre mostró un rictus serio por la tensión y la vergüenza de tener a Minato cerca. Pero estaba en la boda de su hijo, no podía escapar. Resignado y aparentando normalidad, tomó un vasito de su mesa y lo chocó con el del rubio. Cuando lo bebieron, vio en la cara de Minato la intención que tenía de permanecer pegado a él como una lapa.

 

Suspiró. Teniendo a Minato cerca la conciencia le martilleaba. Le hacía recordar lo mal que había tratado a Naruto, las cosas hirientes que le dijo. Era el hijo de su mejor amigo. ¿Qué tenía en la cabeza cuando hizo semejante cosa? Cada día se arrepentía más de su enorme metedura de pata. Pero en aquel momento sólo le quedaba actuar como si nada ocurriera, era la boda de su hijo y no iba a arruinarla armando un escándalo. No sabía cómo de mal podría tomarlo Minato.

 

Paseó la mirada por el lugar mientras el otro le relataba su buena impresión sobre la boda. Se le había hecho extraño el descubrir que Sasuke y Naruto no se habían acercado en ningún momento durante la boda, y si lo habían hecho él no lo había notado. Desde aquella vez en que consiguió reunirles para hablar hace meses, había vivido intrigado preguntándose qué había ahora entre ellos. Sasuke le dijo que no había nada, pero también dijo que todo sería a su debido tiempo, aquello fue lo que despertó toda su curiosidad.

 

Localizó a Naruto que hablaba con su madre mientras se acercaban a Mikoto. Bastante alejado, Sasuke, junto a Itachi y Konan, hablaba y bebía con unos parientes lejanos.

 

Esos dos ni siquiera parecían notar la existencia del otro.

 

—¿Me estás escuchando, Fugaku?

—¿Qué? —Le miró un poco aturdido—. Perdona. ¿Qué decías?

 

El otro compuso un mohín de disgusto que apenas duró un segundo antes de empezar a relatar todo lo dicho anteriormente.

 

Naruto escuchaba un poco aburrido la conversación entre su madre y Mikoto. Apenas conocía a un puñado de personas en ese lugar, y no tenía con quién hablar, así que había permanecido junto a sus padres. Sólo se alejó un momento de ellos para felicitar a los recién casados después del baile nupcial, la conversación con ellos fue breve porque había más gente que quería felicitar a la pareja.

 

Entonces, sin esperarlo, Mikoto le dirigió la palabra.

 

—Oh, Naruto, te ves muy bien con ese traje —comentó con una sonrisa.

 

De inmediato Kushina sacó pecho, llena de orgullo, y habló antes de que su amiga pudiera seguir llenando al chico de halagos.

 

—¿Verdad que sí? Mi hijo ya es todo un hombre.

 

A Naruto le ruborizó aquello, pero trató de mantener la compostura.

 

—Gracias —respondió a la pelinegra devolviéndole una pequeña sonrisa.

 

Pero no supo qué más decirle. La incomodidad todavía estaba allí. De hecho le sorprendía que Mikoto le hablara con naturalidad, como si él jamás se hubiera comportado mal con ella.

 

Su oportunidad de oro vino escasos minutos después, cuando su madre se excusó para ir al aseo, dejándole a solas con la pelinegra. Carraspeó un poco tenso y miró inquieto a su alrededor. No pudo evitar que su mirada se detuviera un segundo en Sasuke, quien vestía también un traje completamente negro a juego con la corbata, un chaleco de un suave color lavanda y camisa blanca.

 

Estaba guapísimo.

 

Era más complicado de lo que pensó actuar con normalidad, como si no tuviera el mínimo deseo de propiciar un acercamiento con Sasuke y hablar con él. Llevaba todo el día actuando como si no existiera, y por su parte Sasuke estaba haciendo lo mismo con él.

 

—No parece que te estés divirtiendo mucho.

 

El comentario de Mikoto le hizo encararla. Por un segundo había olvidado que estaba con ella.

 

—Apenas conozco a gente aquí’ttebayo —atinó a decir.

 

Mikoto buscó a Sasuke con la mirada, y tras localizarlo en medio de una conversación, miró de nuevo al rubio.

 

—Puedes ir a hablar un rato con Sasuke si quieres —propuso un poco insegura—. Prometo que Fugaku no te dirá nada.

 

Un pequeño sonrojo subió a las bronceadas mejillas del chico, tomándole totalmente por sorpresa aquellas palabras.

 

—Ah, no… —balbuceó rascándose una mejilla—. Está muy entretenido hablando con sus parientes. Seguro que prefiere estar con Itachi ahora.

 

Aunque Mikoto le prometiera que Fugaku no le diría nada, no lograba tranquilizarle por completo. No quería crear problemas en un día tan importante como aquel. Lo mejor era mantenerse al margen, además, Sasuke y él lo habían pactado de esa forma.

 

La mujer se limitó a encogerse de hombros. Dejaría al chico hacer lo que quisiera.

 

—Como quieras.

 

Moría por preguntarle a Naruto, aprovechando el momento de intimidad, lo que ocurrió entre él y Sasuke el día que Fugaku logró reunirles para hablar. Pero se contuvo.

 

—Por cierto, Mikoto —la llamó inseguro—. Quería disculparme contigo por aquella vez que te grité. No estuvo bien, pero estaba alterado por lo que me pasó con Fugaku y quería guardar distancias… —trató de explicar.

 

Sin esperarlo, Mikoto alzó una mano y la posó en su cabeza, brindándole una suave caricia que le hizo recordar aquellos días en los que era niño y ella le cuidaba y consentía.

 

—Tranquilo. Comprendo que quisieras mantenerte alejado después de lo que ocurrió con mi esposo.

—Pensaba que tú también me dirías cosas hirientes, por eso actué así.

 

Entonces un rictus serio se apoderó del rostro de la mujer. Naruto no recordaba haberla visto así antes, nunca. Por un momento temió haber metido la pata con su comentario.

 

—¿Me podrías contar qué cosas te dijo exactamente mi esposo? —preguntó casi con lentitud.

 

La tensión se acumuló en los hombros de Naruto al verla buscar con la mirada a su esposo. Si las miradas mataran, Fugaku, quien hablaba con Minato, habría caído fulminado en ese momento. El enojo de Mikoto iba dirigido a su marido, no a él.

 

—Cosas sin importancia’ttebayo —respondió rápidamente, agitando las manos para llamar su atención—. Todo está en el pasado.

 

Era preferible no contarle que Fugaku le hizo sentir la peor escoria del mundo sólo por ser homosexual. No, ese día se casaban Itachi y Konan, el día debía ser perfecto, sin peleas o momentos amargos.

 

Se relajó cuando la vio suspirar y llevarse una mano a la mejilla, ligeramente afligida.

 

—Admito que aquella noche me sorprendió tu actitud y también me entristeció, pero ahora lo entiendo todo. —Le sonrió ligeramente—. No tengo nada que perdonarte, Naruto.

 

El chico sonrió ampliamente, agradecido. Apenas abrió la boca para decir algo cuando su madre apareció con una copa de champán en cada mano.

 

—¡Mikoto, brindemos’ttebane! —exclamó entregándole la copa—. Sonríe, todavía tienes a Sasuke. Yo sólo tengo a Naruto y cuando él se case le perderé para siempre —expresó con exagerado dramatismo.

 

Entonces los ojos de Mikoto se clavaron con sumo interés en el chico.

 

—¿Te gustaría casarte en el futuro, Naruto?

 

El nombrado respingó en su lugar por la inesperada pregunta, y más al notar que de repente la mirada de Mikoto era una significativa. La mujer parecía querer sonreírle divertida pero se contenía con éxito.

 

—No lo sé —respondió de inmediato. Nunca había meditado seriamente sobre ese asunto—. Soy muy joven para pensar en eso, supongo.

 

Miró a Sasuke, y en menos de un segundo en su mente se visualizó viviendo junto a él, casados, amándose sin reservas.

 

Sacudió la cabeza para volver a la realidad. Fuera fantasías. Debía centrarse en vivir el presente. Todavía faltaban cuatro meses para ser mayor de edad, y en ese periodo de tiempo mil cosas podrían cambiar.

 

—Yo sólo espero que pasen muchos años antes de que mi hijo se case —dijo Kushina finalmente.

 

Temiendo que pudieran hacerle más preguntas incómodas, Naruto retrocedió un paso, haciendo amago de marcharse.

 

—Mamá, saldré un rato al jardín a tomar el aire.

—De acuerdo —respondió viéndole marchar.

 

Kushina alzó una copa para brindar finalmente con su amiga, y entonces, escasos minutos después, vio a Sasuke pasar cerca de ellas cuando degustaban su champán. Casualmente tomaba el mismo camino por el que su hijo se había marchado hace un momento.

 

La curiosidad la asaltó. ¿Acaso iba tras Naruto?

 

Prefería evitar cualquier acercamiento entre ellos. Conocía los sentimientos que Naruto tuvo por Sasuke durante años. Sabía que su hijo tuvo un novio hace un tiempo, se enteró gracias a que una vez le descubrió poniéndose guapo para reunirse con él en una cita, pero su hijo jamás le había hablado sobre el muchacho, evitaba el tema; sólo le dijo que si todo iba bien lo llevaría a casa en Año Nuevo, y eso jamás ocurrió.

 

Naruto había estado largos meses en un constante estado apagado, como moviéndose de forma mecánica. Ni Minato ni ella lograron que Naruto les contara lo que le tenía en ese estado, sólo se excusaba diciendo que la universidad le estresaba mucho, pero ella sabía que había algo más detrás. Finalmente asumió que el estado de Naruto se debía a que su relación con su novio terminó.

 

Asumía que su hijo de nuevo estaba soltero, por lo que le parecía hasta cierto punto peligroso que Sasuke rondara cerca por temor a que viejos sentimientos pudieran renacer.

 

Avanzó un paso dispuesta a ir en busca de Naruto con cualquier excusa para evitar un posible encuentro, pero entonces una mano de Mikoto se aferró a su brazo casi con desesperación, provocando que algunas gotas de su copa de champán mancharan su elegante vestimenta.

 

—¡Mi vestido! —exclamó alarmada.

 

La pelinegra parpadeó sorprendida.

 

—¡Lo siento, Kushina! No fue mi intención.

 

No había podido resistirse a detenerla al comprobar la tensión en Kushina cuando notó que Sasuke salía, presumiblemente en busca de Naruto.

 

No olvidaba que le prometió a Sasuke que no le contaría a Kushina sobre sus sentimientos hacia Naruto, pero eso no significaba que no pudiera darles una pequeña ayuda ofreciéndoles privacidad. Quizá querían hablar, y ella lo único que deseaba es que su hijo menor alcanzara su propia felicidad al igual que Itachi lo había hecho junto a Konan.

 

Todavía se recriminaba no haber dado más importancia al hecho de que en cuestión de unos meses Sasuke hubiera pasado de confesar sentir algo por un hombre a aparecer en su casa acompañado de una chica. Ella se limitó a aceptar la decisión de su hijo sin más, pensando que su actitud taciturna era debida a problemas laborales y no a algo más profundo.

 

Pero ahora no iba a permanecer quieta sin más. No deseaba que Sasuke terminara en una relación con alguien que no le hacía feliz.

 

—Vamos al baño, te ayudaré a limpiarte. —Tomándola de la mano con más delicadeza, la guió hasta allí.

 

Insegura, Kushina se dejó llevar mientras volvía la mirada a la puerta. Evidentemente ya no había rastro de Sasuke. En su interior rogaba que él no se acercara a su pequeño.

 

****

 

El jardín era mucho más grande de lo que parecía a simple vista. Naruto caminó con tranquilidad, admirando los diferentes tipos de flores, abundaban especialmente rosas de varios colores. Expectante se dirigió hacia un arbusto podado con forma de puerta arqueada por arriba, entrando a un largo pasillo donde predominaba el verde. Sus zapatos se hundían ligeramente en el mullido césped cuidadosamente cortado.

 

Disfrutaba enormemente de la vista, después de todo amaba la jardinería.

 

A lo lejos escuchó el suave fluir del agua, así que intrigado aceleró el paso, acercándose a otro gran arbusto podado con forma de puerta como el anterior. Se topó con un pequeño claro de forma circular, en el centro había una fuente de considerable tamaño, y a cada lado de ésta, un banco de piedra sin respaldo bajo las sombras de algunos árboles medianos. Sin dudarlo caminó hacia el banco situado a su derecha y tomó asiento, sintiéndose casi arrullado por la tranquilidad del lugar sólo rota por el armonioso y constante fluir del agua.

 

Inspiró hondo, percibiendo el aroma floral en el ambiente.

 

Estar un momento en ese ambiente de paz le ayudaría a tranquilizar sus ansias por estar cerca de Sasuke. Era realmente difícil aparentar, cada vez más sentía el impulso de acercarse e iniciar una pequeña charla, al menos eso le bastaría por ahora. Pero no quería seguir siendo el mismo Naruto impulsivo de antes, deseaba hacer las cosas bien, demostrarle a Sasuke que había cambiado y era capaz de cumplir aquella promesa que hicieron antes de Navidad.

 

Buscando comodidad, se aflojó el nudo de la corbata, desabrochó los dos botones de su chaqueta y suspiró.

 

Que Sasuke dejara de verle como un mocoso que sólo le puede traer problemas sería lo mejor que le podría ocurrir.

 

Faltaban cuatro meses para octubre, en realidad no era tanto tiempo si lo pensaba detenidamente, pero por momentos la espera se le antojaba eterna.

 

Por otro lado estaba Fugaku. ¿Cómo reaccionaría si finalmente Sasuke y él retomaran su relación? No deseaba ser de nuevo el objeto de su odio y revivir amargos momentos. Tampoco sabía cómo tomarían sus propios padres la noticia, pero no olvidaba que para su padre Sasuke no era más que un “mocoso con ínfulas”. No le agradaba mucho.

 

El panorama no se mostraba muy prometedor, aun así, no le importaría intentarlo una vez más. Estaba dispuesto a luchar contra las adversidades que pudieran presentarse.

 

Parpadeó al escuchar unas sutiles pisadas que eran amortiguadas por el césped. ¿Acaso había alguien más allí? Al alzar la mirada, su corazón bombeó emocionado al toparse con el dueño de sus pensamientos caminando hacia él.

 

—¡Sasuke…! —exclamó sorprendido, poniéndose de pie de un salto sin saber bien cómo reaccionar—. Hola.

 

No esperaba verle allí. ¿Acaso había ido a buscarle? Por un instante no pudo evitar estudiarle de pies a cabeza con la mirada, reafirmando su pensamiento anterior: estaba guapísimo.

 

—Hola —respondió, y tras un par de segundos de mutismo en el que no despegaron la mirada de los ojos contrarios, volvió a hablar—: ¿Te importa? —Señaló con un sutil movimiento de cabeza el banco.

 

Al entenderlo, Naruto se hizo a un lado rápidamente y volvió a tomar asiento, dejando espacio para Sasuke. Cuando éste se sentó a su lado, rápidamente apartó la mirada, nervioso.

 

Bien, era cierto que no quería ser el Naruto impulsivo de hace años, pero en ese momento no le importaría ser al menos un poco aquel Naruto que se comportaba sin vergüenza ante Sasuke.

 

—La boda está transcurriendo de maravilla, ¿cierto? —atinó a decir para evitar un momento de silencio, tratando de comportarse con suma normalidad—. ¿A dónde irán de luna de miel?

—Irán a varios lugares. Empezarán por Venecia, Konan deseaba ir allí. Después harán un crucero por el Mediterráneo. También irán a París… visitarán algunos lugares más y terminarán recorriendo algunos rincones de Japón.

—¡Wouh! —exclamó sorprendido. A él también le gustaría viajar y conocer mundo. Si pudiera ser junto a Sasuke, mejor.

 

Después quedaron en silencio, observando ambos la fuente como si fuera la primera vez que veían una.

 

—Y… —comenzó a hablar el rubio nuevamente—. ¿Cómo has estado todo este tiempo?

—Bien. Trabajando —respondió sin más. Lo cierto es que no había ocurrido nada extraordinario digno de mención. Sus días habían sido rutinarios, y de no ser por sus amigos, habrían sido terriblemente aburridos—. ¿Y tú?

 

Naruto sonrió contento ante el interés de Sasuke.

 

—Bien también. Me estoy esforzando mucho en mis estudios, aunque a veces es estresante dattebayo. No soy el mejor de mi clase, pero mis notas son muy dignas —presumió con la cabeza en alto.

 

Sasuke también sonrió, de forma sutil, pero la suya era una sonrisa de orgullo hacia su acompañante. Le alegraba escuchar eso. Por un segundo su mano estuvo a punto de alzarse para revolver los rubios cabellos como hiciera alguna vez en el pasado, cuando eran novios, pero rápido se contuvo.

 

—Aunque también… —continuó diciendo Naruto, un poco inseguro. No se atrevió a mirarle a la cara—, te extraño mucho. No paro de pensar en ti.

 

La confesión tomó por sorpresa a Sasuke, quien no pudo evitar dedicarle una breve mirada. Aunque a la vez, esa sorpresa se vio sustituida por un enorme alivio. Si Naruto le extrañaba significaba que sus sentimientos se mantenían, nada había cambiado.

 

A veces, en sus momentos de soledad en su apartamento, se veía asaltado por pensamientos que le inquietaban. Conocía los sentimientos de Gaara, y temía que pudiera lograr que Naruto le correspondiera.

 

Debía admitirse a sí mismo que no había podido evitar el impulso de provocar un acercamiento con Naruto para salir de dudas de una vez. Ansiaba saber si todo seguía igual entre ellos o si algo había cambiado por parte de Naruto para dejar de albergar esperanzas cuanto antes.

 

Era un alivio saber que todavía le esperaba.

 

Y por supuesto él también le esperaba y extrañaba, aunque le resultaba embarazoso decirlo en voz alta.

 

—Sólo faltan cuatro meses.

 

En un impulso, Naruto no pudo evitar girar y encararle.

 

—¡A mí me parece una eternidad’ttebayo! —protestó.

 

Sólo podía pensar en las ganas que tenía de abrazarse a él y besarle hasta quedar saciado de sus labios. No imaginaba que se pudiera extrañar tanto a alguien a pesar de estar a su lado, quizá era un poco impaciente y obsesivo. A simple vista, Sasuke parecía llevarlo con mucha calma.

 

Le escuchó soltar una risilla burlona y eso le avergonzó.

 

—¡No te rías, teme! —replicó, dando una palmada en el banco para dar énfasis a su protesta.

 

Pero al hacerlo su mano rozó con algo. Bajó la mirada. Era la mano de Sasuke, estaba tan cerca de la suya que un mínimo movimiento provocaría una caricia. Mientras en su mente debatía sí debía hacerlo o no, su meñique se movió ligeramente rozando el de Sasuke. En medio del silencio, Sasuke respondió moviendo el suyo también. Entonces no pudo evitar ir más allá y posar su meñique sobre el del otro, dejándolos ligeramente entrelazados.

 

—Sólo son cuatro meses —insistió el pelinegro aparentando naturalidad—. Si piensas todo el tiempo que hemos estado separados, cuatro meses no son nada.

 

Naruto enderezó su postura y volvió la mirada a la fuente, tratando de aparentar también normalidad, como si sus meñiques no estuvieran ligeramente entrelazados y su corazón no estuviera latiendo agitado por la emoción.

 

—Supongo que tienes razón, pero a veces siento que pasarán siglos antes de que cumpla los veinte. —Suspiró resignado.

 

Aunque Sasuke no respondió, debía admitirse a sí mismo que a veces pensaba igual. Trataba de restarle importancia afirmando que cuatro meses no son nada, pero a veces le gustaría despertar y que al mirar el calendario fuera diez de octubre.

 

Después de eso quedaron nuevamente en silencio, un silencio donde ambos sabían que querían decirse muchas cosas, pero no sabían bien cómo romper el hielo.

 

—No hueles a tabaco —comentó el rubio, moviendo sutilmente su meñique para acariciar el otro—, así que deduzco que ya no fumas.

—Así es —asintió—. Estaba más enganchado de lo que pensaba, así que me costó al principio. Hace poco he conseguido dejarlo.

—Bien. —Sonrió—. Cuando cumpla los veinte quiero besarte y que no apestes a tabaco.

—Dobe —respondió, y ambos rieron ligeramente.

—Prometo que esta vez seré un buen novio’ttebayo. No te arrepentirás de haberme dado una segunda oportunidad.

 

Los ojos negros se movieron apenas para observar de soslayo a su acompañante. Podía ver la determinación y la ilusión brillando en los ojos azules. No le gustó lo que Naruto acababa de decir, por sus palabras, sonaba como si sólo fuera él quien había actuado mal en el pasado.

 

—No fuiste un mal novio —rebatió con calma, recibiendo al instante una mirada sorprendida de su acompañante—. Es cierto que a veces tu comportamiento despreocupado era como una patada en el culo, pero yo tampoco fui un novio perfecto. —Había sonado tan sincero, que fue imposible para Naruto decir algo—. Desde el principio fui inseguro, tanto, que a veces te hice sentir inseguro a ti. También fui celoso y te mentí en más de una ocasión. —Negó suavemente con la cabeza, reprendiéndose interiormente al recordar todos aquellos momentos—. Soy yo quien debería prometer que esta vez seré un buen novio y asegurar que no te arrepentirás de haberme dado una segunda oportunidad.

 

La sorpresa por aquella confesión le duró a Naruto varios segundos en los que apenas atinaba a parpadear. Se forzó a reaccionar, sacudiendo la cabeza con energía.

 

—Está bien, Sasuke. —respondió un poco acelerado, mirándole—. Es cierto que antes no podía comprenderte y eso me hacía sentir enojado y frustrado, pero ahora te entiendo —aseguró determinado—. Fue tonto por mi parte pensar que sólo porque eres adulto podías hacer lo que te diera la gana sin que eso te acarreara problemas. Debí ser más prudente, pensar más en ti.

—Yo también debí pensar más en ti y ser sincero —admitió, aunque él no se atrevía a encarar a Naruto. De por sí era difícil hablar sobre sus sentimientos, sería mucho más complicado hacerlo mirándole a los ojos.

—Y yo no debí ser una hormona con patas… supongo —balbuceó al final, inseguro—. Bien, debería sentirme arrepentido por presionarte a hacer esas cosas, pero se sintieron tan bien’ttebayo… —Sonrió ligeramente, sonrojándose por un momento.

—Pensaba que habías madurado, pero sigues siendo una hormona con patas —dijo burlón.

 

El rubor se acentuó en las mejillas de Naruto, pero a la vez su ceño se arrugó al sentirse un poco ofendido.

 

—¡No puedo evitarlo! —exclamó, e inconscientemente su mano se movió, posándose un poco más sobre la de Sasuke. Necesitaba sentirle más—. Llevo años deseándote, teme, y ahora que estoy por cumplir los veinte, no puedo evitar sentirme más ansioso.

 

Los hombros de Sasuke se tensaron ligeramente al darse cuenta de que al parecer Naruto tenía puestas grandes expectativas en él como amante. Una pequeña ansiedad le invadió al recordar que su experiencia en relaciones homosexuales era muy pobre, y se dijo a sí mismo que si no quería hacer el ridículo, debería informarse a conciencia.

 

Sería su primera vez con alguien de su mismo sexo, su primera vez manteniendo relaciones con una persona por amor y no simplemente por curiosidad o por despecho.

 

Ahora una gran responsabilidad pesaba sobre él.

 

—…a veces siento un poco de envidia de Ino. —Escuchó decir a Naruto, y eso le hizo reaccionar.

—¿Qué? —pronunció con dificultad.

—Bueno, ya sabes’ttebayo… Ella ha podido estar contigo de esa forma, y yo me tengo que conformar imaginando cómo sería. —Por un instante frunció los labios en un mohín infantil, pero después se consoló pensando que al menos él era el dueño de los sentimientos del hombre sentado a su lado.

 

Por un segundo Sasuke deseó decirle que no albergara grandes expectativas, sería la primera vez de ambos; pero prefirió callar. Decirle eso podría hacerle pensar a Naruto que era un mal amante, y él no se consideraba como tal. Sería un golpe en su orgullo.

 

—Deja de pensar en esas cosas, usuratonkachi. —Apartó la mirada—. Volviendo al tema anterior, los dos cometimos errores y estamos arrepentidos, pero podemos aprender de ellos y no repetirlos.

 

Naruto asintió con enérgicos movimientos de cabeza y sonrió.

 

—Tienes razón. Empezaremos de cero y trataremos de no cometer los mismos errores. —Se llevó la mano libre el pecho—. Por mi parte, prometo no ocultarte nada nunca más, hablaré los problemas contigo para que los arreglemos juntos.

—Eso suena bien. —Sus comisuras se curvaron en una sutil sonrisa.

—Es lo que las parejas hacen, ¿no? —Amplió su sonrisa—. No me dejaré llevar de nuevo por el miedo.

—Entonces yo prometo ser sincero también y dejar mi inseguridad a un lado.

 

Por fin Sasuke se sintió con el valor de encarar a Naruto, quien le sonreía radiante. Ver a Naruto feliz siempre le reconfortaba. En un impulso, posó la mano sobre la de Naruto, y percibió cómo de inmediato éste había girado la suya, dejando la palma hacia arriba, para entrelazar sus dedos.

 

—Esta vez todo irá bien —aseguró el rubio, sonriendo esperanzado—. Haremos que funcione.

 

Y aunque de nuevo se instaló un silencio sobre ellos, esta vez no se sintió incómodo y pesado. Simplemente se mantuvieron observándose, percibiendo la felicidad en la mirada del contrario.

 

Pero entonces la mirada de Sasuke se volvió una indagadora y Naruto entendió que examinaba el pequeño cambio en su cabello. Se preguntó si le gustaría cómo se veía.

 

—Mi madre se empeñó en que debía hacer algo con mi cabello —habló con aparente calma, pero por dentro sentía un poco de vergüenza—. Este fue el resultado.

 

La mano de Sasuke se alzó y fue directa al rubio flequillo, tocándolo suavemente, sin despeinarle.

 

—No está mal.

—¿No está mal? —reiteró arqueando las cejas, falsamente ofendido—. Creo que lo que en realidad querías decir es que me veo demasiado atractivo.

 

El otro sonrió ligeramente.

 

—Tal vez. —Después se puso de pie, percibiendo por un segundo la reticencia de Naruto en dejar ir su mano, aunque finalmente lo hizo—. Debo regresar —dijo con cierta resignación.

—Claro, lo entiendo. —Sus labios formaron una pequeña sonrisa desganada, extrañando al instante el calor de la mano de Sasuke entrelazada a la suya—. Yo también debería regresar. —Se incorporó.

 

Sasuke abrió la boca para decir algo, pero entonces notó que la corbata de Naruto era un desastre. Como ya hizo en una ocasión en el pasado, se acercó y arregló el nudo con calma, abotonando también la chaqueta. Estando tan cerca casi podía palpar el repentino nerviosismo de Naruto, pero no dijo nada. En sus ojos azules se notaba el anhelo, luchaba por frenar sus impulsos.

 

—Escucha, Sasuke —habló inseguro.

—¿Mn?

—Sé que prometimos comportarnos como simples conocidos, pero… —Hizo una pequeña pausa. De verdad le gustaría contenerse, pero le estaba resultando imposible—, realmente necesito esto ahora mismo.

 

Y sin esperar a que el otro pudiera decir algo, le abrazó con firmeza, estrechándose contra él. Aspiró profundamente, sintiendo las mariposas en el estómago y sus manos cosquillear al contacto, reconociendo el aroma de Sasuke. Parpadeó sorprendido cuando los brazos contrarios le envolvieron en un abrazo igual de necesitado, y después sonrió ampliamente, descansando la frente en un hombro del mayor.

 

Se sentía tan bien… Era el mejor día de su vida en mucho tiempo.

 

Pero no duró demasiado, ambos sentían que sería peligroso porque terminarían queriendo más que un simple abrazo.

 

—Será mejor que te adelantes —habló Naruto—. Yo iré después.

 

Sasuke le miró con disimulada curiosidad.

 

—¿Te inquieta que nos vean juntos?

 

Tomó como una respuesta afirmativa la forma nerviosa en que de pronto Naruto se rascaba la mejilla con un dedo.

 

—Hoy es el día de Itachi y Konan —comenzó a explicar—. Es mejor no hacer algo que pueda estropearlo.

—¿Te preocupa mi padre? —afirmó en la pregunta.

 

El otro se limitó a asentir con un suave movimiento de cabeza. Pero no sólo le preocupaba Fugaku, también sus propios padres. En ese momento no terminaba de confiar en nadie, pero ese tema de conversación no era apropiado para ese momento, ese día también era de Sasuke después de todo y quería que sólo guardara recuerdos felices.

 

—Bueno, ve —pidió, componiendo una sonrisa.

 

Ahora fue Sasuke quien asintió, y sin decir más dio media vuelta dispuesto a regresar con su familia. Apenas había avanzado unos pasos cuando la voz de Naruto le hizo detenerse por un instante.

 

—El diez de octubre te buscaré, así que… espérame un poco más’ttebayo.

 

Sasuke no quiso girar para que la pequeña sonrisilla de satisfacción en sus labios no estuviera a la vista de Naruto.

 

Claro que le esperaría, pensó retomando su camino. Teniendo la certeza de que Naruto seguía interesado en él, podría esperarle el tiempo que hiciera falta.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

—Como muchos sabréis, los japoneses son muy supersticiosos. Ellos creen que brindar con sake durante la boda, traerá buena suerte a la pareja. En otros casos después pueden beber champán o cerveza, o simplemente continuar bebiendo sake.

 

Costumbres como el intercambio de sortijas, el pastel de bodas y la luna de miel complementan el matrimonio japonés. Aunque las tradiciones occidentales estén tomando cada vez más presencia en las bodas tradicionales japonesas; hoy en día las novias muchas veces prefieren usar los típicos vestidos blancos occidentales, y muchos novios optan por celebrar la boda de acuerdo a las tradiciones de la iglesia católica (aunque no hayan elegido practicar la religión católica) -Fuente: San Google.

 

—El look de Sasuke actualmente es el que tiene en el Sasuke Shinden. Y el look de Naruto en la boda es el del Naruto que aparece en la novela de Jiraiya.

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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